Guadalcanal en un célebre tratado de caza medieval: el Libro de la Montería de Alfonso XI

Mª Dolores Gordón Peral – Profesora Universidad de Sevilla – RG año 2006

Dedico este trabajo a la memoria de mi padre, Antonio Gordón Bernabé, de Guadalcanal, que supo transmitirme su profundo amor por la tierra que le vio nacer.

            El Libro de la Montería es un tratado de caza elaborado a mediados del siglo XIV que sirvió al rey Alfonso XI de guía cinegética. El libro ofrece todo tipo de consejos para una óptima organización de las cacerías según la época del año, las condiciones climáticas concretas y el tipo de presa, reuniendo valiosas instrucciones (en gran medid, de tradición arábica) para el tratamiento médico y quirúrgico de los perros de caza, y narrando diversas anécdotas sobre la materia. De especial interés resulta la descripción, sorprendentemente precisa, de los más diversos parajes de la mayor parte de la Península Ibérica. Destaca de forma especial la enorme cantidad de lugares que se mencionan con su nombre tradicional: se ha calculado un total de más de nueve mil topónimos menores que se enumeran a lo largo de los 359 folios de que consta el manuscrito.

            También el área de Guadalcanal es objeto de una minuciosa descripción, que permitirá al lector familiarizado con su tierra reconocer de inmediato una serie de nombres de lugares que aún hoy, setecientos años después, siguen empleándose para identificar los sitios. Transcribo a continuación literalmente los pasajes en cuestión:

El Arroyo del fresno, que es entre Caçalla et Guadalcanal, es buen monte de puerco; et a las vezes ay osso. Et es buen monte de yuierno et en el comienço del verano. Et es la bozería desde en par de la casa de Johán Royz fasta en asomante de la casa de Sancho Garçia, el carnicero, por çima del Arroyo del Fresno. Et son las armadas entre la casa de Sancho Garçia, et el Río de Benalixa, et es otra armada en  cima de la casa de Sancho Garçia, cerca de la bozería.

El Tamuioso que es entre Guadalcanal et Azuaya es buen monte de puerco en yuierno et en el comienço del verano, et a las vezes ay osso. Et non ay bozería, saluo monteros quel hablen de encima de las Cabezas del Guiio. Et son las armadas en el enzjnalque entre este monte et los bodegones que están en el camjino, desde el colmenar que fue de Pero García de Magaz por el Arroyo del Tamuioso ayuso.

El monte de la Parrilla es buen monte de puerco. Et a las vezes ay osso en yuierno, et en el comienço del verano. Et es la bozería por el çerro que es entre el Río de Benalixa et la Senda de las Rocas, fasta en derecho de la Cabeça del Catalán. Et son las armadas la vna al colmenar de Sancho Muñós, et la otra al colmenar de Martín Esteuan. 

La Sierra de Johán Peres es buen monte de osso et de puerco en yuierno et en verano. Et en la bozería por cima de la sierra. Et son las armadas en la Assoiuela, camjno de Guadalcanal; et la otra entre la Sierra de Johán Peres et la Cabeça de la Palma, en el camjino que va a la Peraleda. (fol. 272 v.)

La Ladera de Agua de Toca es buen monte de puerco en tiempo de panes, et a las vezes ay osso en tiempo de las vuas et de los panes. Et es la bozería por çima de la cumbre  de la sierra. Et son las armadas al arroyo; et es otra armada en el cabeçuelo que esta allende del arroyo (fol. 275r.)

La Sierra de Hayón es buen monte de puerco en yuierno, et a vezes ay osso. Et son las bozerías la vna desde los Veneros fasta la senda que ua de Guadalcanal a las casas de don Berenguer; et la otra bozería es entre los guijos et esta sierra, sobre el moljno de Alfonso Peres. Et que estén omnesque deseñen en cima de la cumbre, et son las armadas la vna a la Xara de Cordobilla, et la otra a Sancta  María de Lara, et la otra deyuso del moljno de Alfonso Peres (fol. 276 r.)

Un primer hecho que nos llama la atención son las continuas referencias a la fauna de interés cinegético: en la época videntemente abundaban aún no sólo los jabalíes (“puercos” en el texto), sino también los osos, en algunas zonas todo el año, en otras en determinadas temporadas (“en tiempo de las uvas /  de los panes”, etc.). Los nombres de los lugares de importancia para la caza –bien como punto de referencia geográfica, bien como sitios adecuados para la instalación de las “vocerías” (lugares donde un grupo de monteros espantaba con sus gritos a los animales salvajes) y las “armadas” (puntos donde otros cazadores se emboscaban para acechar a las presas que huían- llevan en parte nombres conservados hasta hoy, en parte nombres ya perdidos, tanto de origen anterior a la Reconquista como creados mediante el léxico castellano. Encontramos lugares que derivan su nombre del propietario o de un dueño anterior (que, como mucho, debió haber vivido un siglo antes, pues la cristianización de la región era aún reciente en la fecha de redacción del libro): La Casa de Johán Roiz, La Casa de Sancho Garçía El Carnicero (personaje sin duda vivo aún en la fecha de redacción del libro, a juzgar por la alusión a su oficio), El Colmenar de Pero García de Magas, La Cabeça del Catalán (ha de tratarse de un donadío concedido como recompensa por los servicios prestados en la reconquista), El Colmenar de Sancho Muñós, El Colmenar de Martín Esteuan, La Sierra de Johán Peres, Las Casas de don Berenguer, El Moljno de Alfonso Peres. Otros topónimos hacen referencia a características naturales del terreno que designan, como vegetación típica (El Arroyo del Fresno, El Tamuioso “lugar poblado de tamujo”, La Cabeça de la Palma, La Peraleda, El Monte de la Parrilla), determinadas formas del terreno (Cabeças del Guiio; como guijo se designaba en la lengua medieval a una elevación con cima en pico;  El Cabeçuelo, diminutivo de cabezo “cerro”), a la abundancia de agua (Los Veneros), o a actividades humanas que habían dejado huellas visibles (La Senda de las Roças “terreno rozado”, varios colmenares, casas, molinos, etc.). A estos nombres fáciles de interpretar lingüísticamente gracias a su origen castellano se suman otros cuya creación remonta a capas lingüísticas anteriores a la Reconquista: además del nombre de la localidad, Guadalcanal (que suele interpretar como formación híbrida árabe-mozárabe wadi “río” + canal), destaca la mención del santuario más venerado: Guaditoca, que aparece en este texto en su primera atestiguación, si bien un tanto deformado por influencia de una etimología popular fácil de comprender (el primer elemento del nombre, Guadi-, se asocia con la voz castellana agua: Agua de Toca). Otro nombre anterior a la implantación del castellano en la región es Belanixa, forma sin duda de origen árabe antroponímico, basada en el árabe ibn “hijo de” (<ibn Alixa) nótese, además, la forma medieval del nombre, que demuestra rotundamente que la grafía moderna Benalijar, que figura en muchos mapas y letreros oficiales, no es sino una ultracorrección que pretende evitar lo que erróneamente se cree una pérdida dialectal de la –r final, por lo que carece de todo fundamento y debe evitarse, Cabe destacar, finalmente, la gran tenacidad con que se mantienen esta denominaciones tradicionales, acuñadas por el pueblo hace muchos siglos (y en algunos casos incluso milenios). De hecho, son bastantes los nombres presentes en los pasajes arriba reproducidos que conservan vitalidad hasta hoy, aun cuando en muchos casos las formas se han vaciado de contenido al haber desaparecido del lugar designado la realidad que en el momento de su creación inspiró el topónimo; así perdura hay hoy, de los nombres medievales citados en el texto, no sólo el nombre de la población originariamente hidrónimo, Guadalcanal, sino también Guaditoca, Benalixa, Los Veneros, Arroyo del Fresón, El Guijo, El Tamujoso, La Jayona (que figura en el texto como Sierra del Hayón), La Parrilla, entre otros.

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