Investigación arqueológica en la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal

Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero Paredes.  Anuario arqueológico de Andalucía 1996

Resumen

            Los trabajos arqueológicos en la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal han puesto en evidencia una compleja transformación edilicia que hunde sus raíces en el período almohade, momento al cual podría pertenecer su fase fundacional.

I. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

            La iglesia de Santa Ana, citada en algunos artículos como “ermita”, es en la actualidad iglesia filial, y en el pasado gozó de jurisdicción parroquial propia. (1) Está situada en un promontorio, al Este de la ciudad, desde el cual se domina todo el valle así como los pasos hacia el Sur, Oeste y Norte de la Sierra Norte. (2)

Tipológicamente se podría encuadrar, según Diego Angulo, dentro de su “Arquitectura Mudéjar Sevillana”, en el grupo de Iglesias con arcos transversales de la Sierra”, fechables durante el período más tardío del siglo XV, y extendidas por la sierra Norte de Sevilla y la sierra de Aracena. Suelen ser iglesias de una sola nave, existiendo en la misma localidad otro templo similar, el de San Sebastián. Si seguimos la mínima historiografía existente, la iglesia de Santa Ana refleja tres fases constructivas principales. La primera, a la que pertenece la mayor parte de la estructura, podría datarse en base a su tipología a fines del siglo XV o inicios del XVI. Se detectan obras secundarias durante el siglo XVII, en concreto, la intrusión de las dos portadas barrocas laterales. Por último, en el siglo XVIII se transforma el presbiterio y las capillas laterales. En todas las reformas se emplea el mismo material: ladrillo, mampuesto y tapial. Como particularidad histórica podemos destacar la presencia en el presbiterio de la cripta perteneciente a la familia de Juan de Castilla.

A la fase mudéjar corresponden la estructuración interior del edificio, de planta rectangular con nave única de cinco tramos separados Por arcos transversales apuntados y caracterizados por una gran luz. También el pórtico situado en la fachada del Evangelio, constituido por una arquería de tres arcos ligeramente apuntados, enmarcados por alfices que apoyan sobre pilares ochavadas de ladrillo. A este momento pertenecerían también la fachada de los pies y la torre situada al Este, en la actualidad las distintas capas de enfoscado impiden valorar mejor su cronología, aunque no cabe duda de su unitariedad respecto a las estructuras citadas.

A la torre se accede mediante una escalera de caracol que lleva al campanario, presentando dos vanos en sus lados mayores y uno en los menores, cerrados con arcos de medio punto con filetes concéntricos que descargan sobre baquetones descendientes desde las comisas superiores. Aparentemente, el chapitel piramidal que la remata podría corresponder a esa fase.

            Por último, parece corresponder a ese momento mudéjar el techo del tramo tercero de la nave.

            Al segundo proceso de construcción podrían corresponder los tramos de cubierta primero y segundo, así como el cuarto; este último con bóveda de cañón mientras los anteriores son de madera.

            La portada del muro de la epístola está cubierta por un tejaroz de azulejos geométricos policromos de arista sevillana, fechables a inicios del XVI. El conjunto parece corresponder según su estilo a mediados del XVII. Está formada por un vano adintelado entre pilastras, rematadas en un frontón recto y roto, con una hornacina en el tímpano. En la galería exterior del muro del Evangelio se encuentra otra portada lateral del mismo periodo, mucho más simplificada, aunque tal vez no en origen, ya que su parte superior aparece seccionada por el alero de la galería, evidentemente posterior y más bajo que el original.

            En el siglo XVIII se construyó la Capilla Mayor, de planta cuadrada cubierta por una bóveda semiesférica sobre arcos de medio punto. Se añadieron las capillas laterales a ambos lados, cubriéndose también con bóvedas vaídas o semiesféricas.

            Por último, la tribuna de los pies parece corresponder a este período.

            Todos los autores hacen hincapié en el detalle de la tosquedad de los remates artísticos achacándoselos a la inexperiencia de los maestros locales.

II. METODOLOGÍA

            Para el trabajo en general, fue necesaria la división del edificio por estancias, numerándolas individualmente. Además se utilizó un punto “0”, o cota referencial respecto a la ciudad. En este caso el punto correspondió a la base, a nivel de pavimento del pilar oriental de la portada de San Cristóbal, en el lado del evangelio (cota absoluta de 695’88 s.n.m.)

            Se realizaron cuatro cortes arqueológicos. De estos cortes, el n° 1 ha tenido carácter “estratigráfico”, es decir, profundizando hasta lo imposible y excavando con técnica arqueológica sistemática, analizando minuciosamente, todos los elementos del registro y edafológicos, sin selección alguna de materiales. (FIG. 2)

            El resto de cortes arqueológicos han sido de tipo corte guía, con la salvedad de tres ampliaciones del corte III, con carácter extensivo.

Se realizaron análisis paramentales en todos los frentes del inmueble bajo las ópticas estratigráfica y descriptiva (3) además de muestreos y análisis edilicios varios.

            La investigación de Santa Ana ha chocado con varios inconvenientes que han complicado los trabajos:

– Inexistencia de intervenciones arqueológicas previas y desconocimiento estratigráfico del entorno del edificio. Esto supone, entre múltiples condicionantes, desconocer los registros cerámicos Iocales, que aunque sin duda, dentro de la tónica general, reflejarán Iocalismos y perduraciones difíciles de valorar con una única intervención.

– Inexistencia de estudios sobre cerámica local y regional.

– Localización de la roca madre a escasos centímetros bajo el edificio y la plataforma que lo sustenta; incluso, aparentemente, existen indicios de entallamiento de cimientos sobre la roca.

– Desconocimiento de las pautas de construcción rural local. Se observa de antemano una tosquedad y falta de acabado generalizada en todas las fases desde el siglo XVI al XVIII, que podría atribuirse a la modestia formacional de los alarifes Iocales. Existen además conductas tipológicas que perduran y se repiten fase tras fase como el uso indiscriminado del aparejo mixto toledano.

– Mal estado de conservación. Esto determina las posibilidades de excavación, que necesariamente deberá ser escasa y poco potente, sobre todo bajo los muros. Podría existir peligro de desplome en zonas arqueológicas de tan necesarias para la investigación como el área absidial.

– El hecho de que en la actualidad todos los paramentos interiores y exteriores estén enlucidos dificulta ostensiblemente la capacidad de análisis arqueológico. Es necesaria una ablación completa, al menos en la zona exterior y parcial en la interior, de todo resto de enfoscado. Ni que decir tiene que esta delicada operación debe ser firmemente controlada, si no llevada personalmente, por el equipo de investigación, en previsión de aparición de pinturas murales o esgrafiados (muy comunes en el último período constructivo observable).  Con todo, y conscientes de nuestras limitaciones hemos pretendido realizar una labor de recopilación e investigación tendente, por una parte, a ampliar el conocimiento sobre la trayectoria histórica del lugar, y, por otra, aportar a la Dirección Facultativa de las obras de rehabilitación los datos claves para que el acondicionamiento del edificio armonice con el valor histórico del mismo. Se interviene, pues, para conocer y recuperar, a la par que apoyar y ayudar a la rehabilitación del edificio.

            Los objetivos que han determinado los diferentes frentes de análisis han sido:

– Conocimiento de la evolución del edificio.

1.- Identificación de las reformas arquitectónicas de los siglos XVI y XVIII.

2.- Valoración lo más completa posible del proyecto original del siglo XV-XVI.

3.- Evolución del conjunto edilicio previo al siglo XVI, dilucidando los posibles restos murarios emergentes reaprovechados, así como aquellos elementos destruidos y soterrados.

– Conocimiento integral de las particularidades edilicias del edificio en sus distintas épocas.

– Puesta en valor y clasificación de bienes muebles: herrajes, carpintería, azulería, cerámica, vidrios, restos óseos, etc.

– Constextualización del inmueble en el Barrio de Santa Ana y en la ciudad en las distintas fases hístóricas.

                 III. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

III.1. El edificio antes del inicio de los trabajos arqueológicos

            La Iglesia de Santa Ana, fue la primera parroquia existente en Guadalcanal, permaneció abierta al culto hasta la guerra civil, cerrándose posteriormente. Durante todo este tiempo de vida del edificio se han producido modificaciones importantes sobre el proyecto primitivo, lo que ha ocasionado un cambio de la fisonomía del mismo. Su cierre, tras la guerra civil, y su destino a funciones de almacenamiento, ha provocado un deterioro considerable en algunas de sus zonas, con una gran acumulación de vertidos y agentes parásitos, por tanto la primera actuación que se realiza es la de limpieza y desinfección del inmueble.

           El trabajo de investigación realizado en “Santa Ana”, se ha desarrollado en dos fases, primero se ha procedido al estudio de paramentos y después una vez obtenida la autorización correspondiente, se ha procedido a la intervención sobre el subsuelo.

            La planimetría existente sobre el edificio, se ceñía a la publicada por Collantes y otras, en el volumen correspondiente del Catálogo Histórico y Arqueológico de la Provincia de Sevilla. Al comprobar que esta no correspondía con exactitud al edificio, se procedió en primera instancia al levantamiento planimétrico del mismo.

            Como herramienta imprescindible en el estudio arqueológico, hemos confeccionado un fichero fotográfico del estadio previo del edificio, incorporando dentro de una hoja estandarizada, además de una fotografía de cada elemento destacable, una relación de datos de interés arqueológico, de ubicación y de un croquis este fichero está ideado no sólo como una pieza más del engranaje de la investigación, sino que pretende servir de apoyo pare el Proyecto de Rehabilitación, y como documentación histórica y edilicia utilizable por parte de cualquier investigador.

            En cuanto al estado de conservación del edificio, los elementos más deteriorados los encontramos a nivel de cubiertas, siendo el artesonado almenado de tres paños ubicado en el cuarto tramo de la estancia 2, afectado en su sector sur por la pérdida total de la cubrición exterior, lo que ha producido rotura y desprendimiento de las vigas, obligando por su estado de peligrosidad a su apuntalamiento. Asimismo la cubierta del primer tramo de la estancia dos, presentando una tipología diferente al resto, debido a su sustitución en un momento dentro de época barroca, también se encuentra en un estado bastante precario, obligando por cuestiones de seguridad a la clausura de este sector del inmueble. Esto nos ha mediatizado bastante en ese estudio del sector oriental de la Iglesia, o sea la zona de los pies, ya que debido a la peligrosidad, la intervención se tuvo que ceñir al espacio que pudimos proteger con paños de andamio. Una vez que se reparen los daños en las cubiertas, sería conveniente ampliar la intervención en este sector, tanto a nivel de paramentos como de subsuelo.

            La consistencia de los paramentos es bastante buena, a excepción de algunas grietas producidas, como en el caso de la caja de escalera de acceso a la torre, su brusco adosamiento al muro previo le ha afectado en gran medida, produciendo varias grietas que pueden llegar a provocar desprendimiento de parte del muro. Otro muro afectado es el del ábside actual existiendo dos grietas estructurales que forman bloque en parte de su fábrica, esto puede venir producido por algún problema en su cimentación.

            Otro hecho que destaca del edificio, es el brusco adosamiento existente del ábside actual a la nave principal del edificio, hecho que se produce a mediados del s. XVII, bien por la intención de un cambio a los gustos de la época o bien por encontrarse el ábside gótico en estado ruinoso.

            Con respecto a las solerías, se conservan la mayoría, correspondiendo cronológicamente a una sustitución general que se produciría en el s. XIX, hay que destacar el pavimento de la Capilla bautismal, realizada a base de ladrillos y fragmentos de azulejos reutilizados como alambreta.

            En cuanto a los enfoscados, después de retirar las innumerables capas de cal, y un revestimiento de yeso que cubría casi todo el edificio mediados del s. XVII, se detectan los originales, así como la existencia de pinturas murales, tanto correspondientes a la fase mudéjar, como a la fase barroca en el pórtico sur de la iglesia, sobre los enfoscados originales de los muros detectamos una serie de grafitis, que parecen corresponder al momento de construcción mudéjar, pueden tratarse de dibujos y escrituras realizadas por el maestro alarife.

III.2. Elementos de interés artístico

            El largo abandono, así como la pérdida de función religiosa del edificio, ha provocado un desalojo de la mayor parte de sus elementos de interés artísticos, principalmente de la imaginería, repartidos entre las demás parroquias de la localidad. A pesar de esta descontextualización de parte de los objetos, a nuestra llegada al inmueble encontramos algunos elementos de notable interés, pertenecientes a todas las épocas de vida del edificio.

            Otros elementos de madera tales como las puertas, son también bastante interesantes, aunque no encontramos ninguno de la primera fase constructiva de la Iglesia, sino que por su tipología se circunscriben a un momento bien definido del siglo XVIII. Están realizadas en su totalidad en madera de pino flandes posteriormente barnizadas en color caoba, conservan en su totalidad el herraje original. En los canceles de las puertas encontramos profusamente representado el símbolo de la orden de Santiago, ya que fue ésta, la que se encargo de la reconquista de esta zona.

            Los retablos que se conservan, son de bastante mala calidad, están realizados con material de acarreo, en su mayoría proveniente de retablos de otras parroquias y conventos de la localidad.

            Elementos destacables son también las lápidas, ubicadas tanto en las paredes de las capillas laterales, como en el suelo, antes de la escalera de acceso al presbiterio. Están realizadas en piedra de distintos tipos, desde mármol hasta caliza, detectando una de azulejo tras el picado de una de las paredes. Esta última constituye una de las más interesantes, desde el punto de vista artístico como histórico. Se trata de un azulejo esmaltado en blanco, cuya inscripción con caracteres góticos están realizados en cobalto, en la inscripción se hace alusión al enterramiento de un tal “Alonso de Medina, de su esposa y herederos”. En las naves laterales del sector norte, las lápidas están embutidas en la pared, y delante de ellas en el suelo se detecta infrapavimentos de cripta, ambas de enterramientos pertenecientes al s. XIX. En cuanto a la lápida que da paso al presbiterio, está realizada en caliza y en su leyenda se puede leer: “Esta Sepultura es de Juan de Castilla y sus herederos”.

            La pila de agua bendita, que actualmente encontramos totalmente blanqueada, está realizada en barro, presentando una interesantísima decoración mudéjar de motivos vegetales, se encuentra conservada íntegramente. En cuanto a la pila bautismal, también es originaria de época mudéjar, realizada en piedra con forma hemiesférica, presenta un rehecho de cemento formando una especie de pie.

            Destacables son también los objetos metálicos que se nos conservan, entre ellos el púlpito realizado en hierro forjado del s. XVIII. Las campanas de hierro fundido son del s. XIX, ambas presentan leyendas haciendo referencia a su donación y construcción, las encontramos in situ en el campanario.

            Por ultimo hacer referencia a las pinturas murales, detectadas en su mayoría en el programa de catas, realizado previo a la intervención arqueológica.

            Encontramos dos programas pictóricos diferentes, uno correspondiente al s. XVIII, y que se desarrolla en tomo al ábside, con decoración polícroma de roleos, aprovechando los pilares de los arcos, y en la entrada de la capilla del Carmen las figuras de S, Pedro y S. Pablo.

            En cuanto a las pinturas pertenecientes al primer tercio del s. XVI, están realizadas al temple, son figurativas de temática religiosa. Tenemos tres escenas. La primera se detecta en la estancia dos, en el sector suroriental, en el muro previo al acceso de la capilla bautismal. En ella se representa un díptico de la Virgen y un fraile, en distinta categoría, enmarcados por decoración arquitectónica y rematado por una crestería gótica.

La segunda escena, se ubica entre el segundo y tercer arco diafragma, en el sector norte, también dentro de la estancia dos, encima del primer arco de acceso a las capillas laterales. En ella encontramos una representación de S. Cristóbal con el niño, esta pintura se ha visto mermada casi en sus tres cuartas partes debido a la construcción del arco posterior, su paralelo más cercano lo encontramos en la Catedral de Sevilla.

            La tercera escena la compone una imagen femenina, probablemente Santa Ana, ataviada con vestuario y peinado de principios del s. XVI, se ubica en el sector norte de la estancia dos, en el tercer arco diafragma. En su parte superior se encuentra una inscripción con caracteres góticos. Se encuentra en bastante mal estado de conservación, debido a que el mortero está en muy mal estado, y los pigmentos cromáticos, al ser en temple son bastante deleznables. (FIG. 3)

            Todos estos elementos descritos anteriormente, han aportado mediante su análisis, interesantes datos desde el punto de vista histórico. Se hace necesaria sobre ellos una urgente labor de restauración, ya que algunos corren grave riesgo de pérdida. Su conservación para que queden integrados dentro del proyecto de rehabilitación del edificio es desde todo punto necesaria ya que cada tramo de ellos es parte constituyente del edificio.

III.3. Elementos de interés edilicio

Podemos observar tendencias diacrónicas como el uso del mampuesto en cada fase histórica, debido a la abundancia de pizarra y a la mala calidad de la escasa arcilla explotada.

            Tras nuestro estudio, podemos establecer algunas pautas muy generales a añadir a las ya observadas. Básicamente existe una dinámica que consiste en la utilización en épocas medievales del mampuesto bien escuadrado y ordenado, para ya en época Moderna pasar al uso del mampuesto toledano, cada vez más amplio en los cajones, más ancho en las cadenas y más toscos en la amplitud, aparejo y Ilagueado. Por último, las obras Contemporáneas se caracterizan por la simpleza y diversidad constructiva, utilizándose indistintamente mampuestos, tapiales de tierra y muretes de ladrillo.

            Como característica básica de la pavimentación de la iglesia, hay que señalar el fenómeno de sobreexcavacion de los niveles ocupacionales que produce sistemáticamente la destrucción por reposición de pavimentos antiguos a la misma cota. El resultado es que cada ámbito del templo conserva en la actualidad el último suelo colocado, perdiéndose la información de los anteriores.

            No obstante, dada la pobreza evidente, característica tanto de las fábricas murarias, como de los suelos, y observada la dinámica de ejecución de pequeñas obras continuadas pero puntuales, se han conservado suelos de épocas muy diversas. Pensemos que en cualquier otro templo, algo más rico, los suelos actuales responderían a un último esfuerzo generalizado.

            En cualquier caso ninguno de los pavimentos reflejan otra cosa que la carestía económica y la falta de exigencia, así como la extracción social de la parroquia.

            En resumen, podemos hablar de una utilización faseada de los vanos en consonancia con la época en la que se ejecutaron, sin embargo debemos resaltar ciertas peculiaridades:

– En primer lugar, el uso del arco ojival con tan amplia luz es un localismo extensible a muy pocos ejemplos, y la mayoría en la comarca. Son arcos que poco tienen que ver con el coetáneo gótico tardío de la época, regido por la ornamentación y la esbeltez.

– El uso de la connopia en la torre, al igual que en la iglesia Mayor de la población denotan un rasgo de mimetismo en una época en la que ya no es común ese tipo de decoración.

– El hecho de moldurar las roscas en la capilla bautismal y la torre son ya un primer indicio renacentista en una obra general mudéjar

– El uso de los arcos carpaneles, típicos de fines del XV e inicios del XVI se realiza aquí perfectamente contextualizados. Los dos ejemplos pertenecen a ese período.

– Por último, debemos destacar el uso del vano característico de la población en los siglos XVlI y XVIII. Es un vano doblemente abocinado y rebajado típico del lugar, sin paralelos, al menos estudiados, en ningún sitio.

– Respecto a las techumbres podemos resumir apuntando la tendencia al uso del artesonado en la fase mudéjar y a la cúpula desde el XVI. Los techos a dos aguas o a un agua corresponden a reformas o retoques recientes.

            Se podría resumir ya a nivel edilicio general, contemplando varias peculiaridades en la fábrica de Santa Ana:

1- Localismo en los materiales.

2- Mantenimiento de técnicas independientemente de los estilos constructivos.

3- Atemporalidad en detalles ornamentales (connopia)

4- Estilo general común en la comarca.

5- Retardamiento en los estilos.

6- Peculiaridades locales en tipos de vano.

7- Pobreza y carencia de medios constante.

8- Diversificación de aparejos por fases, o lo que es lo mismo, construcción pausada a base de impulsos esporádicos.

III.4 Análisis de enlucidos y armaduras

          La recuperación de los Bienes Culturales, necesaria entre otras cuestiones para su conservación, plantea a grandes rasgos dos tipos de tratamientos: los aspectos técnicos, recuperación física del edificio, y por otra parte los aspectos sociales devolverlos a la comunidad en la que está inserto para su uso y disfrute, fundamentalmente para su conservación a largo plazo.

            Nuestro trabajo, encaminado a conseguir estos dos objetivos, se encuentra enclavado en una de las dos fases fundamentales dentro de lo que sería el marco amplio de la recuperación del edificio; el conocimiento exhaustivo del mismo para poder plantear de forma lo más adecuada posible la restauración del inmueble.

            Debido a las características que presentan estos tipos de elementos gracias a su vigencia histórica, existe una problemática de interpretación exacta a simple vista, sin detenerse en un análisis exhaustivo del todo y de sus partes por lo que nos planteamos un doble objetivo: evolución y estructura, para lo cual se encaminan los trabajos de documentación previos, necesarios para que se apoye el proyecto de restauración- rehabilitación.

            Entendemos que estos trabajos deben constar de una investigación arqueológica, tanto de elementos emergentes como subyacentes; investigación documental y archivística y una investigación historiográfica sobre el inmueble que nos ocupa.

            El estudio paramental ha supuesto el picado parcial de los revestimientos parietales del edificio, y ante la posible existencia de pinturas murales, frecuentes en los lugares de culto, se ha desarrollado un programa de catas en los muros con el fin de corroborar su existencia y determinar su importancia, así como asegurar su conservación, además de apoyar el estudio evolutivo, estructural y estratégico base de la investigación arqueológica.

            El programa de catas realizado ha incidido en aquellas zonas donde hipotéticamente, bien por su función didáctica y estética tenían más posibilidad de resultados la aparición de elementos pictóricos:

A. Fachadas y exteriores:

            Se han realizado diferentes catas en las fachadas y en las portadas de la iglesia, zonas generalmente policromadas pero que no han dado resultado alguno. Se ha podido constatar la presencia de graffitis en los muros de la puerta del lado de la Epístola. Las portadas han sido encaladas en diferentes ocasiones, observándose en la estratigrafía una película intermedia de color albero, muy común en la comarca para delimitar elementos arquitectónicos en las fachadas de los edificios, tales como portadas, cornisas, ventanas, etc.

            Las sucesivas capas de cal sobre los elementos ornamentales han motivado la pérdida de aristas, molduras, modelados, etc., que quedan al descubierto al realizar las catas, No se ha detectado policromía.

B. Interiores:

1. Elementos sustentantes arco toral del presbiterio y capillas o anexos.

            A simple vista se podían observar dos programas iconográficos que correspondían a dos momentos bien diferenciados, uno que podríamos insertar en este siglo con representaciones arquitectónicas y otro que corresponde a un momento barroco, en el que se realiza una remodelación de la iglesia, donde encontramos una temática de elementos vegetales con roleos y guirnaldas, decoración típica de esta época; programa que se ha podido completar gracias a las catas realizadas.

2. Nave principal:

            En el arranque de los arcos ojivales, que componen la nave y los muros laterales de la misma, el programa de catas realizado ha dado un resultado muy positivo, poniendo de manifiesto una escenografía pictórica correspondiente a la primera fase constructiva del edificio. Esta hipótesis se basa tanto en el estilo, iconografía y composición de las pinturas, así como por su relación estratigráfica en base a los adosamientos y superposiciones posteriores.

III.5. Los elementos a tratar

            La iglesia de Santa Ana cuenta con un variado elenco de bienes muebles, de entre los cuales destacan por su interés artístico y arqueológico las pinturas murales del interior de la nave, así como la rica armadura de tres paños y los forjados inclinados sobre arcos diafragmas.

            Otros elementos, como las pinturas murales de la cúpula de la capilla del Carmen o las jambas con roleos dispersas por todo el templo, aunque de evidente interés artístico, presentan, por un lado, poco peligro de desaparición inminente y, por otro, aportan poca información novedosa respecto a la iglesia. También, desde el punto de vista artístico, observamos cierta gradación entre ambos grupos.

            Las citadas pinturas y armaduras, independientemente de su novedad e importancia arqueológica corre serio peligro de desaparición debido al estado ruinoso de la cubierta y al mal estado general de los morteros.

– Las Pinturas.

            Han sido localizadas tres escenas diferentes formando parte de un mismo proyecto iconográfico datable, según los indicios artísticos y estratigráficos en un período comprendido entre la última década del siglo XV y el primer tercio del siglo XVI.

            En todos los casos han aparecido cubiertas, o por diversas capas de cal, o en el caso de la situada a los pies del lado de la epístola, por restos de una decoración muy perdida con motivos figurativos barrocos, fechables a finales del siglo XVII o inicios del siglo XVIII.

La ubicación de las tres escenas es la siguiente:

Escena 1: Ubicada en la cara norte del cuarto arco diafragma del lado del Evangelio, partiendo del entorno de la imposta.

Escena 2: Ubicada entre el segundo y tercer arco diafragma del lado del Evangelio, sobre la actual portada de la capilla lateral.

Escena 3: Ubicada entre el primero y segundo arco del lado de la Epístola desde los pies.

            La primera escena está centrada por una imagen femenina que representa a una santa con unas dimensiones de 2 X 1 m. Podría tratarse de Santa Ana expectante o alguna Santa local. La imagen está encabezada por una cartela con la base en caracteres góticos de color negro, actualmente ilegible. En el centro, la figura aparece de frente, ligeramente perfilada ocupando prácticamente todo el espacio del pilar; en la base una pequeña cenefa vegetal de remate. Se ha perdido el lateral aunque se adivina el arranque de una cenefa vertical de unos diez centímetros. El fondo es oscuro y no parece conservar ningún elemento geométrico ni figurativo. Por su parte, la figura femenina está configurada mediante un trazo de color rojizo. El vestido es blanco, escotado, con una túnica roja. El cabello es rojizo y las facciones del rostro están perfectamente delineadas con un exquisito gusto y refinamiento. (LAM. 1)

            Tipológicamente podría, a falta de un estudio especializado, encuadrarse en la segunda mitad del siglo XV, en base a los caracteres góticos, la figura femenina y su pose, el vestido y el trazo lineal con fondo plano, etc. Sin embargo, el carácter retardatario de las zonas rurales de la sierra, y la luminosidad del templo de Santa Ana podría hacer avanzar esta fecha hasta los inicios del siglo XVI. Existen muy pocos paralelos en Andalucía de pinturas de ese período debido fundamentalmente al proceso de renovación pictórica al que fueron sometidos la totalidad de los templos mudéjares durante los siglos XVI, XVII y XVIII.        Parcialmente se ha podido recuperar en las últimas décadas fragmentos de escenas en la Cartuja de Cazalla, en el Monasterio de San Isidoro del Campo, etc., en la provincia de Sevilla. Sin embargo, el paralelo que más se acerca a este motivo está en la iglesia de Santa María de la Mota, en Montoro, donde se representa en el intradós de un arco diafragma la imagen de una santa (posiblemente Santa Lucía), con similar pose, ropaje y proporción, según José María Medianero, data de mediados del siglo XV. Sus trazos son más arcaicos que el de Santa Ana, donde parece adivinarse ya la influencia renacentista.

            La segunda escena representa a San Cristóbal portando al Niño. Sólo se conserva la parte superior en la que puede observarse la imagen centrada del Niño con la mano extendida. A la izquierda, la mano del santo sujeta una palmera; a la derecha se adivinan la cabeza y el paisaje. Al igual que en el resto de las escenas rescatadas, el nimbo oculta parcialmente una canela longitudinal con caracteres góticos aun no descifrados. El resto de la composición, que supondría un setenta por ciento de la pintura, fue eliminado por la intrusión de un arco carpanel que da acceso a la capilla lateral, en la primera mitad del siglo XVI.

            La importancia de la pintura es especial, no sólo por su motivo iconográfico o por la carencia de paralelos coetáneos, sino también por la información estratigráfica que proporciona su abrasión.

            Al igual que la primera escena, el trazo es rojizo con remarques de carboncillo esporádico. Desgraciadamente el rostro del Niño está muy deteriorado, pero en él se observan ciertos detalles que delatan connotaciones renacentistas.

            La escena tercera ocupa casi toda la pared (nueve metros cuadrados), con una gran ruptura central. En ella se representan, por separado, a manera de díptico una virgen y un santo (con los atributos de un abad de orden religiosa: báculo y libro) sentados en sendos tronos con cortina de fondo, crestería gótica y cartela con leyenda igualmente gótica; están flanqueados por columnas y descansan sobre dos suelos en perspectiva en los que se distinguen dos composiciones de mosaicos gotizantes. Ambas figuras se encuentran coronadas. Existe cierta jerarquización en la escena desde el momento en el que el santo dispone de una pequeña disminución del espacio en detrimento de la Virgen.

            Todo el conjunto aparece bastante maltratado, sobre todo por la superposición de una nueva pintura barroca igualmente tratada al temple. Sin embargo, y a pesar de su mal estado de conservación, presenta una gran originalidad compositiva y una dimensión especial sin paralelos.

            A diferencia de las otras dos escenas, la línea inicial es de carboncillo, y el trazo, en general, es algo más grueso; incluso la letra gótica es más gruesa. No obstante se piensa en una coetaneidad esencial con las restantes, es decir, fines del siglo XV – inicios del siglo XVI.

– Las maderas.

            Por su parte, los artesonados conservados en la nave presentan al menos tres fases constructivas, de las cuales las dos más antiguas han conservado en su totalidad la policromía original, hoy enmascaradas por la cal. Nos referimos a los tres primeros tramos entre los arcos diafragma, sin contar con la tribuna de los pies de la nave. Los dos primero tramos están ocupados por tres paños a base de vigas de sección cuadrangular con alfajías que soportan losas de barro de un pie. El contacto de las vigas con los arcos diafragma se encuentra ornamentado mediante tabicas de coradas. Con casi total seguridad, las actuales losas debieran sustituir a los preceptivos azulejos de arista; si tenemos en cuenta la profusión de azulejos de este tipo reutilizados en la iglesia en épocas posteriores, podemos pensar en esta original ubicación prístina.

            La ornamentación de la madera se resuelve mediante una alternancia por calles de elementos florales y roleos en colores verde y rojo.

            Existen paralelos múltiples, sobre todo durante el siglo XVI, destacar los recientemente descubiertos en la Hospedería del Monasterio de San Clemente, de Sevilla.

            En general se trata de una decoración relativamente modesta, más propia de dependencias menores de un templo, sin embargo, su originalidad y buen estado de conservación de las pinturas requiere una consideración especial. Este tipo de decoración en las vigas se populariza a mediados del siglo XVI en la Capilla Real de Granada.

            El cuarto tramo está ocupado por una armadura de tres paños profusamente ornamentada a base de casetones en las dos partes laterales y de tres cubículos centrales encabezados por una estrella de ocho puntas. El conjunto se encuentra reforzado por varias vigas jácenas pasiblemente posteriores (quizá en la fase en la que se construyen los anteriormente citados forjados). Los almenados interiores se encuentran ornamentados a base de arcos casetonados y chillas de estrellas de ocho puntas.

            Al igual que las dos anteriores se encuentra encalado, ocultando una hermosa decoración vegetal a base de trazos negros pintados en verde y rojo. Posiblemente se encuentre decorado en su totalidad.

            Respecto a la fecha, parece razonable incluirlo en un período entre fines del siglo XV y comienzos del XVI, aunque la decoración pictórica parece aportar más en este último sentido.

            Lo que sí parece cierto es su originalidad respecto a la fase inicial del templo; igualmente parece razonable pensar en su extensión a lo largo de toda la nave en un primer período. Quizá nunca fue terminado o bien quedó destruido parcialmente en una fase muy inicial.

            En resumen, y a expensas, por supuesto, de una aproximación más profunda a dichos elementos artísticos, podríamos estar ante un programa ornamental mudéjar coetáneo con la construcción del templo durante el cambio de siglo XV – XVI, así como de sus primeras reformas.

IIl. 6. Análisis estratigráfico paramental previo

            En el apartado de estudios previos cobra un peso preponderante el análisis previo de los paramentos ya que pone las bases de una ordenada investigación posterior. Consta de:

– Estudio de adosamientos.

– Fábricas murarias.

IIl. 6.1.Estudio de adosamientos

            Esta operación es la que debe ocupar el primer lugar a la hora de iniciar el estudio de los alzados de cualquier edificio. La comprensión del modo en que contactan cada una de las alineaciones principales que configuran el esqueleto del inmueble, es indispensable para empezar a tener un dictamen sistemático de su evolución. Partimos de la evidencia, en la mayoría de los casos, de pluriestratificación y de reformas ornamentales desconexas de los procesos constructivos, lo cual supone desde el inicio del trabajo una desvinculación de las noticias de carácter histórico o las generalmente superficiales interpretaciones artísticas. (FIG. 6)

            Para poder realizar esta lectura inicial debemos acceder a la fábrica de los muros en las zonas de unión. En el caso de que existan obras de arte, pinturas o impedimentos de cualquier tipo para poder descarnar y Ilaguear el muro, deberemos acudir a la excavación o a la interpretación de los contactos en la techumbre, y si ésto tampoco fuera posible, recurrir en última instancia a la habitual reflexión analógica.

            Sin embargo, y siempre que sea posible deben iniciarse los trabajos con el llagueado de al menos un metro cuadrado continuado, o varios puntos separados; no olvidemos que en muros pluriestratificados, como es el caso de gran parte de los edificios históricos sevillanos, se da el caso de superposiciones continuas que contactan evidentemente de manera diferente con el paramento contiguo. Por ello, como objetivo sistemático, siempre que las posibilidades económicas lo contemplen, debe aspirarse a un picado arqueológico integral de la estructura.

            Este picado debe realizarse, por supuesto posteriormente a un programa de catas en los enlucidos que descarte cualquier posibilidad de destrucción de pinturas o cualquier otro elemento paramental de interés artístico o arqueológico.

            Distinguimos interés artístico del arqueológico ya que éste último valora principalmente los aspectos referentes a la interpretación evolutiva de la estructura; es decir, en un muro de varias capas de pinturas murales superpuestas (p. e. islámicas bajo mudéjares, bajo barrocas, bajo actuales), la capa pictórica puede considerarse poco importante desde el punto de vista artístico si la pintura ha desaparecido, pero la disposición de su intónaco puede resultar esencial en la lectura estratigráfica. Por ello, esa operación debe llevarse a cabo por un restaurador junto al arqueólogo director de la investigación.

            Sólo tras el dictamen especializado de los expertos podrá libremente, y siempre expuestos a cualquier sorpresa, procederse al picado y llagueado de los muros.

            En nuestro caso hemos podido contar con la labor del restaurador Blas Calero Ramos, quien llevó a cabo un amplio programa de catas sobre los enlucidos que sirvieron para recuperar varias pinturas murales barrocas y góticas, y por lo que respecta a los adosamientos de estructuras, dictaminó cuales podíamos descarnar, ya que el interior y exterior del templo se encontraban totalmente encalados.

            Esta operación se realizó durante los meses de Agosto a Octubre de 1996. Con posterioridad los alumnos de la escuela taller procedieron al picado selectivo bajo vigilancia arqueológica (restaurador y arqueólogo) de todos los contactos murarios y aquellos alzados esenciales para las lecturas paramentales.

Por ámbitos, y a un nivel muy general, podemos establecer las siguientes evidencias:

Nave de la Iglesia:

Los paramentos del evangelio y la epístola se adosan y encastran respectivamente respecto al muro de los pies.

– La capilla Mayor se adosa al último tramo de la nave encastrándose sobre los restos mudéjares.

– Los dos muretes de la tribuna se adosan simplemente al muro de los pies.

– Los arcos diafragma ojivales se comportan de manera diferente respecto a los muros que los sujetan y a sus contrafuertes, lo cual evidencia cambios y alteraciones desde la primera construcción. Así, en el lado de la Epístola, cada arco es coetáneo o se le adosa el muro contiguo. En el Evangelio los paramentos se adosan o encastran, según el caso a los arcos. El significado parece claro; mientras en el primer caso, la fábrica no ha sido alterada sustancialmente, en el evangelio, la construcción y alteración de las capillas laterales ha supuesto también alteración del esqueleto primitivo.

– A los pies de la nave, en el Evangelio, se observa un adosamiento muy simple, casi inexistente del muro lateral del lado Norte. Es una adaptación coetánea a los arcos fundamentada en la intrusión de la torre, la escalera de Caracol y su acceso.

– En el lado opuesto, la capilla bautismal se abre en el muro.

– Por último, en el tramo final de la nave, junto a la Capilla Mayor, la bóveda y los muros y arcos de medio punto que la soportan se encastran sobre los restos de los antiguos accesos a las capillas del Carmen y de San Ignacio.

La Capilla Mayor:

– Está levantada de una vez, con sus cuatro frentes coetáneos y perfectamente encastraos.

– Se adosa en su lado occidental a la bóveda del último tramo de la nave.

– Se le adosan la sacristía y la estancia meridional.

Zona meridional

  • La capilla bautismal está construida a bloque en sus tres frentes adosándose de manera simple al contrafuerte del primer arco diafragma de la nave, al muro de los pies, y al primer tramo de la nave.
  • La capilla del Carmen aparentemente levantada a bloque se adosa de manera simple a la nave, sin embargo, el muro que da al pórtico exterior es un cegamiento posterior.
  • La galería exterior se encastra sobre las dos capillas anteriores.
  • La estancia situada junto a la Capilla Mayor se adosa de manera simple a la Capilla del Carmen y al presbiterio.

Zona Septentrional.

  • La Capilla de San Ignacio se encastra perfectamente con la nave y está levantada a bloque con sus muros de mampuesto perfectamente encastrados.
  • La Sacristía se adosa de modo simple sobre el presbiterio y sobre la capilla de San Ignacio.
  • Las dos capillas del evangelio se adosan de manera simple a la nave y a la capilla de San Ignacio. Por su parte, los accesos a la nave son posteriores y abiertos sobre el muro original.

III.6.2. Fábricas y aparejos. Muestreos murarios.

            Tras el estudio de cada conexión entre los paramentos guía del inmueble, realizamos un primer acercamiento, en la medida en que nos lo permitía el aún inacabado picado arqueológico, a la conformación de las fábricas principales.

            En esta primera toma de contacto se pudieron apreciar nueve tipos distintos de fábrica.

  1. Aparato de mampostería muy irregular a base de pizarra y ladrillo con módulo pequeño-bajo, esquinas encuadradas con sillares a soga y tizón pequeños. Se da en los pies de la Iglesia y en la Capilla Bautismal.
  2. Aparejo irregular a base de ladrillo y mampuesto con mezcla de barro y módulo pequeño y alargado en pizarra casi exclusivamente. Se da en las Capillas del Evangelio, en la Sacristía y en la antigua portada a la Capilla del Carmen.
  3. Mampuesto irregular con cantos y rosca de ladrillo de 0,29 x 0,14 x 0,04 y llaga de 0´02, abundante barro, pero también cal. Se da en la Capilla de San Ignacio.
  4. Ladrillo de 0’29 x 0’14 x 0’04/5, con llaga de 0’03/4 y mucha cal. Se circunscribe a la portada (perdida) de la capilla bautismal y a la galería meridional externa.
  5. Aparejo mixto de ladrillo y mampuesto con verdugadas y dos ladrillos de 0`29 x 0`14x 0`03 y cajón de 0`60-70. Cadenas con ladrillos a soga y tizón y mucha cal. Se da en los laterales de la iglesia primitiva y en la torre.
  6. Aparejo mixto de ladrillo y mampuesto con verdugadas de dos ladrillos y cadenas de 0`29 x 0`14 x 0`04/5, y aparejo irregular con abundante cal. Cajón de 0`70/80. Se da en la capilla del Carmen y en el cegamiento de la galería meridional con la capilla bautismal.
  7. Aparejo de ladrillo rojo marronáceo con llaga de cal abundante enjabelgado, a soga y tizón, con ladrillos de 0`29 x 0`14 x 0`04/5, y llaga de 0`02. Se da en los arcos diafragma y los pilares de acceso a las primitivas capillas laterales.
  8. Aparejo de ladrillo rojo con llaga de barro y cal, irregular, con tendencia a soga y tizón, ancho amplio, largo de 0`29 x 0`14 x 0`06, y llaga de 0`02. Se da en las dos portadas y en los apoyos de la bóveda del último tramo de la nave.
  9. Mixto de mampuesto y ladrillo, con ladrillos de 0`30 x 0`15 x 0`05, rojos y llagas de 0`03, enjabelgados con cadenas sobresaliendo de 0`75, de ladrillo rojo y cajones de 0`90. Capilla mayor.

            Tras a la observación de estas fábricas iniciamos un acercamiento más profundo en el conocimiento de cada paramento, pero esta vez de manera sistemática en cada muro diferente, a base de “muestreos de un metro cuadrado” dibujados a 1/20. La razón de esta operación es doble:

  • Por un lado, se trata de conocer al detalle los elementos que configuran la disposición edilícia.
  • Por otro, disponer de una base de datos cotejable con otras muestras de edificios para discernir apreciaciones generales.

            En este caso, fueron realizados 17 muestreos distribuidos de la siguiente manera:

  • 1/u.5. Pilar segundo de la Epístola.
  • 2/u.38. Base de la bóveda del último tramo de la nave
  • 3/u.5. Muro de la Epístola junto a la portada.
  • 4/u.7. Muro occidental de la capilla del Carmen.
  • 5/u.3. Cara sur de la capilla bautismal.
  • 6/u.?. Muro oriental de la estancia sur adosada al presbiterio.
  • 7/u.10. Cara sur de la capilla mayor.
  • 8/u.9. Cara oriental de la capilla del Carmen.
  • 9/u.5. Muro de la Epístola interior.
  • 10/u.17. Contrafuerte interior de la capilla norte del evangelio.
  • 11/u.16. Muro norte de la capilla del evangelio.
  • 12/u.15. Muro oeste de la capilla de San Ignacio.
  • 13/u.1. Muro de los pies de la nave.
  • 14/u.19. Muro norte del primer tramo de la nave.
  • 15/u.1. Torre.
  • 16/u.1. Muro de los pies en área central.
  • 17/u.38. Pilar achaflanado antiguo ingreso a la capilla del Carmen.

III. 7. Estudio de paramentos:

            ALZADO 8 OESTE-NORTE-ESTE.

            Aunando los distintos análisis proponemos la siguiente interpretación secuencial (FIG.7):

1- Las estructuras más antiguas en este sector son los tres contrafuertes que sujetan los arcos diafragmas del interior de la nave. Junto a ellos se levantan inmediatamente (pero no a la vez) los muros de mampuesto toledano que configuran el cierra de la Epístola. Tanto en esto como en aquello, se han conservado vestigios de los enlucidos simples que los decoraran, así como elementos ornamentales tales como un friso de modillones apoyado en un listel. En este primer momento, fechable a finales del s. XV o incluso en los primeros años del XVI, aún no existían las capillas laterales. En la excavación arqueológica (corte IV) realizada en ese sector se han localizado los restos de una galería similar a la actual pero de arcos con menos luz. Con bastante probabilidad la entrada se localizaría en el mismo lugar que la actual. Las características compositivas de los paramentos reflejan una tosca pero bien cuidada ejecución, detalle que contrasta con las operaciones posteriores. Se pude enmarcar perfectamente en el período señalado para todo el entorno comarcal tanto de la Sierra como del mudéjar santiaguista extremeño.

            Por último, debemos resaltar la inexistencia en este ámbito de elemento alguno adscribible a una cronología previa a la citada.

2- En los inicios del siglo XVI se incorpora al Oeste la capilla bautismal. Para ello se adecua su pared oriental sobre el primer estribo de la nave (u.51) de una manera limpia. En ese muro (11. 46), se reflejan, no obstante al menos tres operaciones de reforma o retoque quizás vinculables al proceso de intrusión poco después de la arquería actual del pórtico. Esta obra (la capilla) tiene paralelos evidentes con respecto a los muros que configuran la nave y, aunque son estructuras de diferente momento, sin embargo pertenecen a la misma tradición y técnica edilicia (incluso no descartamos una misma mano de alarife en ambas).

            En el extremo opuesto, la Capilla del Carmen se levanta, al menos en su pared oeste, ahora.

3- Dentro del primer tercio del XVI se erige la galería porticada actual en sustitución de la bajomedieval detectada en el corte IV. Se apoya en las dos capillas laterales mencionadas. Su mudejarismo y tosquedad contrasta con la excelente factura del aparejo, a pesar de no haberse realizado con materiales buenos (el ladrillo empleado es pésimo). El uso del pilar ochavado es corriente en esa época aunque está algo desfasado, mientras que el arco de medio punto, con una luz excesiva para la altura, necesita apuntar ligeramente la clave.

            En el extremo de la capilla del Carmen, se aprecia aún hoy la existencia de un arranque de arco (u.74) que comunicaba ambos espacios hasta el siglo XVII. Se trataba de un arco similar al de la galería. Tras el proceso de remodelación barroco, fue desmontado y cegado, y en su lugar abierto un nuevo vano ornamental.

4- El proceso barroco, que fechamos de manera exclusivamente analógica en la segunda mitad del XVII, se materializa en el pórtico mediante la transformación ornamental de todos los frentes salvo el de la arcada. Así, la posible entrada gótica es sustituida por un estereotípico arco de ingreso barroco moldurado que se ajusta a los estribos centrales de la nave gótica (52-53). Además de esta transformación, se procede a cegar el acceso desde la galería a la capilla del Carmen, permitiendo la comunicación entre los dos ámbitos mediante una pequeña puerta adintelada sobre la cual se organiza un frontón partido con hornacina, similar al de la portada del Evangelio.

El efecto culmina con el establecimiento de una cornisa moldurada que produciría un efecto de entablamento en línea con el de la portada.

5- Por último, desde el período barroco hasta nuestros días, asistimos a operaciones de maquillaje entre las que destacan el cegamiento de la puerta del Carmen, la abrasión de su programa decorativo superior y más recientemente, la sustitución del forjado y el cambio de pavimento, ambos fechables en el último siglo.

ALZADO FACHADA EXTERIOR OESTE

1- La roca madre aparece muy poco alterada bajo el muro Nº 1, lo cual parece indicamos que antes de la erección de esa estructura no se produjo fenómeno alguno de preparación para la reconstrucción, a no ser que se haya producido un fenómeno de sobre excavación en el periodo bajomedieval, anulando niveles deposicionales y constructivos islámicos ubicados sobre la actual cota de la roca.

2- En un período indeterminado entre el siglo XIII y el XV, se levanta el muro de los pies. Se trata de un paramento de piedra con características similares a otras torres fachadas de la comarca. Sin embargo, la manera en que se le adaptan otros elementos posteriores sí vinculados a las operaciones interiores del templo, nos permite considerar la posibilidad de su adscripción al templo cristiano original o incluso a la mezquita. No olvidemos que es el paramento más antiguo de los conservados. Su especial anchura, vinculable a priori a su función de base de torre no es en nuestra opinión incompatible con una preexistencia islámica (no hay estudios claros sobre las iglesias de esas características) y podríamos estar ante otra manera más de cristianización de mezquitas; esta vez mediante la conservación del alminar.

3- En los albores del siglo XVI y prolongándose a nuestro modo, de ver, hasta bien entrada la centuria, se procede a construir una ‘nueva” torre, sobre el muro de los pies. Su fábrica refleja una construcción ininterrumpida, en cuanto a que parece no tener interfacies ni diferencia de aparejos; sin embargo sus tres cuerpos delatan un arcaísmo mayor en los elementos inferiores (tronera conopial, cajón pequeño de mampuesto, mala adecuación al  cajonamiento superior), frente al modernismo de los vanos y formas de los cuerpos superiores. Nuestra interpretación es la siguiente: a fines del XV se comienza la obra, y se ralentiza, mientras se va construyendo el interior la torre. Por último y ya avanzado el XVI, se culmina cuando ya se ha terminado la nave. Durante ese período las modas han cambiado y los que comenzaron fijándose en la iglesia de santa María (no descartamos que sean los mismos autores) terminaron impregnados de las tendencias renacentistas procedentes de la de Llerena.

4- En época Moderna, (siglos XVII-XVIII), tras la reforma del presbiterio, se techa de nuevo la nave. Entonces, se retocan ligeramente los muros de los pies. Eso se refleja claramente en la subida de medio metro observable en los alzados. Ya en nuestro siglo, y quizá en un momento cercano al del retoque del aterrazamiento de la plataforma del cerro de Santa Ana, el conjunto se completa con la colocación del banco corrido nº 75.

FACHADA NORTE

            Tenemos aquí representada, como en ningún otro lado, la .secuencia característica de este templo. En el muro se advierte una ampliación consecutiva hacia el Este de los distintos procesos de reforma. Así, a los pies de la iglesia, destaca la masa compacta y maciza de la torre fachada de la que ya hablamos en el punto anterior. Posiblemente se trate de un muro bajomedieval destinado a la sujeción de la torre, aunque no descartamos un origen hipotético más antiguo (s. XIII -XIV) e incluso una adscripción islámica. (FIG. 8)

            La alineación septentrional que apunta el citado muro de los pies es distinta a la actual ya que a fines del XV o inicios del XVI, al construirse la torre, fue necesario ampliar un metro al Norte la fachada del primer tramo de la nave, con el fin de poder incorporar un acceso a la escalera de la torre. De este modo quedo configurada esta amorfosidad constructiva, que ahora, tras cinco siglos, debido a su debilidad, amenaza desplome. La técnica constructiva del muro (toledana) lo vincula al cierre opuesto de la nave, así como la ornamentación a base de de modillones y su perfecta cadenación de cajones.

            El proceso de reformas barroco se manifiesta aquí mediante la redecoración del posible vano gótico, mediante un molduraje clasicista típico de la comarca. También, mediante la intrusión de una gran ventana en el muro que da luz a la tribuna situada a los pies de la nave en esos momentos.

            Si es en esa época cuandose produce la inserción de la Capilla Mayor sustituyendo al ábside gótico, es de suponer que fuera entonces cuando se produjo la sustitución de las cubiertas. Aquí, ésta superposición es drástica y rompe todos los elementos ornamentales mudéjares. El tejaroz dispuesto sobre la portada es la única concesión ornamental a la intrusión de la techumbre.

            Las últimas reformas en los paramentos se manifiestan vinculadas a esa operación. Así, en el muro de los pies, se implementauna parte del muro para elevar la cota de la techumbre. En la base, se apoya la esquina con un soporte que cose la separación de la esquina.

FACHADA PIES INTERIOR

            Tenemos en este caso el muro más complicado del conjunto edilicio; aporta datos básicos en la comprensión del palimpsesto. Al describir la fachada exterior hicimos un análisis del muro originario, compuesto por mampuesto y cadenas de sillarejo. En el interior se confirma como el amuro alzado conservado más antiguo de la iglesia. Sobre él se apoyan los demás, tanto en sus extremos como en la zona central. La excavación del corte I, a sus pies, no aporta cronologías absolutas pero sí nos permite establecer su situación originaria en el sector de la elevación de Santa Ana. No obstante, el hecho de que elementos tan claros de fines del XV se adapten sobre su superficie e incluso la transforme, nos permiten avanzar la hipótesis de su preexistencia antes de esa fecha. En sus primeros momentos contó con un enlucido de cal enjabelgado y posiblemente dispuso de una cubierta a dos aguas de la cual quedarían como reflejo los dos faldones cortados por la moldura de la torre. Estos faldones son incompatibles con los arcos diafragma, al ser más bajos que la clave. (FIG. 9)

            En el muro no se observan elementos que nos hicieran pensar en un antiguo acceso, ni en muros adosados, ni en escalera; sólo destacan en los extremos los atranques de la nave coetánea, cortada y suplementada por los actuales muros mudéjares.

            En el cambio de siglo XV-XVI, se suplementa con los tres cuerpos de la torre. Si en el exterior esta operación es homogénea (aunque irregular) en el interior, el uso del ladrillo a soga y tizón bien cocido y con llaga de cal, delata la operación necesaria para el nuevo acceso mediante la escalera de caracol a la torre. Esa obra requiere alterar profundamente el lateral Norte, quedando en la actualidad una huella evidente tanto de la irregularidad de la inserción como del vano de ingreso a la escalera y su molduración decorativa sobre su dintel.

            Es en esa épocacuandose levantan los arcos diafragma y se rehace la nave, por tanto, a ese momento corresponde la implementación muraria que hoy vemos y que sirve para sujetar los dos faldones de la techumbre.

            Tanto la erección del muro Norte de la nave, como la capilla bautismal son consecutivas y pertenecen al mismo proceso de culminación de la iglesia mudéjar a inicios del XVI. En el caso de la segunda, su autonomía y unidad constructiva delata una funcionalidad también unitaria; por contra el muro de la fachada Norte debe rehacerse un metro desplazado debido a la ampliación de la escalera desde su acceso inferior.

            Las obras barrocas son ya de tipo menor, destacando la introducción de la gran hornacina central, el cegamiento de la mayoría de los vanos mudéjares y colocación la  de la tribuna; ésto último quizá algo más tarde (XVIII-XIX). Sobre todo, a nivel funcional, destaca la elevación del pavimento de la tribuna y la construcción de una nueva puerta de acceso a la escalera, junto al muro de la fachada.

            Como última reforma memorable, debemos destacar la reforma total del primer tramo de la cubierta, quizá por desplome, durante algún momento de los últimos dos siglos, sustituyendo la armadura mudéjar por los rodillos toscos actuales.

ESTANCIA 3 NORTE

Al narrar la evolución de esta gran alineación procedemos paralelamente a la descripción de la nave en sí. Así, en el extremo occidental, aparece el muro de mampuesto de los pies, como elemento aislado y primitivo, sin contacto directo con ningún elemento coetáneo. Ya hemos hablado de su origen bajomedieval y de su posible adscripción islámica. El muro que se le “adosa”, en el primer tramo y el forjado que se le apoya son fábricas posteriores.

            La alineación del evangelio en sí, no es una unidad estructural, sino que está compuesta de varias piezas unidas en fases diferentes. Los primeros elementos levantados fueron los arcos diafragma, a finales del siglo XV; el muro que los une es inmediatamente posterior, así como el cierre del primer tramo junto a los pies; todos ellos de fines del XV o inicios del XVI.

            No se ha conservado en alzado nada de los momentos bajomedievales ni de la mezquita, aunque suponemos, tras la constatación en excavación de la sobre excavación a la que fue sometido el subsuelo, que la alineación sería la misma.

            Todas las operaciones descritas hasta ahora culminaron con el primer programa visible; es decir, tras varios impulsos constructivos, se llega a la formación de una nave con su armadura mudéjar de par y nudillo decorada, en la cual se realizaron múltiples reformas, como la sustitución del acceso a la torre, en momentos muy tempranos, o la sustitución de los primeros tramos de la armadura por otros, también mudéjares, aunque más simples.

            A esos momentos pertenecen las pinturas góticas descubiertas, una de las cuales representa un San Cristóbal con niño y se constituye como un valioso elemento de estratificación, al aparecer la escena rota por un acceso moderno a las capillas laterales.

            En el siglo XVI se incorporan dichas capillas abriéndose sendos accesos desde la nave.

            A mediados del XVII comienza la gran reforma de la iglesia. Aquí, esa operación se manifiesta por doquier, sobre todo en el extremo oriental, donde se procedió a sustituir un último tramo gótico por una curiosa bóveda de cañón levantada mediante tongadas oblicuas respecto al eje de la bóveda. Esta obra tuvo una doble misión, por un lado servir de apoyo a la cúpula presbiterial, y por otro ampliar las capillas laterales, que ganaron un metro al suavizar su asimetría axial respecto a la nave (originaria de la fábrica mudéjar).

            En esos momentos también se introduce la ventana que da luz a la zona de los pies, y se “rehace” la portada. También es el momento de la decoración integral barroca mediante escenas ya perdidas y roleos ornamentales.

            La tribuna y los nuevos accesos a la torre constituyen el último paso en la culminación de los trabajos, al igual que la sustitución de la cubierta del primer tramo, por los actuales faldones de rodillos. También se refuerzan con vigas de madera las armaduras mejor decoradas (las del cuarto tramo).

            En resumen, parecen haberse conservado mejor los artesonados alejados de las grandes obras de reforma barroca, concentrándose ésta en los extremos.

ESTANCIA 3 SUR

            Sin duda, el evento arqueólogo más importante de este alzado es el contacto producido en el extremo occidental entre el muro de la Epístola y el de la torre-fachada ya que en él queda patente la diacronía de ambas estructuras. Si tenemos en cuenta que el primero, conforma junto a los arcos diafragma, la nave mudéjar, y que, incluso, sobre ese muro se abren vanos en momentos tan antiguos como los de fines del XV (Puerta de la Capilla Bautismal), la evidencia de la antecesoriedad del muro de los pies, se hace patente.

            Parece clara la posibilidad de que el muro de los pies fuera previo a lo que hemos denominado “reforma mudéjar” que comenzaría a fines del XV y culminaría a mediados del XVI.

            De ser ciertas nuestras suposiciones, existiría anteriormente a la nave mudéjar, otro edificio bien cristiano, o bien islámico, del que serían vestigio los pies y el arranque mencionado.

            Lo absolutamente claro es el proceso de construcción mudéjar que desembocó en la configuración de la nave tal y como hoy la entendemos, salvo, claro está, las posteriores aportaciones barrocas y modernas.

            Al igual que en la alineación opuesta, dicho proceso comenzó con la erección de los arcos diafragma y los muros sustentantes, así como los estribos. Son muros de mampuesto toledano y arcos de ladrillo bien aparejado y rico en cal, como el resto de estructuras coetáneas (torre, etc…).

El conjunto estaría rematado por un ábside poligonal compuesto (descubierto en el transcurso de nuestras excavaciones: cortes II y III), anterior a la nave y coetáneo al muro de los pies. En los momentos finales del XV, la nave se completaba con dos capillas laterales; en este caso la del Carmen, con un acceso mediante arcos con pilares achaflanados y moldura semicircular, retranqueado un metro tras la entrada actual.

            La decoración profusa de la nave ha dejado su huella en la citada escena del dríptico de la virgen y el abad, en el segundo tramo, encabezada por una cartela con inscripción gótica. También son de ese momento los artesonados de los tramos dos al cuatro, de los cuales el último sería el original, mientras los dos primeros serían inmediatos. Otros elementos ornamentales eran las lápidas funerarias como el azulejo 122 y la molduración del arco y reja de ingreso a la Capilla bautismal, completada en el primer tercio del XVI.

            La portada de la nave se encontraría donde la actual y de ella quizá sea su reflejo la interfacie 124.

            A mediados del XVII la reforma barroca se deja sentir en la transformación de dicha portada, en la supresión del acceso a la Capilla del Carmen y construcción de la bóveda del antepresbiterio, así como la erección de éste. De todo ello ya se ha hablado en el punto anterior. Sólo destacar aquí, la evidencia que las grietas del presbiterio transmiten respecto a la cimentación diferente de los pilares de la Capilla Real a uno y otro lado de la nave.

            Obras recientes son ya la reparación tosca de la armadura a dos aguas del primer tramo de la nave y las reformas de la tribuna.

III.8. La excavación arqueológica

            Se han planteado 4 cortes arqueológicos, denominados de la siguiente forma:

Corte I. situado en la estancia n° 3, se plantea además de como corte guía, como corte estratigráfico.

Corte II, situado en la estancia n° 2.

Corte III, situado en la estancia n° 2. Zona absidial.

Corte IV, situado en la estancia n° 8.

            Al estar realizado a priori el estudio paramental, la ubicación y dimensiones de los cortes arqueológicos vino determinada por losresultados obtenidos en este estudio. El punto 0 general de excavación quedaría situado a una cota absoluta de 695’8S mts. s.n.m.

CORTE ESTATIGRÁFICO I

            Localizado en la estancia que denominamos nº 3, ubicada a los pies de la Iglesia. Las dimensiones de la cuadrícula, vinieron definidas por el espacio que quedaría libre, tras protegerla con andamios debido al peligro que corría de desprendimiento la cubierta, obteniéndose un corte de 1’90 x 2’70 mts. (FIG. 10)

            El muro 1 constituye el elemento constructivo más antiguo conservado en alzado, reutilizado, desde la primitiva fase constructiva del edificio hasta la última.

            En la fase que corresponde a finales del s. XV principios del s. XVI, se le adosan una serie de elementos como son la torre, que produce modificaciones en este sector del inmueble, como es la construcción de la escalera de acceso a la misma, de la cual hemos encontrado en el corte 1 su arranque, así como restos de la primitiva solería a cota con el pavimento del resto de la Iglesia Ia solería se ve afectada por una serie de niveles de enterramientos que la rompen y modifican.

            La tercera gran fase constructiva correspondiente a mediados del s. XVII principios del s. XVIII, produce una alteración de los elementos primitivos debido a la construcción de la tribuna y con ello un nuevo acceso a la torre, obteniéndose el aspecto que actualmente posee las pies de la Iglesia con una cota superior, debido a la colmatación de las estructuras anteriores, con respecto al resto de la nave.

            La poca potencia estratigráfica, tónica general en el edificio, viene definida por la situación de la roca madre, con una cota mínima de 695,43 mts. s.n.m, lo que supone el asentamiento casi directo de las estructuras de cimentación sobre la misma, viéndose alterada por sobrexcavación para la obtención de espacio para los enterramientos, hecho que se vino produciendo hasta mediados del S. XIX.

CORTE II

            Esta cuadrícula se sitúa en el sector Norte de edificio, ocupando lo que es la entrada a las Capilla de S. Ignacio y nave aledaña, dentro de la estancia n° 2 el corte quedó con unas dimensiones de 3,80 x 5,70 metros.

            La información recogida en esta cuadricula, nos acerca al conocimiento de la evolución del sector norte de la iglesia.

            Se constata la reutilización de los cimientos de un inmueble anterior, donde no existían las capillas aledañas; de esta zona, la construcción de estas en el primer tercio del s. XVI, supone la ampliación de la planta del edificio y la configuración de su fisonomía actual.

            En cuanto a las características de las cimentaciones, se nos presenta bastante simples, a lo sumo, cuando más, una hilada de mampuestos salva los desniveles existentes en la roca madre, cuando menos se soluciona con un mortero de cal muy consistente, pero de escasa potencia, sobre el cual se levantan los muros.

            Las alteraciones producidas en la roca madre, al igual que en el corte 1, viene definida porlos distintos niveles de enterramientos, es decir, hay que conseguir espacios para los mismos, por lo cual y debido a la poca consistencia de la roca, esta se sobreexcava para realizar las distintas fosas. Estas tumbas no sóloalteran a la roca, sino que también afectan en distinta medida a los escasos cimientos de lasestructures emergentes.

            Otra constante que se mantiene es la de la escasez de artefactos detectados, los únicos obtenidos se relacionan directamente con los niveles de enterramientos, bien formando parte del relleno de las tumbas o bien siendo objetos personales que poseían los individuos a la hora de su deposición.

CORTE III

Ubicado en el sector suroccidental del edificio ocupando parte del ábside, en la estancia que denominamos 2, el corte presentaba unas dimensiones de 4×4,5 mts., ampliándose posteriormente 2 metros en su sector oeste, debido a los propios resultados de la intervención.

            La información más interesante que se desprende de este corte es la relacionada con el cerramiento absidial de la primitiva Iglesia gótica. Aunque anteriormente, y debido a la aparición de la clave de la bóveda gótica, embutida en uno de los muros barrocos, poseíamos una hipótesis aproximada sobre la forma del ábside, nos faltaba por definir sus dimensiones exactas, y el número de lados que lo componía. Tras los resultados obtenidos, podemos concluir, que se trata de un ábside poligonal de tres metros de lado con un total de cinco, está realizado en mampuesto de mediano-pequeño tamaño conservando en algunas de sus zonas el enlucido original. Este ábside estaría cubierto por una bóveda ojival de ocho aristas que descansarían en la clave encontrada. Otro hecho confirmado hace relación a las dimensiones de la nave principal, para época gótica era más reducida, y posteriormente en época barroca se amplia.

            La aparición, igualmente del muro de cerramiento de la Capilla del Carmen, nos dice como ésta, poseía unas dimensiones mayores a las actuales, y con las modificaciones que posteriormente se realizan a mediados del s. XVII se reduce, más en consonancia con la nueva obra. Se detectan así mismo las columnas adosadas a los pilaresdel arco de entrada a esta capilla, típicas de la decoración gótica, y que con el barroco quedan totalmente anuladas.

            En cuanto a los enterramientos, detectamos los mismos niveles que en el resto de los cortes, con una secuencia consecutiva desde mediados del s. XIX hasta el s. XVI, presentando estos últimos una tipología de tumbas diferentes compuestas por fábrica de ladrillos, y asentadas directamente sobre la roca madre.

CORTE IV

            Ubicado en la estancia n°8, en la zona del pórtico en la fachada sur del edificio. El corte resulto con unas dimensiones de 3,5×3,2 metros.

            La escasa potencia estratigráfica de este corte, hace que la información recogida sea más escasa, pero no por ello menos interesante. El dato más sobresaliente ha sido la comprobación de la existencia de un pórtico previo al existente, que guardaría relación con el muro de los pies y los muros hallados en el corte 3, tanto el absidial, como con el muro de cerramiento de la capilla del Carmen. Todo ello conformaría el programa constructivo más antiguo del edificio, que probablemente se correspondería con un edificio construido pocos momentos después de la reconquista, siguiendo modelos; que los reconquistadores traerían del norte.

            Por otro lado se ha seguido corroborando el sistema de cimentaciones empleado dentro del programa constructivo perteneciente al s. XV, hiladas de mampuestos que salvan los desniveles de la roca madre; así como la continuación de los enterramientos extramuros del edificio.

IV CONCLUSIONES GENERALES

            La sugestiva ubicación de la iglesia de Santa Ana, sobre un promontorio al Noreste de Guadalcanal, así como su aterrazamiento circundante, provocan en el visitante que contempla la ciudad desde ella una sensación de dominio del entono casi militar. Parecería el lugar intramuros más adecuado para establecer una guarnición, ya que el paso hacia la meseta se localiza a sus espaldas y el valle, con el preciado agua, a sus pies.

            El estadio actual de la investigación histórica en la población está aún en una fase incipiente, y la tradición oral se mezcla con las breves noticias documentales, produciendo un marco en el que “casi todo lo imaginable cabe”. Se mezclan posibles trazados de la “posible muralla” junto a extraños vaivenes de la población entre el Monforte y el valle; se dan por hechas versiones como las que vinculan Santa Ana con una mezquita cristianizada hacia donde acudían los repobladores del Sur de Extremadura para bautizar a su prole; se sobreentiende que bajo Santa María había un castillo “moro” y que la portada de herradura túrnida de la sacristía es su  “testigo evidente”, etc…

            En fin, es la típica situación precientífica que caracteriza la mayoría de la historia o historias; de pueblos y ciudades de España. No obstante, y a pesar de las evidentes carencias, debemos resaltar la encomiable labor de estudiosos locales que sobre todo en nuestro siglo, arrancaron tiempo de sus obligaciones profesionales para desempolvar documentos y aportar lo posible a su ciudad.

            La ausencia de investigaciones documentales sistemáticas, de estratigafías arqueológicas, de estudios arqueológicos de edificios históricos, de estudios sobre el urbanismo histórico local o comarcal, etc…., imponen una, en el fondo, atractiva limitación e incrementa nuestras dificultades a la hora de indagar en puntos concretos como la iglesia de Santa Ana, sin embargo nos permite abrir una primera vía de trabajo con varios frentes que servirá para facilitar el paso a los estudiosos del futuro.

            Resumiremos a modo de conclusión los hitos fundamentales de la evolución constructiva de la iglesia de Santa Ana (FIG 11):

– En el año 1241 fue conquistada la población, pasando a pertenecer en señorío a la Orden de Santiago en 1258 gracias a Pelay Pérez Correa (el Cid extremeño) quien la hizo cabeza de encomienda en 1253. Por entonces se bendijo la antigua mezquita de Guadalcanal convirtiéndola en iglesia. Durante años dependió del Monasterio de Tentudía, siendo la única iglesia del entorno.

– Creemos en la existencia de una mezquita anterior a la primera iglesia, sobre todo debido a la observación de la irregularidad de la primera operación constructiva cristiana. Sin embargo, todos los argumentos esgrimibles a favor de esa teoría pueden ser contestados arqueológicamente ya que ninguno es concluyente. La solución es difícil, por no decir imposible, debido a los procesos de sobreexcavación de los siglos XV y XVII y a la colmatación funeraria de los últimos seis siglos, que eliminaron cualquier hipotético vestigio subterráneo.

– Existen claras pruebas de la construcción de un ambicioso templo en el cerro de Santa Ana, fechable en algún momento bajomedieval entre el siglo XIII y la primera mitad del XV. No se ha conservado en alzado prácticamente ninguna estructura de esta época, salvo los pies, en su cuerpo inferior y un leve arranque detectado en el extremo occidental del muro de la Epístola. El resto de paramentos y cotas han sido detectados mediante la excavación de los cortes II, III y IV

– La iglesia fue comenzada por el ábside con la intención de avanzar hacia el Oeste cuando fuere posible. Se trata de un ábside poligonal compuesto, de cinco lados de 2’75 mts, formado a base de potentes muros de más de un metro, localizados en el corte III y en el II. A diferencia de los ábsides poligonales documentados en el entorno, en éste, no existen estribos en el exterior para soportar los empujes de las nervaduras de arista; por contra, en las esquinas exteriores se produce un ensanchamiento muy tosco que proporcionaría a la cabecera un aire arcaico. De hecho, es relativamente frecuente el uso de la cabecera semicircular, tanto en la Sierra Norte de Sevilla, en la de Aracena, como en el Sur de Extremadura. Bien pudiera ser éste un tipo intermedio entre esa ultimación (teóricamente más arcaica) y las definitivas cabeceras cuadradas o poligonales de finales del siglo XV.

– En Santa Ana, el espacio resultante evidencia en nuestra opinión un uso provisional cristiano de una nave ideada para otros fines. Quizá, y esto es lo más cómodo de pensar, simplemente se adosó el ábside a la nave del Liwan de la mezquita almohade, de manera que se pudo dar misa mientras se esperaban tiempos mejores para continuar su ampliación al Oeste. En la mente de los primeros constructores cristianos estaría la erección de un templo mucho mayor, en consonancia con la cabecera levantada. Pero el tiempo, los impulsos cada vez menos ambiciosos y las carencias económicas fueron transformando las trazas iniciales en algo paulatinamente más tosco, tanto en lo espacial, como en lo constructivo.

– Dentro del ábside fueron encontradas varias tumbas excavadas en la roca de la cabecera y forradas de ladrillos, en sentido Este-Oeste; posiblemente se extendieran por toda la Capilla Mayor. Estaban reutilizadas; hasta cuatro veces cada una y con toda seguridad albergaran a las familias de más abolengo y a los canónigos principales.

– A fines del siglo XV se advierte un dinamismo comparable al original, capaz de plantear una reforma integral que exige no solo derribos, sino levantamientos y nuevas cubiertas, que van más allá de las simples obras de reparación o ampliación de espacios; éste dinamismo requiere cierto impulso económico nada desdeñable. Pero por otro lado, reflejan algo increíble, como la cesión de la idea original de ampliar la nave en contestación a un gran ábside gótico, hacia el Oeste. En su lugar, se derriba parte de éste y se transforman las capillas laterales con tal de no derribar el muro de los pies. En cualquier caso, existe una disminución de la calidad y un abandono del esquema mudéjar goticista.

– El resultado final, fue una iglesia de una única nave, de gran anchura, con arcos transversales ojivales muy abiertos y con poco alzado (un metro desde el cimiento de los pilares a la imposta del arco), cubierta con un artesonado relativamente rico y rematada con un ábside amorfo y disminuido. En los laterales, las dos capillas originales pasaban a ostentar la categoría de semicruceros, ya que quedaban aisladas de la cabecera, y aunque con un eje distinto, estaban en función de la nave. A los pies, la torre comenzaba, a erigirse tan lentamente que daba opción a cambios de estética incluso en las pequeñas troneras (la más baja conopial)

– Poco después, en el tránsito entre el XV y el XVI se producirían algunas transformaciones sustanciales. En el exterior, en la galería meridional se procede a añadir la actual Capilla Bautismal a los pies del templo. Se trata de una estancia cuadrangular abierta hacia la nave mediante una única entrada abierta en el muro y labrada en ladrillo. Sin duda, la construcción de la capilla altera la galería exterior; sin embargo ésta sigue teniendo la misma ubicación en el extremo oriental, donde la Capilla del Carmen aún no ha sido ampliada. En el interior, a los pies de la nave se ultima el acceso a la torre, que ahora culmina mediante la terminación de sus tres cuerpos con campanario de arcos de medio punto con extradoses de las roscas moldurados y baquetoncillos apilastrados enmarcando los vanos, así como con el chapitel piramidal.

– En esos momentos en el extremo norte del Evangelio se produce una extraña alteración provocada por una traslación del acceso a la escalera de caracol de la torre. El resultado puede verse en nuestros días, y explica el porqué de esa ubicación desalineada con el muro de la nave.

– En el exterior Norte, es ahora cuando se adosan las dos capillas hoy visibles, separadas entre si por un muro hoy perdido, abriéndose mediante dos puertas, por un lado a la Capilla de San Ignacio (arco de medio punto monumental), y por otro a la nave mediante una pequeña puerta situada en uno de los extremos junto a uno de los pilares ojivales transversales.

– Con cierta seguridad, podemos adscribir a esos momentos la creación de un programa decorativo gótico a base de pinturas murales al temple y compuesta por escenas aisladas sobre un fondo general blanco. También ahora se retocan varios tramos de artesonado, que quizá se vinieran abajo durante las obras o por culpa de alguna catástrofe natural (no olvidemos el terremoto de 1504). El resultado será el que vemos en el tramo dos y tres, con armaduras de par y nudillo polícromas pero con ladrillos sobre las alfajías.

– Ya avanzado el siglo XVI, y finalizada la época de las grandes obras, asistimos a un nuevo impulso, esta vez mucho más modesto, tras el cual se verá reformada la fachada meridional y se alterará igualmente el sistema de accesos a la nave y a las diferentes capillas. En esos momentos, se derriban los muros exteriores de la Capilla del Carmen y se procede a erigirlos de nuevo, salvo el más oriental, un metro al Oeste. Como resultado de esta actuación, la galería contigua, levantada desde las primeras épocas, debió eliminarse, y en su lugar fue alzada una nueva galería, mucho más pequeña y apoyada en las dos estancias incorporadas durante el siglo, es decir, la del Carmen y la Bautismal. Hoy día, el flanco oriental de esa galería se encuentra cegado, pero en sus inicios, existía un gran arco de ingreso al Carmen del que queda una leve huella en la interfacie de contacto del cegamiento posterior. Mediante esta apertura, el tránsito independiente hacia la capilla estuvo garantizado, e incluso, después de su cegamiento, siempre se mantuvo una pequeña comunicación, cerrada definitivamente hace pocas décadas.

– Por otro lado, en el extremo opuesto del templo, en las dos cepillas recién levantadas junto a la de San Ignacio, en el lado del Evangelio, se realizaron obras de cierta importancia, tales son la apertura consecutiva de las dos puertas que hoy vemos hacia la nave provocando la sustitución de las dos escenas góticas (la de San Cristóbal y la del arco contiguo) por un encalado simple.

– Hacia mediados-finales del XVII se podría decir que la Iglesia de Santa Ana, dentro de su tosca configuración, gozaba de cierta amplitud y elegancia ornamental. Sin embargo, y desde el mismo siglo XV la decisión de ampliar la nave al Este en lugar de al Oeste, trajo consigo la consabida pérdida de unidad estética del ábside gótico, que perdió su tramo inicial. Por tanto, el aspecto general del templo debía estar aparecer muy descompensado ante una zona absidial tan irregular. Seguramente ya estuvo en la mente de los que realizaron el derribo del primer tramo, el sustituir el ábside.

– Durante algunas décadas se ocupó de falsear y enmascarar la ornamentación mudéjar, dando paso a un programa pictórico más colorista y móvil, que se superpuso al anterior. Los pilares se decoraron con roleos y molduras vegetales de yeso, y las capillas de San Ignacio y el Carmen colocaron nuevas bóvedas y molduras.

– Respecto al exterior, no hubo transformaciones en la nave salvo el forro de las dos portadas medievales mediante programas decorativos clasicistas. En la antigua puerta de acceso a la Capilla del Carmen se realizaron obras que sustituyeron el gran arco de ingreso desde el pórtico meridional por una pequeña portada adintelada pero ornamentada de manera similar a las otras dos puertas de la nave.

– Pero todas estas remodelaciones, más estéticas que funcionales, no hicieron más que preceder la gran reforma tan esperada desde dos siglos antes; la sustitución de los restos absidiales góticos, por una nueva capilla Mayor cuadrangular, de grandes dimensiones y cubierta por una gran bóveda hemiesférica. La masa del presbiterio, elimina la cabecera gótica y eleva su cúpula sobre cuatro grandes pilares moldurados y sobre otros tantos muros de gran anchura y aparejo de mampuesto con cadenas de ladrillo muy sobresaliente y espaciadas. En uno de esos muros, apareció embutida una de las claves góticas de la nervadura, hoy extraída.

– A partir de entonces (s.s. XVIII-XIX) ninguna reforma representa una especial novedad, salvo la intrusión de la tribuna y la consecuente subida de cotas y compartimentación en los pies de la nave. Gracias a la reforma de la tribuna asistimos a la creación de un nuevo acceso lateral a la torre, desde el forjado de la tribuna Norte, así como a la creación de un vano rebajado en el centro del muro de los pies, que aprovechando su anchura se permite el lujo incluso de abovedarse con el fin de albergar una imagen religiosa.

– Muy importante, no obstante es el largo proceso de enterramientos acaecidos desdela baja Edad media en el interior de la nave. El resultado, al cabo de quinientos años de superposición funeraria en un breve espacio de 0’75 mts. de potencia, es la total remoción del terreno, con la consecuente hacinación de restos óseos de todas las fechas. Incluso la última tongada de ataúdes aparece destrozada por las obras de pavimentación más recientes.

Notas

(1) Equipo formado por Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero Paredes (arqueólogos); análisis previos y estudio de enlucidos: Blas Calero Ramos (restaurador); delineación: Luis Alberto Núñez Arce (arquitecto)

(2) La Iglesia, o “Ermita de Santa Ana de Guadalcanal” (SE/049/002) está protegida como BIC con la referencia 22-02/09-04-79. Por su parte, el conjunto histórico de Guadalcanal está incoado con el BIC SFJ049/006 – Ol-07/11-11-82. La citada investigación ha sido realizada dentro de los contratos suscritos por el Servicio de Conservación y Obra del Patrimonio Histórico de la Dirección General de Bienes Culturales con el nombre de “Estudios Arqueológicos previos a los proyectos de Conservación” (BC5A010.41AT.SE). En la hoja nº 5/12 referente a la Iglesia de Santa Ana se especifica la necesidad de clarificación arqueológica de las distintas fases constructivas observables a simple vista. Para la realización de los trabajos se ha contado con la colaboración de la Escuela Taller de Restauración de la Iglesia de Santa Ana, quien ha proporcionado su infraestructura así como a los alumnos de diferentes módulos, así como sus técnicos.

(3) Sistema desarrollado en diversos edificios históricos Sevillanos: Tabales, M.A.  Arqueología en Edificios históricos de Sevilla. Una propuesta de intervención. Tesis Doctoral. Universidad de Sevilla, 1998.

BIBLIOGRAFÍA

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