Pintura de Moisés Bernabé, para la portada del libro Micrófilo recuperado 1
Hace varios años, concretamente en febrero de 2011, Manuel Álvarez Machado, residente en Madrid, facilitó a nuestro amigo José Mª Álvarez Blanco, dos archivos en formato PDF que contenían en total 489 fotografías de un cuaderno manuscrito por nuestro paisano Juan Antonio de Torre Salvador “Micrófilo”. El propio Álvarez Machado, había dado cuenta del contenido de este manuscrito en la Revista de Guadalcanal de 2010, pp. 29-34, y le pidió a mi amigo Pepe Álvarez, editor conmigo de estos dos libros, que se encargara de la transcripción, a lo cual accedió gustoso.
Terminada mi labor como concejal de Cultura y Patrimonio del Ayuntamiento de Guadalcanal, retomo la de presidente de la Asociación Cultural Benalixa, acometiendo el trabajo, junto a Pepe Álvarez, de la publicación del manuscrito, precedida por una nueva edición de Un capítulo del Folk-lore Guadalcanalense, basada en la primera publicación del año 1891.
Debido al volumen que ocupan estos escritos, 700 páginas, hemos decidido editarlo en dos libros de 350 páginas, que además facilitará la lectura de los mismos.
Quizás, la pregunta que se estarán haciendo sea, por qué nos ponemos a reeditar las obras de este escritor guadalcanalense de mediados del Siglo XIX, del que poca memoria queda, ya que ni existe la calle que en su día le dedicaron, ni se conserva el nicho donde fue enterrado a su muerte, como más adelante explicamos.
En primer lugar, quisiera comentar que no tienen suerte los escritores nacidos en Guadalcanal, por un lado, mueren muy jóvenes, tanto el escritor del que nos ocupamos, como de López de Ayala, los dos murieron con cincuenta años, Andrés Mirón, con algunos años más, murió trágicamente en un accidente de coche, hace 20 años. Luis Chamizo, que, aunque no nació, pero vivió muchos años en Guadalcanal, también murió muy joven.
Por otro lado, parece que hacemos esfuerzos para tratar de eliminar cualquier vestigio de ellos. Tenemos el caso de López de Ayala, que sus últimos descendientes se ocuparon de borrar todos los vestigios que de él quedaban en su casa, vendiendo muebles y otros enseres, así como la biblioteca que tenía el autor y quemando fotografías y el resto de documentos. Por último, la casa también fue vendida.
En el caso de Micrófilo, también hemos hecho lo posible por eliminar cualquier cosa que nos pueda recordar al autor de Un capítulo del folk-lore guadalcanalense, además de quitar su nombre del callejero de Guadalcanal, desapareció su sepultura y pocos años antes de la guerra, sacaron de su casa en la calle Guaditoca, su biblioteca completa y la quemaron.
Nuestro objetivo al publicar estos dos libros, es que quede constancia de la labor desarrollada por este vecino nuestro, que conoció y trató a muchos personajes de su época, llevando el nombre de Guadalcanal por cualquier lugar por donde pasó.
Además de los documentos encontrados, en el libro en primer lugar aparece el que dedicó al folk-clore de Guadalcanal, para que sea conocido por todos nuestros vecinos actuales, que van a recordar ―los más mayores― las canciones que cantábamos en nuestros juegos de niñez y juventud y que, a lo mejor, alguna de vuestras abuelas, os la ha cantado alguna vez, por ejemplo:
Una mota me cayó;
San Pedro me la quitó;
Con la leche de María
Ya`stá la mota caía.
O esta otra:
Po la seña,
De la caná,
Comítosino,
Me jhiso ma;
Cay’ una teja,
Mat’ una bieja;
Cay’un tejón;
Mat’un biejón;
Cay’un ladriyo,
Mat’un chiquiyo,
Qu’estaba m…
e`ner Cotorriyo
Después aparecerán poemas de distintas épocas, con todo tipo de poesías, de amor y crítica, por ejemplo:
Salve
Dios te salve María…
¿De qué? De una pasión como esta mía.
Imposible
Me dicen que te olvide
e hiciéralo si yo
creyese que era vida
la vida sin amor.
Si a olvidarte llegara
mi pobre corazón
¡Oh, Dios que amarga vida
la vida sin tu amor!
¿Qué importa que a la muerte
condúzcame veloz
tu amor, si solo es vida
mi vida por tu amor?
***
Por último, lo más amplio, las denominadas por el autor como Latas poéticas, que fue una colaboración periodística diaria, que ocupan el resto del libro. Se trata de 196 composiciones en verso de carácter satírico sobre la actualidad política sevillana entre 1892 y 1894.
VII
¡Qué bien gobernaba Sancho!
Con que tino y que prudencia
Dominó en la Barataria
Ínsula toda contienda
Feliz memoria la suya,
Cuándo aún viva se conserva
Y no hay uno que la ignore
En nuestra patria ni fuera.
Que tiene mejor estrella
Y aun mejor panza que el otro,
Con ser la de aquel tan buena
Que Panza tuvo por mote;
Cual si hubiera Panza y media.
José María Álvarez, ha completado todo el libro, con unas enriquecedoras notas a pie de página, que nos permiten informarnos del sentido de muchas de sus palabras y personajes que nombra Micrófilo.
Pintura de Moisés Bernabé, para la portada de Micrófilo recuperado 2
Y qué sabemos de Micrófilo: Juan Collantes de Terán, nos decía:
“Juan Antonio de Torre Salvador, nació en Guadalcanal el día 15 de diciembre de 1857, hijo de Lucas de Torre y de Salomé Salvador. Era su padre natural y vecino de Llerena; ascendencia soriana y palentina llevaba en su sangre, lo mismo que su madre que llega al pueblo acompañando a sus hermanos sacerdotes, quienes ejercerán su ministerio sagrado junto con la administración de diversas fincas.
Micrófilo se casó dos veces y del primero de sus matrimonios tuvo una única hija, Ana María de Torre Franco-Romero, que murió el mismo año de su padre, a los diez y ocho años, a consecuencia de una tuberculosis pulmonar.
Muy joven comienza a colaborar en importantes revistas científicas y literarias españolas, especializándose enseguida en estudios sobre antropología, etnografía y folklore, manteniendo estrecha amistad con Antonio Machado Álvarez, padre de los poetas Antonio y Manuel Machado.
Formó parte de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces y asistió con frecuencia a las más importantes tertulias sevillanas de la época, caracterizándose por su espíritu mordaz y cáustico. Ingresó en la masonería donde alcanzó grados muy elevados, tanto en el rito escocés como en el memphis.
En 1884 creó en Guadalcanal la sociedad local “El folklore de Guadalcanal”, siendo una de las pocas creadas en la provincia de Sevilla. Era Torre, además, desde muy joven redactor y colaborador de La Enciclopedia, una revista científica y literaria, El Alabardero, El Posibilista, un diario democrático de intereses materiales, ciencias y noticias, según se expresaba en un subtítulo, “Folk-re Andaluz”, entre otros; escribió en varias ocasiones en el Boletín Folk-lórico Español, en el periódico satírico Perecito, en El Aviso, Miscelánea y otros. Asimismo, fue director de El Pacto, un periódico republicano federal que se publicaba en Sevilla entre 1886 y 1887; también fue el último director de El Cronista, diario político mercantil, así como del seminario festivo titulado Sevilla en Broma, que comenzó a publicarse en abril de 1883 y sólo alcanzó diez y seis números. Colaboró igualmente en periódicos y revistas extremeños.
Enfermo de una grave lesión pulmonar residió los últimos años de su vida en Guadalcanal. Aquí murió y la fría redacción del acta de defunción no puede ser más escueta y trágica; dice así: “En Guadalcanal, a las once del día ocho de febrero de 1903. Juan Antonio, edad cuarenta y cinco años, ocupación propietario, domicilio en calle Guaditoca número 6, murió a las diez y seis horas del día 7 de febrero en su domicilio, a consecuencia de un ataque de disnea // Estaba casado en el acto del fallecimiento con doña Aurora Fuster Gallardo y que lo estuvo en primeras nupcias con doña Ana Franco-Romero y Castelló, de cuyo matrimonio deja una hija menor de edad, llamada María de Torre Franco-Romero.// Que no otorgó testamento y que a su cadáver se habrá de dar sepultura en el Cementerio Civil de esta población”.
Hace algunos años Pedro Porras y Juan de Collantes, con la ayuda de Rafael Caballero, “Rajamanta” el sepulturero, pudieron reconstruir trozo a trozo la lápida de mármol que inútilmente, debido a la acción del tiempo, cerraba de mala forma su sepultura. Entonces pudieron averiguar, según se expresa en la piedra, que fue costeada como “tributo de amistad de D. Sebastián Gómez Ferreira”. Era entonces también lo que quedaba del recuerdo de un importante personaje de Guadalcanal; y como ocurre con frecuencia, la trágica frecuencia de siempre, en este caso la tierra no le fue leve en su tierra.
Nuestro recordado Juan de Collantes, no llegó a conocer el final de la sepultura de Micrófilo, ya que, en el último tercio del Siglo XX, el cementerio civil fue clausurado y sobre él construyó el Ayuntamiento un almacén. Recabada información sobre los restos de Juan Antonio de Torre Salvador, nos informaron que antes de proceder a la clausura del cementerio, dirigieron escrito a los familiares de los que allí estaban enterrados y se procedió a su enterramiento en el actual cementerio. En el caso de Micrófilo, al no existir descendientes conocidos, quedaron definitivamente enterrados bajo la estructura del nuevo almacén.
Hace varios años, Pepe Álvarez redactó un texto de lo que podría ser un azulejo que recordara a Micrófilo en nuestro pueblo que dice así: EN MEMORIA DE JUAN ANTONIO DE TORRE Y SALVADOR “MICRÓFILO” (GUADALCANAL 1859-1903). PERIODISTA, POETA Y FOLKLORISTA AUTOR DE “UN CAPÍTULO DEL FOLK-LORE GUADALCANALENSE”, EDITADO EN SEVILLA EN 1891. SU PUEBLO AGRADECIDO. Guadalcanal, XX-YY-ZZZZ.
Quizás la publicación de estos dos libros, podría ser un pretexto para dedicar a nuestro ilustre vecino, esta placa recordando que aquí nació y murió. Aprovechando la presentación que hice del libro en la Biblioteca Municipal, le hice llegar a nuestra alcaldesa esta idea y esperamos poder ver estos azulejos en nuestra biblioteca.
Pepe Álvarez amplia su historial en la parte del prólogo realizado por él, donde nos dice: “Rico propietario y amante desinteresado de la belleza, jamás esgrimió su pluma, estimulado por el lucro, sino que se puso siempre al servicio de todas las causas justas, sin esperar otra remuneración que muchos disgustos y no pocos procesos.”
De todos los escritores nacidos en Guadalcanal, Micrófilo es quizás quien presenta unas características más singulares, tanto en el plano personal como profesional. Fue un hombre de gran cultura, agnóstico conocedor a fondo de las Escrituras (quizás sus tíos sacerdotes se las enseñaron cuando niño), reconocido masón, y de acreditada ideología republicana la cual mantuvo firmemente, pero que gozó del respeto y la amistad de los intelectuales de su tiempo,
tanto de derecha como de izquierda, que valoraban su inteligencia y conocimientos y a quienes a su vez admiró por su valía, sin hacer distinciones por la ideología que mantenían. En alguna ocasión fue objeto de querellas judiciales fruto de la contundencia de sus escritos y de la intolerancia de sus oponentes.
Micrófilo que vivió en la segunda mitad del convulso siglo XIX y murió en los albores del XX, asistió a los estertores del reinado de Isabell II, la proclamación de la Primera República (de cuya forma de gobierno se declaró siempre partidario, y cuyo manifiesto firmó su paisano Adelardo López de Ayala), la Restauración borbónica con Alfonso XII, y el desastre del 98. Entre las personalidades con las que se relacionó están Leopoldo Alas (Clarín), Antonio Machado Álvarez (Demófilo), padre de los poetas Antonio y Manuel) y Francisco Rodríguez Marín. También de su relación con Menéndez Pelayo se conservan varios textos que demuestran la admiración y el respeto que Micrófilo tenía hacia el polígrafo santanderino, y sobre los que hacia él tenían sus contemporáneos.
Micrófilo dominaba la lengua francesa, siendo su principal traducción la de Cristo en el Vaticano, atribuida a Víctor Hugo.
Sus poesías acerca de los temas más variados se encuentran dispersas en los numerosos periódicos del S. XIX muchos de ellos, si no casi todos, incompletos en las diversas hemerotecas consultadas. Una amplia muestra representativa de sus versos es la contenida en la presente edición, transcritos del manuscrito en poder de Manuel Álvarez Machado.
De la edición de estos dos libros, queremos agradecer al Ayuntamiento su apoyo y a la Diputación de Sevilla, el haber impreso los mismos. También a Moisés Bernabé que es el autor de las dos pinturas de las portadas y a mi hija, Úrsula Gómez Miguélez, por la maquetación del libro y las cubiertas.
Nada más, muchas gracias por vuestra atención y esperamos que os guste la lectura de los dos libros.
José María Álvarez Blanco e Ignacio Gómez Galván
Guadalcanal, 29 de febrero de 2024