Una obra de retablo entre “lo italiano” y “lo flamenco” en Guadalcanal (1575): Una interpretación de la documentación conservada

José Ignacio Clemente Fernández

Licenciado en Historia del Arte

Publicado en Revista de Guadalcanal 2019 (pág. 57/58)

            La Iglesia de Santa Ana del municipio de Guadalcanal fue reconstruido a inicios del siglo XVI en estilo mudéjar, su estado de ruina en el siglo XXI obligó a una intervención integral en 2007. Pocas son las noticias que se conservan de las obras de arte mueble que ennoblecieron el edificio, algunas fotografías de la Fototeca del Laboratorio de Arte de Sevilla desvelan algunos de ellos, pero es a través de la documentación histórica el modo en que conocemos el nombre de artistas y estilo de las obras.

            El 12 de diciembre de 1569 el Prior de la Provincia de León le encarga a Antonio Florentín -pintor y entallador vecino de Zafra y de procedencia seguramente italiana- un retablo para el altar mayor de la iglesia de Santa Ana de la localidad, el precio total se estimó en 300 ducados de oro y finalizando la obra el 25 de diciembre del año siguiente (1570), eso sí, se le adelantaron 37.500 maravedíes.

Florentín no debió cumplir con el contrato -no se conoce el motivo-, asique el 14 de Agosto de 1571 establece concierto para realizar la obra con un entallador flamenco, con residencia en la ciudad de Badajoz, llamado Hans de Bruselas. Por lo que se deduce del contrato posterior –no se conserva el pliego de condiciones de éste-, la obra debía de ser “un retablo de imaginería de siete tableros” y  la fecha de entrega debía de ser para la Pascua Florida de ese mismo año, pero de nuevo no se cumplió “por algunas cosas de impedimentos e ocupaciones” –Florentín andaba licitando con el pintor llerenense Gonzalo Mexia y el sevillano Pedro de Villegas Marmolejo las pinturas para el retablo de Fuentes de León-, esto llevó a ambos artistas a un enfrentamiento judicial pues los comitentes seguían exigiendo el cumplimiento del contrato tras haber hecho descargo de los 37.500 maravedíes iniciales.  

El año de 1575 fue decisivo en los requerimientos de la mayordomía de la Iglesia de Santa Ana. Tras la estancia en prisión de Antonio Florentín, el 22 de Abril de 1575 Hans de Bruselas concierta con él la obra del retablo de imaginería para el altar mayor.

Retablo de Llerena

A través de este tercer documento se conocen las condiciones de la obra: debía ir provista de siete tableros y una caja para la imagen titular, además Hans de Bruselas se obligó a devastar la madera para la imagen titular, el retablo debía medir 23 palmos de alto (un poco más de 5 metros) y 18 palmos de ancho (algo más de 4 metros), debía llevar un sagrario en medio con el tema de la Resurrección en la puerta y a los lados San Pablo y San Pedro con su tabla de columnas y serafines, en el primer orden o piso los tableros de pintura debían medir 7 palmos de alto y 5 de ancho, la caja de Ntra. Sra. unos 4 palmos con sus columnas y tres pilares, en el segundo orden o cuerpo debía haber dos tableros del mismo tamaño que los de abajo, entre ambos tableros un Cristo de bulto –de talla- de cinco palmos y su tablero para albergarlo de 10 palmos de alto; el retablo debía rematado con un frontispicio y en cabos -los extremos- unos remates de tallas “que hinchan los lados del medio circulo”, toda la obra del retablo a de ser “resalteada”, las columnas “abalaustrada”, con los tableros en madera de borne, las columnas de pino, los pilares con molduras y capiteles, etc. Los comitentes parece que recortaron los plazos pues en dos mes debían estar hechos los tableros y el resto para la Pascua Florida, su precio total fueron 115 ducados, al margen de las pinturas que debió realizar Antonio Florentín.  

Se trató de una obra de relativo tamaño y tallada en un momento en el que el estilo plateresco aún era la estética en boga, un estilo que en la retablística empleó la pintura para los temas principales y la talla, muy abigarrada y menuda, para los soportes –balaustres y pilares-, las cornisas, frontispicios, puertas de sagrario, etc; temas tallados que representaban serafines, animales fantásticos, cabezas, vegetación, etc.

Tanto Hans de Bruselas como Antonio Florentín disfrutaron de bastante renombre en la provincia de Badajoz, la documentación refleja una amplia actividad, desde Badajoz, localidad más al norte de la provincia y capital de su obispado, hasta Guadalcanal, limítrofe con el Reino de Sevilla; localidades como Badajoz, Fuentes de León, Llerena, Ribera del Fresno, Zafra, etc, pero además Brozas en el caso de Hans de Bruselas, fueron los destinos de estos dos artistas provenientes de lugares tan lejanos como los Países Bajos e Italia. 

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