A pesar de no haber terminado aún las obras de reconstrucción de la ermita, Guadalcanal ha celebrado la tradicional romería de abril en honor de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de esta villa serrana, con el esplendor y la devoción característicos. La romería de Guadalcanal es distinta a las restantes de la zona, y cuida mucho su tradición. Los romeros recorren los doce kilómetros de camino hasta la ermita a pie o en caballerías; todos asisten a la misa de doce, y a las cuatro de la tarde al rezo del santo rosario. De regreso, en la “Cruz del Aceite”, hace una parada la Virgen de Guaditoca, y la “salve regina” es entonada por todos. Al pie de esta cruz existe una pequeña tinaja donde los caminantes que por allí pasaban ponían un poco de aceite, que servía para alimentar los candelabros de la ermita, de ahí su denominación de Cruz del Aceite. La llegada de la Virgen a la Cruz del Puerto, desde donde se divisa a un lado Guadalcanal y al otro la campiña extremeña es, sin duda, de lo más emotivo de esta romería. Allí se despiden los romeros besando la mano de su Patrona, y hasta allí suben para recibirla ancianos de la localidad que no pueden estar en la ermita.
Este año, por vez primera, el “Niño Bellotero” acompañó a la Virgen vestida de pastora hasta la iglesia. Así se recupera una tradición muy antigua, porque el padre Antonio, nadie sabe cómo ni dónde, ha encontrado la primitiva imagen de este niño, tallado en madera de encina, y lo ha preparado en un instante. A Guadalcanal le ha gustado el detalle, y ahora al cura le llaman cariñosamente “el conseguidor”.—Rafael DIÉGUEZ CARRANCO.
