La Veracruz dentro y fuera

Salida de Cristo amarrado a la columna

Ignacio Gómez Galván

Semana Santa del año 2008

La Semana Santa de Guadalcanal, para definirla, qué mejor como lo decía Andrés Mirón, “…de ahí que, cofradieramente, la Semana Santa de Guadalcanal comience el Domingo de Resurrección y termine el Domingo de Ramos. Lo que media es puro éxtasis”.

Es muy diferente observar una procesión en la calle, que verla en la iglesia. Hay pequeños matices que no se llegan a sentir, por muy metido que esté uno en la Semana Santa.

Anoche no pudo salir la Hermandad de la Veracruz, bueno, salió, pero no salió, me explico. A las ocho y media de la noche, que era su hora de salida, apareció la cruz de guía por la puerta de la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción. Nazarenos con túnica y capirote negro y capa verde, fueron surgiendo del interior del templo. Poco a poco fuimos oyendo la voz de capataz que animaba a sus costaleros que sobre sus hombros traían a Jesús Amarrado a la Columna, despojado ya de su túnica, con la que lo podíamos haberlo visto hace unos años, en esa mañana del Jueves Santo en el momento que era prendido.
Ya está en la calle el paso de este Cristo, amarrado a una reluciente columna forrada de plata, del siglo XVII.

El capataz pide silencio y después de animar a sus costaleros, les dice: ¡al cielo! y una salva de aplausos de todos los que asisten a esta salida procesional que parece que quisieran ayudarle a subir ese paso al cielo.

A los sones de tambores y trompetas de esta Banda del Cristo del Amor, los costaleros van meciendo a Jesús y poco a poco se van alejando.
El guion que anuncia la aparición de los nazarenos de la Virgen, ya está en la puerta. Parece que duda de traspasarla, como si no quisiera romper el hechizo que se vive en esta Plaza de España, completamente llena de personas que están aplaudiendo cada “levantá” del paso de Jesús Amarrado a la Columna.
Pero ocurre, que han comenzado a caer pequeñas gotas de agua, como si las nubes indecisas no se atrevieran a romper lo que se está viviendo dentro y fuera, en la iglesia y en la plaza, con la Virgen y con el Cristo.

Hemos asistido a dos procesiones en esta noche de Jueves Santo. Estábamos en ese momento en la misma puerta y teníamos que elegir entre fuera o dentro, con Jesús o con María de la Cruz, difícil elección.

Virgen de la Cruz

Hemos entrado en la iglesia y había otra procesión. Nazarenos y nazarenas, costaleros y capataces, todos miraban hacia Jesús que se alejaba, pero entre Él y Ella, ahora existe una barrera que es la lluvia que poco a poco ha ido aumentando.
Decíamos que no es lo mismo ver una procesión fuera que dentro. En el interior los nazarenos y nazarenas no llevan el capirote y vemos que no es lluvia lo que tienen en el rostro, estos nazarenos y nazarenas, estos costaleros y capataces, están llorando. A algunos no se les ven las lágrimas, pero seguro que, si nos acercamos a ellos y sólo le rozáramos, no podrían contenerse.

Aunque estamos dentro del templo, aquí la procesión no va por dentro, la procesión se palpa, se huele, se oye, se ve, estamos dentro de la procesión, formamos parte de esta procesión. El capataz no dice una palabra, pero todos los costaleros van ocupando sus puestos debajo del paso. ¡Vamos valientes, al cielo con Ella! Y la Virgen de la Cruz se siente ascendida por sus costaleros, que, con suavidad, sin prisa, han iniciado un movimiento de pasos muy cortos, como si quisieran saborear este pequeño aperitivo que su capataz les ha querido dar.

La Banda de Música Ntra. Sra. de Guaditoca, se ha incorporado con sus marchas a esta procesión de dentro. No se oye ni un murmullo, sólo el tintineo de las bambalinas.

El sonido de las cornetas y tambores de la Banda del Cristo del Amor, nos devuelve a la realidad. La lluvia ha seguido aumentando y la cruz de guía, ha tenido que dar la vuelta.

Existe esa otra procesión de fuera, también sus nazarenos y nazarenas, aunque no los veamos, vienen llorando. También esos costaleros y capataces vienen con los ojos brillantes y se vienen preguntando, qué ha pasado durante este tiempo dentro, qué han hecho con la Virgen de la Cruz, qué han pensado, qué han sentido, durante este lapso de tiempo que ellos han estado fuera y nosotros con su Virgen dentro.

Me cruzo la mirada con un amigo, no le digo nada, no quiero rozarlo, no podría contenerse… sé lo que pensaba.

 Jesús de nuevo en su templo, su Madre le espera. La lluvia siempre es buena, hoy nos ha permitido conocer dos procesiones, la de dentro y la de fuera.

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