Introducción, notas y glosario a las obras completas de Luis Chamizo

Autor: Antonio Viudas Camarasa

(Los datos que ofrecemos a continuación, han sido extraídos de la tercera edición (1991) del libro “Obras completas de Luis Chamizo”, realizado por Antonio Viudas Camarasa)

I. BIOGRAFÍA

Luis Florencio Chamizo Triguero nace en Guareña (Bada­joz), a las seis de la mañana del día siete de noviembre de mil ochocientos noventa y cuatro[1]. Se le bautiza el día dieciséis de noviembre del mismo año en la parroquia de Santa María de Guareña. Hijo de Don Joaquín Chamizo Guerrero, que proce­de de Castuera y de Doña Asunción Triguero Bravo, natural de la villa de Guareña. Los abuelos paternos son oriundos de Calamonte y Villanueva de la Serena y los maternos de Guare­ña y Valverde de Leganés, pueblos situados en las vegas del Guadiana. La partida de bautismo de Luis Chamizo corres­ponde al n.° 227 del libro de bautizados n.° 35 de la parroquia de Santa María de Guareña[2].

Los padres de Chamizo vivían en la calle Alverquilla, sin número, siendo la profesión de Don Joaquín Chamizo la de tinajero. Este empezó su vida pobremente, pero con el esfuerzo diario llegó a adquirir cierta fortuna; era un hombre bueno y valeroso. Su hijo Luis le dedicó El Miajón de los castúos, su primer libro, con el siguiente texto: A la memoria de mi padre, un hombre honrado que trabajó y amó mucho[3], donde la honra­dez, el trabajo y el amor definen la personalidad de su progeni­tor, notas que llenarán también la obra poética de Chamizo. El segundo libro lo dedica, en primer lugar, a su madre: A mi madre, a mi mujer, a mis hijas María Luisa, María Victoria, Virtudes, Consuelo y Asunción, y a todos los míos este poema de amor y de dolor[4] .

Los estudios primarios los cursa en su pueblo natal[5] y los de bachillerato en Madrid (Colegio de las Maravillas)[6] y en Sevilla. En esta ciudad consiguió el título de perito mercantil. Después cursa Leyes en Madrid y alrededor de 1918 termina la carrera de Derecho. Una vez finalizados los estudios de aboga­do regresó a Guareña y se dedicó a la venta de conos (tinajas para guardar el vino y el aceite), especialmente en la provincia de Ciudad Real. Posteriormente se colocó de pasante en la notaria de Don Victoriano Rosado Munilla[7], en Don Benito (Badajoz).

En 1913 escribe la poesía En el remanso, en lengua castella­na, que es la primera de la que tenemos noticia del poeta. Se inicia, en la segunda década del siglo XX, con la letra impresa en La Semana, periódico de Don Benito (Badajoz), que dirigía su amigo Francisco Valdés (1893-1936); los primeros poemas de Chamizo alcanzaron gran éxito en la región extremeña. Con anterioridad a 1918 ya «había cantado Chamizo a Valdearena­les en ligeras seguidillas, por los años de su adolescencia»[8]. Enrique Segura cuenta que, por el año 1916, cuando estu­diaba Leyes en Madrid, Chamizo conoce a Manuel Monte­rrey, poeta modernista extremeño. El primer encuentro lo tuvieron en el café de la Victoria, próximo a la puerta del Sol, que estaba regentado por Montalbán. El marqués de Torres Cabrera presenció el hecho con su hija[9].

La ausencia de Chamizo de los campos de Guareña está reflejada en sus poemas. De este modo se refiere a la patria chica:

Hace ya diez años, diez años que vivo
muy lejos de ella;
y es ella mi Patria
y es ella mi tierra.
————————-
¡Qué fértil el llano donde está enclavada
mi natal aldea;
Y qué alta, a mis ojos, parece su ermita
siendo tan pequeña!
Nostalgias

El sentimiento que le produce su estancia en Madrid lo expresa con estas palabras: «vago por las solitarias / calles del Madrid grotesco» (Canto bohemio). En el poema Mi virgenci­ta nos brinda un retazo de su autobiografía en la época de su permanencia en Madrid y Sevilla:

Crucé ciudades populosas
llenas de encantos fugitivos
y me ofrecieron las bellezas
todos sus lúbricos hechizos

Chamizo se presentó a los juegos florales de Almendralejo con la poesía titulada «Consejos del tío Perico», con la firme ilusión de obtener la flor natural, pero consiguió solamente un modestísimo accésit con premio, el día 20 de julio de 1919., Después del éxito de El Miajón de los castúos (1921), en el verano de ese mismo año, acude Chamizo a Guadalcanal para dar el pésame a los deudos de Don Cándido Cordo, reciente­mente fallecido, pues el difunto padre del poeta mantenía relaciones comerciales y de amistad con Don Cándido, ya que éste tenía una bodega en la calle de San Bartolomé (antes Castelo, después General Mola y ahora Del Costalero) de Guadalcanal. Con este motivo conoció Chamizo a Virtudes Cordo, hija de Don Cándido. Esta joven fue una gran viajera y había recibido una esmerada educación en Sevilla, aprendiendo a tocar el piano y estudiando idiomas modernos (francés e italiano). Precisamen­te, su afición por la música fue un elemento casual que propi­ció el noviazgo con Chamizo. El primer novio de Virtudes se enfadó con ella porque a los pocos días del entierro del padre del pretendiente se puso a interpretar algunas canciones en el piano.

Luis Chamizo contrae matrimonio con Virtudes Cordo Nogales, en la parroquia de Santa María de Guadalcanal (provincia de Sevilla), el día 18 de febrero de 1922, a los veintisiete años de edad[10] (Vid. Apéndice II). Todo parece indicar que la poesía Mi virgencita, de 1922, está dedicada a su mujer:

………………………………………
Siempre el amor me iba diciendo:
sigue adelante, peregrino,
porque hallarás al fin la virgen
que ha de ser madre de tus hijos.
………………………………………………………….
Serás la reina de una casa
donde el trabajo y el cariño
bendijo Dios; serás mi musa,
serás la madre de mis hijos.
 

En Sevilla, en vísperas de la boda coincide Chamizo con Antonio López Martínez, que le acompañaba, por las tardes, haciendo compras para la elegida en joyerías, bazares y casas de antigüedades, y en los paseos en coche -el milord típico sevillano-. A veces, se unía Pepe Navarro Torres, primo de los toreros sevillanos «Bombitas». Declara Antonio López que «Por las noches después de cenar juntos íbamos al Kursaal, hoy ya desaparecido, a tomar el café y solazarnos con un prolongado programa de variedades». En aquel Café Concier­to vieron actuar a la joven Trini Ramos, esperanzadora pro­mesa del cante y del baile, a quien Chamizo dedicó un corto poema titulado «¡Sangre gitana!». La actriz triunfó con el tiempo en Paris, Londres y especialmente en Nueva York[11].

Posteriormente Luis Chamizo dio un recital de sus poesías en el Salón de Actos del ateneo sevillano, invitado por dicha entidad, junto con Antonio Meca.

En Guadalcanal el matrimonio Chamizo habita una espa­ciosa casona de pueblo, decorada con profusión de azulejos y yeserías árabes al estilo sevillano, con el Cristo del Gran Poder y un bien cuidado jardín interior con palmeras.

Una vez casado tiene que atender Chamizo el negocio de Guareña y la administración de las fincas de Virtudes: La Gastana, popularmente llamada Catana, y El burgalés; ambas en el término municipal de Cazalla de la Sierra, a unos kilóme­tros de Guadalcanal. En su nuevo domicilio, en frente de la casa que habita, montó una bodega con dos conos en la entrada. No tuvo el poeta dotes de buen administrador, sino que era más inclinado a la vida bohemia y literaria que a aumentar su fortuna; en verdad, quien llevaba la administra­ción de la casa patrimonial era su esposa Virtudes, según testimonio de su hija Asunción, el día 7 de agosto de 1981.

En el primer parto tuvieron dos mellizos, uno nació muerto y el otro vivió pocas horas; ésta es la causa por la que no se halla este nacimiento inscrito en el Registro Civil. La obsesión de Chamizo fue tener un varón; el hijo varón está repetidamen­te cantado en la poesía chamiciana. La primera hija, María Luisa, nace el día 18 de mayo de 1924 y la segunda, María Victoria, el día 14 de octubre de 1926. Cuando nació la tercera hija, María de las Virtudes Julia, el día 11 de diciembre de 1927, esperaba el matrimonio Chamizo el varón que nunca vino. El día 14 de mayo de 1929 nació Consolación, la cuarta y el día 9 de junio de 1932, María Asunción.

Antonio López compartió el máximo triunfo de Chamizo como dramaturgo y como poeta en el estreno de Las brujas, en 1930, en Sevilla, en el teatro Cervantes. A los preparativos del estreno colaboraron los extremeños residentes allí y los litera­tos jóvenes de la revista Mediodía (1926-1929)[12]. Alrededor de esta revista y en apoyo del estreno de la obra de Chamizo están los extremeños: Antonio Núñez Cabeza de Herrera, el escultor Pedro Navia y Antonio López Martínez; los jóvenes sevillanos del 27: el poeta Alejandro Collantes de Terán, conservador de los Reales Alcázares y escritor, Joaquín Romero y Murube, el pintor Juan-Miguel, el poeta Adolfo Carretero, los Martínez de León, Eduardo Llosent Marañón y otro[13].

Los papeles de protagonistas del drama Las brujas los encarnaron Pepita Meliá y Benito Cibrián. «Pepita, hasta entonces actriz de vodeville y alta comedia, -escribe Antonio López-, se reveló como una actriz de primerísima fila dramá­tica»[14] .

Días después del estreno se le ofreció a Chamizo un ban­quete homenaje en el hotel Cristina de Sevilla, al que asistieron el pleno de la intelectualidad y de las autoridades sevillanas. Al Final del banquete se le pidió que recitase algo de su próximo libro en gestación, Poema de Extremadura. Declamó magis­tralmente las estrofas de «Pelea de gallos en Medellín» y «La jilandera».

El estreno de Las brujas en Madrid fue en la noche del 10 de octubre de 1930. El 27 de octubre se le ofrece un homenaje en Madrid, organizado por el abogado extremeño Luis Cho­rot, con la presidencia de Don Jacinto Benavente. En la tercera decena de noviembre del mismo año se representó en el teatro López de Ayala, de Badajoz, alcanzando un gran éxito.

La memoria de los ancianos de Guadalcanal recordaba, en el verano de 1981, la fama de dramaturgo de Luis Chamizo y el estreno de Las brujas en el «Palacio», local de espectáculos de la población. En el parque del pueblo, de labios de los viejos recogí esta copla dedicada a Chamizo y a su obra, inventada por sus vecinos coetáneos:

«Don Luis Chamizo Triguero,
poeta de gran artura,
ha sacado una comedia,
que se titula Las brujas».

Chamizo cultivó la amistad de los extremeños cultos según describe Antonio López: «En plena Exposición Ibero-Ameri­cana se presentó en el Pabellón de Extremadura el poeta. Tenía entonces una de sus hijas operándose en la clínica de Don Antonio Cortés. Nos saludó a todos: Segura, Covarsí, Ángel Rubio, Navia, a todos»[15]

Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) Luis Chamizo fue alcalde de Guadalcanal. Rodríguez Moñino reco­gió este dictado tópico referente a este pueblo:

Vengo de la Extremadura
de ponerle a mi caballo
de plata las herraduras

El insigne polígrafo glosa esta copla como sigue: «Esta soleá se refiere a dos extremos ya inexistentes: en primer lugar, a las riquísimas minas de plata de Guadalcanal, hoy agotadas, y en segundo a que este pueblo formaba parte de Extremadu­ra, siendo así que desde la última división territorial pertenece a Sevilla»[16]. Revisando las actas de sesiones del ayuntamiento de Guadalcanal, gracias a las facilidades otorgadas por su secretario, Sr. Yanes, hemos obtenido los datos referentes a esta faceta de la biografía de Chamizo. El día 1 de marzo de 1924 aparece Chamizo como concejal teniente de alcalde, comisionándosele para solventar un asunto en Madrid. Por notificación del Gobernador Civil de la provincia se rectifican los resultados de las elecciones municipales y se nombra a Chamizo alcalde presidente de Guadalcanal el día 7 de abril de 1924. Durante el mes siguiente, el 16 de mayo se le designa académico correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Atareado por la administración del negocio de Guareña se tiene que ausentar repetidas veces del pueblo, siendo alcalde en funciones Don Daniel Muñoz Vázquez. En la primavera de 1925 solicita dos meses de permiso oficial (11 de abril), reincorporándose a Guadalcanal el 20 de junio y el 4 de julio vuelve a pedir 30 días de permiso, cesando como alcalde. Con este historial es obvio que su actividad política fuera poco fructífera. En ese año colaboró con el ayuntamien­to de Badajoz en la celebración de la fiesta de la Raza, el 12 de octubre, según consta en el recuerdo que la corporación entre­gó al poeta.

En el período de la guerra civil Chamizo estuvo escondido en Guareña en uno de los hornos de cocer conos, aprovechan­do las noches para visitar a su familia[17].

Terminada la guerra Chamizo ocupó un cargo importante en el Sindicato de Espectáculos de Madrid; consiguió de este modo un sueldo del Estado, aumentando su patrimonio fami­liar: las rentas de las pequeñas fincas de Guareña y de las más extensas de Cazalla de la Sierra. En Madrid daba clases de declamación, en el piso de la calle Escorial, núm. 15, totalmen­te gratis. Su esposa, Doña Virtudes, no entendía que se pudiera trabajar sin cobrar. Asunción, la hija del poeta, nos manifestó que Alonso y Demetrio Barrero aprendieron a recitar con Chamizo. En ese piso modesto, situado entre las Cavas y la calle del Barco, se instala con su familia. Tomás Rabanal Brito le visitó en su casa, por última vez, días antes de su muerte.[18]

En 1942 publica el poema Extremadura[19], libro que está compuesto por poesías de las más variadas épocas; unas escri­tas en Valdearenales (Guareña), otras en Guadalcanal y otras en su etapa madrileña. En la dedicatoria de este libro se vislumbra cierto compromiso político con el régimen que le da un sueldo de funcionario. El libro lo dedica: A la santa memo­ria de todos los caídos por Dios y por la patria en este amanecer de nuestro viejo imperio. Creemos que este ofrecimiento estuvo motivado más por las circunstancias que por los sentimientos del poeta, ya que nunca compartió la ideología falangista. En su biblioteca el único libro sospechoso son las obras completas de José Antonio, pero casualmente el ejemplar es de fecha posterior a la muerte del poeta.

El día 24 de diciembre de 1945 moría en Madrid Luis Chamizo, a la edad de 51 años. El diario Informaciones publicó su retrato y el periodista Víctor de la Serna redactó una sentida necrológica. Al poco tiempo se ofreció una velada en su memoria en la «cripta de Pombo» que quedó reflejada en el álbum de la histórica tertulia[20]. La revista Alcántara de Cáce­res publicó una necrológica firmada por F(ernando) B(ravo) y un poema de Manuel Delgado titulado «En la muerte del poeta Luis Chamizo»[21], que reproducimos en el apéndice III.

Su amigo y admirador Antonio López Martínez en el mes de febrero de 1946 escribía en Alcántara unas notas necrológi­cas quejándose y alegrándose al mismo tiempo por el silencio de las autoridades «de las aves de oropel del círculo bullicioso de la gran urbe que vende actualidades» con las siguientes palabras:

«Ha muerto Luis Chamizo, recientemente, en Madrid. Su muerte ha caído casi en el silencio, para la vorágine literaria, que bulle sin vivir, entre los muros de la ilustre villa. Han pasado sus restos, camino hacia la Eternidad, envueltos en una magnífica amplitud de silencio. Sin querer, sin pretenderlo siquiera, se le ha rendido el máximo homenaje. A los poetas de su fibra, de su hondura, de su humanidad, el mejor tributo es el Silencio»[22].

El periódico Extremadura de Cáceres, el día 1 de enero de 1945 da una breve nota necrológica de la agencia Cifra y un corto suelto firmado por J. de A., el día 4 de enero. Por Arturo Gazul[23] sabemos que López Prudencio escribió una emotiva nota en el diario Hoy de Badajoz.

II. FORMACIÓN LITERARIA, GENERACIÓN

Luis Chamizo es un escritor conocedor del arte poético, que posee una estética, fruto de sus años de formación huma­nística y literaria. Si tuviéramos que clasificarlo dentro de un determinado movimiento literario y estético ese sería el moder­nismo y más concretamente el postmodernismo. De este movimiento toma Chamizo los instrumentos externos para su poesía.

La formación literaria de Chamizo la podemos deducir, en cierto modo, con un atento examen de los libros que se conservan en su biblioteca, en la casa de Guadalcanal.

En ella se hallan obras de autores de la literatura univer­sal como Shakespeare, Dostoievski, Chejov, Anatole France, A. Dumas, Turguenel, Oscar Wilde, Schiller, Víctor Hugo, Goe­the, Pirandello, Rousseau, Descartes, Tagore, Tolstoi… Estos autores fueron divulgados, a 35 céntimos por obra, por Blasco Ibáñez en la colección popular La Novela Ilustrada y por la Casa Calleja en la colección La novela de Ahora; según asevera Arturo Barea «A los catalanes les ha dada envidia, y la Casa Sopena ha empezado a hacer unos tomos muy gordos con papel muy malo, pero con una portada con muchos colorines. La gente los compra menos, porque hay pocos que puedan gastarse una peseta que cuestan»[24].

El Siglo de Oro está representado en la biblioteca de Chamizo con libros de Cervantes y Santa Teresa. Los autores del siglo XIX y de principios del XX más admirados por Chamizo son: Pereda, Rosalía de Castro, Galdós, Blasco Ibá­ñez, Balart, Eça de Queiroz, Pardo Bazán. La generación del 98 está presente con títulos de Azorín, Pío Baroja, Valle Inclán.

Los escritores modernistas más leídos por Chamizo fueron Rubén Darío, Amado Nervo, Villaespesa, Ricardo León, Emilio Carrere, Antonio Machado… Las obras completas de Ama­do Nervo y las Poesías[25] de Rubén Darío se hallan muy usadas y anotadas.

El pensamiento filosófico de Chamizo se vio cultivado con la lectura de algunas obras de Ortega y Gasset como Medita­ciones del Quijote (1915) y España invertebrada (1922). El mundo regeneracionista lo descubrió con el contacto de una biografía de Cajal[26] .

Coetáneos del poeta con libros en su biblioteca son Fer­nández Ardavín, F. Villaespesa, J. Benavente, Concha Espina, Eugenio D’Ors, Marquina, Dicenta, Guimerà y los Álvarez Quintero.

Eugenio Frutos Cortés (Guareña, 1903 – Zaragoza, 1979), pensador profundo y miembro parcialmente inédito del grupo poético del 27 confirma en 1947 el bagaje cultural de Chamizo, resaltando y haciendo notar el desconocimiento que tenía de los movimientos vanguardistas:

       «Mi amistad con Chamizo continuó en los siguientes años. [A partir de 1918] Durante los veranos solía yo subir a su casa, por las mañanas, con frecuencia. Me suministraba libros o los leíamos juntos. Eran principalmente libros de versos. Pero también allí leí, por vez primera, las «Meditaciones del Quijo­te» de Ortega y Gasset. En ocasiones, nos entreteníamos en puntuar de cero a diez, como ahora en el Bachillerato, los poemas de Villaespesa y Amado Nervo. En estas lecturas llegamos a Antonio Machado; pero hasta mi ida a Madrid no había de penetrar yo en la nueva modalidad poética, que a Chamizo le era desconocida»[27].

Frutos le rindió homenaje de gratitud a Chamizo en la revista Alcántara. «Por él avancé -escribe Frutos- en mi evolución lírica más deprisa que lo hubiera realizado por mi cuenta». Reconoce que a Chamizo le debe el haberle desvincu­lado de los clásicos y románticos y el haberle introducido en la versificación de la época[28].

Ortega Munilla afirma y consolida el aprendizaje cultural de Chamizo como dependiente del movimiento modernista cuando habla de las «canciones a la moderna, en puro estilo castellano» que el poeta le recitó en la entrevista que mantuvo con él[29]. Este hecho ayuda a comprender los atisbos de las singularidades raciales, estilísticas y estéticas que anotó García Nieto[30]  comentando la producción poética de Chamizo. La dualidad de Chamizo como hombre del pueblo con cultura universitaria la refrendó Arturo Mori con ocasión del estreno de Las brujas: «Luis Chamizo, el autor, hombre de campo, más vestido con estética ciudadana, no ha querido renovar nada, sino escribir un buen drama rural. Y lo ha escrito»[31].

Una apasionada defensa de la poesía de Chamizo, lejana de la intimidad y de la universalidad de los movimientos de vanguardia, es sostenida por Jorge de la Cueva:

«Luis Chamizo, el poeta extremeño, ha puesto como base de la obra sus versos limpios, flexibles, sonoros, saturados de amor al campo, llenos de imágenes, de gracia, de fragancia campesi­na, que suenan a gloria tras tanto escuchar fríos, retorcidos y quintaesenciados conceptos al uso»[32].

De nuevo es Eugenio Frutos quien nos cuenta cómo Cha­mizo perdió el tren de las corrientes literarias de su época y se estancó en el modernismo trasnochado de Rubén y Amado Nervo: «En sus viajes a Madrid, Chamizo tomó contacto con Ardavín, amigo de Valdés, y con Ramón y su tertulia de Pombo. Pero su modalidad poética estaba ya definida»[33]. La forma de vestir de Chamizo se quería aproximar a la    semiología modernista con un atuendo extravagante y con ciertas notas de bohemio como pudo ser una chalina negra. Por testimonio de su hija Asunción sabemos que sufría mucho cuando su esposa le obligaba a ponerse el smoking para dar sus solicitados y frecuentes recitales poéticos. E. Frutos da la clave de los influjos poéticos de Chamizo cuando descubre que el poeta conoció a los corifeos más populares del modernismo en Madrid: Salvador Rueda, Villaespesa, Nervo y Carrere. «Por entonces -señala Frutos- él consideraba los alejandrinos de «Renunciación» como sus mejores versos»[34].

Chamizo, a pesar de coincidir cronológicamente con el grupo poético del 27, -su primer libro El miajón de los castúos se publica en 1921-, se mantuvo fiel a la estética modernista, según nos cuenta E. Frutos:

«Por entonces [1922] había yo alcanzado el nivel poético de la época. No sólo me había familiarizado con Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, con los poetas americanos y con los parnasianos y simbolistas franceses, sino que conocía los pri­meros libros -entonces recién aparecidos- de Vicente Huido­bro, Gerardo Diego, García Lorca, Dámaso Alonso, Juan Chabás y otros. Hablé de todo esto con Chamizo paseando por la plaza y hasta hube de enseñarle alguno de mis últimos poemitas. Aunque desvinculado de este movimiento, dio mues­tras de su aguda sensibilidad poética. A los pocos días me leyó dos poesías en el nuevo estilo. Ciertamente se traslucía el modernismo de sus versos en castellano, pero la aproximación era innegable»[35].

Una vez más vemos cómo el influjo formal de la poesía de Chamizo es el modernismo, siendo extraño al futurismo de Marinetti introducido en España por Ramón Gómez de la Serna en 1909 y a los ismos poéticos de las corrientes del cubismo, dadaísmo, surrealismo y demás movimientos de van­guardia. Francisco Valdés es el primer crítico literario que reivindica el nombre de Chamizo para que se incluya en la nómina de los poetas modernistas:

«Sin exprimir la memoria, sin necesidad de recurrir a índice bibliográfico alguno citaré varios poetas españoles que el señor Onís ha olvidado aposentar en su Antología, Miguel de Castro, Joaquín Montaner… Luis Chamizo, Ricardo León…»[36].

Muy duras son las sentidas palabras de Arturo Gazul en contra de la alta crítica madrileña que no se ocupó como era de esperar de la aparición de la primera obra de Chamizo:

«A censurarla prefirió ignorarla. Había sido tan entusiasta e insólito el éxito de «El miajón de los castúos» que los negadores esperaban que pasara como una tormenta o una epidemia»[37].

Una vez más se puede documentar la voluntad de estilo modernista que cumplía a la perfección Chamizo para su amigo, A. Gazul, en un artículo literario de éste, donde arre­mete contra los innovadores:

«Con tanta deshumanización del arte, y tantos «ismos» jalea­dos por una crítica pequeña, se ha ido creando un total divorcio entre la poesía moderna y la gran masa de lectores»[38].

Los adjetivos que Gazul dedica a los vanguardistas son de un tono subido y los mezcla con un pseudopopulismo como se puede comprobar:

«Tras de tantos poetas neogongoristas y cerebrales, asépticos, ininteligibles y aburridos, la poesía no logra ya captar el interés del pueblo: apenas se venden libros de versos actuales»[39].

El testimonio de Contreras Carrión, de 1927, puede apor­tar cierta luz a este choque de movimientos entre las nuevas corrientes literarias y el tradicional modernismo:

«Uno y otro [Villaespesa y Manuel Monterrey] se caracterizan por la originalidad de los pensamientos, por la brillantez de las imágenes, por la riqueza del léxico, por la sonoridad de la rima y la modernidad del lenguaje, sin el pirueteo de los poetas vanguardistas, empeñados en convertir los versos en logogrifos y enigmas»[40].

Aconseja Contreras Carrión a Chamizo que se oriente por los caminos que conducen a la realización del ideal artístico y aristocratice su verbo y rinda culto a la imagen, reina y señora de la poesía moderna[41]. Creemos que en la opinión de Contre­ras se puede hallar la clave del poco éxito que ha gozado la poesía escrita en variedades dialectales. Para él solamente puede ser artístico lo aristocrático; en cambio, lo que procede del pueblo es vulgar, incapaz de producir belleza. En el fondo de la cuestión late la eterna pugna entre los puristas y los partidarios del uso lingüístico, que trasladada a la órbita del esteticismo solamente puede tener un polo que es el poético. Veamos los argumentos del crítico:

«Esa asimilación de la manera de sentir y expresarse el pueblo bajo, lejos de acrecentar la belleza de las obras hijas del ingenio, la reduce notablemente.

La plebe ignara no ha sido nunca, ni es, ni podrá ser artista, a causa de su incapacidad para comprender el arte puro, puesto que carece de órgano para ese conocimiento reflexivo, así como de la facultad de crear la obra verdaderamente artística.

En una literatura esencialmente popular no cabe el arte de selección, que es cosa reservada para los intelectuales, para los que gozan con lo bello y exquisito»[42].

Se deduce de la cita el nulo valor para Contreras de la poesía popular. Punto muy discutible teniendo en cuenta el éxito del romancero tradicional, por ejemplo, tanto por parte de los estudiosos como por parte del pueblo, emisor y receptor al mismo tiempo del mensaje literario que trasmite.

Enrique Segura narra la admiración que sentía el círculo literario pacense de principios de siglo por el movimiento modernista:

«En el Café de la Estrella del Campo de San Juan, entre espejos y divanes de peluche rojo, un grupo de jóvenes, presa del Modernismo, discutíamos a voz en cuello la Sonatina de Rubén Darío, versos de Santos Chocano y de Villaespesa o la prosa cantarina de Valle Inclán, atacando a las Doloras de Campoa­mor o las Odas frigoríficas de Núñez de Arce, defendidas por los recalcitrantes»[43]

Chamizo debe ser visto desde Rubén Darío, desde el mo­dernismo, alejado de la poesía pura[44].. Un poeta que cantó el campo extremeño, aunque Chamizo, según testimonio de E. Frutos, «podía haber ganado un puesto honroso en la poesía castellana»[45].

El caso de Chamizo es muy similar al de Arturo Barea. El profesor Rozas ha dicho sobre este autor: «Por la edad (1897) y por los acontecimientos que vive (Marruecos, la dictadura, la república, la guerra civil y el exilio) es un hombre de la generación del 27. Pero como escritor está muy alejado de los hombres de su edad; no logra ponerse al día, es un trasnocha­do. Se queda en el 98»[46]. Chamizo nace en 1894 y publica su primer libro, como hemos dicho, en 1921, el mismo año en que se dan a conocer varios autores del 27 (García Lorca, Dámaso Alonso). En su biblioteca tan solo he encontrado la primera edición de Marinero en tierra de Rafael Alberti, de 1925. La formación de Chamizo es autodidacta, no pertenece como miembro activo a ninguna tertulia literaria, aunque visita la de Pombo y la de Benavente. Como el escritor Barea no llegó a lo «nuevo» español ni europeo. No disponemos de ningún dato que nos permita relacionar a Chamizo con la Institución Libre de Enseñanza y con la Residencia de Estudiantes. El único eslabón con lo «nuevo» es la amistad con su conterráneo E. Frutos y con el dombenitense Francisco Valdés, pero ya hemos visto cómo Chamizo prefiere quedarse en el camino de la poesía regionalista. El poeta de Guareña, que generacional­mente pertenece al 27, estética y culturalmente se queda tras­nochado en la versificación modernista y en la ideología del 98 como veremos.

III. LUIS CHAMIZO, POETA DE LO INTRAHISTÓRICO

Las claves ideológicas de la poesía de Chamizo están encerradas en el concepto unamuniano de intrahistoria. El término castúo según los datos con que contamos[47]parece que Io crea el poeta para significar lo castizo: palabra cuya semántica explicó ampliamente Don Miguel de Unamuno en su libro “En torno al casticismo”[48]. Chamizo intentó contraponer lo castizo castellano frente a lo castúo extremeño e insertó su producción literaria en el movimiento regionalista de Extrema­dura, como un síntoma para fortalecer el proceso de españoli­zación de España. Ortega y Munilla explican el valor de la voz castúos en Chamizo como sigue: «Los que constituyen la entraña de un pueblo, los guardadores de lo castizo, conservan y defienden la majestad intangible de una estirpe. Y acreditan el valor de ésta en las palabras y en los usos y en los trajes» [49]. Se ocupa el poeta de la vida alejada de la civilización histórica como es la vida del pueblo con sus ritos naturales: las costum­bres, el noviazgo, la boda, el bautizo y el enterramiento. En la cita que transcribimos a continuación observamos lo que entiende Unamuno por intrahistoria:

«Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre que se alzan los islotes de la historia»[50].

La cultura del pueblo frente a la cultura de minorías fue valorada en su justo precio por Ortega y Gasset, escritor leído por Chamizo. Ortega justifica el contenido de Las Meditacio­nes del Quijote en los siguientes términos:

«Al lado de gloriosos asuntos, se habla muy frecuentemente en estas Meditaciones de las cosas más nimias. Se atiende a detalles del paisaje español, del modo de conversar de los labriegos, del giro de las danzas y cantos populares, de los colores y estilos en el traje y en los utensilios, de las peculiaridades del idioma, y, en general, de las manifestaciones menudas donde se revela la intimidad de una raza»[51].

Zamora Vicente en 1964 puso en relación el aldeano no­ventayochista de Unamuno y Azorín con los rústicos intrahistóricos de la poesía regionalista[52]. Matiza Zamora Vicente el modo en que el crítico literario debe acercarse a la obra de los poetas regionalistas:

«Es necesario cambiar la perspectiva. El ángulo de mira para estos poetas no puede ser otro que el suyo propio. Vistos así, se nos ofrecen en verdad y en hondura. Poetas esencialmente populares, locales, se inspiran directamente en su propio públi­co, y le devuelven, envuelto en persuasivo ritmo, lo que de él han adquirido. Solamente desde este perspectivismo afectivo y cultural, podremos apreciar los indudables aciertos de esta poesía y compartirlos»[53].

El progreso, signo de la historia, está representado en la obra de Chamizo como ha señalado el profesor Rozas[54] en el ferrocarril y en la electricidad. Para este crítico los temas fundamentales de El miajón de los castúos son la transmisión de la herencia biológica de padres a hijos expresada en la exaltación de la familia (Nacencia); la transmisión de creen­cias religiosas, muy frecuente este aspecto en toda la obra de Chamizo, principalmente en Semana Santa en Guareña; la transmisión de las técnicas de trabajo y por último la transmi­sión de una lengua consciente en «icimos asina: Jierro, jumo y la jacha y el jigo y la jiguera» (M. vs. 47-50); rasgo este que identifica la faceta regionalista del poeta. Estos cuatro puntos son los que «consideraba Unamuno como específicos -escribe Rozas- de su tradición eterna, de su intrahistoria»[55].

Siguiendo inconscientemente las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza, Chamizo parece conocer los presupuestos contenidos en El arte de saber ver de Cossío, cuando en la Compuerta a su primer libro pone en boca de sus castúos estas palabras dirigidas a los viajeros del tren:

«Y el pasá por aquí mira pal cielo,
 y endispués pa la tierra
y endispués de miranos con cariño
prencipiar a leegla» (M. vs. 39-42)

En estos versos el hecho de aplicar el verbo leer a la tierra es dar un valor primordial al contacto, a la educación con la naturaleza. El paisaje, la tierra, junto con la vida campesina, el medio racial, tomados de la realidad viva son las dos esferas en que desenvuelve la poesía chamiciana para López Pru­dencio:

«La exactitud, la intensidad del color, la vida del pueblo, con sus regocijos, sus tradiciones, sus ritualidades dolorosas y pla­centeras, se siente palpitar con tal vigor que el ritmo de sus latidos contagia el del corazón del lector. Y esta vida se encua­dra y arraiga de tal modo en el paisaje, que se unen y compene­tran, sin solución de continuidad»[56].

Ante un modernismo religioso, proveniente de la escuela krausista, que influyó en Juan Ramón Jiménez[57], en Chamizo hizo mella un «auténtico, un resignado catolicismo» que estu­vo presente en lo que Justo García Morales[58] ha llamado el otro 98, es decir, en los poetas regionalistas, como Gabriel y Galán, Vicente Medina, coetáneos de la generación del 98. Creemos que los influjos que J. R. Jiménez observa en su generación son también válidos para Chamizo: «…Rubén Da­río influye en lo formal y Unamuno en lo interior, de modo que nosotros empezamos por una doble línea, una doble línea de influencia modernista: una ideológica y otra estética»[59]. Aunque no podemos asegurar que Chamizo conociera la obra literaria y filosófica de D. Miguel de Unamuno, la conexión con los temas de la infrahistoria es evidente y el esteticismo dependiente de Rubén Darío lo hemos anotado anteriormente.

IV. LOS TRES POETAS DE GUAREÑA

Con el título «Los tres poetas de Guareña» dedicó Francis­co Valdés, en 1935, un suelto a los tres poetas coetáneos, nacidos en este pueblo pacense: Chamizo, Frutos y Ducasse; a los que definió con estas notas: Chamizo, «el áspero sabor de la arcilla roja y terronera»; Eugenio Frutos, «las esencias íntimas y sutiles de un espíritu calado por la meditación»; Ángel Braulio Ducasse, «el paisaje y el retozo saludable de alma regional»[60]. De los tres poetas de Guareña, Chamizo y Ducasse son considerados por Valdés como cantores de la tierra y regionalistas; el otro, Eugenio Frutos es un poeta filósofo e intimista.

Ducasse publicó en 1930 un libro de poemas con el título «Tiritimundi sentimental». Estampas rurales. Intimas y otros poe­mas[61], en el que inserta una composición escrita en dialecto, de 1928, bajo el título de «Plegaria extremeña a la Virgen de Guadalupe». Desconocemos si hubo una estrecha amistad entre Ducasse y su conterráneo Luis Chamizo.

Eugenio Frutos fue amigo de Luis Chamizo, y en la época de colegial le consideró como hermano mayor y maestro literario. Dejemos que sea el profesor de filosofía quien nos cuente cómo se conocieron ambos poetas: «Aunque paisano de Luis Chamizo, no lo conocí personalmente hasta mis quince años. Estudiaba yo entonces el cuarto curso de Bachillerato y una epidemia de gripe obligó a cerrar el colegio aquel otoño de 1918. Fui con mi familia al campo, a Valdearenales, y nos instalamos en una casa cercana a la del poeta, que la tenía en la famosa «viña del tinajero» de sus poemas… Ya entonces había cantado Chamizo a Valdearenales en ligeras seguidillas, por los años de su adolescencia. En ese otoño del 18 debía tener ya más de veinte años»[62].

Eugenio Frutos aprendió las técnicas del modernismo lite­rario en las lecturas en común hechas con Luis Chamizo de los poetas modernistas (Villaespesa, Carrere, etc.), cuyos poemas valoraban con una puntuación[63].

En el otoño de 1921 empezó los estudios universitarios, cursando el primer año por libre y no fue a Madrid hasta la primavera de 1922. En esta época -según testimonio de Francisco Valdés- se asomó Frutos a los cenáculos y tertulias de la poesía de vanguardia y publicó escasas composiciones en algunas revistas del modernismo poético[64].Sabemos que cola­boró en varias revistas de la generación del 27 y posteriormen­te en las revistas Cristal y Alcántara de Cáceres. En 1957 apareció el largo poema La viña destruida y en 1974 una breve antología con el título Poesía. Recientemente Ricardo Senabre preparó una cuidada edición de Políptico de Cáceres y otros poemas[65], con motivo del primer aniversario de la muerte del poeta.

Las relaciones entre Frutos y Chamizo se enfriaron con motivo de la boda del «poeta tinajero», en 1922: «Después de su matrimonio vi menos a Chamizo, pues, aunque conservaba su casa de Guareña, residía habitualmente en Guadalcanal. Las últimas vacaciones que yo pasé en mi pueblo fueron las del año 23, después de cursar segundo de Facultad»[66]. Con la marcha de Frutos a Madrid y la de Chamizo a Guadalcanal se perdió la ocasión de que las nuevas corrientes vanguardistas influyeran en el poeta regionalista. En cambio, Chamizo en un viaje entre Guareña y Guadalcanal, en el tren, conoció a Arturo Gazul, periodista y escritor, hijo del poeta del mismo nombre. Esta amistad consagró a Chamizo en el movimiento modernista a través del teatro poético, al que la intelectualidad pacense -Enrique Segura, Eugenio Hermoso, etc.- era tan aficionada, ignorante y displicente ante los nuevos ismos del momento.

V. POESÍA POPULAR

La poesía que trata temas populares ofrece dos tipos de poetas: por un lado, sobresale el poeta inculto, espontáneo, como los oracioneros de la Huerta murciana, que, sin preten­siones artísticas, traduce el alma del pueblo; por otro, como ha señalado Ángeles Cardona «el hombre culto, el ciudadano que pretende adueñarse del arte del pueblo y darlo a conocer a través de un lenguaje convencional que se aproxima al máximo al que traduce sentimientos populares»[67]. Chamizo es un Poeta culto que usa el habla de Guareña en sus obras literarias. Esto no impide el que su poesía sea exponente de una poesía popular al emplear unas formas métricas tradicionales como el romance, la redondilla, rimas asonantes con varias repeticiones, a veces con estribillo, etc. El uso con naturalidad del lenguaje hablado, dialectal, se ha convertido en el atributo privativo de la poesía de Luis Chamizo.

Como ha indicado Justo García Morales, entre la poesía culta y la poesía popular «encontramos siempre una zona difusa en la que lo popular y lo culto se entremezclan y confunden. Es la poesía popular que toma alas prestadas para ser culta, o la culta que deliberadamente se degrada y descien­de para buscar sus temas o su tono en la poesía del pueblo»[68]. Al poeta que escribe esta variedad de poesía lo denomina poeta semipopular. Entre ellos están Vicente Medina, Gabriel y Galán, Luis Chamizo, etc. Ahora bien, la vuelta a la digni­dad esencial del pueblo fue propuesta, en el siglo XIX, por la Institución Libre de Enseñanza, en donde «se fraguó, -según J. R. Jiménez- antes que, con la jeneración del 98, la unión entre lo popular y los aristocrático: lo aristocrático de intem­perie, no se olvide»[69]. La opinión de J. R. Jiménez sobre el lirismo popular es muy tajante: «popular sólo puede serlo un hombre del pueblo que improvisa una malagueña o carcelera. El burgués, sólo imita»[70]. Insiste J. R. Jiménez en que los burgueses no aceptan lo popular y cuando lo aceptan lo esteriotipan en la «Andalucía de pandereta». Postura que ha orientado a los estudiosos -aristócratas de la pluma- hacia un rechazo de la poesía regional, porque la mayor parte de sus rasgos son populares. El poeta regional tiene una honda con­ciencia ética y una preocupación moral y social además de artística. Esta conducta ética lleva al poeta a ser consciente de que pertenece a una determinada comunidad; es la fuerza de la tierra natal la que hizo escribir a J. R. Jiménez. «Yo tenía conciencia de que era andaluz, no castellano»[71] y sentirse «andaluz universal». Esto no impide que el autor de Platero y yo piense que «la poesía no se salva sino por lo universal. Antonio Machado se salva por lo universal elevado desde lo regional»[72]. Eugenio Frutos estudió «lo universal en lo regio­nal»[73] en la poesía de Luis Chamizo. Parece ser que la poesía regional es hija del color local del romanticismo y hermana de la novela costumbrista de finales del siglo XIX[74]. La nueva valoración de la cultura popular se ve en esta frase de Ortega y Gasett: «Yo, que soy profesor de la Universidad, necesito de la colaboración de los pensamientos aldeanos mucho más que ellos de los míos»[75].

VI. CHAMIZO, POETA REGIONALISTA

Todavía está por hacer el estudio propuesto por Zamora Vicente[76] que debe analizar el alcance, la proyección, los orígenes y relaciones de la poesía local o regional de los primeros años del siglo: Escasas son las noticias que poseemos acerca de las raíces regionalistas en Extremadura. Repasando los títulos de la prensa regional extremeña hemos encontrado algunos que se refieren a la reivindicación de la tierra desde el siglo XIX. Se hacen eco en sus páginas de las ideas de los pensadores Pi y Margall, Giner, Salmerón, Costa, Cajal, etc. El título de uno de ellos es bastante revelador, es el de El regenerador extremeño[77], impreso en Cáceres, en 1853, con un único redactor, D. Juan Daza Malato. Anterior a este es El extremeño[78], publicado en Badajoz en 1836, en el que el título delata una conciencia étnica manifiesta. En 1868 se publica en Plasencia El cantón extremeño, más tarde denominado El extremeño, pasa a ser de nuevo El cantón extremeño y desapa­rece en 1895[79]. En Badajoz, en 1881, aparece El autonomista extremeño, el N.º 1 es del lunes 28 de marzo y dejó de publicarse el 28 de julio del mismo año, condenado por el obispo Sr. Ramírez; es un periódico federalista y seguidor de Pi y Mar­gall, Gómez Villafranca ha escrito sobre esta publicación: «Es un periódico en que se rinde verdaderamente fervoroso culto a las ideas y aún a la persona de don Francisco Pi y Margall[80] . De 1883 es el Folk-lore frexnense y bético-extremeño, publica­do en Fregenal de la Sierra (Badajoz); es una de las primeras revistas folklóricas de España. En 1897 se publicó en Plasencia La bandera regional, periódico republicano federal[81]. La revis­ta de Extremadura, órgano de las Comisiones de Monumentos de las dos provincias extremeñas, apareció en Cáceres desde 1899 a 1911, dedicada a la historia, ciencias, artes, literatura; es una revista magnífica e imprescindible para entender el am­biente cultural de la época. De 1900 es Extremadura. Periódico regionalista[82], que apareció en Badajoz. Desde febrero de 1908 a diciembre de 1911 se publicó en Badajoz Archivo extremeño, revista mensual de ciencia, arte e historia. La revista, sin duda, más importante impresa en Extremadura es la Revista del Centro de Estudios Extremeños, Badajoz, a partir de 1927, creada a imitación del madrileño Centro de Estudios Históricos con el impulso cultural, entre otros, de Enrique Segura, López Prudencio, A. Rodríguez Moñino, etcétera.

La prensa, en este período, de un modo lento pero eficaz, divulgó ideas relacionadas con los problemas culturales y sociales de la región y contribuyó de una manera eficiente en la creación de una nueva mentalidad en las clases intelectuales de Extremadura.

El caso de la región extremeña no está aislado. Con ante­rioridad hubo poetas que escribieron en la lengua de la región de origen como Rosalía de Castro, Curros Enríquez, Verda­guer, Maragall. Y el habla dialectal la emplearon, entre otros, Teodoro Cuesta en Asturias, Vicente Medina en Murcia, Ga­briel y Galán en Extremadura, Luis Maldonado en Salaman­ca, José Hernández en Argentina con el Martín Fierro, etc. Algunos de estos autores influyeron en la formación literaria de Juan Ramón Jiménez: «Mis lecturas de esa época [1900] eran Bécquer, Rosalía de Castro y Curros Enríquez, en gallego los dos, cuyos poemas traducía y publicaba yo frecuentemente; Mosén Jacinto Verdaguer, en catalán, Vicente Medina, que acababa de revelarse…»[83]. La razón por la que los autores de la poesía regional, en su época, son aceptados universalmente lo ha señalado Justo García Soriano en unas palabras referidas a Vicente Medina, pero que se pueden aplicar a Gabriel y Galán, Chamizo o a cualquier otro escritor de este grupo: «…y tantos otros bellísimos poemas que se han hecho populares dentro y fuera de España; porque junto con el intenso color Ievantino, el tono dialectal y la envoltura regional, tienen un sentido profundamente humano, inteligible para todos, y por tanto universal en el espacio y en el tiempo»[84].

EI regionalismo federalista, hemos visto más arriba, es sofocado por la iglesia extremeña. Por otro lado, la iglesia, frente a un regionalismo autonómico, propugna otro más suave, que deje las cosas como estaban, pero con un leve cambio. En la revista Guadalupe, subtitulada como revista religiosa y social de Extremadura, se sientan las bases de un regionalismo conservador y católico: «…pero no se tome este regionalismo como nota que presagie aspiraciones autónomas ni desmembraciones territoriales, ni pretensión a especial legislación… Lo que deseamos significar con nuestro regionalismo es, nuestro amor a esta porción de tierra española; más interés por mil prosperidad moral y material; más tradicionalismo en las costumbres extremeñas; industria y sobre todo más devoción, la que tuvieron los extremeños medievales, a la Virgen… No, nuestro regionalismo no quiere sacudir el poder central. Lo acata, lo obedece y lo defiende»[85]. Para Sánchez Marryo el regionalismo extremeño fue mimético y creía encontrar en él «una forma de superar la postración económico-social de la región» y anota este autor que en la sociedad agraria extremeña se produce una contradicción entre las ideas regionalistas y los intereses de la oligarquía política y terrateniente de Extre­madura[86]. Francisco Valdés se quejaba, en 1932, de la poca sensibilidad del acaudalado labriego extremeño y el representante de la segundona nobleza por la empresa cultural, y les atacó porque sólo han estado interesados por las especulació­n agropecuarias, la tertulia del casino y la política caciquil; se lamenta Valdés porque «no hicieron mella los postulados regionalistas de la burguesía, el clero, la aristocracia y las profesiones liberales extremeñas»[87].

El sacerdote Juan Luis Cordero, en 1917, es ferviente partidario del regionalismo literario y así lo proclama cuando escribe: «Hay que amar a la patria chica. Hay que exaltar lo que existe de patriarcal en sus costumbres, difundir la cultura y el respeto a la tradición y el amor al progreso[88].Palabras que presagian tres años antes de su aparición el contenido de El miajón de los castúos. En una carta de León Leal dirigida a Juan Luis Cordero se aboga por un regionalismo integral, lejos del regionalismo autonómico y político: «Creo que -escribe León Leal- en el regionalismo político es en el que menos hay que pensar, porque se nos dará por añadidura cuando seamos regionalistas en todo lo demás y porque de nada nos ha de servir si no sentimos el regionalismo religioso, el literario y artístico, el social y el económico»[89] . Quizás, al no tener profundas raíces históricas el regionalismo en Extremadura, los intelectuales de esta época tenían miedo a un estado fede­ral, porque eran conscientes de que no podrían oponerse abiertamente a la oligarquía caciquil y latifundista.

Con estas circunstancias históricas no nos extrañará el éxito obtenido por Chamizo con su libro de versos cuando aparece en 1921. Chamizo canta el sentimiento religioso, la familia, el trabajo, la tierra, etc. Ideas que proponían los escritores y profesionales, procedentes de las clases medias extremeñas. Apreciamos también el entusiasmo del conserva­dor A. Maura, al leer El miajón, porque ve en esta obra reflejadas sus opiniones y pensamientos sobre el regionalismo español: «He de agradecerle -le escribe a Chamizo- el gran­dísimo deleite espiritual de una poesía tan caudalosa, tan ingenua, tan delicadamente sentida…»[90].

Después del triunfo de «Los consejos de tío Perico», en los Juegos Florales de Almendralejo, Chamizo orientó sus pasos por el sendero regional[91]. En este sentido es interesante la acotación y comentario que hace Chamizo a un poema de Iracheta dedicado «A Mistral»: «Esta es la mejor poesía que encierra este librito. Mistral, el famoso poeta francés, ha impresionado a mi amigo: no me extraña; yo también he sentido influjo de sus poesías. Mistral es el alma romántica de la Provenza»[92].

Se criticó a Chamizo el que fuera imitador de Gabriel y Galán; y esto lo tuvo preocupado. Enrique Segura[93] ha dado las razones por las que Chamizo no imita a Gabriel y Galán: la variedad dialectal extremeña, la métrica y el temario de la poesía chamiciana son diferentes. El poeta de Guareña se lamenta de la baja calidad del poema «El poeta charro» de Iracheta dedicado a Gabriel y Galán en estos términos: «Esta poesía se ve a primera vista que es muy afectada. Nuestro gran maestro Gabriel y Galán es digno de otra cosa»[94]. El 5 de enero de 1926 Chamizo escribió la poesía titulada «A Gabriel y Galán donde le llama por dos veces Maestro: Maestro: Mis castúos; Maestro. No más rimas. Arturo Gazul resalta la cualidad de discípulo de Gabriel y Galán con estas palabras: «Chamizo supo asimilar la lección como discípulo no como plagiario…»[95]

Chamizo, en frase de Zamora Vicente, representa para la región extremeña «la mejor voz del terruño»[96]. En una Extre­madura, cuna de descubridores de lejanas tierras, faltaba un explorador que supiera descubrir a los propios extremeños. Chamizo, sin él pretenderlo, se convirtió en el cantor de la epopeya regional, de tal manera, que con sus obras se erigió en el símbolo de los rasgos y facetas de una fuerte personalidad regional: «Lo que antes -escribe Arturo Gazul- tenían por borroso e incorrecto entre dos regiones perfectamente definidas. Andalucía y Castilla, ahora se les hacía patente con indeleble y acusado perfil…»[97].En esta dedicatoria manuscrita de El Miajón de las castúos, se manifiesta el sentimiento regionalista de Chamizo con suma claridad: «A mi querido amigo Antonio López Martínez- por su amor a esta Extremadura tan rica como desgraciada con un abrazo efusivo. Luis Chamizo.»[98]

La tierra labrantía es signo de identidad de la región extremeña: Cacho e tierra que llenas el mundo/que tus hijos llevamos, dentro (E. 1.051-1.052). En ella habita un pueblo singular, que pertenece a una casta pujante y vigorosa: pa jacé, jornales, el troncón rebusto/d´una nueva casta que dé castas nuevas (M. 318-319). La encina personifica en la poesía de Chamizo a la raza extremeña:

y en donde seculares encinas vírgenes
muestran la servidumbre de su pujanza,
serenas, graves, nobles, como si fueran
el troquel de la raza
(E. 589-592).

El regionalismo de Luis Chamizo se expone sin veladuras en el poema «Invocación al héroe» en el cual asegura que a Extremadura le falta un hombre conquistador «que prendien­do caciques y afirmando monarcas» apuntale los cimientos de la región. En este poema se espera al hombre que:

en vez de la conquista de nuevos continentes
afronte la conquista de nuestra propia casa.

El deseo de que llegue la solución para el problema regio­nal extremeño lo vuelve a expresar Chamizo en el poema «Mis polichinelas»:

mis ojos visionarios ven, en la lejanía,
llegar los redentores del conflicto extremeño

La conquista de Extremadura para Chamizo pasa por una individualista reforma social y agraria, en que cada persona sea dueño de los propios medios de producción, sin llegar ni siquiera a un suave socialismo. Esta idea conservadora y a la vez revolucionaria en su época la escribe en «Los héroes sin gloria»:

Pero dejad la tierra a los humildes
hijos de la Constancia
y el Trabajo:
que lleguen a ser dueños de talleres
y lleguen a labrar sus propios campos.

Chamizo está en contra de la oligarquía latifundista; no olvidemos que su padre ha sido una persona que con el esfuerzo de su trabajo pasó de humilde alfarero a la comodi­dad burguesa de un hábil industrial y bodeguero. El pensa­miento de que cada persona debe poseer sus propios campos que ara está reflejado también en la definición que da Chamizo de la voz castúo «Castizo. Mantenedor de la casta de labrado­res que cultivaron por sí sus propias tierras».

VII. CUADRO CRONOLÓGICO
AñoBiografía de Luis ChamizoHistoria regional de ExtremaduraDatos de historia General
1894Nace en Guareña, 7 noviembreRamón Torrijos y Gómez, obispo de Badajoz. M. Roso de Luna se doctora en Derecho.Muere Espronceda. Engels: “El Capital” (t. III)
1896 Periódico “El anunciador del Comercio”, Cáceres.Rubén Darío: “Prosas profanas”.
1899 Revista de “Extremadura”, en Cáceres. L. Grande Baudesson: Meridionales.Vicente Medina: “Aires murcianos”, 2ª edición. Gobierno Silvela; revisionismo. La Haya: Primera conferencia de Paz.
1900 “Extremadura”. Periódico regionalista, en Badajoz.J. R. Jiménez: “Ninfas y almas de violeta”. E. Marquina: “Odas”. J. Costa; “Reconstitución y Europeización de España”.
1901 Periódico “El fomento”, en Cáceres. R. Gómez Villafranca: “La prensa” en Badajoz.J. Costa: “Oligarquía y caciquismo”. Rubén Darío: “España contemporánea”. Muere Pi y Margall.
1902 José M.ª Gabriel y Galán: “Extremeñas”. Crimen de Don Benito.Unamuno: “Amor y pedagogía”. Mayoría de edad de Alfonso XIII.
1903 José M.ª Gabriel y Galán: “Disparate”. J. López Prudencio: “Extremadura y España”.Maura, jefe del partido conservador. Muere Núñez de Arce. Muere León XIII.
1905 Muere José M.ª Gabriel y Galán en Guijo de Granadilla. Exposición de Zurbarán en Madrid.Unamuno: “Vida de Don Quijote y Sancho Panza”. Rubén Darío: “Cantos de vida y esperanza”. Echegaray, Premio Nobel.
1907 Enrique Díaz Canedo: “La visita del sol”.Antonio Machado: “Soledades”, “Galerías”, “Otros poemas”. Gobierno largo de Maura. Encíclica “Pascendi”, condenando el liberalismo y el modernismo.
1909 Revista Extremeña literaria, en Cáceres. Felipe Trigo: “En la carrera”. M. Roso de Luna: “Evolution solaire et series astrochimiques”.Semana trágica de Barcelona. Valle Inclán: “Cuento de abril”. En Barcelona, Confederación Nacional del Trabajo
1910 Antonio Reyes Huertas: “La nostalgia de los dos”. Homenaje a Gómez Villafranca en Badajoz.Rubén Darío: “Poesías” C. Funck descubre las vitaminas.
1911 Muere Carolina Coronado. M. Roso de Luna: “La ciencia hierática de los mayas”.Muere Joaquín Costa.
1912 J. López Prudencio: “El genio literario de Extremadura: Apuntes de literatura regional”. Felipe Trigo: “El médico rural”. M. Monterrey, flor natural en los Juegos Florales de Lugo.Asesinato de Canalejas. Muere Menéndez Pelayo. Pio X reforma la curia romana.
1913“En el remanso”. Colabora en el “Noticiero Extremeño”.Maximiliano Marcial Liáñez: “Mérida Monumental y artística”.Unamuno: “Del sentimiento trágico de la vida”. Convención de Fez y Protectorado francés en Marruecos.
1914“El Juramento”.Periódico, “El Socialista extremeño”, en Cáceres. Homenaje a Maura en Badajoz. Exposición de Eugenio Hermoso en Badajoz.Ortega y Gasset: “Meditaciones del Quijote”. Primera guerra mundial.
1915“Los quintos de hogaño” y “Semana Santa” en GuareñaA. Covarsí pinta el cuadro: “Gerineldo”.Ch. Chaplin: “Charlot, vagabundo”.
1916“Nostalgias”.Muere Felipe Trigo. Aurelio Cabrera: “Voces extremeñas recogidas del habla de Alburquerque y su comarca”.Conflictos sociales por el encarecimiento de la vida. F. Villaespesa: “El alto de los bohemios. Rapsodias”.
1917“Oración a la Virgen”.M. Roso de Luna: “Wagner, mitólogo y ocultista”. Ángel Marina: “Desde mi rincón”. “Regionalismo”, periódico dirigido por Juan Luis Cordero, en Cáceres.Huelga general en España. Vicente Medina: “Abonico”. Ch. Chaplin: “El emigrante”.
1918“Sonatina”. Conoce a Eugenio Frutos.Antonio Reyes Huertas: “La sangre de la raza”. Movimientos autonomistas. Reunión de diputados en Mérida con este fin.Gobierno nacional: Maura. Divulgación en Extremadura de la encíclica “Rerum novarum” (sobre el estado actual de los obreros) de León XIII, 1891.
1919“Mis polichinelas”. “Consejos del tío Perico”, accésit en los Juegos Florales de Almendralejo. Colabora en el “Noticiero extremeño, de Badajoz”.Periódico “La región”, en Cáceres. Se crea el Museo Provincial de Bellas Artes, en Badajoz.J. Ortega Munilla: “Relaciones contemporáneas”.
1920“Amanecer de invierno”Diego Crehuet: “El feminismo en los aspectos jurídicos, constituyente y literario”.L. Fernández Ardavín: “Láminas de folletín y de misal”. Muere Galdós
1921“El Miajón de los Castúos” (1ª y 2ª edición). Colabora en “El noticiero extremeño”, Badajoz.Félix Urabayen: “La última cigüeña” Homenaje a Luis Chamizo en Don Benito. M. Roso de Luna: “Simbología arcaica”.Dámaso Alonso: “Poemas puros”. “Poemillas de la ciudad”. Enrique Díez-Canedo: “Conversaciones literarias” (1915-1920)
1922Matrimonio con Virtudes Cordo, 18 de febrero en Guadalcanal. “Mi Virgencita”.Viaje de Alfonso XIII a las Hurdes.Benavente, Premio Nobel de Literatura. F. W. Murnau: “Nosferatu”.
1923Se ocupa de los negocios de Guareña y de las fincas de la mujer en Guadalcanal.José Ramírez López Uría: “Las tierras pardas”. “Cantos a Extremadura”.Dictadura de Primo de Rivera.
1924Alcalde de Guadalcanal. Nace su primera hija, María Luisa, el 18 de mayo. Académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla.Francisco Valdés: “Cuatro estampas extremeñas en su marco”. M. Roso de Luna: “La esfinge”.Guerra de África. Se evacúa Xauen. Buster Keaton: “El moderno Sherlock Holmes”.
1925Cesa como alcalde de Guadalcanal.Rufino Delgado Fernández: “Trofeos de Raza”. “Poesías extremeñas”.Rafael Alberti: “Marinero en tierra”. S. M. Eisenstein: “El acorazado Potemkin”.
1926Nace su segunda hija, María Victoria, el 14 de octubre.Inauguración del Teatro Casares, en Malpartida.El 2 de enero en  España, se emiten diarios hablados por primera vez a través de la radio, llamados “La palabra”. Nace Nicolás Sánchez Albornoz.
1927Nace su tercera hija, M.ª de las Virtudes, el 11 de diciembre.Aparece la revista del “Centro de Estudios Extremeños”, en Badajoz.Aparecen las revistas: “Verso y prosa” y La “Gaceta Literaria”.
1929Nace su cuarta hija, Consolación, el 14 de mayo.Se proyecta el documental “Extremadura, cuna de América”, en la Exposición iberoamericana de Sevilla.Inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, el 9 de mayo. Gran Depresión, que comenzó en Nueva York el 24 de octubre.
1930Estreno de “Las Brujas” en Sevilla, Madrid y Badajoz. Homenaje a Chamizo en el Palacio de Bellas Artes, Madrid. 3ª edición de “El Miajón de los castúos”.A. Covarsi: “Paisaje extremeño” Ángel Braulio Ducasse: “M.ª sentimental…”Dimisión de Primo de Rivera. Vicente Medina: “Belén de Pastores, Villancicos y milagros”. Muere Gabriel Miró.
1932Publicación de “Las Brujas”, en Badajoz. Nace su quinta hija, M.ª Asunción, el 9 de junioSucesos de Castiblanco. Conflictos campesinos. José López Prudencio: “Notas literarias de Extremadura”. Homenaje a López Prudencio, en Badajoz.Estatuto catalán. Creación del teatro universitario “La Barraca” Luis Buñuel: “Tierra sin pan”.
1936Chamizo se salva, ocultándose en Guareña.Matanza de Badajoz. Último número de la revista “Cristal”, en Cáceres.Guerra civil española. E. Lubitsch y F. Borzage: “Deseo”.
19384ª Edición del “Miajón de los castúos”, en el Hoy, dependiente de Pemán, Pérez de Urbel, Saiz Rodríguez, etcétera.Manuel Monterrey dedica un soneto a “José Antonio Primo de Rivera”Fuero del trabajo. Congreso de Nüremberg. S. M. Eisenstein: “Alejandro Nevski”
1940Trabajo en el Sindicato de Espectáculos, en Madrid.A. Covarsi pinta “Campesino extremeño”Neutralidad de España. Ch. Chaplin: “El gran dictador”
1942Publicación de “Extremadura” (poema). 5ª Edición de El “Miajón de los castúos”. 2ª edición de “Las Brujas”A. Zamora Vicente: “Leonesismos en el extremeño de Mérida”. A. Rodríguez Moñino: “Historia de la literatura extremeña”.Ley de las Cortes Española. Camilo José Cela: “La familia de Pascual Duarte”.
1945Muere en Madrid, el 24 de diciembre.Aparece la Revista “Alcántara”, en Cáceres.Fuero de los españoles. R. Rossellini: “Roma, ciudad abierta”.

VIII. MIAJÓN DE LOS CASTÚOS

El Miajón de los castúos es la obra más popular de Luis Chamizo. Su aparición estuvo propiciada por el mecenazgo de Don José Ortega Munilla, padre del filósofo Ortega y Gasset. El prólogo, la presentación en el Ateneo de Madrid y varios sueltos en la prensa nacional contribuyeron a dar a conocer esta original muestra de poesía intrahistórica. La primera edición del libro se agotó a los pocos meses, saliendo en el mismo año 1921 la segunda. Escritor regionalista castellano, amigo de Chamizo, fue Julián Sánchez-Prieto, de oficio pastor, pero que con la ayuda de Ortega Munilla y los juicios críticos de Concha Espina se dio a conocer un año más tarde que Chamizo; en la casa del poeta, en Guareña, le dedicó el libro titulado En el chozo[99] con estas palabras: «Para el excelso cantor de Extremadura, Luis Chamizo, con un abrazo de su mejor amigo y devoto (1 agosto 1922)»; a este autor, en su época, se le conoció con el nombre de «El pastor-poeta» y él firmaba como «El pastor de Ocaña, pastor de Castilla». De esta manera se convirtió Luis Chamizo en un poeta modelo para los escritores regionalistas de Castilla, Andalucía, Extre­madura, etc. Sin duda, contribuyó a ello la fama alcanzada en España e Hispanoamérica con El miajón. Eugenio Frutos ha resumido magistralmente el éxito y los efectos de la crítica sobre el libro: «Fue una época brillante, aunque breve. Desde el elogio exaltado de Santiago Vinardell, hasta las reservas de Salaverría sobre el baturrismo poético, la gama de juicios fue muy variada»[100]

     Si reparamos en el subtítulo de la obra, vemos que es Rapsodias extremeñas. Creo que podemos encontrar el porqué del contenido de El Miajón; pienso que Chamizo se siente rapsoda, cantor de las hazañas del pueblo extremeño. Veo estrecha relación entre este subtítulo y el pensamiento de Ortega y Gasset en Las meditaciones del Quijote, donde se explica el papel del rapsoda en el edificio de la obra épica con estos términos: «A diferencia del poeta moderno, no vive aquejado por el ansia de originalidad. Sabe que su canto no es suyo sólo. La conciencia étnica, forjadora del mito, ha cumplido antes que él naciera, el trabajo principal; ha creado los objetos bellos. Su papel queda reducido a la escrupulosidad de un artífice»[101]. Chamizo fue el técnico que, con el cincel de su verso, se encargó de dar forma a la vida poética del pueblo extremeño; para su pueblo escribió una contemporánea Iliada, en la que narró las costumbres ancestrales con un lenguaje cargado de arcaísmos. Ejemplo próximo en el tiempo para Chamizo, fue el poema «Mireya» de Mistral.

     El Miajón de los castúos es un himno dedicado a exaltar las jazañas extremeñas y a dar identidad actual a una región que dio hombres importantes en el pasado, «que triunfaron en América» y:

conquistaron pa los reyes de su Patria
los Peruses y los Méjicos;
y llenaron de pinturas sus iglesias,
y palraron su sentir en los Congresos
(M. 141-144)

Estos héroes -conquistadores, pintores y oradores- son los protagonistas junto con el pueblo llano de la epopeya étnica de Extremadura. Para el poeta los héroes continúan en los campos extremeños, cuando afirma que «semos… los nietos de los macho qu’otros días/trufaron en América».

En este poema se canta la vida cotidiana y heroica del hombre extremeño con sus rasgos etnográficos: ¡el miajón que llevamos los castúos/por bajo e la corteza (M. 55-56), que habita un ecosistema que ama y a la vez le condiciona. El sentimiento colectivo de pueblo agrícola está expresado en los versos Qu´e estos hombres son los machos duna raza/de castúos labraores extremeños (M. 115-116). Es la tierra labrantía para el hombre extremeño la jembra, la madre, la novia y la herma­na (M. 121-126). El saber se transmite de unas generaciones a otras por tradición: qu’ha de saber podar como su agüelo/y ha de saber segar como su padre (M. 443-444).

 El paisaje extremeño está surcado por el tren; elemento extraño que rompe el silencio del campo bucólico y espanta con sus silbidos a las yuntas. El tren y la luz eléctrica represen­tan el progreso que el campesino tradicional mira con recelos, de tal manera que el muchacho que ve por primera vez la procesión de Semana Santa dice: Y pa mí qu’a Ella no debía gustale/la lus elertrina pa que l´llumbrara (M. 870-871). Sin embargo, Chamizo acepta las nuevas técnicas de artesanía inventadas por su padre que «endispués de cavila tuvo el acuerdo/de los conos y los jornos encuadraos (M. 1.325-1.326) y puso en producción, descuajando el monte, la finca de Vardea­renales, al transformarla en la fértil viña: y las cepas dieron uvas/remojás con el süor del tinajero (M. 1.342-1.343).

IX.       LAS BRUJAS

Arturo Gazul advirtió en la poesía de Luis Chamizo cuali­dades teatrales en los personajes que monologaban y dialoga­ban sobre sus dramas vitales con acertado realismo. En las reiteradas visitas de Chamizo a la casa de Gazul, en Llerena, éste le animó a que escribiera una obra teatral[102].

Las brujas se enmarcan dentro del teatro regional español, insinuado por Enrique Díez-Canedo[103],en el ámbito del tea­tro costumbrista de Arniches, los Álvarez Quintero, etc. Cha­mizo se acoge a la estética del teatro poético, en verso, que había tenido éxito con las obras de Valle-Inclán, Villaespesa, Marquina.

A la forma modernista del verso Chamizo añade el fondo intrahistórico al tratar un tema con profundas raíces en el folklore popular: los amores, el traje, el dialecto, los ritos, etc. Los tres cantos de la obra están inmersos en creencias popula­res; el primer canto es la historia vulgar de la novia que cede al novio antes de partir para la guerra; en el segundo titulado «El mal de ojo» se apodera el conjuro de la muchacha y en el tercero se resuelve el nudo en la noche de San Juan. Toda la obra se halla envuelta en un halo de superstición y brujería. Las referencias a la cercana guerra de Marruecos contribuye­ron a enardecer los sentimientos del público asistente a las representaciones. La técnica teatral es la tradicional en tres actos, sin aplicar las modernas técnicas europeas del momento.

     El éxito del drama de Chamizo fue, en opinión de Arturo Mori, «acaso el más brillante de la actual temporada»[104]. Chamizo escribió también dos libretos de zarzuela; uno de costumbres extremeñas titulado Flor de Luna y otro de ambiente andaluz, Gloria, que debió ser musicado por Pablo Sorozábal; ambos estaban destinados a su amigo Marcos Redondo. Las dos zarzuelas permanecen inéditas y desconoce­mos quién posee los manuscritos.

X. EXTREMADURA

El libro Extremadura (poema) se publicó en 1942, pero su gestación fue muy larga y solamente se imprimió el canto primero. Los inicios y las vicisitudes por las que pasó esta composición los describe Eugenio Frutos:

«Emprendió la composición de un poema largo, donde palpita­ban las virtudes de la raza. Lo concibió como una exaltación del extremeño y de la vinculación a la tierra, y tomó como motivo la antigua fiesta de la Candelaria, cuando se llevaban las candelas -tizones de las hogueras familiares- a la tierra vinculada a la familia. El poema se titularía «La Juguera». Después el poema cambió, y lo que, andando bastantes años, se publicó fue el poema «Extremadura», donde se inserta «La noche de las candelas»[105].

En 1930, con motivo del homenaje que le tributaron sus amigos en Sevilla por el éxito del estreno de Las Brujas, recitó (los poemas de este libro: «Pelea de gallos en Medellín» y «La jilandera»[106]. Sobre este libro escribió López Prudencio: «Desde el paisaje hasta la acción, todo está visto y sentido a la luz de la gesta literaria de Extremadura en los días gloriosos de España»[107].

El cuadro costumbrista de la pintura de Eugenio Hermoso y de Adelardo Covarsí está perfectamente equiparado con la descripción del tipismo extremeño que hace Chamizo en estos versos:

Al brillar el lucero, los labrantines
aparejan sus bestias.
Van a piernacachones los mozalbetes
en albardas de bálago, bien peripuestas;
en el arzón la bota de vino tinto,
y la moza en las ancas, a mujeriegas,
una mano en el talle del mozalbete
y otra mano en el talle de la digüeta.
(Extr., 517-524)

El tiempo en este poema no se cuenta por el calendario sino por los trabajos y las fiestas populares: la sementera, la Cande­laria, el Corpus, etc. La vida del pueblo transcurre con las creencias religiosas: Bastián y la Mari-Rosa rezan juntos/la oración de la siembra (E. 1.047-1.048) y las creencias supersticiosas: un calenturón negro, por los rincones/reía con su zumba malagorera (E. 89-90), bisarmas de cuentos brujos (E. 229-230), curanderas, brujas, Samparipayo. Las costumbres populares están reflejadas en las carreras de gallos, el traje regional, la cocina (cuencas de fresno, trincaya, vino de Guareña), las canciones (El gerineldo), los romances, los juegos (tirar a la barra, E. 394), instrumentos musicales, etcétera.

XI. POESÍAS CASTELLANAS

Se publican en 1967. Las fechas de composición van de 1913 a 1926 en los poemas que la anotan; hay otros en que no aparece el año.

El tema del amor está tratado en «Canto bohemio», «Fe­cundidad», «Trini la zagalilla», «En el remanso», «La eterna elegía», «Rima», «Romance del tiempo viejo», «Mi virgencita», «Renunciación», «En el azul celeste de tus ojos» y «El último romántico».

La naturaleza la canta Chamizo en «Amanecer de invier­no», «La rosa blanca» y «La oración de la noche». Los temas tradicionales y folklóricos en «Los quintos de hogaño», «El juramento». La justicia social se enaltece en «Los héroes sin gloria» y «Mis polichinelas». El regionalismo se toca en «Nostalgias», «A Gabriel y Galán», «Invocación al héroe».

XII. LA LENGUA DE LUIS CHAMIZO

     Vamos a ocuparnos ahora de la lengua literaria que usó Chamizo en sus escritos. Fernando Lázaro afirma que ante un texto el historiador de la lengua literaria lo primero ha de preguntarse «es a qué o a quién se somete el autor, contra qué o contra quién reacciona»[108]. Chamizo se somete al código del modernismo literario con dos modalidades; en la primera su obra está escrita en el registro de la lengua castellana y en la segunda en el registro del dialecto extremeño. A uno pertenecen las Poesías castellanas y al otro, El Miajón de los castúos, Las Brujas y Extremadura.

     El modernismo literario se manifiesta en toda la obra por medio del ritmo y de la versificación, pero es en las poesías escritas en castellano donde se aprecia más nítidamente. El uso de un léxico culto, no natural: príncipe nocherniego (Canto bohemio), blondo, sonatina, nácar, celaje, amaranto, rubíes (Amanecer de invierno), cresos (Mis polichinelas), calofrío, saudades (A Gabriel y Galán), ambrosía, vergeles, alevosa (La Rosa blanca), casto arrebol (La eterna elegía), la austera laxitud (Rima), lúbricos hechizos (Mi virgencita), vate, estro (El último romántico), etc. Chamizo afirma su identidad como poeta cuando subraya si no/comprende el vulgo mis versos (Canto bohemio) e invoca a la musa cristiana con estas palabras ¡llega como un espíritu santo la inspiración! (Mis polichinelas). El neologismo está presente en las voces dulcedumbre (Mi virgencita), argentía (En el remanso), ensoñaciones, murmurío (La oración de la noche), etc. La imagen sorprendente se anota en el silencio locuaz (Fecundidad), los copos de nieves fingen / ramos de azahar en tu pecho (Canto bohemio). La adjetivación en Chamizo delata que pertenece al movimiento modernista: en las dulces serenas noches pálidas (Los quintos de hogaño) las vastas llanuras desiertas (Nostalgias), casta mujer hermosa (Renunciación). Ecos rubenianos se hallan en estos versos: la marcha triunfal del corazón (Mis polichinelas), el arco triunfal de su sonrisa (Trini la zagalilla), pasa triunfal la juventud, marcha triunfal la juventud (La eterna elegía), senos triunfales, marcha triunfal de la juventud (Renunciación), El gusto modernista por los usos arcaicos y dialectales se comprueba en: cual gerifaltes (Canto bohemio), allende de los maizales («Trini la zagalilla»), do libráse la batalla («El juramen­to»), adiós las nuestras muchachas («Los quintos de hogaño»). La aliteración de fonemas se documenta: de la vibrante múlti­ple en que resopla y cruje, ronca y rechina (Extr., 708), de la nasal alveolar en ¡Oh, la canción monótona de notas leves! (Extr., 706), de la /s/ en sobre las jaras secas en combustión sonora («Amanecer de invierno»). Del mismo modo que los modernistas escriben con mayúsculas ciertas palabras para personificar abstracciones, Chamizo traza con letras capitales: Custodia, Cruz, Luna («Canto bohemio»), que el Dolor, la Música y el Trabajo; Destierro, Patria, Constancia, Trabajo («Los héroes sin gloria»), Amor («Sonatina»), Silencio (Mis polichinelas»), Naturaleza, Cosmos («La oración de la no­che»).

Hasta aquí hemos visto a qué y a quién se somete Chamizo. Nos resta considerar contra qué reacciona. Es el propio poeta quien con sus propios versos declara que está en contra de la estética que él llama romántica, personificada en las «princesi­tas violetas» y los «neurasténicos románticos poetas»:

Que vayan a conventos esas espirituales
niñas humildes como princesitas violetas,
pálidas, ojerosas, tristes, sentimentales,
amor de neurasténicos románticos poetas
(«Renunciación»)

El código del registro dialectal en Chamizo es modernis­ta[109] o mejor de la generación del 98, desde el momento en que el poeta toma el habla regional como instrumento de comuni­cación de los personajes de la intrahistoria del pueblo extreme­ño y de sí mismo. En este sentido se sitúa Chamizo en lo que Iuri Lotmann llama la estética de la oposición[110], es decir, en una posición en la que el lenguaje no está ritualizado, sino que el uso del dialecto es un factor revolucionario, rebelde e innovador. Para Contreras Carrión, entusiasta crítico del movimiento modernista, el cultivo del habla dialectal en El miajón de los castúos suponía una degeneración porque no aceptaba el que fuera principio de deleites estéticos el uso de «una forma iliteraria, en la que los pensamientos están expresados, con voces que son barbarismos analógicos y prosódicos»[111]. La estética de la oposición llevó a Chamizo a establecer, junto con su maestro José María Gabriel y Galán, una nueva estética literaria, que eleva el dialecto a la categoría de instrumento y vehículo poético. Desde esta perspectiva Ortega Munilla elogió este acierto en las composiciones chamicianas «al estar escritas en el decir, un tanto bárbaro y fiero, de la gente de Extremadura» y «por haber inventado, en fin, un nuevo modo de belleza en las letras»[112]  Como ha escrito Zamora Vicente el poeta «estudió en el gran libro de la vida campesina, donde aprendió esa habla documental, entre vulgarismo fonético y arqueología dialectal, tan excelentemente representada en su obra»[113]. El conocimiento del habla dialectal de Chamizo es vivencial y fiel reflejo de la cultura que por nacimiento y experiencia conoce. Ortega Munilla[114] se percató de este punto al comprobar que Chamizo escribía copiando la manera de hablar de sus operarios y que conocía los mercados, las montaneras, las dehesas y los chozos pastoriles del hombre extremeño. Pedro Barros ha aludido a los niveles socioculturales y a los estratos lingüísticos en la obra chamiciana y ha hecho notar que el poeta ha elegido el habla de los campesinos, señalando que establece en Las brujas ciertas diferencias expresivas entre los personajes, «donde los protagonistas y familiares, dentro de su rudeza, mantienen un nivel lingüístico ligeramente superior al resto de los participantes»[115] 115, mientras Puño e Jierro usa muchos vulgarismos fonéticos e incorrecciones sintácticas.

Enrique Segura consideró que el léxico de la poesía de Luis Chamizo pertenece al subgrupo del leonés oriental, subgrupo en el que hay que catalogar lo más saliente del habla extremeña[116]. Con esta clasificación del lenguaje de Chamizo está de acuerdo Zamora Vicente, aunque matiza la nivelación lingüística del castellano:

«Observando despacito el lenguaje de El miajón o Las brujas se percibe lo que el extremeño actual tiene de habla de tránsito, de lugar de entrecruce de corrientes, sin ya decidido valor dialectal histórico. Dicho de otro modo: se puede percibir lo que el castellano ha progresado en nivelación idiomática»[117].

Zamora Vicente insiste en que sobre el rincón lingüístico de Guareña hay una «capa honda de leonesismo, y otra —y otras, muchísimas otras— del castellano superpuesto»[118]. Al leer a Chamizo —ha escrito Zamora Vicente— encontramos «rasgos de vulgarismo o arcaísmo fonético que nos dan esa engañosa falacia de la lengua que nos suena, extrañamente subyugadora»[119].

De los niveles lingüísticos es consciente Chamizo cuando escribe los versos: componen la dejesa que llama el pueblo, / Por mal nombre, «La jesa de la Morgaña» (Extr., 7-8); en los que distingue un nivel culto representado por la palabra dejesa y otro vulgar atestiguado en la voz jesa.

1. Grafías y transcripción fonética

La obra de Chamizo admite dos posibles lecturas. Una con acento normalizado castellano, que es incorrecta, y otra lectura interpretativa con fonología y entonación extremeñas, que es como quería que se declamaran sus poemas «con acento extremeño», no imitado[120].

                      Chamizo no es conocedor como Juan Ramón Jiménez de las normas de transcripción fonética usadas par a dar realismo al habla de las clases populares en Platero y yo, sino que, alejado de la amistad de D. Ramón Menéndez Pidal y del círculo de la Residencia de Estudiantes, tiene que inventar unas rudimentarias normas para representar los sonidos del habla extremeña diferentes de los del castellano. Veamos cómo simboliza gráficamente esta variedad lingüística. Aparece la grafía cero o ausencia de grafía para hacer notar que un sonido no se pronuncia en voces como pasá, rumiá, doló, viví; esta pérdida repercute en una mayor abertura vocálica en la vocal precedente. Los grafemas «j» y «g» reflejan la aspiración extremeña / jierros, jigos (procedentes de f- inicial latina) y en hojas, (préstamos castellanos). La «s» implosiva interpreta la aspiración en interior y final absoluta de palabra; en las voces diez, crus, jas, jaste, ferós, pas, narís, ves, lus, la grafia «s» transcribe el fonema / h/[121]. Los grafemas «y» y «ll» representan el fonema /ž/ rehilado sonoro tan característico en la provincia de Badajoz, El grafema «g» en posición implosiva lo usa Chamizo para indicar una aspiración en las voces gagnate, jacegla, contagla, etc. En el resto de los casos emplea la ortografía la castellana, con distinción solamente gráfica entre b y v y la presencia de la h muda.

2. Fonética y fonología.

     En el estudio de la fonética y fonología del habla de Chamizo abunda el vulgarismo, el arcaísmo, el leonesismo y los meridionalismos. Según Muñoz Cortés lo vulgar «no se localiza en una región determinada, no indica, por tanto, procedencia geográfica en los hablantes, sino una categoría social baja»[122]

     El sistema vocálico tiene cinco fonemas en posición tónica:/i/, /e/, /a/, /o/, u/. Se produce en el habla de Guareña la abertura vocálica tras la pérdida de consonantes finales o de la aspiración de éstas, que ocasiona un inicio de oposición fonológica marcada por el timbre abierto y mayor duración, sobre todo en los fonemas / e/, /a/, /o/: arcornoqueh, pasá, doló.

     En el sistema vocálico anotamos algunas particularidades. Por arcaísmo se puede explicar el mantenimiento de la vocal / e / en las palabras trebajo y mesmo. Vulgarismo muy corriente es el cambio de timbre en las vocales átonas: a) cambio de i en en prencipiar; b) trueque de o en u: vusotros, nus, sus; c) paso de e a o: onjuta; d) prótesis de una vocal: ajuir, agatear, arrebuscar; e) cambio de e en i en posición final: cuanti, anti-to, ondiquiera.

En la diptongación se observa una reducción de diptongos en trunfaron, cencias, nacencia, pacencia y aparición de los mismos en depriesa, priesa, suerbe, tapia; la vocalización del primer elemento del grupo -kt- origina un diptongo en la voz caraite. La epéntesis de una yod, rasgo típicamente leonés, produce diptongos en las palabras urnia, funeralia, grancias. La presencia de la -y- antihiática destruye el hiato en las palabras riyendo, riyeron, sonriyendo. Por vulgarismo también se explica la reducción del hiato en las voces pitrolio, riales.

De lo expuesto hasta aquí concluimos que en el sistema vocálico se halla distinto inventario que en castellano si contabilizamos las vocales átonas y tónicas. La distribución de los fonemas se ve afectada por los efectos que acabamos de enumerar y presenta un diasistema peculiar para las vocales átonas en posición inicial o final de palabra.

El sistema consonántico presenta notas que lo diferencian del castellano respecto del inventario y de la distribución de los fonemas. En el sistema chamiciano no aparece el fonema jota / x / castellano; la aspiración, en todas sus modalidades, origina un fonema nuevo / h / para el castellano normativo. La oposición entre el fonema / l / y el fonema / y / se neutraliza, por lo general, en un nuevo fonema / ž / rehilado: juežah, južendo. La diferencia en el inventario repercute en la distribución de los fonemas; así la aspiración extremeña /h/ aparece donde el castellano hay una jota castellana, una -s Implosiva, etc., y en latín una f- inicial; algunos fonemas se pierden en posición final de palabra como -d, -r, -z, etc.

      En las consonantes hay algunos fenómenos que son rasgos meridionales del dialecto extremeño, que no deben explicarse por influjo andaluz, sino como ha apuntado Zamora Vicente «por el aislamiento lateral de viejas formas a las que el castellano uniforme no ha podido aún delimitar o sustituir»[123].

     Rasgos meridionales en la obra de Chamizo son: a) el yeísmo, que atestiguado en el habla mozárabe, es rehilante en Guareña; juežah b) la aspiración de la -s en posición implosiva loh recioh arcornoqueh; c) la neutralización de -r y -l en posición implosiva: I > r (arcornoques, argún, durces), r > l (quereles, pelegrina), metátesis (palramos); d) ensordecimiento de la consonante que sigue a la aspiración de la -s o -= implosivas —documentado en una carta de Fernando Colón que escribió Sofonifa por Sophonisba—, en Chamizo: -Sb- > -f – trefalán, refalón), Bonifacio Gil recoge en Villanueva de la Serena: Ay, andá / si la nieve refala, / ¿Qué será? (t. I, pág. 148); -sg-> / h /: remujo, añujao, por fonética sintáctica los jañañes; -zg- > / h /: noviajo; este rasgo es común al español vulgar de distintas zonas hispánicas.

      En el consonantismo se observan algunas características que están relacionadas con las hablas del antiguo reino de León. Leonesismos en la obra chamiciana son: a) la conservación del grupo latino -mb- en posición intervocálica: lambiar, lambo; b) la palatalización del grupo Dy en y: presiyo, meyodía como en el altoaragonés; una copla popular de Villanueva de la Serena dice: Madrecita de Guadalupe, / madre de los presiyario, / ampárame a mí que voy / a presiyo por dies año (B. Gil t, I, pág. 149); c) la conservación de I en el primer elemento de un grupo consonántico: jartalga, bilma; d) la presencia de la aspiración / h/ procedente de f- inicial latina: porqu´icimos asina: Jierro, jumo / y la jacha y el jigo y lajiguera M 49-50); e) el trueque de bl- a br- en: branca, praza; ) o cambio de br- a bl-: templano.

En el sistema consonántico son muy abundantes los vulgarismos comunes al habla de las clases populares como: a) el grupo kt- se convierte en -rt-: lerturas, elertrino; b) la /b/ inicial se transforma en /g/: güenos, gorver, gortear; c) la pérdida de la -r- intervocálica: paescan, pal, fuá; e) la reducción del grupo -mb- a -m-: tamién, comenecia; f) la epéntesis analógica de una -n: asín; g) metátesis: drento, estógamo, probe; h) aféresis de la d- inicial en esparraman, ejaron; 4) Liona parición de la d- en la preposición de: la tierra e labor, ancá por «en casa de»; j) prótesis del prefijo es-: eschangan; k) pérdida o aspiración de la -r del infinitivo ante pronombre enclítico: miranos, contaglas; I) equivalencias acústicas; -3- >-n- > -r- (morumentos), f- > -c- (Celipe).

3. Morfosintaxis

Caso de vulgarismo en el género de los nombres es la distinción entre la liebre y el liebro, donde el cambio de -e en -o refuerza la expresión del género.

     Algunas palabras presentan el doble plural en la obra de Chamizo como quinqueses, ciempeses, Peruses.

Se usa la forma tío como tratamiento ante nombre propio de persona con el valor de título: tío Perico, tío Bruno.

El artículo se usa de una manera vulgar ante nombre propio de persona: la Genoveva; y como arcaísmo o leonesismo ante posesivo: la mi matraca. En los nombres de río, ante el del río Guadiana aparece el artículo, pero ante el nombre del arroyo Borrachuelo no: más atrás de Borrachuelo; rasgo que se conserva como un arcaísmo en el dialecto extremeño.

El pronombre personal ofrece las formas vulgares: mus, nus, sus, vusotros. En el orden de la frase es habitual el que el pronombre de 1.a y 2.a personas preceda al de tercera: te se note, me se enturbia el sentío. En la obra de Chamizo se encuentran casos de leísmo: Ella me le pedía, a mi Agustín le han jerío; junto a otros de laísmo: ¿Pero es que ya la hablaste?, La jice los cargos, ca ves que la reza.

Es digna de ser anotada la construcción vulgar con la estructura de: verbo + de + infinitivo: «Y al jacerla de llorar», «me gusta de rumiarlas».

Las principales formas de los sufijos son a) -ino: mocino; a veces ofrece reduplicación intersufijal: delgainino, chiquirrinino; b) -úo: cabezúo, porrillúa; c) -illo: jilillo, Celipillo; d) -ito: caminito; e) -era: chaparrera, guapero; f) -ete, -eta: jartete, corraleta; g) -ón: troncón; h) -ío: murmurio. En el verbo se encuentran las siguientes formas vulgares: a) amos, semos y seis por «vamos», «somos» y «sois» respectivamente; b) formas analógicas del español antiguo y clásico: haiga, trujieron; c) formas de pretérito con -s final aspirada: distes, entendistes; d) formas de futuro con el grupo -dr- en vez de -rr-: quedrá s, quedrá, quedrán; e) las formas contractas de pretérito: vía, había, sío, hubía vegilao; f) arcaísmos por conservación de formas de perfecto fuerte: vide, vido, truje, ruio: g) uso de la forma de infinitivo con valor de imperativo: prencipiar a leegla.

     El verbo haber se usa con el valor de tener en la forma arcaizante habemos: con la yunta que habemos de mercale. El verbo estar con el valor de ser en: y las cosas no están siempre lo mesmo.

 Por influjo leonés se explica la forma el imperativo. Terminamos este apartado fijándonos en el uso arcaizante del verbo quedar con valor transitivo: y allí la quedé, en la orilla; y en el uso pronominal del verbo soñar: porque ice que se sueña su Rosario / toas las noches con la loba de la rabia.

4. El léxico de Luis Chamizo

     Chamizo añade un vocabulario a las primeras ediciones de El Miajón de los castúos y de Extremadura. Este hecho no es nuevo en la literatura de la época, puesto que Unamuno insertó uno a la Vida de don Quijote y Sancho y Luis Maldonado otro a su libro Del campo y de la ciudad[124].

     El estudio estadístico del vocabulario de Chamizo, tomando como corpus el glosario de nuestra edición, demuestra que 489 voces documentadas, 100 son palabras que el autor registró en los vocabularios de 1921 y 1942, pero que nunca utilizó en sus poemas, suponen un 20,65 0/0 del total. Son términos   como acorrío, agrachaera, Aguilar, agurar, alma, amoragar, apoquinar, atontolinao, antranquijo, bandarria, baquear, bicharraco, bochinche, bolindre, borrachingana, cácarro, calabazón, calojanso, calambuco, carajamandanga, cegaluto, cigüente, cojondongo, comisquear, coriana, coruja, cristión, cucufate, chasquir,  espanzurrar, fato,  furcia,furriona, gabacho, galrotear, jalenque, jaloco, jarapal, jeó, jigona, jilimoje, jorcao, juéyebra, jurra, iurramacho, marruño, misquiligrillo, moracantana, morgaño, padrejón, papelón, papón, pindongo, pomporita, rececho, recocaje, regilaillo, repiquete, turda, túrdiga, etc. Este dato confirma la conciencia lingüística de poseer un vehículo peculiar para expresarse en el habla de su pueblo y el hecho de que Chamizo era consciente de que utilizaba un habla regional, la de los castúos, para componer su creación literaria; no en vano confiesa este rasgo en sus versos; Y sus dirá también cómo parlamos / los hijos d´es tierras (M. 47-48). En esta faceta se deben añadir las acertadas definiciones que propone para cada palabra registrada en los vocabularios de sus obras.

Si se compara nuestro glosario y la oportuna documenta en español de América, se observa que sesenta y siete palabras tienen el mismo significante en ambas referencias, con un porcentaje de un 13,49 % del total. Son términos como agora, aina, almilla, ánima, arrempujar, agachaera, agilar, ajotar, arriscarse, asollamao, cata, jipar, jopo, lampuzo, candonga, buche, calabazo, candela, compaña, cuadril, faltriquera, mercar, negrillo, suerte, enjaretar, garambetas, indino, moringa, nacencia, dona, lamber, manque, tarima, maturranga, etcétera.

El análisis porcentual de nuestro glosario, asumiendo todas las dificultades a la hora de incluir un término en un epígrafe u otro, ha dado el siguiente resultado:

  Clasificaciónnº de palabras  porcentaje
Voces documentas preferentemente en territorio extremeño17936,60%
Vulgarismos comunes a otras hablas dialectales5611,45%
Arcaísmos4910,02%
Leonesismos489,81%
Creación léxica de Chamizo163,27%
Cultismos51,02%
Gitanismos20,40%
Portuguesismos20,40%
Voces sin clasificar (coloquialismo, familiarismos. etc.)13227,03%
Totales489100%

       El léxico documentado preferentemente en territorio extremeño (179 palabras, 36,60) está constituido por palabras como agridú, agurar, ajurrear, albehaca, amoragar, andacapadres, angó, añujar, arrellenarse, arrutaíno, asomatraspón, asusón, baquear, bejorril, bochinchear, calenturón, carajamandanga, carrefila, castúo, cigüente, córrigo, cristión, chalabarquino, changüín, charramandusca (a la), chasquir, chilraera, chilriar, chinchirinela, chipitón, chiringá, chiriveje, chirivín, fragüín, guapero, jalenque, jigona, jilimoje, jurra, mícale, misquisligrillo,  montúa, moracantana, pantaruja, pesina, rapa, recocaje, recuéncano, rejilaillo, repionela, revijuela, sabio, suñir, téntigo, titilillo, trincaya, trúbila, vendo, etc. En este apartado se han anotado voces (17 palabras, 3,47%) que se documentan también en Andalucía, pero que pueden ser consideradas mas bien como meridonalismos comunes a las hablas del Sur peninsular, de Canarias y de América, como agiar, ajuir, cochura, jaloco, jato, jeó, jerre que jerre, jesa, jito, noviajo, repión, etcétera.

Se han registrado 56 palabras (11,45 %) que son vulgarismos generales usados por las clases populares de las distintas modalidades lingüísticas de las hablas hispánicas. Son términos como acituna, agatear, andenantes, antiernoche, apoquinar, asín, asina, bujero, bulra, eschangar, gorver, jabalín, manque, avispa, siquiá, tiricia, etcétera.

      Los arcaísmos (49 palabras, 10,02 %) que se conservan vivos en el dialecto usado por Luis Chamizo estaban en pleno vigor en el siglo de Oro español; son palabras como agora, qiotar, almilla, arrellenarse, candela, candongo, compaña, aina, donas, escuerzo, magarza, mercar, nacencia, puchas, quedar (con valor transitivo), suerte, surito, tarima.

      El leonesismo, es decir, voz que extiende su distribución por el antiguo reino de León, está muy presente en el habla chamiciana. Así se han registrado 48 palabras (9,81 %) como archiperres, baraño, bayón, bilma, canga, caraba, concalecer, coruja, dambos, escurrajas, gacho, grancias, jartalga, lambiar, lombo, meyodia, presiyo, risorio, roíllo, urnia, zugar, etcétera.

      La creación léxica la hemos observado en 16 palabras (3,27%) del tipo de encerao, jimploteo, rejolgorio, relumbrío, etcétera.

      El cultismo se ha registrado en 5 palabras (1,02 %) que son: ánimas, fermatina, jalón, quis por quid, tarantela. Solamente se han documentado dos gitanismos (0,40 dinguelar, diñar; y dos portuguesismos (0,40 %): escarranchá y nuevo (con el valor de joven», referido a personas).

      Es opinable si alguna de las voces estudiadas puede incluirse en dos o más epígrafes; no obstante, el análisis estadístico, salvando los problemas inherentes a la ciencia estadística, permite afirmar que el habla de Chamizo intenta ser un fiel reflejo del habla de los extremeños, de los castúos a los que canta el poeta, puesto que el porcentaje mayor (36,600 %) es el referido al léxico autóctono, aunque el vulgarismo (11,45 %) el arcaísmo (10,02 %) y el leonesismo (9,81 %) se dejan oír con voz propia en la lengua de Chamizo. Datos estos que confirman nuestra tesis acerca del dialecto extremeño, en el que no hay ningún rasgo que sea exclusivo del mismo, pero en el que la suma de varios rasgos le dan una estructura, una identidad, una imagen peculiar frente a los dialectos vecinos.

XIII. EDICIÓN DE LAS OBRAS DE LUIS CHAMIZO[125]

1. Luis Chamizo Trigueros, Semana santa en Guareña y oración a la Virgen. Poesías. Don Benito, Tip. de Trejo, 9 pp., sin año.

2. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), Prólogo de J. Ortega Munilla, portada con efigie humana dibujada por Victorio Macho, Madrid, Imprenta de Juan Pueyo, calle de la Luna, 29, se terminó de imprimir el 31 de enero de 1921, 8º, 205 pp., 4 ptas. Incluye el «Vocabulario de voces extremeñas contenidas en El miajón de los castúos».

3. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), prólogo de J. Ortega Munilla, 2.a edición, Madrid, Editorial Alejandro Pueyo, imprenta Juan Pueyo, 1921. En esta edición se recogen los juicios críticos de la primera edición de: «ABC» (J. Ortega Munilla, que inserta la carta de felicitación (13-11-1921) de A. Maura a Luis Chamizo); de Hoy (Santiago Vinardell) y de La Península.

4. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), 3.a edición, Madrid, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 8.º, 205 pp., 5 ptas., 1930.

5. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), Prólogo de J. Ortega Munilla, Badajoz, 4.a edición, Autorizada por su autor para Hoy, septiembre 1938, 44 pp. Se publica como suplemento del periódico Hoy, con letra del cuerpo seis.

6. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), 5.a edición, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1942, 8.º, 200 pp., 10 ptas. Ha sido la edición más usada por los estudiosos y la que más graves erratas tiene.

7. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), Madrid, Aguilar, 1963. En la colección crisol.

8. Luis Chamizo, El miajón de los castúos (Rapsodias extremeñas), Madrid, 3. a edición, Espasa-Calpe, 1976, 1.º(1963), 2.º(1971).

9. Luis Chamizo, Las brujas. Poema dramático de ambiente extremeño en tres cantos y en verso, 1.a edición, portada e ilustraciones de Martínez León, Badajoz, Tip. y Libr. de Arqueros, 1932, 8º m., 160 pp., 3,50 ptas.

10. Luis Chamizo, Las brujas. Poema dramático de ambiente extremeño en tres cantos y en verso, 2.a edición, portada con la efigie, en tamaño reducido, de la 1ª. edición de El miajón, dibujada por Victorio Macho, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1942, 8.º, 200 pp., 10 ptas. Esta edición no tiene las ilustraciones de Martínez de León de la 1ªedición. Recoge los juicios críticos sobre el estreno de Las brujas, de ABC, Informaciones, El debate, La nación, El liberal, La libertad, El imparcial, La época, de 11 de octubre de 1930 y de La reforma, de 16 de octubre de 1930.

11. Luis Chamizo, Extremadura (poema). Canto primero, prólogo de Don José López Prudencio, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1942, 8.º, 176 pp., 10 ptas.

12. Luis Chamizo, Obras completas, prólogo de Enrique Segura Badajoz, Diputación Provincial, Instituto de Servicios Culturales, 1963, 412 pp., 9 láminas. Se incluyen El miajón de los castúos con el prólogo de J. Ortega Munilla y el «vocabulario de voces extremeñas»; Las brujas con prólogo de Enrique Segura y los juicios críticos del estreno en 1930 y Extremadura (poema). Canto primero, con prólogo de José López Prudencio y vocabulario de voces extremeñas.

13. Luis Chamizo, Obra poética completa, prólogo de José María Pemán, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1967, 372 pp. En este volumen se publican por primera vez, las Poesías Castellanas, con prólogo de José García Nieto, También se reproducen los prólogos de J. Ortega Munilla, de Enrique Segura a Las brujas, y de José López Prudencio. En esta obra aparece el «vocabulario de voces extremeñas» de El miajón y Las brujas, refundido en uno solo.

14. Luis Chamizo, Obras completas, 3.a edición, Badajoz, Institución «Pedro de Valencia», Diputación Provincial, 1972, Se recogen los prólogos de J. Ortega Munilla, Enrique Segura, José López Prudencio y José García Nieto. También se incluye el prólogo de Enrique Segura a las Obras completas de 1963. El vocabulario de voces extremeñas está tomado de la edición de 1967.

15. Luis Chamizo, Obras completas, 4ª edición, Badajoz, Institución cultural «Pedro de Valencia», Diputación Provincial, 1978. Es una reproducción facsímil de la 3,ª edición de 1972.

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XV. APÉNDICES

APÉNDICE I: Partida de bautismo.

Transcripción de la partida de Bautismo de Luis Chamizo Triguero. El libro de Bautizados de la parroquia de Santa María de Guareña (Badajoz) comienza el 1.ºde enero de 1893 y termina el día 13 de mayo de 1895. La partida de Chamizo corresponde al n.º 227, del libro 35.

«En la villa de Guareña, provincia de/ 2 Badajoz, Obispado de Plasencia, día dieciséis/ 3 del mes de Noviembre del año de mil ochocientos/ 4 noventa y cuatro, yo el infrascrito Presbítero, / 5 Cura propio de esta Iglesia parroquial de / 6 Nuestra Señora de la Asunción, bauticé solem / 7 nemente un niño, a quien puse por nombre/ 8 Luis Florencio. Es hijo legítimo de Don Joaquín Chamizo Guerrero, natural de Cas-/ 9 tuera, de profesión tinajero, y de Doña Asun / 10 ción Triguero Bravo, natural de esta villa, / 11 feligreses de esta parroquia. Nació según de/ 12 claración del padre, a las seis de la mañana del día/ 13 siete de dicho mes y año, en la calle Alverquilla, á/ 14 número. Son sus abuelos paternos, Don Miguel Chamizo Sánchez, natural de Calamonte, y Doña Petra / 15 Guerrero Roja, natural de Villanueva de la Serena, y/ 16 los maternos Don Juan Triguero Ruiz, natural / 17 de esta villa, y Doña Luisa Bravo Ramírez, natu / 18 ral de Valverde de Leganés. Fueron padrinos dichos/ 19 abuelos maternos, a quienes advertí el parentesco espi/ 20 ritual y obligaciones que contrajeron. Siendo testigos Don Felipe López Parras y Don José López/ 21 Robles, sirvientes de esta iglesia, naturales y veci/ 22 nos de esta expresada villa. / 23 Y por verdad lo firmo, fecha ut supra. / 24 Fran(cisco) Pardo Amador».

APÉNDICE II: Acta de inscripción de matrimonio.

Libro de matrimonios, tomo 9, del 12 de mayo de 1919 al 28 de mayo de 1923. El registro de Luis Chamizo corresponde al número 5 del año 1922. Guadalcanal).

Acta de inscripción del matrimonio canónico celebrado por Don Luis Chamizo Trigueros con Doña Virtudes Cordo Nogales.

«En Guadalcanal, partido de Cazalla, provincia de Sevilla, hoy día diecinueve de, Febrero de mil novecientos veintidós (hallándome yo el infrascrito digo) por Don Juan Antonio Barragán García, Juez Municipal de esta villa Don Ramón Ortega Bernáldez, Secretario Suplente accidental, se procede a transcribir el acta del matrimonio canónico que a la letra dice así: «En la villa de Guadalcanal a dieciocho de Febrero de mil novecientos veintidós, hallándome yo el infrascrito Don Ramón Ortega Bernáldez, Secretario Suplente del Juzgado Municipal del distrito de esta villa en la casa de la contrayente Calle San Bartolomé a donde me trasladé como Delegado nombrado por Señor Juez para asistir, en cumplimiento de los dispuesto en el articulo setenta y siete del Código civil a la celebración del matrimonio canónico convenido entre Don Luis Chamizo Trigueros y Doña Virtudes Cordo Nogales y en virtud de orden del propio Señor Juez, Declaro: Que a mi presencia a las catorce horas y treinta minutos de este día ha procedido el Presbítero Don Pedro Carballo Corrales, a unir en matrimonio canónico a los referidos Don Luis Chamizo Trigueros, de veintisiete años de edad, de profesión Abogado, de estado soltero,  natural y vecino de Guareña (Badajoz), hijo legítimo de Don Joaquín Chamizo Trigueros[126] , natural de Guareña y de Doña Asunción Trigueros Bravo, natural de Guareña; y a Doña Virtudes Cordo Nogales, de edad de veintisiete años, de profesión su sexo, de estado soltera, natural y vecina de esta villa, hija legítima de Don Cándido Cordo Villarte y de Doña María Antonio Nogales Calderón, naturales de esta villa, habiendo asistido a dicho acto varias personas de la familia y los testigos  y Don Adelardo López de Ayala y Gardoqui, Don José Castelló Castro y Juan Llamazares Llano, los tres mayores de edad y vecinos de esta villa. Y para que conste levanto la presente acta de inscripción del expresado matrimonio, la cual está transcrita inmediatamente en la Sección de matrimonios del Registro civil del Juzgado Municipal, a los efectos del artículo setenta y siete del Código civil, firmándola conmigo los contrayentes y testigos, de que certifico. Virtudes Cordo, Luis Chamizo, Adelardo L. de Ayala. José Castelló. Juan Llamazares, Ramón Ortega. (Rubricados).     

Concuerda a la letra con su original a que me remito, el cual queda archivado en el legajo correspondiente del Juzgado Municipal a los efectos del artículo setenta y siete del Código Civil que certifico. Entre paréntesis y no vale: hallándome en el infrascrito. Juan Ant. Barragán, Ramón Ortega» (Rubricados)

APÉNDICE III: En la muerte del poeta Luis Chamizo

Ha muerto Chamizo el poeta,
no volvemos su voz a escuchar…
Se hará polvo su carne en la tumba,
su nombre, jamás!
 
En el alma viril de su raza
puso el labio, el oído, el amor,
y captó sus raudales eternos
con el corazón.
 
Una vena cruzaba su mente,
la sintió como un gozo de luz,
y la abrió con la voz de su pluma
sedienta de azul.
 
Y un arpegio rodó por el aire
con robusto penacho inmortal
los castúos extremeños le oyeron
de afán.
 
Era el bravo licor de su espíritu,
era el pardo paisaje hecho miel,
era un trueno de llamas de encina,
y un llanto de sed…
 
Era toda la gama extremeña
dolorida de sueños de
amor y olvidada en el pecho de España,
sonando su voz.
 
Y sonó y resonó vigorosa
en los ámbitos patrios, y audaz
persiguiendo las rutas gigantes
saltó sobre el mar.
 
Asombrada la América hispana
tan robusto lenguaje al oir 
exclamó: «Resucitan «aquellos»,
su verbo está aquí…»
 
Y corrió por sus venas un largo
regocijo de anhelo y fervor,
y las viejas, gloriosas espadas
sintieron el sol.
 
Zumo noble de tierra caliente
apretada a su pecho con fe,
sangre herida en escape bravío
que besa al correr.
 
Levantado crestón arrogante
oloroso a tomillo y jazmín,
fué su verso, y entraña sonora
de un pueblo viril.
 
Ha doblado Chamizo la frente,
no volvemos su voz a escuchar…
Se hará polvo su carne en la tumba,
su nombre, jamás!
MANUEL DELGADO FERNANDEZ
1946

Por regla general actualizamos y corregimos erratas de acentuación y puntuación de las obras de Luis Chamizo.

Para el texto de El miajón de los castúos hemos tenido como guía la primera edición, anotando las variantes de la 2.a, 3.a, 4ª, 5ª y la edición de Enrique Segura, de 1963.

En Las brujas tomamos el texto de Enrique Segura en la edición de11963, indicando las variantes de la 1.a edición de 1932 y de la 2.a edición de 1942.

Para el poema Extremadura seguimos el texto de la 1.a de 1942 y anotamos las variantes de la edición de 1963 de Enrique Segura. En las Poesías castellanas seguimos la edición de 1967, Obra poética completa, e incluimos «Oración a la Virgen», escrita en 1917. Hemos ordenado cronológicamente los poemas que tienen fecha y los que no la poseen los hemos situado provisionalmente en este orden temporal: «Canto bohemio», «romance del tiempo viejo», «Renunciación», «Fecundidad», «Los héroes sin gloria», «Oración de la noche».


[1] La fecha de nacimiento de Chamizo se halla errada en múltiples lugares: unos escriben 1888 (en El Miajón de los castúos, Madrid, Espasa Calpe, 3.ª edición 1976, en la solapa; ídem Pedro Barros, p. 94; una nota editorial de El Miajón de los castúos da el año 1896- Vid. Aguilar, colección Crisol, 1963, p. 10-). El segundo apellido aparece en singular Triguero en el libro de bautizados y en plural Trigueros en la certificación del Registro Civil, en documento expedido el 2 de abril de 1979 y en el folleto, s. a., impreso en Don Benito, en Tipografía de Trejo, Semana Santa en Guareña y Oración a la Virgen.

[2] Vid. nuestra transcripción en el Apéndice I, publicada por primera vez en Aguas Vivas, n.° 5, Cáceres, 6-XI-1980.

[3] La edición, Madrid, 1921, p. 11. El esfuerzo del padre del poeta se puede deducir de los datos que figuran en el membrete de una carta dirigida por Chamizo a su amigo Don Rafael Ibáñez, de Guadalcanal de fecha 11 de octubre de 1923: Viuda de Joaquín Chamizo. San Roque. Fábrica de envases de barro cocida. Forma cilíndrica para vinos. aceites, alcoholes. Envases fajados con alambre galvanizado a 100 kilogramos de presión, empegados y sin empegar. impermeabilidad absoluta. Privilegios exclusivos de fabricación. Vinos finos de mesa de propia cosecha y vinagres de vino puro. Exportación. Según testimonio de su cuñada, Doña Consuelo Cordo Nogales, el 6-VIII-81, en Guadalcanal, Don Joaquín Chamizo, recibió varios diplomas por su ingenio artesano de manos del rey Don Alfonso XIII. Chamizo procedía de una familia de comerciantes-artesanos, siendo su padre muy hábil para inventar artilugios industriales.

[4] Las brujas. Badajoz, 1932, p. 3.

[5] Guareña pertenece al partido judicial de Don Benito. Vicente Barran­tes relaciona ambos pueblos en época de la Primera República en esta copla: La República en Guareña / la cantan los arrieros / y en Don Benito la cantan / los sastres y zapateros. (Recogida por Antonio Rodríguez Moñino en Diccio­nario geográfico popular de Extremadura, Madrid, 1965, p. 233).

[6] La residencia en esta época la tiene en casa de una tía suya soltera. Chamizo tuvo un hermano que murió de corta edad, llamado Julián

[7] Vid. Enrique Segura, prólogo a Obras completas, Badajoz, 1978, pp. LI, LII.

[8] Eugenio Frutos, «Yo vi escribir La Nacencia», en Alcántara, año III. n.º 7, 1947, pp. 15-17; nuestra cita en la p. 15. De 1917 debe de ser el folleto que contiene las poesías Semana Santa en Guareña y Oración a la virgen, s.a., Don Benito, Tip. de Trejo, que se conserva en el legado en Depósito de Rodríguez Moñino en la Biblioteca Pública de Cáceres, sign. 10558. De la primera se indica al final, Guareña, 1915 (p. 4) y de la segunda «poesía leída ante el altar de la Inmaculada, con motivo de la bendición del Oratorio de Valdelapeña, que tuvo lugar el día diez de agosto de mil novecientos diez y siete, festividad de San Lorenzo» (p. 5).

[9] Obras completas, Badajoz, 1978, pp. L, LI.

[10] Libro de matrimonio de Santa María, de Guadalcanal, nº 14, de 1920 a 1930, la inscripción de la boda de Chamizo en el año 1922, n.° 5, folio 41 vuelto. En el Juzgado de Guadalcanal, en el número 5 del Libro de Matrimo­nios del año 1922, del tomo 9, del 12 de mayo de 1919 al 28 de mayo de 1923.

[11] Antonio López Martínez, “Luis Chamizo, poeta”, en Alcántara. Año II (1946) pp. 7-10; la referencia en p.7.

[12] Mediodía, revista de Sevilla apareció en tres fases de 1926 a 1929, en 1933 y en 1939, cfr. Daniéle Musacchio, La revista Mediodía de Sevilla, Universidad de Sevilla, 1980, p. 21.

[13] Antonio López Martínez, Op. Cit., p. 8. Arturo Gazul, gran amigo del poeta, colaboró con un artículo remitido desde París sobre «Les Folies Bergéresu, en el número 4 de Mediodía (Cfr. Daniéle Musacchio, pp. 79-80). El baile de fechas respecto al estreno de Las Brujas es notorio: «Esta obra fue estrenada por la compañía MELIA-CEBRIAN en el Teatro Cervantes, de Sevilla, en la noche del día 25 de enero de 1930, y en la del 15 de octubre del mismo año, en Teatro Avenida, de Madrid, por la misma compañía» (en Luis Chamizo, Las brujas. Poema dramático de ambiente extremeño, en tres cantos v en verso. Badajoz, 1.” edición Tip, y librería Arqueros, 1932, p. 159). La fecha del 15 de octubre parece estar equivocada, pues la prensa madrileña deI 11 de octubre dio cuenta del estreno en la noche del día 10. Martínez de León es quien firma las ilustraciones de la 1ª edición.

[14] Op. cit., P. 9

[15] Antonio López, Op. ca., p. 9. Se refiere a la operación de pleura que sufrió María de las Virtudes, según testimonio de sus familiares.

[16] Diccionario geográfico popular de Extremadura, 1965, pp. 36-37.

[17] Enrique Segura, Obras completas, 1978, p. LXII. Este extremo me lo confirmó su cuñada Doña Consolación Cordo Nogales, en 1981; así como que, una vez liberada Guareña, pasó el resto del período de la guerra civil en Guadalcanal con su familia; ésta pensó que había sido fusilado. Según Pecellín, «Durante la guerra civil, los mismos obreros de su alfarería lo ocultaron en el horno de cocer las antiguas tinajas» (Vid. Literatura en Extremadura, t. Il Badajoz, Universitas Editorial, 1981, p. 20l). Al inicio de la guerra la provincia de Badajoz, excepto Villanueva de la Serena y Castuera, queda en poder del Frente popular. El día 14 de agosto las tropas del General Yagüe toman Badajoz, convirtiendo la plaza de toros en campo de concentra­ción y ejecutando a muchos milicianos y carabineros. El día 23 de agosto Tella ocupó Navalmoral de la Mata. Una sección de la columna del general Asensio fue casi destruida en Medellín por la escuadrilla aérea de Malraux. Asensio y Castejón, después de la victoria de Medellín se reunieron con Tella en Navalmoral (Vid. Hugh Thomas, La guerra civil española, Madrid, Ediciones Urbión, 1979, t. II, pp. 246-251).

[18] Obras completas, 1978, pp. LVI y LXII.

[19] Luis Chamizo, Extremadura (poema). Canto primero. Prólogo de Don José López Prudencio, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1942. Respecto a la dedicatoria hemos observado en la Biblioteca de Chamizo como el libro profascista de Baldomero Díaz de Entresotos, Seis meses de anarquía en Extremadura, Cáceres, 1937, dedicado por el autor al poeta se halla sin abrir los pliegos; dato sintomático que puede explicar lo obligado del texto de la dedicatoria del libro Extremadura.

[20] Obras completas, p. LVI.

[21] Vid. Año II, 1956, nº 3, 15 de febrero, pp. 24 y 11 respectivamente.

[22] Ibidem, p. 7.

[23] Arturo Gazul, «Recuerdos y facetas de Luis Chamizo», en Hoy, 11-11946.

[24] Arturo Barea, La forja de un rebelde, l / La Forja. Madrid, Turner, 2.ª edición, p. 101.

[25] Madrid, Sucesores de Hernando, 1910.

[26] Luis Antón de Olmet y José de Torres Bernal, Cajal, Madrid, Pueyo, 1918.

[27] Vid. Alcántara, III, 1947, n.° 7, p. 16

[28] lbidem, P. 17.

[29] Prólogo a la 1ª° edición de El miajón de los castúos, 1921, p. 14.

[30] Vid. Prólogo a «Poesías castellanas», en Obras completos, Badajoz, edición, 1978, p. XXXVII.

[31] El liberal, I 1-X-1930, apud Obras completas, 1963, 1.ª edición, p. 309.

[32] El debate, 11 -X-1930.

[33] Vid. Alcántara, III (1947), n.° 7, p. 16. Luis Fernández Ardavín le dedica Láminas de folletín y de misal (1920) con estas palabras: «A Luis Chamizo formidable poeta castúo y con miajón de raza. Su admirador y amigo, Ardavín, 1921». También le escribió esta dedicatoria «AI admirable poeta de “El Miajón de los Castúos” con la más alta estimación de Ardavín, 1922», cuando le hizo entrega de La eterna inquietud (1922). De Francisco Valdés posee Chamizo la 2.ª edición de 1932 de Estampas extremeñas con su marco.

[34] Alcántara, Op. cit., p. 15.

[35] Op. cit., p. 17. Gerardo Diego publica Romancero de la novia, en 1920; García Lorca, Libro de poemas, en 1921; Dámaso Alonso, en 1921, Poemas puros. Poemillas de la ciudad.

[36] «Comentarios a una antología», 1936, en Vida y Letras, Madrid, 1980, p. 80, reseña y análisis de la Antología de la poesía española e hisponoame­ricana (1882-1932), de Federico de Onis.

[37] «Recuerdos y facetas de Luis Chamizo», Hoy, 11-1-946.

[38] Op. cit., en n.° 14.

[39] Op. cit., en n.° 14.

[40] Manuel Contreras Carrión, Los poetas extremeños desde el siglo XVIII hasta la época presente, Sevilla, Imprenta de S. Peralto, 1927, p. 54.

[41] Op.cit., P.59.

[42] Op. cit., pp. 59-60.

[43] . Enrique Segura, A. Reyes Huertas, Badajoz, p. 8.

[44] José García Nieto, prólogo a «Poesías castellanas», en Obras comple­tas, Badajoz, 1978, 4.” edición, XXXVIII

[45] Op. cit., P. 17.

[46] Curso dictado por J. M. Rozas sobre la generación del 27, Universi­dad de Extremadura, 1980-1981.

[47] Vid nuestro Diccionario extremeño, S. V. cahtúo.

[48] En Obras completas, t. L, Madrid, Escelicer, 1966, p. 783.

[49] Prólogo a la 1ª edición de El miajón de los castúos, Madrid, 1921, p, 23.

[50] Op. cit., P. 793.

[51] Ortega y Gasset, J., Obras completas, t. I, Madrid, Revista de Occi­dente, 1966, pp. 318-319. Vid nuestro Diccionario extremeño, s. v. castúo.

[52] «Luis Chamizo; visto por A. Zamora Vicente», en Revista de Estudios Extremeños, XX (1964), pp. 225-231, la referencia en p. 228.

[53] Op. cit., P. 227.

[54] J. M. Rozas, «Chamizo: El tren y los castúos, en Intrahistoria y literatura, Salamanca. Universidad, 1980, pp. 22-23. Los temas intrahistóricos los anotó con anterioridad Zamora Vicente, en Op. cit., pp. 226-227.

[55] Op. cit., p. 22.

[56] Prólogo de José López Prudencio a Extremadura, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1942, p, 15.

[57] Apúd Michael P. Predmore, edición de Platero y yo, Madrid, Cáte­dra, 4.ª edición, p. 46.

[58] Justo García Morales, Vicente Medina y el otro 98. Murcia, Academia Alfonso X el Sabio. 1961, p. 21.

[59] J. R. Jiménez, El modernismo. Notas de un curso (1953), México, Aguilar, 1962, P. 233.

[60] Vida y Letras, Madrid, 1980, p. 150.

[61] Villanueva de la Serena, Imprenta de Nicolás Diestro, 1930.

[62] Alcántara, III (1947), n.° 7, P. 15.

[63] Eugenio Frutos, «Guareña en el recuerdo», Fiesta de mayo, 1976.

[64] Vida y Letras, p. 151.

[65] Eugenio Frutos, Políptico de Cáceres y otros poemas, Prólogo de Ricardo Senabre, ilustraciones de Juan José Narbón, Cáceres, Ministerio de Cultura, 1980.

[66] Alcántara, 111 (1947), n.° 7, P. 17.

[67] Edición de Martin Fierro, pp. 28-29.

[68] Vicente Medina y el otro 98, p. 7.

[69] Juan Ramon Jiménez, Platero y yo, Edición de Michael P. Predmore, Madrid, Cátedra, 4.ª edición, 1981, p. 18.

[70] . R. Jiménez, El modernismo, p. 91.

[71] Apud Michael P. Predmore, p. 50

[72] El modernismo, p. 147.

[73] Vid. Bibliografía selecta.

[74] Justo Garcia Morales, Op. cit, p. 15

[75] Notas, Madrid, Espasa-Calpe, 1933, pp. 54-55.

[76] REE, XX (1964), pp. 230-231. De forma crítica opina José Luis Varela sobre este tema: «Las literaturas regionales… han sido vistas generalmente con lupa. Con excepciones muy loables, están abandonadas a aficiona­dos, a compatriotas entusiastas. Cabe esperar que la situación varíe pronto. Cabe esperar que al aficionado lo sustituya el profesional, y a la lupa, la perspectiva. Esas literaturas pertenecen a España. Sin esas literaturas, la literatura española perdería la riqueza cromática que ahora posee» (Vid. Poesía y restauración…, pp. 24-25.

[77] Vid. Corchón, Bibliografía geográfica extremeña, p. 76, n.° 295.

[78] Ramón Gómez Villafranca, Historia v bibliografía de la prensa de Badajoz, reimpresión de la 1ª edición, Badajoz, 1901, Institución «Pedro de Valencia, Badajoz, 1977, n.º 8.

[79] Joaquín Rosado, La prensa periódica placentina, Almendralejo, Es­cuelas universitarias «Santa Ana», 1981.

[80] Op. cit., p. 167, n.° 63.

[81] Joaquín Rosado, Op. cit.

[82] Gómez Villafranca, Op, cit., n.° 119.

[83] Vid. «El siglo XX, siglo modernista», en La corriente infinita, Ma­drid, Aguilar, 1961, pp. 229-230, apud Michael P. Predmore, Op. cit., p. 15.

[84] Vid. Vocabulario del dialecto murciano, Madrid, B. Bermejo, 1932, p. VII, 72.

[85] Apud Fernando Sánchez Marroyo, Sindicalismo agrario… p. 95.

[86] Regionalismo y cuestión agraria, pp. 2 y 3 del manuscrito.

[87] Francisco Valdés, «Regionalismo y literatura», op. cit. p. 149

[88] Vid. Regionalismo. Problemas de la provincia de Cáceres, apud. Hoy 6-VI-1981, extra Plasencia.

[89] Vid. J. L. Cordero, apud Hoy 6-VI-1981, extra Plasencia.

[90] Obras completas, Badajoz, 1978, p. XLVII.

[91] Eugenio Frutos, Alcántara III (1947), nº 7, p. 16.

[92] Apud. Hoy, 6-VI-1981, extra Plasencia.

[93] Obras completas, 1978, p. LI.

[94] Página 24 del libro de Iracheta.

[95] Hoy, 11-1-1946.

[96] REE, XX (1964) p. 225.

[97] Hoy, 11-1-1946.

[98] Alcántara II (1946), p. 7.

[99] Julián Sánchez-Prieto. En el chozo. Prólogo de José Ortega Munilla, juicio crítico de Doña Concha Espina. Madrid, Librerías de Martín 1022. En la casa de Guadalcanal en la biblioteca, se conserva una fotografía del «pastor poeta», dedicada a Chamizo.

[100] Op. cit., p. 16

[101] Obras completas, Madrid, Revista de Occidente, 7ª edición 1966, T. 1, p. 374. E. Frutos relata cómo conoció el libro de Ortega: «Un dato curioso -dada mi posterior consagración a la filosofía- es que Chamizo trajo de Madrid el primer libro de Ortega y Gasset; las famosas Meditaciones del Quijote, cuyos análisis fenomenológicos, que a Chamizo le inspiraban curiosidad y divertían, me impresionaron vivamente, aunque entonces, claro es, que no hubiera sabido denominarlos así» (Vid. Fiesta de mayo, 1976, Guareña)

[102] Vid. Enrique Segura, prólogo a Las Brujas, Op. cit. p. XXII.

[103] El Sol, II-X-30

[104] El Liberal, II-X-30.

[105] Op. cot., p. 16.

[106] Antonio López, Op. cit., p. 9.

[107] Prólogo a Extremadura, 1942, p. 22.

[108] Vid. «Consideraciones sobre la historia de la lengua literaria», en Tiempo de historia. Año VIII (1981), nº 77, pp. 75-01, la cita en la p. 85.

[109] Sobre los aspectos lingüísticos del modernismo ha escrito Rafael Lapesa: «Al buscar las esencias hispánicas en el alma del pueblo, el uso de palabras tradicionales se convierte en necesidad ideológica y estilística» (Vid. Historia de la lengua española. Madrid 8ª edición, 1980, p. 450).

[110] Apud. F. Lázaro Carreter, Op. cit. p. 85. Esta posición la mantuvo, en Argentina, anteriormente José Hernández con la obra de Martín Fierro. Caso similar a este es el de Luis Chamizo. Respecto de la lengua literaria del libro de José Hernández ha escrito Marcos A. Morinigo: «La lengua de Martín Fierro es básicamente un remedo muy logrado del dialecto rústico rioplatense, tal como se hablaba en la primera mitad del siglo XIX» (Vid. edición de Martín Fierro, Salamanca, Clásicos Anaya, 1971, p. 12). Muy acertadas y fácilmente comparables con la situación lingüística de Chamizo son las palabras que dedica Ángeles Cardona de Gibert al proceso de transcripción fonológica del habla popular, sin normas ortográficas preestablecidas, por parte del escritor que pretende hacerlo: «A todo autor que deseara transcribir el habla campesina se le planteaba el problema de la escritura fonológica. Así pues, ese problema no se le ofreció sólo a Hernández. Antes que él, los primeros autores gauchescos, comenzando por Bartolomé Hidalgo, también lo tuvieron. Para transcribir con toda exactitud el sistema lingüístico del pueblo era necesario respetar las numerosas sinalefas tal como éste las pronunciaba y ser fiel a la ley de acentuación del pueblo, discordante con la impuesta por el Diccionario y la Gramática de la Real Academia Española. Ese tabú -respecto al lenguaje culto- fue vencido… El papel de Hernández dentro de la innovación lingüística fue el de atreverse a modificar las grafías más que la fonética» (Vid. edición de Martín Fierro, Barcelona, 4ª edición, Bruguera, 1979, p. 80)

[111] Los poetas extremeños, p. 60

[112] Prólogo a la 1ª edición de El miajón de los castúos, 1921, p. 14.

[113] Op. cit., p. 226.

[114] Op. cit., p. 21.

[115] Luis Chamizo, un poeta olvidado, p. 99.

[116] 4ª edición, 1978, p. CLIII.

[117] REE. XX (1964), p. 229.

[118] Op. cit., p. 230.

[119] Op. cit., p. 229.

[120] Arturo Gazul, Op. cit.

[121] En otras zonas estas voces se pronuncian con el fonema /s/, conservando el arcaísmo dialectal de las antiguas sonoras estudiadas por Aurelio Espinosa (Vid. bibliografía selecta) en Cáceres y Salamanca; actualmente se ha documentado esta pronunciación en Campanario e Higuera de Vargas. Tal vez pudo transcribir Chamizo la pronunciación de los pastores de Castuera y Campanario que pasaban temporadas en las dehesas de Guareña. Vicente Medina en Aires murcianos escribe vos, felis, ves, etc., donde las representa aspiración la murciana de la interdental en posición final.

[122] Manuel Muñoz Cortés, El español vulgar. Descripción de sus fenómenos de corrección, Madrid, Ministerio de Educación Nacional, 1958, p. 25.

[123] REE XX (1964), p. 229.

[124] José Lamano y Beneite, El dialecto vulgar salmantino, Salamanca, 1915, pp. 32 y 34 respectivamente.

[125] Me han proporcionado ediciones de las obras de Chamizo: Juan Manuel Rozas, Miguel Ángel Aparicio Tovar, Manuel Pecellín Lancharro. José María Casado y las bibliotecarias del «Complejo cultural Santa Ana» de Almendralejo y de la Diputación de Cáceres. A ellos expreso mi agradecimiento.

[126] El padre del poeta tiene por segundo apellido Guerrero, y no Trigueros, y es natural de Castuera. Estos datos están errados en esta acta (Vid. Apéndice n.º I)

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