Guadalcanal año 1949

José Parrón Chaves (JOPACH), era una buena persona, un excelente profesional, un buen católico y sobretodo un enamorado de Carmela, su esposa, y de su pueblo, Guadalcanal, donde nació.

            Hijo de Pepe y Nazaria, nacido el 7 de abril de 1934, fue uno de esos niños de la posguerra que sufrieron los resultados de la sin razón de las guerras civiles españolas, en las que tristemente somos especialistas desde el siglo XVIII. Se crió con su abuela Aquilina en la Posada, a la que adoraba, y de la que siempre recordaré la anécdota de cómo se merendaba en el año de la “jambre” (hambre para los que no tienen acento extremeño):

nos daban dos trozos de pan, uno grande y uno chico, el chico hacía las veces del chorizo y el grande del pan, así nos hacíamos a la idea de estar merendando, pan con chorizo.

            Tuvo una infancia feliz pese a las carencias de la época y gran parte de esa felicidad, estoy seguro, fue debido a su optimismo, su capacidad de adaptación (resiliencia que le llaman ahora) y su gran sentido del humor. Comenzó a trabajar a los 12 años en la imprenta de Currito el de Alejo de Guadalcanal. Recordaba que el primer día de trabajo, cuando su jefe le explicó cómo tenía que colocar cada letrita en la máquina para poder imprimir un texto, lloró nada más que él salió por la puerta. Imagínense al pobre Pepito Parrón que pasó de tirar piedras a los gatos a verse inmerso en ese nuevo mundo de papeles, tinta y minúsculas letritas de metal. Ahí empezó su vida en el mundo del mostrador. También trabajó en una  imprenta de Sevilla para acabar sustituyendo otra vez en  Guadalcanal, a Rafael Calado, fray Rafael de Guadalcanal, en la farmacia de D. Joaquín Isern Fabra, un carlista huido de Cataluña que fue a sentar sus reales en este pueblo.

Así en 1951 empezó la relación de JOPACH con la familia Isern, llamados “Irsen” en el pueblo, ya que estas cosas catalanas son difíciles de pronunciar. Un señor muy católico y como decía antes, carlista hasta la médula, hasta tal punto de bautizar a sus hijos de la siguiente forma: al llamado Carlos, en realidad le puso “Carlos María Isidro Luis”, a su hijo Luis le puso “Luís María Carlos Isidro” y así al resto.

            No quisiera continuar sin referirme a D. Pedro de Ortega Valencia, ese pedazo de guadalcanalense (cuando éramos extremeños, Guadalcanal pertenece a Sevilla apenas desde 1834) que iba en la expedición de D. Álvaro de Mendaña como mariscal de campo en el descubrimiento de las Islas Salomón, bautizando a la mayor como isla de Guadalcanal, famosa por la batalla de la II Guerra Mundial y en la que Don Joaquín tuvo mucho que ver en la conmemoración de los actos de la misma en el año 1964 y en la que aparecieron un montón de helicópteros y soldados americanos desfilando por el Coso guadalcanalense. Y tuvo tanto que ver, que además de farmacéutico era historiador, siendo el artífice de los estudios en el Archivo de Indias de Sevilla, que concluyeron, como digo antes, con unos actos conmemorativos en Guadalcanal, de la batalla de la isla, por parte de tropas americanas desplazadas desde alguna base yanqui cercana y de la Marina Española.

            Siempre nos contaba, primero a sus hijos y después a sus nietos: –Por media hora no fui actor de teatro-, –Por media hora no fui músico-. Siempre nos decía que estuvo a media hora de emprender muchos oficios, cada cual más artístico que el otro, pero que cuando llegaba el momento de elegir, su madre o su abuela le paraban los pies. Sí que fue un gran comunicador y para eso no le faltó media hora porque era algo que llevaba en la sangre.

La vida le hizo emigrar a Cataluña en el año 1961, concretamente a una localidad llamada Parets del Vallés (Barcelona), donde acudió de la mano de Joaquín Isern, un farmacéutico catalán al que le unían ciertos lazos con Guadalcanal. Bajo las órdenes de este hombre trabajó hasta el día de su jubilación allá por 1995. Ya había aprendido el oficio de ayudante de farmacia en Guadalcanal con el mismo farmacéutico y lo desarrolló en Cataluña durante treinta años. Fíjense si dejó huella en aquella botica que a día de hoy todavía preguntan por Pepe el de la farmacia. Una vez me contó que un ladrón le encañonó para llevarse todo el dinero que tuvieran en la máquina registradora. Al volver a casa debió llegar tan pálido que mi abuela adivinó lo sucedido: –Pepe, ¿y esa cara? ¡Os han atracao!– También me contó que en una ocasión un faquir acudió a la farmacia para ponerse una vacuna pero ¡tenía miedo a la agujas!

            Esperamos no mezclar personajes ni historias y para antes de continuar podemos decirles que para Pepe y Carmela (nuestros padres y abuelos), la Virgen de Guaditoca, Guadalcanal y la farmacia Isern, fueron una constante en el devenir de los años en el exilio catalán. Digo exilio porque es muy triste ser emigrante en tu patria, porque por mucho que lloren los independentistas catalanes, nunca hubo ningún problema en hablar en catalán, porque cuando íbamos a misa en Parets de Vallés (Barcelona), la misa era en catalán, y con esto decía siempre Jopach con su gracia: …en Guadalcanal, las misas en latín y ahora en Barcelona en catalán, vamos que nunca me he enterado de nada. De hecho, algunos seguimos rezando en catalán, porque el catalán lo aprendimos de monaguillo en la Iglesia de Monseñor Carulla quien daba todas las misas en catalán, aunque la parroquia fuera mayoritariamente extremeña (Barcarrota, Oliva de la Frontera, Alange, etc.) o de la provincia de Jaén (Chilluévar, de los que decían que había venido hasta el alcalde) y de Granada (Fonelas, Guadix, etc.)

            Así que a pesar de  estar lejos de nuestra tierra, Jopach nunca echó en falta algo tan sublime como el acento, ese acento de jacha, jigo y jiguera, que nos contaba siempre de Luis Chamizo, el poeta de Castuera que escribió su obra en Guadalcanal, ese acento que nos une con aquellos versos: “porque semos asina del coló de la tierra, los nietos de los machos qu’otros años trunfaron en América”. Sin embargo los profesores que teníamos en aquella época, años 60 a los 80 eran todos castellanos con lo cual cuando volvías a casa del colegio, se extrañaban de esa pronunciación que íbamos adquiriendo y que duró hasta la limpieza étnica realizada por la Generalitat catalana que los acabó sustituyendo a todos por profesores catalanistas que ya se habrán encargado de adoctrinar a los nietos de aquellos andaluces y extremeños… pero eso es otra historia.

Por eso siempre decía JOPACH que trabajando en la farmacia de Parets del Valles, parecía que no había dejado su pueblo ya que la mayoría de la gente eran de esas zonas a las que me he referido anteriormente. Un mes antes de Navidades, se incrementaba la sensación de estar en Guadalcanal, porque todos los años vendía un montón de papeletas de lotería de las Hermandades del pueblo. Aquí empezó a conocérsele como Pepe el de la farmacia. Cuando sufrimos una gripe malísima allá por los años 70, que duraría sobre cuatro semanas, las mismas que ese buen hombre, no tuvo ni días ni noches. Estaba al servicio de quien lo necesitara las 24 horas del día y sobre todo con el humor que le caracterizaba. Había escrito cartas al analfabeto, leído al que no comprendía y avalado a quien lo necesitaba. La farmacia era la oficina del pobre y respuesta al afligido. Dónde acudían los niños a que los curaran de las pedradas, el abuelo a administrarle su dosis de insulina, enfermos a buscar aliento y hasta las parturientas a pedir consejo. Heredero de la buena praxis de su padre, atendió a miles de personas como practicante, no intrusista decía él, ya que había una ley que le daba operativa a la oficina de farmacia, para administrar inyectables y medicación.

Hombre de gran positividad, agudeza y empatía, con un discurso ligado a las andanzas de jovenzuelo por el pueblo de su alma, que no eran más que las mismas de aquellas personas que formaban parte de una nueva población, en la que todos habían coincidido.

            La relación de Pepe el de la farmacia con la familia Isern empezó en Guadalcanal en 1951, cuando contaba con 17 años y sólo se interrumpió profesionalmente durante el servicio militar y desde 1961 que estuvo tres años trabajando como administrativo en la Hanster Möller, una empresa de maquinaria agrícola, para continuar en Parets del Vallés en 1964 con toda la familia y la nueva propuesta de empleo de Don Joaquín de retomar el trabajo en la farmacia ante la posibilidad de traslado a otra parte de la empresa de tractores. Así que continuamos vinculados a la farmacia y viviendo en unas calles con nombres tan curiosos como General Zumalacárregui o Condestable de Portugal, nombres históricos de gente carlista y que Don Joaquín, cuando fue alcalde de Parets, se encargó de nombrar las calles con sus personajes, hasta tal punto que la farmacia estaba situada en la calle Conde de Montemolín (título que adoptó Carlos Luis de Borbón como pretendiente carlista al trono de España, antigua encomienda de su padre, Carlos María Isidro de Borbón 1833, otra de esas guerras civiles que en una España de apenas 12 millones de almas se llevó a 200.000).

            Así transcurría nuestra niñez en tierras catalanas, siempre oyéndole contar las historias de Guadalcanal, ese pueblo de la Sierra Norte de Sevilla que siempre llevó en su corazón, y el amor por él que supo transmitir a sus hijos, nietos y biznietos.

            Desde 1992, año en que regresó del exilio catalán, JOPACH empezó a participar con sus artículos en la revista de Guadalcanal, artículos que al poco de fallecer su esposa el 14 de noviembre de 2016, empezó a recopilar y a encuadernar con el título de “Antología de las cosas de JOPACH”, de tal forma que antes de fallecer, había distribuido por la familia su emocionante obra.

Era un hombre único, siempre con algo que contar y lo más difícil, siempre dispuesto a hacer reír a los demás. Carismático y siempre alegre, no hay momento en nuestras vidas que recordemos que no lo estuviera. Nunca mostraba preocupaciones ni se quejaba por nada, a pesar de tener sus motivos. Un hombre cercano, trabajador y de su familia. Una maravillosa persona pendiente siempre de los demás y sobre todo de su Carmela. Pero dicen que detrás de un buen hombre siempre hay una buena mujer… pues esa Carmela, inigualable, su esposa.

Aparte de su sentido del humor, le caracterizaban su religiosidad, su facilidad para hablar hasta con las estatuas, su meticulosidad para archivar y empaquetar absolutamente todo, su máquina de escribir eléctrica y sus numerosos escritos, bien dirigidos a familiares, clérigos o empresarios a los que criticaba la calidad de sus productos, bien destinados a cumplir con su vocación periodística que la reflejaba a través de sus colaboraciones con la Revista de Guadalcanal.

Tras morir su esposa, dedicó sus esfuerzos a recopilar sus cartas, reflexiones y artículos y a esta compilación la tituló como: Antología de las cosas de Jopach. Muchas veces nos contaba que cuando me pongo con el libro, me puedo pasar 8 o 10 horas con ello y no me doy ni cuenta. Así que tras muchas horas, formó un libro de 119 páginas tamaño DIN A4, encuadernadas con una anilla negra y tapas color azul oscuro. Todo a máquina. Tras el índice, el prólogo y una breve oración a la Virgen de Guaditoca, a continuación indica lo siguiente:

PROLEGÓMENOS DE ESTA ANTOLOGÍA

Aunque mi capacidad intelectual es nula y queriendo superarme

yo mismo con un gran esfuerzo, he ido desgranando año tras año

estos rebuscados artículos para conocimiento de mis paisanos

y especialmente para dejarle a los que me sucedan este pequeño bagaje

 de cultura pueblerina que mis nietos y biznieta si son cultos

sabrán valorarlo y tal vez digan:

“QUE COSAS TENÍA EL ABUELO”

Esta Antología es la mejor de las herencias. Es un tesoro. A cada artículo le precede un breve resumen o reflexión acerca de su elaboración. Hay textos de todo tipo y cada cual más original: “Centenario de la visita del padre Tarín a Guadalcanal”, “Estipendio de las Iglesias”, “Emigrantes”, “El vino ya no es droga dura”, “Los humos de la feria”, “Elixir de fantasía” o “Los Bebeagua”, son algunos de los títulos. Gracias a esta obra permanece aun más vivo el recuerdo de nuestro padre y abuelo e incluso de Carmela, su esposa y nuestra madre y abuela, pues ambos eran un binomio inseparable y de ello da buena cuenta este trabajo.

            Guadalcanal era su tierra prometida. La patria chica, como él la llamaba. Aquél lugar más mental que físico siempre presente en su emigración, del que siempre hablaba y al que siempre soñaba con volver. A todos transmitió ese amor por su pueblo.

El 20 de diciembre de 2017, Jopach emprendió un nuevo y definitivo viaje. Si tuvieron ocasión de conocerle piensen en algún momento grato que pasaron a su lado. Seguro que hay muchos.

En 2010 la revista de Semana Santa de la Hermandad del Museo publicó una poesía que Jopach divulgó en la Revista de Ferias de Guadalcanal del mismo año y que recoge en su Antología. Se titula “Cuando yo me vaya… Reflexiones en la tercera edad”, que por su belleza, lo premonitorio de la misma y en su memoria, queremos transcribirla:

Próxima estación: Guadalcanal

  CUANDO YO ME VAYA… Reflexiones en la tercera edad    
Cuando yo me vaya… quiero marcharme en silencio, sin hacer apenas ruido, sin avisar que me muero, sin sembrar ninguna alarma, sin que nadie sufra por ello,   Cuando yo me vaya… el Sol seguirá en el cielo, el azahar en el aire, y el olor en el romero.   Cuando yo me vaya… algunos amigos viejos se estremecerán de pena al saber que ya no vuelvo.   Cuando yo me vaya… llorarán de desconsuelo, mis hermanos, mi familia,             mis hijos y mis nietos.Cuando yo me vaya… seguro que irán al cesto, mis libros y mis recuerdos, pero de todas mis cosas sólo me llevaré tan lejos, el cariño de mis hijos que es la huella que dejo Mi orgullo y satisfacción, El equipaje perfecto.   Cuando yo me vaya… Y llegue el final postrero, Me encontraré con los seres, Que en la tierra me quisieron. Y al presentarme a María, Que mi pueblo tanto invoca,                Me llenaré de alegría.   MADRE MÍA DE GUADITOCA

José Parrón Chaves

(Guadalcanal 7 de abril de 1934/Sevilla 20 de diciembre de 2017)

Relato formado con los recuerdos de sus hijos Antonio y José Joaquín Parrón y de sus nietos, Inmaculada, Alonso y Rodrigo Parrón.

Con José Parrón estuve hablando en octubre de 2017, exponiéndole mi deseo de que colaborara con sus recuerdos para iniciar uno de los capítulos de este libro. A él le gustó la idea y quedamos en que lo prepararía. Como han leído el 20 de diciembre falleció inesperadamente, sin que pudiera enviármelos. Gracias a sus hijos y nietos hemos podido recuperar parte de sus recuerdos que ustedes acaban de leer. Gracias a don José Parrón, por todos los artículos que escribió en nuestras Revistas de Semana Santa y de Ferias, y a sus hijos y nietos, por ofrecernos estos recuerdos.

Este año 1949 se inicia con la incorporación de nuevos enseres para la Semana Santa de Guadalcanal. El paso de Cristo Yacente se adquirió en este año y procesionó en él. Está compuesto por una magnifica urna rectangular, con adornos tallados barrocos y rematada por la figura del Pelícano, alusiva al sacrificio del Redentor, acompañada en las cuatro esquinas por figuras de angelitos.

Siguen las imágenes y enseres en este nuevo año, ya que el 2 de enero leemos en la Hoja Parroquial entre otras noticias la siguiente: El próximo día 6, fiesta de la Epifanía del Señor, se bendecirá en la iglesia de la Concepción la nueva imagen de Santa Teresita. La imagen ha sido donada a la parroquia por María Jesús Vázquez de Jaurrieta. También ha regalado a la Hermandad de la Patrona unos candelabros de cerámica, para la capilla de la Virgen de Guaditoca.

Buenas noticias para el nuevo Mercado de Abastos, el 8 de abril de 1949 se aprobó por unanimidad la ejecución de las obras para sustituir de la cubierta los elementos partidos, según presupuesto de los arquitectos: Antonio Delgado Roig y Alberto Balbantín de Hortas.

La Compañía Sevillana de Electricidad de Sevilla, envía escrito al Ayuntamiento en el que comunica el deseo de revisión del contrato de fecha 10 febrero de 1940, sobre el alumbrado público de la población. Se acuerda rescindir el citado contrato a su finalización el 10 de febrero de 1950.

Nuevos cambios se van a producir en el Ayuntamiento, como consecuencia de las elecciones municipales. La sesión extraordinaria del día 6 de febrero, tuvo como objetivo el de constituir el nuevo Consistorio, que quedó de la siguiente forma:

AlcaldeFrancisco Gómez del Valle
Representación Cabezas de FamiliaRafael Jiménez Palacios
 José Arcos Rivero
 José de la Hera Moreno
Representación SindicalMiguel Chaves Álvarez
 Juan Gordón Galván
 Juan José López Gómez
Representación de EntidadesAntonio Palacios Nogales
 Melitón Spínola Álvarez
 Ignacio García García

Por el escrito de la Delegación de Hacienda, tenemos noticia de la aprobación del Presupuesto Municipal para el año 1949, por un importe total de 633.772 pesetas.

El concejal Melitón Spínola Álvarez, solicita cesar en las Comisiones a las que está adscrito, por no poder atenderlas por su enfermedad. Se aprueba su cese en la comisiones, y se nombra a José de la Hera Moreno, para sustituirle.

Se da cuenta del fallecimiento el día dos del corriente mes, del oficial primero de secretaría Fernando Vargas Soriano, después de 37 años de servicio a este Ayuntamiento. Se acuerda trasladar nuestro más sentido pésame a su viuda, Carmen Ceballos Recio.

Seguro que muchos se han preguntado, qué pasó con las campanas de la iglesia de San Sebastián, cuando el edificio se vendió al Ayuntamiento. Gracias a la Hoja Parroquial del 1 de mayo, en su apartado de las noticias parroquiales informaba que se habían terminado las obras en distintas iglesias y capilla del pueblo y adaptación de la nueva sacristía, que habían sido costeadas con la venta de la campana de la iglesia de San Sebastián, vendida por la Superioridad.

Gracias también a la Hoja Parroquial del 22 de mayo, sabemos que se encontraba expuesta por aquella fecha en el escaparate de la librería religiosa de San José, en Sevilla, la imagen de Nuestra Señora de Fátima que había sido donada por una agradecida familia muy devota de la Virgen. El domingo 12 de junio fue bendecida la imagen en el Paseo de El Coso y fue procesionada por diferentes calles de Guadalcanal, hasta llegar a la parroquia de Santa María.

El 6 de julio, la prensa informaba de un hecho luctuoso: En Guadalcanal se ha descubierto un crimen, del que ha sido víctima el industrial de dicho pueblo Antonio Gil González, de sesenta y cuatro años, quien apareció en la mañana del domingo en el interior de su establecimiento, con la cabeza destrozada y numerosas contusiones en distintas partes del cuerpo, producidas por apaleamiento. La Guardia civil de Sanlúcar la Mayor ha conseguido una importante pista, según la cual parece que están detenidos los autores del asesinato. Ayer marchó a Guadalcanal el jefe de la Brigada Criminal, para hacerse cargo de los detenidos e iniciar el proceso de este crimen, cuyos móviles se ignoran hasta ahora.

El 17 de junio se aprueba la pavimentación de las calles 19 de agosto, General Franco y Guaditoca.

Se informa que como consecuencia de la sequía reinante, la fuente del Paseo de El Coso, había experimentado una sensible disminución en su caudal, dando lugar a que carezca de agua potable un gran sector de la población y quedando sin abrevadero el ganado. Se aprobó con carácter urgente la adquisición de un motor de gasoil para extraer agua del pozo.

Se aprueba conceder un permiso por enfermedad, al Jefe de los Municipales, José Mª Bernal Álvarez.

Por una instancia suscrita por el médico José Llinares Llinares con fecha 18 de octubre de 1949,  en la que reclama una serie de quinquenios no cobrados, sabemos que comenzó a trabajar en Guadalcanal en el año 1934. En total residió en Guadalcanal 30 años, ya que falleció el 2 de septiembre de 1964.

También por la Hoja Parroquial del 25 de diciembre, nos llega la noticia de que la Hermandad Sacramental existe en Guadalcanal desde el año 1876 y que durante las misas del 18 de diciembre se celebraron una serie de reuniones para informar y solicitar la cooperación de los fieles para adquirir la imagen del Resucitado. Terminadas las reuniones, la Junta de Gobierno quedó facultada para la adquisición de la nueva imagen, que estará presente en la Semana Santa de 1950.

El 27 de diciembre de 1949, se realiza el último Pleno del año y en él se da cuenta del escrito del Director General de la Guardia Civil, en el que solicita a título orientativo el emplazamiento, orientación y superficie del solar ofrecido por el Ayuntamiento para la construcción del nuevo Cuartel de la Guardia Civil, según proyecto del arquitecto, Enrique García Ormaechea.

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