Guadalcanal año 1938

El 30 de enero, se formará en Burgos el primer Gobierno Nacional de España, en el que Francisco Franco asumirá oficialmente todos los poderes, entre ellos, los cargos de Jefe de Estado y de Gobierno.

     También poco a poco, Europa se va acercando al inicio de la II Guerra Mundial, ya que el 4 de febrero, en Alemania, Hitler se autoproclamará comandante supremo de las Fuerzas Armadas. En la noche del 9 al 10 de noviembre, los nazis destruirán los establecimientos judíos, en la denominada Noche de los cristales rotos.

     En Guadalcanal, el 31 de enero de 1938, celebró la Comisión Gestora su primera reunión del año, presidida por el alcalde Guillermo Alvarado Moreno y los gestores, José Arcos Rivero y José Yanes Criado y el secretario Adrián Salinas Carrasco. Por las actas de esta reunión, tenemos noticias de los siguientes asuntos: Fue aprobada la liquidación del presupuesto de 1937. Quedan enterados los asistentes de la comunicación de la Compañía Sevillana de Electricidad en la que manifiesta haber adquirido la fábrica que suministraba la energía eléctrica a este pueblo. Acuerdan conceder sin exacción de derechos el nicho nº 450, donde yace el cadáver del soldado del Regimiento Caballería de Taxdir nº 7, fallecido en este pueblo, José González Sotomayor, con carácter de perpetuidad. La Comisión aprobó la colocación de árboles en la calle Santa Clara. Se acordó facilitar a la Diputación provincial, la grava necesaria para asfaltado de la calle Menéndez Pelayo.

     Durante el transcurso de recopilación de material para este libro, visitamos el 7 de mayo de 2014 a José Muñoz Sánchez en la Residencia de Ancianos Hermana Josefa María, de Guadalcanal, donde se encuentra en compañía de su esposa Petra Criado Heredia, que falleció posteriormente a principios de 2015.

     José Muñoz Sánchez, a punto de cumplir 95 años (nació en Guadalcanal el 27 de mayo de 1919) -su esposa tenía 96 años- nos explicó:

     En el inicio de la guerra civil estaba en la finca La Blancura de Cazalla de la Sierra, así que no me enteré de nada de lo que pasó en Guadalcanal. Allí seguí hasta el año 1937, que con 18 años me incorporé al Regimiento de Infantería Granada nº 6, que estaba en la Plaza del Duque, de Sevilla.

     Nos llevaron a Peñarroya para realizar la formación y allí caí enfermo y me tuvieron que ingresar unos diez días en un hospital de Córdoba.

     Me volví a incorporar a Peñarroya y de allí nos llevaron a Bélmez al frente de Monterrubio de la Serena. Recién llegados nos atacó la aviación de la República y hubo muchos heridos y personas que las traían sin brazos o sin piernas. De allí pasamos al cerro de Almadenes, que está junto a Almadén de la Torre.

     En 1939 me incorporé a Badajoz en el Regimiento Menacho y al año siguiente estuve haciendo vigilancias por varios pueblos de la Siberia Extremeña, en los pueblos de Castuela, Don Benito, Orellana la Vieja, Valdecaballeros, Herrera del Duque y Campanario.

     Después estuve de furrier en Mérida y desde allí al mando de un Capitán que era de Córdoba, trasladaron a toda la Compañía a Guadalcanal, donde estaba de alférez Víctor Jaurrieta Garralda, que después se casaría con María Jesús Vázquez.

     En Guadalcanal hacíamos labores de vigilancia y me acuerdo que algunos presos estaban en la casa que hoy está el Cebollino.

     Los soldados nos quedábamos en tres sitios: en los altos de la casa que hay en la actual calle Juan Carlos I, esquina a la calle Andrés Mirón. Después otro grupo estaba en lo que hoy es la panadería de Cascabullo, en la calle Concepción y el tercero en el local que ocupaba el cine, que está frente al Ambulatorio, en la calle Luenga.

     En Guadalcanal solo estuve un mes, más o menos, volví de nuevo a Mérida y Almendralejo y por último me trasladaron al coto Doñana, donde estuve bastantes meses. Al final volví a Sevilla, donde me licenciaron el año 1943. 

     El 28 de febrero se vuelve a reunir la Comisión Gestora, para tratar los siguientes temas: Se acordó remitir 550 pesetas, para sostenimiento del Sanatorio de El Tomillar, en Dos Hermanas, en virtud de las comunicaciones del Gobierno Civil de 3 y 21 del actual. Se autoriza el pago a la Casa González, de Sevilla, por el suministro de letras de cerámica en relieve para rotulación de calles, por un total de 737,25 pesetas.

     El 31 de marzo nueva reunión de la Comisión Gestora, para tratar los siguientes asuntos: Se aprobó los nombramientos de vocales de la Comisión “Plato Único” a favor de Felisa Bolea de Cubero, Remedios Rojo Yanes, María Yanes Criado, Irene Llamazares Caravaca y Leonor Rivero Chaves, quienes serán posesionadas en sus cargos por el gestor en dicha comisión, José Arcos Rivero. Quedan enterados de la orden que prohíbe organizar suscripciones, cuestaciones, rifas, ni espectáculos, cualquiera que sea el fin a que se destinasen los productos. Se acordó adicionar el nombre de “José Antonio” a la calle de “Primo de Rivera” con el fin de que perpetúe el nombre del fundador de la Falange. Adquirir un retrato del Generalísimo Franco, tamaño grande, con buen marco, para la Sala Capitular.

      La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno celebra Cabildo el 24 de Abril de 1938. Es confirmada la Junta de Gobierno. Después de una amplia discusión y a la vista de la situación económica de la Hermandad, al tener que reponer todas las imágenes de la Cofradía, se acordó suprimir por cinco años la limosna que da la Hermandad a la familia de los hermanos fallecidos (cuarenta pesetas). Se acordó constara en acta el agradecimiento a la hermana Dolores Rivero Nogales que donó toda la madera para construir el retablo de la nueva capilla en Santa Maria. A Adolfo Rivero Rivero, por la donación de los seis candelabros que tiene el Cristo en su altar, así como otras donaciones de varios hermanos. En la nueva capilla se han instalado las rejas recuperadas de la antigua iglesia de San Sebastián.

     La Comisión Gestora se reunió el 16 y 30 de abril y vieron los siguientes asuntos: Se acordó adquirir la casa nº 8 de la calle Menéndez Pelayo, por el precio de 2.000 pesetas, aceptando la proposición de Carmelo Calado Calero y la casa pequeñita de la calle del Moro lindante con aquella, por el precio de 370 pesetas, así como la parte del huerto de los herederos de Guaditoca Moyano en extensión de 400/500 metros cuadrado. Se acordó fijar la cantidad mensual de 250 pesetas, en la ficha azul de Auxilio Social, siendo por tanto, al año, la cuota de 3.000 pesetas. También se acuerda contribuir con 250 pesetas a la suscripción de Auxilio Social para Madrid-Valencia. Quedó enterada la Comisión de haberse recaudado en la suscripción para erigir una Cruz monumental al glorioso General Mola, la cantidad de 397,85 pesetas.

     El periódico ABC se hacía eco en su edición del 8 de julio, de la anterior información, e insertaba una relación con los nombres y la cantidad aportada: Castelló S. A. 25 pesetas; Federico Gullón Pérez, 5; Manuel Ruiz Barrionuevo, 5; Manuel Gago Rodríguez, 4; Cristóbal Malla soto, 2; Juan J. López, 1; Juan Trancoso, 1; Manuel García Heredia, 1; Antonio Llano, 1; José Cabeza, 1; Manuel Merchán, 1; Alfredo Yanes Sanz, 1; Jesús Álvarez García, 1; Ignacio Criado Heredia,  0,50; Juan J. Martínez, 0,50; Francisco Chaves, 0,50; Diego Caballero Gato, 0,50; Francisco Santos, 0,50; Hernán Bernabé Cote, 0,50; Francisco Flores Ortega, 0,50; José Gallego, 0,50; Feliciano Martín Jacinto, 5; Rosa Cabeza Palacios, 2; Miguel Fernández Naranjo, 2; María Josefa Criado Márquez, 5; Antonio Rivero y Rivero, 3; Manuela Rivero y Rivero, 2; Ana Rivero y Rivero, 1; José Rivero y Rivero, 5; Amalia Rivero Chaves, 3; Trinidad Rivero Chaves, 1; Teresa Pérez Gullón, 5; Rafael Cárdenas Ordoñez, 4; Remedio Rojo Yanes, 1- Leonor Rivero Chaves, 1; Felisa Bobo de Cubero, 1; Dolores de la Hera Moreno, 1; Irene Llamazares Caravaca, 1; Aurora Rivero Sanz, 1; Luisa Rivero, 1; Carmen Yanes Criado, 1; Lucrecia Llamazares Caravaca, 1; Magdalena Chaves Álvarez, 0,50; María Rivero Fontán, 1; María Yanes Criado, 1; Cándida Rivero Yanes, 1; Adela Rivero Fontán, 0,50: Elena M. de Arriva Rivero, 0,50; Joaquín Llamazares Caravaca, 5; Carmen Barragán Chaves, 0,50; África García de Vinuesa y Perelló, 1; Antonia Guillén Ruiz, 1; María Campos Rivero, 1; Felisa Nogales Yanes, 1; Manuela Muñoz, 0,50: Adrián Salinas Carrasco, 5; Carmen Caballero Iglesias, 5, Rosa Puerto Criado, 1: Irene M. de Arriva Rivero, 0,50; Josefa Rivero y Rivero, 1,25; Josefa Ojeda Pérez, 1; Encarnación Rivero Sanz, 1; Cándida Yanes Criado, 2; José Yanes Sanz, 1; Miguel Durán Ruiz, 1; Antonio Fontán Martínez, 5; Vicente Muñoz, 1; Esteban Blandez González, 1; Joaquín Llamazares Llano, 5; Manuel Fontán Yanes, 5; Juan A. Arcos Rivero, 2; José Arcos Blandez, 1; Plácido Cárdenas Ordóñez, 2; Delgado, 1; Juan Cerrato López, 5; José Arcos Rivero, 3; Baldomero Nogales Yanes, 3; Félix Nogales Yanes, 5; Antonio Antón Lucas, 5; Pedro Venegas Ayala, 1; Antonio Romero Blandez, 2; Francisco Romero Chaves, 2; Luis Marín Bares, 3; José Álvarez Centeno, 0,50; Juan J. López Gómez, 0,50; Alonso Díaz Rodríguez, 0,10; Cándido Díaz Parra, 0,25; Manuel Yanes Blanco, 1; Miguel Martínez Cordero, 0,50; Francisco Veloso Romero, 0,50; Jesús Márquez Yanes, 0,25; Manuel Galván Lozano, 1; Juan Veloso Romero, 0,25; Amador Mejías Gálvez, 0,25; Joaquín Caro Morente, 0,20; Manuel Reyes, 0,25; Justo Lara Delgado, 0,30; José Vázquez Jiménez, 0,50; Sebastián Alejandre Durán, 1; Manuel León Durán, 0,50; Juan Cantero García, 0,50; Ignacio Cabeza Ruiz, 0,50; Carmelo Márquez Yanes, 1; Joaquín Yanes Sanz, 5; José Yanes Criado, 5; Francisco Ruiz Remujo, 2; Rafael Parrón Mendoza, 0,25; Antonio Millán Cabeza, 0,25; Manuel Gálvez Pérez, 0,25; Antonio Guillén Chaves, 2; Leandro Briz Sánchez, 5; Brígido Rivero Bernabé, 0,75; Francisco Alsina Moltó, 0,25; José Jiménez Guasano, 1; Rafael Jiménez Gusano, 1,25; Diego Montero Espino, 1; Antonio Alcantara  Hoz, 2; José Chaves Calderón, 5; José Parrón Calderón, 0,50; Juan Campos Navarro, 3; Rafael López Riaño, 2; Jesús Rivero y Rivero, 5; Nuevo Círculo, 25; Ignacio Vázquez Rodríguez, 5; . Pedro Rivero Espino, 5; uno, 0,25; Manuel Galván Muñoz, 1; José María Muñoz Cote, 2; José Oliva Centeno, 1; Juan A. Arcos Marín, 2; Adolfo Rivero y Rivero, 1; Jesús Calderón Chaves, 1; Balbino García de Vinuesa y Cortés, 1; Balbino García de Vinuesa y Perelló, 0,50; Antonio Escote Romero, 0,50; Luis Ruiz Romero, 1; Rafael Perelló Nogales, 4; Francisco Perelló Rivero, 2; Jesús Rivero Nogales, 2; Miguel Millán Gato, 2; Luis Rivero Bernabé, 0,50; Manuel Arcos Blandez, 0,50; Eusebio Mirón y Villagrán, 5; Marciano Mirón y Villagrán, 5; Rogelio Vázquez Rivero, 5; Francisco de la Hera Arcos, 3; Rafael González Calderón, 2; José Trancos, 1,50; José Rivero, 1; Narciso Cantero, 0,50; Carmen Rivero Espino, 1; Emilia Rivero y Rivero, 1; Josefa Rivero y Rivero, 1; Rafael Guillén Ruiz, 2; Manuel Muñoz Rivero, 1; Rafael Ibáñez Espínola, 1; Miguel Chaves Galván, 1; Juan Blandez Sánchez, 1; Fernando Vargas Soriano, 1; Concepción Blandez Chaves, 1; Pilar Limones de la Hera, 1; Antonio Veloso Romero, 0,50; Pastora Soriano Villalobos, 0,50; María Josefa Ceballo Recio, 0,50; Marcos Alvarado Moreno, 4; José Llinares y Llinares, 5; E. Antonio Márquez Pérez, 5; Mª Jesús Vázquez Rojo, 3; Ayuntamiento de Guadalcanal, 50. Total 397,85 pesetas.

     El 16 de mayo se reúne la Comisión Gestora para tratar los siguientes asuntos: Se acordó colocar una cruz en la fachada de la iglesia parroquial de Santa María, en conmemoración de los caídos defendiendo a Dios y a la Patria, inscribiendo los nombres de los asesinados por los marxistas y de los muertos en los frentes de guerra, y que una vez conocido el importe, se distribuya entre los familiares, ejecutando este acuerdo con la Falange de esta localidad.

     Queda enterada la Comisión de la orden publicada en el Boletín Oficial que dispone el abono por las Corporaciones locales, de los gastos de defensa antiaéreo. Modificar el acuerdo de donativo a Madrid-Valencia, en el sentido de elevarlo a 500 pesetas. Que se proceda a la colocación de bombas de jarro, en los pozos de López de Ayala y Pozo Berrueco.

     El 30 de mayo nueva reunión, en este caso extraordinaria, de la Comisión Gestora, con los siguientes temas: Se trata el asunto de la sanción al médico de asistencia pública domiciliaria Eusebio Mirón Villagrán, por haberse ausentado de esta población en el mes de octubre último. Dada cuenta de la comunicación de la Subsecretaría del Ministerio de Interior de las irregularidades cometidas por el citado médico, por diferentes ausencias sin justificar desde el mes de octubre de 1937, ha resuelto la separación del médico titular Eusebio Mirón Villagrán, sin formación de expediente, en aplicación del Decreto número 93 y remitir certificación del acuerdo para su ratificación. La Comisión  Gestora acordó por unanimidad la separación del referido médico.

     El 30 de junio nueva sesión ordinaria, con los siguientes asuntos: Quedan enterados del oficio del Gobierno Civil de la provincia, resolviendo procede notificar la separación del médico de asistencia pública domiciliaria Eusebio Mirón Villagrán. La Corporación es invitada al acto de descubrimiento de una lápida y bendición de una cruz en la casa de los herederos de Luis Castelló Rodríguez, como homenaje que la familia tributa a los primeros caídos de este pueblo, acordando asistir el día tres de julio próximo, a las cinco de la tarde.    

     Fue concedido a perpetuidad, sin exacción de derechos, el nicho número 27, fila 4ª, patio 3, Sección J., para la inhumación que ya ha tenido lugar, del falangista camarada José Mª Sánchez Murillo, muerto en el frente de guerra en defensa de la Patria, con la prohibición de utilizarse para otras inhumaciones. Se acordó conceder el terreno necesario en el huerto “Baldíos de la Orden”, propiedad de este municipio, para campo de deportes de los Flechas. Se acordó contribuir con 50 pesetas, para compra de cornetas para los Flechas. Dar cuenta al Delegado Gubernativo de la Zona, de la renuncia presentada por el alcalde Guillermo Alvarado Moreno, fundada en impedírselo sus ocupaciones y estar delicado de salud. Contribuir con 25 pesetas para una lápida del falangista José Mª Sánchez Murillo, muerto en el frente y hacer a la familia el donativo de 100 pesetas.

     El 15 y 30 de julio se reúne la Comisión Gestora, presidida como Alcalde accidental por Antonio Fontán Martínez, para tratar de los siguientes temas: Quedan enterados del escrito de Eusebio Mirón Villagrán, fecha 4 del actual, del que se remitió copia a la Subsecretaría del Ministerio del Interior, y en cuyo escrito solicita la reposición en el cargo de Médico de asistencia pública domiciliaria del distrito segundo. Se dio cuenta de la comunicación de la Inspección Provincial de Sanidad de Sevilla fecha 6 del actual, reclamando lo actuado por este Ayuntamiento contra el citado médico, aprobándose la contestación que remitió esta Alcaldía con fecha doce del actual.

     Siendo de evidente necesidad la existencia del cargo de Depositario Recaudador de arbitrios, por unanimidad se acuerda restablecer la plaza con el sueldo anual de 2.500 pesetas, designando para dicha cargo interinamente a José Chaves Álvarez, falangista con más de ocho meses de servicios militares en el frente de guerra, exigiéndole la fianza de 5.000 pesetas. Crear otra nueva plaza de Guardia Municipal con el mismo sueldo de las existentes, procediéndose a la tramitación del expediente de suplemento de créditos, tanto para este destino, como para el de Depositario-Recaudador.

    Entre la documentación que hemos consultado para la redacción de este libro, se encuentra un expediente que se inició en la Auditoría de Guerra del Ejército del Sur, que aparece archivado en el Legajo 185, Nº 8203, en el Archivo Histórico del Ejército, con el título de “Hechos ocurridos en Guadalcanal (Sevilla)[1]”.

     Para iniciar el proceso es nombrado Juez Instructor el Oficial Segundo de complemento Militar Manuel Rodríguez Sañudo, con fecha 28 de febrero de 1938, que a su vez con escrito de 5 de marzo, nombra Secretario al Sargento Provisional José Francisco Zúñiga Sánchez. El objetivo es obtener información para el esclarecimiento de la actuación durante el actual Movimiento Nacional, del Juez Municipal de Guadalcanal, Joaquín Llamazares Llano, así como también de los vecinos de la misma Pedro Rivero Espino y Eusebio Mirón Villagrán.

     El Juez decide tomar declaración en primer lugar a Daniel Almeida González, en ese momento reside en Sevilla capital, por lo que suponemos que fue éste el denunciante de los hechos. Así que es citado para el día seis de marzo, a las doce de la mañana. El 6 de marzo declara ante el Juez: Que accidentalmente vive en Guadalcanal, calle López de Ayala, 16, pero que era vecino de Madrid al tiempo de producirse el Movimiento Nacional, en cuya capital permaneció hasta el día siete de julio de 1937, pasando a la zona Nacional una vez que pudo evadirse, y permaneciendo en San Sebastián próximamente dos meses, marchando después a Guadalcanal, en cuya localidad tenía un hermano y un sobrino, los que según noticias que ya poseía  habían sido asesinado por los rojos en los primeros momentos del Movimiento, y en donde permaneció hasta hace unos quince o veinte días.

     Aunque en la denuncia que presentó Daniel Almeida González, sólo dedica cuatro líneas al referirse al Dr. Mirón Villagrán, al estar incluido junto con Joaquín Llamazares y Pedro Rivero, fue motivo de que según avanzaban los interrogatorios de los testigos, fuera cobrando importancia los hechos atribuidos a Eusebio Mirón. Por esta causa y por los datos que se aportan durante los interrogatorios que se produjeron, vamos a incluir prácticamente completo el expediente, en lo relativo al Dr. Mirón Villagrán.

     Continúa declarando Daniel Almeida:  Que cree decirse así de rumor público que el referido médico de la localidad llamado Eusebio Mirón, se negó a prestar asistencia a algunos de los heridos, y que tenían en Guadalcanal una agrupación tipo masónica de la que todavía reste alguna actividad.

     Trasladado el Juez Instructor y el Secretario a Guadalcanal, se inician los interrogatorios con la Declaración de Rafael Calleja Moreno, conocido por “Plata”. Así el 7 de marzo declaraba: que conoce al médico don Eusebio Mirón Villagrán, aunque superficialmente, porque no lo ha sido del declarante, desconociendo asimismo que haya actuado en política en ningún sentido, desconociendo otros detalles concretos respecto a él más que era y sigue siendo sin distinción de tiempos católico practicante, frecuentando constantemente la iglesia de esta localidad; que también se rumorea que ha oído decir que existía en Guadalcanal una logia masónica, pero que desconoce quienes pudieran formar parte de ella, pero desde luego puede afirmar que entre sus componentes no estaba el señor Mirón Villagrán.”

     A continuación el Juez tomó declaración a Ramona Flores Prieto. 49 años viuda. Que conoce al médico Eusebio Mirón Villagrán, aunque muy someramente, por no tener con él relación alguna, y que lo tiene por hombre de derechas, no habiendo oído decir nada en contrario ni acerca de su actuación durante el dominio marxista.

     Seguidamente tomaron declaración al Juez Municipal suplente José Mª Oliva Centeno: Que conoce a Eusebio Mirón Villagrán, aunque no lo trata pero que lo tiene reputado como hombre de derechas de toda la vida, desconociendo su actuación durante los días del dominio rojo.

     Después intervino Manuel Pérez López, Fiscal Municipal: Que conoce a Eusebio Mirón Villagrán, que siempre se ha caracterizado por ser muy practicante de la religión católica, sin que conozca nada sobre su actuación o ideas políticas, que ha oído decir que en la localidad había alguna organización de tipo masónico y que de ella formaba parte Miguel Fernández Calderón, que falleció después del Movimiento, sin que conozca mayores detalles respecto al particular. Que el padre político del declarante, Eusebio Antonio Márquez Pérez, médico de la localidad, fue el que consiguió del comité marxista la libertad del que expone y que por las entrevistas que tuvo con el mismo al efecto, cree que podrá aportar detalles más concretos lo que se le pregunta.

     Siguió la declaración de Rafael Ibáñez Espínola: Desconoce la actuación del médico Eusebio Mirón Villagrán, al que de igual modo ha reputado siempre como persona de orden.

     A continuación lo hizo el Secretario del Ayuntamiento, Adrián Salinas Carrasco: Que conoce al médico Eusebio Mirón Villagrán, del cual sólo sabe que como los demás de su clase, prestó los servicios propios de su profesión, durante los días del dominio marxista, pero sin que pueda dar mayores detalles sobre el particular; que lo tiene también reputado como persona de derecha, no obstante lo cual, mantenía relaciones de buena amistad con personas significadas de izquierdas, tales como el farmacéutico José Hidalgo, que fue fusilado y Miguel Fernández Calderón, que era representante en la localidad del partido de Martínez Barrios, cuyas amistades cree el declarante que cultivaba con miras a su conveniencia, sin que tuviese actuación política de ninguna clase; que en cuanto a masonería cree el dicente que tal vez hubiera algunos antes del Movimiento, tal como el mentado Fernández Calderón, o algunos otros hoy huidos, sin que crea que lo fuera el señor Mirón.

     Se une al expediente el escrito del Comandante Militar de Guadalcanal, Manuel Pérez Rodríguez, de fecha 7 de marzo de 1938, que escuetamente informa: Que así mismo pongo en su conocimiento que en esta Comandancia no obran datos algunos sobre los antecedentes políticos-sociales y conducta observada antes y después del Movimiento, por el médico Eusebio Mirón Villagrán.

     Así como el también escrito de Domingo Espinosa Crespo. Comandante del puesto de la Guardia Civil, de fecha 7 de marzo de 1938. Con respecto a Eusebio Mirón Villagrán, este señor es médico en la localidad, se ignora si antes del Movimiento Nacional perteneció a alguno de los partidos que integraban el frente popular y su actuación durante la dominación marxista en la localidad, fue más bien simpatizante con la causa roja, pues según informes adquiridos encontrándose en casa de los señores Castelló (D. Luis) éste asesinado por los rojos en unión de dos hijos y uno político, pues era médico de la casa, enseñó a dicho señor Castelló el carnet de la UGT en una mano y una moneda de cinco pesetas en la otra y dijo: “Convénzase D. Luis en este mundo no hay más que esto y le enseñó la moneda”. Durante el movimiento estando detenida la señora Castelló y una hija en la clínica del señor Llinares unas y otras en la farmacia de Hidalgo, destacado marxista “fusilado por el glorioso ejército nacional por su actuación con el mismo” no trató de ver a las detenidas, ni se dignó preguntar por ellas a pesar de ser el médico de la casa y estar la señora herida, sin que se dignara dirigirles una palabra de consuelo, siendo éstas visitadas por los restantes médicos y practicantes de la localidad. Este Mirón iba todos los días a la farmacia de Hidalgo y cuando éste se marchaba salía la señora de Hidalgo y decía a las señoritas de Castelló, que cuanto tenían que agradecer al Sr. Mirón pues las consolaba muchos diciéndoles que ganarían los marxistas, así como Miguel Fernández destacado marxista y masón, íntimo de Mirón (muerto sin dar lugar a esclarecer su actuación en contra del Movimiento Nacional Salvador de España), que fue a visitar a la señora Castelló y le dijo: Que él no tenía tiempo de oír la radio, pero que Mirón iba todos los días a su casa y les daba muy buenas impresiones ya que solamente eran dos focos, uno el de Zaragoza y el otro el de Sevilla, y que pronto sería dominado el levantamiento militar, que estuviesen tranquilos que Villanueva del las Minas será infranqueable, además dicho Mirón contribuyó con sus consejos y promesas a que se entregara a las hordas rojas, el vecino de esta localidad Manuel Sanz Cordo, que a pesar de las promesas de dicho Mirón, fue asesinado por los rojos inmediatamente, además el repetido Mirón a la entrada de las tropas en la localidad contribuyó a la defensa de su íntimo Miguel Fernández; estos informes pueden ser ampliados por Dª Dolores Rodrigo Alvarado que vive en Sevilla, calle Martínez Montañés, 21; no obstante, dicho Mirón siempre se le ha visto asistir a la iglesia con frecuencia.

     También se une al expediente la declaración por escrito que hace Manuel Jiménez Sutil, cura párroco de Guadalcanal. Escrito 7 de marzo de 1938. Eusebio Mirón Villagrán de intachable conducta ha militado siempre en las derechas, siendo cristiano practicante que ha observado siempre y minuciosamente sus deberes religiosos. Durante el periodo rojo al igual que los demás médicos, practicantes y farmacéuticos, estuvo ejerciendo su profesión.

     Y también por escrito la información que presenta José Yanes Criado. Jefe Local de Falange Española Tradicionalista de las JONS de Guadalcanal, de fecha 7 de marzo de 1938. Con respecto al médico Eusebio Mirón Villagrán este individuo antes del Movimiento Nacional se ignora en esta localidad si pertenecía a partido alguno de los que formaban el llamado frente popular, y con relación a su actuación durante la dominación marxista en esta Villa, observó una conducta bastante dudosa, en relación con el Movimiento Nacional. Pues durante la dominación roja, tuvo relaciones íntimas con un marxista y masón de los más destacados en la localidad D. Miguel Fernández Calderón, muerto antes de poder averiguarse su actuación, interviniendo el Sr. Mirón a favor de éste, al entrar en esta localidad las fuerzas del glorioso ejército salvador de España. Cuyos antecedentes completos puede facilitarles Dª Dolores Rodrigo Alvarado, viuda del capitán retirado en ésta, D. Luis Castelló asesinado por los marxistas así como dos hijos suyos. Dicha señora vive en Sevilla en la calle Martínez Montañés nº 21. Este individuo además intervino con Miguel Fernández con engaños y promesas que nada le ocurriría a que se entregara a las hordas roja, el vecino de esta localidad D. Manuel Sanz Cordo, que poco después, y a pesar de las promesas de dicho señor Mirón, era asesinado por los marxistas, informes que también pueden ser ampliados por los vecinos de ésta Joaquín Llamazares Caravaca, Antonio Fontán Yanes y Antonio Fontán Martínez.

     Con la misma fecha aparece la declaración de Antonio Fontán Martínez: Que conoce al médico titular Eusebio Mirón Villagrán  que era quien asistía a don Luis Castelló y su familia, y pocos días antes del movimiento le dijo mostrándole un carnet de la UGT y una moneda de cinco pesetas que había que convencerse que en el mundo no había más que aquello, anécdota que conoce el declarante por referencias de Joaquín Llamazares Caravaca. Que durante el Movimiento estando detenida la señora y señoritas Castelló, algunas de ellas en la farmacia de Hidalgo, destacado marxista a quien le fue aplicado el Bando de Guerra, a pesar de frecuentar la casa y ser el médico de ellas, no se dignó siquiera dirigirles la palabra. Que este don Eusebio Mirón consiguió que se entregase a los rojos don Manuel Sanz Cordo, el que a pesar de las garantías que le fueron dadas, poco después fue asesinado, según puede atestiguar don Antonio Fontán Yanes; durante el dominio marxista gozaba de absoluta libertad para realizar sus visitas, mientras que los demás médicos eran vigilados por los escopeteros hasta dentro de la propia cárcel; al entrar en el pueblo las fuerzas liberadoras, amparó en su casa al referido Hidalgo, lo que no impidió el que como queda dicho le fuese aplicado al mismo el Bando de Guerra, intentando también proteger el establecimiento de Miguel Fernández Calderón, que poco después murió de muerte natural antes de que pudiese ser hechas efectivas las responsabilidades a que se hizo acreedor; que este señor Mirón hacía gala de su catolicismo confesando y asistiendo a la iglesia ostensiblemente, a pesar de lo cual le respetaron los rojos, que en cambio quemaron y destrozaron todas las iglesias, circunstancias todas estas, que determinaron que la Guardia Civil hiciese un registro en su casa, aunque por lo visto sin resultado. Que el Sr. Mirón era gran amigo del diputado socialista Vidarte, así como de Giral, el primero de los cuales colocó a su hermano Luis, de médico en Casas de Reina (Badajoz) y a su otro hermano Jesús, de farmacéutico titular en Valverde de Llerena, de dicha provincia. Que este mismo Vidarte hizo gestiones que transcendieron al público, para colocar a un tercer hermano llamado Marciano, de médico en Guadalcanal, el que durante el Movimiento estuvo amparado en casa de Gabriel Barrientos, masón y marxista de los más destacados de la localidad, hoy huido, en cuyo domicilio era visitado con frecuencia por  don Eusebio.

     Como hemos podido ver hasta ahora, a medida que se van produciendo las declaraciones de testigos, se va agravando la situación del Dr. Mirón Villagrán, aunque cuando llegó el momento de su primera declaración como testigo -que veremos a continuación- ya puntualizó y desmontó muchas de las imputaciones que le hacían.

     Eusebio Mirón Villagrán, declaró: Que el declarante ejerce el cargo de médico titular de esta localidad desde que terminó su carrera en el año de mil novecientos ocho, no actuando jamás en política hasta el tiempo de la Dictadura, en que estuvo afiliado a la Unión Patriótica, y más tarde ya en tiempos de la República, a la CEDA, por cuyo partido intervino en las elecciones del 10 de febrero de 1936, trabajando en la preparación de las mismas, en busca de votos, etc. pero sin que fuese interventor ni apoderado ni tuviese actuación oficial. Que sobrevenido el Movimiento Nacional, el declarante como los demás sanitarios de la localidad, fue respetado por el Comité marxista y requerido para desempeñar su profesión provisto de un brazalete que le hacía conocer como tal, llevando al principio una escolta de escopeteros de la que más tarde se prescindió, siendo en los primeros días constantes los avisos que recibió para asistir a los presos, pero disminuyendo o, mejor dicho, cortándose ello totalmente en términos que hacían ver claramente que se le quería aislar de los presos, clientes del declarante en su mayoría. Que es perfectamente incierto que el declarante haya poseído nunca un carnet de la UGT ni que se lo mostrase con una moneda a don Luis Castelló, diciéndole que era lo único que valía. Que la señora y señoritas de Castelló, estuvieron efectivamente recluidas por orden del Comité en el domicilio del también médico Sr. Llinares, sito en los altos de la Casa de Socorro Municipal y al concurrir el declarante a ésta, supo por su compañero que estaban allí dichas señoras, así como la primera de ellas se encontraba herida y como eran sus clientes, a pesar de haberle sido encargada la asistencia al Sr. Llinares por el Comité, constándole al dicente que pretendieron utilizar sus servicios, subió en una ocasión a visitarlas, desarrollándose la escena que es de suponer, pero en otras varias ocasiones en que estuvo en la mencionada Casa de Socorro, no lo hizo por estar ésta vigilada frecuentemente por escopeteros y entender que otra conducta hubiera podido comprometer tanto a las referidas señoras como al dicente. Que en la dicha casa del Sr. Llinares estaban la señora de Castelló y las dos mayores de sus hijas, mientras las dos pequeñas estaban también detenidas en la farmacia de Hidalgo, no pudiendo comunicarse con éstas el dicente por existir en el establecimiento escopeteros que también impidieron visitarlas. Que el declarante no frecuentaba la farmacia de Hidalgo, ni mucho menos que les diese a éste y a su mujer noticias que el declarante captase por la radio, por la sencilla razón de que el Hidalgo poseía el mejor aparato receptor del pueblo. Que don Miguel Fernández Calderón, era cliente del dicente, pero sin que tuviese con él una amistad íntima ni siquiera estrecha, y sí sólo el trato y consideración natural de tales relaciones, y que la única intervención del dicente respecto a su establecimiento no fue evitar que lo saquearan, sino simplemente poner en antecedentes al Jefe y oficiales del Tabor que llegó al pueblo que se trataba, no de un marxista, sino de un republicano histórico, cuyos ideales eran los de Castelar, y que abominaba de los excesos que se cometieron, cuyo individuo murió de muerte natural pocos meses después, quizás diez o doce meses, sin que fuese adoptada resolución alguna contra él. Que Don Manuel Sanz Cordo se resistió en su domicilio a darse preso a los escopeteros que iban a buscarlo, lo que motivó el que las turbas rodeasen la casa y hasta le diesen un plazo pequeño para entregarse amenazándole que en otro caso, prenderían fuego a su domicilio, a cuyo fin tenían ya preparada gasolina, enterado de los cual, el dicente y a requerimiento de uno de los rojos, fue con don Miguel Fernández Calderón a exponerle la situación, consiguiendo que saliese de su referido domicilio y que se conjurasen los graves males que en otro caso hubiesen sobrevenido, disolviéndose la muchedumbre y siendo aquél conducido detenido al Ayuntamiento, sin daño alguno, aunque con bastante posterioridad fue asesinado con otras personas. Que la noche de la entrada de las tropas nacionales, como el farmacéutico Hidalgo mostrase reparos a quedarse en su domicilio, estando reunidos los sanitarios y el Sr. Llinares mostrase la imposibilidad de admitirlo en el suyo por tener en él a toda la familia de Castelló, el dicente se vio precisado a convenir con el también farmacéutico don Rogelio Vázquez, el repartir entre los domicilios de ambos al matrimonio Hidalgo, su hija y su criada, cuyo reparto no pudo tener lugar por negarse el Hidalgo a separarse de su mujer, yéndose entonces al domicilio de aquél la criada y al del dicente el matrimonio y su hija, en lo que el declarante tenía serios reparos, tanto por ser ya mucha las personas acogidas en su domicilio, como desde el punto de vista social por ser dicho Hidalgo y su familia personas de deficiente educación, permaneciendo en efecto dos días en su domicilio, hasta que con el pretexto de que el Comandante Militar había dispuesto que los profesionales permaneciesen en su domicilio, pudo evadir el compromiso, tardándose después bastante tiempo en depurar las responsabilidades del Hidalgo, siendo primeramente detenido y puesto en libertad, y más tarde detenido nuevamente hasta que finalmente le fue aplicado el Bando de Guerra[2]. Que efectivamente la Guardia Civil practicó un registro en el domicilio del que declara por la falsa denuncia que en su contra se hizo de que pertenecía a la masonería, cosa perfectamente incierta, ya que el declarante ni ha pertenecido nunca a ella, no cree que haya existido en la localidad al menos durante los treinta años que en ella reside, ninguna organización de este tipo. Que el que declara fue condiscípulo de un hermano de Simeón Vidarte llamado José y conocía también a otro llamado Leonardo que residía en esta localidad y con tal motivo habrá hablado con Simeón  un par de veces, sin que mantuviera otra relación ni amistad de carácter político y con Giral por razón de ser un hermano del que declara estudiante de Farmacia cuando aquél era profesor de la Facultad de Madrid, llegó a hablar una sola vez, pero sin que tampoco haya mantenido con el mismo más relación. Que ni uno ni otro tuvieron parte ni influencia en la colocación de sus hermanos Luis y Jesús, el primero como médico de Casas de Reina y el segundo farmacéutico de Valverde de Llerena. Que en cuanto a su hermano Marciano, que durante veinte años desempeñó una titular en esta localidad, fue destituido por el Ayuntamiento republicano-socialista y al tratarse de la provisión de la plaza, primero por concurso y después por oposición, movilizaron todas las influencias y llegaron hasta la coacción para impedir el nombramiento de su referido hermano, declarándose la plaza desierta, e inventado el cargo de médico de la Casa de Socorro para colocar al candidato de ellos don José Llinares. Que es cierto que durante el Movimiento su hermano Marciano estuvo refugiado en calidad de detenido, en casa del cabecilla marxista Gabriel Barrientos, por la razón de que éste era primo hermano de la mujer de su referido hermano.

     Entendemos que el Dr. Mirón Villagrán debía ser conocedor de las declaraciones anteriores, ya que con la suya, desmonta claramente la de todos los demás.

     Siguieron las declaraciones, en este caso la de Manuel Palacios Nogales: Que el declarante es dueño del establecimiento conocido en la localidad por casa de la Cayetana y que en el mismo se reunían los dirigentes marxistas con bastante frecuencia, hasta que producido el Movimiento Nacional dejaron de concurrir a la misma mucho de ellos y solo durante la dominación marxista concurrieron algunos, pero aisladamente, sin que antes ni después del Movimiento viese entre aquellos al Sr. Mirón, cuya actuación durante el dominio marxista ignora por completo, teniendo formado de él  el concepto de que se trata de persona de orden.

     Joaquín Llamazares Caravaca es el siguiente en declarar: Que conoce a Eusebio Mirón Villagrán el que poco tiempo antes del Movimiento mostró en casa de D. Luis Castelló un carnet de la UGT, lo que sabe el declarante por referencias directa de un hijo de aquél llamado Antonio, que fue asesinado por los rojos; que durante el Movimiento el declarante no tiene conocimiento personal de su actuación, más que con la mayor libertad entraba en la cárcel donde se encontraba el que expone, departiendo con los presos y repartiendo cigarros entre ellos, cuando los demás médicos, que habían traído los mismos socialistas, carecían de libertad de movimientos e iban a todos lados vigilados por escopeteros. Que sabe que tenía gran amistad con Hidalgo, el farmacéutico, con quien cambiaba impresiones durante el dominio marxista, en forma optimista para los rojos, y cuando entraron las fuerzas Nacionales lo tuvo recogido varios días en su casa. Que también era gran amigo de Miguel Fernández Calderón, destacado izquierdista, consiguiendo de un Alférez de Caballería que entró con los Regulares, que no saqueasen los moros su establecimiento, viendo el declarante a ambos en la puerta del mismo para impedirlo. Que al contrario que don Miguel Fernández, se portó muy mal el Sr. Mirón durante el dominio rojo, con la señora y señoritas de Castelló, a las que ni siquiera llegaba a saludar. Que ha oído de rumor público que el Sr. Mirón pertenece a la masonería, cuyos rumores ocasionaron que se llevase a cabo un registro en su domicilio, según quiere recordar el declarante por unos policías llegados de Sevilla a éste sólo efecto. Que el Sr. Mirón se jactaba asimismo de su amistad con Marañon, y con Giral, pero desconociendo completamente las relaciones que les pudiese unir con ellos.

     Se reanuda las declaraciones el siguiente día 8 de marzo, con la de Ignacio Arcos Cabezas: Que conoce a Eusebio Mirón Villagrán, por ser el médico del declarante, a quien tiene reputado como persona de derechas, ignorando su actuación durante los días del movimiento marxista, sobre lo que no ha oído ningún comentario.

     Siguiendo la del médico Eusebio Antonio Márquez Pérez: Que respecto a su compañero Eusebio Mirón Villagrán, aún sin figurar activamente en política, siempre se había comportado antes del Movimiento, como persona más bien de derechas, y que llegado el mismo, el declarante nada puede señalar digno de mención en su conducta, ya que se limitó a prestar servicios en las mismas condiciones que los demás sanitarios; que es cierto que dicho señor mantenía buenas relaciones con el farmacéutico Don José Hidalgo y el comerciante Don Miguel Fernández Calderón, pero estima que tal amistad obedecía más que a motivos políticos, a relaciones profesionales, ya que ambos señores eran clientes suyo. Que durante los días del Movimiento, el Sr. Mirón apenas sostuvo relaciones con la familia de Don Luis Castelló, ya que se limitó a visitarla una sola vez, cuando la misma se encontraba en el domicilio del también médico Don José Llinares. Que el declarante ha oído referir que este Sr. Mirón y Don Miguel Fernández consiguieron de Don Manuel Sanz Cordo que cediese en su resistencia y se entregase a los marxistas, pero sin haberlo presenciado, y que durante los días del movimiento marxista los médicos eran acompañados por escopeteros, pero más tarde, tanto el declarante como Mirón y los demás compañeros, gozaron de libertad en el desempeño de su cometido, habiendo oído también al Sr. Mirón hablar de su amistad con algunos prohombres de izquierdas tales como Marañón, Giral y Vidarte, pero por el sentido de sus conversaciones, entiende que esta amistad era de carácter simplemente particular y que en resumen el declarante no encuentra en la conducta del Sr. Mirón durante los días de dominación roja, nada especial y digno de mención diferente de lo que fue la obligada actuación de los demás facultativos.

     Continuando con la de Antonio Fontán Yanes: Que conoce a Eusebio Mirón Villagrán, a quien ha reputado siempre como persona de derecha y que sólo sabe que durante la dominación marxista en esta villa, vio pasar un día por su casa, en donde se encontraba el declarante, al Sr. Mirón con don Miguel Fernández, en dirección a la casa de Don Manuel Sanz Cordo, y que poco después vio regresar a dichos señores acompañados esta vez de Don Cándido Sanz, hermano de don Manuel Sanz.

     Seguía la declaración de Rogelio Vázquez Rivero: Que permaneció en la localidad durante el tiempo que la misma estuvo bajo la dominación marxista, pudiendo decir respecto a la actuación tenida por el médico Don Eusebio Mirón en dicho periodo, que fue la misma que todo el personal sanitario, sin gozar de mayor libertad de movimiento que los demás. Que por otra parte, el Sr. Mirón por aquellos días era quien facilitaba al declarante noticias sobre la marcha del Movimiento, noticias todas que eran favorables al mismo. Que la noche de la entrada de las tropas nacionales, Hidalgo como no quería quedarse en su casa, pretendió hacerlo en la de Llinares, y como esto no fuera posible, se habló de quedarse en casa del dicente, pero tanto los señores Márquez como Llinares, entendieron que estaría más garantizado en casa de Mirón, a donde en efecto marchó con la familia, si bien la criada de la familia quedó en casa del declarante. Que oyó decir que un individuo que era relojero, que había rogado al Sr. Mirón interviniese cerca de Don Manuel Sanz Cordo para que se entregase en evitación de males mayores, cual hubiera sido el incendio de su casa, lo que según parece se consiguió, desconociendo cualquier otro detalle de la actuación del Sr. Mirón durante el dominio marxista, teniéndolo reputado como hombre de derechas por su actuación anterior y por su catolicismo práctico.

     El Juez Municipal Joaquín Llamazares Llano, es el que declaró a continuación: Que don Eusebio Mirón Villagrán es el médico del declarante y en aquellos días le asistió tanto a él como a su hija, y le vio intervenir en las diligencias de autopsias a que asistió, sin que notase distinción alguna por parte de los marxista a su favor, en relación con los demás médicos de la localidad; sí, siempre ha reputado a dicho señor como persona de derechas, y que durante los días del dominio rojo, él fue el único que infundía ánimos al declarante, comunicándole constantemente las noticias de radio que poseía, y anunciándole que indefectiblemente llegaría al pueblo las tropas nacionales y que la única cuestión era tirar hasta entonces.

     Y continuó con la del médico José Llinares Llinares: Que era director de la Casa de Socorro Municipal desde hace cinco años, que en ella en calidad de hospitalizadas estuvieron recluidas la señora viuda de Don Luis Castelló y dos de sus hijas, pudiéndose decir que se hallaban en calidad de detenidas, ya que era permanente la guardia que los escopeteros prestaban en la puerta del edificio. Que la circunstancia de haber asistido facultativamente el declarante a dicha familia, fue únicamente por el motivo que ya consta de ser médico de la Casa de Socorro, ya que el médico de la misma familia era el Sr. Mirón, quien a pesar de ir todos los días a la clínica, no subió a ver a la señora y señoritas de Castelló, nada más que en una ocasión, no pudiendo el declarante enjuiciar la causa de que lo hiciera sólo una vez. Que la guardia de escopeteros permaneció en la puerta del edificio hasta los dos últimos días, en que se retiraron, y que esa guardia no impedía que el Sr. Mirón hubiera visitado a la familia de Castelló ni tenía siquiera que presenciarlo. Que el día de la entrada en la localidad de las fuerzas salvadoras, las señoritas de Castelló que estaban en casa de Hidalgo, vinieron a la del dicente a reunirse con su madre y hermanas, así como también Hidalgo, su mujer e hija, pretendiendo quedarse en ella, pero como no hubiese cabida por la cantidad de personas que había ya alojadas, marchándose a la de Mirón, no sabe si mediando ofrecimiento por parte de éste, o petición por parte del otro. Que el Sr. Mirón ha aparentado siempre ser hombre de derechas, y que los días del movimiento no se vio distinción respecto a él con relación a los demás médicos, sino simplemente que se prescindió de que le acompañasen escopeteros cuando los demás médicos todavía lo llevaban. Que sus comentarios constantes eran a favor del Movimiento Nacional y de deseos de triunfo. Que su trato con él ha sido estrictamente el de compañeros y el profesional, sin que medie entre ellos amistad particular, por lo que no lo conoce a fondo, pudiendo solo decir que aparte de lo manifestado, era un asiduo prácticamente de la Religión Católica.

     Se une al expediente el escrito de Guillermo Alvarado Moreno. Alcalde-Presidente de Guadalcanal. Oficio de 7 de marzo de 1938. Eusebio Mirón Villagrán fue siempre de derecha, distinguiéndose por su trabajo en este sentido en todas las elecciones que se han celebrado, y ha observado buena conducta tanto social como religiosa. Al ser liberado el pueblo de la dominación roja, quiso proteger a varias personas de izquierda, algunas lo realizó, si bien fue a requerimiento de sus compañeros, los demás Sanitarios, según informes del farmacéutico D. Rogelio Vázquez Rivero y Don José Arcos Rivero, Gestor Municipal.

     Con esta información se terminan las declaraciones de los testigos en Guadalcanal. Al tener noticias el Dr. Mirón Villagrán de las declaraciones precedentes, tres días después remitió al Juez Militar nuevo escrito en los siguientes términos: Declaración complementaria de Don Eusebio Mirón Villagrán, médico titular de Guadalcanal (Sevilla) denunciado en la información que V. S. está tramitando respetuosamente expongo: Primero.- Que deseando ampliar mi declaración prestada lo hago por medio de las veintinueve adjuntas cuartillas, escritas de mi puño y letra y firmada con fecha 12 del actual.

     A continuación reproducimos la ampliación de esta declaración, donde Eusebio Mirón hace una defensa de su persona, usando el dicho “la mejor defensa es el ataque”. Reproducimos en su totalidad los argumentos del Sr. Mirón, que nos van a permitir descubrir otros aspectos de aquellos días de nuestra historia.

     Historia y antecedentes relacionados con mi conducta y actuación en el Movimiento salvador de España, en defensa contra falsas acusaciones lanzadas por personas de escasa solvencia moral y política, que son enemigos personales. Nunca  pertenecí a partidos políticos hasta el advenimiento de la Dictadura de Primo de Rivera, por no comulgar con la política personal y egoísta que se manifestaba en este pueblo sin los altos ideales que he profesado siempre transmitido por mis padres, el “Integrismo” que representaba el Sr. Vázquez Mella. Actué en el partido Unión Patriótica en comisión fiscalizadora sobre el municipio de entonces, por defectos observados en la Corporación, consecuencia de haberse sumado con engaño elementos políticos viciados <caso muy semejante al actual>, que habían figurado antes como conservadores. Durante la República, hasta el Movimiento, puse todas mis actividades y las de mis hermanos; constituidos siempre en unidad de pensamiento y conducta; al servicio del partido más de derecha que pudo constituirse en esta localidad la “Ceda”, cotizando y trabajando como el que más y contribuyendo, merced a mi prestigio social, a ganar las elecciones de 1933 –testigos los Sres. Ignacio Vázquez, Rafael Parrón, Guillermo Alvarado, Pedro Rivero y otros. Dada nuestra alta significación política y religiosa, comenzó por los elementos de izquierda una feroz persecución en el primer bienio; fue destituido mi hermano D. Marciano de la titular de médico, que desempeñaba hacía más de 20 años. Al ser convocada la plaza, se obstaculizaron violentamente los concursos de mis hermanos D. Marciano y D. Luis, a favor del candidato de ellos D. José Llinares, hasta el punto de eliminarse en el último ejercicio de oposición para quedar desierta la plaza, a los dos únicos actuantes, este señor y mi hermano Luis, porque “todo antes que se la lleve un Mirón”. Testigos el doctor Ramón Calvo de Mora de Sevilla y ocho jueces del tribunal. Hubo entonces tal interés por compensar al Sr. Llinares, que crearon una plaza de médico de la Casa de Socorro <en este pueblo extraordinariamente abusivo> con la dotación de un titular: fue anulada por la situación “Ceda” por innecesaria y repuesto por el frente popular con el cargo además de abastecedor de las cantinas escolares <creo que retribuido> yendo a probar diariamente la comida que servía. Cuando el Movimiento del general Sanjurjo, fueron procesados mis hermanos Juan y Marciano, juntamente con el Párroco, por complicidad con el teniente de la Guardia Civil de esta línea, librándonos los demás hermanos por ausencia. En ocasión que D. Antonio Fontán Martínez era presidente del Círculo de la Plaza, -apolítico entonces, primer bienio- por razones de particular conveniencia económica, determinó, de acuerdo con otros elementos de no muy alta solvencia moral, convertir el Círculo en republicano progresista, obligando a todos los socios a firmar la adhesión a dicho partido: repugnándonos una filiación tan opuesta a nuestros ideales, no aceptamos, quedando fuera de dicho centro hasta que pasado unos días, volvimos a ingresar a requerimiento del Sr. Fontán, dispensándonos del compromiso político y rogándonos, no hiciéramos público esta excepción –testigo Juan Pastor. En los trabajos electorales contra el frente popular, fue molestado mi hermano D. Juan, <quien virtualmente dirigía la política en ésta, por la mayor confianza de los jefes comarcales Sres. Valdecantos, de Constantina y ocho más, representantes en Cortes de la capital> por la turba teniendo que agredir a uno de ellos y hacer frente en la calle a los elementos de la casa del pueblo, azuzados por sus dirigentes, creando desde entonces un peligroso ambiente de hostilidad a nosotros <mi hermano Juan habita en mi casa con su hijo desde hace 12 años que enviudó> que me obligó a apartar a mi hermano de la localidad, por temor a una segura agresión. Desde esa fecha, fui constantemente molestado en la calle con coplas groseras y alusivas en que insultaban al santo nombre de mi madre; escupían blasfemias a mi paso para herir mis sentimientos religiosos, voces de cavernícolas, etc.  Además, en el municipio se negaban a autorizar recetas necesarias que prescribía a la beneficencia diciendo que “boicoteaba el régimen”; llegando a enviarme un oficio conminatorio y muy significativo, que acompaño “que no pagaban a los titulares” por tener que hacerlo a Mirón, etc. La noche que estalló el Movimiento, al oír en mi aparato de radio Sevilla al general Queipo de Llano, lo comuniqué inmediatamente por teléfono a algunos amigos: recuerdo al farmacéutico Alberto de la Hera y a la Srta. Susana Gullón. A continuación mi hermano Marciano me avisa por el mismo conducto que no salga, pues ha visto pasar por su casa a la turba armada; al mismo tiempo el Sr. Valdecantos gerente de la fábrica de harinas Santa Clara –actualmente en el Horno San Buenaventura de Sevilla- me telefonea para que vea el medio de advertir a los que están en el Casino de la Plaza, que hay grupos armados en ella y están incomunicados. Temiendo el control que pudieran tener de esta línea los marxistas, pregunto con discreción a la telefonista de guardia Srta. Amparo Rojo y me contesta afirmativamente, sintiendo enseguida cortado mi teléfono. Sin embargo, fui al camino de la “Sánchez” inmediato a casa, a enterarme de la situación y ver el medio de advertir a los del otro círculo, llegando al poco el médico Antonio Márquez que nos dijo: “yo vengo de allí, el Casino sigue abierto y concurrido, me he encontrado algunos grupos en la plaza, conmigo no se han metido” a continuación me retiré a descansar, que no pude efectuar hasta la madrugada, por sentir algún tiroteo por distintos parajes del pueblo. A la mañana siguiente, yendo mi hermana Carmen a la iglesia pues habían tocado a misa y desembocar en la Plaza, se vio sorprendida por un grupo que le apuntaba con escopetas diciéndole “con que a misa”; no pudiendo escapar, retrocedió sobre la puerta de la hojalatería del Sr. Lara; entonces un individuo que la vio rodeada y en inminente peligro de asesinato se acercó al grupo, los contuvo, dijo a mi hermana “venga conmigo” la acompañó a mi casa sin pronunciarle palabra y en la puerta se despidió diciéndole “no vuelva usted más a salir de casa”. Después supe por el citado Sr. Lara, que había sido un rojo, explicándole la defensa, porque tenía que pagarme un agradecimiento eterno, el que yo había salvado la vida de su mujer en una grave enfermedad. Aquel día durante mi visita de enfermos me enteré de los sucesos de la noche –que había sido muerto un marxista demente, en la plaza, durante la colisión habida entre la turba y los que estaban en el casino; y herido otro frente a la casa de D. Luis Castelló por un tiro disparado desde dicha casa, según me afirmaron los sanitarios que le curaron. Observé todo el pueblo en la calle armado de toda clase de instrumentos y una gran efervescencia, que me hizo recluir en mi domicilio, presagiando algún desmán de la turba: como efectivamente se manifestó contra la casa de Luis Castelló con una violencia que espantaba. Hasta el día siguiente no volví a salir, en el momento que un grupo de hombres armados se dedicaba a recoger armas entregándoles yo las que poseía y marchando seguidamente a casa de mi hermano Marciano enfermo entonces de una crisis de asma: encontré la puerta cerrada y llamando con insistencia, porque no me contestaban, me advirtió de la inmediata un sobrino de los Sres. Barrientos, que mi hermano y su familia se habían refugiado allí, saltando la tarde anterior por la tapia medianera del corral huyendo de la agresión a la casa Castelló. Entré a verlo y estando en la visita, llegaron a detenerlo, verificando un minucioso registro en su casa, que registraron por tres veces en días consecutivos, porque sospechaban encontrar los revoltosos armas y documentos interesantes, dada su destacada significación derechista. La detención no se efectuó, por el grave estado de salud, quedando en depósito en casa de los Sres. Barrientos, así como también Eulalio Ordóñez por enfermo de tuberculosis avanzada, el hijo mayor de éste y Francisco Barrientos Rivero; permaneciendo en esta situación hasta que fue acordada la liberación de todos los detenidos en asamblea pública, según me refirieron. Es de advertir que los Sres. Barrientos son primos carnales de la esposa de mi hermano Marciano. Momentos después me avisan del juzgado y a los demás titulares para informar sobre el herido y practicar las diligencias de autopsia a los cadáveres de Luis Castelló y su criado, muertos en el asalto a su casa el día anterior y comentando los sucesos con los que estaban en dicha dependencia, Mariano Martín de Arriba <detenido y asesinado días después> el que actuaba de juez Joaquín Llamazares Llano, el dirigente Ramón Calderón y el secretario Bernal, nos tranquilizaron sobre las detenciones diciéndonos que era “medida del Comité para evitar los desmanes de la turba, garantizando así las personas”. Durante todo el día se estuvieron verificando detenciones de patronos y personas de significación que no habían acudido al bando que dictaba la presentación con las armas que poseyeran, exceptuándonos de tal detención a los sanitarios y buscando con insistencia una banda de escopeteros a los que faltaban <en casa estuvieron repetidas veces preguntando por mi hermano Juan, ausente desde el mes de marzo> dedicándose a cazar a los que huían o se resistían, como hicieron con el joven Ramón Crespo en la casa vecina de Antonio Mª Rivero, donde al cogerlo lo asesinaron cruelmente de un tiro en la cara. Vista la actitud de caza fiera a que se había entregado la horda desalmada, algunos escondidos determinaron presentarse, como Ramón Parrón y otros, salvándose así de una muerte segura. A la mañana siguiente haciendo la visita acompañado de escopeteros  –disposición del comité a los sanitarios- y al desembocar en la calle San Sebastián, nos hizo retroceder -refugiándonos en la dulcería de la calle Santiago- un gran alboroto de gritos y tiros; esperamos que pasase la refriega, volviendo a la expresada calle, donde se me acercó un individuo que me dijo “…a propósito D. Eusebio, han ido a detener a Manolito Sanz, éste los ha recibido a tiros desde dentro, la turba se ha congregado contestándole con descargas; deben haberle agotado las municiones porque ya no dispara, estas fieras van a hacer una barbaridad, tienen bloqueada la casa y van a prenderle fuego, si usted viene conmigo para que abra evitaría una catástrofe puesto que detenido está garantizado…” impresionado por la macabra cacería anterior con el joven Crespo y ante las razones expuestas, fui inmediatamente en su socorro pues la abstención hubiera sido criminal. Al pasar por el domicilio de la enferma que iba a visitar, vi a Miguel Fernández Calderón, su tío, que se asomaba a la puerta preguntando lo ocurrido y al referirle la proposición del que me acompañaba se unió, marchando juntos hacia la casa del Sr. Sanz; que efectivamente, bloqueada por la turba se disponían a prenderle fuego <comprobado después por las declaraciones de un tal “Minuto” quien reloj en mano esperaba el tiempo acordado por los asaltantes para si no abría, echar la gasolina>. Miguel Fernández se adelantó llamando, abrió enseguida el Sr. Sanz que nos explicó su resistencia al ver que los que fueron a detenerle se habían presentado apuntando con las escopetas y que “eso no eran modos”. Salimos todos rodeados de la chusma; Miguel Fernández protestó de los desmanes que venían sucediendo, contestándole acremente los del grupo, quedando este Sr. y yo en su domicilio para ver a la enferma, su sobrina doña Elena Fernández de Castelló y confinando al Sr. Sanz detenido hacia la Plaza: seguidamente avisamos al telegrafista para que comunicase con Cazalla donde se había concentrado la Guardia Civil de este puesto, para que enviasen fuerzas, contestando que no podía porque tenía intervenida la línea. Que avisado para ver a uno de los detenidos en el Ayuntamiento, mi cliente don Julio Herce y al entrar en la sala, observé el hacinamiento y enorme temperatura que sufría: protesté ante los guardias de aquella desconsideración alegando el peligro de asfixia de más de cien personas encerradas en aquel recinto, me contestaron que no se atrevían a sacarlos por “temor a que la turba congregada en el patio los linchasen” apelé a un dirigente que tras largos cabildeos me autorizaron a escoger los enfermos y sexagenarios para trasladarlos a otra sala mejor ventilada, como lo efectuaron –testigos Manuel Fontán Yanes y demás supervivientes. Desde aquella fecha, no vi más a los detenidos durante su cautiverio, a pesar de haber estado muchos enfermos y ser casi todos clientes y amigos: este servicio médico fue prestado en adelante por otros colegas, sin duda por desconfianza me apartaron del contacto con ellos; asistiendo después únicamente al detenido José Rivero Arcos, bien vigilado y controlado y en la víspera de su liberación, al detenido en la cárcel Manuel Pérez, porque vinieron dos escopeteros a avisarme con urgencia y que estuvieron presente dentro del departamento mientras reconocía al enfermo <supuesto> causando extrañeza por cierto a un dirigente, cuando se enteró, el que yo hubiese asistido en la cárcel a un detenido, según referencias posteriores de algunos supervivientes. Este apartamiento de mis clientes detenidos y el que la familia Castelló, con la que me unía estrecha amistad y clientela, fuese depositada y encargado de su asistencia en casa de otro compañero, más la vigilancia que observaba mientras verificaba la visita de mis enfermos domiciliados; el quedarme sin servidumbre obligándome a ir personalmente por el pan –testigo el gerente de la fábrica de Santa Clara antes citado Sr. Valdecantos- hasta que enteradas de esta situación las religiosas del Convento nos auxilió con su sirvienta y otros amigos: la referencia que tuve de una hija de Antonio Yanes, que al pasar yo haciendo la visita por la calle donde ellas vivían oyó decir a un dirigente marxista “a éste y a Alberto de la Hera, hay que quitarlos también de enmedio” y otras pruebas más de peligro, me hicieron tomar grandes precauciones, no atreviéndome a visitar diariamente a mi hermano Marciano, como necesitaba su delicada salud y reduciendo la asistencia a mis enfermos graves; frecuentando solamente, porque no despertaba sospecha, la Casa de Socorro, donde concurrían todas las tardes los sanitarios; reunión y cambio de impresiones que celebrábamos con prudencia por la constante vigilancia de la guardia que había dentro del establecimiento; las farmacias de Rogelio Vázquez y Alberto de la Hera a quienes comunicaba las confortadoras noticias que recogía por mi escondido aparato de radio y algunas veces la casa de Joaquín Yanes Sanz, a quienes alentaba por el mismo concepto. Es de advertir, que los sanitarios estábamos autorizados a circular libremente, con un brazalete de cruz roja, sellado por el Comité; los primeros días escoltados por escopeteros, después no se cuidaron más de tal escolta, por demás innecesaria, como puede comprenderse, ya que estábamos a merced del comité o de la turba. Un día tuve noticias de que el detenido Antonio Limones de la Hera, al que habían asesinado los marxistas noches antes en el cementerio, había logrado escapar con tres heridas graves y refugiado en casa de mi hermano el médico Luis en el pueblo de Casas de Reina, todavía en zona roja: que se había enterado la turba y se proponían rescatarlo juntamente con mi hermano; inmediatamente fui a casa de Ignacio Vázquez a ver si podía comunicar de manera discreta por el teléfono del alumbrado, contestándome que vería el medio, pero lo consideraba casi imposible porque esa línea estaba controlada, quedándome con la natural zozobra. Afortunadamente no dio tiempo a los marxistas a ejecutar el proyecto porque a los dos días fue liberado dicho pueblo. En este plan tenebroso continuamos hasta el día de nuestra liberación, que después de saludar a la tropa y algunos convecinos y amigos que venían con ella, nos reunimos los sanitarios como de costumbre en el periodo rojo, en casa del Sr. Llinares donde se encontraba también aquella tarde el farmacéutico Hidalgo con su familia. Al despedirme del Sr. Llinares, me dijo que no me separase de allí, que cenara con él, pues tenía noticias que algunos elementos, familiares de los asesinados, proyectaban violenta venganza y yo podía moderar los impulsos encauzándolos por recta justicia; consideré sus temores exagerados, más ante su insistencia, hablé con los jefes de la fuerza y el actual alcalde Guillermo Alvarado cumpliendo la misión encomendada y marchando a casa a cenar. Volví después a casa del Sr. Llinares a las diez de la noche próximamente, donde continuaban reunidos los sanitarios y algunas familias, entre ellas la del farmacéutico Hidalgo, quien expuso la idea de quedarse a dormir allí, pero el dueño no aceptó porque tenía la casa llena; les ofreció la suya el farmacéutico Sr. Vázquez y el médico Antonio Márquez propuso fuese a la mía, proposición que aprobó también el Sr. Llinares, acordando en su visita el Sr. Vázquez y yo, distribuirnos la familia, en casa de éste último el Sr. Hidalgo y la criada y en la mía, su señora y la hija, pero cuando llegamos a la casa del farmacéutico Sr. Vázquez dice Hidalgo “no me separo de mi mujer, donde esté ella voy yo” teniendo que ceder a este intempestivo alojamiento y quedando la criada en casa del Sr. Vázquez. A los dos días, no pudiendo soportar la escasa mentalidad y educación de mis huéspedes, que repugnaba a mi familia, pues apenas había tenido trato con ellos, más algunos rumores que empezaban a circular sobre Hidalgo, de complicidad en los pasados sucesos, determiné echarlos poniéndome de acuerdo con el farmacéutico Sr. Vázquez, para efectuarlo en su colaboración con alguna delicadeza, lo que realizamos enseguida; quedando libre de una verdadera pesadilla, que por mi caballerosidad y sentimientos nobles, acepté si más escrúpulos que los sociales, puesto que los compañeros y amigos de Hidalgo, no considerábamos a éste entonces manchado con los graves delitos que se le imputaban después; prueba de ello el ofrecimiento de su casa del Sr. Vázquez y la proposición de los demás compañeros. Me vi precisado en aquella ocasión, a cumplir con un deber de conciencia, advertí a los Jefes y oficiales que practicaban un registro en casa de Miguel Fernández, acusado de marxista, que su actuación político social no había sido ésta, por conocer sus constantes y públicas censuras sobre tan detestable sistema, antes y después del movimiento, habiendo estado siempre apartado de él, a pesar del terror republicanismo de toda mi vida, según la doctrina de Castelar a quien consideraba como un ídolo; sin interponer influencia alguna sobre la diligencia que practicaron libremente y que fue comprobado entonces y en investigaciones posteriores. Esta actuación debo confesar no fue espontánea en mí; era constantemente acuciado por todas partes para evitar las desorientaciones, que en uno u otro sentido pudieran ocasionar a los encargados de ejercer la justicia algunos elementos que sin juicio sereno, humanamente explicable, estaban animados de ciega idea de venganza, hasta el punto de poder citar lo siguiente: Recurrió a mi alarmado el actual gestor municipal D. José Arcos Rivero <víctima también los suyos de los marxistas> para que hablásemos al Comandante de la plaza, pues me dijo “hay bastante inquietud, me han hablado algunos señores, para que venga usted conmigo a conferenciar con el Comandante, con el fin de que los encargados de la policía actúen libre de presiones y desorientaciones”. Esperando los dos en el Ayuntamiento nos recibiera la citada autoridad acertó a pasar un Guardia Civil que se acercó diciéndonos: “a ver como pueden Vds. conseguir que se serenen los ánimos y nos dejen obrar como Dios manda, nosotros conocemos el pueblo y lo haremos más acertadamente”; cumplimos la misión encomendada prestando el Sr. Comandante la debida atención a nuestras consideraciones. Desgraciadamente hoy todavía continúan manifestándose estas pasiones personales con demasiados esfuerzos por parte de algunos elementos carentes en absoluto de las virtudes necesarias al hombre, aunque por fortuna sin resultado, gracias al recto juicio de las autoridades competentes.

     Hasta aquí, aclaración fácilmente comprobable de algunas de las falsas acusaciones de que soy victima, no deteniéndome más en otras, que por puerilidad no lo necesitan. No puede concebirse que yo exhibiera en casa de los Sres. de Castelló, donde gozaba desde hace 29 años de la más alta estimación y confianza un carnet de la C.N.T. o de la U.G.T. por inocente y absurdo, dadas mis características personales y menos lo refiriese uno de sus hijos al Sr. Llamazares, puesto que en aquella fecha no se trataban por rivalidades y antiguos odios familiares, aumentado por competencia de negocios <el Sr. Llamazares explotaba una fábrica de orujos propiedad de los padres del farmacéutico Hidalgo>. El no visitar más que una vez y evitar cuidadosamente toda clase de relaciones durante el periodo rojo, se explica, aparte razones sentimentales, pues mi visita fue un mal rato no acabando por el llanto al describirme los horrorosas escenas pasadas, que no era práctico recordar con mi presencia dada nuestra gran amistad <aprobado por mi colega Llinares>, más la situación de apartamiento y vigilancia con relación a los demás detenidos a que me habían reducido, hubiera sido comprometer la seguridad de ellos y la mía, ya que su cuidado profesional lo habían encomendado los marxista al Sr. Llinares, a pesar de ser mis clientes. Esta familia era visitada diaria y exclusivamente por su antiguo e íntimo amigo Miguel Fernández Calderón. Respecto a mis relaciones con el farmacéutico Hidalgo, durante el periodo rojo, se reducen a tres visitas     –testigo su vecino Joaquín Yanes Sanz-, efectuadas durante los últimos cinco días, a horas de la mañana, avisado para consulta, verificadas con toda clase de precauciones por estar allí depositadas o protegidas dos hijas del Sr. Castelló y existir extrema vigilancia para que ningún extraño a la casa comunicase con ellas, por lo que me limité al verlas desde lejos a saludarlas con la mano. Antes no pude entrar en este domicilio, porque una vez que intenté para preguntar por la existencia de un medicamento del que se carecía en otras farmacias, fui rechazado por la guardia que existía en el interior del establecimiento, enterándome entonces de la reclusión de las hijas del Sr. Castelló, que yo creía en la cárcel, no dejándome pasar ni a la rebotica. En una de las citadas visitas tuve que reprender a Hidalgo, que ingenuamente <no concibo con malicia> refería en público que nuestras tropas ya próximas a rescatarnos, venían mandadas por mi hermano el capitán Juan Mirón acompañado de un escapado de los asesinatos marxistas José Yanes Criado: poniendo en gravísimo peligro a mi familia y la de éste último a quienes proyectaban detenernos como rehenes. De esto fui advertido a tiempo por mi colega Sr. Llinares. Es incomprensible que fuera diariamente a comunicarles noticias de la campaña, de éxito para los rojos, por abrumado y por las razones anteriormente expuestas y porque no necesitaban que nadie los informasen, pues poseían la más potente radio del pueblo. Antes del movimiento, mis relaciones con Hidalgo, fueron muy limitadas: mi familia y la suya apenas se trataban, no llegando a visitarse más que una vez durante los años que permanecieron en ésta; y yo, cuando las necesidades profesionales reclamaban, pues era cliente, pasándose en ocasiones meses <desusado en un pueblo> sin entrar en la casa, llegando a quejarse muchas veces por mi diferencia de trato con los otros farmacéuticos y a pesar de que este individuo era sobrino carnal de un condiscípulo mío, habitante en la comarca y ser su padrastro hermano de otro condiscípulo, ya fallecido. Con la familia de Luis Castelló guardaban mejores relaciones, pues sus padres eran parientes, eran invitados en las solemnidades de la casa, etc. prueba de ello, el interés de Hidalgo en proteger a las dos hijas de Castelló, que tuvo alojadas en su casa durante el periodo rojo, porque eran acusadas por la horda de haber disparado la noche que estalló el movimiento sobre un individuo que pasaba por su casa y herido gravemente. Antecedentes y consideraciones que contribuyen a completar el juicio de este asunto, sobre personas que intervienen en él, influidas por un necesario deseo de venganza personal. Antonio Fontán Martínez, es un individuo de escasa solvencia moral: ha carecido siempre de sentimientos religiosos, que familiares más obligados no han podido infundirle por carecer en absoluto de ellos <es de dominio público> haciendo alarde muchas veces de su irreligiosidad. Por escándalo público fue recluido en la cárcel varias veces: tuvo que ser expulsado del Casino de la Plaza en una ocasión por el mismo concepto. Su vida privada no ha sido nunca la más ejemplar, dado a francachelas y vicios dispendiosos. Adelardo López de Ayala y Gardoqui <asesinado> me refirió y a otros convecinos, que no quiso mandar el contrato de arrendamiento de la fábrica de harinas Santa Clara de su propiedad, con el Sr. Fontán, porque no había quedado satisfecho de su actuación económico-administrativa, que juntamente con el Sr. Llamazares, efectuaron durante los años que estos dos señores explotaron el negocio <y del que era también acreedor el Sr. Fontán> llegando a calificarlo duramente. En lo político, ha adolecido siempre del vicio característico de los profesionales que hemos sufrido tanto tiempo; ya he referido su cambio a progresista sin escrúpulo a la amistad política con su jefe provincial de entonces López Cuesta. Nunca ocupó cargos públicos a pesar de ser siempre militante, por carecer de competencia temiendo sus correligionarios y amigos a su temperamento impulsivo y escaso tino. De su consecuencia política, puede dar idea lo siguiente: en la última campaña electoral se inhibió de formar en comisiones de cotización, organización, etc., porque decía que era el que menos intereses tenía que defender, llegando a censurar algunas determinaciones de los directivos del Frente Nacional contra los del Frente Popular. No tuvo escrúpulos mientras explotaba la fábrica de Santa Clara en ir de comilonas con los empleados subalternos de ella, todos destacadísimos marxistas, invitados por él y a pesar de haber sido advertido varias veces sobre el sostenimiento en la industria de tales elementos. Durante la dominación del frente popular y siendo presidente del Círculo de la plaza D. Joaquín Llamazares Caravaca, protestó violentamente de que algunos jóvenes falangistas se reuniesen y demostrasen en el círculo, exclamando “estos niños no se pueden tolerar, no hacen más que comprometer a hombres pacíficos”; su consocio y amigo el presidente, prohibió entonces de oficio a los citados muchachos toda clase de reuniones y manifestaciones, viéndose obligados por tanto a buscar otro local –siendo socios para efectuarlas ¡¡y hoy alardean los dos de fervientes falangistas!!. Actualmente, por el exclusivo mérito de haber sido victima del marxismo y por lamentable equivocación de confundirse a menudo la auténtica derecha con cierta clase patronal dotada de todos los antiguos vicios políticos y escasa solvencia moral, ocupa un alto cargo en la Gestora Municipal y dedica todas sus actividades a perseguir sañudamente a todo el que por la Misericordia Divina se ha librado de la furia marxista, como las más repulsiva “checa” llegando a decir que si le valiera “ se liaría a tiros con todo el que se encontrase aunque tuviera después que suicidarse”. Tal es la vesania del Sr. Fontán en sus públicas manifestaciones, vesania que se acrecienta de día en día merced a las diarias libaciones en casa de una tal “Cayetana” de sucios antecedentes y a quien sostiene en unión de su íntimo Llamazares y algún otro. La opinión pública se encuentra alarmada con su gestión, clamándose en todos los sectores sea apartado e incapacitado por estéril y nefasto. La familia de D. Luis Castelló, adolece de un grave defecto temperamental conocido de todos. A consecuencia de antecedentes hereditarios <el abuelo murió demente, un tío carnal recluido actualmente en el manicomio de Miraflores, el propio D. Luis padecía una fuerte neurosis, su hijo Antonio débil mental> sufren una gran tara neuropática que es de dominio público. Esta familia considerándose ofendida por lo que ellos entienden desafecto al yo no visitarlas diariamente en el periodo rojo de su reclusión y prestándole consuelo dada nuestra gran amistad sostenida, sin haber logrado empañarla periodos de tirantez de relaciones con la mía, se les ha despertado un morboso deseo de venganza aliándose con el Sr. Fontán, hermano de su cuñada María y el Sr. Llamazares consocio e íntimo de este último, desenvolviendo una campaña inicua de difamación que tiene indignada a la opinión pública. Salta a la vista la falsedad y absurdo de sus acusaciones puesto que al cabo de 19 meses denuncian supuestas faltas, conocidas de ellos, según dicen, algunas de antes del Movimiento, habiendo faltado con ello al más elemental deber de patriotismo. Es inconcebible me dispensasen las más absoluta confianza y estimación <testigos sus más íntimos Sres. Gullón> una familia de “extrema derecha” si hubieran sospechado siquiera que yo pertenecía a partidos diferentes, si hubiéramos comentado estas cuestiones casi diariamente que frecuentaba la casa, aun sin motivos profesionales. Pretenden sin duda descargar sobre mí el defecto de un pariente de la casa, afiliado entonces a la Casa del Pueblo de Madrid y que exhibía descaradamente su carnet alardeando de habilidad política. También resulta incoherente que al mismo tiempo que se lanzan sobre mí las acusaciones, estoy informando con frecuencia sobre evadidos de la zona roja, vecinos de este pueblo y que solicitan con avidez mis declaraciones como de más alto prestigio social y político –testigo el cabo comandante de la Guardia Civil anterior. Como se deduce de lo expuesto, mi conducta ha sido siempre ajustada a los nobles sentimientos del caballero cristiano y patriota, único ideal de mi vida, como educado en el más santo hogar de España: apelando, si necesario fuese al testimonio de mis convecinos, tanto locales, comarcales y personas de alta significación de la capital. Facilitando la adjunta lista de entre ellos. Reclamo por tanto, la más completa rehabilitación de mi honor, el patrimonio familiar más estimable, cumpliendo así el testamento de mi padre, glorioso Jefe de Infantería, en sus postreros momentos “no vivir con vilipendio”. Guadalcanal a doce de marzo de mil novecientos treinta y ocho. II Año Triunfal”. Firma y rúbrica…”.

     Después de hacer una defensa cerrada de sus principios, el Dr. Mirón Villagrán, solicita al Juez Instructor lo siguiente: Segundo.- Que habiendo llegado a mi conocimiento después de prestada declaración, que pueden deponer acerca de los hechos que se me imputan los vecinos de esta villa Don Alberto de la Hera Rivero (farmacéutico); D. Ignacio Vázquez Rodríguez (industrial) D. Juan Campos Navarro (maestro nacional), D. José Jiménez Sutil (Jefe Local de Requetés), D. José Arcos Rivero (Gestor Municipal), D. Rogelio Vázquez Rivero (farmacéutico), D. Manuel Jiménez Sutil (Cura Párroco), D. Leandro Briz Sánchez (propietario), D. José Gómez Padín (maestro nacional), D. Antonio Guillén Chaves (veterinario), D. Amador Mallén Vélez (industrial), D. Facundo Fiero Murillo (maestro nacional), D. Miguel Durán Rius (corredor de comercio), D. Rafael Jiménez Palacios (propietario), D. Joaquín Yanes Sanz (industrial), D. Juan Pastor Nieto (propietario), D. Ramón Parrón Calderón (comisionista), D. Aurelio Astudillo Martínez (médico titular), Hermana Superiora y Comunidad de la Doctrina Cristiana de esta villa; Doña Carmen Caballero Iglesias y hermanas, ruego a V. S. ordene la comparecencia de los citados señores para que expongan cuanto supieren acerca de los hechos denunciados y conducta por mí observada con anterioridad al movimiento y durante la época de de dominación roja en este pueblo. Tercero.- También suplico a V. S. sean citados para que depongan los señores que relaciono a continuación, la mayoría vecinos de Sevilla y otros de pueblos de la provincia, a los que menciono por ser personas que me han tratado con intimidad y que han ejercido cargos en esta localidad: D. Antonio Loran Fernández (canónigo de la S. J. Catedral) con domicilio en Sevilla, General Queipo de Llano, 36; Doctor Manuel Vela González, con residencia en Sevilla, Bailén, 55; Licenciado Miguel Castillón Fernández, con residencia en Sevilla farmacia de la Alfalfa; R. Padre Estanislao S. Martín, religioso misionero del Corazón de María, con residencia en Sevilla, Convento de Puerta Jerez; D. Antonio Limones de la Hera, alférez del Regimiento de Infantería de Granada nº 6; R. Madre General, Serafina y demás hermanas de la Doctrina Cristiana, con residencia en Sevilla, Guzmán el Bueno, 11, Doña Elvira Ortega, vda. de Rivero, profesora de la Normal de Sevilla, Porvenir, 12 bajo; D. Juan Ruiz Picón, cura párroco de Castilleja de la Cuesta; D. Rafael Romero Veloso, cura párroco de Alcolea del Río; D. Juan María Merino García, notario de Cazalla de la Sierra, Hermana María Auxiliadora Murube, superiora del Colegio de la Doctrina Cristiana de Constantina; Hermana S. Teresa Mancha, superiora del Colegio de la Doctrina Cristiana de Fuente de Cantos (Badajoz).

     Después de solicitar una amplia lista de comparecencias y antes de terminar, Eusebio Mirón aclara al Juez la relación que mantiene con una serie de vecinos: Debo manifestar a V. S. a los efectos de justicia, que los que son y fueron vecinos de este pueblo, Vda. e hijas de D. Luis Castelló Rodríguez, D. Antonio Fontán Martínez, D. Joaquín Llamazares Caravaca, D. Daniel Almeida González, D. Marcos Alvarado Moreno y familias respectivas, son enemigos personales míos y con los cuales tengo rotas toda clase de relaciones. Quinto.- Acompaño testimonio notarial de un pliego de firmas de garantía, iniciativa de algunos señores de esta localidad, indignados por la campaña de difamación que hace tiempo tienen emprendida los individuos anteriormente citados. Es gracia que espero merecer de V. S. cuya vida guarde Dios muchos Años. Guadalcanal, 15 de marzo de 1938 – II Año Triunfal. Eusebio Mirón (firma y rubrica).

     Todavía hizo más el Dr. Mirón Villagrán, complementando a su declaración, instó la realización de un Acta protocolaría por parte de Juan María Merino García, notario del Colegio de Sevilla, con residencia en Cazalla de la Sierra.

     Ante esta nueva declaración, el Juez Instructor dictó una nueva Providencia, ampliando la lista de testigos a declarar, así en el Juzgado de Sevilla el 22 de abril se tomó declaración de Dolores Rodrigo Alvarado, viuda de Castelló: Que respecto a Don Eusebio Mirón Villagrán puede referir que pocos días antes de producirse el Movimiento estando en casa de la declarante y en su presencia, mostró a su hijo Antonio, también asesinado, un carnet de la UGT manifestándole que lo había sacado para cobrar con más facilidad en el Ayuntamiento y como su referido hijo mostrase repugnancia ante dicho documento le dijo que era un niño con mostrar tales escrúpulos; que también dos o tres meses antes del Movimiento y asimismo en presencia de la que declara, mostró a su marido un duro, diciéndole que había que convencerse que en el mundo no había más que aquello, a lo que replicó su referido esposo “que pequeño es Vd. Mirón”. Que durante el Movimiento dicho Sr. Mirón visitaba con frecuencia la casa del marxista Hidalgo, hablando a solas con el matrimonio y animándoles, según manifestaba la mujer de aquél, y según ha referido a la que declara, su hija María que estaba recogida en el domicilio del mismo. Que también el Sr. Mirón visitaba con frecuencia a Miguel Fernández Calderón, destacado izquierdista, y quien manifestó, a la declarante que el Mirón le visitaba muy a menudo, habiéndole manifestado que el Movimiento terminaría pronto pues solo quedaban dos focos rebeldes, uno en Zaragoza y otro en Sevilla, que serían fácilmente dominados por el Gobierno y que por lo que refería a Villanueva de las Minas que era inexpugnable. Que también por el mismo motivo de su reclusión durante el Movimiento ignora más detalles de la conducta del Sr. Mirón en relación con el mismo, pudiendo tan solo decir que a pesar de ser el médico de su familia, durante tal periodo, tan solo fue visitada por él en una ocasión, en que con bastante frialdad examinó la lesión que sufría sin volver a ocuparse de ella ni de sus hijas. Que antes del Movimiento el Sr. Mirón estaba más cerca de los marxistas que de las personas de orden, por la influencia de Simeón Vidarte colocó a dos hermanos suyos en sendas titulares como farmacéutico y médico, y que en relación con ello, Leonardo Vidarte, hermano de Simeón, dijo personalmente a la que declara, que Eusebio Mirón era el individuo de más cuidado que tenían en la localidad y que por eso y no por otra cosa habían colocado a sus hermanos. Que su religiosidad externa era exagerada, lo que no le impedía mantener estrecha amistad con el furibundo ateo Fernández Calderón.

     Prácticamente en el mismo sentido declararon las cuatro hijas de Luis Castelló, Purificación, María, Pilar y Dolores Castelló Rodrigo de la Peña.    

     Como consecuencia del escrito del Dr. Mirón, el Juez decreta la ampliación de declaraciones de testigos.

     El primero en declarar el día 29 de abril, también en Sevilla, fue el canónigo Antonio Lorán Fernández, haciendo una encendida defensa de Eusebio Mirón.

     Siguieron los interrogatorios con Miguel Castillón Fernández, Alférez de Farmacia, que se pronunció en el mismo sentido y al siguiente día 30 de abril, lo hizo Manuel Vela González, médico, igualmente defendiendo al Dr. Mirón.

     Por último lo hace también Antonio Limones de la Hera. Alférez de Infantería: Que conoce a don Eusebio Mirón y que respecto a su actuación durante aquella fecha puede decir que con ocasión de estar unas sesenta o setenta personas detenidas en una dependencia del Ayuntamiento, Mirón hizo presente a los dirigentes, que aquello carecía de condiciones para tal fin, consiguiendo de ellos, fuesen trasladados y distribuidos a otros lugares de una mayor comodidad; que durante aquéllos días, Mirón carecía de libertad, siendo siempre acompañado por escopeteros y que habiendo solicitado el padre del declarante, también detenido y más tarde asesinado, recibir asistencia de Mirón, no le fue concedido, desconociendo ningún otro detalle durante aquellas fechas, por el hecho de su detención; que con anterioridad lo tenía reputado como persona de derechas, conduciéndose siempre como tal, y habiendo ayudado en toda ocasión a la política de orden en la localidad, deduciéndose también referida ideología tanto por sus conversaciones en el Casino con el padre del declarante, como con el propio testigo, dando constantemente ánimos a todos en el sentido de que las cosas habían de cambiar en breves a mejor.

     Según había solicitado el Dr. Mirón Villagrán, el juez amplia las declaraciones a algunos vecinos más de Guadalcanal. El primero en declarar en el Juzgado de Cazalla de la Sierra el día 18 de mayo de 1938 es Alberto de la Hera Rivero, Farmacéutico: Que conoce de toda la vida a don Eusebio Mirón Villagrán, y le reconoce como un caballero muy digno y honorable, distinguido por todas las clases sociales, gozando de un prestigio profesional y social católico práctico y de significación de extrema derecha; apolítico durante la Monarquía, perteneciendo en la Dictadura a la Unión Patriótica y en los tiempo de la República, contribuyó económicamente y personalmente por el triunfo de las derechas en las elecciones del 33, que consiguieron ganarse, actuando con verdadero entusiasmo, siguiendo siempre con su misma significación de extrema derecha y votando en las sucesivas elecciones por las derechas, trabajando y consiguiendo un gran número de votos para las mismas, por cuya significación derechista le tenían perseguido solapadamente las extremas izquierdas, las cuales desde el Ayuntamiento influyeron para que un hermano del referido Sr. Mirón no consiguiese por oposición una plaza de titular en Guadalcanal, desposeyendo a otro hermano de la titular que regentaba en la villa de médico durante muchos años. Que iniciado el Movimiento Glorioso y durante la dominación de los marxistas en el pueblo, dicho señor Mirón llamó telefónicamente al que habla diciéndole gozosamente que las tropas se habían levantado. Que al igual que a los demás profesionales, era conducido por escopeteros para su visita a los enfermos, llevándose la servidumbre de su casa a marcharse y tener personalmente que comprar los comestibles en las tiendas. Que en este periodo, a una hermana del señor Mirón, que un día, que fue el primero del Movimiento, los escopeteros en la calle, en ocasión de que iba a misa, la detuvieron amenazándola con las armas, viéndose obligada a refugiarse en una latería, y por ese medio se salvó de ser agredida. Que estando el pueblo en ese periodo de dominación roja, el Sr. Mirón tuvo necesidad, haciendo su visita, de entrar en la farmacia del declarante, y siempre le dio ánimos y les comunicaba las buenas noticias por él recogidas, teniendo absoluta confianza en el triunfo del Movimiento; Que el declarante estima que el hecho de que los rojos respetasen a don Eusebio Mirón, obedeció a que había respeto a la clase médica-farmacéutica. Que todo el mundo ha escuchado en Guadalcanal al Sr. Mirón en reuniones o tertulias, con gusto  por estimarse sus opiniones, por su sensatez y por su animosidad a favor del Orden, y moralmente es y lo era, un verdadero caballero, perteneciendo siempre como ya tiene dicho a extremas derechas.

     El mismo día declara también Ignacio Vázquez Rodríguez. Casado, 52 años, empleado. Que conoce desde hace lo menos treinta años a Don Eusebio Mirón Villagrán, y siempre ha sido persona de orden y trabajando en las elecciones a favor de las derechas poniendo su dinero y su concurso personal. Que últimamente el Sr. Mirón pertenecía a Acción Popular, y anteriormente a la Unión Patriota. Que durante la dominación marxista en Guadalcanal, el declarante fue detenido y llevado a la cárcel el día cinco de agosto, poniéndolo en libertad el día ocho, quedando en calidad de detenido en su propio domicilio, y el día nueve o diez, dicho Sr. Mirón fue a su domicilio y al entrar observó el declarante que en la puerta quedaban dos o tres escopeteros de los que le acompañaban en las visitas que hacía a los enfermos. Que el Sr. Mirón, secretamente dijo al dicente, que si le preguntaban dijera que había ido allí a ver a su familia y entonces con muchísimo interés le preguntó por un hijo de Limones, llamado Antonio, al que a su padre habían asesinado después, y cuyo joven había sido también detenido por los marxistas y según se decía se había escapado del Cementerio cuando lo llevaron en unión de otros a asesinarlo, y como el declarante no tenía noticias de dicho joven así se lo hizo presente al Sr. Mirón, quien también le preguntó, dado que el que habla, por ser el encargado de la central eléctrica tenía teléfono particular y aún no se lo habían cortado, que a dónde estaban las fuerzas, contestándole que venían, según sus noticias, por Constantina o Fábrica de El Pedroso, expresándose seguidamente por el Sr. Mirón, que a ver si llegaban enseguida a Guadalcanal, y fusilaban a doscientos marxistas, marchándose seguidamente sin que pueda referir nada más, debido a que estaba detenido en su casa como ya dice. Que el concepto que le merece el Sr. Mirón es excelente y en cuanto a política siempre ha sido de extrema derecha, lo que ha demostrado constantemente incluso en una ocasión en que viajaba en el tren, los ferroviarios lo llamaban “calca” por haberles pedido el voto para las derechas.

     Y continúa el estudiante José Jiménez Sutil, 22 años, soltero. Que el Sr. Mirón Villagrán, antes del Movimiento Glorioso, como asimismo en la actualidad, siempre fue un católico práctico, lo que le constaba al declarante de ciencia propia, tanto es así, que tanto a él como a su familia les llamaban los Beatos. Se distinguía en las elecciones a favor de las derechas, siendo del partido de la CEDA últimamente. Que después de las elecciones del 36, y visto que ya el partido de Gil Robles, al que pertenecía el declarante así como el Sr. Mirón, parecía ser se iba disipando, el que habla y otros amigos se pusieron en inteligencia con Sancho Dávila para fundar y mantener en Guadalcanal la Falange, y entonces el que habla le preguntó, digo se entrevistó con Don Eusebio Mirón, a quien le comunicó los proyectos que tenía, y los apoyó, dándoles ánimo para que así lo hicieran e incluso contribuyó con dinero para la adquisición de pistolas. Que durante el periodo de dominación marxista en Guadalcanal, éstos consiguieron apoderarse de las listas de los Falangistas del pueblo, procediendo a la detención del que habla, llevándolo a la cárcel y como estaba enfermo reclamó le visitara el Sr. Mirón, a lo cual no accedieron, y en vista de su enfermedad consiguió que lo llevasen a su domicilio y allí a su instancia el Sr. Mirón fue a visitarle y un día en esta visita, en ocasión de que un hermano del que habla se encontraba a su lado en la cabecera de la cama, dicho Sr. Mirón apartándose con su hermano que era sacerdote en Guadalcanal, se confesó con él. Que en las visitas que realizaba el Sr. Mirón, siempre iba acompañado de varios escopeteros, lo que indica que no se fiaban de él como persona de derechas significada que era. Que el concepto que le merece el Sr. Mirón moralmente es excelente, un perfecto caballero y cristiano práctico y políticamente siempre es y ha sido de extrema derecha. Que además de haberse hecho negociaciones con Sancho Dávila, se hicieron con Buiza y Vázquez, sirviendo como enlace para éstos Julio Herce, que fue asesinado por los rojos.

     Finalizando el día con la declaración del maestro nacional Juan Campos Navarro, casado, cincuenta y siete años. Que antes del Movimiento el Sr. Mirón Villagrán, siempre se significó como extrema derecha, perteneciendo durante la Monarquía a la Unión Patriótica, y en el año 1933, al partido de Gil Robles, habiendo trabajado en las elecciones siempre de derechas, no solamente con su actuación personal sino ayudando económicamente, como lo hizo, en las del 33. Es y era un caballero católico práctico y amante de la Patria y del orden y, en cuanto a su actuación durante el periodo de dominación roja en el pueblo, manifiesta que debido a que estaba recluido en su casa y no salía no podía apercibirse de la actuación de nadie, pero sí sabe que las visitas que realizaba el Sr. Mirón a los enfermos lo hacía acompañado de escopeteros y que los presos que estaban entonces y reclamaban que los visitara él, los rojos se oponían a ello porque todos los referidos presos o casi todos eran clientes suyos. Que también se enteró que a una hermana del Sr. Mirón que salió a misa el 19 de julio, en la calle los marxistas la persiguieron con armas y tuvo que refugiarse en una latería. Que el concepto que le merece el Sr. Mirón es excelente por sus cualidades de caballero católico práctico y políticamente siempre de derechas, y en su trato social era y es una persona a quien agradaba a todo el mundo oírle sus opiniones siempre a favor del orden y se le consultaba en este sentido. Que también al Sr. Mirón como a un hermano suyo que es médico, lo perseguían los extremistas, tanto es así que a este hermano le quitaron la titular.

     Terminadas las declaraciones de todos los testigos, realizadas en Guadalcanal, Sevilla y Cazalla de la Sierra, el Juez Instructor prepara su informe definitivo.

     Y llegamos al final del expediente: Don Joaquín Ruiz del Portal y Rosillo, Oficial Tercero Honorario del Cuerpo Jurídico Militar, y Juez Militar Eventual de esta plaza. DICTAMEN DEL SR. AUDITOR.- Excmo. Sr. La presente información ha sido instruida en esta Plaza a fin de depurar determinados hechos ocurridos en los primeros momentos del Movimiento Nacional, en la de Guadalcanal. De lo actuado resulta que según manifestaciones de Don Daniel Almeida González, a quien se refiere la orden de proceder de este procedimiento, el Juez Municipal de Guadalcanal Joaquín Llamazares, había actuado como tal durante la dominación roja en el pueblo, firmando sentencias de muerte; el Médico Don Eusebio Mirón Villagrán, también actuó con ellos negándose a prestar asistencia a personas de derecha, insinuándose que ambos pertenecían a una agrupación de tipo masónico, y asegurándose que el primero con el también vecino de la localidad Pedro Rivero Espino, se dedicaba ostensiblemente a la usura, percibiendo de sus prestatarios intereses que llegaban hasta el 80%. Constituido el Juzgado en la plaza de Guadalcanal, y practicadas en dicha plaza y en la de Sevilla cuantas diligencias se han estimado convenientes al esclarecimiento de los hechos, resulta de las mismas que Joaquín Llamazares Llano, como ex–Juez Municipal, fue obligado por los rojos a intervenir como tal en el levantamiento del cadáver de Don Luis Castelló, asesinado por ellos, así como en el depósito de las alhajas de esta familia en la sucursal del Banco Español de Crédito, a fin de dar a estas diligencias viso de legalidad, sin que este señor tuviera otra intervención que ésta obligada, y estando fuera de discusión la repugnancia con que verificó una y otra cosa, y sus acendrados sentimientos de derecha y orden de toda la vida, con los que ha sido consecuente en todo momento. Por lo que afecta al médico Don Eusebio Mirón Villagrán, si bien aparece acreditado que sostenía amistad con destacados personajes de izquierda de la localidad y que por ello y por otras razones, entre las cuales pudiera estar la idiosincrasia de carácter, gozaba en ella de escasas simpatías entre cierto sector de los elementos de orden, y gozó al parecer de relativa libertad en el periodo de la dominación roja; no aparece acreditado que aquella amistad tuviese carácter político, ya que por el contrario sus antecedentes son de persona de derecha y no ha sido demostrado ningún hecho concreto que otra cosa demuestre. Y por último, por lo que se refiere a las operaciones usurarias que eran atribuidas a Llamazares y Pedro Rivero Espino, ha sido demostrado que si bien efectivamente ambos han realizado operaciones de préstamo, el interés de ellas no ha excedido en ningún caso del diez por ciento anual, interés que si bien puede reputarse crecido, no es forzosamente, según repetidas declaraciones jurisprudenciales, constitutivo de usura, por todo lo cual parece procedente la terminación de las presente diligencias sin declaración de responsabilidad. Por lo anterior el Auditor que suscribe estima que la presente información debe ser terminada sin declaración de responsabilidades. V. E. no obstante resolverá. Sevilla 15 de julio de 1938. II Año Triunfal. El Auditor. (Firmado) Francisco Bohórquez. Resolución de la Autoridad Militar.- Secretaría de Justicia. Sevilla 22 de Julio de 1938. III Año Triunfal. Visto el presente informe. Acuerdo la terminación sin declaración de responsabilidad de esta información. A los efectos procedentes, vuelva lo actuado al Ilustrísimo Señor Auditor de Guerra de este Ejército.- (firmado). ES COPIA. Sevilla, 10 de agosto de 1938. III Año Triunfal. <sello del Juzgado Eventual Militar. Sevilla>.

     El expediente se había iniciado el 28 de febrero y quedaba cerrado el 21 de septiembre de 1938, siete meses de trabajos del Juez Instructor Oficial Segundo Honorario de Complemento Militar Manuel Rodríguez Sañudo y del Secretario, Sargento Provisional José Francisco Zúñiga Sánchez, cuya labor ha hecho posible que hoy hayamos podido leer un capítulo de nuestra historia trágica.

     No sabemos si relacionado con este expediente, pero durante la instrucción del mismo sucedieron varios hechos: el 30 de Mayo de 1938 la Comisión Gestora del Ayuntamiento de Guadalcanal resolvió la separación del médico titular Eusebio Mirón Villagrán, sin formación de expediente, en aplicación del Decreto número 93. El seis de septiembre sería destituido como miembro de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de Guadalcanal, Antonio Fontán Martínez y el 28 de diciembre del mismo año, cesa en el cargo de Juez Municipal, Joaquín Llamazares Llano.

     El 6 de septiembre se celebra reunión extraordinaria de la Comisión Gestora con los siguientes puntos: Presidida por el Delegado Gubernamental Manuel Balparda Castaño, quedó constituida la nueva Comisión, con los siguientes señores: Alcalde, José Ruiz Ferrón; 1er. Teniente Alcalde: José Yanes Criado; 2º Teniente Alcalde Manuel Gago Rodríguez, y José Jiménez Sutil y Manuel Alonso Silva, como Gestores Municipales. Por el señor Delegado les fue dada posesión, exhortándolos al cumplimiento del deber, en bien de la Patria y de la población, ofreciendo el Sr. Alcalde, en nombre de los señores Gestores y en el suyo propio, desempeñar los cargos con el mayor celo y agradeciendo los nombramientos que acaban de obtener, con los que se consideran muy honrados. Seguidamente se nombró Síndico a Manuel Alonso Silva y el resto de Comisiones Municipales.

     El 30 de septiembre se vuelve a reunir la Comisión, para tratar los siguientes temas: Se acuerda gestionar la adquisición de uniformes para la Guardia Municipal. Se acordó organizar el 1 de Octubre, la fiesta del Caudillo, de acuerdo con la Falange de la localidad. Se acuerda instalar un receptor telefónico en el Cuartel donde se aloja el Batallón de Trabajadores nº 133.

     Un mes y medio después, el 15 de noviembre se vuelve a reunir la Comisión, para tratar los siguientes asuntos: Quedan enterados de haberse constituido la Junta Agrícola y queda abierta la suscripción “Aguinaldo del Combatiente”. Queda aprobado el proyecto de presupuesto para el año 1939. Se acordó que mientras desempeña los cargos de Depositario-Recaudador y Encargado del registro de colocación, José Chaves Álvarez, perciba el sueldo total anual de 3.750 pesetas.

     El 2 de diciembre se celebra sesión extraordinaria de la Comisión presidida por Manuel de Balparda, Delegado Gubernativo de esta Zona. Se procedió a la reorganización de la Comisión Gestora, que fue ampliada en el número de gestores, tomando posesión los nuevos componentes, quedando como sigue: Alcalde: José Ruiz Ferrón. Gestores: Juan Antonio Arcos Rivero; Manuel Gago Rodríguez; Alberto de la Hera Rivero; José Jiménez Sutil; Manuel Alonso Silva y José Parrón Rodríguez. Se nombra concejal suplente a Rafael Cárdenas Ordoñez. Continúa la sesión nombrándose Primer Teniente Alcalde, a Juan Antonio Arcos Rivero; 2º Teniente Alcalde, a Manuel Gago Rodríguez; Síndico, a Manuel Alonso Silva. Es cesado José Yanes Criado, que había sido nombrado el 6 de septiembre. A continuación se determinan las diferentes comisiones: de Ornato y Obras Públicas, Hacienda, Cultura, Sanidad y Agrícola, para las que son nombrados los señores siguientes: Ornato y Obras Públicas: Manuel Gago Rodríguez y José Jiménez Sutil; Cultura, Alberto de la Hera Rivero y José Jiménez Sutil; Sanidad: Alberto de la Hera Rivero y Manuel Alonso Silva; Hacienda: Juan Antonio Arcos Rivero y Alberto de la Hera Rivero.

     El 10 y 12 de diciembre de nuevo se reúne la Comisión Gestora, para tratar los siguientes asuntos: Aprobación del presupuesto, que asciende a un total de 233.459,39 pesetas, de ingresos y gastos. Queda enterada la Comisión de haber tomado posesión el médico José Llinares Llinares, como sustituto de A. Astudillo Martínez, en el distrito tercero de la Beneficencia, según acta extendida ante la Inspección Provincial de Sanidad.

     La Guerra Civil continúa en España y como consecuencia de ella, se siguen produciendo muertes de vecinos de izquierda de Guadalcanal. Fueron fusilados en Sevilla: Gabriel Montero Camero[3] y Antonio Mariscal Rivero[4].

     Y también en el frente siguen muriendo personas de Guadalcanal: Dionisio Trancoso Rodríguez[5], Rafael Márquez Gordón[6], Juan Rodríguez Sánchez[7], Ramón Rivero Gordón[8], Jesús Hernández Moreno[9], Francisco Gordón Heredia[10], Luis Pinelo Riaño[11], Manuel Gómez Romero[12], José Mª Sánchez Murillo[13], Antonio Delgado Gómez[14], Juan José Ruda Blanca[15], Manuel Criado Pineda[16], Juan Rodríguez Delgado[17] y José González Sotomayor[18].

     Además, en diferentes localidades de España siguieron muriendo vecinos de izquierda: Miguel Fernández Gallego[19]; Carlos Cárdenas Fontán[20] y Felipe Fernández Fernández[21].      Al igual que el año anterior, en este año 1938  se celebraron en el Juzgado Municipal once juicios de faltas, nueve por denuncias de pastoreo de ganado en fincas ajenas, y dos por robos


[1] Agradezco la información facilitada por el historiador José María García Márquez, que me ha permitido localizar este expediente, tan interesante para conocer los hechos ocurridos en Guadalcanal.

[2] Fusilado por los golpistas el 14-09-1936, registrado su fallecimiento el 31 de octubre de 1953, apareciendo como causa: choque con la fuerza pública.

[3] Gabriel Montero Camero, joven trabajador del campo y ugetista, 24 años, soltero. Huyó a zona republicana, como cientos de vecinos del pueblo. Llegó hasta Azuaga, posteriormente estuvo en Valverde y finalmente en Madrid. En la capital, se enroló en el ejército republicano al ser movilizada su quinta y fue enviado al frente de Guadalajara. Allí sería hecho prisionero y conducido al campo de concentración de Viñalta (Palencia). La Guardia Civil del campo solicitó a Guadalcanal los preceptivos informes. El Alcalde de la Gestora, Guillermo Alvarado Moreno, informó que Gabriel Montero se había dedicado al saqueo y quema de imágenes y que “con estos antecedentes hay que suponer que fuera uno de los que tomaron parte activa en los asesinatos come­tidos en las personas de derecha de este pueblo”. El Cabo Coman­dante de puesto, Francisco Jiménez Cortés, también informó que “con anterioridad al Movimiento este mismo sujeto se destacó haciendo ostentación de sus ideas marxistas muy particularmente en los días en que el personal tenía que pasar a los templos, vistiendo el traje comunista”. No faltó el informe del cura, Manuel Jiménez Sutil, quien decía que Montero “no pertenecía, ni creo haya pertenecido a organización alguna de derechas, siendo por el contrario uno de los que intervino en el vandálico saqueo, destrucción e incendio de todas las imágenes que existían en las nueve iglesias de esta villa”. Aunque Gabriel Montero negara estas acusaciones, no estando siquiera en el pueblo cuando se produjo el incendio de las imágenes y reconociera haber pertenecido a UGT y haber hecho guardia con una caballería, el Consejo de Guerra celebrado en Sevilla el 1 de diciembre de 1937, le condenó a la pena de muerte. El ponente de la sentencia, el Magistrado Juez de Instrucción nº 1 de Sevilla, Joaquín Pérez Romero, diría en dicha sentencia: “… era un significado marxista en su pueblo de Guadalcanal y aunque solo confiesa que en los días del movimiento revolucionario se dedicó a la vigilancia de cortijos montado a caballo y portando una escopeta, es lo cierto que los informes de él adquiridos, demuestran que también se dedicó a la exquisita tarea de saquear e incendiar todas las iglesias de su pueblo hasta el número de nueve, fue hecho prisionero, toda vez de no haber sobrevenido esta feliz circunstancia sabe Dios a donde habría llegado en su criminal carrera…” Fue ejecutado en Sevilla el 31 de enero de 1938. Tenía 24 años. Una más de las decenas de vidas que, a cambio de imágenes quemadas, se cobraron los sublevados. ATMTSS. Sº 48/37, leg. 11-170. De nuevo hacemos uso de los datos del libro LA UGT DE SEVILLA. Golpe militar, resistencia y represión  (1936-1950) José Mª García Márquez. Fundación para el desarrollo de los pueblos de Andalucía. Córdoba 2009.

[4] Antonio Mariscal Rivero, 58 años, casado, labrador. Murió en Vinaroz (Castellón) el 25 de septiembre de 1938.

[5] Dionisio Trancoso Rodríguez, murió en el Frente de Teruel el 12 de enero de 1938.

[6] Rafael Márquez Gordón, murió en el frente de Sierra Gorda en Loja (Granada) el 15 de febrero de 1938

[7] Juan Rodríguez Sánchez, murió en Lérida el 3 de abril de 1938.

[8] Ramón Rivero Gordón, murió en el frente de Teruel el 20 de abril de 1938.

[9] Jesús Hernández Moreno, 24 años, soltero. Murió el 13 de mayo de 1938.

[10] Francisco Gordón Heredia, murió en el frente de Levante el 22 de mayo de 1938.

[11] Luis Pinelo Riaño, murió en el frente de Extremadura el 25 de junio de 1938.

[12] Manuel Gómez Romero, 27 años, soltero. Murió en el frente de Teruel el 5 de julio de 1938.

[13] José María Sánchez Murillo. Murió en el frente, ignorándose el lugar, en julio de 1938.

[14] Antonio Delgado Gómez. Murió en el frente, Sector de Sandón el 24 de julio de 1938.

[15] Juan José Ruda Blanca. Murió en el frente del Ebro el 25 de agosto de 1938.

[16] Manuel Criado Pineda, 29 años, casado con Dolores Capellán Bernabé, sin hijos. Obrero del campo. El fallecimiento fue registrado el 10 octubre de 1941. Murió en el frente de Levante, sector Nules el 9 de noviembre de 1938.

[17] Juan Rodríguez Delgado, 32 años, casado con Carmen Llanos García, sin hijos. Obrero del campo. Registrado el fallecimiento el 6 de marzo de 1942. Murió en el frente de Valencia el 12 de noviembre de 1938.

[18] José González Sotomayor. Soldado del Regimiento Caballería de Taxdir nº 7, fallecido en Guadalcanal.

[19] Miguel Fernández Gallego, 25 años, soltero, obrero. Muerto en frente de guerra en el Puente de los Franceses (Madrid) el 4 de junio de 1938.

[20] Carlos Cárdernas Fontán, 20 años, casado. Muerto en Alanís (Sevilla), por aplicación de Bando de Guerra el 28 de julio de 1938.

[21] Felipe Fernández Fernández, 36 años, casado, obrero. Muerto en el frente de guerra en Artesa de Segre (Lérida) en el mes de agosto de 1938.

1 comentario en “Guadalcanal año 1938”

  1. Creo que aquí no se dice que a Dña. Elena Fernández Calderón, su marido Gonzalo Castelló estaba “demente” y la pegó un tiro en la cara y le salió por la boca. Este hombre murió en el manicomio de Miraflores en Sevilla

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