El área minera de Guadalcanal

Restos edificios de la mina de Pozo Rico

                              Sin autor RG  año 2001

Introducción

El nombre de Guadalcanal (en el norte de la provincia de Sevilla) está, históricamente, unido a riqueza minera desde que a mediados del siglo XVI se descubriera la célebre mina de plata de Pozo Rico.

Sin embargo, a pesar de la relativa importancia que ha adquirido en los últimos años el Patrimonio Arqueológico de carácter industrial/tecnológico y de los ejemplos existentes de su puesta en valor como factor de incidencia económica y de desarrollo, esa riqueza patrimonial de la zona de Guadalcanal hasta ahora sólo podía ser deducida a través de estudios históricos de tipo documental y geológico-minero.

En base a ellos, que no dejaban lugar a dudas sobre la extraordinaria importancia de esta zona minera en época Moderna, se ha llevado a cabo recientemente una primera aproximación, con perspectiva arqueológica, al área de Guadalcanal (Hunt Ortiz, 1998).

Se expondrán, así pues, los resultados de ese trabajo, materializado mediante una prospección arqueológica superficial de carácter selectivo, centrada en dos zonas mineralizadas concretas, la de Pozo Rico y la de Potosí.

Dos son los objetivos básicos que se pretenden obtener. Como primer objetivo, salvaguardar el Patrimonio Histórico de carácter Minero-Metalúrgico de Guadalcanal, para lo que es imprescindible su reconocimiento y documentación arqueológica. El segundo objetivo, como fase final, es la valorización del Patrimonio Histórico (y otros aspectos con él relacionados directamente como los geológicos, mineralógicos,…etc.), prestando especial atención tanto a los aspectos de carácter arqueológico como a los de carácter documental, en este caso de extraordinaria riqueza en relación a Pozo Rico.

Por último, sólo queda por mencionar que los resultados obtenidos han constituido la base para la elaboración y presentación del denominado «Proyecto Guadalcanal» al Ayuntamiento de Guadalcanal, cuyo alcalde, Sr. Carmelo Montero, lo ha asumido como propio, estando su inicio a la espera de la formalización de su financiación.

La Mina de Pozo Rico

En general, las mineralizaciones del denominado sector de Pozo Rico, que ocupa la parte noroccidental del término de Guadalcanal, encajan en terrenos del Precámbico superior, tanto en la Formación Sotillos, como en la denominada Loma del Aire, ambos separados por la falla de la Urbana. Dentro de la última formación, el yacimiento minero más importante es el de Pozo Rico (Indicio 46), que es considerado anecdótico, lentejonar y complejo, con una paragénesis filoniana rica en plata y otra con arsenopirita, calcopirita y esfalerita (IGME 1980:20).

Las especies minerales documentadas son muchas, entre ellas la stephanita (Sb2 S8 Ag10) pirargirita (SbS3Ag3), proustita (AsS3Ag3), argentita (Ag2S), discrasita (Ag2Sb), querargirita (AgCL), y pirita arsenical calcopirita, blenda, tetrahedrita y galena habiendo proporcionado en cierta abundancia asociaciones de arsénico löllingita a plata nativa y dando en zonas concretas leyes de plata excepcionalmente altas (Goetz Philippi, 1919:464-5; Menéndez Ormaza, 1919: 532; IGME, 1980).

Síntesis histórica

El estudio de carácter histórico más completo sobre la mina de Pozo Rico lo ha realizado Sánchez Gómez (1989), de donde se han obtenido buena parte de los datos que a continuación se exponen (también Barrantes, 1865; Maffei y Rua Figueroa, 1870; Hernández-Pacheco, 1947).

La mina de Pozo Rico fue descubierta el día 8 de agosto de 1555 por un vecino de la villa de Guadalcanal, Delgado, «a do dizen el Molinillo, y destajos, linde con el arroyo del Gaytero y con la senda del Moral».

La noticia de su excepcional riqueza atrajo inmediatamente la atención de la Corona, que pronto envía allí a Agustín de Zárate, un alto funcionario con experiencia minera en Perú, que llega a Guadalcanal el 29 de octubre de 1555. Tras conseguir acuerdos con todas las partes interesadas (incluyendo al representante de los Fugger, Schedler) pone la mina (que define como «la más rica que nunca se a visto») bajo la explotación directa de la Corona, que pasa a controlar todas las fases productivas, tanto mineras como metalúrgicas.

Esta fase de laboreo real constituye un periodo de trabajo muy intenso pero temporalmente corto. Entre 1556 y 1560 se producen las mayores producciones y se realizan los mayores esfuerzos inversores en las instalaciones minero-metalúrgicas y, consecuentemente, es el período de mayor concentración de trabajadores.

A partir de 1566 la Real Hacienda no es capaz de afrontar los gastos necesarios para continuar la explotación (por la bajada en la ley del mineral, el aumento de gastos de explotación por la profundidad…) produciéndose en 1567 el último intento de reactivación gracias al descubrimiento de una bolsada de mineral de alta ley.

Desde 1570 se trata abiertamente el abandono de la mina de Pozo Rico, hecho que se produce definitivamente en el año de 1576, cediéndose a partir de entonces a la explotación privada (Bowles, 1782; González, 1832; Maffei y Rua, 1872).

Referencias históricas a estructuras productivas y de habitación.

La inicial y breve explotación privada de Pozo Rico (dos meses), se centró en una minería «de rapiña» y se limitó a construir a pie de mina un almacén para guardar el mineral extraído, que era fundido y afinado en la población de Guadalcanal.

A su llegada, Zárate plantea la necesidad de proceder a una explotación más racional, con sistemas de entibación y desagüe de la mina, atacando a los filones mediante el sistema de pozos y galerías.

Además, por estar la mina a cierta distancia de la población (c. 6 km), decidió concentrar todos los procesos en la misma zona minera. Así, se ordena que se construyan las instalaciones necesarias para el tratamiento de mineral y para las viviendas de los técnicos y empleados mineros.

En el mismo año de 1556 el complejo industrial estaba en plena producción, completándose en 1557. En ese año el único edificio que quedaba por labrarse era la iglesia, que se construyó poco después. De esta forma, en 1557 ya estaba constituido a pie de mina un complejo minero-metalúrgico y de residencia, con jurisdicción propia, rodeado por una tapia y que se componía de una zona minera, una zona metalúrgica y una zona de habitación y servicios (Fig. I)

La zona minera estaba compuesta por las minas, los pozos y galerías, y los ingenios de desagüe, elevación, etc. a ellas asociados, con toda la infraestructura que requerían (canales, malacates…).

En sus inmediaciones se encontraba la zona metalúrgica, donde se concentraba el mineral (trituración, selección, lavado…) y se almacenaba, así como los hornos de fundición y de afino, además de otros departamentos, como cuadras, almacenes de maderas y carbón vegetal, herrerías, carpintería, etc.

También en la misma zona cercada, sin separación de la zona metalúrgica, se encontraban las viviendas para los funcionarios reales, oficiales especialistas, el edificio para los esclavos, la cárcel, la botica, el hospital, la iglesia y cementerio, etc.

Además de lo expuesto, la mayoría del amplio colectivo reunido en torno a la explotación minera vivía en un gran poblado realizado con materiales efímeros (madera, barro…), fuera de las tapias que delimitaban la explotaciones, donde se concentraban obreros y familiares, carreteros, buhoneros, bodegas, prostitutas, etc.

De la calidad de estas últimas construcciones nos da idea el hecho de que en 1576, cuando la corona decide dejar la explotación directa, están prácticamente desaparecidas.

Para obtener una noción clara de la entidad de este poblado creado ex novo, baste mencionar que, aunque fuera por un periodo muy corto (de unos 10 años) la fuerza de trabajo la componían unos 500-700 hombres (que a veces llegaron hasta 1.300), lo que, junto a acompañantes y servicios, compondrían una población más o menos permanente superior a 3.000 personas, con la consiguiente importante necesidad de vivienda, abastecimiento, asistencia, etc.

Arqueológicamente, lo efímero de todas las construcciones mencionadas, tiene importantes connotaciones, ya que podría permitir obtener una visión «fosilizada» de un amplio abanico de aspectos (tecnológicos, sociales, religiosos, funerarios…) en un periodo muy concreto, sin intrusiones de periodos posteriores.

Pozo Rico como centro tecnológico minero-metalúrgico.

Un valor excepcional y único de Guadalcanal es, en relación con la actividad minero-metalúrgica, el tecnológico (Maffei y Rua, 1872; Sánchez Gómez, 1989).

En los escasos años que duró la explotación real, Guadalcanal se constituyó en un centro muy vivo de aplicación de nuevas técnicas, punto de encuentro de tres mundos tecnológicos:

El tradicional hispano, representado por mineros y metalúrgicos de la zona, venidos de las minas de las zonas de Hornachos, Fuenteovejuna, Azuaga…

El centroeuropeo, por mineros y metalúrgicos alemanes fundamentalmente, conocedores de tecnologías novedosas mucho más efectivas especialmente en minería (Agrícola, 1556), que en parte fueron traídos por la casa Fugger (a través de su representante en la zona, Schedler) o contratados directamente por la corona en sus países de origen. Los alemanes representaron desde los primeros momentos un porcentaje importante de los operarios de Pozo Rico, trabajando en Guadalcanal tan pronto como en 1556 un número de 100 y alcanzando con posterioridad un número máximo de 200.

El americano. La explotación de Guadalcanal, en gran medida por iniciativa real, atrajo gentes con experiencia minero-metalúrgica adquirida en las minas de plata americanas, desde donde se importaron nuevos métodos que se ensayan por primera vez en Europa. Dentro de estas nuevas tecnologías que se aplican por primera vez en el «Viejo Continente», cabe destacar el método de amalgamación.

En 1557 (el mismo año en el que se tiene noticia de la aplicación con éxito de la amalgamación en Nueva España por Bartolomé de Medina) una Real Cédula ordena que se pruebe el método en Guadalcanal, viniendo para ello a España en 1558 Mosen A. Boteller, quien en 1562 envía (titulándose inventor del método del azogue) un memorial al rey dando cuenta de los ensayos de minerales con azogue realizados en Guadalcanal. En 1563 firma un asiento con la corona para tratar los minerales y construir las instalaciones necesarias, que completa en 1564 (incluyendo un edificio con molino de mazas, tinas desazogadoras movidas con mulas, etc). Estas instalaciones las amplía Francisco Pérez de Canales, socio y sucesor de Boteller, en 1567.

Es decir, es en Guadalcanal donde se constituye el primer complejo europeo de amalgamación, que recibía el azogue (mercurio) necesario de las también reales minas de Almadén.

Restos arqueológicos.

La situación actual del área de Pozo Rico, es visitándola tras su estudio histórico, deprimente. Convertida la zona en explotación, agro-ganadera, los restos han ido siendo destruidos desde hace años. La destrucción ha continuado hasta la actualidad (v.g. recientemente una buena parte de los escoriales que aún quedaban fue utilizada como firme de camino), aunque hoy parece que ya frenada por el actual propietario.

Además, toda la zona está muy transformada por las labores mineras y también por las labores de molienda, concentración y fundición de los minerales que se llevaron a cabo en los alrededores. Entre el pozo principal y la casa (de carácter industrial cuya funcionalidad y cronología está por determinar) aún existe un considerable escorial, cuya potencia se puede establecer en más de un metro ya que aparece seccionado por trabajos recientes de maquinaria agrícola. Junto a la escoria (que es de derretido, con aspecto muy vidrioso y, salvo algunos ejemplares con tintes verdosos, de color negro, altas en pb y Sb según los análisis que hemos realizado), se han documentado paredes de hornos escorificadas con color amarillento la cara exterior y fragmentos de adobe quemado. En la sección del escorial, que no llega a su límite inferior, se encontró cerámica vidriada en blanco con decoración en azul, que se fecharía en los siglos XVI-XVII.

Además, en la prospección realizada se vieron numerosos especimenes minerales de aspecto muy diverso, siendo analizadas dos muestras, que dieron el siguiente resultado:

%FeNiCuZnAsSnSbPb
Muestra 3 (PA7558)
 1.2nd22.10.4ndnd25.0149.8
Muestra 4 (PA7559)
 17.33.419.8nd16.1nd3.0840.07

Evidentemente, como primera medida es necesaria la realización de una prospección arqueológica microespacial para relacionar los datos que proporciona la documentación histórica con los importantes restos que aún hoy existen, que han de ser evaluados correctamente, documentados pormenorizadamente y asegurada su integridad y preservación.

Mina de Potosí.

 La mineralización cuprífera correspondiente a la Mina de Potosí se sitúa en terrenos considerados geológicamente de la serie lutítico carbonatada del Cámbrico, muy cerca del contacto con la formación Precámbrica de Loma del Aire, cuyo límite pasa por la misma población de Guadalcanal (IGME, 1980).

Los primeros datos que se tienen sobre esta explotación se remontan a mediados del siglo XIX. En esa época la mina, como otras muchas en el SO de la Península Ibérica, se vuelve a poner en explotación. Lo que singularizó y dio a conocer por entonces la mina de Potosí fueron los hallazgos que se produjeron al reiniciarse los trabajos mineros.

Estos hallazgos llamaron la atención a ilustres mineros contemporáneos, como Ezquerra del Bayo, que la visitó en agosto de 1845, y que informa que durante el desatoramiento de trabajos antiguos se llegaran a encontrar hasta 17 esqueletos humanos, según él atrapados por un repentino hundimiento.

Además de los restos humanos se encontraron «una porción de utensilios; unas tenazas de hierro y un martillo, muchas hachas de piedra, vasijas toscas de barro, y unas tibias de carnero afiladas en punta muy aguda (Ezquerra del Bayo, 1850:491). Para la datación de los restos propone el siglo III d.C. ya que entre los restos se encontraron algunas monedas del emperador Maximino, del siglo III d. C., fecha que da a los trabajos mineros, además de paleolíticos a los más antiguos.

Por otra parte, en una escueta noticia periodística que se publicó sobre el descubrimiento se dice que: «Estándose dando un barreno en el pozo de mina abierto (…) para explotar un filón de cobre que a las cuatro varas de profundidad se presentó, se ha descubierto una galería antigua de 70 varas de longitud (una vara equivale a 83,6 c. por lo que la galería tendría algo más de 58 m) (…) es además interesantísimo para la historia por cuanto dicha galería parece ser muy antigua en razón a estar abierta a pico, y por los jarros con inscripciones que no han podido leerse que se han encontrado dentro de la misma» (Anónimo, 1844:47-48).

Restos arqueológicos.

Una vez localizada la mina, que había sido situada erróneamente (Domergue, 1987), las labores más visibles en superficie durante la realización de la prospección arqueológica correspondían a  una amplia trinchera, con dirección NE-SO, realizada en la parte baja de la ladera NE. del cerro. En su extremo más al E tenía un pozo cuadrangular reciente y no lejos de  este pozo un pequeño socavón hacia el NO, que parece seccionado por la realización de la trinchera. La trinchera llega a tener  una profundidad máxima de más de 20 m), alcanzando en superficie una medida de 5 m de anchura, que en profundidad se reduce. Tanto ella como el pozo que se abre en su extremo E, conservan marcas de barrenas.

Por otro lado, al E (por el exterior del final de la trinchera) quedan los restos acolmatados de otra posible labor abierta, o quizás un derrumbamiento de un trabajo interior.

También en superficie, en el lado NO de la trinchera aparece un pozo vertical de características irregulares, de 3 m de lado (P-2). Unos metros más al O de este pozo aparece otro de características similares, aunque cegado (P-1).

Finalmente se detectó un agujero de tendencia circular, parece que consecuencia del derrumbe de parte del techo, que da a una amplia cámara interior. Al exterior de este agujero (Fig. 3-A) se detectó un vacíe que no corresponde a la típica escombrera de estéril de una mina, conteniendo también trozos minerales y restos arqueológicos. Se ha interpretado como tierra de relleno sacada del interior durante el desatoramiento contemporáneo al que se ha hecho mención.

La cámara, con una profundidad máxima que está en torno a los 20 m respecto a la superficie, parece que en parte es de formación natural por disolución de la roca calcárea aunque, por haberse detectado marcas de barrena en su parte N, debió ser ampliada por los trabajos mineros.

Desde esta cámara se accede a varias labores mineras de características bien distintas, algunas de ellas parecen también, en parte, de origen natural, aunque todo estaba muy trastocado, con los suelos cubiertos de derrubios y con muchas de las paredes cubiertas por una lámina de carbonato cálcico, que impiden ver los detalles. Los suelos actuales también están formados por esa concreción calcárea.

Estas labores fueron las denominadas galerías 1 (G-1, sección BB’) y 2 (G-2, sección AA’) y había una tercera galería, de mayores dimensiones, que se abría en el extremo SE de la cámara (sección C-C’), Esta galería, a 1 m sobre el suelo en el punto donde se realizó la sección, presenta un línea clara de nivel de agua, por encima de la cual se veían nítidamente las marcas de punterolas, que por que su disposición evidencian que la galería se abrió desde la cámara hacia el E.

En superficie, fundamentalmente en el vacíe mencionado, aparecieron restos arqueológicos con relativa profusión: fragmentos cerámicos a torno (entre ellos un galbo ibérico y Sf7, borde de sigillata clara datable en el siglo III d. C.) y a mano (Sf 1,2,4,5, y 8, de época Calcolítica avanzada), junto a una maza de minero. Los otros fragmentos de este tipo lítico, todos con acanaladura, se recogieron más hacia el E. También, dispersa, se recogieron buenas muestras de carbonatos de cobre, malaquita y azurita, así como escoria muy fragmentada.

Así en general, se trataría Potosí de una mina realizada en un complejo en parte de formación natural, que habría sido trastocado, en un grado elevado pero aún por determinar, por las labores mineras. Las superficies interiores están recubiertas por capas de carbonatos cálcicos, sólo pudiéndose apreciar detalles en las zonas en que éstas están ausentes o han sido perforadas. Este aspecto es interesante para trabajos futuros, ya que la formación de estos carbonatos produce el sellado de los restos de las actividades mineras durante los periodos de abandono.

En cuanto a la cronología, en la mina Potosí se han detectado cuatro momentos diferentes de actividad minera:

-Calcolítico Final, con utilización de mazas con ranura e instrumentos de hueso, «tibias de carnero» apuntadas.

-Fases Ibéricas y Romana imperial, ambas con uso de instrumentos de hierro.

-Fase Moderna, del siglo XIX, con utilización de barrenas y explosivos.

Consideraciones generales.

Los resultados de la prospección arqueológica llevada a cabo, a pesar de su carácter reducido y concreto, permiten afirmar que la zona mineralizada de Guadalcanal (Sevilla) ha sido explotada desde época Calcolítica (3er. milenio a. C.) hasta la Edad Moderna y Contemporánea. Esa explotación ha ido creando a lo largo del tiempo un excepcional Patrimonio Arqueológico de carácter Minero-Metalúrgico, que en el caso de Pozo Rico se complementa con una inigualable, por cantidad y calidad, colección de documentos históricos sobre aspectos administrativos, tecnológicos, sociales, etc.

Mediante la realización del «Proyecto Guadalcanal» se pretende la documentación (en su más extenso sentido) y catalogación de ese Patrimonio y, así, su protección y su consideración final como bien único común y, también, como factor de desarrollo.

BIBLIOGRAFÍA

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