Una página negra de la historia de Guadalcanal El caso Rabazo

Antonio Martínez Hernández (a) El Rabazo

                                                 Eleuterio Díaz López – RG año 2007

A MODO DE PREFACIO

Permítame el lector, antes que comience con la historia de este hombre famoso, aunque sea por su terrible hazaña, dedicar unas líneas de agradecimiento a las entidades que han hecho posible este pequeño trabajo de investigación:

• En primer lugar al Servicio de Archivo Hemeroteca y Publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, que conserva los periódicos de la época.

• A la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica dependiente del Ministerio de Cultura.

• A la Dirección General de la Guardia Civil. Servicio de Historia del Cuerpo.

A todos ellos, gracias por poner a disposición de los ciudadanos, investigadores profesionales o aficionados, su inmenso caudal de documentación y que podamos prestar así un servicio de información a las generaciones más jóvenes, que desconocen el pasado más cercano y en muchos casos el más lejano.

Se pueden desmontar tantos mitos, errores que muchas veces se transmiten de generación en generación por vía oral, que en más de una ocasión es fuente de deformaciones y que dan pábulo a interpretaciones interesadas o mal intencionadas.

Pertenece este hecho a lo que pudiéramos llamar la pequeña historia de un lugar, de un pueblo, una comarca, pero que en este caso rebasó las fronteras de la Sierra Norte de Sevilla y trascendió a Andalucía y a toda España.

  1. En el texto que sigue pretendo reflejar, como en hermoso “charquital”, todo el entramado social de la época, sus terribles carencias, su vida sombría, dura y anodina, unas gentes cuyas vidas no podían tener otro objetivo que satisfacer la necesidad vital de alimento. Un hombre tenía que trabajar de sol a sol y en su hato lo que llevaba era unos trozos de tocino, chorizo y pan. Vida dura e injusta para la mayoría de las gentes. Había hambre física y muchas, muchas carencias, entre ellas, la de cultura, como demuestran los índices de analfabetismo que en 1920 eran elevadísimos, del 58 % en la provincia de Jaén. Otro dato revelador es que la mitad de los niños nacidos morían antes de cumplir los cinco años, por las condiciones higiénicas e insalubres en que vivían.
  2. El tejido social en el que se desarrollan los hechos estaba enclavado en una España políticamente convulsa con posiciones extremistas enfrentadas, sin posibilidad de diálogo alguno, con atentados terroristas casi a diario, acompañado todo ello de una guerra colonial en Marruecos que era una auténtica sangría de hombres jóvenes, pertenecientes a las clases más humildes.
  3. En este contexto acontece el terrible suceso, que no es único desgraciadamente ni en la Sierra Norte, ni en toda España, pues ya se sabe, es el ambiente idóneo para las más terribles violencias y el hombre puede conocer las más bajas abyecciones. (En la finca “El Oreganal” de Alanís en mayo de 1925 a Francisco Villafuente Carmona (a) Alfares es asesinado por su compañero de trabajo Miguel Gallardo Rodríguez (a) Carrillo del Nene para quitarle la burra que poseía).

Este trabajo no pretende más que dejar constancia de unos hechos que acontecieron en época lejana y del que nos ha llegado por vía oral, lleno de lagunas, inexactitudes.

Para que el lector afronte esta historia del mismo modo en el que me vi obligado por el transcurso de la dinámica de la investigación, se transcribirá en el mismo orden de la misma. Así podrá experimentar las mismas impresiones, emociones y sentimientos que yo mismo sentí y experimenté.

Dos escenas de la Guadalcanal de entonces. La primera, Calle Santa Clara. La segunda: Una escena de Feria. Una tiene fecha del 7/09/1922 y la otra 1921. Las dos fotografías fueron realizadas por don Antonio Muñoz Torrado, se encuentran en el Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla y en la fototeca de don Plácido Cote Rivero.

El corresponsal del diario “El Liberal” en Guadalcanal escribe varios artículos denunciando al recién nombrado Alcalde, ¿Daniel Vázquez?, el estado deplorable de la calles en 1925.

En este medio físico, en este escenario geográfico, en este ambiente de carestía y pobreza, se desarrolla nuestro triste y horrible relato

El criminal es un microbio inseparable de su caldo de cultivo, el medio social.  (La Cassagne)

Pertenece este hecho a lo que pudiéramos llamar la pequeña intrahistoria -como de decía Miguel de Unamuno- de un lugar, de un pueblo, una comarca, pero que en este caso rebasó las fronteras de la Sierra Norte de Sevilla, trascendió a Andalucía y a toda España.

En ella se ve reflejado como en hermoso charquetal todo el entramado social de la época, sus terribles carencias, su vida sombría, dura y anodina, unas gentes cuyas vidas no podía tener otro objetivo que el poder satisfacer la vital necesidad de alimentarse.

La ignorancia es madre de todos los crímenes (Honorato de Balzac)

Había hambre física y muchas, muchas carencias, entre ellas, la de cultura, como demuestran los índices de analfabetismo que en 1920 eran elevadísimos, del 58 %en la provincia de Jaén. Otro dato revelador, la mitad de los niños nacidos mueren antes de cumplir los 5 años.

Siempre me había llamado la atención el dicho o expresión oída en Guadalcanal:

“Anda que eres más malo que Rabazo”.

Lógicamente que todo el mundo que la oye por primera vez pregunta:

-¿Y quién fue ese Rabazo?

Explicación:

-Un tío que fue tan malo, que asesinó a una madre, a las hijas y se las echó a los cochinos para que no lo descubrieran.

Así comienza este trabajo de investigación,- sobre un personaje, que ahora sé, que causó la tragedia a una familia, llenó de consternación, cólera y miedo a toda la comarca de la Sierra Norte de Sevilla, y que como se verá luego, transcendió a toda España.

En un principio me acerqué al sujeto con repulsa, con indignación, de que pudiera existir un personaje tan malvado, tan siniestro, que hiciera posible una historia trágica de la España profunda y que permanece en la memoria colectiva de un pueblo y de toda una comarca. Pero la dinámica de la investigación me llevó a conocer primero, la última etapa del personaje, en donde se muestra humilde y conciliador, pide perdón a su madre a la que le hace llegar una carta -él no sabía escribir- devuelve la chaqueta que le han prestado porque a él ya no le va hacer falta. A tal punto esto es así, que comento mi familia que era un infeliz.

Luego descubro el relato del triple asesinato, la descripción pormenorizada de su horrible crimen, su actitud cínica y chulesca ante las muchedumbres que lo quieren linchar, pues sabemos que comentó:- que si hubiera ido suelto y con un navaja en el bolsillo más de uno no estarían en este momento en el mundo, su actitud evasiva, mirada perdida, como si no fuera con él del juicio, el periodista comenta que tenía sensación de que no se estaba enterando de lo que se estaba jugando en ese momento en la Audiencia.

Ante esta otra imagen que me ofrecen los documentos, se reconstruye una nueva imagen que no es ya el hombre fiera que comete el crimen de dos niñas de cinco y tres años, ésta última en su cunita, de mi primera impresión, ni la creencia posterior de que era un pobre hombre .

Pensamientos y sentimientos que a medida que voy descubriendo al personaje van aflorando, muchos de ellos contrapuestos y contradictorios.

Me han traído a la memoria la sociedad que conocí cuando era niño, ambiente de una angustia vital extraordinaria con niños hambrientos y desarrapados por la calle que esperaban que alguien tirara una piel de plátano para recogerla del suelo y comérsela, o la compra como alimento de algarrobas; pero a la vez relaciones humanas más sencillas, más cercanas, de vida compartida, más solidaria y fraterna. Me han recordado lo que leemos en cualquier libro de historia: orden político muy inestable, partidos políticos con posiciones extremistas e irreconciliables y unos sindicatos revolucionarios –y esto es lo que más me ha impactado- con atentados casi a diario

Para mí fue una sorpresa la cantidad de personas que se oponen a la pena de muerte, cómo se movilizan para que Rabazo no muera en el patíbulo. El abogado D. Adolfo Rodríguez Jurado y el Alcalde de Sevilla batallan hasta el último día para conseguir el objetivo de salvarle la vida. Todo ello con el apoyo incondicional de la prensa que, a pesar de la rígida y férrea censura, publica incansablemente artículos y noticias a favor de pedir el indulto. El Cardenal Ilundain, los catedráticos de la Universidad, los estudiantes, los trabajadores de distintos sindicatos, los presos de la misma cárcel hacen llegar un telegrama a don Jacinto Benavente que en ese año había sido Rey Mago, todas las instituciones, La Diputación, El Ateneo, y un largo etcétera, pidieron incesantemente librar un día de luto a la ciudad, como decían en sus telegramas.

Las diatribas entre la clase médica unos a favor otros en contra de la idiotez de Rabazo. El Doctor Delgado Roig, el doctor Miraflores. El Doctor Roquero ven en la cárcel a Rabazo, lo lleva el abogado defensor señor Rodríguez Jurado de la Hera y certifican la anormalidad del que el reo muestra más cada día. Esto sucedía el día 5 de Febrero del 1924, dos días antes de su garrote vil.

Hoy, después de haber leído tanto sobre el personaje, estoy convencido de que era, como dice el informe de muy afamados doctores psiquiatras que han dejado sus nombres en el callejero de la ciudad de Sevilla -Avenida de Miraflores, calle doctor Delgado Roig-, un loco moral, un irresponsable de sus actos.

AJUSTICIAMIENTO

Antecedentes

El 15 de septiembre de 1923, da un Golpe de Estado el General Primo de Rivera, instaurándose la Dictadura en España. Este hecho va a influir decisivamente en el ajusticiamiento de Antonio Martínez, pues los sublevados quieren poner en orden, dicen, en el caos en el que tienen sumida España los políticos. Hay que dar una imagen de mano dura y el reo, que había sido condenado el 2 de diciembre de 1922, es ejecutado el 7 de febrero de 1924, es decir, cinco meses después del golpe militar. De nada sirven los telegramas de organismos, personalidades, autoridades, sindicatos legales, incluso sus compañeros de prisión. Hay un clamor popular por salvar a la ciudad -como dicen en sus telegramas- de un día de luto. Pero a pesar de ello Antonio Martínez Hernández (a) El Rabazo es ajusticiado el 7 de febrero de 1924 a las 8:07 horas de la mañana. Coincidiendo con la campaña para salvar la vida de nuestro personaje el Rey don Alfonso XIII, por consejo del Directorio, si conmuta la pena a Mateu y Nicolau, los anarquistas autores del asesinato del Presidente del Gobierno, Eduardo Dato.

 (19/01/1924)

Consideraciones ante la probable locura del Rabazo

La serie de artículos defendiendo la teoría de que Rabazo era un anormal, un loco moral, un caso de anestesia moral, un ciego moral, y no un simulador y que se ha cometido un error científico, la comienza el doctor Miraflores El Doctor Puelles, es más concluyente, dice que es inocente, porque cuando cometió el crimen no era dueño de su voluntad, es un enfermo de mente, un irresponsable y a los irresponsables no se les mata, sino que se les recluye y se les cura, si es posible. Solicita que se estudie por las mejores autoridades médicas y que se revise la causa

El doctor Delgado Roig escribe un artículo sobre “La locura moral”, haciendo referencia al escrito del doctor Miraflores y concluye:  “Si el Rabazo, aún siendo el criminal nato o loco moral de Rech, presenta la tara degenerativa que explica las impulsiones más digno del Manicomio que del patíbulo

El día 2 del mismo mes y año con el título Rabazo. Al Doctor Delgado. El aludido Doctor Miraflores insiste en un largo y documentado artículo sobre la personalidad de Rabazo e igualmente que el Dr. Delgado, se lamenta de la rapidez con que los Tribunales hacen informar a los peritos médicos sin darles tiempo, en caso de tanta importancia que del juicio depende, nada menos, que la vida de un ser. Sigue explicando cómo el Código en materia de responsabilidad es un obstáculo que tienen que salvar los peritos y que está basado en una teoría absurda hija de la más crasa ignorancia. Continúa diciendo que ha visitado varias veces a Rabazo y durante dos horas ha permanecido observándolo y dice: “…hemos visto que, además de la anomalía afectiva que presenta hay en él estigma morfológico tan claro y manifiesto que es preciso un grado máximo de miopía para no percibirlos. Su inteligencia presenta en forma transitoria profundas alteraciones. Los actos se hallan en él manifiestamente perturbados. Su aparente normalidad intelectual solo le alivió para poner en práctica sus instintos morbosos y para realizar un acto punible. Rabazo es un delincuente patológico. El Rabazo presenta en su vida anterior al crimen perversiones de la conducta que constituyen el germen de sus futuras perturbaciones. La falta de cariño a sus allegados, desobediencia, inestabilidad, apatía y sobre todo, una impulsividad, por motivos insignificantes, que hacía exclamar a sus compañeros de trabajo: 5

-¡Parece que está loco! …”

Rebate luego la apelación de los peritos de simulador.

Gestiones para conseguir el indulto

El 23 de noviembre de 1923 el Alcalde, Vázquez Armero, informado por el cura párroco de la Magdalena que en breve se cumpliría la sentencia impuesta por la Audiencia, envía un telegrama en nombre del pueblo de Sevilla, al embajador de España en Roma para que S. S. el Papa interceda ante S. M. El Rey de España sobre el indulto y se le conmute la pena de muerte.

Enmarcada en la campaña contra la pena de muerte que se cernía cercana, el mismo 23 de enero de 1924 publica un artículo a tres columnas que titula Muecas de la Cárcel. Ante la visión del patíbulo, una pequeña parte del mismo es una brevísima charla con “El Rabazo”, que no nos resistimos a reproducir:

Los del economato abren la ventana que comunica con el patio chico y llaman a “Rabazo”. A poco aparece éste. Nosotros nos quitamos el sombrero para que nos confunda con cualquier preso. Don Luís le da una tagarnina para que se retenga un poco en la ventana y lo veamos bien.

El condenado a muerte está decentemente vestido y se cubre con una boina. Nos mira atentamente y le dice a don Luís:

-A usted no le agradezco el cigarro. Se lo agradezco a aquel señor.

-¿Usted está tranquilo, Antonio?

-Yo sí. ¿Y por qué no?

Seguimos nuestra charla con otros presos.

Al poco, el que iba a ser ajusticiado, se retira riendo como un chico.

Seguimos nuestra charla en el Economato. Preguntamos por otros presos que mañana veremos, y al despedirnos de nuestros amigos, -lo eran y lo son ahora- vemos a un preso que dice a otro:

-Que se va; Llámalo.

-Rabazo quiere hablar con usted -nos dice.

-Aquí estamos.

Tras la cancela de hierro del patio chico aparece Rabazo, cada vez más chico, más enclenque, y más esmirriado.

-Yo na. Que haga usted por mi todo lo que pueda. Yo le estoy muy agradecido a mi abogado. Dígale que es un santo. Estoy deseando verlo entrar para darle un abrazo muy fuerte.

-¿Usted se acuerda de mí?

-Yo sí. De Cazalla y de un día que estuvo usted aquí con mi abogado y escribió usted unas cosas en el diario ¡Ya lo creo que me acuerdo!

-Pues esté usted tranquilo que su abogado y nosotros haremos lo que podamos.

-A ver si esto termina pronto. ¡Llevo aquí más de dos años! A mi no me han probao ná.

Los compañeros confirman la afirmación ”Rabazo” se obstina siempre en negar su delito; tantas veces le han dicho que tenga confianza que la tiene ciega y hasta habla de su próxima libertad. No deja de sonreír y al momento suelta una carcajada. Es un idiota, un anormal. No se comprende de otra forma su tranquilidad con lo que le aguarda… Pensó al poco de ser condenado en que lo matarían, pero el paso del tiempo y los consejos de los presos le han hecho concebir nuevas esperanzas.

El reo no habrá querido a nadie como quiere a su Defensor.

Al marcharnos de la reja Rabazo alarga la mano para despedirse de nosotros.

¡Piedad para un reo que van ajusticiar!

¡Caridad para quien en un momento de locura no supo tenerla! (Celerin)

El 23 de enero en Córdoba y el 26 en Sevilla los abogados Don Adolfo Rodríguez Jurado padre e hijo aprovechan la visita del Rey y le suplican que interceda por el reo. El Alcalde, Señor Vázquez Armero, explica al Monarca, que había dispuesto que en su trayecto hasta el Alcázar pasara por la calle donde se encontraba la Cárcel del Pópulo, para que no olvidara su petición de clemencia. El cardenal Ilundain insiste en ésta y en varias ocasiones más, en solicitar del monarca y del Directorio la clemencia para con Rabazo.

De todas ellas hay una petición de indulto que a mí me ha llamado la atención, el telegrama que dirigen a Don Jacinto Benavente varios presos compañeros de presidio:

A usted como hijo adoptivo de Sevilla y como mago que fue en la pasada fiesta Reyes, suplicamos los presos de esta Cárcel pida al Rey el indulto del anormal Rabazo condenado a muerte, siendo así el salvador de un hombre.

            A pesar de todo, las noticias son muy pesimistas, pues el señor Rodríguez Jurado recibe una carta del secretario particular del Rey-el 3 de febrero- en donde le manifiesta que el General Primo de Rivera ha estudiado el caso del Rabazo, pero no ve el medio de aconsejar al Rey el indulto.

Cuando llegue el Rey a Madrid tendrá una conferencia con Primo de Rivera para tratar de ese asunto en exclusiva. Solo confía Don Adolfo Rodríguez Jurado en la petición masiva del pueblo de Sevilla y el desplazamiento de las autoridades a Madrid .

Así se hace, el alcalde el día 4 por la noche, viaja a Madrid y en el mismo tren va también Don Adolfo Rodríguez Jurado, (padre), con el mismo fin. En Sevilla queda el hijo Señor Rodríguez Jurado de la Hera, gestionando ante Sociedades, Corporaciones y Hermandades que reiteren, una vez más, la solicitud de indulto. Por la tarde había estado en la cárcel acompañado del doctor Roquero para que reconociera a Rabazo, que cada día que pasaba, mostraba más signos de enfermedad mental.

El 5 del mismo mes de febrero llegan a la Presidencia del Directorio el Alcalde, señor Vázquez Armero y el exdiputado a Cortes, señor Rodríguez Jurado. Se entrevistaron con el Presidente, el general Primo de Rivera, para pedirle una vez más el indulto del reo y después conferenciaron con el miembro del Directorio, señor Vallespinosa, Subsecretario de Gracia Justicia, a quien le plantearon la cuestión en términos jurídicos. Le dieron cuenta de que el Abogado Defensor había entregado en la Audiencia un certificado de tres eminentes médicos sevillanos, entre ellos, el doctor Roquero, decano honorario de la facultad de medicina, en el que declara al Rabazo como un enfermo mental. Notificó también el Señor Rodríguez Jurado que la Sala Sentenciadora había admitido un escrito del Defensor del condenado, pidiendo la información que concede la Ley acerca de la comprobación del estado mental de los reos. En esta información se admiten las pruebas que aduzca la Defensa oída la Academia de Medicina. Esto hace que la ejecución se tenga que suspender hasta que esté terminada toda la tramitación legal

Después de esta entrevista los dos personajes sevillanos están optimistas y piensan que por lo menos se retrasaría la entrada del Rabazo en capilla y se ampliaría la prueba pericial.

Hay que destacar la incansable labor llevada a cabo por su abogado D. Adolfo Rodríguez Jurado de la Hera que hasta que no se cumple la pena, no ceja de batallar por implicar a las autoridades civiles, religiosas, académicas, de las letras, sindicatos y hasta varios presos para que soliciten la conmutación de la pena. Viaja varias veces a entrevistarse con El Rey, con el Ministro competente, Gracia y Justicia, para salvarle la vida.

Otros paladines de la causa del indulto fueron los diarios “El Liberal” y “La Unión” que alentaron y promovieron desde sus páginas la campaña contra la pena de muerte del reo. Lo entrevistaron en la cárcel y lo mostraron de forma positiva; publicaron los innumerables telegramas que se dirigieron al Rey y al Directorio; realizaron varias entrevistas a Don Adolfo RodríguezJurado. Desde el 23 de enero hasta el 7 de febrero divulgaron alguna noticia del asunto del Rabazo.

En fin, hicieron todo lo que pudieron para “librar a Sevilla de un día de luto”

Pero el día 6 el periódico “El Liberal” nos cuenta que el verdugo ya ha llegado a Sevilla, a pesar las negativas que obtiene del director de la cárcel señor Pozuelo. Afirma con rotundidad que el ejecutor de la justicia se encuentra en Sevilla y que el colega, diario “La Unión”, publica hasta la fotografía del mismo. Se aloja en el piso alto de la cárcel en la habitación dedicada a botiquín. Y es más, dan hasta el nombre. Se llama Don Casimiro Municio Agueda. Luego dedica una columna entera a especular sobre su vida, su familia, su hogar, para terminar abogando porque pronto deje el oficio

        Efectivamente, “La Unión” abre su página tercera del día 5, con las fotografías del reo y de su verdugo. Nos cuenta que a pesar de las reservas con que habían llevado los trámites, ellos sabían que el ejecutor llegaría la tarde del día 4 en el tren correo procedente de Madrid. Así fue, a la hora antes citada baja una pareja de la benemérita que acompañando a un hombre…, siendo conductor (portador) de una caja cuya visión interior nos llenó de tristeza. Comenta que el público al verlo entre la pareja de los guardias y abrazado a su nefasta caja intuyó de quién se trataba, formándose corrillos tanto en la estación como a la llegada a la puerta de la cárcel.

Este periódico dedica noticias, comentarios, reproduce cartas, artículos de opinión, relacionadas con nuestra historia, nada menos que en las páginas 3ª, 4ª y 5ª. Lo mismo en los días sucesivos hasta el 7 que se produce la ejecución.

El 7 de febrero “El Liberal” trae dos noticias contradictorias -se nota que las órdenes eran que no trascendiera nada de lo que se estaba preparando en la cárcel y parece que lo consiguieron- pues sale en la página 3 la opinión pesimista del señor Alcalde y del señor Rodríguez Jurado todavía en Madrid y en 4ª informa a los lectores que Rabazo entró en Capilla a las 2 de la tarde del día anterior, por lo que las gestiones que se estaban realizando en Madrid habían fracasado. Y lo que es peor dice: cuando este número llegue a poder de nuestros lectores, el reo habrá sido ejecutado.

Al parecer la censura no permitió que se diera la noticia antes, sino cuando ya la orden había sido cumplida y de forma muy escueta. Es más, en la página anterior había un lugar en blanco, que al parecer era la información que tenía preparada sobre la ejecución del reo Antonio Martínez Hernández (a) Rabazo, pero que le impidieron que saliera.

Sin embargo en otras provincias, si que la dan y de forma pormenorizada, como se verá continuación.

Repercusión del ajusticiamiento en el resto de España.

Hemos encontrado referencia sobre ejecución de Rabazo en muchas provincias españolas. Nos vamos a referir a las que lo tratan con más amplitud.

Como dijimos anteriormente, hay rotativos que burlan la censura y relatan el acontecimiento con todo lujo de detalles en algunos casos, pormenores morbosos y que vamos a prescindir para no herir la sensibilidad del lector.

“El Correo de la Mañana de Badajoz”,informa el día 6 de febrero (fechada el 5, pág.4ª) de todas las gestiones que se están haciendo para salvar la vida del reo Rabazo.

El día 7 (fechada el 7, pág. 4ª) también de forma exhaustiva da cuenta a sus lectores del proceso que antecedió a la entrada en capilla y ejecución:

Comienza por relatar el escrito del Abogado Defensor señor Rodríguez Jurado que había entregado al señor Fiscal solicitando el aplazamiento de la pena, ya que el condenado estaba loco como justificaba por la certificación de tres médicos especialistas en psiquiatría Doctores: Don José Romero, Don Juan Delgado Roig, Don Cristóbal Zaragoza. Después de un largo estudio por parte de la Sala Sentenciadora lo informa negativamente por lo que el proceso de cumplimiento de la pena de muerte no se puede aplazar y lo comunica a Madrid.

Sigue relatando los preparativos de la siguiente forma:

A las tres y media de la madrugada de ayer llegaron los hermanos de la Paz y Caridad para preparar la Capilla. Hoy entró en la Cárcel de guardia una sección del Regimiento de Granada número 34 al mando de un oficial.

Desde el mediodía de hoy (6) fuerzas de caballería de la Guardia Civil prestaran servicio de vigilancia en las inmediaciones de la cárcel.

Durante todo el día han estado circulando telegramas a Madrid pidiendo al Directorio el indulto de Rabazo.

El patíbulo será levantado en el llamado patio chico, donde en otras ocasiones fueron ejecutados otros reos.

El aparato lo trae el verdugo de Madrid, por lo que no se utilizarán los dos de la Audiencia de Sevilla.

Pocos minutos después de llegar el verdugo de Madrid don Casimiro Municio Agueda se recibió una orden del Presidente de la Audiencia disponiendo que quedase en la prisión hasta nueva orden.

El verdugo Municio fue el que realizó la última ejecución, que tuvo lugar en Lérida y después de Sevilla marchará a Jaén a realizar otra.

A la una de la tarde quedó constituida la Hermandad de la Caridad para realizar los preparativos pertinentes.

A las dos y media se reunieron nuevamente en el Hospital de la Caridad, desde donde salieron, como es costumbre a pedir limosna por el sufragio del que van a ajusticiar.

A las tres de la tarde se constituyó en la Audiencia el Tribunal Sentenciador integrado por el Presidente de la Sala de la Sección Primera señor Otero y los magistrados señores Suárez y Serrano.

Después se trasladaron a la sala de presos donde hicieron comparecer a Rabazo.

Este venía acompañado de dos empleados de la cárcel y dos alguaciles.

El Presidente leyó al reo la sentencia.

Rabazo quedó un poco parado con los ojos bajos y después exclamó:

– Lo sabía todo. Me lo figuraba, aunque no entiendo de estas cosas.

Se le preguntó que si quería copia y él contestó que sí y diciendo asimismo que no sabia firmar.

Se le entregó la copia, firmando como testigo los empleados de la Cárcel.

Rabazo pidió que le cambiaran los grilletes pues le apretaban y le molestaban.

Se accedió a su petición. Entonces se quitó la chaqueta que llevaba y pidió que se la devolviera a un compañero suyo de prisión llamado el Montañés, que se la había prestado.

Un empleado de la cárcel fue a cumplir el encargo, volviendo al poco rato otra vez con la chaqueta y diciendo a Rabazo que el Montañés había dicho que se la regalaba.

El Rabazo salió de la sala diciendo:

-Esto me tenía que suceder, pero me lo ocultaban porque me quieren.

Poco después entró Rabazo en capilla.

En el altar hay colocado un crucifijo y una Virgen de los Dolores.

Un hermano de la Caridad le puso un escapulario de la Virgen de los Dolores y Rabazo lo aceptó diciendo:

-Esta es la única Virgen que puede salvarme.

Hablando con un empleado de la Cárcel dijo Rabazo que ayer le sucedieron cosas muy extrañas que le hicieron presentir lo que hoy le iba suceder. Después como observara que le faltaba la gorra, dijo al mismo empleado

-Seguramente me la he dejado en el patio y algún compañero se la habrá guardado como recuerdo mío

El Rabazo pidió una taza de café que le fue dada

La noticia de que el Rabazo ha entrado en capilla ha producido profunda impresión en Sevilla. El médico de la Cárcel pulsó al Rabazo al entrar en capilla observando que iba tranquilo, que tenía 70 pulsaciones por minuto. Constantemente se telegrafía a Madrid, insistiendo en la petición del indulto.

En cuanto a la ejecución se da la noticia muy escueta en el ejemplar del día 8 (fechada el 7) en la 1ª pág., pues dice expresamente que la autoridad ha prohibido que se den noticias explícitas sobre la misma. Solamente resalta y hace hincapié en la tristeza de la gente y que muchas familias se han ausentado de la misma para pasar el día en los alrededores

El jueves 7 de febrero de 1924, en la página 3ª, el diario “El Noticiario Gaditano” nos relata:

Esta mañana ha sido ejecutado Antonio Martínez Hernández (a) Rabazo.

Sevilla.- Durante toda la noche el reo Antonio Martínez Hernández (a) Rabazo ha estado acompañado en su “capilla” de los Hermanos de la Paz y Caridad, del capellán de la cárcel y otros sacerdotes y religiosos de diversas órdenes.

El reo mostrabase en un estado sereno, charlando con sus acompañantes y tomando café. Solo se advertíasele nerviosidad en la frecuencia con que fumaba.

A la ocho en punto el capilla indicole al reo que había llegado la hora trágica.

“El Rabazo” se puso de pie con serenidad y dijo:

-¡Vamos!, comenzando a caminar lentamente, impedido por los grillos, dirigiéndose hacia el patio de la cárcel donde se había levantado el patíbulo. Entre las manos llevaba un pañuelo blanco, que le levantaba los grillos para facilitarle la marcha.

El reo aún cuando notábase algo nervioso daba muestra de gran resignación.

Durante la noche dijo repetidamente a sus acompañantes que no tenía esperanzas alguna de que se le concediera el indulto.

El verdugo estuvo sólo, pues nadie le ayudó a que levantara el siniestro artefacto y cavar el hoyo del palo.

Al triste acto solo asistieron, además del personal y funcionarios judiciales, los periodistas sevillanos don Antonio López, don Fernando López Grosso y don José de la Flor, como vecinos de Sevilla.

El reo sentóse, pero como el corbatín estaba muy alto, tuvieron que colocarle dos o tres almohadas para elevarle lo suficiente.

Como en la operación transcurriera algunos minutos El Rabazo dijo con voz apagada:

– ¡A ver si terminamos pronto!

El verdugo atóle tres correas: una a la cintura y las dos restantes a los brazos y pies.

A las ocho y siete minutos, el verdugo llevó a cabo su terrible tarea, encontrándose arrodillados todos los que presenciaron el fúnebre acto.

El cadáver fue retirado inmediatamente y colocado en un ataúd.

Dijeronse funerales por el alma del reo y luego condujese al cementerio.

En los alrededores de la cárcel encontrabase una enorme cantidad de público, que esperaba ver la aparición de la bandera negra, señal de que ya había sido ejecutado Antonio Martínez “El Rabazo”.

“La Prensa Astur” de Gijón da la noticia el 8 de febrero fechada en Madrid el 7 y el 8 de esta forma:

La pasada noche y esta madrugada quedaron terminados preparativos para la ejecución del Rabazo ya que se había recibido oficialmente la noticia de que el indulto había sido denegado.

De madrugada se dijeron dos misas en la capilla de la prisión. En la segunda de ella Rabazo recibió la comunión.

El reo se mostraba muy decaído. Los sacerdotes y Hermanos de la Paz y Caridad le prodigaban palabras de consuelo. La capilla quedó constituida en el patio chico de la cárcel.

A las ocho y diez de la mañana quedó cumplida la sentencia. Presenciaron la ejecución además de las que reglamentariamente tenía que asistir cuatro periodistas sevillanos. Una vez que el verdugo cumplió con su misión los médicos se acercaron y reconocieron el cadáver. Doce minutos después de ejecutado el Rabazo los médicos notaron que aún se sentían pulsaciones y que todavía el corazón seguía latiendo. Cuando empezaron a paralizarse los latidos del corazón descendieron el cadáver del patíbulo y lo colocaron en una caja negra con galones dorados.

Los hermanos de Paz y Caridad que lo habían auxiliado hasta los últimos momentos recogieron el cadáver y lo condujeron metido en la caja a la capilla del cementerio

A la diez de la mañana se celebró en la Iglesia de la Magdalena un funeral por el alma de Rabazo, asistiendo los sacerdotes y los hermanos de Paz y Caridad que estuvieron con él hasta el postrer momento. Mañana se le dará sepultura.

En toda Sevilla reina una profunda consternación por haberse cumplido la terrible sentencia contra el Rabazo, aunque tenían muy pocas esperanzas de que fuese concedido el indulto dada la magnitud del crimen cometido por el reo.

“Crónica de Almería” da escuetamente la noticia de su muerte diciendo que había sido ejecutado esta mañana a las a las ocho en presencia de contadísimas personas. En los alrededores se congregaron algunos grupos de curiosos. Poco después el cadáver del reo fue conducido al cementerio. Los hermanos de Paz y Caridad le hicieron unos funerales como si se tratara de un socio de la hermandad.

Previamente en días anteriores había publicado noticias sobre gestiones del Alcalde y el Señor Rodríguez Jurado encaminadas a obtener el indulto.

Los hechos.

¿Qué ocurrió para que a este hombre le fuera aplicada la pena capital?

Así lo cuenta el periódico “El Liberal” edición de Sevilla el día 4 de junio de 1920, que habían tenido noticias de que habían aparecido tres cadáveres en las inmediaciones de Cazalla, aunque no había aún informes oficiales, y sigue relatando:

Un individuo hasta ahora desconocido penetró ayer en la casilla número 91, Km. 150 de la línea férrea Sevilla a Mérida, y como unos 4 Km. de Cazalla de la Sierra, dio bárbara muerte a la guardabarrera Carolina Cortés Merchán, de 31 años de edad, y a sus dos hijas, Carmen y Antonia, de 5 y 3 años. Carolina estaba casada con José Romero Martínez, que como obrero de la vía trabajaba en las obras de un túnel, distante a unos dos kilómetros del lugar del suceso.

El criminal se ensañó con las víctimas, apuñaló repetidamente a Carolina a la que le produjo una tremenda herida en el cuello, golpeándole la cabeza con una piedra de gran tamaño, y luego para escapar de una posible delación asesinó también a las dos niñas.

El móvil del crimen parece ser que es el robo porque se ha echado de menos un dinerillo que tenía ahorrado.

En este mismo día del crimen la madre de Carolina, natural y vecina de Guadalcanal, decidió ir a visitar a su hija como hacía con frecuencia y se apeó del tren de Mérida a la salida del túnel. Como no hubiera salido al paso del tren, la llenó de inquietud que aumentó al comprobar que su hija no salía a la puerta de la casilla a recibirla, así que fue en busca de su yerno, José Romero y otro obrero que le acompañaba. Fueron diligentes a la casilla donde encontraron un cuadro dantesco.

En primer término encontraron el cadáver de la niña Carmen, bárbaramente apuñalado el cuerpo. El cuerpecito de la infeliz criatura también había sido mutilado por cerdos que por allí merodeaban. Horrorizados se detuvieron en la puerta hasta que llegó el capataz de la sección donde trabajaba, el cual penetró en la alcoba, y contempló un cuadro aún mas desolador, la hija Antonia de 3 años también yacía en su cunita también asesinada.

Salieron fuera y junto al ramaje encontraron el cadáver de Carolina y junto a ella la piedra ensangrentada con la que le habían golpeado.

El capataz telegrafió desde la misma estación a las autoridades de Cazalla y de Alanís.

De madrugada llegó el juzgado de Alanís y actuó en las diligencias previas.

Por la mañana se hizo cargo de lo actuado el Juzgado de Cazalla, ordenando el traslado del cadáver a Cazalla en donde causó una verdadera consternación el cortejo fúnebre.

Y continúa el relato del periodista:

La circunstancia que han rodeado a este suceso, que pasará a la historia de los grandes crímenes, han hecho que el vecindario de Cazalla muestre de una manera unánime y exaltada su indignación contra el asesino que ni ante el borde de una cuna donde dormía una criaturita de 3 años, detuvo su puñal asesino.

Se descubre y detiene al asesino.

Estaba a la sazón la primavera en su cenit y las praderas amapoleaban y verdegueaban a un ritmo sincopado movidas por el aire. Las sierras lucían sus mejores vestidos de jara tomillo, romero, espliego, zumaque, esplendiendo como mocita en Domingo de Ramos. Un aroma a sierra agreste y bravía lo invadía todo. El tintineo de los rebaños, el gorjeo de alondras y jilgueros, los cantarines regatos componían la más perfecta sinfonía que ni Mozart pudiera imaginar, cuando, el último día de mayo de 1920, al terminar su trabajo, decide Antonio Martínez Hernández (a) “Rabazo”, marchar a su pueblo, Guadalcanal, ya que se encontraba en la finca arrendada por el Pimentero en el término de Constantina. Se pone en camino campo a través, por aquellos montes de Dios, y ya de noche llega a la majada del Pelao, donde decide pernoctar. A la mañana siguiente, uno de junio, después de tomar café, se dirigió a la Casilla número 91 de la línea férrea Sevilla-Cáceres, donde vivía una paisana y amiga de la infancia, Carolina Merchán Cortés con objeto de preguntarle si quería algo para su madre ya que iba para el pueblo. Permaneció charlando amigablemente con ella hasta las 12, y a esta hora Antonia le pregunta si desea ver las patatas y los ajos que tenía sembrado en la tierra colindante. Salen a verlo. Carolina va delante, lleva dos cubos para traer agua del pozo cercano.

Estaba a la sazón la primavera en su cenit y las praderas amapoleaban y verdegueaban a un ritmo sincopado movidas por el aire. Las sierras lucían sus mejores vestidos de jara, tomillo, romero, espliego, zumaque, esplendiendo como mocita en Domingo de Ramos. Un aroma a sierra agreste y bravía lo invadía todo. El tintineo de los rebaños, el gorjeo de alondras y jilgueros, los cantarines regatos componían la más perfecta sinfonía que ni Mozart pudiera imaginar.

            Rabazo va detrás. Entonces él siente la pulsión, el deseo irresistible de matarla, saca rápidamente la navaja que después pierde, la coge por la cara e intenta darle un tajo en el cuello, pero ella se revuelve y en su defensa muerde en un dedo, esto hace errar el golpe. Luchando caen en el suelo. Consigue levantarse con más rapidez que él. Huye en una carrera desenfrenada a través de la tierra sembrada de ajos y patatas. Su intención es llegar al vallado y librarse de la furia del asesino. Intenta saltar el vallado, pero tiene la mala suerte de que se le enrede la falda en el ramaje del vallado, cayendo al suelo. Rabazo aprovecha esta circunstancia y antes que se levante, salta el vallado, la coge por la cara y le asesta varios cortes profundos en el cuello. Busca una piedra grande que había cerca y le propina varios golpes en la cabeza. Una vez asegurado que su víctima yace muerta, se dirige a la casilla, pero en ese mismo momento sale la hija de 5 años, Antonia. Ciego por el deseo irrefrenable de matar, repite la hazaña. La coge de la cintura y la entra a la casilla, donde le propina varias heridas profundas en la garganta.

Entra en la alcoba, donde la otra hija de Carolina, Carmen, que no se ha percatado de nada, juega en la cuna. Impulsado por una acometividad irresistible, la degüella como a la hermana. Poseído de una agitación, de una agresividad y una ofuscación invencible, como si de un toro bravo se tratara, deambula por la casa en la alcoba ve un arca, levanta la tapa y revuelve la ropa hasta que encuentra una cajita, la abre y encuentra dos billetes de 100 peseta y tres billetes de 50. Se guardó el dinero y tiró la caja. Sale. Está como poseído, con una excitación, con una fiereza incontenible e indomable. Si hubiera aparecido alguien por ese lugar, habría sido víctima de su labor destructora.

Se dirige a un regajo cercano, se sienta, está extraordinariamente nervioso, cuando logra serenarse un poco, abre su petaca recosida con correa de gato, lía un cigarro y lo enciende. Al terminar tira su colilla y se quita la camisa que está empapada de sangre. Permanece un poco de tiempo sentado, se levanta y como sonámbulo comienza a caminar sin rumbo fijo, sin darse cuenta que se deja la camisa y la petaca en el suelo. No camina mucho y encuentra otro arroyo, ya ha logrado serenarse algo y percibe que tiene sus pantalones y camisetas llena de sangre. Se los quita e intenta quitarle las manchas de sangre sin conseguirlo por completo.

Dirige ahora sus pasos a la majada del Pelao donde ha dejado la burra. Le pone la albarda y emprende viaje para el pueblo, Guadalcanal.

Ya en Guadalcanal se dirige a su casa y su mujer advierte que trae la ropa manchada de sangre:

-¿Oye, y estas manchas de sangre?

– Me he cortado sacando corcho.

Le da sesenta pesetas a su esposa y ya con ropa limpia sale a la calle.

Recuerda que tiene unas deudas y se dispone a pagarlas.

Se dirige a la farmacia y al zapatero y le paga veinte pesetas a uno y diez al otro.

Luego busca a su cuñado y le da doscientas pesetas para que se la entregue a un tal Miguel Cubillo (en el sumario Miguel Criado Márquez) como parte de pago de los 150 olivos que le tiene comprado. Luego fue a la tienda y se compró un sombrero que le cuesta 16 pesetas.

El día 4, a la siete de la tarde, estando en un prostíbulo, es detenido por el cabo 1º de la Guardia Civil don José Rebollo Montiel y el guardia 2º don Juan Piñero Bernabé, ambos del puesto de Alanís y gran conocedores de las gentes de la zona. Llevaban varios días investigando por los cortijos cercanos el terrible acontecimiento y producto de estas sagaces diligencias le llevaron al descubrimiento del asesino.

Fue llevado a cuartel de la Guardia Civil. A las veinte horas llega el Teniente Jefe de Línea, don Joaquín Ortega y comienza el interrogatorio que apenas si fue tal pues, tras identificarse como Antonio Martínez Hernández (a) Rabazo, que tenía treinta y ocho años, natural de Guadalcanal y que estaba casado, se reconoce como el autor de los asesinatos de Carolina y sus dos hijas, relatando los pormenores de los espantosos hechos.

Es trasladado en caballería a Cazalla de la Sierra y tanto en Guadalcanal como en Cazalla el público le increpa e intenta lincharlo, pero la fuerza pública, utilizando todo el personal disponible en la zona, logra salvarle la vida.

Ante el juez reproduce la confesión que hizo ante la guardia Civil redundando en los mismos detalles de los crímenes narrados.

            Llama la atención con la celeridad con que la Guardia Civil descubre al asesino.

En tres días tiene resuelto el caso y lo que es más llamativo, la alta moral y compromiso con el cumplimiento de su deber: los guardias solicitan de su jefe que no les ordene descanso hasta que no encuentren al agresor. Así se publica en “El Liberal”  las referencias oficiales y en ellas frases elogiosas a la Guardia Civil y a sus miembros que intervinieron en su descubrimiento y captura. Hasta el punto que se relacionan los nombres de todos los participantes en los trabajos de diligencias e investigación.

Otro hecho curioso es que se abrió una suscripción popular para premiar a los guardias y que en los primeros momentos había alcanzado la cantidad de 500 pesetas.

Se practicaron dos detenciones anteriores a la de Antonio Martínez (a) Rabazo, José Barragán Gardón (o Gordón) (a) el Torrontero, natural de Guadalcanal y residente en el cortijo “Los Cachos” del término de Cazalla y antiguo novio de Carolina, y Juan Nieto natural de Cabeza del Buey que parece ser lo vieron merodeando por el lugar de los crímenes.

El Teniente de la Guardia Civil encomienda a don José Rebollo Montiel cabo de Alanís -gran conocedor de la gente que habitaban en la zona- acompañado por el guardia Juan Piñero Bernabé, realizara diligencias por majadas y cortijos.

Estas sagaces pesquisas, les llevan a Guadalcanal sobre las 16 horas del 4 de junio 1920 y a las 7 de la tarde detienen al presunto asesino en una casa de prostitución.

El Juicio

Era frecuente en los rotativos de la época, que tuvieran un capítulo para lo acontecido en los tribunales: Audiencia y Juzgados. Así que desde los altercados, robos, y homicidios hasta las vistas de la Audiencia se reproducen tal y como se desarrollan, en su total literalidad.

         En este caso , fue dado a conocer con minuciosidad de detalles las cuatro sesiones que se necesitaron para que el procesado fuera declarado, por la Sección Primera de la Audiencia y los Jurados de Cazalla de la Sierra, culpable de un delito complejo de robo con tres homicidios, en el que concurren las circunstancias agravantes de alevosía, abuso de superioridad, ejecutar el hecho en despoblado y en la moradas de las ofendidas por lo que se le condenaba a la pena de muerte

En la Primera Sesión de la causa  contra Antonio Martínez Hernández se leyeron las Conclusiones Provisionales del Ministerio Fiscal, Señor Quero y las del Abogado Defensor señor Rodríguez Jurado de la Hera.

Solamente vamos a referirnos a las de la Defensa porque la del Fiscal coincide con lo relatado anteriormente con ocasión de narrar los Hechos, salvando algunos detalles sin significación con la sentencia.

El Defensor considera que su patrocinado no es el autor de los sucesos que se le atribuyen y que si esto no se considerase, se tuviera en cuenta la enajenación mental que le hace irresponsable de sus actos. En la hipótesis de ser responsable procede condenársele por tres homicidios sin circunstancias, a la pena de 14 años, ocho meses y 14 días por cada uno y a cuatro meses y un día por el delito de hurto.

Comparece el procesado que niega rotundamente que fuera el autor de los hechos imputados por el señor Fiscal, que ante la Guardia Civil se confesó autor por los malos tratos recibidos de aquélla, y ante el Juzgado, porque a consecuencia de los malos tratos recibidos se convirtió en una bestia y no era consciente de lo que hacía o decía..

         En la segunda sesión  declaran los siguientes doctores como prueba pericial practicada a petición de la Defensa:

Peñalosa, Lupiáñez, González Meneses, Ruiz Moja y Espejo.

Todos, menos el doctor Bernáldez, no encuentran al Rabazo como una persona anormal y sostienen que no está falto de sentido moral por lo que es responsable de sus actos. Consideran que no padece anestesia epiléptica porque la simula. Disienten, por lo tanto del doctor Bernáldez que considera en el encausado una cierta anormalidad y perturbación ya que padece de anestesia epiléptica

En esta sesión declaran los testigos, que pintan el perfil del presunto homicida como hombre vago, jugador, bebedor y mujeriego. Contradice esta opinión el testigo Miguel Criado Márquez que manifiesta que el Rabazo se había dedicado siempre al jornal y que no le reconoce vicio alguno, que trató con él la venta de unos olivos recibiendo doscientas pesetas a cuenta, después de ocurrido los crímenes de la casilla.

El cabo Primero de la G. Civil José Rebollo Montiel, testigo presentado por el fiscal, relata lo sucedido desde que supo el descubrimiento del delito.

(Como ya ha quedado anteriormente narrado no lo repetimos)

Sigue contestando las preguntas del fiscal y da conocer algunos datos que desconocidos hasta ahora:

Al ir a la casa del inculpado a detenerlo, la esposa le manifiesta la ruina que suponía el acto cometido por su esposo y le confesó el dinero que le había entregado.

Los guardias impidieron que el pueblo de Cazalla, que se amotinó, lo linchara.

Relata la entrada en la sala de armas del cuartel hincado de rodillas pidiendo perdón por su culpa; refirió con todo lujo de detalle los crímenes cometidos y el lugar del monte donde escondió la blusa manchada de sangre, la cual fue encontrada por los guardias. Afirmó que en ningún momento fue objeto de malos tratos como puede atestiguar el Alcalde de Guadalcanal que presenció el interrogatorio y declaración.

Comparecen varios testigos sin aportar nada nuevo digno de interés. Se pasó luego a la lectura de los documentos: atestado de la Guardia Civil, autopsia, declaración del testigo que fumó un cigarro con él en la puerta de la casilla el día del crimen, prueba pericial de los doctores del reconocimiento de las ropas manchadas de sangre lavadas y que eran de sangre humana

A la sesión tercera le ofrece el rotativo dos páginas: una dedicada exclusivamente a dar su visión personal de lo que estaba ocurriendo en la sala: las reacciones de Antonio Martínez (a) el Rabazo la actuación del Fiscal y del Abogado Defensor. 

Otra relata objetivamente y con detalle todo el acontecer de la Tercera Sesión al más puro estilo notarial.

En la primera comienza el periodista diciendo:

Hoy hemos ido a la Audiencia a ver el tristemente célebre criminal, acusado de tres asesinatos.

Empieza el fiscal, señor Quirós, que no necesita mucho para acumular cargos.

El Rabazo está entre los guardias y no parece enterarse. Está el procesado bastante mejor de salud que cuando le vimos en la cárcel de Cazalla en los días que fuimos a dicho pueblo para hacer información del crimen de Teyssieres, cuya vista comenzará la semana próxima.

El Rabazo estaba entonces muy enfermo. Lo vimos atado con una cadena a una gruesa barra al pie de un camastro y recordamos haber dicho entonces que el criminal no llegaría al día de la causa. Hoy está bastante mejor. La vida sedentaria de la cárcel le ha prestado. Su tipo sigue siendo tan repulsivo como entonces –y conste estas líneas se escriben para que supere la piedad si llegara (a) dictarse el terrible fallo que pesa sobre el delincuente. Tiene el tipo del ser degenerado; la cabeza pequeñísima; el pelo ralo, pelo de rata, clarísimo; su figura esmirriada, enclenque, no predispone a su favor. El desgraciado nada tiene que agradecer a la naturaleza.

Está escuchando al fiscal y no le presta atención. Reconcentrado, ensimismado pensando a caso en lo que se le viene encima, echa la vista al suelo y se nos antoja que el pelo se le va encrespando más.

Cuando el fiscal termina su aplastante discurso, acumulando cargos y cargos contra el procesado, el público rumorea comprendiendo el regalito que le queda a la defensa, el señor Rodríguez Jurado, que merece toda clase de elogios por haberse encargado de la defensa de “el Rabazo” sin pertenecerle.

El joven abogado en la primera parte de su informe ha estado habilísimo, y todo su talento lo ha puesto al servicio de ese hombre temible, odiado por todos. Punto por punto va rebatiendo los cargos del fiscal con elocuencia arrebatadora unas veces y con mucha fortuna siempre.

El público subraya muchos párrafos con muestras de aprobación. Nosotros felicitamos al simpático joven, que tan a maravilla está cumpliendo su humanitaria misión. Si tuviéramos nosotros que fallar lo haríamos con la defensa, que no sabe ya a que apelar ni de qué hablar para iniciar al Jurado en misericordia.

Si no triunfara el señor Rodríguez Jurado y de la Hera, para nosotros ha triunfado en toda línea, porque hemos presenciado el debate.

El Rabazo escucha a su defensor atentamente, y a veces creemos ver su ojo arrasados de lágrimas, si este tipo es capaz de llorar. Sus ojos pequeños y hundidos están fijos largo rato en la persona o el objeto que miran. Le sostenemos la mirada largo rato -veremos muchas noches entre sueños, la cara de ese hombre- y podemos más que él. Ni una vez ha sonreído ni su rostro se contrae. Está anonadado. No logra reanimarse ni con las frases que va escuchando de su defensor, que toca todos los resortes a la piedad. Sólo cuando el señor Rodríguez Jurado y de la Hera demostraba que el Rabazo jamás pegó a su madre, se le vio asomar una tenue sonrisa a su cara inexpresiva, fría, de idiota.

La Presidencia suspendió el acto para continuarlo por la tarde .Desfiló el público. Muchos jóvenes amigos felicitaron al defensor.

La G. Civil se hizo cargo del “Rabazo” a quien preguntamos al atravesar la barra:

-¿Vas más tranquilo?

“Rabazo” nos mira atentamente y no nos contesta. Hace un mohín que se nos antoja, más que sonrisa, desdén y sigue a sus guardianes.

¡Dios quiera que el perdón nos evite un día de luto en Sevilla!

En la segunda deja constancia de lo que expone cada parte: la acusadora y la defensora. Solamente vamos a consignar aquellos argumentos y datos que no han quedado reflejados con anterioridad.

Al comienzo de la sesión el Abogado pide el aplazamiento por la ausencia del testigo, el médico de Guadalcanal, don Antonio Martínez, pero no se suspende El Fiscal elogia el atestado de la G. Civil, destaca la labor del cabo de Alanís por haber encontrado, obtenido la confesión y a la vez, salvando la vida del amotinamiento popular, al encausado. Hizo notar como pruebas importantes el encuentro de la blusa en lo abrupto del monte, el hallazgo de la petaca del Rabazo cerca del cadáver de Carolina, las manchas de sangre del cuerpo. Sostienen que el Rabazo fue a la casilla a robarla y asesinarla. A las niñas las mata para que no le delaten. Rebate la presunta locura del Rabazo por los informes de los doctores Lupiáñez y Peñalosa. Refuta que es robo y no hurto con argumentos convincentes. Solicita un veredicto de acuerdo con sus conclusiones: pena de muerte. 

La Defensa intenta convencer al Jurado con palabras que le muevan a la misericordia. Expresa su bisoñez en el campo de la abogacía, y cita al sumario como verdadero documento y las verdaderas pruebas son las que se practican en el juicio. Cita un caso, crimen del cortijo el Gallego. Se confiesa autor ante la Guardia Civil y Juzgado, pero cuando llega el sumario a la Audiencia y en el juicio, se presenta una denuncia de los verdaderos autores del delito. La confesión que el Rabazo hace ante la G. Civil es la de un loco. Niega que el Rabazo haya dicho donde se encuentra la blusa en el monte. Y rebate que la sangre en la ropa interior sea sangre de las víctimas, ya que el informe afirma que es sangre humana, sin determinar a quien perteneciere. Por otro lado duda pudiera atravesar un pantalón de pana. Afirma que la sangre era producto de una hemorragia nasal de cuando se quiso arreglarse su hernia inguinal en el monte.

Pasa a analizar la prueba pericial afirmando que el encausado es un epiléptico y a consecuencia de esta enfermedad padece amnesia. Y que en el caso que se imputara el delito lo habría cometido en el ataque de epilepsia.

El Doctor Bernáldez afirmó que en el procesado estima una característica de la epilepsia cual es la falta de contracción de la pupila en presencia de la luz, afirmación que no rebatió ninguno de los dos técnicos. Y continúo insistiendo que es característica la ferocidad característica en los actos realizados por los epilépticos, ferocidad que se revela en todos los detalles que se le imputan al Rabazo, afirmación ésta que tampoco ha sido rebatida por otros peritos.

Que el señor Lupiáñez ha sostenido, sin demostrarlo, que es un loco simulado, que su anestesia moral es fingida. Y que el mismo señor Lupiáñez en conversación sostenida con el Defensor anteriormente y fuera del acto había reconocido que el Rabazo es un loco moral. Continúa con lo mismo expresado en la Sesión Primera.

Rabazo condenado a muerte, 2 de diciembre de 1922.

El presidente de la sección primera de la Audiencia, señor Otero hace un resumen muy conciso y elocuente.

Analiza las pruebas documentales y testifícales. Recomienda al Jurado al contestar a la preguntas del veredicto, se atenga a lo que en el sumario se recoge y obren en justicia.

El veredicto consta de 17 preguntas que después de deliberadas son contestadas una vez reanudada la vista, en sentido afirmativo todas las preguntas de cargo y negativamente las que se refieren a si hubo provocación por parte de la víctima.

El Tribunal de Derecho dictó sentencia de acuerdo con la petición del Fiscal, señor Quirós: Pena de muerte y en caso de indulto la inhabilitación perpetua y el pago de diez mil pesetas como indemnización.

El público oyó la sentencia en un profundo silencio.

El Rabazo no parecía enterarse de nada. Miraba absorto a las personas que se le acercaban con cara de estúpido, de idiota. Actitud que no ha variado en todas las sesiones de la vista de su causa.

El periodista recoge la opinión de un jurisconsulto sin decir su nombre:

-Ese hombre es un ser degenerado, un idiota que ni sintió lo que hizo, ni ahora se preocupa de lo que puede sucederle. No me atrevo a decir un irresponsable, pero no es un cínico.

Varias personas se le acercaron y le dijeron que no perdiera las esperanzas porque Sevilla haría todo lo necesario para que impedir que se llevara a cabo la sentencia. El reo en voz baja y sin darle importancia dijo:

-¿En qué ha quedado todo esto?

Se le dio a conocer el terrible fallo y Rabazo sin inmutarse, sin mover un músculo de su cara, sin mostrar una mínima preocupación, replicó:

-Me quedo igual que antes

Y siguió a los guardias que le condujeron al coche.

Todos los que contemplaron la escenas comentaban parece que no se ha enterado de nada, que no ha llegado a comprender el fallo del Jurado… Muchas personas le hablaron de la petición del indulto y no muestra ni agradecimiento, ni contrariedad por el fallo. El abogado defensor si mostró su descontento, disgusto y decepción por no haber podido conseguir algo de lo que pedía.

La prensa, ese día, se comprometió a defender desde sus columnas la petición del indulto ofreciéndose al abogado, señor Rodríguez Jurado y de la Hera, en lo que pudiera considerar oportuno, y creo que lo cumplió con creces, como queda reflejado en todas las líneas de este trabajo.

Colofón

Como final de esta historia no puedo por menos dejar constancia de mi gratitud a don José M. Álvarez Blanco que al pedirme que realizara este trabajo de investigación, me ha permitido mostrar mi agradecimiento al pueblo de Guadalcanal que me acogió como uno más de sus hijos, abriéndome la puerta de su amistad y consideración .

A Plácido Cote Rivero por sus gestiones y generosidad en facilitarme algunas fotografías

Joaquín Silvestre Prieto que con su escrito de 20.09.2006, me ayudó a encontrar el día de los asesinatos.

Comencé mis indagaciones en el mes de abril de 2006 y terminé de escribirla el 2 de abril del 2007

Documentos consultados

Diario “El Liberal” edición de SevillaPropiedad de la Hemeroteca Municipal de Sevilla, números:

7017, 7018, 7020, 7023. Ejemplares de los días: 30/11/1922, 01/12/1922,  02/12/1922, 03/12/1922, 23/11/1923, 23/01/1924,  24/01/1924, 25/01/1924,  26/01/1924, 31/01/1924, 02/02/1924, 03/01/1924,  04/02/1924,05/02/1924, 06/02/1924, 07/02/1924.

“Diario La Unión” Propiedad de la Hemeroteca Municipal de Sevilla,  Ejemplares de los días: 02/02/1924, 03/01/1924,  04/02/1924, 05/02/1924,  06/02/1924, 07/02/1924.

“El Correo de la Mañana” de Badajoz. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Badajoz. Ejemplares de los días:  06/02/1924. Pág. 4ª,  07/02/1924 Pág. 4ª,  08/02/1924 Pág. 1ª.  05/06/1920. Página 3ª

“El Noticiario Gaditano”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Cádiz. Ejemplares día: 07 /02/ 1924, Pág. 3ª, 05/12/1922. Pág. 3ª;

“La Prensa Astur” de Gijón. Biblioteca Municipal de Gijón. Ejemplares días: 07/02/1924 página 5ª, 08/02/1924 página 5ª

“Diario de Almería”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería. Ejemplares días: 08/02/1924, pág.2ª; 03/12/1922. Pág. 2ª, 05/06/1920. Pág. 2ª

“Crónica Meridional”.

Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería.  Ejemplares días: 08/02/1924; .Pág. 6ª, 03/12/1922, Pág. 6ª; 05/06/1920, Pág. 6ª

“La Independencia”. Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Ministerio de Cultura. Biblioteca Estatal en Almería.  Ejemplar día: 07/02/1924. Pág. 2, 08/02/1924. Pág. 2

“El Día de Palencia”  Ejemplar día: 07/02/1924. Pág. 3ª

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