Francisco Rodríguez, destierro en galeras

Fuentes: Diccionario Autobiográfico de Conquistadores y pobladores de Nueva España, AGNM Ramo en su libro Cofradías y Archicofradías (Copia de la Fundación de la Ilustre Archicofradía del Santísimo Sacramento y la Caridad), Josefina Muriel en su libro cofradías y conventos en Nueva España.

Información facilitada por Rafael Espínola Rodríguez

Francisco Rodríguez – ¿*Guadalcanal 1508 + Ciudad de México 1559?

Después de muchas páginas de enciclopedias, diccionarios y libros especializados, he conseguido seguir la pista y recopilar alguna información sobre este ilustre paisano de Guadalcanal.

Su nacimiento se sitúa en esta villa sobre el año 1508, su segundo apellido parece que era Guzmán o Cortés, sobre esto hay varias anotaciones que difieren unas de otras dependiendo de las fuentes consultadas, era hijo de Joan Rodríguez de Burgos, notable de la villa y su madre procedía del castillo de Reina, su nombre y apellidos no se describen.

Francisco Rodríguez fue condenado a galeras en el año 1533, por una cuestión  de honor que terminó en delito de sangre y fletado para redimir su sentencia junto a un grupo de españoles y portugueses rumbo a Nueva España, fue embarcado en ese mismo año en un Galeón de Manila (así era el nombre con el que se conocían las naves españolas que cruzaban el Pacífico en dirección al nuevo mundo, una o dos veces por año), en el puerto de Palos de Moguer (Huelva).

En esta travesía conoció al franciscano Fray Alonso de Herrera, que enseguida se fijó en la intachable conducta y en su culto a la Santísima Virgen, hecho que le redimió de sus trabajos forzados en galeras antes de llegar el Galeón a su destino, convirtiéndose el franciscano en su valedor y protector.

Francisco Rodríguez se estableció en la Ciudad de México, en Nueva España, allí en el día del Señor del domingo 16 de Junio de 1538, festividad de la Santísima Trinidad, se reunieron un grupo de hombres de buena voluntad con Fray Alonso de Herrera, encabezados por Francisco Vázquez de Coronado, y entre los que se encontraban Cristóbal de Cisneros, Lope de Sarmiento, Juan de Cuellar, Baltazar Palacios y Francisco Rodríguez, con la idea de formar una cofradía o hermandad que se encargada de la caridad y del cuidado de los enfermos.

En esta reunión se fundó la cofradía del Santísimo Sacramento y la Caridad, y nombraron como sede la Capilla de la Cena en la Catedral de la Ciudad de México, estos hombres guerreros, conquistadores y en su mayoría crueles en un momento histórico para el imperio español, decidieron hacer un paréntesis en sus azarosas vidas para honrar a su Dios y hacer el bien a aquellos pobres indígenas que ellos mataban, utilizaban y saqueaban.

Este grupo de pro-hombres acostumbrados a actuar por impulso y rapidez en sus azarosas vidas, constituyeron aquel mismo día la cofradía, dotándola de ordenanzas propias que les facultaban para empezar inmediatamente con sus obras, empezando a admitir  nuevos cofrades hombres y lo que más destacaba por aquella época, cofrades mujeres, todos ellos aportaron gran cantidad de dinero y herencias que hicieron de ella una cofradía de gran capacidad económica, para ejecutar “obras pías” o lo que en la actualidad se llamaría obras sociales.

Las ordenanzas se fueron modificando en fechas posteriores de acuerdo con las necesidades que se iban detectando, entre ellas fueron aprobadas nuevas reglas, una de las cuales, nombraba como único gobierno a un rector, seis diputados y dos mayordomos, otra era la que imponía acompañar al vicario con el Santísimo Sacramento que salía desde la citada Capilla de la Cena de la Catedral a la casa de los enfermos terminales a un grupo de hombres y mujeres con velas que se turnaban día y noche a la casa de los moribundos, hasta que el individuo pasaba a la categoría de finado.

Parece ser que nuestro ilustre paisano adquirió la categoría notable de rector dentro de la cofradía, negándose a partir hacia nuevas aventuras desde aquella fecha de Junio de 1538, y emprender nuevas correrías conquistadoras, matanzas y de saqueo, consagrando sus esfuerzos en cuerpo y alma a la obra, falleciendo en Ciudad de México sobre el año de 1559, víctima de una infección desconocida, posiblemente heredada de algún enfermo a los que atendía y está enterrado en un destacado lugar de la Capilla de La Cena de la Catedral de México.

Este hecho tampoco se puede asegurar, ya que, si bien la documentación de la cofradía así lo atestigua, no se ha encontrado ningún nicho ni placa que lo certifiquen.

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