Guerra de la Independencia. Paso por Guadalcanal. Diario de las Cortes de Cádiz número 13.

Fuentes.- Diario de las Cortes de Cádiz número 13.Discusiones y actas de las Cortes, Volumen 1

Datos cedidos por Rafael Espínola Rodríguez

DIARIO DE LAS CORTES. SESIÓN ESTRAORDINARIA DE LA NOCHE DEL 8 DE NOVIEMBRE DE 1820

Leída y aprobada el acta de la sesión extraordinaria anterior, se mando agregar á ella un voto particular de los señores Banqueri, Díaz del Moral y Ramos Garda contrario á la resolución de las Cortes tomada en la sesión ordinaria de la mañana, accediendo á la Indicación del señor Traver sobre que se suspendiese la resolución tomada acerca del censo de población de Granada.

El director interino de la imprenta nacional remitió á las Cortes trescientos ejemplares de la colección de decretos y ordenes espedidos por las Cortes ordinarias de 1813 y 1814 que acababa de imprimirse en dicho establecimiento. Se mandaron distribuir los expresados ejemplares, y abreviar el número correspondiente de ellos.

Don Bernardo Larrea y Villavicencio, mineralogista de profesión, e6ponia que en virtud de la comisión que se le confirió por real orden de 5 de enero de este año, procedió al examen, reconocimiento y ensayo de las minas de plata de Guadalcanal, y con solo el auxilio de treinta mil reales que se le han dado de fondos pertenecientes al gobierno, y cuatro mil reales que tomó á préstamo para continuar sus tareas, había logrado el desagüe de una mina inundada hasta su superficie y con lo cual y lo demás que resultaba de los documentos de que acompañaba copias, consiguió el descubrimiento de los ricos minerales de que presentaba muestras, y había extraído de la mina nombrada Santa Victoria, los que producían un nueve y medio por ciento; es decir, que cien libras de mineral contenían nueve libras y media de plata pura, y que calculado este producto metálico con los costos y gastos de su extracción correspondía á una utilidad de un cincuenta por ciento, exceptuando otros gastos que creía de poca consideración. Manifestaba su admiración por la asombrosa riqueza de aquella mina, y no dudaba que profundizándola mas, fuese tan poderosa como la que trabajaron los alemanes Marcos y Cristóbal Fucares, en la cual y en las de Constantino y Cazalla, cuyos escombros había reconocido, había encontrado el mismo vehiculo, y las mismas matrices que acompañaban á los minerales de Santa Victoriana, y presentaba la rica muestra que había conseguido de la de Cazalla. En prueba de la riqueza de aquellas minas refería cuanto se había dicho sobre ellas, y particularmente por Alonso Carranza, que en su tratado de moneda de España, página afirmaba que una semana con otra se sacaban de Guadalcanal sesenta mil ducados. Todo lo cual hacia presente al congreso por las grandes utilidades que debían resultar á la patria si se cultivaba el importante ramo de minería. Esta exposición se mandó pasar al gobierno con particular recomendación. (sic)

Núm. 17. DIARIO DE LAS CORTES. SESION DEL DIA 13 DE ENERO DE 1811.

Se dio principio con la lectura de las actas del día antecedente.

Se leyó una representación del señor duque de Alburquerque, fecha en Londres, en la cual después de felicitar á las Cortes en su instalación, manifiesta los mas vivos deseos de sacrificarse por su patria, y de continuar la carrera de las armas incluyendo un manifiesto que ha publicado para vindicar su conducta que considera agraviada por la junta de Cádiz. El Sr. Luxan: “Señor, la conducta militar y patriótica del señor duque de Alburquerque es tan manifiesta, que no necesita demostrarse. Sin embargo yo que he sido testigo de vista de varias de sus acciones, no puedo menos de decir que con su pericia y valor ha libertado la patria, la ha salvado, igualmente que al ejército de su mando y que por esta y otras acciones es acreedor á que se le declare benemérito de la patria. El duque de Alburquerque se hallaba en las orillas del Guadiana cuando los franceses entraron por Sierra Morena, y ocuparon la Andalucía; se hallaba con órdenes contrarias, digámoslo así, contrarias seguramente á la salud de la patria, no porque se tratase de sacrificar esta, sino porque se le prevenía que fuese á los puntos por donde entraba el ejército enemigo. El duque de Alburquerque que había estado disciplinando sus buenas y excelentes tropas en D. Benito y otros pueblos inmediatos al Guadiana, tomó el camino de Sevilla por Guadalcanal, y el 24 de enero, cuando yo me hallaba en Cantillana, se dirigió á aquella capital con más de 8000 hombres. Su entrada en éste punta ha sido la que ha salvado la patria, pues marchando por Cariñosa y otros pueblos cuando ya los franceses estaban muy cerca, se dirigió aquí para salvar á Cádiz, y en él la nación entera. Sea que el Duque no ha manifestado cuanto ha habido en el asunto, porque no lo haya creído oportuno, sea que por su modestia lo oculta, lo cierto es, que cuando estaba cerca de Sevilla tuvo orden de volver sobre Córdoba. El Duque ahí no lo dice, pero yo lo sé. No volvió porque preveía que iba á perder su ejército, y mas bien quiso, no obedecer la orden que sacrificarlo, y sacrificar la patria: sí salvó la nadan, y si existimos es por él y por su ejército, y si vive España, vive por él y por su ejército, y si esta provincia puede decir soy libre, lo debe al Sr. duque de Alburquerque y de su ejército valeroso. Esta es la conducta pública, política y militar del duque de Alburquerque”.

“Su conducta privada no necesita apología: yo sé que había vendido su cabaña, y que con ella ha mantenido una parte del ejército de su mando, empleando su producto en traer los víveres y varios efectos que necesitaba. Yo vi también conducir por el camino una vacada suya para aquel ejército; y si se necesitasen pruebas se podrían andar fácilmente: yo como testigo de vista lo digo ahora delante de la nación entera. Pero, Señor, esta virtud, estos hechos, no han sido premiados, y es preciso que lo sean. El mayor premio que se puede dar al duque de Alburquerque es declararle benemérito de la patria, (murmullo de aprobación). Lo pido así, Señor. Y supuesto que V. M. ya manifiesta aprobar el servicio hecho por este general y su ejército en su retirada á esta Isla, y que con ella lo ha salvarlo y a la patria también, pido, repito, que se diga que el duque de Alburquerque y su ejército son beneméritos de la patria, y que ya que este digno general quiere y desea servir á la nación en la carrera militar, se le -emplee como corresponde en el mando de un ejército. Antes que á una persona se le conozca por su conducta militar y política, sólo se tiene de ella una esperanza mas ó menos fundada según su educación ú otras prendas que le adornan; pero cuando se ha visto su proceder; entonces no es ya una esperanza, hay justicia para pedir y creer que sea buen político, buen militar, y que proceda como ha procedido hasta aquí.”.  (sic)

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