La mejor corona

Monumento a Pedro Calderón de la Barca en Madrid

Loa para celebrar el aniversario del nacimiento de D. PEDRO CALDERON DE LA BARCA, escrita por D. Adelardo López de Ayala, en colaboración de la Sra. Diaz de Lamarque, la Srita. de Velilla y los Sres. Alvarez Surga, Bueno, Campillo. Cisneros, De-Gabriel, Ester, Fernandez-Espino, Jimenez-Placer, Lamarque de Novoa, Segovia, Velazquez y Sanchez, Velilla, Vidart y Vincent y Campoamor. (1)

PRECÉDELA UN PRÓLOGO DE FERNAN CABALLERO. La música del Himno es del maestro D. EMILIO ARRIETA.

IMPRESO EN SEVILLA. FRANCISCO ALVAREZ Y C.ª, Impresores de SS.AA. RR. y Honorarios de Cámara de S.M. – Tetuán, 25. AÑO 1868.

EN LA TRASLACIÓN DE LOS RESTOS DE CALDERON

Gloria y delicia de los pátrios lares,

¡Gran Calderón!, de tu fecunda vena

el copioso raudal el orbe llena

venciendo espacios y cruzando mares.

Difunden hoy tus dramas á millares

las prensas de Leipsick, los oye Viena,

y hasta en las playas bálticas resuena

el cisne del modesto Manzanares.

¡Oh hispana juventud! Si al arduo empeño

de hollar del Pindo la sublime altura

no te alentare porvenir risueño,

esa pompa, ese mármol te asegura

con muda voz, que si la vida es sueño,

siglos de siglos el renombre dura.

JUAN NICASIO GALLEGO

PERSONAJESACTORES
ESPAÑASRA. GUTIERREZ
PEREZASRA. FENOQUIO
LA DAMA ESPAÑOLASRA. PÉREZ (D.ª VIRGINIA)
LA NIÑA DE GOMEZ ARIASSRA. RODRÍGUEZ
LA DAMA DUENDEDRA. PÉREZ (D.ª CLOTILDE)
LA GRACIOSASRA. MORILLA
D.ª ÁNGELA (En ¿Cuál es mayor perfección?SRA. MONTAÑÉS
LA FAMAN. N.
EL ALCALDE DE ZALAMEASR. GARCÍA PARREÑO
EL GRACIOSOSR. GARCÍA (D. PEDRO)
EL DEMONIOSR. GARCÍA (D. JUAN)
EL ENTUSIASMOSR. PARREÑO (D. JULIO)
SEGISMUNDO (En la vida es sueño)SR. MARTÍNEZ
EL CABALLERO ESPAÑOLSR. RICO
LOS AUTOS SACRAMENTALESSR. CAMPOAMOR
LUIS PÉREZ, EL GALLEGOSR. MARTÍNEZ
EL MÉDICO DE SU HONRASR. CAMPOAMOR
EL VIEJOSR. CALVO
DON TORIBIO CUADRADILLOSSR. HERMOSA
DON ANTONIO (En cuál es mayor perfección)SR. PASTOR
DON CIPRIANO (En El Mágico prodigio)SR. BARBERÁ

El himno fue cantado en la primera representación de esta Loa, que tuvo lugar en el Teatro de San Fernando de Sevilla el 17 de enero de 1868, por la tiple Sra. Passerini, el tenor Sr. Landi, el barítono Sr. Coliva y el cuerpo de coros.

PROLOGO.

Los poetas de Sevilla, unidos para conmemorar dignamente la memoria del más grande de nuestros dramáticos, del insigne Calderón, en el aniversario de su natalicio. nos han honrado deseando que asociemos nuestro modesto nombre a los distinguidos suyos; cosa que sólo podemos hacer en la sencilla y trivial prosa, que formará la cubierta que resguarde los preciosos escritos que componen la Loa dedicada al mencionado objeto.

Ésta inspirada obra del Sr. D. Adelardo López de Ayala venga noblemente al gran poeta español del desdén de la anterior centuria, que fue una era de mal gusto literario en que se eclipsó momentáneamente su gloria y su recuerdo, pues hasta el sol sufre eclipses; pero como el Fénix. a quien el fuego divino hace renacer con nuevo brillo y nueva vida de su sudario de cenizas, la presente generación, rompiendo la fría mortaja del indiferentismo, encumbra y glorifica el nombre del egregio dramático.

No siendo nosotros poetas sino de corazón, que es lo mismo que ser filarmónicos sin voz, que sienten y no expresan la música, no podemos contribuir a la delicada ovación rendida al vate de la caballerosidad y la hidalguía españolas, sino felicitando con un sentimiento muy parecido a la gratitud, a los que hoy se muestran tan dignos hijos de aquel a quien honran como a padre y maestro.

No es sólo en la Corte donde se abriga el saber, la cultura, el entusiasmo y la poesía. Más modesta y menos decantada, más ajena de pasiones políticas, y más distante de toda sátira, hermana bastarda de la poesía, existen aquellas dotes y sentimientos en las provincias, y con intenso placer unimos a este aserto la prueba concluyente que ofrece esta bellísima Loa.

EI Sr. D. Adelardo López de Ayala, nacido casi bajo el Cielo andaluz, formado a las letras en Sevilla, no ha tenido más que desearlo, al volver a ella, y estimular con su ejemplo, para que hayan acudido presurosos a su llamamiento las poetisas y los poetas de esta ciudad, brindándole olorosas flores con que completar la corona que hoy ciñe a las sienes del Príncipe de nuestros dramáticos, para honra del que la mereció y de los que se la han tejido. Hasta aquellos que, como el docto literato Sr. D. José Fernández Espino, se hallaban ausentes y ocupados en graves tareas parlamentarias, han hallado inspiración y tiempo para enviar su ofrenda; y un célebre compositor, el Sr. Arrieta, se ha asociado desde la Corte al pensamiento, suspendiendo trabajos que le daban honra y provecho, para escribir la música del himno con que la Loa termina y que sólo lo primero ha de proporcionarle. Todos han contribuido a este noble tributo, inspirados por los sentimientos más dulces y laudables de respeto, admiración, simpatía y amor, formando una corona de estrellas al luminar que brilla y brillará siempre con tan vi vos resplandores.

El Sr. D. Adelardo López de Ayala invocó al entusiasmo, y el entusiasmo invocado por tal voz y con tal objeto, no podía menos de despertarse en todos los corazones. Al entusiasmo es debida esta preciosa Loa, digna en verdad de alabanza por su objeto, por la perfección del desempeño, y por el admirable poder que revela de la poesía, que une a tantos para admirar y celebrar al que de ello se ha hecho digno.

Aplaudámosla, pues, ardientemente; y tú, ¡oh Calderón! desde el lugar designado por Dios en otro mundo mejor a las almas justas y superiores y a los corazones selectos, ten una sonrisa de agrado para homenaje tan espontáneo, tan unánime, tan puro, tan sincero, y di: «¡España, aunque degenerada en parte, siempre es mi España!»

Fernán Caballero.

Selva corta: entre los árboles se descubre la entrada del Templo de la Fama.

(España aparece sentada sobre una peña: apoya el brazo derecho sobre el león. A su espalda se levanta la bandera española)

ESCENA PRIMERA. ESPAÑA Y LA PEREZA

ESPAÑA
Ay de mí!  
PEREZA       
Si estás enferma,
el sueño tus penas graves aliviará.
ESPAÑA
                  Sólo sabes
aconsejarme que duerma.
Cuando me duermo, en seguida
turba mi sueño el espanto:
despierto y padezco tanto
que quisiera estar dormida.
No acierto cómo vivir,
pues ya no puedo alcanzar
ni fuerza para velar
ni calma para dormir.
PEREZA
Duerme: tu afán y tristeza
grande sosiego reclaman.
ESPAÑA
Tal vez por eso te infaman
con el nombre de Pereza.
PEREZA
Aunque mi celo baldone
la maledicencia impía,
no temas, España mía,
que yo jamás te abandone.
Mi tierna solicitud
infaman, y de esta suerte
solitaria quieren verte
en el mar de tu inquietud.  
Ya no tienes ni un amigo
de los muchos que algún día
te amaron. Yo todavía
tu huella constante sigo.
Centinela de tu alma
que gime en dolor profundo,
yo por tus venas difundo
el bálsamo de la calma.
¿Qué fuera de ti, mi bien,
en tu abandono espantoso,
si yo, que soy tu reposo
te abandonara también?
ESPAÑA
¡Ay, tienes razón, amiga;
tus brazos me dan sosiego;
más yo lo disfruto y luego
me asalta mayor fatiga.
Y a pesar de la inacción
que me postra y desconsuela
hay algo que siempre vela
dentro de mi corazón.
Algo que me hiere siento,
punzada interior y aguda
que me aterra, y es sin duda
la voz del remordimiento!
Sí, que este manto brillante
se escapa ya de mis hombros,
y está deshecho en escombros
mi patrimonio gigante:
y yo en infortunio tanto
tengo las manos ociosas
y de ruinas tan preciosas
ningún alcanzar levanto!
Ver a mis hijos me aflige
en el descuido en que están
y mañana no tendrán
un techo que los cobije. (Se levanta)
¡Oh! debo al punto salir
de este vergonzoso estado
y respetando el pasado
pensar en el porvenir;
dar a mis hijos aliento,
infundirles nuevo ser
y enseñarles a mover
las manos y el pensamiento;
y acostumbrar mis sentidos
al trabajo bienhechor,
aunque crujan de dolor
mis huesos entumecidos.
PEREZA
¡Qué sensaciones tan nuevas
te asaltan!… Mira por ti;
sosiégate; ven aquí; (España se sienta)
no te agites; no te muevas.
Mira que si rompe el freno
la actividad turbulenta
¿Quién calmará la tormenta
que ha de estallar en tu seno?
Mira España que tu vida peligra,
si menos firme… (Repara en que se ha dormido)
Más… ¡Oh, gozo! Antes de oírme
se me ha quedado dormida! (La contempla con satánica satisfacción)
Pronto diste a Belcebú
tu repentina firmeza,
y yo, que soy la Pereza,
aún duermo menos que tú!
Aumenta con el descuido
tus desgracias infinitas,
que tú sola me desquitas
de tanto como he perdido.
Todo el mundo contra mí
se revuelve en cruda guerra:
ya no hay un palmo de tierra
que no me arroje de sí.
Y aumenta mis ansias vivas
ver en su extensión inmensa
tanto cerebro que piensa
y tantas manos activas!
Tú sola me das abrigo
con amor dulce y eterno;
ya hubiera vuelto al infierno
si no contara contigo.
Goza tu calma funesta,
que este inerte corazón
es ya la sola mansión
que en todo el mundo me resta!

ESCENA II

DICHOS Y EL ENTUSIASMO

ENTUSIASMO
¡España! (Dentro)           
PEREZA
¡Oh! me atormenta esa voz.
¿Quién será? Sabré oponerme…
ENTUSIASMO
¡España! (Entrando)  
PEREZA        
¿Quién intenta el sueño perturbar…?
ENTUSIASMO                
Quien nunca duerme.
PEREZA
¿Quién eres tú?                     
ENTUSIASMO
Yo soy… más ¿qué profiero?
tu mente envilecida no puede conocerme… (la Pereza quiere hablar)
ni yo quiero conocerte en mi vida.
Oye mi voz: ¡despierta!                                            
PEREZA
(¿qué pretende?
ENTUSIASMO
¡Despierta!  (tocándola)                    
ESPAÑA
¿Quién me llama?
¿quién me ofende?
ENTUSIASMO
Mírame bien, España:
¿te encuentras tan sumida en tu marasmo
que ya te ofende y te parece extraña
la voz del Entusiasmo!
Feliz en otros siglos fui contigo;
por largo tiempo me llamé tu amigo;
y acaloraba tu virtud severa
con mi férvido aliento soberano,
y exaltaba tu fe; y esa bandera
que hoy replegada sus desdichas llora,
tremoló, conducida por mi mano,
en ambos hemisferios vendedora!
ESPAÑA
Habla: el olvido de la gloria mía
no es tanto que me atreva a rechazarte;
ni soy tan infeliz que todavía
dentro del corazón no tengas parte.
¿A qué has venido?                            
ENTUSIASMO
Vengo a recordarte
que hoy es aniversario de aquel día
feliz para las Letras españolas,
en que nació el portento
de inspiración, de ingenio y ardimiento,
Sol de la hispana escena sin segundo,
DON PEDRO CALDERÓN, a quien ofrece
corona el cielo, admiración el mundo.
ESPAÑA
(Recordando) D. Pedro Calderón… sí; me parece
que su nombre aplaudí; más hoy… de fijo…
no acierto…                            
ENTUSIASMO
Calla, calla por tu vida.
¿No merece tal hijo
la madre que lo olvida! (Pausa)
Nunca tuvo más alma que la tuya
el genio audaz que tan penosamente
recuerdas; ni ha tenido
un concepto tu mente
ni una virtud tu pecho esclarecido
que asunto no haya sido
de su fecunda inspiración valiente.
Son sus obras tu vívido retraso:
allí dejó brillantes y animadas
todas tus cualidades estampadas;
menos tu olvido ingrato!
El alma copió de tal manera,
que aunque posible fuera
que la fortuna ávara
tu corazón hiriera
y tu muerte lograra;
tal como fuiste en tus mejores días,
con todo tu valor, virtud y gloria,
eterna por su ingenio existirías,
enclavada del mundo en la memoria:
que él pudo colocarte
en la mansión del Arte;
único templo a quien en vano hiere
del tiempo destructor la mano dura,
y de ese templo a la mayor altura
se eleva Calderón y el cetro adquiere
que aún en sus manos vigorosas dura.
Hónrale, pues, España.
Con emoción en su dureza extraña
celebra el nacimiento
de su vate inmortal la Gran Bretaña:
sus hijos, a quien llaman mercaderes,
en tan dichoso día
suspenden el rumor de sus talleres;
y con franca alegría
y corazón ufano
agradecen al cielo
que a Shakpeare les diera por su hermano.
Alemania de Schiller la corona
de año en año renueva,
y en su alabanza eleva
populares canciones.
El genio de Moliére ostenta Francia,
y con noble arrogancia
la gloria de sus ínclitos varones
engrandece y abulta.
Generosa y constante
un siglo y otro siglo Italia culta
perfecciona la estatua de su Dante.
No pienses que ninguno está delante
del Ingenio Español por quien imploro.
Si es amor no es posible, que el decoro
te mueva, España, a celebrar su gloria.
Venga la Fama con clarín sonoro
y renueve en tus hijos su memoria…
ESPAÑA
¡Venga la Fama, sí, y al hijo mío…!
PEREZA
Modera, España, tu imprudente brío:
no llames a la Fama: no lo intentes:
genios más eminentes debes honrar primero.
¿Qué has hecho por la gloria
de un Francisco Suarez, cuya ciencia
trazó el derecho natural, escrito
por la mano de Dios en la conciencia?
Piensa en Lulio y en Vives y en Montano,
y en Sánchez el Brocense, que profundo
buscó las bases del lenguaje humano;
y en Sebastián de Elcano,
el primero que dio la vuelta al mundo.
Recuerda a tus valientes capitanes
en titánicas lides,
los Gonzalos de Córdoba, los Cides,
Corteses y Pizarros y Guzmanes.
Piensa en aquellos cuyas sabias manos
condujeron tu nave extraviada,
Cisneros y Ensenada,
González de Mendoza y Jovellanos!
y en aquellos también que con desvelo
la verdad de la historia han registrado,
solemne voz del tiempo que ha pasado,
Mariana, Solís, Moncada y Melo…!
ESPAÑA
Tienes razón.                             
PEREZA
Cediendo a los encantos
del Entusiasmo loco e importuno,
hoy por honrar a uno
vas a ofender a tantos!
ENTUSIASMO
¡Ah! Ya conozco tu malicia inmensa
que mis arranques a estorbar se lanza;
apelas a la hipócrita alabanza
para aguzar el dardo de la ofensa.
De mil modos consigues el intento
de que España jamás honre a ninguno,
y te resignas a alabar a ciento
para matar a uno!
Cuando en el mundo a tu pesar brillaban
los héroes que ha evocado tu perfidia,
entonces ¿no te acuerdas, miserable?
te llamabas la Envidia.
A todos los marcaste con tu hierro,
que a todos les costaba el conocerte
la prisión o el destierro,
a calumnia o la muerte.
No pudiendo robarles su guirnalda
con clavos en su frente la fijaste,
y a algunos por la espalda
el corazón caliente arrancaste.
Muertos ya te conviertes en Pereza,
y te sientas, infame, en sus sepulcros
para estorbar su póstuma grandeza.
Y aun muertos gimen en tus redes presos!
y de muchos tu saña asoladora
ha borrado las tumbas, y aún se ignara
qué hiciste de sus huesos!
ESPAÑA
¡Me estremece!                                
PEREZA
Destierra
ese pueril espanto.
Mira, España, tu tierra
cubierta con su manto.
ENTUSIASMO
Calla, que el alma oprimen
tus trágicos acentos.
¿Dónde están los soberbios monumentos
que tus hechos recuerden y sublimen?
¿Las estatuas que animen
las plumas, las espadas y pinceles?
No producen laureles
las tumbas de tus héroes; que esa fiera,
siempre enemiga de su verde rama,
envidiosa una vez y otra grosera.
ha sembrado de sal la España entera,
como solar del noble que se infama!
ESPAÑA
¡Ay de mí!                      
PEREZA
Ven: no escuches lo que dice.
ENTUSIASMO
¡Teme, España infelice,
teme que al cielo ofenda
tu ingratitud horrenda
y ese fecundo seno esterilices!

PEREZA
¡Te insulta!                             
ESPAÑA
Vamos, sí.
ENTUSIASMO
(Desesperado)               ¿Te vas? (España se detiene)                                                      
PEREZA
Delira.
ESPAÑA
(Siento angustia moral!)
PEREZA
(Queriendo llevársela) Teme su ira.
ENTUSIASMO
No eres sola en el mundo; no repito
mi ruego, ni tu apoyo necesito
para honrar la memoria
del gran poeta ¡Templo de la Fama!
¡Vivienda de los nombres inmortales!
El entusiasmo acude a tus umbrales,
abre tus puertas, abre tus puertas que mi voz te llama.

(Mutación: Templo de la Fama. En el centro un templete con el busto de Calderón)

 ¡Hola! ¡Damas, galanes, caballeros,
hidalgos y pecheros,
humildes y soberbios personajes
del teatro inmortal Calderoniano!
Grandes creaciones que su ingenio eterno
arrancó soberano
al cielo y a la tierra y al infierno…!
¡Venid a mí, vuestro favor imploro!
y en visible apariencia
volved por el decoro
del que os dio la existencia;
y pues su patria ingrata le abandona
acudid a mi voz: vuestra presencia
ciñe a su frente La Mejor Corona. (1)  

ESCENA III

Dichos y los personajes evocados, que aparecen agrupados detrás del busto de Calderón. Todos se adelantan a la voz de Entusiasmo, menos El Alcalde de Zalamea, Los autos sacramentales y el Demonio, que salen al tiempo de hablar; éste último por escotillón.

LA DAMA ESPAÑOLA
Dª. Ana de Lara (dama de Mañanas de abril y mayo)  
Calderón, tú cual modelo me pintaste de nobleza,
y honor, dignidad, firmeza,
fueron mi constante anhelo.
Amor puro debí al cielo
que en el dolor se acrisola,
de alma virtud la aureola
ceñiste a mí altiva frente…
¡Oh! gracias, genio eminente,
yo soy la Dama Española.  

Mañanas de abril y mayo,
ricas de aromas y colores,
dadme vuestras bellas flores
y de vuestra luz un rayo:
No es letárgico desmayo
al contemplarlo enmudezca,
dadme que anhelante ofrezca
homenaje a su memoria,
y que al fulgor de su gloria
entusiasta lo enaltezca.  
¡Salve, genio soberano!
Tú ensalzaste mi decoro,
y ante el mundo, sin desdoro,
preséntame el pueblo hispano.
¡Salve!… no el desdén que insano
preclaros nombres empaña,
podrá herirte con su saña,
que por mí, con digno acento,
bendecirán tu talento
Las Damas todas de España (2)  
EL CABALLERO ESPAÑOL  
Acoge, gran Calderón,
de mi entusiasmo la ofrenda;
¿Quién del honor en la senda
no te rinde admiración?
Por ti la Íbera nación
nombre alcanza venerado,
que de españoles dechado,
y de la Escena monarca,
el mundo tu cetro abarca,
de uno a otro polo acatado.  
Por ti, como el claro Sol
que allá en la azulada esfera
aparece y reverbera
tiñéndola en su arrebol,
El Caballero Español
osténtase generoso
galán, discreto, animoso,
y Dios, su Dama y su Rey,
son su culto, son su ley,
son su norte poderoso.  

Nadie cual tú retrató
la castellana hidalguía,
ser de caballeros guía
sólo tu genio alcanzó!
Hoy ante tu imagen yo,
como noble, agradecido,
palmas bato enardecido,
y al aplauso universal
uno el aplauso leal
de un español bien nacido (3)
SEGISMUNDO
(En la Vida es sueño)  
Y a mí, vate inmortal, cuando tu fama
la voz ensalza de la Europa entera,
a su júbilo unido, aquí me llama
a darte honor mi obligación primera.
Nadie cual yo te debe; tú me diste
aliento y ser; y si ideal modelo
de la grandeza y la ambición me hiciste,
que desafían el poder del cielo,
también, luego arrojado de mi altura,
diste a mi orgullo merecida paga,
y en mí a la humanidad que, en su locura,
en la lisonja y el poder se embriaga.
Me hiciste grande, más cegóme el fausto;
hundióme la soberbia y fui pequeño;
y en estado, ya próspero, ya infausto,
tú me enseñaste que la vida es sueño.
Mísero aquel que ante la luz ciega
de ese poder tan codiciado y breve;
ninguno habrá, si hasta su cumbre llega,
que ya caído ingratitud no pruebe;
con ella y la virtud sólo se alcanza,
como en tu genio perenal renombre (4)
LUIS PÉREZ EL GALLEGO  
Yo soy Luis Pérez, mi honra
fue mi desgracia mayor,
por ella como a un bandido
injusta ley me trató;
por ella ni amores tuve
que para el Noble Español
antes que Dama y que Rey
fueron derecho y honor;
yo soy la ardiente protesta
con que la España clamó
de la justicia del Rey
a la justicia de Dios.  

Contrario a la ley humana
mi conciencia y mi razón,
y por no saber de honras
a muerte me condenó:
¿Mas el ave tiene culpa
de que en su estrecha prisión
no pueda alzar vuelo libre
como en el Cielo de Dios?  

Era pequeña la ley
para juzgar de mi honor,
por eso según describe
el genio de Calderón,
delante de mi derecho
aquella ley se dobló,
que el derecho vence leyes
porque es justicia de Dios (5)

  LA GRACIOSA, CHISPA LA BOLICHERA

(en el Alcalde de Zalamea)  
También hablar quiero yo,
que en su gloria interesada
de Calderón la criada
aqueste encargo me dio.
Las Señoras de la Hornilla,
Marquesas del Estropajo,
Condesas del Piso Bajo,
y Reinas de la Rodilla;
quieren rendirte ovación (al busto)
grande y preclaro D. Pedro:
y yo, que jamás me arredro,
acepté la comisión.
Vengo, pues, muy decidida
a cumplir lo que ofrecí,
que al fiarse ellas de mí,
respondiles con mi vida.
Y al que osado pretendiera,
ver tu gloria profanada,
le pega una puñalada,
Chispilla la Bolichera (8)  

EL MÁGICO PRODIGIOSO  
El estro poderoso, la ardiente fantasía,
del vate castellano D. Pedro Calderón,
en mí trazó la imagen del ser extraviado
que arrastra su existencia en brazos del error.
Yo soy el nigromante que en mágicos conjuros
busqué las torpes dichas que turban la razón,
y ya cuando abrazaba la virgen de mis sueños,
un mísero esqueleto mi vista contempló.
Entonces comprendiendo mi horrible desvarío,
odié los vanos triunfos del mundo engañador,
y vi en el cielo escrito con ígneos caracteres:
<Verdad, que es vida eterna, tan sólo se halla en Dios> (6)  

EL ALCALDE DE ZALAMEA  
Vive Cristo, que ha llegado
a Zalamea el rumor
de esta fiesta, y he querido
también presenciarla yo,
que soy alcalde perpetúo
por el Rey nuestro señor;
y más perpetúo por obra
de don Pedro Calderón,
que de un rústico labriego .
hizo el alcalde mejor.
Yo soy el poder civil,
el derecho y la razón
de pecheros oprimidos
contra su duro opresor.
Soy la justicia ordinaria,
soy la virtud sin blasón,
y frente al hombre de guerra
yo soy el hombre de pro.
Dejándose atrás su siglo,
y también los otros dos
que le han seguido, don Pedro
al concebirme soñó
la igualdad ante la ley,
del juez el firme valor,
la brevedad del proceso,
de los fueros la extinción.
Y coronado en su mente
progreso tan seductor,
al siervo vil de otros tiempos
en hombre digno trocó
por medio de estas palabras,
hijas de mi inspiración;
<Al Rey la hacienda y la vida
se ha de dar; pero el honor
es patrimonio del alma
y el alma sólo es de Dios>  
¡La suya difunde rayos
de viva luz!… ¡Gloria al sol
de la Escena Castellana,
¡Exclamemos a una voz!
y el que en esta noble fiesta,
dedicada al grande autor,
no sienta que el entusiasmo
rebosa en su corazón,
¡lo juro por esta vara!
no es cristiano, ni español (7)    
LA DAMA DUENDE  

Hirióme el amor tirano
con su dardo más certero:
burlé por él a mi hermano;
más guardé puro y entero
mi limpio honor castellano.
Cuanto ingenio y travesura
atesora la mujer,
inspirada en mi ternura,
hice en el mundo valer
por alcanzar mi ventura-
Hoy vengo, cual hija buena,
a cantar a Calderón,
cuyo nombre ilustre llena
todo leal corazón,
toda la española escena.
En mí su ingenio fecundo
probó con sobrado tino,
que si es sublime y profundo,
en lo agudo y peregrino
no reconoce segundo,
Su genio que el mundo abona
y que el entusiasmo enciende,
aplausos mil eslabona.
Hoja soy de su corona:
Me llamo la Dama Duende (9)  
EL VIEJO TEATRO DE CALDERÓN  

Las nieves del invierno de la vida
cayeron sobre mí con pesadumbre:
solo en mi hogar, la mente dolorida
vivió de sus recuerdos a la lumbre.
Bajo el umbral del apartado asilo,
dulce una voz, sonora y placentera
turbó la paz de mi dormir tranquilo.
Era un ángel del cielo: el Genio era.
-Niño, ¿qué buscar en mi helada tumba?
¿no ves, marchita ya, la gloría mía?
dije. Y el genio suspiró: De Otumba
los laureles hoy busco y de Pavía.
El heroico ardimento, la nobleza,
la fe cristiana que error disipe,
de Carlos quinto busco la grandeza;
la austera majestad del gran Felipe.
En ti busco el honor y la prudencia;
de tus ya secos labios el concejo,
y el castigo que dicte tu experiencia.
Por ti he venido. Mas escucha; Viejo.
Llama inmortal sobre mi frente arde
que es de un poeta inspiración y gloria.
Ven, si una vida quieres que te guarde
bajo la egida de eternal memoria!
Tendió sus alas, y en mi mente inquieta
brotó el anhelo de vivir profundo.
¡Ah! ¡Loor a Calderón! ¡Loor al poeta
gloria de España, admiración del mundo!… (10)
EL GRACIOSO  

Tregua a la noble dicción
y al estilo conceptuoso,
y dejen plaza al gracioso
de Don Pedro Calderón.
Pimiento, Chispa o Moscón,
y en todo tiempo y lugar,
la acción me toca animar,
con esa gracia, que hermana
la discreción cortesana
con el chiste popular.  

De mi nacimiento el prólogo
marca la ciencia analítica
abriendo el curso a la crítica
por el cauce del apólogo:
y en diálogo y monólogo,
de Aristófanes a Plauto,
he sido artificio cauto,
con que en oportunidades
se han dicho sendas verdades
en la comedia y el auto.  
Me hizo Lope socarrón;
Asaz picante Moreto;
Rojas un tuno completo,
y una víbora Alarcón:
Reconozco a Calderón
por quien más gloria me alcanza,
pues a la escena me lanza,
llevando interés a escote
con el galón, don Quijote,
el gracioso, Sancho Panza (11)  
LA NIÑA DE GÓMEZ ARIAS  

Yo, Calderón, fui creada
por tu grande pensamiento;
me diste con noble aliento
ventura desventurada.
Abrí mi pecho anhelante
a la traidora falsía
de un hombre que juró un día
ser firme y rendido amante.
Mas el villano ¡ay de mí!
ofendiendo mi decoro,
me dejó esclava de un moro
cautiva en Benamejí.
Los suspiros de mi amor
todo el espacio llenaron;
mis lágrimas publicaron
lo inmenso de mi dolor.
Isabel compadecida
me honró vengando mi afrenta;
razón es que el alma sienta
al que tanto amó en su vida.
Desdichas de amor contrarias
tu pluma ilustre me ofrece,
mas hoy tu nombre engrandece
La Niña de Gómez Arias (12)  
DON TORIBIO CUADRADILLOS
(en Guárdate del agua mansa)  

Hidalgo, y de la montaña
y noble a la par del rey,
vengo entre plebeya grey
a loar al Sol de España.
No os parezca usanza extraña,
pues es sentencia notoria
que honrarse debe la gloria;
y así, por mayor decoro,
en letras de azul y oro,
lo dice mi ejecutoria.  

¿Qué es Calderón? ¡Cosa rara!
Calderón es gran caldero,
donde todo el mundo entero
ha de meter su cuchara.
Manantial es de agua clara,
en donde el alma discreta
ve reflejada completa
la máquina universal;
es genio descomunial,
es Sansón hecho poeta.
¡Qué fuerza y qué valentía!
¡Qué rancio lustre y nobleza!
¡Y qué modo de belleza
tan qué sé yo qué tenía!
Mas, ¿de dónde sacaría
tanto tipo y cosa tanta?
O es Calderón montañés,
o un ángel del cielo es,
y allí aprendió lo que canta. (13)  
ÁNGELA
(En Cuál es mayor perfección)  

El genio de Calderón
en animada pintura
censuró mi presunción
mostrando que el corazón
es fuente de la hermosura:
que la beldad más preciada,
sí cautiva y enamora,
debe ser solo estimada
cual la concha nacarada
por las perlas que atesora.
En la concha que el mar cría,
se busca con vivo anhelo
la perla de gran valía;
más si se encuentra vacía
se arroja la concha al suelo.
Dios la mujer al formar,
del alba con el fulgor,
quiso que fuera el altar
do se pudiera abrigar
el fuego santo de amor.
Y si en su pecho no anida
del cielo el destello puro,
no ardiendo en ella vida
queda el ara convertida
en trozo de mármol duro.
Belleza del corazón
es belleza sin rival,
como hizo Calderón en su comedia inmortal
¿Cuál es mayor perfección? (14)
DON ANTONIO
(En ¿Cuál es mayor perfección?)  
Tú me supiste pintar
como ninguno lo hiciera;
sin que alterarme pudiera
el más ardiente mirar
de una mujer hechicera.
Nunca en mi pecho sentí,
indiferente al amor,
del amor el frenesí;
más siempre la voz oí
de la gloria y el honor.
Hoy despierta el alma mía
y a honrar viene la memoria
del que en mí demostró un día
que ninguno ser debía
indiferente a la gloría (15)  
DON GUTIERRE
(En El Médico de su honra)  
Dar supe a mi honor enfermo
medicina fiel y pronta,
que en el honor solamente
tiene el honrado su gloria.
Fue sangre la medicina,
y fue medicina heroica,
que enfermedades de honor
las cura la sangre todas.
Grabé la mano manchada
de sangre en mi puerta propia,
que aquel que ejerce su oficio
es bien que señal le ponga.
Fui médico y fue mi ciencia
tan notable y prodigiosa
que halló un eficaz remedio
para curar la deshonra.
El mundo entero a tus sienes
hoy ciñe nueva corona;
que el mundo aplaude y admirar
El Médico de su Honra (16)  
LOS AUTOS SACRAMENTALES  

Con gala y pompa oriental
y copiosísima vena
Calderón triunfa en escena
de Lope, insigne rival.
Deja fábulas mundanas,
arde en pura devoción,
y con láuros de Sion
circunda sus nobles canas.
En majestuosa armonía,
el himno risueño y santo,
con el raudal de su canto
ensalza la Eucaristía:
Veces mil lleva la palma,
festejando el sacramento
abismo del pensamiento,
inefable luz del alma.
Arcano tan peregrino
ciega la razón no ve;
más lo venera la Fe,
que inflama su estro divino.
Bajo formales albores
adora el vate español
del verbo al fúlgido sol,
que oculta sus resplandores,
y en círculo breve encierra
al grande, inmenso Jehová,
El pan de vida, el maná, (17)
que el cielo llueve a la tierra.
Y pinta, místico Apeles,
dándole el tiento la ciencia,
los matices la inocencia
y la gracia los pinceles (18)
Su religioso entusiasmo
la sublime teología
hermana con la poesía,
siendo de los orbes pasmo.
Fama y timbres inmortales
conquistan a Calderón
y aplausos y admiración
sus Autos Sacramentales (19)  
EL DEMONIO
(En El Mágico prodigio)  
Soy el genio del mal: a mi presencia
el crimen surge y la calumnia impía;
turbo la dulce paz de la inocencia,
y en lágrimas convierto la alegría:
¿Quién a pintar mi pavorosa ciencia
y mi astucia infernal alcanzaría?
Solo tú, Calderón, que en alto vuelo
sublime inspiración debiste al cielo.  

Yo luché contra ti; ¡ay! fue en vano;
por tu genio inmortal quedé vencido,
y triunfantes Justina y Cipriano
burlar lograron mi poder temido.
Por voluntad suprema, oh vate hispano,
hoy de nuevo a tus pies llego rendido,
y homenaje ofreciendo a tu memoria
a mi pesar publico tu victoria (20)    
ENTUSIASMO
Coronemos al autor
que os dio su espíritu ardiente,
que los rasgos de su mente
con su corona mejor.

PEREZA
Aguarda. (deteniendo a España)

ENTUSIASMO
Mal que le cuadre (mirando fijamente a España)
a España que le abandona.

ESPAÑA
¡Ah! no: ¡su mejor corona
es el amor de su madre!
De tu virtud persuadida (al Entusiasmo)
siempre vivirás conmigo (la Pereza se interpone)
Aparta, fiero enemigo
de mi honor y de mi vida (coge la corona de Entusiasmo y se dirige a Calderón)
Ingrata desconocí
tu nombre que honra me da:
mas ¿qué mucho? Acaso ya
no me conozcas tú a mí.
¡No soy la España que di
asunto a tu inspiración:
ajada mi presunción,
llena de espanto y zozobras,
más viva estoy en tus obras
que en mi propio corazón! (21)
Calderón, gloria inmortal,
cisne del suelo español,
de la escena claro sol,
y de inspiración raudal.
Si de tu asiendo eternal
fijas los ojos en mí,
verás que cual madre aquí
tu frente corono, en tanto,
que un monumento levanto
que sea digno de ti. (22)
Pregona, oh Fama, en el mundo
que ya a mis hijos aliento
y en su honor y valimento
mi propio decoro fundo.
Y hoy que la gloria difundo
de tan ilustre varón,
en noble y agudo son,
que el entusiasmo renueve,
rompa tu clarín, y eleve
el nombre de Calderón (23)  
(La Fama se aplica el clarín a los labios y empieza el Himno)  

HIMNO  

CORO

Honor al poeta de claro renombre,
que brilla en la escena cual fulgido sol:
absortos los pueblos aclaman su nombre,
su nombre, que es honra del suelo español.

1ª VOZ
De su lira armoniosa brotaron
ecos gratos de mágica alteza,
y el honor, la virtud, la belleza,
con acento sublime cantó.
Cual arrullo del aura apacible
ora dulce su voz resonando,
ora el ronco torrente imitando,
de entusiasmo las almas llenó.

CORO
Honor al poeta. Etc.

2ª VOZ
Hijo noble y preclaro de Iberia,
en la patria y la Fe se inspiraba,
y su mente ardorosa elevaba
hasta el solio del Ser eternal.
Estro puro del cielo aspirando
solo él supo pintarnos el cielo,
dando a España, con vívido anhelo,
monumentos de gloria inmortal.

CORO
Honor al poeta de claro renombre,
que brilla en la escena cual fulgido sol:
absortos los pueblos aclaman su nombre,
su nombre, que es honra del suelo español (24)        
  • (1) De D. Adelardo López de Ayala.
  • (2) De Doña Antonia Díaz de Lamarque.
  • (3) De D. Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca.
  • (4) De D. José Fernández-Espino.
  • (5) De D. Pascual Vincent.
  • (6) De D. Luis Vidart.
  • (7) De D. Enrique de Cisneros.
  • (8) De D. Gonzalo Segovia y Ardizone.
  • (9) De D. Gonzalo Segovia y Ardizone
  • (10) de D. Carlos Jiménez-Placer
  • (11) De D. José Velázquez y Sánchez
  • (12) De Doña Mercedes Velilla
  • (13) De D, Narciso Campillo
  • (14) De D. Cayetano de Ester
  • (15) De D. Rafael Álvarez Surga
  • (16) De D. José Velilla y rodríguez
  • (17) Versos de Calderón en la Loa que precede al Auto Sacramental La Cena del Rey Baltasar
  • (18) Versos de Calderón en el Auto Sacramental: El Pintor de su deshonra
  • (19) De D. Juan José Bueno
  • (20) De D. José Lamarque de Novoa
  • (21) De D. Adelardo López de Ayala
  • (22) De D. Antonio Campoamor
  • (23) De D. Adelardo López de Ayala
  • (24) De D. José Lamarque de Novoa

Deja un comentario