La provincia franciscana de los Ángeles y sus conventos de la Sierra Norte de Sevilla

Por Salvador HERNÁNDEZ GONZÁLEZ

Del libro Cuatro siglos de presencia de los franciscanos en Estepa. Juan Aranda Doncel (dir.),  Actas del I Simposio,  Ayuntamiento de Estepa, Estepa. 2007, 992 pp.

Páginas 393-394

FRAY JUAN DE LA PUEBLA Y LOS ORÍGENES DE LA PROVINCIA DE LOS ANGELES

A lo largo de la historia la comarca de la Sierra Norte sevillana ha sido lugar escogido por diferentes órdenes religiosas para el establecimiento de fundaciones conventuales, buscando una soledad y retiro al que indudablemente contribuía con creces el marco natural de la zona. En el caso de la Orden Franciscana, ésta se establece la Sierra Norte en fecha temprana, al compás del proceso de nacimiento y expansión de la denominada Provincia de los Ángeles, que nacida en las vecinas tierras cordobesa, contará con amplia implantación conventual en comarca que nos ocupa.

El nacimiento de esta provincia ocurre cuando, a finales del Siglo XV, Fray Juan de la Puebla desarrolla una reforma de los franciscanos, buscando una mayor austeridad y ascetismo en la vida conventual, tarea que será continuada por su sucesor fray Juan  de Guadalupe.  

Fray Juan de la Puebla nació el 28 de mayo de 1453 en Puebla de Alcocer fue hijo primogénito de los Condes de Belalcázar, Don Álvaro de Sotomayor y Doña Elvira Manrique de Zúñiga. Inicia su vida religiosa a los 18 años vistiendo el hábito jerónimo en Guadalupe, pero al no conseguir la paz y serenidad de espíritu, pensó mudarse a otro instituto religioso de vida más austera. Por ello en 1480 emprende viaje a Italia, persiguiendo el fervor que por entonces estaba desarrollando la observancia regular de la Orden franciscana. Recibido en Roma por Sixto IV en razón de su nobleza y porte religioso, toma pronto el hábito franciscano y pasa seis años retirado en las afueras de Asís hasta que en 1446, por asuntos familiares, vuelve a su tierra. Ya en Belalcázar dedicó su interés al problema de la Observancia regular en esta zona, concibiendo pronto la idea de crear una custodia franciscana, con el título de los Ángeles, siguiendo el modelo de los eremitorios italianos, en la que se observase la pureza de la Regla Con el fin de consolidar esta Custodia de los Ángeles, sujeta en todo a los Prelados Generales de la Observancia, Fray Juan consiguió la aprobación por parte de la Orden en el Capítulo General de La Rupella (Francia)[1].

La naciente Custodia comenzó a caminar con la fundación, el 14 de abril de 1490, del convento de Santa María de los Ángeles en Hornachuelos (Córdoba), cabeza de la Provincia y cenobio de rica historia[2], del que todavía perdura el inmueble destinado a usos muy distintos de su función originaria[3].

Para el régimen y gobierno intenso de la Custodia de los Ángeles fray Juan de la Puebla redactó unas ordenaciones, breves pero sustanciosas, en la línea de los espirituales franciscanos «cuyo ideal de pobreza evangélica aceptaron, así como las interpretaciones apocalípticas de la existencia humana»[4]. Así,como muestra de austeridad y rigor de vida se ordena «que se diga el Oficio Divino en tono bajo y mortificado; que se tengan dos horas de oración diaria y una de trabajo corporal (…) Para salvaguarda de la pobreza, todos los frailes descalzos (…) el vestido que traigan sea de sayal grosero, los hábitos largos hasta que toquen los pies, para los frailes sanos no se demanden huevos, carne, vino ni pescado; duerman en unos corchos o tablas  o sobre algún pellejuelo y  podrán tener una manta, pero desde noviembre  hasta todo el invierno podrán tener dos…»

El convento de San Luis del Monte, establecido en 1494 entre Puebla de los Infantes y Peñaflor, fue la última de las fundaciones de Fray Juan, quien moría en Belalcázar el 11 de mayo de 1495, dejando como sucesor de su obra a fray Juan de Guadalupe, quien continuó la expansión de la provincia, pero ahora por tierras extremeñas. Ya en 1517 esta Custodia alcanzará su mayoría de edad al ser elevada a Provincia, en la que se englobarán los  conventos franciscanos que con el tiempo se irán repartiendo por la Sierra Norte sevillana (Alanís, Cazalla., Constantina  y Guadalcanal). Sierra de Córdoba (Belalcázar, Chillón, Fuenteovejuna, Hinojosa del Duque, Pedroches), vega del Guadalquivir (La Algaba, La Campana, Cantillana, Loca del Río, Palma del Río, Peñaflor, Sevilla y Villaverde), Extremadura (Belvis, Herrera del Duque, Jaraíz de la Vera y Puebla de Alcocer) e incluso Castilla (Béjar), de todos los cuales aporta interesantes datos el cronista Fray Andrés de Guadalupe.

Dado que nosotros nos vamos a centrar en las fundaciones de la Sierra Norte y teniendo en cuenta que en algunas localidades la Provincia de los Ángeles contó también  con conventos de clarisas sujetas a la propia provincia, expondremos las fundaciones por orden alfabético de localidades, al objeto de clarificar el panorama conventual de la comarca y evitar repeticiones innecesarias.

(Páginas 410-412 de la obra citada)

Convento de Nuestra Señora de la Piedad (San Francisco).

La crónica de Fray Andrés de Guadalupe nos habla del establecimiento de los franciscanos el 1 de mayo de 1495 en la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, fundación promovida Don. Enrique Enríquez, Comendador Mayor de la Provincia de León de la Orden de Santiago y su mujer Doña María de Luna[5]. Estosmismos datos, junto con el de que el primer guardián fue Fray Diego de Arvajas, natural de Hinojosa del Duque (Córdoba), se recogen en un interesante informe sobre los Conventos de Guadalcanal, fechado el 18 de octubre de 1646 y elaborado por fray Juan Benítez, Lector de Artes en el propio convento de la Piedad, respondiendo a la Orden dada en Madrid el anterior 20 de febrero por el Comisario General de la Orden fray Juan de Palma, y en el que se aportan datos tan variados como fechas de fundación, fundadores, religiosos y religiosas ilustres, composición de la comunidad, reliquias, archivos conventuales, etc[6].

Gracias a los informes de los visitadores de la Orden de Santiago -a la que perteneció Guadalcanal desde la Reconquista y hasta ya entrado el siglo XIX- sabemos que el templo conventual constaba de tres naves, cubiertas con bóvedas y separadas por dos danzas de ladrillo, situándose en el presbiterio un retablo pequeño con una custodia de talla de madera con unos ángeles[7].

A fines del siglo XVI, concretamente en 1591, la comunidad estaba integrada por veinticinco miembros[8]. En 1646 se compone de treinta y dos religiosos, siendo Guardián Miguel Moreno, natural de Añora (Córdoba). El Guardián es copatrono de una obra pía fundada por el Capitán Bastida, consistente en el repartimiento de trigo a los pobres, para lo cual da al Guardián seis fanegas de trigo. Otra de las obligaciones del Guardián es asistir a una misa cantada el día de la Concepción en la parroquia de San Sebastián, para lo cual «le clan de limosna treinta reales pura vestuario y una vela de media libra».

Junto a esta función asistencial, el convento desarrollaba cierta vida cultural, pues en él se habían impartido clases de Teología. En el momento de redactarse el informe « ha tenido  juntos dos cursos de Artes (Letras), a quienes leía un lector cuatro lecciones todos los días», asistiendo normalmente dieciocho estudiantes.

La vida espiritual era también intensa, hallándose establecida en el convento la Cofradía de la Soledad, de la que Fray Juan Benítez nos aporta interesantes datos:

«En sobredicho convenio esta está fundada la cofradía de la Soledad de Nuestra Señora. Y el Viernes Santo a la procesión del Sepulcro de Cristo Redentor Nuestro ocurren en ella el  Cabildo seglar y los clérigos de las tres Parroquias. Tiene dicha Cofradía una Bula de Urbano VIII en la cual concede tres indulgencias plenarias en diversos días de laño y otras indulgencias. Y tienen dichas indulgencias resguardo de su valor del comisario  General de la Cruzada Don Fray Antonio de Sotomayor»

Además los franciscanos promovieron el establecimiento de la Orden Tercera de San Francisco en la localidad en 1631. En años posteriores se fundó en localidades corno Azuaga, Berlanga. Valverde y Ahillones. Sus miembros eran « la gente más principal eclesiástica y seglar»  habiendo hermanos de ejemplares vidas en penitencia muy austera» y comunión diaria. Los cultos ele esta Orden Tercera se practicaban en la iglesia del convento de la Piedad rezándose todos los domingos «la corona de Nuestra Señora», consistente en siete de los Misterios del Rosario y realizándose algunos ejercicios de penitencia y caridad con los pobres. El número de hermanos ascendía a uno setecientos, entre ellos treinta y ocho clérigos.

            Subrayando el alto nivel alcanzado por la vida conventual, fray Juan Benítez nos cita algunos ejemplos de los religiosos ilustres de la casa: Fray Alonso López, que fue canónigo de la Catedral de Puebla de los Ángeles (México), quien «causó en este pueblo y su comarca grande admiración» al renunciar a las riquezas de sui episcopado, optando por seguir la proverbial pobreza franciscana: Otro religioso ilustre fue Fray Francisco de Lora. «varón de loable vida» cuyo cuerpo se conservaba en el convento de,  en el que también se veneraba como reliquia la cabeza de un Mártir Franciscano del Japón llamado Gregorio,  enviada desde la Nueva España por Fray Cristóbal Ramírez, natural de Guadalcanal  y que desempeñaba allí el cargo de Comisario General de la Orden.

Igualmente, el informe nos menciona algunos de los documentos conservados entonces en el  Archivo conventual: tres Breves de Inocencio Vlll y dos de Alejandro VIconcediendo la fundación del convento: otro Breve de Alejandro VI en favor del convento, mediante el cual sus frailes confesores podían absolver todos los casos reservados en el Priorato de León: dos Provisiones Reales dadas por los Reyes Católicos para el mismo objeto: una Provisión Real del Emperador Carlos V concediéndole permiso para cortar leña en todo el término de Guadalcanal: otra de Felipe II, ordenando que los escribanos y jueces no cobrasen sus honorarios al comento; una  Ejecutoria de los Once contra los curas de las parroquias de la villa, ante el Licenciado Juan Dionisio Puerto Carrero, Vicario General del Obispado de Córdoba: otra sentencia y provisión contra los curas de las parroquias de la localidad, para que el convento «no pague la cuarta funeral», fechada el 16 de junio del 1594; otra ejecutoria para que los síndicos (representantes del convento) « no paguen derechos reales ni concejiles» y otraejecutoria, dada por Felipe IV, «contra los que quebrataren e hicieren quebrantar los privilegios de los síndicos  y hermanos que nos hospedan en sus casas»

Cortas son las noticias posteriores sobre este establecimiento religioso. El 18 de diciembre de 1702 se concertaba con el ensamblador Cristóbal de Guadix la ejecución del retablo mayor (que albergaría las imágenes de San Buenaventura, San Francisco, Nuestra Señora de la Piedad, el Ecce Homo y Cristo crucificado) y otro lateral en el que se colocarían la imagen del Santo Cristo Crucificado procedente de la ermita de San Benito[9]. El censo de Floridablanca de 1787, señala que la comunidad se componía ese año de 17 profesos, 1 novicio, 4 legos y 7 donados[10]. A raíz de la Desamortización el edificio del convento, vendido a un particular, fue  derribado en su totalidad[11], levantándose sobre su solar el cementerio de la localidad.  

San José de la  Penitencia (Santa Clara)

Aunque por cédula real de Felipe II, concedida el 20 de febrero de 1576, se autorizaba al concejo de Guadalcanal para fundar un monasterio de monjas de Santa Clara aprovechando el hospital de Nuestra Señora de los Milagros[12], la fundación no tuvo efecto hasta que surgió la generosa aportación de Jerónimo González de Alanís, natural de la villa, quien por su testamento otorgado en 1584 en la ciudad de La Plata en el Perú disponía de 30.000 pesos de plata para la fundación de  un convento de monjas de Santa Clara, una capellanía y un pósito. No obstante, la realización de la proyectada fundación se dilató hasta que Fray Antonio Delgado (Guardián de  San Francisco de Guadalcanal), Fray Diego de Espinosa (Padre Provincial de la Provincia de Los Ángeles) y Catalina López (hermana del fundador)formalizaron la fundación por escritura otorgada en Madrid el 4 de mayo de 1591, entrando las primeras religiosas el 28 de abril de 1593[13].

Fray Juan Benítez se muestra en su informe muy parco en noticias sobre el convento. Enlo referente a la Fundación, su relato resulta muy pobre y escueto en comparación con lo que nos cuenta la crónica de Fray Andrés de Guadalupe, pues sólo alude al Fundador y su hermana. La fecha de entrada de las religiosas en el convento, procedentes de Belvis (Cáceres), y laprimera  abadesa, en todo lo cual coincide con la citada crónica. En cuanto a la comunidad, señala que en 1646 estaba compuesta por veintisiete monjas y tres donadas (mujeres que sin ser monjas, vivían retiradas en el convento), siendo abadesa la Madre Francisca de la Encarnación.

Su breve reseña del convento de San José concluye con la mención de algunas religiosas ilustres por sus vidas ejemplares y virtuosas: la Madre San Ildefonso, natural de la localidad,  Madre Leonor de San Bernardo, de la cual cuenta el hecho milagroso de que «en su tierna edad yendo a la iglesia de Santa Clara, iba delante de ella Cristo Redentor Nuestro con una cruz  en los hombros, lo cual vio con los ojos corporales, de donde nació afecto para ser religiosa» y  las Madres Catalina de San José, Antonia de la Trinidad y Francisca de San Agustín.

Muy escasas son las noticias sobre la posterior trayectoria de este cenobio. El censo de Floridablanca, de 1757, precisa que integraban la comunidad ese año 16 monjas[14]. Clausurado porel proceso desamortizador decimonónico, han llegado hasta nuestros días unos restos muy desfigurados del inmueble[15] que están siendo adaptados para fines de utilidad pública y social, De su desaparecido patrimonio artístico sólo conocemos la imagen de San José, interesantísima obra atribuida a Juan de Mesa y que a comienzos del siglo XX había pasado a la capilla de San Vicente en la misma localidad, donde fue destruida en 1936[16].


[1] GUADALUPE, Fray Andrés de: Historia de la Santa Provincia de los Ángeles. Madrid, 1662. Págs. 1-53. LEJARZA, Fidel de: «Orígenes de la Descalcez franciscana», en Archivo Iberoamericano, XXII, nº 85-86, en «Historia de la Baja Extremadura». Real Academia de Extremadura de Letras, Badajoz, 1986, Vol. II, págs. 340-351.

[2] GUADALUPE, Fray Andrés de: Op. cit. Págs. 54 -107; GUICHOT, Alejandro:  La Montaña de los Ángeles. Monografía histórico-crítica. Sevilla, 1986.

[3] VV.AA.: Catálogo artístico y monumental de la provincia de Córdoba, tomo IV. Diputación Provincial de Córdoba. Págs 256-251; Guía artística de la provincia de Córdoba. Universidad de Córdoba. Pág. 334.

[4] GUADALUPE, Fray Andrés de: Op. cit. Págs. 141-144.

[5] GUADALUPE, Fray Andrés de: Op. cit. Págs. 146-148; LEJARZA, Fidel de: Op. Cit. Págs. 29-30; FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI. Universidad Complutense de Madrid, 1987. Vol. II, págs. 770-773. 

[6] ArchivoGeneral del Arzobispado de Sevilla (A.G.A.S.), sección III (Justicia), legajo 195: «Memorial de cosas pertenecientes al Convento de Guadalcanal (1646)». 135FLORES GUERRERO, Pilar: «El arte del Priorato de San Marcos de  León de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI». Universidad complutense de Madrid. 1987. Vol. II. Pág, 704.

[7] FLORES GUERRERO, Pilar: «El arte del Priorato de San Marcos de  León de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI». Universidad complutense de Madrid. 1987. Vol. II. Pág, 704.

[8] RUIZ MARTIN, Felipe: «Demografía eclesiástica» en «Diccionario de Historia Eclesiástica Española», Madrid 1972. Vol. II. Pág. 701

[9] BAGO Y QUINTANILLA, Miguel: «Arquitectos, escultores y pintores sevillanos del siglo XVII»en  «Documentos para la Historia del Arte en Andalucía» Vol. V. Sevilla, 1932. Pág. 24.

[10] INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA; Censo de 1787…pág. 116.

[11] MADOZ, Pascual.  «Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Andalucía: Sevilla» Sevilla, 1986. (Edición facsímil de la de Madrid, 1845-1850).   Pág. 89.

[12] FLORES GUERRERO, Pilar: Op. cit. Vol. II págs. 774-777.

[13] MUÑOZ TORRADO, Antonio: «El Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca de Guadalcanal. Notas históricas». Sevilla, 1918. Pág. 22; GUADALUPE, Fray Andrés de; Op. cit. págs.. 612-613; FLORES GUERRERO, Pilar: Op. cit. Vol. II, págs. 777-781. CASTRO Y CASTRO, Manuel:«Monasterios hispánicos de Clarisas desde el siglo XIII al XVI» en Archivo Iberoamericano», Nº 193-194 (1989) pág. 119.

[14] INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA; Censo de 1787…pág. 116.

[15] HERNÁNDEZ DÍAZ, José, SANCHO CORBACHO, Antonio, COLLANTES DE TERÁN Francisco, «Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla» Vol. II, Sevilla, 1943, pág. 225.

[16] GÓMEZ MORENO, María Elena: «Escultura del siglo XVII», vol. XVI de «Ars Hispanie» Madrid, 1963, pag. 179. HERNÁNDEZ Díaz, José: «Juan de Mesa. Escultor de imaginería (1583-1627)». Sevilla, 1983, pág. 82.

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