Antares / Genaro Palardé, 7 / Hasta el 15 de diciembre, mañana y tarde.
“La placidez como tema”, titulábamos el comentario en estas páginas dedicado hace ya diez años a la exposición entonces presentada por Diego Coca (Guadalcanal, 1943) en una pequeña galería y también de corta duración establecida en la calle San Fernando. Lo recordamos ahora porque, si tuviéramos que hacerlo, del mismo modo volveríamos a definir al conjunto de las treinta y cinco pinturas mostradas en esta su tan dilatada reaparición en la ciudad donde el pintor reside, siguió los estudios de Bellas Artes y han transcurrido muchos de sus años dedicados a la enseñanza. Placidez en la atmósfera que envuelve a los recoletos rincones o amplios horizontes de sus paisajes y en la sosegada paz de sus interiores. También, en sus deliciosos motivos florales y en la delicadeza con que se aproxima a la intimidad, siempre dulce, de los personajes que lleva a sus obras. Todo, como pretexto para una pintura que parece surgir más del sentimiento que de los pinceles y que, sabiamente empastada, se resuelve en una rica gama de colores aplicados con tenues, sucesivas y ordenadas pinceladas. Es decir, la obra de un pintor que a su mucha sensibilidad une un gran dominio del dibujo y del color.– LORENTE. [En la imagen, su cuadro Guadalquivir]
