Guadalcanal año 1950
Tengo que decir que, desde mi memoria más temprana, mi familia nunca pasó el verano en Sevilla y siempre veraneábamos en algún pueblo. Recuerdo haber veraneado en Chipiona; compartiendo casa con otro matrimonio amigo de mis padres, en Sanlúcar la Mayor, el pueblo de mi madre; en Corte Concepción, una aldea perdida cerca de Aracena; en Guadalcanal y, por último, en Sanlúcar de Barrameda.
Pocos recuerdos guardo de Chipiona y de Sanlúcar la Mayor, pero los cinco años que veraneé en Guadalcanal, de 1.952 a 1.957 fueron fructíferos y llenos de experiencias hasta el punto que lo consideré, desde el primer momento, como mi pueblo y yo que, en más de una ocasión, lamenté no haber nacido en uno, me sentí consolado cuando me atribuí, sin que nadie me invitara a ello, el título de hijo adoptivo de este pueblo serrano.
Viajar a Guadalcanal era, de entrada, una hermosa aventura
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