Carta que envió Adelardo López de Ayala al Conde de San Luis, ante la lentitud para representar el drama “Un hombre de Estado”, en el Teatro Español de Madrid.


Exmo. Sr. Conde de San Luís: Sin duda extrañará V.E. que, antes de tener el honor de conocerle, me haya tomado la libertad de molestarle; que yo le suplico que perdone mi atrevimiento, al menos porque él demuestra lo mucho que de su bondad confío. Desanimado con lo que se dice de la lentitud con que en el Teatro Español se ponen las producciones nuevas, y siéndome imposible permanecer mucho tiempo en la Corte, resuelto me hallaba a volverme a uno de los últimos pueblos de Andalucía, de donde he venido para hacerme ejecutar el adjunto drama, si las noticias que he tenido de la bondad de V.E. no hubieran reanimado mis esperanzas. Señor Conde: me presento a V.E. sin otra recomendación que la que pueda darme mi primer ensayo; ni tengo otras recomendaciones, ni haría uso de ellas auque las tuviera. No le pido que lea mi drama, porque no le hago el agravio de juzgarle tan desocupado; pero toda obra nueva exige de derecho que se lean las primeras páginas, y eso es precisamente lo que exige la mía. Si por ellas halla V.E. podía merecer su bondad, puede someterla al juicio de persona más desocupada, y si su fallo me fuese favorable, me atrevería a suplicarle que me conceda la gracia de ser ejecutado en el Teatro Español antes de Enero; gracia para mí de inmenso valor; pero quizás pequeña si se compara con la noble generosidad de V.E. ha usado con todos los ingenios españoles. Quisiera ser muy breve, pero me parece arrogancia no suplicarle de nuevo que me perdone mi atrevimiento entiendo que, a pesar de ser el drama que le remito el fundamento de todas mis esperanzas, me hallaba resuelto ya a retirarme sin ejecutarlo. En Tan penosa situación se prescinde de todo, pues si es triste perder la esperanza cuando los años han ido disminuyendo los deseos, V.E, que aún no se encuentra lejos de mí edad comprenderá cuan doloroso será perderla al comienzo de la juventud y cuando todos los deseos y en especial el de la gloría conservan toda su intensidad. Se ofrece de V.E. s. s., q. b. s. m.

Adelardo Ayala

Madrid, 1º de septiembre de 1850.

Calle del Desengaño, núm. 19, cuarto 3º.

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