La expedición del general Gómez y su paso por Guadalcanal

Mapa del recorrido del general Gómez

 Rafael Ángel Rivero del Castillo

Revista de Guadalcanal año 2019 (pág. 61/64)

Al concluir la Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814), se alza en el trono el Rey absolutista, Fernando VII “el Deseado”[1]. Tuvo un reinado poco afortunado en el que además de derogar la Constitución de 1812 (“la Pepa”), restauró el absolutismo y persiguió a los liberales. La sucesión también fue un grave problema en su reinado pues, pese a sus sucesivos matrimonios no consiguió descendencia hasta 1830 en que nació su hija Isabel. Este año deroga la Ley Sálica[2] que impedía que las mujeres pudieran reinar, con ello se acentúa la profunda división en España entre liberales y absolutistas, ya que esta derogación va en perjuicio del hasta entonces heredero, su hermano Carlos María Isidro, que no lo acepta y a la muerte de Fernando VII se proclama rey como Carlos V apoyado en los sectores más conservadores y en las regiones del País Vasco, Navarra y zonas rurales de Cataluña. Comienza así la I Guerra Carlista (1833-1840), entre los liberales (partidarios de Isabel II) y los absolutistas (partidarios de Carlos María Isidro).

El general carlista Zumalacárregui consigue estructurar un verdadero ejército (25.000 hombres) frente al ejército regular liberal partidario de la Reina Isabel y su regente Mª Cristina[3]. Esta primera etapa de la guerra se centra en el ámbito regional (País Vasco, Navarra, Maestrazgo[4]) hasta que la muerte del general Zumalacárregui en 1835 da lugar a una nueva etapa del conflicto.

En esta segunda etapa lo más característico es el denominado “sistema de expediciones”, táctica consistente en enviar tropas a las zonas del interior de la península en poder de los liberales, con lo cual el conflicto adquiere una dimensión nacional.

En este contexto destaca la expedición liderada por el general Gómez.

Analizando brevemente su biografía encontramos que Miguel Sancho Gómez Damas nació el día 5 de junio de 1785, en Torredonjimeno (Jaén). De joven marchó a Granada para estudiar Derecho, pero cuando en mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levanta en armas contra las tropas invasoras de Napoleón, Miguel Gómez Damas abandona sus estudios y es el primero en presentarse ante el Duque de Montemar con el objeto de servir a la Religión, a la Patria y al Rey. Tiene 23 años de edad. El día 9 de junio de 1808 ingresa como subteniente, teniendo el honor de participar en la gloriosa Batalla de Bailén.

En el curso de la Guerra de la Independencia servirá a España en el empleo de Primer Ayudante en el Regimiento de Infantería Ligera de Tiradores de Sigüenza, tomando parte en varias acciones bélicas, hasta que el 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla (Alicante). Prisionero del enemigo es conducido a Francia de donde logra evadirse para, una vez en España, presentarse ante D. Francisco Javier de Elío, general jefe del 2º Ejército, y pedir nuevamente un puesto en primera línea de combate. En septiembre de 1812 asciende a capitán, retirándose del servicio activo el 8 de mayo de 1816.

Una vez licenciado, el 3 de febrero de 1818, se afinca con su mujer en Jaén en donde desempeñará el puesto de administrador de bulas. Pero la paz dura poco. El liberal Rafael del Riego se subleva contra la monarquía absolutista de Fernando VII, y se instaura el l Trienio Liberal (1820-1823). Gómez, convencido defensor de la causa absolutista, pasa a actuar en la sombra conspirando contra el sistema liberal desde abril de 1822. Intenta por todos los medios sublevar al regimiento provincial de Jaén, pero no lo consigue. Habiéndose percatado de que está bajo vigilancia decide salir sigilosamente de Jaén antes que dejarse apresar por el enemigo liberal. Para su escapatoria malvende su hacienda y deja a su esposa al cuidado de su familia en Torredonjimeno.

Después de la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis[5], triunfante la causa absolutista, Gómez regresa a Andalucía. En Cádiz logra frenar un pronunciamiento, servicio que le vale la Cruz Laureada de San Fernando y la comandancia de la plaza de Algeciras de la que será depuesto por sus simpatías absolutistas una vez que Fernando VII cae en cama convaleciente y su esposa María Cristina se hace cargo de la regencia asesorada por una camarilla liberal.

Cuando estalla en las provincias septentrionales la I Guerra Carlista (1833) Gómez está en Madrid. Sin pasaporte emprenderá el camino a Navarra donde se pone a las órdenes de su amigo el general Tomás de Zumalacárregui. Su heroica intervención en Orbaiceta (Navarra) le vale la promoción al título nobiliario de marqués de Orbaiceta que al final no obtiene debido a la derrota que su bando sufre tras el largo conflicto.

De esta manera nos encontramos que en 1836 el general Gómez encabeza la expedición que ha pasado a la historia con su nombre: La Expedición Gómez.

Recorrió entre los meses de junio y diciembre de 1836 el territorio comprendido entre Vizcaya y Galicia y después hasta Algeciras, volviendo desde allí al punto de partida. El propósito era propagar los ideales carlistas y reclutar adeptos para el ejército carlista. El viaje de casi 4.500 Kms fue una auténtica proeza al frente de 3.000 hombres en su mayoría de Infantería, (2.700 hombres a pie, 180 a caballo y dos cañones) con escasas y deficientes infraestructuras en los caminos de la época y progresando por sierras y barrancos.

Partió de Amurrio (Álava) el 25 de junio de 1836 con su ejército en dirección a Reinosa (Cantabria). Por la cornisa norte hasta Oviedo y desde allí por Lugo llegó hasta el bastión carlista en Galicia, Santiago de Compostela, con el general Espartero pisándole los talones.

Acosado por los ejércitos isabelinos partió hacia León y al tener cortada por éstos la retirada; bajó por Palencia (donde entró el 20 de agosto) hasta Valladolid. Continuó por Sigüenza y Jadraque (Guadalajara) donde captura a una brigada enemiga. El pánico se apodera de Madrid, pero Gómez decide continuar sus andanzas y acosado llega a Utiel (Valencia) donde hace contacto con el general Cabrera, jefe carlista del Maestrazgo. Ambos sitian infructuosamente Requena (Valencia).

Tras levantar el sitio son derrotados por el general Alaix (que ha sustituido al enfermo Espartero) en Villarobledo (Albacete), pero consiguen retirarse. Ahora el marqués de Rodil (ministro de la Guerra) se suma con la División de la Guardia Real a la persecución. El ejército carlista se adentra en la Sierra de Segura y allí en Chiclana de Segura (Jaén) surgen desavenencias sobre la dirección a tomar: regresar por Murcia y Aragón o entrar en Andalucía. Se decide esto último y se encaminan por Úbeda y Baeza hacia Jaén.

Se adentra aún más en el Sur por Andújar (Jaén) hasta Córdoba. Los liberales envían una columna desde Sevilla y otra desde Málaga para intentar detenerlo, contacta con ésta en Alcaudete y la destroza en Martos (ambas de Jaén), desde donde vuelve a Córdoba. Los pasos de Sierra Morena y el camino hacia Granada están custodiados. Con quince mil soldados pisándole los talones se retira a Pozoblanco (Córdoba) y por Torre del Campo (Jaén) llega hasta Almadén (Ciudad Real). Gómez atraviesa el Tajo por Puente del Arzobispo (Toledo) llegando a Trujillo (Cáceres) y desde allí a Cáceres. En ese punto decide que Cabrera y sus hombres regresen al Maestrazgo atravesando La Mancha, mientras él vadeando el Guadiana, avanza en dirección a Villanueva de la Serena (Badajoz).

El 7 de noviembre de 1836 entra por tercera vez en Andalucía, por Guadalcanal, que desde hace tres años, en 1833, se ha separado de Extremadura y pertenece ahora a la Provincia de Sevilla y por tanto a Andalucía. El gobierno, en un intento de cortar el apoyo a las partidas, presionaba sobre las autoridades y los habitantes de los pueblos mediante multas para aquellas corporaciones que no se enfrentaran a los grupos carlistas, a los que les permitieran pasar la noche o simplemente a los que no informaban de paso de tropas. Pero, a su vez, existía la obligación por parte de los municipios de alimentar y dar alojamiento a los soldados del ejército liberal que simplemente pasaban o descansaban en praderas o campos. Ambos ejércitos, especialmente los que acampaban necesitaban manutención para poder sostener el ritmo de la guerra y exigían a los vecinos y a los ayuntamientos todo tipo de suministros: raciones de pan y carne, mantas para protegerse, cebada para los caballos, etc., bajo la amenaza de medidas de fuerza. Guadalcanal, según el censo, tenía en esa época 1300 hogares donde vivían 5446 vecinos. Por fortuna la columna de Gómez solo permaneció descansando en esta villa un solo día, el día 8 de noviembre.

General Gómez

Y es en Guadalcanal donde informan al general Gómez que los isabelinos, desorientados de su paradero, se habían retrasado deteniéndose hasta saber qué dirección tomaría, que podría ser tanto sobre Sevilla que sobre Córdoba. Es por lo que el día 9 parte por Alanís hacia Constantina, Palma del Río, y al no poderse dirigir hacia Córdoba o Sevilla, como era su intención, tomó camino a Écija y posteriormente hacia la serranía de Ronda.

Desde Ronda se dirige a Gibraltar. Los ingleses se niegan a venderle calzado (muy necesario, por lo que vemos) y comida e incluso amenazan con cañonearlo si se acerca. Aún así acampa a la sombra del Peñón y toma Algeciras (Cádiz). Tarifa se prepara para la defensa, incluso recibe desde Ceuta alguna pieza de artillería, de la que los carlistas carecen.

Pero se le ha acabado el mapa y la provincia de Cádiz es un rincón con difícil escapatoria, de nuevo continua su marcha hacia el norte.

La expedición volvió al País Vasco sin haber cumplido su misión. Gómez tomó Oviedo, Santiago de Compostela, León, Palencia, Albacete, Córdoba, Almadén, Cáceres y Algeciras, en ocasiones tras duras batallas y en ocasiones sin siquiera disparar una sola vez. Pero, en cuanto sus soldados dejaron estos emplazamientos, los liberales volvieron a hacerse con ellos, de forma que la misión de extensión de la guerra no se cumplió.

El fracaso de Gómez queda reflejado claramente en el juicio al que le sometieron los carlistas al volver, acusándole de no cumplir las órdenes recibidas y alegando que en lugar de ampliar el ámbito de la guerra a Asturias y Galicia se había dedicado a recorrer la península haciendo caso omiso de las instrucciones de sus superiores.

Sin doblegarse Gómez emprende el camino del destierro a Francia. Allí vivirá hasta su muerte, manteniéndose con los honorarios que le granjean sus lecciones de español y siempre acompañado de su esposa.

El general prusiano al servicio de los carlistas barón Wilhelm von Rahden define a Gómez de la siguiente manera:

“La imagen exterior de Gómez contradecía del todo su origen; cabello de cabeza rubio y fino, ojos azules, configuración de cara algo ancha, más bien corriente, barba solo escasa; la expresión de bonachón y la corpulencia aparente de la constitución muy carnosa más bien daban la impresión de que se trataba de un alemán y no del español con tez sureña más bien delgado, pero fuerte y huesudo”

En 1935, casi un siglo después, el escritor Pio Baroja[6], realizó el recorrido de la expedición del general Gómez Damas para evocar las peripecias de su largo recorrido, con motivo de la conmemoración del primer centenario de aquella guerra civil. Parte de este recorrido se hizo en automóvil junto con José Ortega y Gasset.

Finalmente tal y como escribió Stendhal[7] en una de sus novelas, la expedición de Gómez demostró que los españoles no eran ni carlistas ni liberales. Si hubieran sido carlistas, éstos habrían ganado la guerra después de haber conquistado casi toda la península, cosa que no sucedió. Si hubieran sido liberales, no habrían dejado que un grupo de 3.000 carlistas completara tamaño recorrido.

Bibliografía:

-“Historia de la Guerra Civil y de los partidos liberal y carlista. Tomos I, II y III.”  Antonio Pirala. Tipografía de Mellado. Madrid. 1856.

“¿Reconstrucción histórica o ficción? La expedición de Gómez: un ejemplo barojiano.” Jacqueline Heuer. Université de Genève. Boletín Hispánico Helvético, volumen 5. 2005.

-“El azote de las Guerras Carlistas”. José Serafín Aldecoa Calvo. http://www.jiloca.es.

– “La vida aventurera del general Miguel Gómez Damas. El Carlismo en Andalucía”. Manuel Fernández Espinosa. Revista Arbil nº 78. 2006.

“Lucena y la expedición carlista del general Gómez”. Luis Fernando Palma Robles. Crónica de Córdoba y sus pueblos. Servicio de publicaciones de la Diputación de Córdoba. 2008.

“Instituto Nacional de Estadística”. Demografía y Población. Alteraciones de los municipios en los Censos de Población desde 1842.


[1] Fernando VII de España, llamado “el Deseado” o “el Rey Felón” (San Lorenzo de El Escorial, 14-10-1784-Madrid, 29-09-1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte, desde mayo de 1814 hasta su muerte en 1833.

[2] Ley Sálica promulgada en 1713 por Felipe V y que impedía reinar a las mujeres. Fue anulada por Fernando VII mediante la Pragmática Sanción de 1830.

[3] Durante la minoría de edad de Isabel II regenta su madre María Cristina de Borbón entre 1833 y 1840.

[4] El Maestrazgo es una comarca histórica española que se extiende por el norte de la provincia valenciana de Castellón y el sureste de la provincia aragonesa de Teruel.

[5] Los Cien Mil Hijos de San Luis (conocida en Francia como “l’expédition d’Espagne”) fueron un contingente francés con voluntarios españoles que combatió en España en 1823 en defensa del Antiguo Régimen, por el que abogaba Fernando VII de España, poniendo fin a la Guerra Realista (sublevación absolutista durante el Trienio Liberal (1820-1823) y al propio Trienio Liberal.

[6] Generó una serie de artículos que se publicaron en la revista semanal “Estampa” y más tarde en 1996 el escritor Eduardo Gil Bera publica una novela basada en la expedición de Gómez “Sobre la Marcha”.

[7] Seudónimo del escritor francés Henri Beyle (Grenoble, 23 /01/1783-París, 23 /03/ 1842).

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