Iglesia de San Vicente

En la Plaza de España, se encuentra la antigua capilla de San Vicente, que es un sobrio y sencillo edificio barroco, compuesto por una sola nave con planta de cruz latina cubierta por bóveda de cañón y lunetos y media naranja sobre el crucero, la cual se trasdosa al exterior por medio de tambor poligonal cubierto con linterna ciega, siguiendo un modelo muy difundido en la época por Extremadura. Al interior se accede por medio de simples portadas adinteladas, apilastradas y rematadas por frontones, destacando en la fachada de los pies una sencilla espadaña de vano único.

Fachada a la calle Juan Campos

Al Venerable Simón el Ermitaño, que vivía retirado en la ermita de San Benito, muerto en 1711, se le debe la edificación de esta capilla dedicada a San Vicente Ferrer, ya que consiguió enfervorizar a los confrades y devotos de la Hermandad del Rosario de la Aurora, mediante la salida procesional por las calles de la localidad al amanecer rezando el rosario.

Interior de la iglesia

Los hermanos de esta cofradía, para tener un templo propio donde celebrar sus cultos, poco después de la muerte del ermitaño, se comenzó a labrar el templo, que vino a finalizarse en 1739. Ya a fines de siglo, el 1 de enero de 1792, la cofradía aprobó nuevas Reglas.

El retablo mayor era de madera tallada, presidido por la Virgen del Rosario, acompañada a los lados por Santo Domingo de Guzmán y San Vicente Ferrer, imágenes todas de talla. En sendos retablos laterales se veneraban un Crucificado y San Antonio, respectivamente.

Cúpula de la iglesia

Ya en la nave, dentro de hornacinas formadas en los muros, las esculturas de San José, procedente del antiguo convento de Santa Clara (interesante obra atribuida a Juan de Mesa) y San Diego de Alcalá. Sobre las pilastras del presbiterio se situaban dos pinturas procedentes del convento de San Francisco.

La iglesia se cerró al culto el año 1917, y desde esa fecha ha tenido diferentes usos, por ejemplo: carpintería, emisora de radio, almacén de pasos de Semana Santa, pastelería, local de conferencias, bar; siendo vendida finalmente por el Arzobispado de Sevilla, al vecino Antonio Osorio Calderón, donde en la actualidad funciona una cafetería con el mismo nombre, administrada por sus hijos.