Guadalcanal año 1957

Mis primeros recuerdos de los años vividos en Guadalcanal no son muchos y algunos muy confusos, porque por suerte o desgracia, solo viví allí siete años y medio. Sí quiero aclarar ante todo, que aunque fueran tan pocos y Madrid ciudad a la que emigraron mis padres, sea una ciudad a la que adoro, no sé si me ha dado mucho o poco, pero sí me dio la posibilidad de formar la familia que tengo, que no la cambio por nada.

Yo me siento andaluza, sevillana y guadalcanalense hasta la médula, pues allí nacieron todos mis antepasados y allí lucharon mis padres por mi bienestar y tomaron la decisión de emigrar por el mismo motivo y aunque suene a tópico, allí  están mis raíces.

Pues bien, llegué al mundo el día 17 de junio de 1957, en la calle Santa Ana, 44 (ahora 46). Era la casa que mi padre Ramón Muñoz y sus hermanos Joaquina y Rafael habían heredado de mis abuelos, que los dos murieron con apenas 60 años. Allí vivíamos la familia de mi tía y la de mi padre. Yo que nací la última sentía que estaba en una familia numerosa aunque fuera la segunda hija. Por entonces yo no distinguía a mi hermana, de mis primas, a mis padres de mis tíos, para mí era natural tener tres hermanas, dos padres y dos madres, todos me daban un inmenso cariño y todo el mimo del mundo, al igual que mi tío Rafael que subía todos los días a ver a sus sobrinas, ya que por desgracia mis tíos Rafael y Carmen no tuvieron hijos.

Me pusieron Antonia, por un hermano de mi padre que mataron en la Guerra Civil. Esperaban que llegara un niño a la familia, viendo que no venía -fuimos cuatro primas- pues me lo gané sin papeletas. Oficialmente pasé a ser la Antoñina  pero esto solo de puertas para afuera, en casa había una gran diversidad, mi madre me llamaba Alfeñique y Lamprusia, mi padre Antoni y Caramelito, mi hermana me decía hermana, mi prima Pili Pitusa, mi prima Fefi Curra y lo mejor y más fuerte era como me llamaba mi tía Joaquina, para ella era La Custodia divina Platea. En mi calle ya había vecinas que me empezaban a llamar la Custodia, suerte que nos fuimos si no destierro el mote de mi familia.

Mi primer recuerdo era estando en mi cuna y ver entrar a mi prima Fefi  con su amiga Carmelina la Zapatona, las dos tenían unas largas trenzas con lazos blancos en cada una, con ellas me hacían cosquillas en la nariz yo no sé lo que hacía pero ellas se reían y me decían cosas. Otro recuerdo es de corretear el zaguán y el comedor en mi carretón de madera. No es extraño que lo recuerde puesto que no anduve hasta los 21 meses. Me contó mi madre que mi abuelo Frasco decía que iba a ser como él, que comenzó a caminar a los cuatro años.

A mis tres años y mi hermana siete, ella hizo la primera comunión y es el recuerdo más claro que tengo, primero por mi enfado, al ver hermanitas de otras niñas vestidas de angelitos y yo no,  mi padre con mi hermana vestida de comunión en brazos y un paraguas, mi madre me llevaba a mí, la calle Santa Ana hecha un barrizal y lloviendo como sólo lo hace en Guadalcanal. La hizo en el convento de las Hermanas de la Doctrina Cristiana, la ceremonia la oficiaba Don Manuel el párroco de la época, todo estaba muy bonito, cada niño recitaba un verso, el de mi hermana  era algo así: Acto de fe, Dios de bondad, con sus pompas y obras, prometo siempre seguir a Jesucristo. Tantas veces lo repitió que hasta yo lo aprendí. De la celebración no recuerdo nada, supongo que sería similar a la mía ya en Madrid, comer en casa con toda la familia o algo así, poco, pero lo más que mis padres podrían hacer.

Los recuerdos más significativos siempre eran los mismos, amanecer en mi casa, pasar el día con mis abuelos, mi madre cuidaba de ellos no eran tan mayores, pero estaban delicados, así que todo era un trasiego de carril para arriba y carril para abajo de la calle Santa Ana a la Calle Fox [Cervantes actual] por el callejón, siempre las rodillas maltrechas de los tropezones que daba en los riscos.

Cerca estaban mis primos maternos Dori y Rafa, hijos de mis tíos Andrés y Rafalita, Pili y Juan hijos de mis padrinos Juan y Pilar, estos emigraron a Barcelona. No por ello dejamos de estar siempre unidos, a día de hoy mi prima además es una de mis mejores amigas, muchos ratos pasábamos juntos en casa de abuela Beatriz, la abuela más graciosa y con más pena del mundo a la vez, ya que su hijo de 37 años murió estando yo en el vientre de mi madre. Nunca la vi vestida de colores, solo cuando se ponía sus camisones blancos de dormir y me metía a la cama con ella y mi abuelo. En casa de abuela también vivía su hermano y los dos hacían grandes esfuerzos por entretenernos. En invierno en la mesa camilla jugábamos a las cartas y nos hacían figuras chinescas y con el buen tiempo, no salíamos del patio, porque allí convivíamos con conejos, gallinas y un gallo que me tenía tanta manía, que me dejó traumatizada, no quiero ver un gallo ni a diez metros, para colmo, mi tío Andrés cuando cantaba me hacía entender que decía “Antonia está loca“.

Cuando iba llegando la hora del regreso de los hombres del campo mi madre nos arreglaba con sus blusitas y vestidos, que con sumo gusto ella misma confeccionaba para recibir a mi padre ya en nuestra casa.

Antes los lutos eran muy rígidos, así que con la muerte de mi tío Francisco mi madre estuvo varios años en que no podía hacer según qué cosas, como por ejemplo, ir a la Feria. Tengo el vago recuerdo de una vez que mi madre nos preparó para que nos llevara mi padre, nos montó en los caballitos y nos subimos pronto a casa, porque se aburría sin ella. Entonces los que me llevaban eran mis tíos unas veces Juan y Joaquina y fue memorable la vez que se fue la luz y nos quedamos arriba subidos en las carmelas los tres. Ellos hicieron que ese hecho fuera divertido para mí en lugar de asustarme. Otras veces me iba con Rafael y Carmen, e incluso con los cuatro. Por el mismo motivo tampoco me hicieron fotos de bebé, mi primera foto no sé si es una en la Feria de la mano de mi prima y mi hermana, ellas vestidas de flamenca. Otra que recuerdo es en casa de Santi, yo tendría cerca de año y medio. Mi madre se recuperaba de su larga enfermedad, la foto es un poema, mi padre delgado y con el sufrimiento reflejado en su cara por los meses que había soportado viendo que se quedaba viudo sin remedio con dos niñas, mi madre más delgada aún que él y vestida absolutamente de negro, mi hermana con los ojos cerrados y yo, durmiéndome de verdad. Las últimas  Ferias ya sí iba mi madre, por otras fotos que hay en el álbum antiguo.

Hablando de la enfermedad de mi madre yo no la recuerdo, pero tengo que  hacer mención a la generosidad de mi familia, ellos me lo contaron en innumerables ocasiones, pues gracias al granito de arena aportado por todos, mis abuelos que apenas ya les quedaba nada después de haber tenido tanto, los hermanos de ambas partes y como no, gracias a los cónyuges de todos, que estuvieron siempre de acuerdo y las trampas que mi padre contrajo con los tres médicos del pueblo, don José Llinares al que los dos idolatraban, ya que apenas quiso cobrarles diciendo que se lo cobraría al que le sobrara, a Barragán y don Joaquín, ellos hicieron un concejo médico y llegaron a la conclusión o se operaba a vida o muerte o no habría nada que hacer. Así que mi padre se la llevó a Sevilla, dejó a sus hijas al cargo de su hermana, mi cuna estuvo durante nueve largos meses en la habitación de ella, como para no confundirlos con mis padres. Muchas malas noches les di, ellos se ganaron a pulso ser mis segundos padres y mi cariño tan grande por ellos. Cuantas veces mi tía nos dijo que sabía la que le esperaba con nosotras si mi madre no volvía y yo lo sé, nunca nos habría desamparado ya que mi abuela apenas podía cuidarse sola, como para cuidar de nosotras. Por todo esto, siempre estaré agradecida con todos y aún al día de hoy mi madre está con nosotras.

Tengo muchos recuerdos con mi tío abuelo Rafael García “Palote“, a mí me encantaba mi tío, como me hacia reír, se ponía a mi misma altura como si fuera un niño. Él era poeta y un día antes de ir a visitar a mi madre al Hospital fue a implorar al Gran Poder y le hizo esta plegaria:

A Cristo del Gran poder le pedirá con fervor,

lo que nunca pagaré lo que a mí me concedió.

A su capilla llegué no es mentira lo que digo,

de rodillas me hinqué y lloraba como un niño.

Yo le dije padre mío de nosotros ten piedad,

tengo mi sobrina enferma y de mucha gravedad.

Haz un milagro por ella por las ánimas benditas,

y por dos niñas que tienen que las dos son chiquititas.

Yo me levanté y me fui pero en su rostro veía,

que quería decir que ella buena se pondría.

Como un pájaro sin rumbo a la clínica llegué,

al verla asombro  me causó de cómo me la encontré.

Abrió los ojos y miró y nos dijo estas palabras:

andar y llevar dos velas a la Virgen de la Esperanza.

La providencia de Dios esa no puede faltar,

al oír estas palabras nos echamos a llorar.

El Señor del Gran Poder le concedió el milagro,

 pero para ponerse buena algunos meses pasaron.

Ella en casa se ve haciendo sus quehaceres,

dándole gracias a todos ya que otra cosa no puede.

La primera vez que tuve noción de esta poesía y del talento de mi tío, fue en las Navidades del 63 en casa de mi abuela. Mi tío llegó con una caja de polvorones y en ella venia un almanaque de la Esperanza Macarena, los dos emocionados mirándola, se la recitaron al unísono delante de mí, estábamos en el zaguán sentados tomando el solito que entraba por la puerta, yo me quedé estática contemplándolos, las lágrimas salían solas sin mi permiso, me di cuenta que yo era una de esas niñas y del drama que toda mi familia unida había soportado. Cuando me miraron, mi abuela me cogió en sus brazos y los dos me besaban a la vez, percibía tanta emoción, ternura y sensibilidad en ellos, que no me quería mover de su lado. Fue un momento tan bonito que jamás lo olvidaré, no sé explicar por qué, pero sé que ellos dos eran diferentes.

Hasta los cinco años no me admitieron en el Convento después de intentarlo los dos años anteriores. Solo estuve dos años y unos meses, Chari la casetera era la encargada de enseñarnos. De ella guardo gratos recuerdos ya que nos quería mucho a todas, aunque a veces debía hacerse respetar y se le escapaba algún punterazo. Había monjas también cariñosas otras con bastante mala sombra, allí se respiraba más que en ninguna otra parte el tema de la clase social, claro está, yo pertenecía a las gratuitas y por ello no teníamos los mismos privilegios. Aunque sentía coraje, me daba un poco igual porque yo llegaba a casa y era la reina, me sobraba cariño.

Cómo era de poco comer, comía lo que quería, totalmente a capricho. No me faltaba mis botas de invierno hechas a medidas y mis zapatitos de domingo y mis katiuscas, ni mi abriguito, quizás era heredado de mi hermana, pero siempre mi madre se aseguraba que estuviera en buen estado, sino ella misma me hacia otro. Mi capita con capucha para el colegio y mi impermeable amarillo que me duro cada invierno que yo recuerdo allí.

Cuando llegaba la Semana Santa, estrenábamos vestidos cada día, lo del Viernes Santo nos lo hacia nuestra costurera Aurelia que venía a coser a casa y lo demás nos lo apañaba mi madre. Algunas telas eran de prendas usadas y puestas del revés, pero cambiada de hechura y hecha a mi media. En verano lo mismo, mis baberos de diario y mis vestidos de domingo. ¿Se podía pedir y tener más?, pues no, yo era muy feliz y allí habría sido feliz siempre, pero mi padre no lo era, quería más para nosotras, no quería vernos servir y era la única salida que veía y si él tomó esa decisión seguro fue porque era la mejor.

Entre la calle Santa Ana, Carretas y la Cañada estaban todas mis amigas y las de mi hermana. Íbamos en comanditas todas juntas Espíritu Santo arriba hacia el Convento. Nuestro lugar preferido de jugar era en invierno al solito de la Cuesta y en verano a la sombrita de la torre de Santa Ana, siempre soportando por partida doble de mis dos madres, que tuviera cuidado con el resbaladero. Tanto miedo me metían que no me arrimé allí hasta los 14 años que inmortalicé el momento con una foto, literalmente como lo cuento. Los juegos de entonces eran a las casitas y a las tiendas con los cacharritos que nos traían los Reyes Magos. Normalmente sólo nos regalaban juguetes en Reyes, los cumpleaños no se celebraban sólo los Santos, en éstos normalmente nos regalaban las tarjetas típicas de onomástica con dedicatorias más o menos como ésta: Cómo eres tan chiquitita y tus ojitos valen tanto, por eso te felicito en el día de tu santo, o un pañolito o cosa así. Se ponían en la mesa camilla unos dulces y una botella de aguardiente y cuando entraban las vecinas a felicitarnos se las obsequiaba con ello. Pudiera ser que  algún juguete más nos cayera en la Feria, un bolsito y cosas por el estilo. A mi tío Rafael Muñoz  un año le tocó en la tómbola una muñeca andadora preciosa, que se la regaló a mi hermana que era su ahijada, pero a la que le gustaban las muñecas era a mí. Sólo disfrutaba de ella cuando blanqueaban, el resto del año estaba de adorno en la cómoda de mi madre, qué cosas… suerte que al menos se blanqueaba dos veces al año.

Hablando de blanquear, en una de estas faenas llegó a la calle Santa Ana un coche que a mi hermana le encantó. El conductor del coche en cuestión preguntó por El Coso y mi pobre tía Carmen para que la niña disfrutara de un paseo en coche la subió para que ella los llevara hasta allí. Los primeros momentos todos contentos, lo peor, cuando pasaba el tiempo y mi hermana no llegaba todos nerviosos, mi madre y mi tía al borde del colapso y media calle Santa Ana salió a buscarla. La trajo de vuelta nuestro ángel de la guarda de toda la vida, nuestro querido amigo Manuel Montenegro. Venia todo contento con ella y con unos de sus pajarracos prendido de una pata a una cuerda, toda una estampa. Con Manolo y la recua de sus hermanos mi madre y Anita la suya, nos llevaban a lo que acontecía, cuando llegaron los helicópteros a El Coso, cuando inauguraron el repetidor, siempre juntas a lavar al Piojito y nosotros jugando incansablemente,  eran nuestras jiras particulares.

Terminaba el verano de 1964 y mi abuela Beatriz falleció. Empecé a percibir que mi vida iba a tomar otro rumbo, ya que muchas veces oía hablar a mi padre de emigrar y la contestación de mi madre siempre era la misma, que mientras su madre viviera ella no se movía del pueblo. El panorama era dantesco ¿dónde íbamos con tres abuelos? En cuanto eso pasó, mi padre se vino a Madrid. Esas Navidades la pasamos sin él, fueron tristísimas.

 En marzo del 65 nos mandó a llamar (palabras textuales de mi madre) nos llevamos a mi abuelo y con todo dolor, mi tío Rafael se quedó allí solito. Mi abuelo en Madrid en principio se quedó con mi tío, que ya había prosperado un poco y tenían una casita sólo para ellos, nosotros llegamos a una habitación con derecho a cocina, hasta que conseguimos otra casita al lado de ellos y allí murió mi abuelo Frasco.

Los últimos días vividos en mi pueblo los recuerdo perfectamente y aún más mis sentimientos, que eran una mezcla de alegría con tristeza y novelería. Triste, porque me daba perfecta cuenta de que mi gran familia se quedaba allí,  percibía que iba a un mundo que se me hacia inmenso y desconocido y eso que aún no sabía la hostilidad que nos íbamos a encontrar, pero bueno… eso ya pertenece a otra historia. Alegría porque yo quería estar con mi padre donde quiera que él estuviese, novelería porque mis amigas y compañeras me miraban de distinta manera como si yo fuera la protagonista de algo importante. En esos días recorría cada rincón de mi casa y la de mis abuelos despidiéndome calladamente de cada uno de ellos, me parecía que jamás volvería a verlos y en el caso de mis abuelos así fue, pero creo que nadie se enteraba, había que preparar lo poco que podíamos llevarnos. Un detalle que recuerdo es que el tren salía a las cinco de la tarde y antes salí al callejón del Pilarito a coger florecitas amarillas, las puse en un vaso con agua y las dejé encima del cajón como le llamábamos a la mesa de la cocina, para que me recordaran al verla. No sé si yo era consciente de que las flores se marchitarían mucho antes de volver, pues no lo hice hasta el verano del 66. Pienso que nadie podía ni imaginarse que una niña de siete años iba a darse cuenta de lo que pasaba y de que sentía tantas emociones.

La despedida en la estación fue muy emotiva y con mucho jaleo, hasta el despertador se puso a sonar a las cinco en punto, se ve que sin querer se le dio al pulsador y sonó a la hora en la que mi padre se levantaba cada día para ir al campo. Mi tía Carmen y mi prima Fefi nos acompañaron hasta Fuente del Arco y mi tío Rafael hasta Mérida, para ayudarnos a hacer el trasbordo allí. Montamos en el otro tren, mi madre, mi abuelo, mi hermana y yo, ya solos rumbo a Madrid Atocha, donde nos esperaban mi padre y tíos. Fue genial ver a mis padres abrazados.

Ésta es a grandes rasgos mi pequeña historia de los primeros años en el pueblo que me vio nacer.

                                                           Antonia Muñoz Espínola

Antonia Muñoz, es hija de la prima de mi madre, Rafalita. Ahora en el recuerdo creo que junto a sus hermanos Andrés y Juan, fueron los primos con los que más relación tuvo, por lo menos, hasta que se marcharon a Madrid y Barcelona respectivamente. De hecho, cuando yo también me tuve que marchar y elegí Barcelona, fue en la primera casa que viví, con Juan y Pilar. Antonia nos ha contado sus vivencias en el barrio de Santa Ana, con el que yo tuve mucha relación, precisamente por el cariño que se tenían nuestras madres. Gracias.

Un nuevo proyecto de construcción que no se realiza. En la reunión del 17 de enero de 1957, a la vista del escrito recibido del Instituto Nacional de la Vivienda, sobre la caducidad de plazo para presentar los promotores del Plan 1956 la documentación antes del 15 de enero. Se confirma y ratifica la resolución Plenaria de fecha 15 de noviembre de 1956, en la que se acordó desistir de la construcción de 29 viviendas de renta limitada, concedida el 31 octubre del mismo año.

Se aprueba la provisión de dos plazas de Vigilantes de Arbitrios.

El Perito Aparejador Adolfo Fernández García, envía informe en el que aconseja poner tiras de bordillos en las obras de pavimentación que se están realizando en las calles General Franco y Nuestra Señora de Guaditoca, que separen los adoquines del acerado.

El 5 de abril, apareció una nota de la Jefatura Agronómica de Sevilla, que decía: Habiéndose comprobado ya en la provincia, en los términos de Guadalcanal y Los Palacios, la presencia de algunos focos de langosta, y siendo este año, debido a sus características, favorable al desarrollo de dicha plaga, se recuerda a los propietarios, colonos y usuarios de fincas rústicas, así como a la Guardería Rural y Guardia Civil, autoridades locales, alcaldes y Jefes de Hermandades, la obligación que tienen, con arreglo a la legislación vigente, de denunciar urgentemente a esta Jefatura Agronómica la presencia comprobada de dicha plaga. La falta de colaboración será sancionada en armonía con las disposiciones vigentes.

Muchas veces nos hemos preguntado desde qué fecha dejó de salir la Verónica. Gracias al acta de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús del 22 de Abril de 1957 sabemos que ese día se sometió a votación el continuar o no, con el acto de la Verónica, …que en la Plaza y con letra antiquísima relataba algunos momentos de la pasión del Señor… y cuya votación resultó igualada, decidiendo el voto del Sr. Cura Ecónomo de esta villa Félix Hidalgo Domínguez, el no seguir con la tradición antes dicha.

También este año la Guardia Civil escoltó a caballo el paso del Santo Entierro.

Con fecha 22 de mayo, el Director Provincial de la obra sindical 18 de julio envía escrito en el que denuncia el concierto que tiene establecido con el Ayuntamiento para asistencia médica y farmacéutica, por el elevado consumo de medicamentos. Proponen nuevo convenio manteniendo la misma cuota de 100 pesetas por familia y mes, pero siendo el 50% de los medicamentos a cargo del titular. El Consistorio aprueba esta nueva propuesta.

Se comunica la marcha del actual secretario del Ayuntamiento, Ambrosio Yarza Badiola, por haber sido nombrado secretario de Alnalcázar, quedando nombrado secretario accidental, Rafael Ibáñez Rincón.

También se da lectura a escrito del Gobernador Civil, por el que autoriza el cambio de nombre de la calle Guaditoca, por el de Ntra. Sra. de Guaditoca.

También se dio cuenta del proyecto de pavimentación y alcantarillado de la Plaza de España y las calles Queipo de Llano, Sevilla y Tres Picos, por un total de 561.579 pesetas

El 8 de junio de 1957, apareció esta noticias en el periódico ABC de Sevilla: El próximo día 27 del corriente mes de Junio, a las 12 de su mañana, en el Salón de Actos del Ayuntamiento de la Villa de Guadalcanal, se procederá a la venta en pública subasta notarial de las siguientes fincas propias de la Fundación instituida por don José Torrico y López Calero, denominada “Banco Agrícola de Guadalcanal”, a cargo de la Junta Provincial de Beneficencia de Sevilla. Finca rústica denominada “La Zarza”, en el término de dicha localidad, por el tipo mínimo de 170.220’25 pesetas. Otra denominada “El Cañaveral” o “Solana de Cristo”, por el tipo mínimo de 483’90 pesetas. Otra denominada “San Pedro”, por el tipo mínimo de 25.461 pesetas. Otra denominada “Umbría de la Calera”, por el tipo mínimo de 302.211’50 pesetas; y otra denominada “Valle del Rosal”, por el tipo mínimo 255.562’50 pesetas. Para tomar parte en la subasta deberá depositarse previamente a la misma el 10 % del tipo mínimo de la valoración, en la Notaría de don Pedro Castelló Álvarez, en calle San Sebastián número 32, de la citada localidad de Guadalcanal, o en la Mesa, antes de comenzar la subasta. El pliego de condiciones y demás antecedentes relacionados con ella estará de manifiesto en dicha localidad.- Sevilla, 5 de junio de 1957. El Vicepresidente, Presidente habitual.- El Marqués de Esquivel.

Un nuevo sacerdote se va a incorporar como párroco de la iglesia de Santa María de la Asunción de Guadalcanal.

Manuel Barrera Cobano, tomo posesión como párroco de la iglesia de Santa María. el día 24 de junio de 1957.

A la salida del acto de la toma de posesión y después de la misa, partieron las autoridades a la comida que se celebró a continuación. En la fotografía de izquierda a derecha, el maestro Francisco Ortiz Mantrana; Enrique Gómez-Álvarez Alejandre, entonces Juez de Paz; José Yanes,  Presidente de la Hermandad de Labradores; Manuel Barrera y con el bastón de mando, el alcalde José de la Hera. También se puede ver al párroco cesante D. Félix Hidalgo y a Manuel López

El 4 de julio de 1957, apareció la noticia de nombramiento de los curas propios para sesenta y seis parroquias de la Archidiócesis de Sevilla, entre ellos el de Manuel Barrera Cobano, para la de Santa María y Santa Ana, con San Sebastián (Guadalcanal).

            El Pleno del Ayuntamiento del 1 de agosto, aprueba un Plus de Carestía de la vida de 1.400 pesetas al año para todos los funcionarios del Ayuntamiento, modificando con este incremento los quinquenios y las pagas extras.

Se da cuenta del resultado del concurso para la provisión de dos plazas de Vigilantes de Impuestos, habiendo sido elegidos, Juan Antonio Fernández Rivero y Jesús Gálvez Gálvez. Se aprueba su nombramiento y se le asigna un sueldo anual de 8.000 pesetas, más las pagas extras.

El Alcalde informa del escrito recibido del Jefe Provincial del Movimiento, indicando que en el caso de que estén interesados en la construcción de escuelas, el Ayuntamiento sólo tendría que aportar el solar y 15.000 pesetas por aula construida. Se acuerda solicitar a la Junta Provincial de Construcciones Escolares, la edificación de cuatro aulas, aprobando la cesión de terrenos en la Avda. de Portugal.

El Gobernador Civil con escrito recibido el 27 de septiembre, comunica la subvención para construir dos aulas, instando al envío del acuerdo de la Corporación de cesión de los terrenos.

Sesión extraordinaria el 23 de octubre, que fue presidida por Ramón Escofet Ruiz, delegado del Gobernador Civil. Se inicia la sesión informando del cese por petición de retiro, del alcalde José de la Hera Moreno, nombrando nuevo alcalde a Antonio Rivero Yanes, que tomó posesión del cargo.

Quedando constituida la Corporación de la siguiente forma:

AlcaldeAntonio Rivero Yanes
ConcejalAntonio Limones de la Hera
ConcejalJosé Yanes Criado
ConcejalRafael Rivero Rivero
ConcejalManuel Alonso Silva
ConcejalJosé Mª Álvarez Medina
ConcejalJesús Guerrero Romero
ConcejalJosé Blandez Chavez
ConcejalManuel Rivero Sanz

El 5 de noviembre, apareció la siguiente noticia relacionada con Guadalcanal: En las fincas acotadas “Casa del Monte” y otras del término de Guadalcanal, propias de los señores Cerrato López, y organizada por don Juan Rivero Cerrato, se llevó a cabo una cacería al “salto”, en la que intervinieron escopetas de dicho término y de Valverde de Llerena, cobrándose ciento ocho liebres y ciento doce perdices.

 De acuerdo con la normativa vigente, el 8 de noviembre se informa de las vacantes para las próximas elecciones, de los siguientes concejales: Manuel Rivero Sanz y Jesús Guerrero Romero, por terminación mandato por haber sido elegido en 1951. Rafael Rivero Rivero, Manuel Alonso Silva, José Mª Álvarez Medina, José Blandez Chaves, por haber cesado el 19 octubre 1957 por Resolución del Gobierno Civil.

Último Pleno Extraordinario el 21 de diciembre de 1957, donde queda aprobado el Proyecto de Presupuesto para el año 1958, que asciende a un total de 1.403.630 pesetas.

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