El nuevo Don Juan, de López de Ayala

PERSONAJES
 
ACTORES
 
ELENA.SR. LAMADRID.
PAULINA.SRA. BAGÁ.
DIEGO.SR. J. ARJONA.
JUAN.SR. OSORIO.
SEGUNDO.SR. BENETI.
GIL.SR. MARTÍNEZ.
SERENO.
EL PORTERO.
Señoras1.
Caballeros.

La acción es contemporánea y dura menos de veinticuatro horas.

Acto I

Sala de paso en casa de DIEGO, adornada con elegancia y sencillez. Dos puertas a cada lado. La primera, inmediata al proscenio y a la izquierda del actor, conduce a la habitación de ELENA; la segunda a la calle. La segunda de la derecha conduce al despacho de DIEGO y al interior de la casa. La primera al gabinete que ocupa PAULINA en el segundo acto. En el fondo un magnífico armario de roble. En el centro, y un poco inclinada a la derecha del actor, una mesa con tapete largo. Los dos espacios que median entre las cuatro puertas laterales pueden ocuparse el de la derecha con un reloj de sobremesa y el de la izquierda con un buró. La decoración que debe ser elegante y armónica es inmutable.

  Escena I

  DIEGOELENAGIL. Vienen de misa. DIEGO entrega a GIL el bastón y el sombrero.  
ELENA En fin, ya sabes… Aquí  (Señalando el armario.)  lo pones todo. Completa el neceser.
GIL ¿Va maleta o saco de noche?
ELENA  (A DIEGO.)  Di… ¿Vuelves pronto? Yo te ruego que apresures…
DIEGO (El aleve hasta en la iglesia se atreve a perseguir…)
ELENA Pero Diego…
DIEGO ¿Qué ocurre?
ELENA ¿Estás en Belén? ¿Cuántos días voy a estarme sola?
DIEGO (Y tener que ausentarme…)
ELENA Responde.
DIEGO Salgo en el tren…
ELENA  (Alzando la voz.)  Cuándo vuelves te pregunto.
DIEGO No grites.
ELENA Si desvarías…
DIEGO Ya sabes…, dos o tres días…
ELENA ¡Ay, qué humor!…  (A GIL.)  El saco.
GIL Al punto.
ELENA Ven, llévate de camino allá dentro…  (Le entrega la mantilla y el devocionario.) 
DIEGO (Y hace plaza de la iglesia: él tiene traza de un infame libertino Cuando sorprendo el afán con que la mira, el bribón finge que está en oración, mirando a San Sebastián. Pero a través de su encanto contemplativo, yo noto que es más ardiente devoto de mi mujer que del santo.)
ELENA Ya pronto estará dispuesto… ¿Estás en el mundo?
DIEGO Di.
ELENA Tu equipaje.
DIEGO ¿Crees que así me voy a marchar más presto?
ELENA ¡Jesús! Te ocurren extraños dislates.
DIEGO Si no me voy hasta la noche…
ELENA Si hoy celebro mi cumpleaños. ¿Olvida usted lo que pasa? Vendrán nuestros convidados y exigirán los cuidados de la dueña de la casa. ¿Quieres, si no me anticipo, que andemos luego con priesa, o que yo de sobremesa me ponga a hacerte el equipo? ¿No pudieras otro día ir a Alicante?
DIEGO Mañana saldrá con rumbo a la Habana el barco que está en bahía. Mi hermano se embarca en él. Quiero que lleve instrucciones y venda las posesiones que tenemos…
ELENA ¡Es cruel la coincidencia!
DIEGO ¿No es digno este asunto de atención?
ELENA Hombre, sí, tienes razón; y por eso me resigno. ¡Vaya que estás hoy galán conmigo! Di, ¿qué tenemos?
DIEGO Nada.
ELENA ¿Nada?
DIEGO No volvemos a misa a San Sebastián.
ELENA Pero, ¿hay motivos?…
DIEGO Y graves, cuando así lo determino. ¿No los sabes?
ELENA Ni adivino cuáles son.
DIEGO   (Con sorna.)  ¿Que no los sabes?… ¿De veras?
ELENA ¿No lo has oído?
DIEGO Estas cosas la mujer siempre las llega a saber primero que su marido.
ELENA ¡Diego!
DIEGO En la calle me acosa y hasta en la iglesia me apura… Pero mi esposa asegura que no ha notado tal cosa.
ELENA Pero, ¿quién…?
DIEGO Y si te digo que tú…
ELENA Dirás mil sandeces. ¿Qué?
DIEGO Le has mirado dos veces.
ELENA ¿Yo mirar?…
DIEGO Y yo testigo.
ELENA Pero, hombre…
DIEGO Sigo su pista siempre con ojo avizor, porque mi mismo rencor en él me clava la vista, y dos veces he notado en su semblante el chispeo, la bobera, el regodeo del que mira y es mirado.
ELENA ¿En su rostro has sorprendido mi imagen? ¿Sí?
DIEGO Pues es claro.
ELENA  (Riendo.)  ¡Jesús, qué espejo tan raro me regala mi marido!
DIEGO Vamos, chica, no te rías. ¿Por no defenderte lo echas a risa?
ELENA Ya tus sospechas van despertando las mías. Tus celos tal vez fingidos recuerdan y con razón lo que en más de una ocasión ha llegado a mis oídos; que me apuras la paciencia para que así distraída no indague, sepa e impida tu oculta correspondencia con la que quiso casarse contigo, con doña Paz.
DIEGO ¡Elena! (Y Paz es capaz de fingirlo, por vengarse.) ¡Por Dios, Elena del alma!… ¿Ves como yo no me río? No turbe tal desvarío tu calma.
ELENA Pues si mi calma te interesa…
DIEGO Bien se ve.
ELENA ¿Por qué me ofendes y alteras?
DIEGO ¡Ay, mujer, si tú supieras lo que es Madrid!
ELENA Bien, ¿y qué?
DIEGO ¿Tendré paz cuando contemplo esa turba de perdidos?
ELENA Sí, pues también los maridos a fe que dan buen ejemplo.
DIEGO En la iglesia hay quien se mete diablo con frac o levita y ofrece el agua bendita para entregar un billete.
ELENA Pues hay jamona que atrapa, mal parecida y coqueta, al novio de la discreta y al marido de la guapa.
DIEGO Y como encuentran hechizos muchas en tales acciones…
ELENA Y como sois los varones tan blandos y quebradizos… Estas jamonas traviesas a pares os tienen presos.
DIEGO Pero, por Dios, ¿soy yo de ésos?
ELENA Y, por Cristo, ¿soy yo de ésas?
DIEGO ¿No has visto los galanteos del hombre que me encocora?
ELENA Yo no soy atisbadora de licenciosos deseos. Juzgo que nadie repara en mí, pues siempre he creído   (Con dignidad.)  que el amor de mi marido lo llevo escrito en la cara.  (Cambiando de tono.)  Tal vez sin causa te irrita ese hombre: Paulina es muy guapa, fuimos los tres a la iglesia y…
GIL   (Que ha estado poniendo en el armario ropa y avíos de viaje.)  ¿Señorita?
ELENA ¿Has hecho algún disparate?
GIL Mire usted.  (Mostrando lo que ha puesto en el armario.) 
DIEGO  (Mirándola con ternura.)  (¡Si es una alhaja!)
ELENA Pon en la cesta de paja bizcochos y chocolate. Los bizcochos necesito que estén frescos.
GIL Luego iré…
ELENA Y el chocolate…
GIL Ya sé.
ELENA Del que toma el señorito.   (Sale GIL.)   Paulina, nuestra vecina, se pone cerca de mí y…
DIEGO ¡Sí, que estando tú allí se va a fijar en Paulina!
ELENA ¡Hola! Me has dicho un requiebro sin querer.
DIEGO Ya lo sabía.
ELENA Pues no olvides que es el día solemne.
DIEGO Yo lo celebro.
ELENA Hoy nos casamos.
DIEGO ¡Hoy hace tres años, tres!
ELENA ¿Te dan pena?
DIEGO ¡Qué pronto han pasado, Elena! ¿Es verdad?
ELENA Y eso me place.
DIEGO A mí no. Si de esta suerte los años dan en pasar, pronto me voy a quedar sin tiempo para quererte.
ELENA Pues aprovéchalo.
DIEGO ¡Oh!… Sí.
ELENA Quiéreme mucho y aprisa.
DIEGO ¿Más aún?
ELENA Y antes de misa, ¿dónde fuiste?
DIEGO ¿Dónde fui?  (Saca un estuche.)  Sube esa manga.  (Le pone una pulsera.) 
ELENA ¿Pulsera? ¡Qué linda!
DIEGO Pulsera, no: ésta es cadena que yo le pongo a mi prisionera. ¡Vaya si estás guapa!…
ELENA ¿Sí?
DIEGO Me inquieta tanta hermosura.
ELENA Pues, simple, ¿y eso te apura? Tanto mejor para ti.
DIEGO Ea…
ELENA ¿Vas ahí junto a jugar tu tresillo dominguero?
DIEGO Hoy soy tuyo.
ELENA Así te quiero.
DIEGO Voy corriendo a despachar unas cartas; las remito y libre vuelvo a tu lado.
ELENA ¿Sabes que estoy con cuidado porque mi madre no ha escrito?
DIEGO Si no hace mucho… Y mi esposa, ¿qué me da?
ELENA Yo… Una cadena de oro puro.
DIEGO Si es tan buena…
ELENA No sé.  (Le da un abrazo.)  ¿Qué tal?
DIEGO ¡Deliciosa!
ELENA Y a más…
DIEGO Oye: mis quimeras olvida.
ELENA Pues no volvamos…
DIEGO Ya nunca… El domingo vamos a misa donde tú quieras.
  Escena II

  ELENA.  
ELENA ¡Éste es amor verdadero!… Algo celoso… Mejor, que en la mesa del amor los celos son el salero. Pero ser tan suspicaz conmigo… ¡A veces machaca tanto!… Mas luego se aplaca en nombrando a doña Paz. Pues es verdad, al oír su nombre, cambia tan presto… Ya sé el remedio… Mas esto, ¿qué es lo que quiere decir? ¡Quia!… No es capaz… Si yo encuentro inalterable su amor.
  Escena III

  ELENAGIL.  
GIL Señora, aquí hay un señor que quiere colarse adentro.
ELENA (No es capaz…)
GIL ¿Pasa o no pasa?, que aguarda en el pasadizo.
ELENA Y ¿quién es?
GIL Es… primerizo.
ELENA ¿Quién?
GIL Digo, nuevo en la casa. Viene de Cádiz y entiendo que en nombre de la señora.
ELENA ¿De mi madre?   (Señal afirmativa de GIL.)   Sin demora, que entre.
GIL Trae carta.
ELENA Corriendo.
  Escena IV

  ELENADON JUAN.  
ELENA ¡Al fin escribe! No en vano dije yo…
GIL   (Mirando a DON JUAN.)  (Ya sé quién es.)
DON JUAN Señora, estoy a los pies de usted.
ELENA Beso a usted la mano.
DON JUAN Su madre de usted me envía.
ELENA Siéntese usted.
DON JUAN Gracias.  (Tomando una silla.) 
ELENA Ya el silencio de mamá cuidadosa me tenía. A Diego le hablaba ahora…
DON JUAN ¿No le ha escrito a usted?…
ELENA Hoy no.
DON JUAN Yo soy carta viva.
ELENA Y yo lo agradezco.
DON JUAN Pues, señora, no hay recompensa que cuadre a ser yo la carta viva, sino que usted me reciba como a carta de su madre.
  (ELENA se sonríe.)  
ELENA ¿Y queda buena?
DON JUAN Tan buena y tan ágil todavía, y llorando de alegría cuando recuerda a su Elena.  (Mirándola fijamente.)  Motivos tiene su amor para ser tan expresivo.
ELENA Es mi madre; ¿qué motivo puede encontrarse mayor?
DON JUAN Yo pienso, aunque usted colija que el ser madre es lo bastante, que es circunstancia agravante ser la madre de tal hija. ¡No es mucho que sus pestañas el placer inunde en lloro al recordar el tesoro que ha tenido en sus entrañas! No es mucho…
ELENA ¿A usted ha entregado alguna carta?
DON JUAN Sí tal.  (Se registra el bolsillo y saca una.)  Sí, con esta credencial su madre de usted me ha honrado. Y en el estilo que emplea me hace sobrada merced.
ELENA A ver…
DON JUAN  (Con timidez.)  No quiero que usted en mi presencia la lea.
ELENA ¿Por qué?
DON JUAN Hace elogios de mí que no merezco en verdad.
ELENA ¡Oh, qué excesiva humildad!
DON JUAN Señora, yo soy así.
ELENA  (Insistiendo.)  Pero…
DON JUAN Hasta el punto en que parta no la entrego.
ELENA No importuno.
DON JUAN  (Guardándola.)  (Así no dirá ninguno que entrego pronto la carta.)
ELENA ¿Y está por fin decidida mi madre a venir acá? ¿Usted sabe?
DON JUAN Sí vendrá, a no ser que se lo impida alguna causa forzosa.
ELENA ¡Quiera Dios que la recobre pronto!
DON JUAN Vendrá; si la pobre no sabe hablar de otra cosa. Cuántas veces me decía: «¡Si viera usted lo que vale mi Elena! No hay bien que iguale la paz de su compañía. Cuando con cándida fe manifiesta su alma bella, se va transformando en ella el que la escucha y la ve. La luz en sus ojos arde con que el alba resplandece;   (ELENA baja los ojos.)   cuando los baja, parece que va cayendo la tarde. Ella tuvo mis sentidos tan dulcemente despiertos, que al irse dejó desiertos mis ojos y mis oídos».
ELENA ¡Ah, madre!… No lo diría  (Disimulando su emoción.)  de ese modo.
DON JUAN Sí, señora.
ELENA ¡Válgame Dios, qué habladora se me ha vuelto mi mamá!
DON JUAN Yo le prestaba atención y a que hablase la incitaba, creyendo que en ella hablaba mi propia imaginación. Tan bien me dio a conocer a su Elena, que antes creo que he visto a usted y la veo sin sorpresa y con placer, así como el alma ufana sale al encuentro y se entrega al dulce amigo que llega de alguna región lejana.
ELENA Pues es muy raro…
DON JUAN ¿Por qué?
ELENA Porque nunca aconteció que el ser que se imaginó corresponda al que se ve.
DON JUAN Verdad que pierden presentes los seres imaginados, mas los hay privilegiados que jamás están ausentes; que iluminan los abismos de la ausencia, si se alejan, porque en cada pecho dejan una parte de sí mismos. Y empieza a estimar su sombra aun el corazón más seco solamente por el eco con que la ausencia los nombra. Y el alma se lanza en pos de presagio tan felice…
ELENA ¡Jesús!… Y eso, ¿quién lo dice, mi madre o usted?
DON JUAN Los dos.
ELENA ¡Oh! No tiene tal encanto su estilo… Venga la carta si no…
DON JUAN  (Levantándose.)  ¿Es decirme que parta, señora?
ELENA No he dicho tanto.
DON JUAN Dije a usted que la daría al irme.
ELENA Pues no hay motivo…
DON JUAN Con su permiso me privo de su grata compañía.
ELENA La casa y nuestra amistad son de usted.
DON JUAN Gracias. Entrego la carta.  (La da.) 
ELENA La leeré luego, respetando su humildad.
DON JUAN  (Dándole la mano.)  Soy su amigo y no hay un hombre que estime en más la merced de serlo.
ELENA ¿El nombre de usted…?
DON JUAN En la carta está mi nombre.
  Escena V

  ELENADIEGO.  
DIEGO Ya estoy listo… ¿Quién será?  (Viendo salir a DON JUAN. Al llegar a la puerta, DON JUAN se vuelve y saluda a ELENADIEGO asombrado.)  ¡Él!…
ELENA  (Respondiendo al saludo de DON JUAN.)  Abur.
DIEGO  (Bajando rápidamente.)  ¿A qué ha venido?
ELENA  (Asustada.)  ¡Hombre!…
DIEGO ¡Pronto!
ELENA  (Dándole la carta.)  Ésta ha traído de mi madre.
DIEGO   (Tomando la carta.)  Venga acá.  (La abre y lee.)  «Digna concha de tal perla será su madre: convengo; mas yo, señora, no tengo el honor de conocerla.   (DIEGO y ELENA se miran estupefactos.)   Sólo a usted he conocido; con su trato quiero honrarme, y usted no puede negarme que su casa me ha ofrecido. Gracias. Honor tan ansiado, estimando como debo, irá a ponerse de nuevo a sus pies Juan de Alvarado».   (DIEGO conteniendo la ira mira con recelo a su mujer.)  ¿Qué tal?…
ELENA Suspende la fiera sospecha que en ti ha nacido.
DIEGO Pues si estoy más suspendido que si colgado estuviera… ¿Qué es esto?…
ELENA Dijo al criado que mamá…
DIEGO Le enviaba acá.
ELENA Entró, y al irse…
DIEGO Mamá se llama Juan de Alvarado. ¡Oh!…  (Dirigiéndose a la puerta por donde salió DON JUAN.) 
ELENA  (Asustada.)  ¡Diego!…
DIEGO  (Conteniéndose.)  Al entrar aquí, ¿no conociste quién era?
ELENA ¿Cómo, si por vez primera esta mañana lo vi?
DIEGO Niegas aún la ansiedad con que te sigue y acude…
ELENA ¿Es ése?… Dios no me ayude si no he dicho la verdad.
DIEGO Es… la mariposa fiel que en torno de tu luz gira;  (Conteniendo la ira.)  el que se afana y suspira porque repares en él; el que anda todos los días contándote las pisadas y buscando tus miradas y sorteando las mías. Y va siempre dando indicio de vencedor, que parece que en su cara resplandece el favor de todo el vicio. Y fija con una calma su mirada torpe y leda, como quien dice: «No queda ningún pudor en mi alma». El que hoy por verte asistía a misa muy reverente; ¡cómo que estaba en su mente rezando este Ave María!
ELENA Pues yo, Diego…
DIEGO ¿En ti no ha habido nada que le anime?
ELENA ¡Oh, calla! ¿Porque me ofenda un canalla me ha de insultar mi marido? ¿Tendré yo que defenderme? ¿Yo misma no te entregué…?
DIEGO ¿Qué venganza tomaré que pueda satisfacerme? ¿Qué medios?…
ELENA Todos son malos. El mejor medio…
DIEGO ¿Cuál es?
ELENA El desprecio.
DIEGO ¡Oh, sí! Después que esté derrengado a palos…, el desprecio… ¡Golpe recio para un alma antojadiza! Después de una gran paliza caerá muy bien el desprecio.
ELENA Cálmate, Diego. ¿Quién toma a pechos un incidente que es… una broma insolente, pero en fin es una broma? Vuelve a casa, no le admites y basta.
DIEGO ¡Broma!… ¿De veras, eh?
ELENA Bien, será lo que quieras con tal de que no te irrites.
DIEGO Voy a contestar.
ELENA ¿Qué?
DIEGO Voy a bromearme con él. Yo contesto a su papel en nombre tuyo. Le doy esperanzas.
ELENA Ten prudencia.
DIEGO Él al momento me adorna la respuesta, vuelvo, torna… ¡Verás qué correspondencia tan salada! De este modo yo puedo hacerme querer.
ELENA Pero, hombre…
DIEGO Pero, mujer, ¿quieres arramblar con todo? Harto te acosan a ti con amorosas porfías… Deja siquiera unos días que me enamoren a mí.
  Escena VI

  Dichos, GIL.  
DIEGO Voy…
ELENA Y he de sufrir que él crea…
DIEGO Pero si al fin se propala…
GIL  (Anunciando.)  Don Segundo…
ELENA Abre la sala.
GIL Y otros…
DIEGO ¿Otros?… ¡Ah, qué idea!
GIL Otros varios han venido.
DIEGO Di que esperen, que voy presto.
  Escena VII

  ELENADIEGO.  
DIEGO Oye, Elena; y lo que es esto lo has de hacer.
ELENA ¿Qué te ha ocurrido?
DIEGO Mira, esa chusma sublime el ridículo punzante es el arma que constante contra nosotros esgrime. Yo quiero en esta ocasión demostrarles a su modo, aparte lo infames, todo lo ridículos que son.
ELENA Pero y ¿cómo?… ¿De qué suerte?…
DIEGO Gil a buscarle saldrá.   (Tira de un llamador. A poco se presenta GIL y espera en el fondo.) 
ELENA ¡Diego!…
DIEGO Le dice… Él hará que en seguida venga a verte. Tú le acoges con temor, como diciendo muy triste: «¡Ay cielos!… ¿Y quién resiste a un hombre tan seductor?».
ELENA ¡Y yo he de fingir…!
DIEGO O callas, no tienes necesidad… Que en su propia vanidad se enredan estos canallas. Y esos íntimos amigos que tenemos convidados, a estas puertas asomados serán del lance testigos. Y cuando tierno te mire, y se arrodille amoroso, y se juzgue victorioso, y se relama y suspire, yo, completando la escena, salgo con mis camaradas y en sonoras carcajadas le damos la enhorabuena. Y aun será muy oportuno que en venganza merecida le aplique por despedida un puntapié cada uno; y así sabremos después, si con acierto le dan, qué cara pone un don Juan con cuarenta puntapiés.
ELENA Pero, hombre, ¿quieres que venga?
DIEGO ¡Venga! ¡Si no hay sufrimiento, si es urgente un escarmiento que subordine y contenga a estos padres del ardid, perseguidores de oficio, propagandistas del vicio y zánganos de Madrid!
ELENA ¿No miras…?
DIEGO Resuelto estoy. ¿Qué, te duelen las ofensas del don Juan?
ELENA ¡Oh!… Si eso piensas, haz lo que quieras.
DIEGO Pues voy a que entren en el convenio todos los recién venidos. ¡Venga!… ¡También los maridos solemos tener ingenio!   (Vase riendo y hace a GIL una seña para que se vaya con él.) 
  Escena VIII

  ELENAPAULINA.  
ELENA ¡Tal locura!… Y si combato su plan, dirá que me agrada el… ¿Quién?… Paulina.
PAULINA Me alegro de hallarte sola.
ELENA En la sala me esperan…
PAULINA Si no han venido las señoras.
ELENA Voy…
PAULINA  (Deteniéndola.)  Aguarda, que tengo que revelarte un secreto. Mas ¿qué pasa? Chica, estás inquieta. ¿Ha habido celitos? ¡Vaya una gracia! No hagas caso… Mas el pobre ¡qué ha de hacer, si eres tan guapa, tan hermosa!  (La besa.) 
ELENA ¡Ay, qué contenta debes estar!
PAULINA No te engañas.
ELENA  (Maquinalmente.)  ¿Sí? (¿No ha de haber entre tantos alguno que le disuada? Si voy, dirá…)
PAULINA ¿No me escuchas?
ELENA ¿Conque dices que te hallas contenta?
PAULINA Mira, lo he dicho muy pronto. Siento en el alma un placer que causa pena, una pena que me halaga y una inquietud tan sabrosa que vale más que la calma.
ELENA ¿Quién es él?
PAULINA ¡Jesús, qué pronto!…
ELENA Pícara… ¿Y eso callabas?
PAULINA Si yo misma no sabía… Si hace poco… Y seré franca: ¡buen trabajo me ha costado callártelo!
ELENA ¿Y por qué causa?…
PAULINA Aguardaba que llegase tu cumpleaños…
ELENA ¡Ah! Vaya…
PAULINA De esta manera he querido solemnizarlo. ¿Qué alhaja mejor que el primer secreto de mi pecho?
ELENA ¡Oh! ¡Dios te haga feliz!… Conque ya la niña ha caído.
PAULINA Caen murallas.
ELENA ¿Y toda aquella soberbia de: «No hay un hombre que valga mi tranquilidad»?
PAULINA Ya sabes que la soberbia es muy mala.
ELENA Vete con tiento, no llores después…
PAULINA ¿Qué dices?
ELENA Que es ardua la senda…
PAULINA  (Con sencillez.)  Fácil ha sido para ti que estás casada.
ELENA Del amor al matrimonio ¡si vieras cuántas naufragan!
PAULINA ¡Jesús, me afliges!
ELENA Perdona. Eres nueva en las batallas de amor y juzgo prudente picar tu desconfianza un poquito.
PAULINA Mas no tanto.
ELENA ¿Quién es?
PAULINA Él es… Tiene fama de calavera; mas dicen que éstos después que se casan…
ELENA Quien tiene buena opinión suele salir buena alhaja; el que no…
PAULINA Tal vez se enmienda.
ELENA Tal vez.
PAULINA ¿Sabes? Ya entra en casa.
ELENA Mejor. ¿Diego le conoce?
PAULINA No, los dos nos acompañan a diversas horas. Tiene alguna noticia vaga…
ELENA ¿De tu novio?
PAULINA Y no muy buena.
ELENA ¿Cómo?
PAULINA Una tarde que estaba jugando al tresillo, oyó que no sé quién dijo en chanza que un calavera famoso mis balcones acechaba. Diego al oír calavera dijo cosas tan amargas, que mis tíos desde entonces reciben con mala cara a mi… Y no es justo. Conmigo, ¡si vieras qué delicada es su conducta!… ¡Si vieras los respetos que me guarda! Y ya ves, en quien ha sido tan audaz, es prueba clara de enmienda. ¿No te parece?
ELENA Me parece… que le amas.
PAULINA Y es verdad; mas yo no acierto a explicarte… Son tan varias mis sensaciones… Percibo que nuestras almas se enlazan poco a poco y yo me dejo llevar de esta fuerza blanda, que a un mundo desconocido dulcemente me arrebata. Y cuando soy más dichosa, siento unas corazonadas así…, como si soñase una súbita desgracia. Si me habla de amores, caen sus palabras en mi alma, estremeciéndola toda, como la piedra en el agua. Cuando está delante, vivo en él; no sé qué me pasa. Se marcha y, ¿quién lo creyera?, soy más dichosa. Me embarga un éxtasis tan… Parece que el corazón se regala, escuchando todavía el eco de sus palabras. Y cuando pienso que yo, casi niña y sin más armas que mi ternura, consigo que un hombre venza sus malas   costumbres y entre en la senda   del bien…, entonces doy gracias   a Dios, que me hace instrumento   de obra tan buena y se arrasan   mis ojos y… yo procuro   ser mejor. Si alguna falta   sorprendo en mí, «¡si él me viese!»   me digo, y para evitarla   siempre imagino que estoy   delante de sus miradas.  
ELENA ¡Si es un ángel!…
PAULINA ¡Ay, Elena!… ¡Qué bello es ser la esperanza de un hombre!… Yo no sabía… ¡Oh, qué bella es la alborada del corazón!…
ELENA No me has dicho quién es.
PAULINA Y es verdad: se llama Juan de Alvarado.
ELENA ¡Ah!
PAULINA ¿Qué dices?…
ELENA ¿Juan de Alvarado?
PAULINA Di, habla…
ELENA ¡Ah! ¡Pobre niña!… ¡Hija mía! ¡No, no le escuches!
PAULINA Me espantas.
ELENA Figúrate que has tenido un mal sueño.
PAULINA ¡Oh, Dios!…
ELENA Arranca de tu pecho la memoria de ese vil, como una mala semilla.
PAULINA Por Dios, ¿qué dices? ¿Qué sabes de él?
ELENA Que te engaña, que te pierde, que es indigno de tu amor.
PAULINA Pero, ¿qué causa…? Él dice que le calumnian…
ELENA ¡Calumnian!… En esta estancia hoy, yo misma he sido objeto de su cinismo y audacia.
PAULINA ¿Tú misma, Elena?   (Carcajadas de gente que se acerca.)   ¿Qué es esto?
ELENA Oye.
DIEGO  (Dentro.)  Os convido a la caza del don Juan.
PAULINA Don Juan… aluden…
ELENA Sin duda. (Y yo repugnaba…)
  Escena IX

  Dichas, DIEGOSEGUNDO, Caballeros y Señoras.  
SEÑORA 1.ª ¿Elena?…
ELENA Adiós…   (Se saludan.)  
PAULINA (No me puedo sostener.)
SEGUNDO Si se propaga este sistema de mutua protección, esta alianza, veréis cómo sufre el gremio menos derrotas.
CABALLERO 1.º  (Entrando.)  ¿Qué zambra es ésta?
SEGUNDO ¿Tú no has oído…?
CABALLERO 1.º Si ahora llego. Dime…
DIEGO Nada, nada, que el señor don Juan de Alvarado…
CABALLERO 1.º ¿Tú le tratas?
DIEGO Casi.
CABALLERO 1.º ¿Quién le ha presentado?
DIEGO Nadie. Pues ésa es la gracia. Sabrá que voy los domingos al cuarto de enfrente, a casa de la niña, y entró aquí creyendo que Elena estaba sola. Anunció una visita de mi suegra y una carta. La carta entregó al marcharse; entro yo, la abro y declara en ella el señor don Juan que no conoce ni ganas a mi suegra; que conoce a mi mujer y le basta.
SEÑORA 1.ª No es tonto.
  (Las Señoras disimulan la risa.)  
DIEGO Y ya que han mediado las ofertas de ordenanza, volverá. Y eso queremos, que vuelva.
SEÑORA 1.ª  (A PAULINA.)  ¿Te pones mala?
PAULINA ¿Yo?… No.
ELENA  (Aparte a PAULINA.)  Ten valor.
CABALLERO 1.º ¿Y quieres que vuelva?
DIEGO Sí. Ya le aguarda Elena. Ya le aguardamos todos. Oiremos la plática.
CABALLERO 1.º ¡Qué gusto!
DIEGO Y sólo con darle el parabién de su hazaña, gozaremos de un don Juan convertido en un Juan Lanas.
CABALLERO 1.º ¡Bravo!
DIEGO Contamos el lance y le echamos una calza que le distinga.
CABALLERO 1.º ¡Bravísimo! El ridículo es el arma más cruel.
SEGUNDO Y así sabremos de qué modo las atrapa.
PAULINA  (A ELENA.)  Por Dios, haz tú que no venga. ¿No es mejor?
CABALLERO 1.º  (A DIEGO.)  ¿Vendrá?
DIEGO Gil anda en su busca.
PAULINA (¡Ah!)
DIEGO Si le dice lo que le he dicho, no marra; traga el anzuelo.
SEGUNDO Pues mira que es un pez…
SEÑORA 1.ª  (Aparte a ELENA.)  Oye, esa trampa a todas nos perjudica muchísimo.
ELENA ¿Por qué causa?
SEÑORA 1.ª No conviene desahuciarlos así… tan a rajatabla. El amor de los maridos se aumenta con el fantasma de los celos. Si aun celosos son así… ¿Quién los aguanta seguros?
ELENA No necesita mi Diego.
SEGUNDO Dime, ¿le guardas rencor porque tuvo amores con Paz?
DIEGO ¡Hombre!… Lo ignoraba.
SEGUNDO ¿De veras?
DIEGO Lo que es por eso…
SEGUNDO Pues como dicen que aún andas detrás de ella…
DIEGO ¡Yo!
SEGUNDO Pues ella…
DIEGO Es el diablo en forma humana. Por vengarse…
SEGUNDO Dice a toda su tertulia que tú…
DIEGO  (Señalando a ELENA.)  Calla… Conque don Juan ha logrado que Paz…
SEGUNDO ¡Toma, si las caza al vuelo! Es atroz.
DIEGO (Y aquella, aunque coqueta, era brava.)   (Se queda pensativo.) 
SEGUNDO Vecinita…
ELENA Don Segundo…
SEGUNDO ¡Gran combate se prepara!
ELENA ¿Quiere usted ponerme miedo?
SEGUNDO No, señora. Si las gracias vencen siempre. Así lo dice don Juan.
ELENA Es autorizada la cita.
SEGUNDO ¿No ha leído usted sus versos?
ELENA ¿También se jacta de poeta?
SEGUNDO Sí, señora, y no vulgar. Dio a la estampa un libro que se titula Suspiros.
ELENA ¡Ay, qué monada!…
SEÑORA 1.ª Pues mira, a sus versos debe el amor de una gallarda condesita.
DIEGO  (Cada vez más alarmado.)  (¡Otra!)
ELENA Y acaso a mí me tendrá apuntada ya en su lista.
SEGUNDO Pues el libro es tan meloso, que ablanda las piedras.
ELENA No soy golosa.
SEGUNDO Yo lo traeré.
DIEGO  (Aparte a SEGUNDO.)  No lo traigas.
PAULINA (Parece que están jugando con mi corazón.)
SEGUNDO  (Aparte a DIEGO.)  Repara en Paulina.
DIEGO ¡Pobrecilla! Está triste…
SEGUNDO ¡Chist!… Se abrasa por don Juan.
DIEGO (¡Diablo! Ese hombre…)
SEÑORA 1.ª Pues no lo tomes a chanza. También se mofaba mucho de sus ardides la Juana y luego buenos escándalos dio con él.
ELENA  (Con ira.)  (¡Oh!)
DIEGO Si es contraria mi Elena…, si ella no quiso que viniese.
SEGUNDO Pues es cauta precaución. Jugar con fuego es peligroso y quien ama el peligro en él perece. Y en fin hay horas menguadas…
ELENA ¿Sí?
SEGUNDO Y el mejor de los dados es no jugarlos.
DIEGO Pues nada. Tú no quieres… Yo diré que no reciban…
ELENA ¡Oh, calla! Venga don Juan. Si antes quise impedir…, ya tengo ansia de verle, de que me hable, de someterme a su magia invencible. Y sepa usted, don Segundo, que esas almas de última moda, esos vicios poéticos, esas mansas culebras que se deslizan en derredor de las damas y manchando las alfombras por los salones se arrastran, brindando siempre bajeza por deshonra, en mí no hallan calor; y si antes mi instinto su presencia repugnaba, no es por temor, es… por asco que siento al pisotearlas.
VARIOS ¡Bravo!
CABALLERO 1.º ¡Que venga!
DIEGO ¡Bendita sea tu boca!
SEGUNDO (¡Qué bizarra es mi vecina! Aunque soy del gremio, ¡si me guiñara un ojo!…)
  Escena X

  Dichos, GIL.  
GIL Señor.
DIEGO ¿Le hallaste?
GIL Ahí lo tengo.
DIEGO Ya está en danza.   (Movimiento en todos.)   ¡Silencio! ¡Chist! A su sitio cada uno.   (SEGUNDO y los Caballeros por la primera puerta de la derecha inmediata al proscenio. PAULINA y las Señoras por la segunda. ELENA entra en su habitación. A ELENA.)   En esta sala te quedas sola.
ELENA  (Después de mirarse el traje.)  No, antes…  (A GIL.)  Que entre y espere.
GIL Voy…
DIEGO  (Deteniendo a GIL.)  Para. Deja que se escondan todos. Sin bulla, de quedo. Anda.
  Escena XI

  GILDON JUANGIL, maquinalmente y procurando no hacer ruido, se acerca a la puerta, hace una seña a DON JUAN, lo trae al centro del teatro y le dice muy de quedo.  
GIL Espere usted, mi señora ya saldrá.
DON JUAN   (Alarmado y en voz baja.)  ¡Cómo!… ¿Está en casa el marido?
GIL No, señor.
DON JUAN   (Alzando la voz.)  Entonces, ¿por qué me hablas tan quedo?
GIL  (Turbado.)  ¡Pst!… No hay motivo…
DON JUAN ¿Por qué?
GIL ¡Pst!… Tengo esa maña.
DON JUAN (¿Qué es esto?) Pues bien, hablemos  (Desde este momento, observa cada vez con más recelo el semblante de GIL.)  de quedo si eso te agrada.   (Pausa corta.)  ¿Está allí enfrente?
GIL Sin duda.
DON JUAN Juega al tresillo, acompaña a mi novia. Sí, Paulina es mi novia. (¿Qué pantalla más bonita?)   (GIL quiere irse.)   Oye, al entrar oímos cierta algazara aquí dentro. ¿Quién metía tanta bulla?
GIL ¡Pst!… Las ratas quizás; no hay gato…
DON JUAN ¿Sí? Dime… Hombre, yo he visto tu cara.
GIL Sí tal, yo he sido sereno. Y como usted trasnochaba y andaba…
DON JUAN ¡Chist!… No recuerdes… ¿Sereno?
GIL Junto a la Plaza del Progreso.
DON JUAN Sí, ya caigo… ¡El buen Gil!
GIL Ésa es mi gracia.
DON JUAN ¡Bah!… Pues si somos amigos… Hablemos, como se hablan los amigos. ¿Quién? No sale…   (Creyendo que viene ELENA.)  Conque dime, en confianza: tu señora…
GIL Ya lo he dicho.
DON JUAN Así que leyó mi carta…
GIL Ya lo he dicho.
DON JUAN Celebró muchísimo la humorada.
GIL Pues…
DON JUAN Manifestó deseos de verme; y como no estaba el marido… tú saliste a buscarme…
GIL Pues.
DON JUAN Y ¿nada más?
GIL Nada.
  (Pausa.)  
DON JUAN ¿Sabes qué pienso?
GIL ¿Qué piensa usted?
DON JUAN Que tu ama debe ser una señora alegre, de vida airada.
GIL ¿De qué?
DON JUAN De malas costumbres.
GIL  (Lleno de ira.)  ¿Quién es el tunante…?
DON JUAN Calla.
GIL ¿Quién…?
DON JUAN ¡Chist! Cuando tú me buscas, ella estará acostumbrada a meter a escondidillas los hombres dentro de casa.
GIL Miente quien diga… ¡Tapujos mi señora!
DON JUAN Tú me llamas porque ella…
GIL Pues ni ella quiso que yo… ni nunca…
DON JUAN ¿Qué?
GIL Basta.
  Escena XII

  DON JUAN.  
DON JUAN ¡Hola!… Su lealtad le vende… ¿Qué significa?…  (Pausa.)  La Juana al principio de mi historia me preparó una emboscada. Hay síntomas…  (Se registra el bolsillo.)  Sí, aquí vienen mis armas. Ésta no es mala:   (Sacando una carta.)  sin fecha; escrita parece hoy mismo.  (La guarda.)  Late con ansia mi corazón. Siento el ruido de su traje… Mucha calma.
  Escena XIII

  ELENADON JUANELENA no ha cambiado de traje, pero trae algún nuevo adorno que indique que viene del tocador.  
ELENA Don Juan…
DON JUAN Señora…
ELENA  (Con ironía.)  Leí la carta de mi mamá.
DON JUAN ¡Oh, mi locura será mi mejor defensa!
ELENA ¿Sí?
DON JUAN Y ya de alcanzar no dudo perdón…
ELENA ¿Qué no alcanza un hombre como usted?
DON JUAN No, por el nombre que me ha servido de escudo.
ELENA  (Con ira.)  ¡Ah, pues quererse servir del nombre!…
DON JUAN Señora…
ELENA (¡Calma! Pero si me enciende el alma este hombre, ¿cómo fingir?…)
DON JUAN (Vamos… Todo lo concibo si ahora me planta en la calle.)
ELENA   (Mirando a las puertas, detrás de las cuales y cubiertos con las cortinas están los que escuchan la escena.)  (Ya es fuerza… Yo haré que estalle al momento.)  (Afectando dulzura.)  No hay motivo ciertamente.
DON JUAN Y a esas plantas pedí perdón…
ELENA Bien está.
DON JUAN (¡Qué cambio!)
ELENA Y usted tendrá sus disculpas.
DON JUAN Tengo tantas que usted oír no ha querido enojada con mi arrojo…
ELENA Es verdad, pero este enojo, don Juan, con usted no ha sido.
DON JUAN ¿No?
ELENA Conmigo misma fue.
DON JUAN ¿Cómo?
ELENA Sí, me causa miedo y enojo ver… que no puedo enojarme con usté.
DON JUAN (¡Demonio!)  (Dando un paso atrás.) 
ELENA (A Roma por todo.)  (Pausa.)  (Pero… ¿por qué se refrena?)
DON JUAN (¡Una mujer como Elena incitarme de este modo!)
ELENA Sentémonos.  (Se sienta ELENA.) 
DON JUAN (Su intención es clara. Quiere arrastrarme y…)
ELENA ¿Don Juan?
DON JUAN  (Sentándose.)  (Voy a dejarme querer.)
ELENA ¿Y qué explicación tiene la extraña agudeza con que usted…?
DON JUAN  (Indeciso.)  Señora…
ELENA  (Acercando la silla.)  Vamos…
DON JUAN (¡Eh, valor!)
ELENA Solos estamos; hábleme usted con franqueza. Mucho disculpa el ardor con que arrastran las pasiones, y un error en ocasiones es disculpa de otro error. Explíquese usted, yo ofrezco…
DON JUAN (¡Traidora!…)
ELENA Conque…
  (Se miran.)  
DON JUAN (¡Y qué bella! Es un abismo; si en ella me fijo, me desvanezco.)
ELENA En fin…
DON JUAN  (Como indicando que va a declarar su amor.)  Con toda verdad voy a explicarme.
ELENA (Ya es mío.)
DON JUAN Yo ha mucho tiempo que ansío conseguir…
ELENA ¿Qué?
DON JUAN  (Con frialdad.)  Su amistad.
ELENA ¿Mi amistad?
DON JUAN No he de obtener nada más ni yo pretendo…
ELENA (¡Vaya, pues no estoy sintiendo que no me llegue a ofender!)
DON JUAN Y de amistad tan preciosa codicioso, me di trazas…
ELENA ¿Amistad?
DON JUAN (Ni con tenazas me has de sacar otra cosa.)
ELENA (¿Y ya qué hacer?) Tal afán, tanto arrojo, no creí…
DON JUAN (Ya entiendo.) Dios me hizo así, señora…
ELENA Pero, don Juan…
DON JUAN El alma desengañada de todo…
ELENA ¡Tanto rigor!… (¡Jesús, yo haciendo el amor a un hombre! ¡Estoy abrasada!)   (Se levanta.)  ¿Conque tan osada acción no se disculpa siquiera con el pretexto…?
DON JUAN  (Con pasión creciente.)  ¡Oh! No fuera pretexto en mí la pasión. Una mujer en mi idea fija está…
ELENA ¿Quién?
DON JUAN Y no siento latido ni pensamiento de que ella móvil no sea. Más que mucho, si en su ser amor invencible habita y hasta el aire que ella agita se estremece de placer. Si…
ELENA   (Interrumpiéndole con impaciencia.)  Bien, bien, pero ese ardor dígame usted, ¿quién lo inspira? Ella ¿quién es?
DON JUAN (Esto es ira que se disfraza de amor.)
ELENA (¡Y no acaba!) En fin, le inflama el amor…
DON JUAN Y él me ha guiado.
ELENA Conque usted enamorado.
DON JUAN ¡Ah, sí!
ELENA ¡Conque usted me ama!
DON JUAN ¡Señora! ¡Quién lo imagina! Yo respeto su decoro. Es Paulina la que adoro.
PAULINA  (Escondida.)  ¡Ah!
ELENA (¡Qué vergüenza!)
DON JUAN Es Paulina. La amistad de usted me halaga porque proteja mi amor.
ELENA (¿Qué me pasa?)
DON JUAN Y si un favor con otro favor se paga, yo, para que usted intente evitarlo, le diré que su esposo…
ELENA ¿Cómo? ¿Qué?
DON JUAN La engaña.  (Saca una carta.) 
ELENA ¡Esto más!
SEGUNDO  (A DIEGO.)  Detente.
ELENA ¿Qué prueba…?   (DON JUAN le entrega la carta abierta.)   Su letra, sí.
DON JUAN Escrita a Paz.
ELENA ¡Me ha vendido!
SEGUNDO  (Deteniendo a DIEGO en la puerta.)  Espera.
DON JUAN Siento ruido. Ya hablaremos.   (Se dirige a la puerta de salida.) 
PAULINA  (En el fondo, dándole la mano a DON JUAN.)  ¡Ah!
DON JUAN ¿Tú aquí?
  (Salen todos.)  
DIEGO  (A ELENA.)  Dame esa carta.
ELENA  (Llena de ira.)  No digas nada, nada.   (Se dirige a su habitación.) 
DIEGO  (Siguiéndola.)  Pero, Elena, ¿tú piensas…?
ELENA ¡Calla!
DON JUAN ¡De buena me he escapado!  (Sale.) 
  (PAULINA baja al proscenio.)  
ELENA No me sigas.   (Entra en su habitación.) 
DIEGO Yo…  (Disculpándose con SEGUNDO.) 
SEGUNDO No es tan grande el oprobio. ¿Quién no tiene…?  (Sigue a ELENA.) 
DIEGO  (En medio de PAULINA y la SEÑORA 1.ª Vive Dios que no he escrito.
SEÑORA 1.ª  (Con ironía.)  ¿Conque dos?…  (Entra en la habitación de ELENA.) 
PAULINA ¿Y acusabas a mi novio?  (Entra en la habitación de ELENA.) 
DIEGO ¡Qué es esto! ¿Qué infame lío? ¡Oh! Yo le voy a romper…  (Se dirige a la puerta por donde salió DON JUAN.) 
SEGUNDO ¡Agua!  (Saliendo de la habitación de ELENA.) 
DIEGO ¿Pues qué?
SEGUNDO Tu mujer se ha desmayado.
DIEGO ¡Dios mío!   (Entra en la habitación de su mujer. Las Señoras y Caballeros, que deben ser pocos, han estado en el centro cuchicheando y señalando a DIEGO en ademán de burla. Este final debe ser muy rápido, pero sin atropellamiento.) 

FIN DEL ACTO PRIMERO

Acto II

  Escena I

  ELENADIEGOPAULINASEGUNDO, Señoras y Caballeros. ELENA a la izquierda del actor, sentada en una butaca. SEGUNDOSEÑORA 1.ª y CABALLERO 1.º en el centro. DIEGO y PAULINA a la derecha. Todos de pie menos ELENA. Señoras y Caballeros sentados y hablando en el fondo.  
PAULINA Vamos, conténtala Diego…
DIEGO ¿Pero no ves que se niega a escucharme?
PAULINA ¿No es posible, es verdad, que tú la ofendas? Y esa carta…
SEÑORA 1.ª ¿Estás mejor?
ELENA No tengo nada, estoy buena, muy buena.
SEÑORA 1.ª Como tan pronto abandonaste la mesa, pensé que te repetía…
ELENA Pues nada, no.
SEÑORA 1.ª  (A SEGUNDO.)  ¡Qué sardesca se ha vuelto!
SEGUNDO Creyó que el otro estaba muerto por ella, y encontrarse…
DIEGO (Hay que tomar un partido.)   (Tira de un llamador.) 
SEGUNDO  (A ELENA.)  Usted se entrega a los pesares, y…
ELENA (Sólo me falta que éste pretenda consolarme.)
SEGUNDO (A río revuelto…)
DIEGO (He de hablar…)
GIL  (Sale ahora.)  ¿Señor?…
DIEGO  (Dudoso.)  Espera.
PAULINA  (A DIEGO.)  ¿Qué meditas?
SEGUNDO Y estas cosas una mujer las desprecia…
ELENA ¿Más que yo?
SEGUNDO Las disimula; y si le hieren, se venga de otro modo.
ELENA (¿No lo dije?)
GIL (Ya está don Segundo cerca del ama.)
PAULINA Voy a servirte de embajadora.
DIEGO Ve.
  (Se acerca PAULINA a ELENA y SEGUNDO a DIEGO.)  
PAULINA ¿Elena?
ELENA (¿Otra?)
SEÑORA 1.ª  (En el centro.)  La rabia tullida es la que más atormenta.
CABALLERO 1.º No ha podido desahogarse con él… El chasco…
SEGUNDO  (Deteniendo a DIEGO.)  Ten flema; ella, si te humillas…
GIL (Éste don Segundo me revienta.)
PAULINA Bien sabes que siempre he estado de tu parte; pues en esta ocasión digo que debes oírle.
ELENA Sí. Tiempo queda.
PAULINA Óyele, por ser tus días.
ELENA ¡Felices!…
PAULINA ¡Las apariencias nos engañan de tal modo!…
ELENA Pues ¿quién lo duda?
PAULINA Recuerda que yo, no ha mucho, me hallaba afligida, medio muerta de angustia, y ya estoy tranquila. Digo, si tú lo estuvieras.
ELENA Es verdad.
PAULINA Ya viste, todos nos engañamos.
ELENA  (Riendo.)  La escena fue deliciosa…
PAULINA (Se ríe: bueno; por algo se empieza.)
ELENA (¡Si acabarán…!)
DIEGO ¿Qué te ha dicho?
PAULINA Ya te la dejo dispuesta…
SEGUNDO  (Después de oír lo que dice PAULINA.)  (¡Hola!)
DIEGO ¿Sí?
SEGUNDO  (Pasando junto a ELENA.)  ¿Conque ya luce el iris de paz?
ELENA (¡Oh!)
GIL  (Observando a SEGUNDO.)  Vuelta.
DIEGO  (Acercándose a ELENA.)  ¿Es posible…?
ELENA  (Levantándose llena de ira.)  ¿A que me voy de casa?…
DIEGO ¡Mujer!
PAULINA ¡Prudencia!
SEGUNDO ¿Qué es esto?
  (Todos se acercan a ELENA.)  
SEÑORA 1.ª ¿Vuelve el desmayo?
ELENA Nada. ¿No me veis serena? (¡Oh, qué martirios impone la sociedad! Si pudiera dar gritos… ¡o echar a todos por un balcón!…)
SEÑORA 1.ª La marea no baja.
DIEGO  (Aparte a PAULINA.)  Sácalos, niña.
PAULINA ¿Vamos a dar una vuelta por el jardín?
CABALLERO 1.º Sí, la noche nos convida.
  (Salen segunda izquierda.)  
GIL ¿A que se queda don Segundo?
SEGUNDO  (A ELENA.)  ¿Usted no baja?
GIL (¿No lo dije?… Y la camela, que yo lo sé… y se lo espeto a mi señor.)
SEÑORA 1.ª  (A DIEGO.)  Buena pieza, ten otra vez más cuidado con tus cartas.
DIEGO (No hay falencia: yo soy un gran libertino, sin sospecharlo siquiera.)
  Escena II

  ELENADIEGOSEGUNDOGIL.  
DIEGO (¿Y qué hacer?… No hay más recurso.) ¿Gil?
GIL ¿Señor?
DIEGO Ahora te llegas…
GIL ¿Adónde?
DIEGO Al cuarto de enfrente.
GIL (Y el otro reza que reza.) ¿Y qué digo?
DIEGO Ya conoces a don Juan.
GIL  (Mirando a SEGUNDO.)  Sí, por más señas que unos tienen mala fama y otros callandito…
DIEGO ¡Bestia! ¿Lo dices por mí?
GIL  (Sorprendido.)  Señor…  (Pausa corta.)  ¿Qué digo a don Juan?
DIEGO Le esperas si no está allí.
GIL Y ¿qué le digo si está allí?
DIEGO Que se detenga, es decir, que haga el favor de esperar, que me interesa hablar con él y al instante voy a verle.
GIL Bien.
DIEGO Que vuelvas con el aviso. (Es forzoso cortar por lo sano.)  (Con resolución.)  ¿Elena?
ELENA ¿Estás inspirado? ¿Tienes otra feliz ocurrencia como la de marras?
DIEGO Tengo…   (Aparte a SEGUNDO.)  Salte.
SEGUNDO Y haya paz: no creas que es alusión a la prójima.
DIEGO ¡Tú también!…
  Escena III

  ELENADIEGO.  
ELENA ¡Qué mal te sienta la opinión que has adquirido de seductor!…
DIEGO ¿Tú deseas desesperarme?… ¿Tú quieres que me ahorque?…
ELENA ¡Ay, Dios, qué pena para doña Paz!
DIEGO Te he dicho, te repetiré doscientas veces: después de casado yo no he escrito ni una letra de amor, excepto las cartas que has recibido en mi ausencia.
ELENA ¿Y qué más?
DIEGO Deja que mire la fecha.
ELENA No tiene fecha, que no rige el Almanaque a las pasiones violentas.
DIEGO Si me parece imposible que estés celosa.
ELENA Y aciertas en eso. Desde este instante puedes hacer lo que quieras.
DIEGO ¡Mujer!… Sabes que esta noche me marcho…
ELENA Noticia fresca.
DIEGO Que he de estar dos o tres días ausente…
ELENA ¿No más?
DIEGO Y ¿dejas que yo salga de mi casa de este humor?
ELENA ¿Me quieres tierna? Vete a despedir de…
DIEGO ¡Oh!… Dame la carta.
ELENA No.
DIEGO ¿Te deleita mi culpa, es verdad? Te agrada acariciar tus ofensas, porque quieres…
ELENA Sólo quiero que me dejes.
DIEGO ¡Porque anhelas tener un pretexto siempre para apurar mi paciencia, para estarme achicharrando la sangre!
ELENA No te enfurezcas. ¿Tendré yo que contentarte, Dieguito?
DIEGO  (Calmándose.)  Vamos, Elena…
ELENA ¿Adónde?
DIEGO Tengamos calma, probemos que nos gobierna la razón. ¿Cuándo he dejado de amarte?… Dime, ¿qué pruebas?… ¿No me has visto… hasta celoso del aire que te rodea?
ELENA ¡Pues si eso es lo que me enciende en ira! Mientras yo, ¡necia y renecia!, no hay capricho ni sandez a que no acceda… Vaya, y todo lo sufría creyendo muy satisfecha que amor, como siempre es niño, siempre tiene impertinencias. «Elena, no cuides tanto tus galas». Pues galas fuera. «Elena, que no saludes a don…». Pues me haré la sueca. «Que no mires…». Pues no miro. «Que no visites…». Pues quieta.
DIEGO Pero, mujer…
ELENA Pero calla. ¿No es esto verdad? ¿Son éstas visiones? ¿No me he dejado contagiar de tus simplezas, hasta imaginarme vana que un hombre me galantea, me ofende… y hasta prestarme a tu venganza grotesca? ¿Qué más? Hasta requerirle de amores, para que él tenga que excusarse y defenderse de mí, ¡de mí! Y en presencia de… ¡Vaya, sólo al pensarlo aún me abrasa la vergüenza!
DIEGO ¿Y no ves en todo…?
ELENA Y todo ¿para qué? Para que sepa con risa Madrid entero que él es traidor y yo ¡ciega!
DIEGO Pero…
ELENA ¡Qué infiel y celoso me ofende a un tiempo y me cela! Corito, dentro de casa; libertino, fuera de ella; su mujer muy guardadita y él detrás de las ajenas. ¿No es esto? Pues mira, hijo…
DIEGO ¡Por Dios!…
ELENA De hoy más vida nueva. Tú harás lo que se te antoje, yo haré lo que me convenga. Me vestiré muy pomposa, saludaré muy risueña, hablaré, saldré, veré…
DIEGO ¡Oye!
ELENA ¡Libertad completa!
DIEGO ¡Por Cristo!
ELENA Basta y rebasta, y tómalo como quieras.
  Escena IV

  DIEGO.  
DIEGO No sé qué es peor: tener yo celos o que los tenga mi mujer. ¡Ay! Pero ¿cómo   (Se deja caer en una butaca.)  se ha formado esta tormenta? ¿Por dónde vino?… ¿Qué carta de mil demonios es ésa? Ese don Juan… Y he de hablarle sin…   (Levantándose con ira.)  ¡Calma! Si armo quimera con él, dirán…, ¿quién lo duda?, que Paz es la causa; y queda mi fama de libertino… Pues digo… Si de esta hecha… Y mi hermano en Alicante esperando… Que se pierda todo… Sí, yo no me voy hasta ver… ¿Abren la puerta? Será Gil.   (Se dirige a la puerta por donde salió GIL.)  ¿La has encontrado?
  Escena V

  DIEGODON JUAN.  
DON JUAN Y aquí viene.
DIEGO  (Retrocediendo.)  (¡Ah!)
DON JUAN Usted desea hablarme…
DIEGO No era mi objeto causar a usted la molestia…
DON JUAN Hoy no reciben los tíos de Paulina; en la escalera no me pareció prudente esperar.
DIEGO Bien.   (Se sientan.)   (Dios me tenga de su mano.)
  (Pausa.)  
DON JUAN Usted dirá.
DIEGO Don Juan, aunque sólo sea de oídas, ¿usted no sabe que el bien, que la paz doméstica de una familia, son cosas que todo el mundo respeta? ¿No ha llegado a su noticia?
DON JUAN Don Diego, y usted que muestra tanta rectitud, ¿no sabe que cuando un hombre profesa amor entrañable y casto a un alma de quien espera la paz, la dicha, esos bienes que usted con razón celebra, este hombre tiene derecho a que nadie se entretenga en crear inconvenientes a su esperanza suprema? ¿No ha llegado a su noticia?
DIEGO No entiendo…
DON JUAN Usted ¿no recuerda una tarde que ahí enfrente dijeron, por incidencia, que amo a Paulina, y usted dijo que primero muerta que unida conmigo?
DIEGO ¿Yo?
DON JUAN Usted.
DIEGO Yo… tengo una idea… Allí sin nombrar a nadie dijeron que un calavera la amaba y… no sé qué dije; manifesté mi sorpresa desagradable.
DON JUAN Y usted, que ejerce tanta influencia en la casa, de ese modo ha labrado una barrera…
DIEGO  (Levantándose.)  ¿Y es razón?
DON JUAN Si cuando estoy ofendido, Paz me cuenta que usted la acosa…
DIEGO ¡Mujer aborrecible!…
DON JUAN Y me entrega un billete…
DIEGO ¿Ese billete?
DON JUAN ¿No es natural que pretenda vengarme?
DIEGO ¿Pero esa carta?…
DON JUAN La entregué, creyendo cierta la infidelidad.
DIEGO Si yo…
DON JUAN Paz me engañó.
DIEGO Si es perversa…
DON JUAN Hasta que después me ha dicho, celebrando su agudeza, que usted, cuando era su novio, le escribió…
DIEGO Y ése es mi tema.  (Dirigiéndose instintivamente a la puerta por donde entró ELENA.)  ¿Ele…? (No, si yo la llamo no vendrá…) Don Juan, es fuerza que usted explique…
DON JUAN (Ya es mío.)
DIEGO ¡Todo!
DON JUAN Al momento; y me pesa…
DIEGO ¡Ya respiro!
DON JUAN Mas… soy franco: cuando imagino que intentan arrebatarme el amor de Paulina, mi cabeza se enciende, me ofusco y… Vaya, no es fácil que usted comprenda…
DIEGO ¿No he de comprender… si yo soy lo mismo? Que se sepa la verdad…
DON JUAN Sí, estoy ansiando declararla…
DIEGO (¡Que no venga mi mujer!)
DON JUAN  (Suplicante.)  Pero, don Diego, amo a Paulina; no vuelva a oponerse.
DIEGO Ámela usted, ámela usted. ¡No se encuentra más digna!… Si es un pedazo de cielo.
DON JUAN ¡Ah, sí!
DIEGO ¡Y qué discreta! ¡Y cómo encantan unidos el talento y la inocencia! Ámela usted.
DON JUAN El afecto paternal que usted demuestra a mi amada me hace esclavo de usted.   (Dándole la mano.) 
DIEGO (Pues ama de veras.)
DON JUAN (Ya no duda.)
DIEGO Si los hombres, hasta que se ven de cerca, se juzgan mal y se hacen mil injusticias.
DON JUAN Hoy cesan.
DIEGO Ya me encuentro yo más franco con usted; ya sin reserva también le digo que adoro…
ELENA ¿Si aún estará…? ¿Quién?
DON JUAN Elena.
  Escena VI

  DIEGODON JUANELENA.  
DIEGO Explíquele usted…
DON JUAN Señora… Vengo a aliviar mi conciencia de un peso…
ELENA ¿Vive en mi casa su confesor?
DON JUAN Vive en ella quien puede sufrir el daño de mi… La carta funesta que Paz me entregó, envidiosa tal vez de la dicha ajena, he sabido, y yo lo juro, que no redunda en ofensa de usted, pues siendo soltera   (Señalando a DIEGO.)  la escribió. Paz lo confiesa y, por cierto, haciendo alarde de su aguda estratagema.   (Movimiento de ira en ELENA.)  Yo siento mucho y… Ya he dicho la causa de mi imprudencia. Perdóneme usted, señora, si es bien que perdón merezca el que confiesa su falta y se arrepiente y la enmienda.
DIEGO (Es muy honrado.)
DON JUAN El esposo de usted no es fácil que quiera ni a Paz, ni…
DIEGO  (Pasando al lado de ELENA.)  ¡Si eso es más claro que la luz! ¿Ves mi inocencia? ¿Ves que yo…?
ELENA (Calla.) A pesar de las Paces y las guerras, mi esposo no necesita de que nadie le defienda, porque yo nunca he dudado de su amor.
DIEGO (¿Hablas de veras?)
ELENA Y extraño que haya mujeres tan procaces que pretendan turbar… Pero ¿quién lo extraña, cuando hay hombres que se prestan?…
DIEGO (¡Mujer!)
DON JUAN Ya dije… (Está herida en su amor propio.)
ELENA (¡Oh!, no crea…) ¡Eh!… Se acabó… Yo no soy rencorosa.
DIEGO  (Respirando.)  ¡Ah! Dame, suelta…
ELENA ¿Qué te he de dar?
DIEGO Ese escrito del diablo.
ELENA ¡Ah! Sí…  (Se registra el bolsillo, lo saca y se lo da.) 
DON JUAN Yo quisiera…
DIEGO ¿Qué, don Juan?
DON JUAN Tener el gusto de reducirlo a pavesa por mi mano; ya que he sido instrumento…   (Coge una vela.) 
ELENA  (A DIEGO, que va a abrirlo.)  No lo leas.
DIEGO ¿Yo?… Quémelo usted.  (Se lo da a DON JUAN, que lo quema.) 
ELENA  (Aparte a DIEGO.)  Y ¿cómo viene aquí?
DIEGO Pues no me pesa, ya te explicaré… ¿Tú sabes la horrible ansiedad, la pena?…
ELENA ¿Y tú solo no podías convencerme?…
DIEGO ¡Buena es ésa! ¡Si estabas furiosa!…
ELENA ¡Simple!… Si ya estaba yo deshecha por convencerme…
DIEGO   (Tomándole una mano.)  ¡Ah! ¡Mi gloria!…
DON JUAN  (Embelesado, mirando a ELENA con la vela en la mano.)  (¡Qué mujer!)
DIEGO Pero tú piensas que yo… ¿No ves en mis ojos un alma siempre sedienta de…?
ELENA Ya pasó.
DIEGO ¡Te daría diez mil abrazos!…
ELENA No seas tonto, ¿volverás prontito?
DIEGO Sí, mi bien. Y si te empeñas no me voy.
ELENA  (Arreglándole la corbata.)  No, yo te quiero juicioso.
DIEGO  (Abrazándola.)  ¡Bendita seas!
ELENA ¡Eh!…
DIEGO ¿No tendremos…?
ELENA Ya nunca.
DIEGO Conque… ¡Suelte usted la vela, don Juan!
DON JUAN ¡Ah, sí!  (La deja.) 
DIEGO Mientras sirven el té, voy a hacer que venga Paulinita… ¡Eh!
DON JUAN Muchas gracias.
DIEGO Y voy, aunque estoy de priesa, pues salgo dentro de poco para Alicante…
DON JUAN (¡Se ausenta!…)
DIEGO Voy yo también por mi parte… Hasta luego.
DON JUAN (¿Qué proyecta?)
  Escena VII

  DON JUANELENA.  
ELENA  (Recelosa.)  (Este hombre…)
DON JUAN (Entro en la casa, él se va…)
ELENA (¿Será sincera su conducta?)
DON JUAN (¡Me parece que sueño!)
ELENA (Y me da vergüenza de mirarle. ¿Qué habrá dicho de haberme visto tan tierna?)
DON JUAN (Está ofendida.) Señora, yo…   (Se detiene al sentir los pasos de PAULINA.) 
ELENA ¿Qué?
DON JUAN Que Paulina llega.
  Escena VIII

  DON JUANELENAPAULINA, que trae un libro pequeño en la mano.  
ELENA (Este don Juan… este.)
PAULINA  (A DON JUAN, dándole la mano.)  ¡Oh, gracias!
DON JUAN ¿Y por qué?
PAULINA Por tu acción buena. De todo lo bueno que haces corre sólo por mi cuenta la gratitud.
DON JUAN ¿Qué librito es ése?
PAULINA ¿No te avergüenzas? Yo lo he comprado y es tuyo.
DON JUAN Lo agradezco.
PAULINA ¿Te conserva rencor?   (Por ELENA.) 
DON JUAN No sé, mas no tiene motivo…
PAULINA ¡Está tan suspensa! ¿Me darás uno firmado?…  (Señalando el libro.) 
DON JUAN Sí tal.
PAULINA Pues dáselo a ella. Desenójala. Yo quiero que todo el mundo te quiera, pero que tú…
DON JUAN Ya adivino lo demás. Si usted lo acepta, diré que tiene buen éxito mi trabajo.  (Dándole el libro.) 
ELENA ¿Qué obra es ésta?
DON JUAN Mis versos.
ELENA Gracias.
PAULINA  (Pasando al lado de ELENA.)  ¡Muy lindos!… Ya verás… ¿Conque nos deja Diego?
ELENA Esta noche.
DON JUAN (Esta noche…)
PAULINA Mi tía también se queda fuera de casa, velando a una amiga que está enferma.  (Aparte a ELENA.)  Quiero hablarte; veré al tío, me otorgará su licencia y aquí me quedo.
ELENA Tu cuarto ya hace tiempo que te espera…
PAULINA Pues vuelvo al instante. Ahora echo de menos la puerta que Diego cubrió…  (Señalando el armario.) 
ELENA El viaje no es tan largo…
PAULINA No estés seria con mi novio. Me parece que amarle yo no debiera en tanto que tú le mires con aversión.
ELENA ¡Bah! No creas…
PAULINA Ésta es mi madre.
DON JUAN ¿Por qué no hermana?
PAULINA Para que pueda reñirme.  (A ELENA.)  Dame tu mano.
ELENA Tómala.
PAULINA  (A DON JUAN.)  La tuya.  (Las junta.)  ¡Ea! Ya sois amigos. Veréis qué prontito doy la vuelta.
  Escena IX

  DON JUANELENADON JUAN besa apasionadamente la mano de ELENA.  
ELENA ¡Ah! ¿Qué es esto?
DON JUAN Que a despecho de toda humana razón te anuncia mi corazón que esclavo tuyo lo has hecho. Salga por fin de mi pecho el tormento que devoro.
ELENA ¡Don Juan!
DON JUAN De ti sola imploro compasión.
ELENA Madre me llamo de Paulina.
DON JUAN ¡Yo te amo!
ELENA ¡Mi marido!…
DON JUAN ¡Yo te adoro! Amor nos presta su escudo: ya no hay quien hable ni vea que el mundo que nos rodea yo lo he puesto ciego y mudo. De aquel agravio tan rudo que en mi provecho volví, de un amor que yo encendí, de amistades mal pagadas, de todo formé las gradas para llegar hasta ti. ¿Cuándo alcanzaron desvelos una ocasión tan propicia? Sin lengua está la malicia y están sin ojos los celos. Ya podemos sin recelos amarnos; ya ese temblor indica…
ELENA ¡Que tengo honor, que tengo fe que guardar!
DON JUAN Que te enciende a tu pesar la centella de mi amor. Produce mortal dolencia amor secreto y profundo, pero es placer sin segundo secreta correspondencia. Yo tu amorosa clemencia de mí mismo ocultaré; y cuando me haga mi fe de tanta ventura dueño, siempre creeré que lo sueño, pero nunca que lo sé. Corra muda en dulce guerra la pasión que el alma inunda, como el agua que profunda corre debajo de tierra. Cuidadosamente encierra su intensidad en tu seno, que el río cuanto más lleno oculta mejor el fondo, y a medida que es más hondo aparece más sereno. Hay una reja interior que da al jardín…
ELENA (¿Qué desea?)
DON JUAN Sal esta noche, aunque sea a desengañar mi amor.   (ELENA quiere hablar.)   ¡Silencio! Siento rumor… Vienen…
ELENA (¡Mi frente se abrasa!)
DIEGO  (Dentro.)  Venid.
DON JUAN ¡Él es! Nada pasa, nada tienes que temer. ¡Valor!
ELENA (¡Este hombre ha de ser la perdición de mi casa!)
  Escena X

  ELENADON JUANDIEGOPAULINA. Después SEGUNDO, Caballeros y Señoras.  
DIEGO ¡Albricias, amigo mío!
DON JUAN ¿Y de qué? ¿Pues cómo?
DIEGO ¡Albricias!
DON JUAN ¿Qué pasa?
DIEGO Que yo también he deshecho mi injusticia… Vengo de pedir su mano.
DON JUAN ¿Su mano?…
DIEGO Está concedida. Alégrese usted, mañana se casa usted con Paulina.
DON JUAN ¡Yo casarme!…
DIEGO Usted. El pobre aún no comprende su dicha. ¡Un abrazo!
  (DON JUAN retrocede y se encuentra con PAULINA, que lo coge de la mano.)  
PAULINA Ven, daremos las gracias…
DON JUAN Aparta niña.  (Bruscamente.)  ¡Y usted sin permiso mío!…
DIEGO ¡Cómo!… Pues usted ¿no ansía…?
PAULINA (Me desprecia.)
DIEGO  (Dirigiéndose a ELENA.)  ¿Ves?…   (Reparando en el libro.)  ¿Qué es eso?
ELENA El de don Juan…   (ELENA ha abierto el libro y hace que lee para ocultar su turbación.) 
DIEGO (Las coplitas… Y está agitada y él…)
SEÑORA 1.ª  (A PAULINA.)  ¿Conque te casas?…
ELENA (¡Dios de mi vida!)
PAULINA (Yo no quisiera caerme delante de él…)
SEÑORA 1.ª Pero, chica… ¡Ay, qué efecto te produce la boda!
PAULINA ¡Qué tontería de boda!… Si es una chanza de ése…   (Por DIEGO.) 
SEÑORA 1.ª ¿Chanza?
SEGUNDO  (A DON JUAN.)  Usted reciba mi parabién.
DON JUAN Es temprano señores. Si todavía…
SEGUNDO ¿No dijiste…?
DIEGO Fue una broma y nada más.
SEGUNDO  (Observando a todos con recelo.)  ¿Sí?
DON JUAN (¡Maldita sorpresa! Me vendí. ¿Quién no se vende, si le intiman orden de casarse?)
SEGUNDO  (A DIEGO.)  ¡Chico, no des bromas tan impías! Repara…, todos los rostros se han aguzado. ¿Vecina?  (Reparando en el libro.)  ¡Hola!…
GIL  (Saliendo.)  Cuando ustedes gusten, espera el té.
ELENA Nos avisan…
SEGUNDO  (Bajo a ELENA.)  ¿Qué lee usted?
GIL  (Por SEGUNDO.)  (Ya está a la oreja del ama.)
ELENA ¿Vamos?…
PAULINA (¿Qué enigma hay aquí?)
ELENA  (A PAULINA.)  ¡Valor!
DON JUAN Es fuerza enmendar…   (Se va detrás de PAULINA. Entran segunda derecha.) 
  Escena XI

  DIEGOSEGUNDOGIL.  
SEGUNDO ¡Eh! Las poesías… Ya las estaba leyendo tu esposa y ¡qué conmovida!…
DIEGO (¡Prudencia!)
SEGUNDO ¿Se las ha dado don Juan?
DIEGO ¿Eso te malicias?
SEGUNDO Claro.
DIEGO Pues te engañas.
SEGUNDO ¿Quién?…
DIEGO Yo.
SEGUNDO ¿Tú?
DIEGO Como son tan lindas, porque no las deseara…
SEGUNDO Tú…
DIEGO Sí.
SEGUNDO ¡Prudencia inaudita en un marido!
  Escena XII

  DIEGOGIL.  
DIEGO (Si todos sospecharán…)
GIL La berlina espera a usted.
DIEGO  (Con ira.)  ¡No me marcho! ¡Vete!
GIL Corriendo.
DIEGO Oye…
GIL Diga usted.
DIEGO (Si habrá conocido también Gil…) ¿Ves qué perfidia tan infame?
GIL (Ya ha calado a don Segundo.)
DIEGO ¿Eh?
GIL No es chica.
DIEGO ¿Tú sabes…?
GIL Pues ¿soy yo tonto? Mientras que usted le acaricia, anda que bebe los vientos detrás de la señorita.
DIEGO ¿De Paulina?
GIL No, señor, de mi ama… ¡Qué Paulina!
DIEGO (¡Canalla!)
GIL (Toma Segundos.)
DIEGO Atiende. Y ella… ¿no indica? (¡Me cuesta un trabajo hacer esta pregunta!) ¿Le mira así?… Digo…
GIL Ya comprendo.
DIEGO  (Con inquietud.)  ¿Y qué?
GIL   (Con calma.)  Vaya unas pamplinas que tiene usted.
DIEGO  (Con ira.)  Y ¿qué quieres decirme?
GIL  (Enojado.)  Que ya estaría en la calle, si no fuera por usted. ¡Buena es la niña!
DIEGO  (Acariciándole.)  Bien, no riñamos…
GIL Y ya ¿no hay marcha?
DIEGO Pues ¿quién lo quita? Corre, prepáralo todo.
GIL Casi está…
DIEGO Para tres días. Tú te quedas y…
GIL Ya estoy. No le perderé de vista.
  Escena XIII

  DIEGO.  
DIEGO Ella es buena. ¿Qué me toca hacer? Callar. Ya no chisto, que antes por hablar me he visto en un lance… Punto en boca. Él… ya es mi amigo y no quiebra por mí la amistad; me allano… Yo le pasaré la mano por el lomo a la culebra. Ya quise ponerle el sello de… Se escapó. Mas se ofrece nuevo lance y me parece que al fin me salgo con ello. Si él amable, yo pulido; si él fino, yo más que duende; y creyendo que me vende él ha de ser el vendido. No habrá bajeza, malicia, ni ruindad que no utilice el galán por… Y hay quien dice que el marido es… ¡Bah! ¡Justicia!…, que también los solterones hacen papeles… segundos. ¡Cuántos van por esos mundos moviendo los esquilones!… Y luego el punzante apodo aplican… ¡Pues han mentido!   (Con ira y dignidad.)  Cuando es honrado el marido del otro es la infamia y… ¡todo! Vamos…, calma, que el sosiego es lo que más me conviene.
  Escena XIV

  DIEGODON JUANGIL, durante el monólogo, ha entrado con un saco de noche, ha abierto el armario y ha puesto en el saco un neceser, ropa blanca, etcétera. Al salir DON JUAN, se retira por la segunda puerta de la izquierda.  
DON JUAN (Es preciso…)
DIEGO (Él… ¿A qué viene a contentarme?)
DON JUAN ¿Don Diego?
DIEGO ¡Hola, amigo!
DON JUAN Usted no piense que a despreciarla me atrevo… Dispense usted si…
DIEGO Yo debo pedir a usted que dispense, pues me arrojé…
DON JUAN Usted no crea, Diego…
DIEGO (Ya me quita el don.)
DON JUAN Que he tenido la intención de evadirme…
DIEGO ¡Tal idea!…
DON JUAN Aun no amándola, lo haría, porque usted deje su nombre bien puesto…
DIEGO Juan, y ¿qué hombre se casa por cortesía?
DON JUAN Más adelante, repito, me caso; mas tan de priesa…
DIEGO Ni mi intención era ésa. No hay que apurarse, Juanito.  (Poniéndole la mano sobre el hombro cariñosamente.)  Temí… Mas si usted se anima, me quita usted por quien soy un peso…
DON JUAN (¡Siempre le estoy quitando pesos de encima!) Yo la adoro…
DIEGO Claro, y yo por complacerle…
DON JUAN  (Dándole la mano.)  En el alma lo agradezco.
DIEGO Ahora con calma…
DON JUAN (¡Qué infeliz!…)
DIEGO (Ya me engañó.)
  Escena XV

  Dichos. GIL, que trae una cesta y unos papeles en la mano. Después ELENA y PAULINA.  
GIL En la puerta el carruaje… Todo listo.
DIEGO ¿Y has guardado…?
GIL Todo. Esta cesta me ha dado…
DIEGO Conque, don Juan…  (Despidiéndose.) 
DON JUAN Buen viaje.
GIL Chocolate va en la cesta y bizcochos…
DIEGO  (Tomando la cesta.)  ¿Van bien puestos?
GIL Los papeles…
DIEGO  (Tomándolos.)  ¿Serán éstos?…
ELENA ¿Gil?
GIL ¿Señora?
  (DIEGO quiere examinar los papeles y le estorba la cesta.)  
DON JUAN Si molesta…  (Se la toma.) 
DIEGO Muchas gracias, amiguito…
DON JUAN Mándeme usted sin cuidado.
DIEGO (Y me limpiará el calzado si se ofrece. Es un bendito.)
DON JUAN (Soy de casa.)
ELENA ¿Diego?
DIEGO  (Pasando al fondo.)  ¿Esposa?
ELENA Mira el saco.
DIEGO Estos papeles…  (Metiéndolos en el saco.) 
ELENA Que no dejes como sueles olvidada alguna cosa.
DON JUAN (Vacila y es necesario…)
ELENA Vuelve pronto.
DIEGO Mis deseos me traerán.
PAULINA  (A GIL.)  No eches arreos de caza.
GIL Pues al armario.   (Los vuelve al armario; entre los arreos hay un cuchillo de monte.) 
ELENA ¿Y la cesta? ¿Si la habrán…?
DON JUAN  (Muy reconcentrado.)  (Hay que acortar la distancia.)
DIEGO Repara con qué elegancia la lleva el señor don Juan.
GIL Mil gracias.  (A DON JUAN, tomándole la cesta.) 
DIEGO Gil, al avío. Me despediréis las dos de los amigos. ¡Adiós!
ELENA No tardes.
  (Sale DIEGO con GIL.)  
DON JUAN El campo es mío.
  Escena XVI

  ELENAPAULINADON JUAN. Después SEGUNDOGIL. Señoras y Caballeros, que no bajan al proscenio. PAULINA se dirige a la segunda puerta de la derecha por donde salen los convidados.  
DON JUAN ¿Paulina?
PAULINA  (Deteniéndose.)  (¡Ah!)
DON JUAN Ya no ignoras que más tarde…
PAULINA Sí, señor.
ELENA  (Contemplando a PAULINA.)  (¿Y no he de tener valor para vengar…?)
DON JUAN ¿Por qué lloras?
PAULINA ¿Yo?…  (Para disimular su emoción sale al encuentro de las Señoras y Caballeros, que entran ahora en la escena.) 
DON JUAN ¿Elena?
ELENA (Pues… Ahora a mí.)
SEGUNDO (¡Hola!… Formando pareja.)  (Por ELENA y DON JUAN.) 
DON JUAN   (Aparte a ELENA.)  Salto al jardín, en la reja espero.
ELENA Sí.
DON JUAN ¡Pronto!
ELENA Sí.
DON JUAN (Voy corriendo… ¿Dónde voy? ¿No es mejor…?)
SEÑORA 1.ª Adiós, Elena.
ELENA Adiós, chicas.
SEÑORA 1.ª Que estés buena y contenta.
ELENA Ya lo estoy.
DON JUAN (¿A qué he de saltar paredes, si al salir la gente puedo…?)
SEÑORA 1.ª ¿Tú te quedas?
PAULINA Sí, me quedo.
SEÑORA 1.ª Adiós.
DON JUAN A los pies de ustedes.  (Sale.) 
GIL ¡Qué remolón!…  (Por SEGUNDO.) 
ELENA ¿Gil?
GIL ¿Señora?
ELENA Que apaguen…
GIL Ya lo he dispuesto.
ELENA Saca esas luces.
GIL ¿Me acuesto?
ELENA Sí.
GIL Buenas noches. (Ya es hora.)  (Saca GIL el candelabro que hay en la mesa de la izquierda. Deja en ella la palmatoria con la vela que sirvió a DON JUAN.) 
  Escena XVII

  ELENAPAULINA.  
PAULINA ¿Tú comprendes…?
ELENA Todo. A mí por deshonrarme se afana y me cita a la ventana…
PAULINA ¡Era cierto!…
ELENA Espera allí.
  (Pausa corta.)  
PAULINA  (Desconcertada y con abatimiento.)  ¿Por qué exige que le ame? ¿Por qué turba mi reposo?
ELENA Por engañar a mi esposo con tu amor.
PAULINA ¡Jesús, qué infame!
ELENA Perdona…
PAULINA ¡Dios de mi vida!
ELENA Que exaspere tu quebranto, que no se cura sin llanto y sin dolor una herida. A mí me espera… Tú vas.
PAULINA (Conque mi amor…)
ELENA En la reja que da al jardín. Corre. Deja que hable primero; verás cómo se vende.
PAULINA (¡Gran Dios, la ilusión de mi existencia!)
ELENA Allí tu sola presencia le responde por las dos. Mírale allí confundido, burlado y sin esperanza. Véngate, que la venganza te hará fácil el olvido; véngate del puro amor que te ha sabido usurpar.
PAULINA ¡Si voy a echarme a llorar, Elena!
ELENA Niña, ¡valor! Ve…
PAULINA ¡Jamás! ¿Yo verle?… ¡No! Ni aun para hacerle una ofensa.
ELENA ¡Ah, por Dios! Mira que él piensa que quien le cita soy yo. ¿Pretendes que infiel me crea? ¿Que publique…?
PAULINA ¡Ah! Si se trata de tu honor, entonces…
ELENA  (Dándole la palmatoria.)  Mata la luz, antes que te ven.
PAULINA Se acabó…
ELENA ¡Verás qué fiel espera!
PAULINA  (Enjugándose los ojos.)  Voy en seguida.
ELENA Y no llores…
PAULINA En mi vida verás que lloro por él.
  (La escena queda iluminada sólo por el quinqué que hay en la mesa del centro.)  
  Escena XVIII

  ELENA.  
ELENA El tiempo reparador curará el mal que padeces. Hay tantas… ¡Tan pocas veces se logra el primer amor!  (Pausa.)  Mientras cae en el garlito su autor, los versos leeré  (Coge el libro.)  y cómo miente sabré de palabra y por escrito. ¡Qué bien el pérfido amante encuaderna sus mentiras!  (Abre el libro.)  «¡Quisiera ser el aire que respiras para entrar en tu pecho a cada instante!». ¡Qué sutil!  (Pasa algunas hojas y sigue leyendo.) 
  Escena XIX

  ELENADON JUAN.  
DON JUAN ¡Fortuna loca! Nadie me ha visto esconder. Esto es mejor que tener la reja junto a la boca. Todo yace en derredor de sombra y sueño cubierto. Ella en vela; yo despierto y más despierto el amor. En el cuarto de la reja me aguarda.  (Se adelanta.)  ¡Ah! Sola…  (Reparando en el libro.)  Y me tiene en sus manos…
ELENA Entretiene y da miedo esta conseja.  (Leyendo.)  «No lo esperes, no podrás de mí olvidarte jamás. Acudiré donde acudas, como las sombras que mudas van de la noche detrás.   (DON JUAN se va acercando sin hacer ruido.)   ¡Siempre escucharás mi acento y en tu mismo pensamiento me encontrarás escondido!».
DON JUAN Y aquí…
ELENA  (Levantándose despavorida.)  ¡Jesús!
DON JUAN He venido a cumplir mi ofrecimiento.  (Repara en la expresión de espanto de ELENA.)  Yo soy…
ELENA ¡Aparta!… ¡Gran Dios!… ¡Yo sueño…, yo desvarío!
DON JUAN No, que es verdad, amor mío, la ventura de los dos. Sin ser visto me escondí, y a oscuras…
ELENA ¡Dios soberano!…
DON JUAN Amor con su propia mano me ha conducido hasta aquí.
ELENA ¡Perdida soy!
DON JUAN Ten prudencia… ¡Que así mi vista te asombre!…
ELENA  (Desesperada.)  ¿Y quién creerá que este hombre entró aquí sin mi licencia?…
DON JUAN Si me has citado, ¿qué ves que te asuste?   (Suena un repique fuerte y breve y un golpe en la puerta de la calle.)   ¿Ese ruido… es aquí?
ELENA ¡Sí, mi marido!
DON JUAN ¿No está ausente?…
ELENA Él es… Él es… Yo muero…
DON JUAN (¿Y cuándo llegó?…)
ELENA ¿Qué hacer?…
DON JUAN ¿Por dónde camino?
ELENA Si le escondo, me acrimino, si se encuentran… ¡Ah, no!  (A DON JUAN, que se dirige a la habitación de ELENA.)  ¡No!
DON JUAN ¿Por aquí?  (Segunda derecha.) 
ELENA Sí.
VOZ  (Dentro.)  Gil, despierta.
ELENA Tampoco…
DON JUAN ¿Dónde ocultarme?…
ELENA Aquí… Después…  (Levantando el tapete de la mesa.) 
DON JUAN ¿Yo arrastrarme por el suelo?
ELENA ¡Abren la puerta! Hágame usted la merced…
DON JUAN ¡Yo arrastrarme!
ELENA ¡Oh!
DON JUAN Me resigno.
ELENA ¡Pronto! ¿Qué sitio es indigno del que entra aquí como usted?
  Escena XX

  ELENADIEGODON JUAN debajo de la mesa.  
ELENA Después… ¡Que Dios me ilumine! Mas ya sube… ¿Quién le ha abierto?   (Coge el candelabro que está sobre la mesa y se dirige a la puerta.)  No puedo…   (Deja el candelabro sobre la mesa de la izquierda.) 
DIEGO ¡Todos dormidos! Y si no es por el portero…
ELENA ¿Diego?…
DIEGO ¡Elena!… Mas ¿qué tienes? Estás asustada.
ELENA Cierto. ¿Vienes malo?
DIEGO No, hija mía. Sosiégate.
ELENA ¿Por qué has vuelto?
DIEGO Hallé a nuestro apoderado, va allá… Sabe cómo pienso en este asunto… Le dije lo que ha de hacer y… Confieso toda la verdad: sentía una angustia, un desconsuelo, que a medida que de casa me alejaba, iban creciendo; y animado con el otro me dije: «A casa me vuelvo». ¿Qué tal?
ELENA Pues mira, suceda lo que suceda, me alegro.
DIEGO ¿Qué ha de suceder?
ELENA  (Cambiando de tono.)  ¿No dices que era importante en extremo… el asunto?
DIEGO Mas va el otro…
ELENA ¿No te recoges?
DIEGO No, quiero dejar escritos dos partes telegráficos y luego despertar a Gil y… ¿Ibas a acostarte?
ELENA No, aquí tengo a Paulina…
DIEGO ¿La has traído por no estar sola? Bien hecho. ¿Sabes que estoy tan cansado como si hubiera en efecto  (Sentándose sobre la mesa del centro.)  viajado mucho y te miro con tanto placer que creo que vengo de dar la vuelta al mundo?
ELENA No pierdas tiempo.
DIEGO Mira, es muy supersticioso el amor; no entiendes de eso, porque no me quieres tanto como yo.
ELENA ¿Que no te quiero?
DIEGO ¿Mucho?
ELENA Quisiera ahora mismo que estuvieras en mi pecho. Dios es testigo, Dios sabe que eres el único objeto… ¡Diego, por piedad, no dudes de mí ni un sólo momento!
DIEGO  (Abrazándola con efusión.)  ¡Bendita sea la luz de mi alma!
ELENA Vamos, presto…
DIEGO Sí, sí, voy a despachar… Recógete.
ELENA  (Señalando su habitación.)  Allí hay tintero.
  (Entra DIEGO en la habitación de ELENA.)  
DON JUAN  (Saliendo.)  ¡Aunque muera!…
ELENA Por allí…  (Primera derecha.)  Pronto.   (Vase DON JUAN.)   (¡Protéjame el cielo!) Siento en el alma los pasos de los dos…   (Suena ruido de algún mueble que cae en el cuarto donde entró DON JUAN.)   ¡Ay!… Ese estruendo… Vamos… Si es inevitable… ¿Habrá oído?…
DIEGO  (Volviendo.)  ¿Elena?
ELENA (¡Diego!)
DIEGO ¿Has escuchado el ruido?…
ELENA Sí, me parece…
DIEGO Y ¿qué es eso?
ELENA Será…   (Suena un ruido mayor.)   ¡Ah!
GIL ¡Ladrones!
ELENA Detente.
GIL ¡Ladrones!  (Saliendo.) 
ELENA (¡Ya no hay remedio!)
  Escena XXI

  Escena XXI

  ELENADIEGOGIL, que sale segunda derecha.  
DIEGO  (Deteniendo a GIL.)  Di…
GIL  (Muy agitado.)  Yo… Me dijo la Petra que estaba usted de regreso, comienzo a vestirme, salgo al pasillo, oigo un estrépito y miro salir un hombre de aquí… Se me acerca, suelto la luz y corro… Mas ya si usted quiere que…  (Haciendo ademán de volverse.) 
DIEGO No, quieto. ¿Has cerrado bien la puerta que da al jardín?
GIL Por expreso mandato de la señora.
DIEGO Pues no han de salir… corriendo.
GIL ¿Dónde voy?
DIEGO Guarda la puerta de la calle; ésa sospecho que han falseado.
GIL  (Saliendo.)  ¡Ladrones! ¡Ladrones!  (Llaman a la puerta de la calle.) 
  Escena XXII

  DIEGOELENAPAULINA segunda derecha.  
PAULINA ¡Jesús, qué miedo!
DIEGO ¿Paulina?
PAULINA ¿Quién es?…
DIEGO ¿Te asustas también de mí?
PAULINA  (Abrazándole.)  No, me alegro de tu vuelta. Tropezó conmigo… Dios me dio esfuerzo para venir… Y me ha hablado, y aquella voz…
DIEGO  (Abriendo el cajón de la mesa de la izquierda.)  Yo prometo que el ladrón que entra en mi casa…
ELENA ¿Qué buscas?
PAULINA (Aquel acento… El suyo… No hay duda… Estaba con ella.)
  (DIEGO saca una pistola.)  
ELENA Yo te lo ruego… ¡Tú exponerte…!
DIEGO Suelta.
PAULINA ¡Ah, no, matarle no!
GIL  (Dentro.)  Subid presto.
ELENA (¡Oh, qué escándalo, Dios mío!)
  Escena XXIII

  Dichos, GIL, un SERENO y el PORTERO.  
DIEGO Vosotras a ese aposento os retiráis… Por aquí…  (Primera derecha.)  Dad la vuelta,  (A GIL y los otros.)  yo me quedo guardando aquélla.  (Segunda derecha.) 
GIL Seguidme.
  (Entran GIL, el SERENO y el PORTERO por la primera puerta de la derecha del actor.)  
ELENA Ven con nosotras…
DIEGO ¡Qué miedo ni qué demonios!… ¡Entrad pronto! Y cierra…  (Llevándolas a la habitación de ELENA.) 
ELENA (¡Yo me entrego en manos de Dios!…)
DIEGO Ahora… No le queda más remedio. Saldrá la res perseguida por aquí y aquí la espero.  (Se pone enfrente de la segunda puerta de la derecha.) 
  Escena XXIV

  DIEGODON JUAN.  
DON JUAN ¡Esto a mí!…
DIEGO  (Apuntándole.)  ¡Quieto! ¡Esa cara!
DON JUAN Oye…
DIEGO ¡Ladrón de mi honra! ¡Tú!…  (Levantando de nuevo la pistola.) 
DON JUAN Mi cadáver deshonra dos mujeres.
DIEGO ¡Oh!
DON JUAN Dispara.
DIEGO ¡Pronto! Aquí…  (Lo encierra en el armario.) 
  Escena XXV

  DIEGOGIL, el SERENO y el PORTERO. Después ELENA y PAULINA.  
DIEGO ¡Se ha vuelto loco este infame o es culpada ella!…
GIL  (Saliendo.)  ¿Señor?
DIEGO Nada, nada… ¿Le habéis hallado?
GIL Tampoco.
DIEGO Acaso esté todavía…
GIL Si todo se ha registrado.
DIEGO   (En voz alta y procurando que lo oigan PAULINA y ELENA.)  Pues entonces se ha escapado, o tal ladrón no existía.
GIL ¡Si yo he visto…!
DIEGO ¿Pues no ves que no existe? ¿Dónde está?
  (Salen PAULINA y ELENA.)  
ELENA ¿Que se ha escapado?
DIEGO Aunque ya comprendo el caso cuál es. Alguno que se alarmó… Yo en mi casa entré de un modo inesperado… y de todo el estruendo he sido yo la causa…
GIL ¡Cosa más rara!   (Sale con el SERENO y el PORTERO.) 
DIEGO (Si ella pensara en mi ruina no trajera aquí a Paulina y él seguro se escapara.)
PAULINA  (Observando la fisonomía de DIEGO.)  ¿No salió?…
DIEGO Sin duda alguna.
PAULINA (Si yo…)
ELENA  (Observando la fisonomía de DIEGO.)  ¿No le has visto?
DIEGO Justo. Conque… desechad el susto y a su cuarto cada una…
ELENA (¿Y cómo…?)
PAULINA (¡Ese hombre cruel de cuántos modos me asombra!)
DIEGO  (Mirando a ELENA.)  (¿Es posible…?)
ELENA (Cada sombra se me figura que es él.)
  (PAULINA entra en la primera habitación de la derecha, ELENA en la suya.)  
  Escena XXVI

  DIEGO.  
DIEGO Yo sabré sin dar un grito si ella intenta deshonrarme. Y en tanto…  (Echa la llave del armario y la quita.)  bueno es quedarme con el cuerpo del delito.   (Da un golpecito con la llave en el armario y dice:)  Yo me acuesto: si hay ruido, mando el armario quemar. Abur… No siempre ha de estar en ridículo el marido.

FIN DEL ACTO SEGUNDO

Acto III

  Escena I

  GILSEGUNDOGIL aparece dormido en una butaca. Después de una larga pausa, sale don SEGUNDO muy pensativo; viene de la calle.  
SEGUNDO Si me lanzo, ¿por qué tiemblo? Si tiemblo, ¿por qué me lanzo?  (Pausa.)  ¿Será el primer despropósito de una mujer?… ¿El adagio no asegura, y la experiencia lo confirma a cada paso, que la mujer y la gata de quien la trata? ¿No es claro que la paciencia consigue más que el mérito? ¿Mil lauros no atribuye todo el mundo a la ocasión? ¿No me hallo siempre cerca… sin que nadie lo extrañe? ¿No entra en el cálculo de muchas que son prudentes favorecer con su halago más que a un lindo vocinglero a un camastrón redomado? Pues si tengo en favor mío ocasión, silencio, trato…, ¿por qué tiemblo?  (Pausa.)  Si me voy, he de volver. No hay cuidado que aguije como un deseo consentido. Es necesario adelantar… como grulla… un pie en tierra y otro en alto. Atisbo, miro seguro el terreno, doy un paso en firme y vuelvo a la misma posición. Y así… despacio… Y siempre en la pista y siempre a lo somormujo…   (GIL ronca fuerte.)   ¡Diablo!… Es Gil. ¡Y cómo requiebra el sueño! Si me congracio con él, si logro que ayude mi plan… ¿Gil?  (Despertándolo.) 
GIL  (Levantándose despavorido.)  ¡Ladró…!
SEGUNDO  (Deteniéndolo.)  ¡Muchacho!
GIL ¿Es usted?
SEGUNDO ¿Sueñas?
GIL  (Restregándose los ojos.)  Soñaba…
SEGUNDO  (Con extrañeza.)  ¡Has dormido aquí!
GIL Me cuajo donde quiera: fui sereno y me quedó ese resabio.
SEGUNDO Pero…
GIL Y usted ¿por qué viene de visita tan temprano?
SEGUNDO Como está fuera de casa don Diego y yo me levanto muy de mañana, he venido a ver si se ofrece algo a tu señora.
GIL (No sabe la vuelta.)
SEGUNDO ¿Se ha levantado?
GIL No, señor.
SEGUNDO Se acostaría acaso muy tarde.
GIL Acaso.
SEGUNDO Dicen que ha habido esta noche ladrones en este barrio. Tú ¿no sabes?…
GIL No sé nada.
SEGUNDO  (Con cariño.)  Pero, Gil, ¿por qué eres zafio conmigo? ¿Por qué me pones tan mal gesto?
GIL (¡Ay, qué marrajo!)
SEGUNDO Cuando yo… Pero ¿no escuchas lo que te digo?
GIL (Hoy lo clavo.) Señor, y a usted, ¿qué le importa encontrarme duro o blando?
SEGUNDO Hombre…, si entro en una casa, me gusta ver agasajo en todos, y si un perrillo me ladra, paso un mal rato.
GIL Pues descuide usted, que yo morderé, pero no ladro.
SEGUNDO Siempre tengo que arrancarte las palabras…
GIL Es que pago en la moneda…
SEGUNDO ¿Pues yo?…
GIL Pues usted ¿no es reservado conmigo?
SEGUNDO ¡Cómo!… ¿Qué dices?
GIL ¿Piensa usted que yo me mamo el dedo?
SEGUNDO ¡Gil!… ¿Qué pretendes decirme?
GIL Que es un agravio, una afrenta, no fiarse de mí… ¿Soy turco?
SEGUNDO  (Con alegría.)  (¡Ya caigo!)
GIL Pues, señor, ¿de qué servimos en las casas los criados?
SEGUNDO Explícate: ¿tú adivinas mi secreto?
GIL Cazo largo.
SEGUNDO En fin…
GIL Usted la camela.
SEGUNDO ¿Y tú te allanas?
GIL Me allano, ¿por qué no?
SEGUNDO Cierto, ¿qué tiene de particular?… (¡Qué hallazgo!) Y vas a servirme…
GIL En todo.
SEGUNDO (¡Si estoy por darle un abrazo!) Y di, ¿cómo empezaremos? Tú desengáñate: en tanto que no hay amores, no medran los sirvientes.
GIL  (Con socarronería.)  ¡Ya he empezado a servir a usted!
SEGUNDO ¿Me engañas?
GIL No, señor.
SEGUNDO ¿Y cómo? ¿Y cuándo?
GIL Sí, ya le he dicho que usted se abrasa…
SEGUNDO ¡Sí que me abraso!
GIL Y anda que bebe los vientos por ella.
SEGUNDO Y habrá pensado sin duda que el mandadito iba de mi parte.
GIL Tanto no diré.
SEGUNDO Conque ella sabe que la adoro… ¡Buen presagio! Lo sabe Elena y me trata como siempre.
GIL No lo extraño.
SEGUNDO  (Dudoso e impaciente.)  Yo sí, no sé qué pensar.
GIL  (Con mucha calma.)  Pierda usted el sobresalto, señor. No extrañe usted nada.
SEGUNDO ¿Y por qué?
GIL Porque es el caso…, la verdad, que yo aturdido…
SEGUNDO ¿Qué has hecho?
GIL Errar el mandado, y en vez de dárselo al ama se lo espeté…
SEGUNDO ¿A quién?
GIL Al amo.
SEGUNDO ¡Horror!… ¡Al mismo don Diego!
GIL Al marido mismo.
SEGUNDO ¡Bárbaro!… ¡Asesino!
GIL Pues ¿qué tiene de particular?
SEGUNDO No salgo de mi estupor. ¿Nada encuentras de particular?
GIL Es claro. No es malo que usted lo haga, ¿y que yo lo diga es malo?
SEGUNDO (¡Ay de mí!) ¿Y él?…
GIL La verdad, no le gustó.
SEGUNDO (Estoy pisando un volcán. Querrá vengarse cuando vuelva… Yo me marcho…)
GIL Se va.   (Vuelve don SEGUNDO.)   Vuelve. Tiene azogue.
SEGUNDO (Elena de mi arrebato nada sabe. Le diré que me calumnia ese ganso, que me defienda con Diego cuando vuelva. Aquí la aguardo: esto es mejor. Siento ruido: ella sale.   (Sale DIEGO.)   ¡Cielo Santo!)
  Escena II

  DIEGOSEGUNDOGIL.  
SEGUNDO (¡Ha vuelto para cogerme in fraganti!)  (Quiere irse.) 
DIEGO ¿Quién?
SEGUNDO (No escapo.)
DIEGO ¿Segundo?
SEGUNDO Yo…
DIEGO ¿Qué te ocurre?
SEGUNDO (¡Ay qué calma!) Me han contado tu vuelta y que hubo ladrones anoche…
DIEGO Sí, se alarmaron sin motivo.
SEGUNDO Pues adiós.
DIEGO No, no te vayas.
SEGUNDO (¡Qué amargo momento!)
DIEGO Tengo que hablarte de un asunto…
SEGUNDO (¿Y ya qué hago? Ni sé mirarle, ni hablar, ni correr, ni estar parado.)
DIEGO (Allí está. Bueno sería traer gente, hacerle escarnio de todo Madrid.)
GIL  (Observando a DIEGO.)  (Apuesto que está pensando los palos que le ha de dar.)
SEGUNDO Mi señora tal vez me estará esperando…
DIEGO  (A GIL.)  Anda y dile que no espere.
SEGUNDO (Me echó la garra.)
GIL  (A DIEGO, con intención.)  Y si acaso el motivo me pregunta, ¿lo digo?
DIEGO  (Con extrañeza.)  ¿Y a qué ocultarlo?
GIL (Y es verdad: sepa las mañas de su esposo.)
  Escena III

  DIEGOSEGUNDO.  
DIEGO Oye.
SEGUNDO (¡Ha llegado mi hora!)
DIEGO  (En voz baja y poniéndole la mano sobre el hombro.)  ¿Sabes que tengo al traidor entre mis manos?
SEGUNDO (Esto es hecho.)
DIEGO  (Consultándole.)  ¿Qué castigo…?
SEGUNDO Su perdón: el más bizarro.
DIEGO ¡Su perdón!…
SEGUNDO   (En tono suplicante y contrito.)  Piensa que nadie se libra de un temerario pensamiento. Dios perdona: perdona tú.
DIEGO ¡Qué cristiano te has vuelto!
SEGUNDO Miro por ti, miro por ella. El escándalo mata. Tú ¿no estás seguro de Elena? ¿No es el encanto de todos?
DIEGO (¡Ah!)
SEGUNDO ¿Qué te importan las culpas de otro? Ofuscado una vez ¿no padeciste un grave error? Si despacio lo miras, quizás ahora padezcas el mismo engaño.
DIEGO Ahora… (¿Qué iba a decir? Ni a un amigo, ni a un hermano, ni a nadie…)
SEGUNDO (¿Qué pensará?)
DIEGO Ve y espera en mi despacho.
SEGUNDO Voy. (Le obedezco lo mismo que un niño. ¡Si de ésta escapo!…)
  Escena IV

  DIEGO.  
DIEGO ¿Qué hacer? En caso tan grave, ¿quién se ha visto ni se ve? Ella dudosa en mi fe, yo mudo y él bajo llave. Y en verdad que cuando veo al bravo Amadís de Gaula encerrado en una jaula para mi propio recreo, a pesar del padecer que el recelo me ocasiona,  (Sonriendo.)  cierta risa juguetona inunda todo mi ser. Y al reírme… siento el frío de la duda, se oscurece mi espíritu y me parece que de mí propio me río. Si ella resulta culpable, él de aquí no sale vivo.  (Pausa. Recordando.)  Que se turbó es positivo; que algo calla es indudable. Ambos con igual empeño hemos estado entre abrojos, estudiándonos los ojos y espiándonos el sueño. Pero ¿por fuerza ha de ser culpa lo que oculta Elena? Si ella siempre ha sido buena… Si le ha conocido ayer… ¡Es posible, Dios bendito! ¿No es todo menos violento que pasar en un momento de la inocencia al delito?  (Pausa.)  Paulina pudo también ser causa… Y ahora pudiera…  (Se dirige a la habitación de PAULINA.)  Es muy niña y aunque quiera ocultar… ¿Paulina?
PAULINA  (Dentro y algo sobresaltada.)  ¿Quién?
DIEGO Sal.
PAULINA Dios te guarde.
  Escena V

  DIEGOPAULINA.  
DIEGO ¡Ah, qué adusto semblante!…
PAULINA Sí, mala vengo, Diego.  (Apoyándose en su hombro.) 
DIEGO ¿Pues qué tienes?
PAULINA Tengo un malestar…
DIEGO Pues, el susto no te ha dejado dormir. En mal hora se empeñó Elena…
PAULINA No, si fui yo la que me empeñé en venir.
DIEGO ¿Tú?
PAULINA Sí.
DIEGO Dime: cuando entré no estabas aquí.
PAULINA  (Volviendo la cara.)  (¡Ah!)
DIEGO Responde, ¿dónde estabas?
PAULINA No sé dónde. Elena me dijo…
DIEGO ¿Qué?
PAULINA (Si ella lo ha callado y yo descubro…)
DIEGO ¿Qué me decías de Elena?
ELENA   (Saliendo.)  Felices días.
DIEGO (¡Ah! No la trajo y la echó.)
  Escena VI

  ELENADIEGOPAULINA.  
PAULINA (Aquí estaba…  (Reprendiéndose.)  Y ¿desconfío de ella? ¡Ay Dios!…)
ELENA  (Observando a DIEGO.)  Esa mirada…
PAULINA (Desde que soy desgraciada pienso mal a pesar mío. Dios me ampare.)
ELENA  (A DIEGO.)  ¿Qué te obliga a apartar de mí los ojos?
DIEGO  (Después de mirarla fijamente.)  Nada.
ELENA ¡Diego!
DIEGO Son antojos que sabrás sin que los diga.
ELENA No más tu silencio aumente la inquietud en que me abraso.
PAULINA (¡Eh!… Yo sabré todo el caso cuando Elena me lo cuente.)
ELENA ¿No me sacas de este abismo?
DIEGO (¡Calma! Si digo que sé mi ignominia, aquí tendré que darle muerte ahora mismo. ¡Silencio!…)
ELENA ¿Por qué te alteras?
DIEGO  (Cambiando de asunto.)  Dice la niña…
ELENA ¿Qué pasa?
DIEGO  (Observando a su mujer.)  Que anoche se vino a casa sin que tú se lo exigieras.
ELENA ¿Y qué?
DIEGO Nada, yo creía que tú…
ELENA (¿Qué quiere indicarme?)
PAULINA Pues ¿no puedo yo quedarme cuando quiera?
DIEGO Sí, hija mía.
PAULINA Tú no quieres.
DIEGO ¡Yo!
ELENA (No acierta mi mente…)
DIEGO Todo al contrario.
PAULINA  (Con cariñosa ironía.)  Sí… ¿Por qué has puesto el armario delante de nuestra puerta?
DIEGO Decía el tío…
ELENA  (Mirando al armario y como asaltada de una idea.)  (¡Si estará…!)
DIEGO Que sólo hallabas placer aquí.
PAULINA Tú, que tu mujer se encontraba siempre allá.
ELENA (Está la llave quitada.)
PAULINA Y evitando la porfía, amanecimos un día con la puerta interceptada. Porque no venga. Con Dios.
ELENA  (De pronto.)  No, no te vayas.
PAULINA  (Observando a ELENA.)  ¿Sí?
ELENA Espera.
DIEGO  (Observándolas.)  (Quieren hablarse. Si oyera lo que han de hablarse las dos…)  (DIEGO se dirige a la puerta que conduce a la calle.) 
PAULINA  (Acercándose a DIEGO.)  Si vas a mi casa, di a Pedro…
DIEGO No, si no voy.  (Sale.) 
ELENA (Si él guarda la llave, estoy segura…) Espérame aquí…  (Entra en su habitación.) 
PAULINA  (Cerca del armario.)  Bien.
  Escena VII

  PAULINA. Después DIEGO.  
PAULINA ¡Qué confusa batalla de dudas!… ¿Cómo se fue?
DON JUAN  (Dentro del armario.)  ¿Paulina?
PAULINA ¡Ah!
DON JUAN  (Mete un papel por las junturas de las tablas.)  Toma y lee.
PAULINA ¡Gran Dios!  (PAULINA está un momento dudosa. Se acerca al fin a tomar el papel y se encuentra con DIEGO.)  ¡Ah!
DIEGO  (DIEGO toma el papel.)  ¡Chist! Vete y calla.   (DIEGO se adelanta y lee el papel. PAULINA queda en el fondo.) 
PAULINA ¡Yo sueño!… ¿Ese escrito?… ¡Ya comprendo lo que ha de ser!… Sin duda logró romper alguna tabla y querrá por mi casa… Me ha ultrajado: no debo hablarle. Si accedo, creerá que olvido… ¿No puedo valerme de algún criado? Pero ¿y si alguno le ve tan de mañana salir?… ¡Mi honra!… Puedo advertir que le detengan… ¿Qué haré?   (Repara en la emoción de DIEGO.)  Pero Diego… ¡Está mortal! Una desgracia preveo, si los dos… ¡No dudo!  (Sale precipitadamente.) 
DIEGO ¡Creo que lo he comprendido mal!…
  Escena VIII

  DIEGO. Vuelve a leer el papel.  
DIEGO «¡Perdona y sálvame! Yo mi conducta explicaré; y si aquí he venido, fue porque Elena me citó. Tengo una tabla vencida: si libre paso me das por tu casa, salvarás muchas honras y una vida». Elena dice… ¿Y con calma miro…? El mal que me sucede es tan grande que no puede entrar de un golpe en el alma. ¡Qué horroroso desconcierto! ¡En un momento perece honra, amor!… Sí, sí, parece imposible, pero es cierto. Voy a arrojarle su atroz perfidia…  (Se dirige al cuarto de Elena y se detiene.)  No, no te creo   (Llevándose la mano al corazón.)  Muestras ira y es deseo del soborno de su voz.  (Pausa.)  Él… ¡Lo puedo asesinar y arrastrar por los cabellos! Pero… ¡mejor fuera que ellos me acabaran de matar!  (Cayendo en una silla.)  ¡Que esto pueda un desvarío!  (Abismado y en voz baja.)  ¡Que tenga tantas dobleces un corazón!… ¡Cuántas veces he estrechado sobre el mío aquel abismo profundo de iniquidad!… ¡Y creía que entre mis brazos tenía toda la dicha del mundo! ¡Eh!… ¡Basta!   (Se levanta.)  De esa mujer ya ni aun vengarme pretendo. Sí, pero seguir viviendo él y yo… no puede ser. ¡De aquí lo saco! Segundo será testigo, y que Dios decida cuál de los dos debe quedar en el mundo. Lo mismo me importa… Aquí ¿quién dichoso puede ser si la dicha es la mujer y la mujer es así? ¿Segundo?  (Llamándole en voz baja y en la puerta.) 
  Escena IX

  DIEGOSEGUNDO.  
SEGUNDO   (Mirando con temor a DIEGO.)  Aquí está. (¿Qué nuevas me aguardan?) Di, ¿qué meditas?
DIEGO (Es mejor… Dejaré escritas dos letras…)
SEGUNDO ¿Qué?
DIEGO No te muevas de aquí.
SEGUNDO ¿Ese aspecto sombrío?…
DIEGO ¡Silencio!
SEGUNDO Saber anhelo… ¿De qué se trata?
DIEGO De un duelo.
SEGUNDO ¡Un duelo!
DIEGO A muerte.  (Entra en su despacho.) 
SEGUNDO ¡Dios mío!
  Escena X

  SEGUNDO. Después ELENA.  
SEGUNDO ¡Ay de mí! ¡Quiere matarme! Pero ¿qué he hecho yo?…   (Ruido en el armario. Don SEGUNDO se estremece.)   ¡Ay!… También creí que me amenazaban los muebles. Pero ¿cuál es mi crimen, que así subleva a todos? Porque pensé y tuve intención… Pues de esto  (Incómodo.)  Dios solamente es el juez. Si pensamientos merecen un castigo tan cruel, tan bárbaro, ¿quién se libra de que le estrujen la nuez? ¿Echo a correr?… ¿Qué dirán? No, yo no quiero correr ni batirme.   (Se sienta con ira.) 
ELENA (¡Ya no hay duda! ¡Guardar con tal interés la llave!…)
SEGUNDO ¡Elena! Usted puede…
ELENA ¿Qué?
SEGUNDO (Si la alboroto, creerán que tiemblo…)
ELENA Esa palidez, ese sobresalto…
SEGUNDO ¿Yo? Pues si estoy tranquilo…
ELENA ¿Y él? ¿Dónde está Diego?
SEGUNDO Le aguardo.
ELENA  (Con inquietud.)  Pero ¿qué pasa?
SEGUNDO Pues bien, quiere salir a batirse…
ELENA ¡Batirse!… ¡No me engañé!
SEGUNDO ¿Usted sospechaba?…
ELENA ¡Todo!
SEGUNDO Vuelve…  (Mirando a la puerta por donde entró DIEGO.) 
ELENA Retírese usted. Yo sola…
SEGUNDO (Esto no es huir.)
ELENA ¡Pronto!
  (SEGUNDO quiere dirigirse a la puerta de la calle. Sale DIEGO. Retrocede y se mete en la habitación de ELENA.)  
SEGUNDO Si avanzo, me ve.
  Escena XI

  ELENADIEGO.  
DIEGO Esto se acabó. ¿Quién…?
ELENA ¿Diego?
DIEGO (¡Ella!)
ELENA Yo soy quien te espera. ¿Dónde vas?
DIEGO (¿De qué manera la echaré?)
ELENA ¡Yo te lo ruego!…
DIEGO ¿El qué?
ELENA ¡Descúbreme el alma!
DIEGO (¡Oh!)
ELENA Tu impaciencia reporta, que en fin… lo que más importa se ha de tratar con más calma. Si algo callé…   (Con mucha intención.) 
DIEGO (¿De qué modo…?)
ELENA Por prudencia o temor ciego, habla, pregunta.
DIEGO Sí, luego, no tiembles… Lo sabrás todo. Ve… y una carta hallarás ahí dentro; quizás consiga…
ELENA ¡Nada quieres que te diga! ¡Nada me dices!
DIEGO ¿No vas?
ELENA (¡Ay de mí! Quiere que calle, que no hablemos de… ¿Qué haré? ¿De qué modo empezaré sin que su cólera estalle?)
DIEGO  (En tono amenazador.)  ¡Elena!
ELENA Si estoy callada.
DIEGO ¿Te vas?   (Reprimiéndose.)  ¿Tendré que sacarte de aquí?
ELENA Si no voy a hablarte… Descuida, no diré nada.  (Pausa corta.)  ¡Tú quedaras satisfecho si el alma hablara sin voces! Y… ¡cómo no me conoces si me tienes en tu pecho!
DIEGO (¡Y yo escucho!…)
ELENA Di la pena, el error que te fascina.
DIEGO (De este modo se camina a la infamia.) Vete, Elena…
ELENA Pues dime… si es tu deber. Hablemos… Yo te prometo… Si Dios no quiere secreto entre marido y mujer; sólo la muerte, ten calma, rompe obligación tan fuerte. ¡Mientras no llega la muerte los dos se deben el alma!
DIEGO ¡Pues bien!  (Dirigiéndose al fondo.) 
ELENA  (Cogiéndole de un brazo.)  ¡Oh!
DIEGO  (Aparentando calma.)  No has de decir nada que mi intento tuerza.
ELENA Tendrás que usar de la fuerza si no me quieres oír.
DIEGO ¡Aparta!…
ELENA Pues ¿no has oído que soy tu mujer?
DIEGO ¡Oh, sí! Ya lo sé.
ELENA ¿Tan mala fui que lo sientes? ¿No lo he sido atenta siempre a tu amor, a tu llanto, a tu placer? ¿Y no he de ser tu mujer para tratar de tu honor?
DIEGO ¡No grites!
ELENA Bien, eso sí. Yo te hablaré como quieras, pero habla.
DIEGO ¿No consideras que por mi honor y por ti me callo? ¿No has advertido, en medio de tu despecho, que el hombre de cuyo pecho eterno huésped has sido, que en sus burlas y sus veras, en sus virtudes y faltas, pensaba… con voces altas para que tú las oyeras, una vez que se ha propuesto a tu vista enmudecer, muy dura tiene que ser la mordaza que le has puesto? ¿No ves que este acusador silencio que te exaspera es la fineza postrera que puede hacerte mi amor? ¿Y no adviertes que en seguida, si te descubro mi pecho, tendré que decir: «¿Qué has hecho de mi honor y de mi vida?»? ¡Un hombre a ti se presenta y en solo un día!
ELENA ¡Oh! ¿Tú crees…?
DIEGO Basta. Si hablar de esto… es encenagarse en la afrenta. Déjeme usted, pues me vende…
ELENA ¡Oh!…
DIEGO Conservar todavía la parte de la honra mía que sólo de mí depende.
ELENA Oye y sabrás de qué modo ha entrado.
DIEGO ¿Y quién lo citó?
ELENA ¡Yo misma!… Calla, que yo quiero decírtelo todo. ¡Calma! Tuvo la osadía de hablar de amores conmigo…   (Movimiento de ira en DIEGO.)   Oye y verás cómo digo…
DIEGO ¿No sigues?
ELENA ¿Qué te decía?
DIEGO  (Con sarcasmo.)  ¿Ya no atinas?…
ELENA ¡Dios bendito!… Cuando tu voz me condena, ¿también que me ahogue la pena es señal de mi delito? ¡Diego, que de esta manera me trates!…
DIEGO Di…, pierde el miedo. Ya te escucho. (Ya no puedo dejar de oírla, aunque quiera.)
ELENA Me habló… Ya te dije… En fin, antes que yo respondiera, me suplicó que saliera a la reja del jardín. Dije que sí, mas, ¡por Dios!, para que fuera Paulina en mi lugar. Tú imagina… La venganza de las dos; el escarnio del que infiel…
DIEGO ¿Y ella supo…?
ELENA Sí; y se aleja de aquí y estaba en la reja esperándole; mas él detenido se quedó sin duda al salir la gente y, ¿lo creerás?, de repente, ¡aún tiemblo!, aquí apareció. Volviste tú, ¡tan de priesa nos quiso vengar el cielo!, y arrastrando por el suelo se escondió bajo la mesa.
DIEGO (¡Oh!)
ELENA Lo demás tú lo sabes. Si aún dudas…
PAULINA ¿Elena?
ELENA ¡Ah! Ven.
  Escena XII

  DIEGOELENAPAULINAPAULINA entra creyendo encontrar a ELENA sola. Al ver a DIEGO se para.  
ELENA Pregúntale, yo no he hablado con Paulina. Indaga…
PAULINA ¿Qué? (Ya comprendo.)
DIEGO (Este consuelo que me inunda, ¿puede ser engañoso?)
ELENA Dime: anoche ¿qué te dije?
PAULINA (¿Qué diré?)
ELENA Mira que no necesito disculpas y mira bien al hablar, que es la mentira la que me puede perder.
PAULINA Dijo Elena que a la reja del jardín…
DIEGO Basta, no des más explicaciones…
ELENA  (Mirándole llena de gozo.)  ¡Diego!
DIEGO Perdóname.
ELENA   (Echándose en sus brazos.)  ¡Ay! Otra vez no dudes, por Dios… Te cuesta muy caro y a mí también.
PAULINA (Ya no habrá más pesadumbre que la mía… Y el infiel quiere hablarme. ¿Qué podrá decirme?… No, que se esté allí solo; y cuando pueda salir sin que extrañen…)
DIEGO ¡Eh!… Ya esto es otra cosa. Ahora… Dejadme…
ELENA  (Alarmada.)  ¿Qué vas a hacer?
DIEGO No te apures. Nada. (¡Echar de mi casa a puntapiés!…)
ELENA ¡Diego! (¿Que no he de salir del peligro?) Mira, ten prudencia. ¿Qué apetecías? ¿Vengarte? Pues ya te ves vengado, y de una manera bien cumplida. ¿Escarnecer un don Juan? ¿Quién ha sufrido un escarnio más cruel? Y, en fin, aunque yo repruebo como tú su proceder, medita, Diego, que ha sido estimulado tal vez por la escena que los dos aquí tuvimos ayer.
PAULINA ¡Ay Elena, que mil veces yo lo he pensado también!
ELENA  (Mirando al armario.)  Y pues tienes que sacarlo…
DIEGO ¿Tú sabes…?
ELENA Lo adiviné. No me asustes, no me dejes temiendo que ahora o después… ¿Quieres con mostrarle ira echarlo todo a perder? Muéstrale que haberle puesto escarnecido a tus pies no te ha costado siquiera el más leve padecer. Aparezca en tu sosiego inalterable la fe que me debes; y si anhelas completamente vencer y la más noble venganza después de la más cruel, pues es fuerza que le hables, háblale, pero ha de ser procurando de un malvado hacer un hombre de bien.
PAULINA ¡Hazlo por mí…, porque Dios te dio tan buena mujer! (¡Ah!… Ya siento…)  (Dirigiéndose a la puerta que conduce a la calle.) 
  Escena XIII

  Dichos, GIL.  
GIL  (Bajo a PAULINA.)  Señorita, me ha dicho Pedro que aquel caballero…
PAULINA Que al momento venga aquí, ¡volando!
GIL Bien.
  Escena XIV

  ELENAPAULINADIEGOSEGUNDO.  
SEGUNDO (¿Me atreveré?… Ya parece más blando.)
PAULINA   (Volviendo a DIEGO.)  Si ahora que cree que su afrenta y todo el mundo se ha de volver contra él, tú llamas a su conciencia con tus palabras y él ve que renace su esperanza del angustioso tropel de sus males, ¿qué ocasión más propicia para hacer que eterno arrepentimiento le regenere?
ELENA  (Aparte a DIEGO.)  Ya ves… Ella le adora…
PAULINA Pensaba su memoria aborrecer, te lo juro; mas si tú le haces bueno, le querré. ¿Por qué ha de ser imposible que se enmiende? No lo es. Él no es tonto, y el ser malo me parece la sandez más grande.
SEGUNDO  (Enternecido.)  (Sí… ¡Pobrecita!… Dios te pague el interés…)
PAULINA ¿Sí? ¿Le hablarás?
DIEGO ¡Quiera el cielo que en eso estribe tu bien! Idos…
PAULINA No, si está en mi casa.
ELENA ¡Ah!
DIEGO ¿Cómo?
PAULINA Sí, yo mandé a un criado… mientras tú leías aquel papel… Y quiere hablarme, y le he dicho que venga y creo conocer   (Escuchando.)  sus pasos… y viene…
DON JUAN  (Entrando con resolución.)  ¡Si esto es probar mi intrepidez!…  (Se queda en el fondo.) 
  Escena XV

  ELENAPAULINADIEGODON JUANSEGUNDO.  
PAULINA Aquí está.
ELENA Diego, por Dios…
DIEGO Descuida.
  (PAULINA pasa al fondo a hablar con DON JUAN.)  
SEGUNDO (¡Conque éste es!…  (Por DON JUAN.)  Y nada sabe.  (Mirando a DIEGO.)  Y yo estoy en buen lugar. ¡Oh, placer!…)  (Pasando al lado de ELENA.)  ¿Vecinita?…
PAULINA Ya lo sabes. Quisiste hablarme; pues bien, habla con Diego.
DON JUAN ¿Es posible?…
PAULINA Nada tienes que temer. Elena y yo conseguimos…
DON JUAN ¡Elena y tú!…
PAULINA Habla con él.
DON JUAN (¿Qué es esto?)
PAULINA  (Suplicante.)  Salid.
  (ELENA examina con recelo a DON JUAN.)  
DON JUAN (¿Qué quiere darme a entender su mirada?)   (Por ELENA.) 
ELENA (¡Quiera Dios que me engañe!…)
SEGUNDO ¿No sabré, vecina, qué significa lo que pasa?
ELENA Venga usted.
  Escena XVI

  DIEGODON JUAN. Pausa.  
DIEGO (Ya que el lance se ha venido…)
DON JUAN (¡Acabemos de una vez!) Yo…
DIEGO Silencio. Lo sé todo, don Juan. ¿No lo he de saber si hasta hay en mi casa muebles que se hacen lenguas de usted? No tema usted que pretenda humillarme. No, al revés… Usted se sorprenderá… y yo me alegro, porque sorprender a los don Juanes me causa mucho placer. Ya ha probado usted la copa del escarmiento… Pues bien, escarmiento sin enmienda es árbol sin fruto, es dolor sin bálsamo. Y quiero conseguir que el hombre infiel que halló escarmiento en mi casa halle la enmienda también. Don Juan, nada ha sucedido, y nadie lo ha de saber. Fue de noche, hubo tinieblas, salió la luz y se ve. Esa niña, esa infeliz, única rosa tal vez que ha brotado en su camino y no han hollado sus pies, ya sabe usted que le adora; que mi honrada sencillez pidió su mano y yo creo que, al tratarla con desdén, usted, aun más que con ella, consigo mismo es cruel. ¿Quiere usted que Elena y yo seamos padrinos?   (DON JUAN quiere hablar.)   Después… que usted pruebe con las obras que es digno de tanto bien. Antes de llegar al puerto, cual sospechoso bajel, debe estar en cuarentena hasta que seguro esté y los médicos del alma patente limpia le den.   (DON JUAN quiere hablar.)   Aquí se queda usted solo; quiero dejar en el fiel su decisión, sin que nada la violente. Si usted cree que puede su corazón dignamente responder, nos llama y… buenos amigos le darán el parabién. Si usted vacila, se va; se va para no volver. Piense usted que este momento decisión de muchos es. Si hoy dice usted: «Es temprano»; mañana tarde ha de ser. Conque, abur. Éste soy yo. Veremos quién es usted.  (Vase segunda derecha.) 
  Escena XVII

  DON JUAN. Permanece un momento en profunda meditación; poco a poco va asomando a sus labios una sonrisa maligna.  
DON JUAN Sí, no hay duda: todo ha sido obra de Elena, que bien su mirada al despedirse lo quiso dar a entender; y aun Paulina me lo dijo con su sandia candidez. ¿Es sueño? Me da una cita y apenas pongo aquí el pie vuelve Diego; me conoce y me tiene en su poder y me encierra, y cuando pido desesperado un cordel, ella, sólo con pretexto de Paulina y de su bien, amansa las tempestades y, aprovechando el revés, aún me coloca en mejor posición que me encontré.  (Ebrio de gozo.)  ¡Oh, fortuna! ¡Me debías desquite, por tanta hiel como he tragado!… A la niña puedo entretenerla un mes un año… ¡Oh, dicha!… Aquí mismo dos letras escribiré,  (Saca una cartera, rompe una hoja y escribe.)  y sepa Elena al instante que estoy al cabo… Eso es.  (Acabando de escribir.)  Ya de acuerdo, se las doy al descuido… Llamaré corriendo, no diga Elena que he tardado en comprender…   (Tira del llamador de la derecha.)  y los otros que vacilo  (Con sarcasmo.)  para aceptar el Edén.
  Escena XVIII

  DON JUANPAULINAELENADIEGOSEGUNDO.  
PAULINA ¡Juan!
DON JUAN ¿Dudabas?…
PAULINA Consumida estaba por la impaciencia, temiendo que tu conciencia permaneciese dormida.
DON JUAN Pues ya ves…
PAULINA Sí, ¡ya florece mi esperanza!
DON JUAN Agradecido les estoy…
DIEGO  (Desde la puerta a ELENA.)  Ha respondido a mi voz.
ELENA Así parece.
PAULINA ¿Ves qué buenos?
DON JUAN Sí, ya veo su interés, y ellos verán que agradezco…
PAULINA Ven…
SEGUNDO ¿Don Juan va a casarse? No lo creo.
DON JUAN Pido a usted, si le ofendí, que olvide…
DIEGO Ya basta.
DON JUAN Y ruego también a Elena que…   (Pasa a su lado.) 
PAULINA ¡Ay, Diego, qué alegre me tienes!
DIEGO ¿Sí?
PAULINA ¿Conque serás el padrino?
DIEGO Ya veremos de qué modo se porta.
DON JUAN  (Bajo a ELENA.)  Señora, todo lo comprendo, lo adivino.
ELENA Yo me alegro, si adivina…
DON JUAN Este papel es testigo.   (Le entrega el papel y vuelve a hablar con DIEGO y PAULINA.) 
ELENA  (Leyendo el papel.)  «Comprendo el plan y lo sigo, entreteniendo a Paulina». (¡Interpreta este momento!… ¡Jesús, qué infame cinismo! ¿Quién pudo hacer de sí mismo un escarnio más sangriento?) ¿Diego?  (Llamando a DIEGO, que habrá pasado al centro a hablar con SEGUNDO.) 
DIEGO ¿Qué tienes? Estás…
ELENA Calla, lo vas a saber. ¿Me das palabra de hacer lo que te diga y no más?
DIEGO Sí.
ELENA Mira.   (DIEGO al leer el papel hace un movimiento de indignación.)   Ni indignación merece; ¡ni aun tu desprecio! Tú déjame a mí.
DIEGO ¡Qué necio he sido!… Tienes razón. Sólo me queda el afán de no verle.
ELENA Pues domina hasta ese afán. A Paulina dale ese papel. ¿Don Juan?   (DON JUAN se acerca muy solícito a ELENADIEGO pasa al lado de PAULINA.)   ¡Si algún espejo brillante para verse el alma hubiera, más castigo no le diera que ponérselo delante!
DON JUAN  (Confundido.)  (¡Oh!)
DIEGO   (Conteniendo un movimiento que hace PAULINA al leer el papel.)  Ni enojo, ni desdén.
PAULINA Nada. Todo es excusado. No es tan fácil de un malvado hacer un hombre de bien.
SEGUNDO (¿Qué es lo que pasa?)
DIEGO (¡Éstos son los amantes!)
DON JUAN (¡Oh, qué tormento!  (Mirándole con miedo.)  ¿Si Diego…?)
DIEGO Sí, ¡qué talento, don Juan, y qué corazón!  (Señala la puerta de la calle.) 
DON JUAN (Un dolor nuevo me aflige, me aterra y me hace cobarde.) ¡Paulina!…
  (Entra GIL.)  
PAULINA ¡Don Juan, es tarde! ¡Por allí!  (Señalando la puerta de salida.) 
SEGUNDO (¡Si yo lo dije!)
  Escena XIX

  DIEGOELENAPAULINASEGUNDO y GIL.  
PAULINA  (A ELENA.)  ¡Oh, gracias!
SEGUNDO (Nadie del mundo ya entra aquí. Yo sólo y fijo…)
GIL Señor, llorando me dijo la mujer de don Segundo que no le deje usté un hueso en su lugar.
DIEGO ¿Y por qué?
GIL ¡Toma! Porque le conté el suceso…
DIEGO ¿Qué suceso?
GIL Que atrevido y zalamero… Lo que anoche dije aquí…
DIEGO ¿Hablabas por ése?
GIL ¡Sí!
DIEGO ¡También Segundo!
GIL ¡El primero!
DIEGO ¡Siga la limpia!… ¿Eh?  (Llamando a SEGUNDO.) 
SEGUNDO ¿Qué pasa?   (Pasando al lado de DIEGO.) 
DIEGO Tu esposa espera anhelante…
SEGUNDO ¿Sí? Voy…
DIEGO Dile que al instante que tú vuelvas a mi casa, cumpliré lo que me tiene prevenido.
SEGUNDO ¿Pues qué asunto…?
DIEGO Ella dirá.
SEGUNDO Vengo al punto.
DIEGO Bien.
SEGUNDO Abur.  (Vase.) 
GIL ¿A que no viene?
  Escena XX

  ELENAPAULINADIEGOGIL.  
ELENA ¿Y tú serás infeliz porque te he librado…?
PAULINA ¡Oh, no! Este papel arrancó mi cariño de raíz. Tú rompiste mi cadena.  (Tomándole una mano.) 
DIEGO  (Tomándole una mano.)  ¡Y consolaste mi afán!
ELENA  (A PAULINA.)  Nada esperes de un don Juan.  (A DIEGO.)  ¡Nada temas de tu Elena!

FIN DE LA COMEDIA
 

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