Sábado Santo, seis de la tarde

Cruz de guía por la calle Juan Carlos I

Ignacio Gómez Galván

Semana Santa año 2008

Las predicciones meteorológicas han dado un 65% de posibilidades de lluvia.


En el interior de la iglesia es un rebullir de nazarenos, costaleros, acólitos y resto de personas que están intentando ayudar hasta el último momento.
La Junta de la Cofradía está en Cabildo, para decidir su salida o suspensión. Mágicas palabras que decidirán, si este sábado será alegre para todos los que componemos esta Hermandad o sentiremos la tristeza de no haber podido procesionar a nuestras imágenes del Santísimo Cristo de las Aguas y la Virgen de los Dolores.


Los pequeños nazarenos, preguntan sin cesar a sus padres o a sus abuelos: ¿cuándo salimos?, ¿por qué no salimos ya?, impacientes como hace muchos años estuvimos todos los que ahora somos más mayores.
Vuelven los componentes del Cabildo y automáticamente se hace un silencio. Habla su hermano mayor y con voz pausada, no exenta de nerviosismo, nos dice: ¡Vamos a salir!

El murmullo surge de todas las gargantas al unísono y el ajetreo se reanuda. Los costaleros ocupan sus lugares en el paso del Cristo y la Cruz de Guía se pone ante la puerta.

Todos los años, mi familia y yo vamos junto a la Cruz de Guía. Este año, mi esposa y mi hermano han tenido la suerte de acompañar con los faroles a este nazareno descalzo que, desde hace varios años, es el portador de esta enseña. Un año muy especial para este serio nazareno, que durante toda la procesión se muestra impávido y en silencio.

Ya estamos en la calle. Nubes y claros nos reciben. Nazarenos con túnica blanca y muchos de ellos con capa roja, han comenzado a salir de esta iglesia de Santa María de la Asunción, ubicada en la Plaza de España, de esta villa de Guadalcanal.

La imponente figura de Cristo, ha ido surgiendo del interior del paso, ya que el tamaño de la puerta de salida no permite hacerlo de otra manera.

El capataz va dirigiendo todas las maniobras con voz segura y de pronto se oye: ¡a ésta es! y el paso se eleva poco a poco y surgen los sonidos de la Banda de Cornetas y Tambores Cristo del Amor, que inician la primera marcha de esta estación de penitencia.

Por precaución, se han dejado fuera del recorrido las calles López de Ayala y Milagros. Discurrimos por Muñoz Torrado. Todo es silencio. Los que han asistido a la salida, se encuentran esperando que la Virgen de los Dolores aparezca en la puerta del templo.


Los nazarenos que acompañamos a la Cruz de Guía, volvemos la vista atrás y vislumbramos al Cristo de las Aguas, pero nos resulta imposible ver a la Virgen de los Dolores. Este es el verdadero sacrificio de ir vestido de nazareno, no poder disfrutar de ver pasar a esta Rosa de la Concepción.

Pero la memoria también se forma con retazos de lo que te cuentan. Así mi hija que ha procesionado junto al palio de la Virgen, me va contando mientras esperamos a que finalice su entrada en el templo, la forma maravillosa que esta cuadrilla de costaleros la ha paseado por Guadalcanal, como sin darse cuenta la subían o la bajaban, corrían o la mecían, todos a una, a la voz de ese capataz que también la sabe llevar.
Hemos subido Juan Carlos I. Nos cuesta trabajo avanzar ante las numerosas personas que se están situando en los aledaños de una zona, que cada año se está haciendo lugar de concentración.

La Cruz de Guía entra en la calle Andrés Mirón. Atrás dejamos a esa multitud a la espera de la Virgen de los Dolores. Desde nuestro lugar, no vemos que ocurre, pero grandes aplausos llegan hasta nosotros. Más tarde en la iglesia, mi hija me dirá que fue el momento más emocionante de la procesión, la caída, primero de pétalos blanco y rojo, para finalizar con otros de color lila.
Para mí hubo otro momento tan emocionante como el que pudo sentir mi hija, que fue en un tramo de la calle Antonio Machado, ver discurrir el paso del Cristo sin música y en total silencio, hasta que rebasó el que fue domicilio de Plácido Cote, recientemente fallecido. De la misma forma pasaría la Virgen de los Dolores.

Iglesia de la Concepción. Parada obligatoria de estas imágenes, para de nuevo mirar el templo –lo que queda de él- donde radicó por muchos años esta Cofradía.

La calle San Sebastián nos va acercando al final de esta procesión. Niños nazarenos han conseguido que la bola de cera haya ido aumentando, en la misma proporción que las velas se han ido consumiendo. Una niña nazarena en un carrito, hace esfuerzos por mantenerse despierta. El nazareno que porta la Cruz de Guía, sigue silencioso y serio.

En la Plaza de España nos reciben numeroso público que se han reunido para presenciar este último tramo.

La Cruz de Guía ya ha traspasado la puerta de la iglesia parroquial. Los faroles y las velas se van apagando y poco a poco vamos viendo las caras sonrientes de todos esos nazarenos, que hasta ese momento han permanecido como anónimos acompañantes y que ahora se felicitan unos a otros por haber podido completar un año más esta estación de penitencia.
Ahora sólo me queda salir a la puerta y ver el impresionante marco de la Plaza de España repleta de personas, que están admirando a ese paso de la Virgen de los Dolores, discurrir entre ellos, como en volanda, a hombros de esa magnífica cuadrilla de costaleros y con el sonido depurado de la Banda de Música Ntra. Sra. de Guaditoca…

Es impresionante, como discurre cada año éste último tramo de la procesión, en este Sábado Santo que poco a poco, ha conseguido ganar un día más para esta grandiosa Semana Santa de Guadalcanal.

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