Guadalcanal y el ganado merino

Cayetano Yanes Durán. Profesor Universidad de Sevilla

A la memoria de Pepe, amistosamente “el barba”, como representante más cercano del trashumante, típico soriano ganadero de ovejas, a quién los desatinos de “la lengua azul” se lo llevó y al que acompañé en el camino de la trashumancia parte de una jornada hasta llevar el ganado a la estación de Ferrocarril de Guadalcanal. Recuerdo lo que para mi era una balumba de ovejas, que gracias sólo a los perros pastores se podía gobernar. Con todo, en ese trayecto que recorrimos juntos se quedaron atrás algunas ovejas a las cuales no te podías dedicar ¡más tarde se recogerían

  1. La Mesta, la lana y las merinas

En otro escrito anterior, que consistía en un relato sobre el inicio del uso del vapor en las minas de plata de Guadalcanal, también se hablaba del entorno y la confluencia de caminos de herraduras y cañadas en la comarca y alrededores de la mina. Otro de los aspectos que quisiera tratar, motivo de estas letras, es la tradición que la referida comarca ha tenido en la explotación del ganado merino. Ahora, en tres breves capítulos hablaremos, sin grandes ambiciones historiográficas o literarias, de un tema económico relacionado con el ganado lanar, junto a otros aspectos de historia económica.

Después de la reconquista, la comarca sur de Extremadura y norte de Andalucía tuvo la particularidad de ser tierra de lindes, donde confluían intereses de distintas organizaciones de poder de la época, como son los obispados de Córdoba, de Sevilla, la Orden de Santiago. La presencia de la feria de Guaditoca, y otras coincidencias nos lleva a relacionar estas vías pecuarias, hoy prácticamente perdidas, con la influencia histórica y económica de una forma de explotación agraria propia de la época, la de las ovejas merinas y paralelamente la presencia e influencia de una importante organización como fue la Mesta, exactamente denominada Honrado Consejo de la Mesta, que tuvo su nacimiento en la época de Alfonso X el sabio, prolongándose su existencia hasta los decretos de Campomanes en 1789 y su definitiva desaparición por el año de 1832.

Para una introducción en el tema, veamos los orígenes de la raza merina, base de la producción lanar para la organización de la Mesta, de gran importancia en la economía del Reino de Castilla. Asimismo, de las vías pecuarias y, qué duda cabe, de la relación de ambas con la comarca que nos empeña y concretamente en el sitio donde se celebraba la feria en la denominada “vega de Guaditoca”, de enorme influencia en la economía de Guadalcanal, como se indica ampliamente en la obra “Historia de Guadalcanal” de Andrés Mirón, llegando hasta el siglo XIX en la que fue fruto de la desamortización y otros avatares.

Como opina Julius Klein, profesor en Harvard y estudioso de la Mesta, que durante los años 1912-1914 fue becado para realizar estudios en España y en otros países europeos. El tema de la Mesta, al parecer, le fue sugerido por historiadores españoles, estudiando para ello los archivos, entre otros, de la Asociación de Ganaderos del Reino. Un tema apenas tratado en el libro de Klein es cuál es el verdadero origen de la creación de la Mesta. Fruto de su trabajo de investigación fue el interesante libro La Mesta, Estudio de la Historia Económica de España1273-1838 (Alianza Editorial SA, Madrid 1990), Klein indica que la raza merina en España proviene, en la opinión más aceptable y extendida, de origen africano. Los Beni-Merines, tribu del norte de África, que se trasladaron a la península acompañando a los bereberes, como una tribu más del grupo, en el período Almohade (1146) (Pág. 19 del libro citado), las trajeron a la península, dando origen a su nombre. Antes, afirma el autor, dicha raza era desconocida en España, donde esencialmente existía la raza “churra” (dedicada esencialmente para carne). Este hecho está suficientemente argumentado por diferentes autores, por lo que no hay otras posibilidades de elección sobre su origen. Otro hecho que indica que el origen de la generalización de la raza ovina es de origen norteafricano es que muchas palabras unidas a la explotación de este ganado tiene ese origen: zagal, rabadán, rafala, morueco, cabaña, mechta (mesta), etc. Curiosamente la palabra merina, relacionada con el ganado ovino, con la lana y su comercio, no aparece en Castilla hasta mediados del siglo XV. Las citas más remotas son de 1442 (reinado de Juan II), de 1457 (reinado de Enrique IV).

Para enfocar el tema desde la óptica de la feria que se celebraba en la “Vega de Guaditoca”, resaltaremos ciertos hechos: la aparición de la Virgen de Guaditoca le aconteció a un pastor, en una calzada ganadera y en fecha de máximo auge de la Mesta, luego, por tanto, es fácil encontrar una correlación entre todo esto. Como complemento, hemos de decir que las mayores cabañas de ganado trashumante eran propiedad de la nobleza y de la Iglesia, ejemplo, el “monasterio de Guadalupe” disponía de 10.000 cabezas en 1592 y de 20.000 en 1680. Durante las circunstancias adversas de la hambruna del XVI-XVII la mayor parte de los pequeños ganaderos desaparecen, siendo los grandes ganaderos los que sobreviven, acentuándose la concentración de ganado en grandes propietarios. El número de cabezas controladas por la Mesta tuvo su número más alto a la mitad del siglo XVI y del XVIII.

Asimismo, el origen de las calzadas castellanas que dieron paso al nacimiento de las cañadas usadas en el traslado del ganado trashumante, da lugar a otra controversia. En principio estas calzadas, existentes en todas las regiones de España tienen, según algunos autores, un origen anterior a la invasión romana, siendo aprovechadas por los romanos como origen de la organización de las mismas y de sus comunicaciones; respecto a su uso para tránsito de ganado, se citan en el Fuero Juzgo, código visigodo, donde se legisla sobre ciertas calzadas destinadas al tránsito del ganado trashumante.

Posteriormente, en la edad media, establecida la situación económica de este tipo de ganadería, de notable interés para la economía de la época, que aprovechaba zonas cuya producción o recursos naturales variaban de forma muy diferente según la época del año y las condiciones meteorológicas, emigrando desde las sierras hasta las zonas más al sur denominadas extremos, como se llamaban a las dehesas y valles del mediodía, que constituían los invernaderos. Al mismo tiempo se aprovechaba una franja de terrenos entre los reinos cristianos y musulmanes, de unos 100 km, peligrosa para la utilización de cultivos, con ganados que eran móviles ante situaciones de peligro. En otras zonas rivereñas y para evitar los conflictos entre los ganaderos y las tierras cultivadas además de las lindes de las calzadas, (conflictos que existen hoy día) se fueron elaborando unas leyes que fueron el origen de la Mesta, como se llamaba a la organización que controlaba el importante sector económico ganadero-textil derivado de la explotación del ganado ovino. De esta manera se legislaron anchuras de las cañadas, cordeles, asentamientos, descansos, abrevaderos y otros pormenores de tan importante comunicación pecuaria que significaba la trashumancia.

Tres eran las principales cañadas que en la península se dirigían al sur: la del Oeste o Leonesa, la del Centro o Segoviana, y la del Este o Manchega. De alguna manera cada una de ellas se había vinculado con alguna orden religiosa. La de Alcántara se limitaba a las tierras del noroeste de Cáceres en los alrededores del Tajo, distribuida desde la zona de Alburquerque (Badajoz) hasta la zona de Coria y Plasencia, y cuya capital era Alcántara; por otro lado, disponían de invernaderos también en la comarca de la Serena Extremeña, cuyo centro era Villanueva de la Serena. La Orden de Santiago disponía de invernaderos en una región que comprendía entre las dos comarcas controladas por la orden de Alcántara y dirigiéndose al sur más próximas a Sierra Morena, la linde sur comprendía por el este desde Cantillana a Hornachuelos, al oeste sierra de Aracena y lindantes con Portugal, el Este Hornachuelos-Azuaga-la Serena y al Norte Mérida incluida. La Orden de Calatrava, más lejana en nuestro estudio, controlaba Castilla la Mancha y bajaba al sur desde Cuenca (sierra de Albarracín) por el camino de la Mancha hasta la campiña al este de Córdoba y con otro ramal hasta Murcia.

Siendo el de mayor importancia para nosotros el territorio controlado por los santiaguistas, nos limitaremos a él. Previamente, como dato curioso, haremos un inciso e indicaremos que ya en la edad media se diferenció en gran manera el consumo de carnes, de forma que en el norte se consumía más carne de cordero y en el sur más de cerdo. Ello derivaba de que el consumo de carne de cerdo alejaba la sospecha de judaísmo por un lado y de islamismo por otro, con lo cual, se alejaban las sospechas que la Inquisición podría tener sobre la religión profesada por las familias, si eran moriscos, judíos o si eran conversos, o no, en ambos casos. Esta simple orientación en las costumbres de consumo culinario, de origen religioso, ha llegado hasta nuestros días. Nos podríamos preguntar ¿por qué se consume en la actualidad más carne de ovino en el norte que en el sur, cuando éste último estuvo más tiempo bajo la ideología islámica y una mayor cabaña ovina? En lo anterior tenemos la respuesta, que extenderemos a continuación.

Los análisis de varios autores (Sánchez Albornoz) concluyen que la diferenciación del consumo de carnes tuvo su origen en orientaciones religiosas, siempre influyentes en la historia de España, de alguna u otra forma y sobre todo en la reconquista y siglos posteriores, el tema de la pureza de sangre fue una cuestión ampliamente controlada por la Inquisición. En el sur de España, donde los problemas planteados por los levantamientos de los moriscos y las sospechas sobre la población tenían mayor relevancia. La Inquisición efectuaba en el sur un mayor control que en el resto de la península, consecuentemente, el consumo de carne se instituyó como un primer control sobre la sospecha de tendencias religiosas, por tanto, la costumbre durante siglos orientó a la población hacia un tipo de consumo cárnico, al cerdo, más que al ovino.

En estrecha relación con la fecha de la feria de Guaditoca relataremos una resumida cronología del movimiento del ganado ovino. Los distintos autores nos relatan que la subida (retorno) al norte de los rebaños que bajaron para pasar el invierno hacia los Extremos, se hacía a partir de abril y esencialmente durante el mes de mayo, primero los moruecos, seguido de las hembras de parir y por último los corderos. Como decimos, antes de la vuelta se concluía el esquileo, con cuadrillas de 120-130 esquiladores que pelaban al día un millar de cabezas, fomentando paralelamente en algunos pueblos el oficio del herrero artesano que preparaba las tijeras (entre otros utensilios), caso de Guadalcanal, donde probablemente, debido a ello, se les conocía como fuelladotes (que derivó con el tiempo en folladores), denominación que deriva de la tarea del movimiento manual del fuelle de las fraguas. La lana bien preciado y principal producto del ganado lanar se vendía en las ferias, transportándose hacia mercados más importantes como el de Segovia, Medina del Campo y posteriormente Burgos, donde existía una especie de aduana de lanas, donde se cobraban los impuestos reales, se controlaba la producción y almacenándose durante los veranos grandes cantidades de lanas que posteriormente saldrían hacia Inglaterra y Flandes vía los puertos de Santander, Bilbao y San Sebastián. Posteriormente, después del descubrimiento de América, sobre el año 1505 se estableció otra aduana en Sevilla, a imitación de la de Burgos, más concretamente en la casa de Contratación de Indias, para la venta de lanas al mercado de Nueva España, por lo que el transporte de estas mercancías, y otras, sufrió un cambio de orientación, donde entran en juego los caminos de la comarca a que nos referimos.

El mercado de lanas sufrió una gran desorganización, respecto a la exportación después de la controvertida expulsión de los judíos, al ser estos los encargados, o personas expertas, de los tramites propios de la exportación. En el reinado de Carlos I, con la conflictiva llegada de expertos genoveses y flamencos, volvió a establecerse la normalidad en la exportación, no sin antes plantearse conflictos de origen económico debido al cambio comercial y que concluyó con un levantamiento popular denominado de los comuneros.

Veamos la importancia de los mercados o ferias. La vida pastoril, como sabemos, tuvo importancia en la literatura de la baja edad media, tanto en novelas como en los romances, en mayor escala en estos últimos por ser más fáciles de recitar en los momentos de descanso. Debido a motivos del movimiento económico en torno a las merinas, la industria y comercio florecieron en lugares donde tenían relevancia las estancias ganaderas, o lugares en los que se concentraban las mayores cabañas trashumantes, o donde se realizaban las transacciones –en las ferias como hemos indicado-. En la zona de influencia santiaguista las ferias más renombradas eran las de Zafra y Guadalcanal, ambas bien comunicadas entre sí por la “cañada de las merinas” que hacia el oeste, a través de las actuales fincas de SantamarinaLa Torrecilla, enlazaba “la Vega” con los términos de Fuente del Arco – aproximadamente en el Pencón, a dos kilómetros de la estación de Fuente del Arco se le cruza otra cañada, que se dirige al sur hacia “sayales” y al norte por las fincas Valjuncoso y Malajuncia, es inundada por el pantano de Llerena, siguiendo hacia Campillo de Llerena y posteriormente a la Serena-, el ramal del sur sigue hacia Llerena, Villagarcía de la Torre, Usagre –en su término se cruza con la Real Leonesa que baja desde Palomas por Hinojosa del Valle- y Zafra; son caminos utilizados en la actualidad para llegar a los agostaderos extremeños, caminos todos bien rectos y llanos y hoy, por desgracia, bastante decaídos e ignorados. Los caminos y cañadas que desde Guaditoca se dirigen al norte (hacia Azuaga) son menos conocidos en la actualidad, debido a los impedimentos existentes hoy en las fincas (prácticamente “cerradas”) de los aledaños para transitar por ellos.

Respecto al último párrafo que habla de las actuales restricciones al paso por los caminos que atraviesan las fincas referidas, me viene al recuerdo la teoría que escuché en una charla del catedrático de Antropología de la Universidad de Sevilla Isidoro Moreno, en la que exponía la teoría, no suya propia, pero establecida y reconocida, por la que se nos consideró al pueblo andaluz y extremeño (y en general al español) como constituyentes de una sociedad denominada por ciertos sectores europeos como El Primitivo Cercano[1] . Más adelante, en un capítulo posterior, me referiré a ella.

Otras conocidas cañadas de la zona de Guadalcanal, además de la citada “de las merinas” que desde Llerena a la vega de Guaditoca y posteriormente por la loma de “zamon” gira hacia el sur, hacia San Miguel de la Breña y más adelante baja por el nacimiento de la rivera Benalija hacia el “donadío” denominándose “cañada de las merinas”, y que comunica Guaditoca con la “senda de los sayales” (a la que nos referiremos a continuación). La conocida por la “senda de los sayales”, tal vez la más importante del término, transcurre de este a oeste por el sur del término de Guadalcanal. Se cruza con la “cañada real leonesa” en el término de Fuente de Cantos, aunque antes se le bifurca un ramal directo hacia dicho pueblo, uniéndose en el mismo casco urbano con la real leonesa, en la que se denomina calle Guadalcanal. Posteriormente dicha senda pasa junto al pueblo de Calzadilla de los Barros, cruzándose en términos de Medina de la Torres (en la finca denominadas “las Cañadas” a la que aludiremos más tarde), con otra que transcurre, paralela por el oeste a la “real leonesa” -desde Palomas, Hinojosa del Valle a Jerez de los Caballeros, cruzando la carretera nacional 432 en el denominado “cruce de Zafra”-, posteriormente, la “senda de los sayales” se dirige a Zafra, junto a los caminos vecinales de Bienvenida a Zafra y de Calzadilla a Zafra, siguiendo hacia Feria, Santa Marta, Badajoz y Portugal.

La “senda de los sayales” es de especial importancia porque da la impresión que comunica el Mediterráneo (desde Almería y Granada) con el Atlántico allá en Portugal, y se acerca desde Córdoba hasta la comarca de la que escribimos. Su nombre deriva de un tipo de vestimenta medieval elaborada con parte de lana de poca calidad, y denominado “sayal”, de ahí viene el nombre utilizado en el refrán “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. Comunicaba de este a oeste la parte sur de la zona santiaguista, más concretamente, en lo que conozco hasta ahora, la campiña cordobesa subiendo desde los puentes sobre el Guadalquivir en Montoro (Córdoba, por él hacia el norte se dirige el camino de Toledo y el puerto del Calatraveño), o el romano de Córdoba, dirigiéndose al noroeste por Peñaflor, Palma del Río, Puebla de los Infantes, Constantina, Cazalla, Guadalcanal, Fuente del Arco, Llerena, Montemolín, Fuente de Cantos (allí cruza con la “leonesa” que bajaba desde León hasta la comarca de Aracena, la leonesa se cruza con la “Ruta de la Plata” –autovía y carretera nacional- junto a dicho pueblo), Calzadilla de los barros (donde se cruza sayales con la “Ruta de la Plata”), Medina de las Torres, Puebla de Sancho Pérez, Zafra siguiendo hasta Portugal. Dicha comunicación es paralela por el sur con la calzada romana que comunicaba Mérida con Cartagena (Cartago), puerto del Mediterráneo.

En las referidas ferias (del comercio lanar y ganadero), se intercambiaban productos del pastoreo con provisiones y productos artesanales de la época y oriundas de la región: el intercambio era a base de, lanas, quesos, aceite, vino, cereales, harinas, pan, tijeras, cencerros, calderería, caballerías, cordales para redes, y en general todos los productos que intervienen en las producciones pecuarias. Hasta hace poco, los restos de esta tradición comercial se conservaban, en alguna medida, en la feria de Zafra, donde se vendían utensilios pastoriles y de cocina rural, hasta la década de los ochenta-noventa. Hoy, en las ferias, todo está desvirtuado por la presencia de la economía global y la entrada de los productos procedentes de China.

Las ferias surgieron para controlar legalmente el comercio de ganados, aprovechándose de inmediato para la venta de mercancías; con dicho comercio se intentaba evitar la venta de ganado robado, ya que estaban más controladas, incluso desde el punto de vista censal y fiscal, de este modo con los controles de la trashumancia se evitaba la exportación no permitida de las merinas a otros países interesados. Las ferias en el siglo XIX cambiaron sus finalidades, y al mismo tiempo, las transacciones comerciales se efectuaban durante todo el año, no necesariamente durante las ferias. Algo parecido ocurre hoy respecto a los motivos de diversión, antes cuando cambiaron las ferias desde un carácter comercial a tener un carácter festivo, era “la fiesta” del año, el gran acontecimiento de diversión, de convivencia, de música, de espectáculos. Hoy día el espectáculo y la diversión transcurren todo el año, no hay que esperar tiempos concretos para ello.

La agonía de la Mesta que fue rápida, entró en crisis por los decretos de Campomanes y Floridablanca en tiempos de laIlustración, a finales del XVIII, en la década de 1775-85, y al poco desapareció en el primer tercio del XIX, lo que supuso un declive de las ferias relacionadas con el intercambio de mercancías derivadas del movimiento de los ganados trashumantes. Pero la crisis era anterior, ya desde los años 30 del siglo XVIII, 1730, que se autorizaron las exportaciones de ganados merinos, a Suecia en 1720 y posteriormente a Francia, concretamente a Rambouillet, a Sajonia en Alemania y a Italia. Ello supuso el fin definitivo de la organización, luego vino el desastre administrativo citado de Campomanes por el cual desaparecen los privilegios. Curiosamente pocos años después y unido a la casi desaparición de la ruta del mercurio, desviada hacia el recién creado camino de Despeñaperros, muere la Feria en Guaditoca para asentarse definitivamente en el pueblo; se había tomado conciencia que la historia había cambiado el curso de los aconteceres, la vida se había vuelto más urbana y consecuentemente, también la feria que nos ocupa. Posteriormente aparece el ferrocarril, cambiándose el orden largamente establecido en los transportes.

Hemos de decir que la crisis de la Mesta lo fue también del Antiguo Régimen. Ya había sucedido la Revolución Francesa, en España la invasión napoleónica –con la llegada del ejército británico, que fue el origen del descubrimiento del “primitivo cercano” y de la facilidad del expolio del patrimonio artístico de España, ya iniciado por los franceses, y no olvidemos otro aspecto de importancia posterior para la comarca, como es, la introducción de la banca Rothschild en España, financiadora de dicha guerra de la Independencia-, y al poco de la misma, después de la gran mengua de las cabañas por la guerra, la desaparición de la Mesta fue la crónica de una muerte anunciada.

Existe la teoría de que la Mesta, además de constituir una organización de tipo que podíamos denominar económica, cubría una función de control político sobre los deseos autonomistas de las distintas regiones de España, significando un control del poder central, con su legislación, su policía, sobre los distintos territorios o reinos que constituían el reino unificado por los “reyes católicos”, lo que trajo consigo una lucha abierta entre las economías locales, los ganaderos locales o estantes y el control de los pastos con los trashumantes, controlados por la Mesta y por el “Alcalde General” que controlaba los asentamientos, suponiendo la existencia de unas “diferencias” adicionales entre agricultores cerealistas o labradores de la tierra y los ganaderos del norte. El siguiente dicho da fe de lo que relatamos: dos santas y un honrado tienen al pueblo agobiado.

Estas luchas tuvieron su mayor enfrentamiento en los levantamientos (locales y espontáneos la mayor parte de las veces) de los comuneros, en este punto, hemos de decir que Guadalcanal luchó a favor de los denominados “comuneros” perdiendo por ello sus murallas que fueron mandadas derribar en tiempos de Carlos I (V). En cierta forma, se trataba de territorio recién conquistado a los reinos islámicos sobre los cuales se erigieron tres poderes para su control: (a) el reparto de tierras a los nobles conquistadores, (b) las órdenes militares y (c) la creación de la Mesta. El conjunto de las tres, desde el punto de vista económico, suponía la existencia de controles foráneos que impedía la tradicional explotación de las tierras como se venía haciendo bajo la dominación islámica en connivencia con el control económico de los judíos. Todo cambió con la reconquista y la expulsión de los judíos y más tarde con la de los moriscos (en número de 360.000 según algunos autores, en el reinado de Felipe III, 9 de abril de 1609, ahora en 2009, cumple el cuarto centenario). Dicha expulsión tuvo relevancia en Extremadura[2] (Hornachos, Rivera del Fresno), de forma que ya en 1609 el extremeño Pedro de Valencia sugirió siete alternativas distintas aparte de la expulsión, reconociendo en los moriscos una plasticidad política y cultural, una capacidad de adaptación, que podía conjugarse con los cristianos en el marco de una España tolerante, que localmente la hubo, aunque no por el poder central.

En el siglo XIX, el antiguo régimen medieval, basado en el poder de los nobles y la iglesia, como estamentos en estrecha connivencia, pasó a ser sustituido por el poder de una clase emergente, la burguesía, comercial, industrial y que accedía con fuerza a la propiedad y a los medios de producción. Había nacido la revolución liberal. En estas circunstancias, surgió la Desamortización (que no es el caso tratarla en profundidad en este momento), la cual no dio los frutos esperados, suponiendo una acumulación de tierras en manos de los que ya las tenían y que eran, según se pensaba, quienes las podían comprar, aunque se dio la paradoja que en la mayor parte de los casos las compraron a crédito, lo que supuso la no consecución de uno de los objetivos buscados como era la obtención de afectivos económicos por parte del Estado. Otros sectores de la burguesía no los pudieron comprar al no tener acceso a los créditos, los cuales eran controlados y concedidos esencialmente con motivos políticos. La citamos porque las tierras públicas de los alrededores de Guaditoca fueron todas desamortizadas (Historia de Guadalcanal de Andrés Mirón).

En la España agraria, que era casi toda, la burguesía emergente compró tierras posteriormente, a lo largo del siglo XIX y parte del siguiente, a los nobles, que se aprovecharon en su día, de la desamortización de las tierras, y que por los demás nunca fueron explotadas bajo las directrices de la denominada revolución agraria del XIX (a la sombra de la revolución industrial, e inexistente en España, respecto a los países anglosajones y Norteamérica). Con este motivo, la no aparición de técnicas modernas de producción agraria y las existentes relaciones de poder dieron lugar al nacimiento del caciquismo y el estancamiento de la situación rural, con las consecuencias conocidas de los acontecimientos del siglo XX. Una postura de cambio supuso la de los Regeneracionistas, con Joaquín costa a su cabeza, en el primer tercio del siglo XX, orientada esencialmente a la modernización de la agricultura y la construcción de embalses para la creación de regadíos. Lo que dio lugar al “Plan Nacional de Obras Hidráulicas” promovido por el socialista Indalecio Prieto (1933), donde se incluían, entre otros, proyectos como el “Plan Badajoz” y otros en el valle del Guadalquivir (Plan de Riegos del Viar).

Siguiendo el hilo de las ferias y movimientos del ganado merino y su producto esencial como fue la lana, y después del seguimiento de la evolución histórica del tema ganadero en relación con la Mesta y sus luchas con los ganaderos estantes y los cada vez mayores espacios destinados a la producción de cereales, resumiremos. A modo de conclusión, puede deducirse que a partir de la fecha citada de 1505, el transporte de lanas al puerto de Sevilla aumentaría el trasiego de mercancías desde la meseta a dicho puerto. Con relación a ello, es fácil también deducir que la importancia de la conocida ruta hacia el norte, denominado por Pascual Madoz en su diccionario, como el “camino de Sevilla a Madrid” (usado por los Reyes Católicos para su traslado desde Sevilla a Madrid para la boda de su hija y posteriormente por Isabel de Portugal para desplazarse a Sevilla para su boda con Carlos I en los Reales Alcázares de Sevilla), y que según dicho autor pasaba por Cazalla y Guadalcanal y posteriormente por Azuaga, hasta Talavera de la Reina en Toledo, dicho camino acrecentaría la presencia de los típicos arrieros de la época, dedicados al transporte de la lana, del mercurio y otras mercancías de retorno del puerto, procedentes de América, hacia la corte y de Castilla hacia Nueva España. Más adelante, conocido el territorio por Felipe IV, primer Borbón, a su paso de Madrid a Sevilla, y viceversa, pasó una larga temporada en Cazalla de la Sierra (desde el 13 de Junio al 20 de Agosto de 1.730) para la “cura de sus depresiones”, dedicándose a su gran afición de la caza por estos territorios, en los que, sin duda, era abundante (igualmente, pero de distinto modo para lo cual han construido un aeropuerto, lo hace su descendiente, el actual Borbón, Juan Carlos I). A los dos siglos pasados, puede decirse que dichos importantes caminos han perdido su trazado, y el interés por ellos, sobre todo y esencialmente, por parte de los lugareños. El más perdido e ignorado de todos ellos, es de Guadalcanal a Azuaga, es probable que por pasar cerca del citado aeropuerto.

En el transcurso del siglo XVI (pero desde luego ya más ampliamente en el siglo XVII), la comentada actividad pastoril, el transporte de la lana, el del mercurio y otras mercancías hacia las Indias, la existencia de las minas, la elaboración de vinos (Cervantes) y otras actividades no citadas, indiscutiblemente, harían de la comarca de Guadalcanal una zona donde se movían mercancías, tecnología de la época y consecuentemente riquezas. Era un pueblo donde confluían mineros[3] centroeuropeos, pastores[4],  mercaderes, técnicos transportistas, descubridores (emigrantes a América), recaudadores de impuestos, etc. En época de Felipe II, las minas de plata de Guadalcanal y las de mercurio de Almadén eran las más avanzadas tecnológicamente del mundo y es motivo en la actualidad de un trabajo de investigación por parte del Profesor Manuel Castillo Martos, Universidad de Sevilla, sobre su importancia al constituir el foco de concentración de alquimistas más importante de Europa, procedentes de países como Alemania, Países Bajos, Italia. No olvidemos que en el camino entre ambas minas, el foco de población más importante era Azuaga, importante nudo de comunicaciones.

Como resultado de la existencia en la zona de cierto esplendor económico debieron existir en la comarca y épocas citadas un índice indirecto de prosperidad y tal fue así como lo señala el número de conventos y clérigos. Dicho índice nos confirma, con evidencia, que tal prosperidad sí existió en la comarca, como hemos visto en múltiples escritos publicados en la revista de feria de Guadalcanal, donde se nos habla del número de conventos, iglesias y el control que en la comarca ejercía la Orden de Santiago, aunque quedan muchas lagunas por completar, sobre todo, el análisis del período de decadencia, que lo fue esencialmente durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del XIX hasta la finalización de la desamortización. A partir de ahí, comienza una nueva historia para la comarca, con el resurgir de las explotaciones mineras, la llegada del ferrocarril, siendo el desarrollo minero procedente de la empresa asentada en la próxima comarca de Azuaga y Berlanga, con sede en el valle del Guadiato dedicada a la explotación de minerales de cinc, plomo y carbón, este último de gran importancia para el naciente período de la revolución industrial: era  La Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP), propiedad de los Rothschild con la rama francesa como protagonistas. Este último episodio requiere un tratamiento particular.

Han sido varios los autores que han tratado de la ermita de la Virgen de Guaditoca, pero pocos han aludido a este lugar como escenario de una feria de ganado que duraba tres días. El autor que ha estudiado el evento comercial es Juan Agudo Torrico[5] . Profesor del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, en su artículo Santuarios de Frontera. El santuario está situado en la encrucijada de la compleja red de caminos arrieros y cabañas ganaderas que comunicaban lo que hoy es Extremadura con Andalucía Occidental. Sabemos que la Virgen de Guaditoca contó con Hermandades en Berlanga, Ahíllones y Valverde de Llerena, y posiblemente en Azuaga. Eran constantes las visitas a lo largo del año al santuario (ver la obra de Muñoz Torrado). Parece ser que en el mismo lugar existieron dos ermitas: la principal que contiene la imagen, construida en el siglo XVII, y otra más antigua, datada en el siglo XIV, mucho más modesta que la primera, cuyas ruinas se conservaban hasta hace poco. La importancia de la feria, como aclara J. Agudo, era tal, que incluso llegó a contar con tres calles de portales. El traslado de la feria al pueblo, en 1792, fue una de las causas de su decadencia. La relación entre las distintas poblaciones se pone de manifiesto, incluso hoy día, en la figura del Niño Bellotero, que se queda en Valverde de Llerena cuando la Virgen sale en el mes de abril hacia Guadalcanal, y hasta que regresa a su ermita, en el mes de septiembre. La Virgen solo era traída a Guadalcanal por motivos excepcionales, para invocar su ayuda ante situaciones de catástrofe, hasta que se produce el referido traslado de la feria al pueblo. Desde entonces acudirá cada año, haciéndola coincidir en un principio con el tiempo ferial del pasado.

Según dicho autor, en el Archivo Municipal encontramos testimonios de esta Feria tanto en los Libros de Actas Capitulares como en los Registros de Ganados de la feria de Guaditoca. En el Libro de Actas Capitulares de 1792, se ha encontrado un escrito que presentó el corregidor de la villa de Guadalcanal ante la Audiencia de Extremadura para solicitar el traslado de la Feria de Guaditoca a dicha villa. El corregidor informa que la feria se celebra desde tiempo inmemorial en los tres días de Pascua de Pentecostés, y que pudo tener su origen en la concurrencia tanto de la villa de Guadalcanal como las de su comarca a la celebración de alguna festividad religiosa. Dice el corregidor que la Feria de Guaditoca era la “más útil de Andalucía y de Extremadura” por la fecha tan propicia en la que se celebraba: época de recolección en la que los labradores necesitan caballerizas para sus trillas y trabajos de verano (léase transportes como pueden ser lanas y minerales), traslados de ganado merino. Los motivos que expone el corregidor para el traslado de la feria residen en “la gran afluencia de personas venidas de distintos lugares y en la imposibilidad de garantizar el orden público y la seguridad de los mercaderes, ganados y caudales que fluyen en esos parajes, tan distantes del pueblo”. El corregidor propone el traslado a la villa de Guadalcanal, donde habría mayores posibilidades de encontrar provisiones y hospedaje, además de favorecer a la gente del pueblo, que podría alquilar sus habitaciones a los forasteros, y permitir, además, “el arreglo de las casas en ruinas para albergue de los viajeros”.

Por todos estos motivos, la Audiencia de Extremadura accede a lo solicitado por el corregidor, advirtiendo al Ayuntamiento sobre la provisión de víveres a justos y moderados precios. En cuanto a los Registros de ganados, tenemos que decir que corresponden a una serie documental cuya continuidad en el Archivo Municipal abarca desde el siglo XVII al XIX. En ellos se recoge el nombre de todos los forasteros que acuden a la feria con sus ganados, la población de procedencia, el número y características de las cabezas de ganado y el hierro que poseen. La simple lectura de los datos que recogen nos hace adivinar la importancia que tuvo la Feria de Guaditoca y la gran área de influencia que ejercía. Concretamente, en el Registro de 1782, encontramos ganaderos de las siguientes poblaciones del entorno, y más del entorno:

Ahillones, Aceuchal, Almendralejo, Alconera, Alange, Alba, La Algaba, Alcolea del Río, Albuera, Almendral, Alconchel, Aroche, Alburquerque, Almadén de la Plata, Burguillos, Constantina, Don Benito, Berlanga, Bienvenida, Palma del Río, Bélmez, La Parra, Campanario, Campillo de Llerena, Carmona, Cañaveral de León, Calera de León, La Carlota, Calzadilla de los Barros, Cala, Castuera, Cabeza la Vaca, Cabeza del Buey, Casas, Calamonte, Jerez de los Caballeros, Jerez de la Frontera, Llera, Malpartida, Maguilla, Medina de las Torres, Mérida, Medellín, Miajadas, Montemolín, Monesterio, Montijo, Morera, Monterrubio, Monbuey, Nogales, Oliva, Pedroso, Palomas, Peñaflor, Pozoblanco, Puebla del Maestre, Puebla de los Infantes, Quintana de la Serena, Retamal, Puebla de Sancho Pérez, Puebla del Prior, Puebla de la Calzada, Reina, Rivera del Fresno, Santos de Maimona, Salvaleón, Salvatierra, Santa Marta, San Pedro de Mérida, Segura de León, San Nicolás, Solana, Talavera de la Reina, Talavera la Real, Torre Mocha, Torremegía, Trujillo, Usagre, Valencia del Ventoso, Valencia de las Torres, Valverde de Llerena, Valverde de Burgos, Valverde de Mérida, Valverde del Camino, Valverde del Rey, Villalba, Villagarcía de la Torre, Villanueva del Fresno, Villanueva de la Serena.

Como puede observarse, la mayor parte de los asistentes registrados eran extremeños, se podría, incluso, encontrar una correlación entre sus pueblos y la existencia de vías de comunicación pecuarias, cordeles y cañadas, confluentes en la zona. En general, y como puede verse, la procedencia de los ganaderos correspondería a las actuales provincias de Badajoz, Cáceres, Huelva, Córdoba, Sevilla y algunas poblaciones de Cádiz, encontrándose asimismo relación de ganaderos de otras provincias como Toledo, Ciudad Real y Salamanca.

Guadalcanal por la fecha en que se celebrada dicha feria era de Extremadura, Malcocinado era una pedanía dependiente de Guadalcanal, de la que se segregó a mediados del siglo XIX, y sus asistentes, como los de Azuaga, no tenían necesidad de inscribirse. El pueblo de Azuaga en reiteradas ocasiones reclamó como suyas las tierras del entorno de Guaditoca, incluso los de la ermita, esta incluida, declarándose nulos sus derechos después del correspondiente juicio en el siglo XV ante el Gran Maestre de la Orden de Santiago, después en el siglo XIX (lo veremos en otra parte), aunque dicho episodio no se olvidó y fue su ayuntamiento el principal impulsor del pleito que llevó a la segregación de Malcocinado del término de Guadalcanal, y como pago de ello al carecer de estipendio el reciente ayuntamiento de Malcocinado, parece ser que consiguió anexionarse alguna superficie del terreno en litigio (comunicación directa del historiador y poeta Andrés Mirón).

Para hacernos una mayor idea, lindera con los terrenos de la ermita de Guaditoca existe una finca denominada “Rabanales”, nombre muy relacionado con el tema de la trashumancia, y extendido por la geografía española (Rabanales de Aliste en Zamora, Campo de Rabanales en Córdoba) del pastoreo del ovino y cuyo nombre de origen árabe como indica la Real Academia de la Lengua: del árabe hispánico rább aḍḍán, y este del árabe clásico. rabbu ḍḍa’n, señor de ovejas, y otra, “la Plata” situada a la linde (la actual Altarejos) da lugar al dicho “los pastores de la plata toman leche para almorzar, pan y leche para comer y leche y pan para cenar”.

El interés de dicha Feria estaba relacionado, no cabe duda, con la presencia en los contornos de terrenos públicos, tanto propiedad de la ermita, todo el valle de Guaditoca poblado de alcornoques, los cuales ya no existen, como terrenos de propios y comunes, así como baldíos y terrenos públicos que eran arrendados para pastar los ganados. Esto, a mi juicio, hacía atractiva la asistencia a la feria, ya que posibilitada largas estancias del ganado después de prolongadas jornadas de marchas, debido a la garantía de encontrar, a su llegada a la zona, los necesarios pastos para la estancia de los rebaños.

Recordemos que el término guadalcanalense, en su mayoría terrenos que podríamos denominar públicos, aunque controlados por la Mesa Maestral, se podría considerar compartido por los pueblos del entorno, sobre todo hasta el siglo XVI, por las encomiendas de Reina y Llerena. Una gran crisis económica y productiva ocurrió en el siglo XVII y con la aparición del período de la Ilustración el cambio fue radical, en nuestro caso, mal para la zona. Pero fue en el siglo XIX donde debido a los repartos territoriales y las consecuencias de la guerra de la Independencia donde el declive fue a mayores. A mi juicio, es a partir de la aparición de las explotaciones mineras, sobre todo de la SMMP en la zona del plomo-carbón, que la situación mejora.

Según indica I. Moreno, la teoría es la siguiente: Principalmente durante el siglo XIX los antropólogos (“viajeros románticos”) ingleses, país que mayor número de viajeros tenía buscando lugares donde instalarse y estudiando para ello las costumbres de los países a ocupar, una vez que las tierras más lejanas de África, Asia y Oceanía fueron estudiadas por los correspondientes antropólogos, recabaron en el siglo XIX y posterior, por tierras españolas, principalmente andaluzas, relacionándose con elromanticismo, cabe citar a: Henry David Inglis; Richard Ford; Whashington Irving; George Borrow (“georgito el inglés”, teóricamente vendedor de biblias); Robert Dundas Murray; William George Clark; Augustus J. C. Hare; posteriormente Gerald Brenan; Ian Gibson[6], etc., -existen 124 obras fichadas que se podrían denominar “libros de viajes” escritos en la primera mitad del siglo XIX, la mayor parte escritos por militares o paisanos que estuvieron en España con el ejercito de Wellington durante la guerra de la Independencia y en su totalidad editadas en el Reino Unido- eran “estudiosos” de las costumbres de las regiones citadas, esencialmente entraban vía Gibraltar, inglesa desde la cercana Guerra de Sucesión (tratado de Utrech). Cabe preguntarse ¿por qué ocurrió? Isidoro Moreno expuso la fecha del nacimiento de esta tendencia-comportamiento (el primitivo cercano) a raíz de la Guerra de la Independencia, contribuyendo a ello la presencia de las tropas inglesas que colaboraron con las españolas en la lucha contra los franceses, que divulgaron en la metrópolis la idea de un país semisalvaje con costumbres ancestrales, lo que fomentó en dicho país el interés por el estudio de sus costumbres, en lo que tenían tradición de estudio, sobre todo en otros continentes y relacionado con la colonización inglesa por todo el mundo.

El descubrimiento del interés de esta tierra, cercana a África, supondría un paso sencillo después de las exploraciones asiáticas y africanas, estando más cercanas que las citadas de Asia y África, asimismo suponían un aliciente colonial de otro estilo (supuso el nacimiento del interés por la costa del Sol desde la cercana Gibraltar), con costumbres, formas de vida, alimentación, relaciones de producción, de propiedad, de clima, interesantes para instalarse como colonizadores de la producción minera, del comercio de tejidos, hierros, sobre todo una vez que disminuyó el expolio de las naves cargadas de riqueza y procedentes de América. Tales viajes y estudios de los “románticos viajeros ingleses” se asemejan a lo que conocemos hoy como un estudio de mercado. Supuso el nacimiento de nuevos negocios con menos dificultades y más próximos a la metrópoli, representando una nueva forma de colonización, más cercana que las citadas anteriormente. Los escritos sobre las tierras de “los primitivos…” no siempre serían sobre el habitad y costumbres, en muchas ocasiones iban acompañados de estudios de prospecciones mineras y estudios económicos que fueron aprovechados poco después. Pensemos en lo rápido que se montaron grandes longitudes de ferrocarril y explotaciones mineras que, sin un estudio previo, parece hoy impensable.

A dicha forma de comportarse, de los denominados viajeros románticos, viviendo de las crónicas enviadas desde el país exótico que visitaban, descubriendo en sus escritos una forma de vida consideradas por ellos semisalvajes, con un comportamiento por parte de dichos autores como si estuviesen descubriendo una tierra salvaje, desconocida hasta ahora y recién descubierta, habitantes a los que casi consideraban primitivos, es por ello, que los referidos escritores-antropólogos por la forma de tratar los temas y las costumbres de los habitantes les denominaron a estos últimos, en los círculos propios, primitivos cercanos, de ahí el calificativo o denominación.

Algunos autores relacionan el nacimiento de dicho interés, con la ayuda de España a los sublevados de las colonias británicas, que dio lugar al nacimiento de los Estados Unidos. Se encuentran también repercusiones posteriores a todo lo largo del siglo XIX y XX, en los apoyos en las guerras civiles carlistas; en relación a las explotaciones mineras, o la implantación del ferrocarril. Posteriormente, en la guerra civil del 36, el Reino Unido, principal promotor de la “política de no intervención” se comportó con los republicanos como si fuesen representantes de la España (¡que ellos conocían!) reflejada en los escritos de los “descubridores” de aquellos primitivos cercanos, como se les consideraba oficialmente, por parte de las esferas del poder británico. Por los referidos escritos se acuñó la leyenda de un comportamiento semisalvaje (Inquisición, guerras civiles carlistas y de sucesión, que motivaron posteriormente en la contienda civil la gran cantidad de fusilamientos) por ambos bandos en la guerra civil. Con tal motivo, fueron ellos los principales instigadores y promotores de la política de no intervención. Ellos, que respecto a nosotros se la daban de civilizados, no fueron capaces de ver las atrocidades que se cometían en otro próximo país europeo (Alemania) de los considerados “civilizados”. Siempre se ignora lo que interesa, por ello, a Andalucía dichos autores la consideraron en sus escritos como “tierra de moros refinada”. Representó un comportamiento semejante al calificado hoy como relaciones norte-sur. Se ignoró, por parte de dichos autores, la historia, tanto la romana, como la época islámica, y las posteriores, tanto de España, como más concretamente de Andalucía.

El comportamiento actual de ciertos propietarios foráneos del término de Guadalcanal es semejante, pero sin escritos previos. En la actualidad, no tienen interés los escritos de los cuales vivir mientras se visita la comarca, como ocurría con los viajeros románticos ingleses, ya que hoy existen otras formas de vida, pero es común el nulo interés por las costumbres de los aborígenes (mejor los oriundos o naturales), ni sus problemas. Al igual que antaño, el objeto de interés a los “nuevos colonizadores” es lo que los referidos primitivos han conservado en la actualidad sólo en algunos aspectos, por ejemplo, la caza. A este respecto, según el poder adquisitivo de los foráneos visitantes, respecto a los oriundos tendrán un tratamiento u otro distinto, pero semejante: o cazan zorzales, o cazan perdices, o tienen un coto compartido, o tienen un coto propio. En este último caso, si se lo pueden permitir, está orientado para evitar problemas, tanto con otros propietarios de terrenos o con personas de criterios distintos de los tuyos, siguen las pautas siguientes: compras, acotas, prohíbes el paso y siguen ampliando sus propiedades hasta extremos insospechados (hasta que la bolsa aguante). En este momento “nace un nuevo primitivo cercano”, menos problemático, más civilizado, manejable cercano y barato, que el “primitivo” que cohabita con los leones de Kenia o Tanzania.

No deja de ser una nueva forma de colonización, pero para el nuevo colonizador, como siempre, no importa la historia de su nuevo territorio colonizado. Si hace falta se rompe (olvida), prepotentes piensan ¡la historia la crean ellos, nace con ellos, se hace a partir de ellos! ¿A quién le importa lo que ocurrió antes? Un día se acabarán las perdices, los zorzales, los conejos (el actual filón), como en otras épocas se acabaron las merinas, la lana, las minas, el transporte, las vías de comunicación… ¡Es el carácter cíclico de la historia! y a partir de ese día ya nada de los nativos les importará. Para entenderlo comparémoslo con lo que acontece con una mina en la que desaparece el filón (o se rompe la balsa como en Aznalcóllar); en ese caso se venden las máquinas a la chatarra, se liquida la cuenta (¡si se llega a liquidar!) y ¡a otra cosa, mariposa!

Vale, ¿qué tiene esto que ver con las merinas? Durante el desarrollo histórico de la Vega de Guaditoca, nos encontramos que en diferentes períodos existieron conflictos entre ganaderos, ganaderos-labradores e incluso entre pueblos, así Azuaga y Guadalcanal mantuvieron pleitos sobre dicho terreno en los siglos XV y XVI y durante el XIX, incluso después de separarse Malcocinado de Guadalcanal. ¿Por qué ocurría? Pensemos por un momento que dicha vega en su día se extendía desde territorio hoy de Malcocinado hasta terrenos de Reina, desde la finca el “Álamo” hasta el “Pencón”, en su linde sur incluyendo el “coto de Valdefuentes” hasta la linde de la segunda población de Guadalcanal que constituía el conjunto minero de “pozo Rico” (el tercero lo constituía la cortijada de Malcocinado) y por el norte el río Sotillo. Eran tierras denominadas de “propios y comunes” arrendadas a ganados estantes y trashumantes y labradores que proporcionaban el necesario trigo para la alimentación. Era, sin duda, la tierra fértil, la tierra deseada por todos: propios y foráneos. Pensemos que el término comprendía además de las tierras de hoy las de Malcocinado y parte de Fuente del Arco, controladas esencialmente por la orden de Santiago.

Otro aspecto a tener en cuenta era que la zona era atravesada por un fuerte trasiego de mercancías, desde Almadén (mercurio) a Nueva España –el total producido en los siglos XVI y XVII se estima en 17250 Tm de mercurio, entregados en la Casa de Contratación de Sevilla por San Juan, la mayor parte transportados por carretas de bueyes, los envíos estaban controlados por un comisario que vigilaba el transporte para evitar pérdidas por el camino; el total de viajes es difícil de estimar al efectuarse también por recuas de mulos utilizados en los peores tiempos y caminos: el mercurio envasado en baldeses de pellejos de cabra, una carreta cargaría unos 8 quintales castellanos de 46 kg y los mulos 2, por lo que se puede calcular el número de carretas y mulos utilizados-; lanas extremeñas al puerto de Sevilla, otras mercancías necesarias para su consumo en América (por ejemplo, vinos de Guadalcanal como citó Cervantes) y procedentes de allí hacia el norte y hasta Europa, esencialmente un producto de gran importancia y traído de América, el tabaco elaborado en las fábricas de Sevilla. En fin, era atravesada por uno de los caminos de la corte al sur (pensemos en la época actual, pero potenciado), el otro era el camino Real de Toledo (hasta Córdoba). Por allí pasarían Pizarro, Hernán Cortés y tantos otros que buscaron fortuna en Nueva España y al que denominaron descubridores. Esta circunstancia hizo que de Guadalcanal salieran gran número de “emigrantes” hacia aquellas tierras (de la Pava, Ortega Valencia, y un largo etc.) influenciados por la presencia de gran número de emigrantes que por allá pasaban desde Castilla y otras tierras a la ciudad de Sevilla de gran auge en la época (de Cervantes por ejemplo). Por ello se explica que Guadalcanal tuviese población militar asentada en la población.

España era, qué duda cabe, una población agrícola, que durante el siglo XVII y XVIII aumentó su población, no sin embargo su forma de producción por lo que se presentaban períodos de necesidad motivadas por controversias climatológicas. De este modo se acrecentaban las necesidades de trigo, lo que dio lugar, ya en períodos de la Ilustración a las iniciativas de Campomanes, Floridablanca, Ensenada (catastro) y la aparición del “nuevo camino”, repoblado además de centroeuropeos, que era Despeñaperros. Comenzó el declive de los antiguos caminos a la corte de Talavera (Guadalcanal) y el de Córdoba. Posteriormente, siglo XIX, llegó el ferrocarril, que también pasó por la zona, luego la línea de Fuente del Arco a Puertollano, que en 1927 ya tenía un tramo de 55 km entre Conquista y Puertollano electrificado. Esta última línea férrea conectada con el cluster industrial mayor de España en el último tercio del siglo XIX y primer tercio del XX (ver otro escrito del autor). Era la “gran empresa de los Rothschild” como hemos citado y dirigida por el ingeniero francés Charles Ledoux. Durante este período Guadalcanal disfrutó de un buen y extenso comercio (recuérdese a los “Fernández” y su escuela de internos, fábricas de aguardientes, aceites, vinos hasta la presencia de la filoxera,…) y desarrollo al socaire de dichas explotaciones. Sus huertas eran numerosas y producían legumbres, patatas, verduras y frutas para el vecino “el dorado”, siendo en cierta manera “arrieros” de Valverde los “últimos de Filipinas” que conocimos ya en el siglo XX dedicados a tal menester. En el vecino Alanís todavía se conocen por su nombre caminos tales como el de “los carros”, el del “aguardiente” por donde circulaba esta mercancía desde Constantina hasta dichas minas y las necesarias maderas para los entibados de las minas. El camino que desde Azuaga llegaba a la Cruz del Aceite se le conocía como el de Constantina (lo cita Isidro Escote Gallego en sus Memorias de un Cazador) a donde se dirigía a través de las pasadas, las cuatrocientas, mina de Pozo Rico y el arroyo de Tres Bodegas hasta la Urbana y San Miguel, hoy olvidados y donde quedan restos están cerrados ilegalmente- en este último lugar, hacía labor de venta y descanso, se conserva empedrada la calzada que por la cabecera de la Capilla pasaba junto a la hermosa fuente y entre paredes sube hasta Alanís, denominándose Camino de los Carros, que sigue hasta Constantina pasando por la ermita del Robledo-. Guadalcanal, sin embargo, es un pueblo que ha perdido la mayor parte de sus caminos. Ello tiene una explicación, a mi juicio, el tan cacareado pensamiento que la caza es “el Dorado”, una gran fuente de ingreso que ha motivado el cierre a cal y canto de los referidos caminos, por los que entraría “el mal”.

Y, ¿qué fue de todo aquello? Ahí vamos, a demostrar cómo sometido a una política dejada en manos de foráneos cuyo interés se basa en la explotación de los recursos naturales (minas) agrícolas, cinegéticos, vías de comunicación, etc. Caídos en el olvido, sin una política propia sentada en una conciencia colectiva de levantar entre todos la economía, sabiendo de dónde venimos, hacia donde queremos ir y con un conocimiento de nuestra historia, y posibilidades. Sin ello el futuro estará muy negro, de forma que si el presente está como está, el futuro podemos extrapolarlo desde el conocido pasado, pasando por el presente, hasta…

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[1] Ver capítulo sobre el Primitivo Cercano

[2] Próximo a Guadalcanal existían importantes asentamientos como los citados de Hornachos y Rivera del Fresno, que fueron frutos de la expulsión, pero que algunos de ellos, conversos, se refugiaron en los alrededores, sobre todo en las regiones montañosas de Sierra Morena que a la vista estaban. Podemos comprobar cómo desde el término de Guadalcanal se ve la sierra de Hornachos, igual a la inversa. En algún lugar he leído que eran esencialmente hortelanos, por lo que es probable que llevasen su oficio a los nuevos asentamientos y también lo es, que el gran número de huertas existentes en el término de Guadalcanal tuvieran ese origen.

[3] El método de la amalgama para el beneficio de la plata se lo atribuye también al valenciano Mosén Antonio Boteller, que en su memorial de 1562, dirigido al rey, se proclama «primer artífice e inventor de sacar plata de los metales por la industria y beneficio de el azogue, ansi en la Nueva España como en estos vuestros reinos». Si, como dice Paoli, Boteller ayudó a Medina en sus experimentos, y este fue el verdadero inventor del método, como asegura González en su estudio sobre las minas de Guadalcanal (aunque parece que en España ya se usaba), no cabe duda que el ansia de inmortalidad científica pudo más que -127- los frenos impuestos por su religión y su investidura sacerdotal, y hasta le hizo flaquear la memoria, ya que en la real cédula de 1557 se le comisionaba en estos claros términos: «Y pues dicen que el azogue es muy provechoso para beneficiar los metales y sacar dellos la plata a menos costo que con otros instrumentos que se usan, y que por esto se ha comenzado usar dello en la Nueva España, informaros heis bien de como en ella se hace, y haréis la prueba dello en las minas de Guadalcanal» (cit. Paoli, pág. 56).

[4] La actividad agropecuaria constituía el 70 % de la actividad económica según Manuel Maldonado Fernández, LA ENCOMIENDA SANTIAGUISTA DE GUADALCANAL. Revista Archivo Hispalense, 258.

[5] SANTUARIOS DE FRONTERA. J. Agudo Torrico. Demófilo:Revista de Cultura Tradicional. 1997 nª 21, pags 99-118.

[6] DEL TÁMESIS AL GUADALQUIVIR. Antología de viajeros ingleses en la Sevilla del siglo IX. José Alberich. Edición Universidad de Sevilla. 2000.

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