08.DIC.1978.- ABC – REFERÉNDUM EN SEVILLA. ASÍ FUE LA VOTACIÓN.

[…] GUADALCANAL.- Votos.- Sí, 1880; No, 78; Blancos, 66; Nulos, 4. Total de votantes, 2.028. Censo electoral, 2.618. Porcentaje de votantes, 77,46. Porcentaje de abstención, 22,54. […]

¿Una silenciosa desamortización?

El 27 de julio de 1977 aparecía en el diario ABC de Sevilla un extenso artículo publicado por J. L. Ortiz de Lanzagorta en el que trataba el tema de la venta de edificios religiosos de Guadalcanal.

Un párroco de Úbeda ha sido detenido por disposición del Juzgado de Instrucción, al tenerse conocimiento de que -con el beneplácito del obispo de la diócesis- había iniciado la demolición, con dinamita, de parte de una ermita erigida en el siglo XV, y que en tiempos fue capilla del palacio donado al convento de la Trinidad por el onubense Pedro Sánchez Romo, en 1495. La noticia -difundida por la agencia Cifra- se produjo el pasado domingo, día 17. Por lo visto, en Jaén no se andan con remilgos a la hora de defender su patrimonio histórico, artístico o de interés local, cualquiera que sea el depredador y los motivos (más o menos encubiertos) que originan la destrucción o modificación incontrolada de edificios y objetos que, por su valor cultural, están sujetos a la legislación protectora del Estado.


¿Qué ocurriría en Sevilla, y más concretamente en Guadalcanal, si se aplicaran los mismos métodos que en Úbeda?

Porque aquí lo piensan, lo insinúan, aunque temen hablar. Sienten como si todo el pueblo no tuviera ya remedio. Guadalcanal, con más del 50 por ciento de su población emigrada, arruinadas y abandonadas sus viejas minas de plata, siglos enteros de dominio santiaguista, alejados de la capital y como olvidados en el corazón de Sierra Morena, presencia ahora la destrucción de su patrimonio histórico y artístico, en una decadencia que genera mezquinas especulaciones.

Porque ni siquiera se está haciendo negocio con los antiguos bienes eclesiásticos y comunitarios, donados en mejores tiempos a la Iglesia por hijos del pueblo. Se están malbaratando capillas, ermitas y pequeños terrenos. Ya no son los tradicionalmente llamados “enemigos de la fe” los que expolian iglesias. Es triste el espectáculo. Cinco edificios eclesiásticos vendidos en menos de dos años, por cuatro perras gordas.

Azulejos bellísimos del siglo XVI arrancados. Pilas bautismales sirviendo de macetas en patios de monjas. Ermitas utilizadas como graneros. Capillas convertidas en salón de juego infantil, negocio de futbolines incluido. No. No estamos en la desamortización ni en las furias revolucionarias del 32 al 36. Ningún español en su sano juicio quiere saber nada de aquello. Hoy, cualquier ateo es lo bastante culto como para no destruir o malvender lo que un día constituyó el patrimonio levantado por la historia de su pueblo y de su raza.

Es triste el espectáculo, pero es real y tenemos que decirlo.

ANTECEDENTES DEL PROBLEMA.- Un artículo de Andrés Mirón, publicado en este ABC el 19 de enero pasado, puso sobre la pista del tema. La Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural acababa de incoar expediente de declaración de monumento histórico-artístico, con carácter nacional, a la iglesia de Santa Ana, antigua parroquia de la villa, hoy cerrada. Unos años antes se había intentado vender, fracasando el intento pese a la indiferencia de ciertas autoridades locales. Llovía sobre mojado, porque existían sospechas de excesivos expedientes para declarar en ruinas distintos inmuebles monumentales de Guadalcanal. Ya había sido destruida una iglesia mudéjar, único ejemplo conocido en su estilo por sus características, y que, sin el más mínimo eco informativo, se convirtió en mercado de abastos. Se rumoreaba que un vecino, vinculado a una entidad bancaria, gestionaba del Arzobispado se declarara en ruina la espadaña de la iglesia de la Concepción.

Efectivamente, el 14 de mayo de este año, también en ABC, se denunciaban ventas realizadas, según vox populi, aprovechando ciertas visitas y estancias en la zona de jerarquías eclesiásticas hispalenses coincidiendo con la romería de Guaditoca, a finales de abril.

Un telegrama era cursado a la Delegación Provincial del Patrimonio Artístico con el siguiente texto: “En nombre del vecindario y propio, pongo en su conocimiento hecho lamentable, venta e inminente destrucción iglesia Concepción siglo XVII. Desmontaron importantísimo retablo azulejos primitivos y trasladaron lugar desconocido pila bautismal renacentista. Suplicamos conservación templo. Respetuosamente”. Firmaba el autor de los artículos antes mencionados.

GESTIONES OFICIALES.- El día 6 de junio se ponía en marcha la operación oficial de las entidades que entienden los asuntos histórico-artísticos. La Delegación Provincial sevillana del Patrimonio telegrafiaba al comisario general, en Madrid, rogándole detener el posible derribo de esta iglesia. Poco después, la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y la Real Academia de Bellas Artes se dirigían también al Ministerio de Educación y Ciencia en el mismo sentido.

Quedaba abierta la información y comenzaban a llegarnos a la Redacción del periódico documentos sobre lo que venía ocurriendo en Guadalcanal. En realidad, Guadalcanal se convertía en un símbolo de otros muchos expolios históricos y artísticos que nuestra región viene sufriendo hace ya muchos años.

En Guadalcanal hemos tratado de investigar los datos y los hechos últimamente ocurridos, para enderezar el tema ordenando y confeccionando una relación de las enajenaciones efectuadas en un período aproximado de dos años.

DATOS Y SITUACIÓN DE LOS EDIFICIOS VENDIDOS.- Cinco son en total los edificios vendidos recientemente por el Arzobispado, puesto que el antiguo convento de Santa Clara hace bastantes años que se perdió, transformado primero en fábrica de harinas, hasta que, cerrada ésta, fue comprado para construir viviendas, situación en que actualmente se encuentra lo que resta del convento, sin que se hayan iniciado aún las obras.

En el último trimestre de 1976 fue realizada la venta del llamado Humilladero del Cristo de la Salud, situado en el camino que conducía a Gerena [sic, por Llerena], cabeza del distrito santiaguista desde 1241, y que desde el siglo XV pasó a propiedad de la parroquia de Santa María con el nombre de “Cruz del Abad del Santo”. Comprendía un huerto como de una fanega de tierra, una pequeña vivienda, la capilla o ermita del Cristo y un templete, en cuyo centro hay una fuente, con un frontal de azulejos trianeros del siglo XVIII representando el Calvario con unas leyendas en verso. Es construcción de 1770, catalogada. El precio de venta, según nuestras noticias, fue de cien mil pesetas en total. La puerta de la capilla ha sido tapiada, utilizándose como granero. La huerta es cultivada en la actualidad por su propietario. El templete o humilladero propiamente dicho conserva en buen estado el retablo de azulejos. En este lugar se celebraba la “Velada del Cristo”, por el mes de septiembre, que todavía se hace hoy en la plaza principal del pueblo.

En el mes de abril de este mismo año, coincidiendo con la romería de la Virgen de Guaditoca, Patrona del pueblo, jerarquías eclesiásticas del Arzobispado realizaron varios viajes a Guadalcanal, pasando incluso unos días de estancia en el vecino pueblo de Cazalla de la Sierra. Siendo, precisamente, en esos días cuando se efectuaron los tratos de venta de la capilla de San Vicente (de la Concepción hablaremos aparte), situada en la plaza de España, esquina a Juan Campos, y cerrada al culto mucho antes, y de la venta de parte de la Casa Rectoral.

La capilla en cuestión fue solicitada al Arzobispado, con anterioridad a la venta, por la Cofradía de Penitencia de las Tres Horas, con el fin de instalar en ella sus imágenes titulares y restablecer el culto. La respuesta que se deduce fue negativa, ya que acto seguido se realizó la enajenación en 500.000 pesetas, siendo entonces convertida por su propietario en salón de jeugos juveniles (máquinas y futbolines), hasta que las circunstancias económicas le permitan instalar un bar. Se trata de un edificio del siglo XVIII, con planta de cruz latina, una sola nave cubierta por bóveda de cañón y lunetos y media naranja en el crucero. Aunque empleada desde mucho antes de su venta para usos profanos, el edificio se conserva bien y su exterior no ha sido modificado.

En cuanto a la parte vendida de la Casa Rectoral, adquirida por un guarda del repetidor de TVE para acondicionarla y vivirla, se trata de un edificio muy vinculado a la historia de la villa, pues fue la antigua casa solariega de la familia Ortega, de la que salió don Pedro Ortega Valencia, descubridor en el océano Pacífico de la isla que hoy lleva el nombre de Guadalcanal. Por donación de la marquesa de San Antonio, pasó a propiedad de la parroquia de Santa María, con cláusula en el testamento por la que “se donaba para perpetua memoria” de la benefactora. La parte vendida es precisamente la más interesante por su arquitectura y artesonado, con patio de dos pisos en arquería y un vestíbulo con azulejos sevillanos tipo cuenca, con bellísimos bordados y vidriados, procedentes de la antigua parroquia de Santa Ana, catalogados como de la primera mitad del siglo XVI y de difícil valoración económica, por ser hoy inencontrables, siendo Guadalcanal donde más se utilizaron, a dos tablas, con estas características. La casa se encuentra en la calle López de Ayala, cerrada aún pero con síntomas de algún tipo de obras. El precio de venta fue de 300.000 pesetas.

En fecha aún más reciente se efectuó la compra de la Ermita de San Benito, a unos dos kilómetros de la población, en la salida hacia Alanís. Su arquitectura es muy similar a la de la ermita de Guaditoca, incluso en fecha de construcción de algunas partes, finales del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII. Es una nave cubierta por bóveda de cañón, camarín con cúpula, porche de acceso, coro, y en el muro exterior una portada mudéjar con un pequeño patio o claustro difícil de apreciar, por encontrarse tapiado. Tuvo un espléndido altar de azulejos sevillanos, también tipo cuenca, que, según algunos, debieron ser arrancados en los últimos cinco o seis años. La ermita ha sido adquirida por “Villa Susana, S. A.”, entidad que lleva el nombre de una finca de olivar que se encuentra frente a San Benito. Hemos podido constatar que dicha sociedad se propone la restauración completa de la ermita y su entorno, e incluso devolverla al culto. Ignoramos la cantidad pagada por San Benito, aunque es rumor público que fue la venta más alta, dándose ciertas facilidades de pago.

LA IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN.- Hemos dejado para el final los datos y situación de esta iglesia, ya que ha sido ella la que hizo saltar las acciones oficiales del Patrimonio. El contrato de compra-venta de la Concepción lleva fecha del día 2 de mayo de este año, actuando como vendedor el cura párroco, en representación y con plenos poderes del Arzobispado de Sevilla, según decreto de 23 de abril y registro de protocolo arzobispal número 69/77, siendo el comprador un industrial panadero, natural y vecino de Guadalcanal. En el acto de la firma del contrato el comprador hizo entrega de 125.000 pesetas como señal de un importe total fijado en 350.000, pasando al comprador la llave para que disponga de la iglesia, dándole el uso que estime oportuno, haciéndose constar que el Arzobispado de Sevilla se responsabiliza de que la “Capilla de la Inmaculada Concepción no está gravada con carga o pensión alguna”, y que debe retirar los objetos sagrados, imágenes, etc., así “como la pila bautismal y las campanas y aquellos otros objetos que presenten un especial valor”.

Efectivamente, la capilla o iglesia de la Concepción perteneció al convento del mismo nombre fundado por don Álvaro de Castilla, hijo de Guadalcanal enriquecido en Indias, y que, según testamento otorgado en Guanajuato (Méjico), en 1613, lo instituía para la villa. En 1619, ya erigido, entraban en él las monjas clarisas franciscanas. Las actuales casas fronteras a la capilla fueron parte del antiguo cenobio y subsisten patios, corredores y otros elementos arquitectónicos. A partir de la exclaustración del pasado siglo, fue vendiéndose aquella parte del convento, quedando por último solamente la capilla ahora cuestionada. En ella había (y fueron arrancados en estos dos meses) azulejos muy antiguos que constituían espléndido retablo, y una interesantísima pila bautismal (la que Andrés Mirón citaba en su telegrama temiendo por su paradero), obra renacentista que hemos podido localizar sirviendo de tiesto para un cactus, en un rincón del patio del convento del Espíritu Santo, actual colegio de las religiosas de la Doctrina Cristiana.

En Guadalcanal se rumorea y se teme que la capilla de la Concepción pueda ser derribada para edificar en su amplio solar bloques de pisos, pues ya varias personas han realizado gestiones en este sentido, así como una empresa constructora. También se hablaba de que su propietario quería montar allí un supermercado.

EL FINAL, POR AHORA.- Casi cinco meses antes de venderse la iglesia de la Concepción, el ingeniero de Caminos don Javier Sánchez-Palencia y Dabán, al redactar el proyecto de delimitación del perímetro urbano de Guadalcanal, incluía esta iglesia en la categoría de “edificios singulares” que debían conservarse. El citado proyecto lleva, como es preceptivo, unos trámites y plazos que comprenden aprobación provisional, información pública y aprobación definitiva. Ya va siendo muy conocido (y así lo estima el propio señor Sánchez-Palencia) el truco de aprovechar los plazos de tramitación de estos proyectos para derribar mientras tanto edificios monumentales o singulares que, después, conseguida la aprobación del proyecto, no podrían tocarse ni especular con sus solares.

Algo parecido ha sido, pues, la maniobra de venta y desalojo de piezas artísticas de la Concepción, malbaratando, frente al informe de un consejero de Bellas Artes, este interesante edificio. Claro está que la historia no ha terminado. No ha sido esta vez, amigo Sancho, con la Iglesia con la que topamos, sino con el propio Ministerio de Educación y Ciencia, que, con fecha de 7 de julio, ha cursado escrito de la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural a la Delegación de Sevilla para que se haga saber al Ayuntamiento de Guadalcanal que se declara monumento histórico-artístico con carácter nacional la iglesia de la Concepción de dicha villa, no pudiendo, por tanto, realizarse modificación, proyecto, obra o cualquier otra cosa que suponga alterar en lo más mínimo lo declarado por el Estado, menos aún sin la aprobación de la Dirección General correspondiente.

La iglesia ya ha sido vendida, al menos entregada una señal, y sus objetos y piezas de valor retirados o arrancados. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Se pedirán responsabilidades? ¿Se recuperarán azulejos, pila renacentista y demás elementos catalogados y que son, en definitiva, junto con el edificio, un mismo conjunto que, como tal, movió al Ministerio a declararlo monumento?

La historia de los expolios y destrucciones de Guadalcanal está recién comenzada. Es un símbolo del resto de esta provincia. Toda Andalucía urge atenciones en este sentido. Así lo entendió, por su parte, en Jaén, ese juez de Úbeda ordenando el arresto del párroco que quiso derribar una ermita del pueblo. Triste espectáculo, pero ejemplar.– J. L. ORTIZ DE LANZAGORTA.

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