Ermita de San Benito

El edificio de este cenobio, es una construcción mudéjar, de la primera mitad del siglo XV. Se compone de una nave cubierta por bóveda de cañón y lunetos, casquete esférico en el antepresbiterio y cúpula en el camarín. En el muro del evangelio existe una portada con arco apuntado y en el de la epístola, una puerta mudéjar de época tardía, siendo el suelo de ladrillo.

En uno de los arcos estaba consignado el sistema de medidas por el que habían de regirse los vecinos de esta villa en la compra-venta de las fincas rústicas.

Interior de la ermita

El interior del templo, presidía el presbiterio un altar en el que se veneraba una escultura de Cristo Crucificado y la imagen del titular San Benito portando una cruz de madera, completándose el ornato con una pintura sobre tabla que representaba a la Virgen.

Otros altares eran el de Nuestra Señora, con imagen de la Virgen con el Niño albergada en una hornacina de madera, y el de Santa Lucía, en el que se daba culto a la imagen de esta santa y la de San Blas. Y otras dos efigies de las que no se indica su advocación (posiblemente Santa Justa y Rufina

Ermita antes de la restauración

Por los informes que realizaban los visitadores de la Orden de Santiago, sabemo que el primer mayordomo de esta ermita del que se tiene noticia es Alonso García Carranco en 1494, quien expuso que en aquel año los ingresos de la ermita de San Benito habían ascendido a 578 maravedís, gastando en contrapartida 678 maravedís en materiales de construcción, por lo que resultaba un déficit de 100 maravedís. En la misma visita dicen: “a la entrada de la ermita estaba un portal bien hecho de ladrillo con sus arcos“

La ermita contaba con otras dependencias secundarias de servicio, como un aposento junto al portal de los pies “para los que vienen a la ermita a velar y a sus devociones “

En la Visita de 1575 los visitadores dejaron ordenado que cesasen “las juntas en las iglesias y ermitas, por el vulgo llamada veladas, por los grandes inconvenientes que de esto han sucedido“. Tales inconvenientes eran desde luego la relajación de la moral y la perversión de costumbres, que acababan convirtiendo las devociones en “chocarrerías grandes y deshonestidades feas“. Por ello conminaron al mayordomo Pedro de Ortega a que cerrase la ermita a la puesta del sol y no la abriese hasta el día siguiente ya amanecido.

Coro de la ermita

En 1575 existía una Cofradía de San Benito, de la que era mayordomo el mismo que lo era de la ermita.

En el siglo XVIII el ermitaño Manuel de Acuña, conocido como el anacoreta Manuel de la Cruz, en torno a 1712 fundó una cofradía para individuos de ambos sexos, con el título de Nuestra Señora de la Consolación y San Benito, siendo confirmada su erección canónica en virtud de un breve dado en Roma el 5 de marzo de 1722 por el Papa Inocencio XIII.

A fines del siglo XVIII la ermita de San Benito sigue formando parte del ciclo festivo de la religiosidad popular, como lo apunta el informe del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791. En este documento se señala que los fieles concurrían a San Benito el domingo infraoctavo a la festividad de la Natividad de la Virgen, estando la atención del templo a cargo de un ermitaño, aunque la renta de la ermita era muy modesta, de tan solo cien reales

capitel fachada ermita

Un nuevo intento de revitalización de la ermita de San Benito se produjo el 24 de marzo de 1886, ya que se fundó en ella la cofradía de la Divina Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, a la que se hallaba vinculada la imagen del Cristo de la Humildad (Señor sentado en la Peña), hoy venerada por la Hermandad del Costalero en la parroquia de Santa María de la Asunción y la Virgen de los Dolores, imagen vinculada actualmente a la Hermandad del Cristo de las Aguas.

Cristo de la Humildad en su romería a San Benito

Ambas imágenes permanecían en la ermita y el Domingo de Ramos se llevaban a la iglesia de Santa María o a la de la Concepción y regresaban el Domingo de Resurrección, después de haber realizado su estación de penitencia en la Semana Santa. Esta romería se vino celebrando hasta el año 1930.

Virgen de los Dolores en romería a la ermita de San Benito

En 1924 había cuatro altares. En el mayor se veneraba las imágenes de la Asunción, Santa Eusebia y Santa Macrina. Los tres restantes eran los de San Pedro, Cristo de la Humildad y Paciencia y Virgen de los Dolores (acompañados por las efigies de Santa Justa y Rufina) y el de San Antonio Abad, en el que se veneraba también una pequeña imagen de la Virgen del Rosario

Romería del Cristo de la Humildad a la ermita de San Benito

El 28 de marzo de 1965, domingo de Ramos, se reanudó la romería de San Benito, recogiendo las imágenes del Cristo de la Humildad y la Virgen de los Dolores, ese día y haciendo otra romería el domingo de Resurrección, para dejarlos de nuevo en la ermita, después de procesionar en Semana Santa. También se hicieron las romerías los años 1966 y 1967.

Pila bautismal de la antigua iglesia de San Sebastian, depositada en esta ermita

En esta ermita se encuentra una pila de bautismo que estaba en la iglesia de la Concepción y que perteneció a la de San Sebastián. Está cedida por el Arzobispado de Sevilla a D. Antonio Fontán Pérez.

El 11 de abril de 1977, pasó manos privada, al ser vendida por el Arzobispado de Sevilla a Antonio Fontán Pérez, posterior nombrado, Marqués de Guadalcanal.