Historia Siglo XX | 1951-1960

Guadalcanal año 1960

Me tocó el año cincuenta y cuatro que elegir no pude, arrepentirse no cabe y del que alejarme no dejo. Pero fue el mío, que por horas no soy santo, ni difunto por días (30 octubre).

Ese cincuenta y cuatro en donde las dificultades estaban cerca de la dicha y el nuevo más que nuevo desconocido horizonte se dejaba acariciar, a costa de no pocos sentimientos unos enterrados y otros dejados atrás.

Esos los que fueron padres del Seiscientos, con el que empieza el declive de los raíles. Es el motivo para que la voluntad de un hombre amigo, me ponga a dar un paso que sino grande, al menos exagerado para mis cortas piernas. Hombre de gran intranquilidad, espíritu renovado y que a Guadalcanal la tiene en los adentros. Del que no tengo nada que decir ya que sus obras lo avalan. Obras que de espejo se trata, plasmando

Guadalcanal año 1959

Los recuerdos de mi infancia se difuminan en el tiempo y la memoria, pero siempre vinculados con el barrio y particularmente con la plaza de Santa Ana dónde, un supongo que caluroso día 10 de agosto de 1950 y al amparo de la torre de su Iglesia, vería la luz por primera vez.

La calle y la plaza de Santa Ana de los años 50 era como se suele decir un camino de cabras, polvorienta en verano y encharcada y embarrada  en los interminables inviernos de aquella época en los que a veces pasábamos hasta tres meses sin ver el sol. Santa Ana era un barrio alegre y lleno de vida, un constante trasiego de toda clase de animales de carga y carros con los aperos de las labores del campo y de recogida con los productos agrícolas de cada época del año, que se mezclaban con el ir y

Guadalcanal año 1958

Evocar el pasado no ha de ser un ejercicio doloroso, como parece indicar la etimología. En nuestro mundo de las emociones está la nostalgia que no es solo un recuerdo, sino vivencias que nunca se olvidan, que enriquecen nuestra experiencia vital y aportan sentido a nuestras vidas. A veces identificamos la nostalgia con una especie de añoranza.

La familia Isern-Anglada llegó a Guadalcanal el día uno de septiembre de 1940, con una prole de cuatro hijos, siendo yo el pequeño, y uno en el recuerdo, que habían enterrado en Andorra. Yo nací en Castilleja de la Cuesta, en la famosa calle Real, en la que estaba la primitiva fábrica de las tortas Inés Rosales. En Guadalcanal nacieron los cuatro pequeños, Joaquín, Carlos, José María y Luis.

Mis primeros recuerdos, son del Convento del Espíritu Santo; mi segunda casa a donde mis hermanos me llevaban en brazos (entonces no había cochecitos) pues nuestra

Guadalcanal año 1957

Mis primeros recuerdos de los años vividos en Guadalcanal no son muchos y algunos muy confusos, porque por suerte o desgracia, solo viví allí siete años y medio. Sí quiero aclarar ante todo, que aunque fueran tan pocos y Madrid ciudad a la que emigraron mis padres, sea una ciudad a la que adoro, no sé si me ha dado mucho o poco, pero sí me dio la posibilidad de formar la familia que tengo, que no la cambio por nada.

Yo me siento andaluza, sevillana y guadalcanalense hasta la médula, pues allí nacieron todos mis antepasados y allí lucharon mis padres por mi bienestar y tomaron la decisión de emigrar por el mismo motivo y aunque suene a tópico, allí  están mis raíces.

Pues bien, llegué al mundo el día 17 de junio de 1957, en la calle Santa Ana, 44 (ahora 46). Era la casa que mi padre

Guadalcanal año 1956

MEMORIA AGRADECIDA. Mi primera maestra, Doña Paquita. Ella tuvo mucha “culpa”. No lo dudo. Tuvo mucho que ver en que yo sea cura. En una ocasión -¿varias?- hizo, de una hoja de papel blanco, una imitación de la forma grande, como la de las misas, y estando junto a ella, yo la alzaba ante toda la clase.

Ella, muy amante de la Eucaristía, asistió al Congreso Eucarístico de Barcelona del año 1952; volvió muy contenta; yo tenía siete años. Aquel Congreso nos dejó el  himno “De rodillas, Señor, ante el sagrario…”.

Impulsó “los Niños Reparadores”; cantábamos al ir a la Parroquia el himno: “…vamos niños al Sagrario que Jesús llorando está, pero viendo tantos niños muy contento se pondrá…” También alentó la devoción a la Virgen; una imagen de la Virgen Niña estaba en el aula.

Ella me enseño a leer muy bien, a escribir y los primeros números; y,

Guadalcanal año 1955

Año 1955

De los buenos recuerdos que tengo de mi vida en Guadalcanal, cabría destacar aquellos días en la calle de Santa Ana, cuando todos los críos éramos una piña jugando a juegos ya perdidos como eran: La Pidola, El Salto del Moro, Guardias y ladrones. También recuerdo terminar la jornada en torno a la radio para escuchar Matilde, Perico y Periquín. Matilde, interpretada por Matilde Conesa; Perico por Pedro Pablo Ayuso y Juana Ginzo, que hacía de Periquín. O Las aventuras de Pepe Iglesias El Zorro, que se iniciaban con una sintonía que todavía recuerdo: Yo soy El Zorro, zorro, zorrito, para mayores y pequeñitos; yo soy El Zorro, señoras, señores, de mil amores, voy a empezar, seguida de una de sus características melodías silbadas.

Una de las vivencias que tengo de aquella época fue cuando se estaban haciendo las obras de abastecimiento de aguas y aparecieron gran cantidad

Guadalcanal año 1954

Era el final de la primavera, el 16 de junio de 1954 en una humilde casa en el número 14 de la calle Minas de Guadalcanal, en la habitación que llamábamos la sombría me parió mi madre. Mi padre, -me comentaba mi abuelo Frasco- se encontraba de dómia en Valdefuentes arando los olivos y tuvieron que ir a buscarle para  darle la feliz noticia de que además de la niña, ya tenía un niño. Nos costó sacarte adelante -me aclaraba mi abuela Araceli- cuando vino a verte Barragán el médico, le dijo a tu madre: has  tenido un niño tan chico como un conejillo.

En Guadalcanal pasé mi infancia y la primera parte de mi niñez. Mis primeros recuerdos en Guadalcanal se remontan a partir del año 59 y los guardo en el registro de mi memoria como muy felices, con algunas carencias pero mucho cariño.

Cuando contaba con cinco

Guadalcanal año 1953

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla…

que dijo Antonio Machado.

Los míos, son el de una Plaza maravillosa, la Plaza de España, vulgo de los Naranjos, en un precioso pueblo, en las estribaciones de Sierra Morena, que imagino, que todos ustedes saben al que me refiero.

Nací en el seno de una familia de clase media, viviendo con mis abuelos maternos, ¡Que digo Abuelos!, con PAPÁ ÁNGEL Y MAMÁ NENE, que es como ellos querían que los llamásemos. Pasamos una infancia muy feliz, gracias al trabajo de mi padre y Papá Ángel. Soy el mayor de tres hermanos, el que esto escribe, Mariano y Rafael, al que casi todos ustedes llaman Casto, en recuerdo de nuestro padre.

Mis primeras vivencias son en el colegio de Dª. Paquita, la escuela de los cagones que es como se llamaba a los párvulos, donde aprendí mis primeras letras.

Los juegos

Guadalcanal año 1952

EL CAMPO DE AYER

Memorias de un observador

La lectura hace al hombre completo.

La conversación lo hace ágil.

El escribir lo hace preciso.

                                                                          Francis Bacón                                                          

Cuando me comentaron que podría escribir algo sobre la historia reciente de Guadalcanal observé que poco se había escrito sobre la vida agrícola de un pueblo que lo fue y removiendo los escombros de mi memoria procuraré cumplir con el reto, intentaré encontrar capítulos de interés por lo que a su pérdida se refiere, sin adjetivos. Aunque sí hubo una cierta relevancia industrial, sirva como ejemplo que de las siete primeras extractoras de aceite de orujo de la provincia, dos estaban en Guadalcanal, donde además existían fábricas de jabones, de harinas (que recuerde tres), contando con la presencia de empresarios emprendedores que por la década de los 20-30 se les denominaban los 12 apóstoles. Sin embargo, la vida agrícola constituyó la principal economía

Guadalcanal año 1951

Nací en Guadalcanal el 9 de marzo de 1940. Mis padres se llamaron Antonio Merchán y Elena Ortega. Mi abuela Dolores Pinelo Muñoz, me contaba que era sobrina de Antonio Muñoz Torrado, ese sacerdote que escribió varios libros de la Virgen de Guaditoca, al que dedicaron una calle en Guadalcanal.

De los cinco a los siete años asistí a la escuela de Francisco Oliva, que era muy nervioso y los niños se reían y él les daba con la palmeta. Recuerdo algunos compañeros del colegio, como Eduardo Saavedra que era de mi misma quinta, Francisco Rivero y Luis Carbajo. No se me olvida que por las mañanas repartían leche que habían preparado con unos sacos de unos polvos que mandaban los americanos.

A los siete años toda la familia nos marchamos a vivir a un cortijo que había en la finca de Viña Madera, que estaba en el límite del