Guadalcanal en 1829

Ana Murillo López. RG año 2004

Este artículo propone, por un lado, el estudio de las respuestas que ofreció Guadalcanal al interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1829, año en que aún pertenecía a su jurisdicción, y por otro el análisis del callejero con su correspondiente distribución de vecinos, aduciendo las causas posibles de su configuración y la localización de las zonas habitadas por nobles, eclesiásticos, militares y demás grupos sociales, así como los más destacados servicios y recursos de los que disponía la villa.

Cuando en 1829 se formula el interrogatorio de la Audiencia, al que contestarán los ayuntamientos de las poblaciones de su comprensión, y cuya finalidad no era otra que la división y arreglo de los corregimientos de Extremadura, los señores corregidor-presidente, regidores, alguacil mayor, síndicos, personero y diputados del común de Guadalcanal darán respuesta el treinta de abril de citado año a los cinco artículos que contiene la primera parte del cuestionario. Se reúnen en Ayuntamiento pleno en la sala utilizada como consistorial, dada la carencia de casas capitulares propias. Tampoco en 1791, según se informaba en un anterior interrogatorio, había casas de Ayuntamiento: estaban demolidas con el objeto de construir otras, aunque ya tenían la preceptiva licencia del Consejo de Castilla. Por tanto, las juntas se hacían en la casa que tenía arrendada la villa para residencia del corregidor. En primer lugar, refieren al número de vecinos, registrándose un total de 1.102, según podemos verificar en el padrón; hemos de tener en cuenta que al hablar de vecinos no hacemos referencia al número de habitantes, sino al de familias. Para calcular el número real de almas, es necesario multiplicar el de vecinos por 3’73 (este coeficiente nos viene dado por el padrón del año 1802, en el que se anotan tanto el número de vecinos como el de habitantes), lo cual nos indica que, por término medio, cada vecino o familia comprende 3’73 miembros. Teniendo en cuenta la elevada natalidad de la época, puede parecer una cifra muy corta, pero consideremos que también la mortalidad, sobre todo la infantil, era muy elevada, y que existe un número importante de unidades familiares formadas por un solo miembro: los eclesiásticos, las viudas y las solteras “con casa abierta”. Teniendo en cuenta estas operaciones, Guadalcanal dispondría en torno a los 4.110 habitantes en 1829, una cifra nada despreciable si la comparamos con la actual, pues nos quedamos rozando los 3.000 habitantes.

En la descripción del pueblo se manifiesta su calificación de villa. No es, por tanto, ciudad, la máxima dignidad urbana, pero tampoco aldea, pedanía ni calle, categorías éstas que carecían de ayuntamiento y término delimitado. Malcocinado, por ejemplo, era aún aldea de Guadalcanal, si bien en algunos escritos y documentos, como en el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791, recibía la simple denominación de calle, lo cual granjeaba el descontento y enemistad de sus habitantes. Tampoco Guadalcanal, si bien disponía de corregidor, era cabeza de partido, aunque se cree con capacidad para serlo, como veremos después. En la descripción de su ubicación se indica que dista de su cabeza de partido, la ciudad de Llerena, 4 leguas (cada legua equivale a unos cinco kilómetros y medio), y se establece también la distancia con Cáceres (28 leguas), Badajoz (22) y con los pueblos con los que confina por los cuatro vientos a menos de cinco leguas:

“Al mediodía, Cazalla de la Sierra a tres leguas y el Pedroso a cinco; al oriente, Alanís a dos y San Nicolás del Puerto a tres; al norte: Azuaga a cuatro, la Granja de Torrehermosa a cinco, Maguilla a cuatro, Berlanga a tres, Valverde a dos y Ahillones a tres; al poniente, Villagarcía a cinco, Llerena a cuatro, las Casas de Reina a tres, Trasierra a tres, Reina a tres, Fuente del Arco a dos, Montemolín a cinco y la Puebla del Maestre a cuatro”.

De todas estas poblaciones, es Llerena, sede de la gobernación civil y del priorato de San Marcos de León, con la que Guadalcanal tiene mayores contactos administrativos y eclesiásticos, si bien no siempre fue así. Cuando Guadalcanal fue incorporada a la Orden de Santiago en 1246, era administrada desde la villa de Reina y habrá que esperar media centuria hasta que quede exenta de esta jurisdicción y se configure como villa con término independiente. En lo eclesiástico, la potestad la ejercía el prior santiaguista, contando en Guadalcanal con un teniente de vicario, de quien iban las apelaciones, bien al provisor de la orden en Llerena, bien al vicario de Tudía (establecido en Calera de León y desde 1791 en Segura de León), siendo el Consejo de Órdenes la jurisdicción suprema.

Entre 1810 y 1833 varios fueron los intentos de reorganizar el territorio español en provincias, y no menores las discordias surgidas en pueblos fronterizos como el nuestro. En el proyecto de 1810 no había duda de que Guadalcanal seguiría perteneciendo a Extremadura, pero en los siguientes (1813, 1822, 1829) y en el definitivo de 1833 nuestro pueblo aparece ya inscrito en la provincia de Sevilla. A pesar de que algunos estudios sostienen que Guadalcanal se mostró siempre favorable a su incorporación a Sevilla, a la vista de la información consultada no podemos sostener tal hipótesis de forma tan sencilla. En las respuestas al interrogatorio de 1829 se exponen los perjuicios que tal adscripción supondría para nuestro pueblo, que se explica por la “comunidad de pastos” a la que pertenecía junto a Azuaga, Valverde y Fuente del Arco. Se trataba de una extensa área abundante en caza, pesca, frutos, madera, hierbas y terrazgos aprovechados indistintamente por los vecinos de estas cuatro villas. Si pasábamos a la provincia de Sevilla y las demás quedaban en la de Badajoz, desaparecería esa comunidad (que nos beneficiaba por tener más población) o bien quedaríamos excluidos de su disfrute. El caso es que esta comunidad proporcionaba la mayor parte de la riqueza de Guadalcanal, que se encontraba así ante un gran dilema: o bien permanecía en Extremadura y seguía compartiendo estos terrenos o bien pasaba a la provincia de Sevilla perdiendo la comunidad, a menos que los pueblos anteriores pasasen también a su distrito, lo que no estaba en absoluto garantizado.

Atendiendo a esta cuestión, resulta casi imposible afirmar que Guadalcanal estuviese en total acuerdo con su incorporación a Sevilla, pero ¿por qué tampoco se opuso a ello con rotundidad? La respuesta a este interrogante aparece reflejada en el capítulo quinto del interrogatorio de 1829. Nuestro pueblo enuncia que, en caso de pertenecer a Sevilla, habría de establecerse en él la capitalidad de un partido judicial, pues alega ubicarse en el punto céntrico de los pueblos de su entorno (Cazalla de la Sierra, Alanís, San Nicolás del Puerto, Azuaga, Valverde, Fuente del Arco y Puebla del Maestre), con los que mantiene buenas relaciones, reuniendo entre todos más de seis mil vecinos. También expone otros méritos para conseguir esta pretensión, tales como disponer de una cárcel (aunque de una sola pieza), caminos transitables, un puente en la rivera del Benalija donde es más caudalosa, y por último la salubridad en general de la que goza, si bien no oculta la inexistencia de casas capitulares.

En 1833 se pone fin a todo este proceso cuando el ministro de Fomento, Javier de Burgos, lleva a la práctica la actual división territorial de España en 49 provincias; es entonces cuando Guadalcanal pasa definitivamente a la provincia de Sevilla sin la compañía de los otros pueblos comuneros, y dentro de aquella al partido de Cazalla, quedando, pues, desligada del partido de Llerena y, en general, de Extremadura. A partir de entonces, Guadalcanal sufre dos pérdidas importantes: por un lado, la mancomunidad con los pueblos vecinos y, por otro, la posibilidad de convertirse en cabeza de partido, quedando expuesta a la temible centricidad e influencia ejercida por Cazalla. Poco después, sobre 1840, se perdió también la aldea de Malcocinado, que se independiza y de inmediato solicita y logra su incorporación a Badajoz. Sí se mantuvo en lo eclesiástico la ligazón con Llerena y la Orden de Santiago hasta la desaparición de ésta en 1873.

También se informa en el interrogatorio de 1829 sobre la composición del ayuntamiento, la forma de gobierno, los derechos de mancomunidad, las ordenanzas disponibles (que no hemos hallado en el archivo), etc. La corporación estaba formada por nueve señores:

1- Un corregidor-presidente letrado, o juez de letras, que desempeñaba las funciones que actualmente tienen los alcaldes y los jueces de instrucción. Según consta en el interrogatorio de 1791, había corregidor desde 1780, nombrado por el rey a consulta del Consejo de Órdenes por un sexenio. Estos jueces sólo existían en las cabezas de partido y en aquellos núcleos que, bien por su crecida población o conflictividad, así lo aconsejasen.

2- Tres regidores, asimilables a los actuales concejales.

3- Un alguacil mayor con voz y voto en el pleno. Teóricamente, eran los ejecutores de los autos judiciales, pero en la práctica desempeñaban las mismas funciones que los regidores, aunque ocupando un lugar prelativo.

4- Dos síndicos, cuya función era la representación del pueblo.

5- Un procurador general, el encargado de representar y defender al Ayuntamiento en los litigios.

6- Dos diputados del común y un personero, oficios creados en 1766 con la misión de mejorar la gestión de los servicios municipales, principalmente los abastos, y elevar al pleno las inquietudes populares.

Todos ellos tenían voz y voto en el consistorio municipal y eran elegidos anualmente, excepto el corregidor. Se afirma existir aún el oficio de alférez mayor (el cargo más importante del ayuntamiento después del corregidor, pues tiene el primer voto de esta corporación) y el de regidor decano, es decir, el más antiguo. Ambos eran perpetuos (sus titulares eran propietarios de los oficios y podían traspasarlo en herencia), pero el primero estaba vacante, y el decano, don Juan Antonio Álvarez y Montes, no asistía por sus achaques.

No se pudo establecer una relación exacta de las ordenanzas municipales en curso a causa de la antigüedad de su creación (estaban perdidas) y el Ayuntamiento pide hacer otras, pues las que había no se adaptaban a las leyes vigentes, al precio de los frutos y al “estado actual de las cosas”.

A continuación procedemos al análisis del vecindario indicando la distribución de los oficios por calles, la clasificación de las distintas profesiones o condiciones sociales y la localización de los principales servicios. También se adjunta un plano, señalando con color oscuro las calles que ya existían en nuestro pueblo en 1829, dejando en color blanco los nuevos ensanches. Ha sido necesario recurrir a este procedimiento porque el Archivo Municipal no dispone de un plano de esta época, si bien se han localizado distintos vecindarios para fechas similares, cuyas calles coinciden con las nuestras en su denominación. Dichos vecindarios son del tipo “casa ahíta”, es decir, los oficiales encargados de elaborarlo iban de casa en casa y de calle en calle; siguen una ordenación, pues, muy determinada: cuando termina con la última casa de una calle, la siguiente es la primera casa de la calle consecutiva. De esta forma, y partiendo de las calles que no han cambiado su denominación, podemos deducir la correspondencia actual de aquellas otras cuyos nombres antiguos ya no se conservan.

Otras deducciones se sustentan en hechos lógicos, como por ejemplo la localización de las calles llamadas “Sevilla Dentro” y “Sevilla Fuera”: la primera sería intramuros y la segunda extramuros (fuera de la muralla, si es que ésta aún se conservaba entonces). Resulta fácil comprender que el término “Sevilla” se utilizó por ser la calle que conducía a dicha ciudad, si bien no se corresponde con la actual calle Sevilla, puesto que ésta tenía el nombre de calle de la Dehesa. Al hablar de calles que han mantenido su nomenclatura nos referimos a las de Luenga, Huertas, San Francisco (calle y calleja), Concepción, Granillos, Jurado, etc. Otras han modificado su nombre completamente: S. Bartolomé (actual Costaleros), Olleros (Feria), Berrocal Grande (Espíritu Santo), del Diezmo (A. Machado), Fox (Cervantes) o Camachos (López de Ayala).

El plano nos muestra el crecimiento urbano que ha experimentado Guadalcanal desde 1829 hasta la actualidad, crecimiento que se explica por el constante incremento de la población hasta los años 60 del siglo XX y por la necesidad de disponer de más viviendas y servicios, si bien hoy día no se alcanzan los parámetros demográficos de 1829.

Hemos consultado vecindarios anteriores para comprobar si se había experimentado algún cambio de interés.

En 1802, Guadalcanal contaba con 1.124 vecinos; un año después permanecía casi intacta esa cifra (1.123); en 1807 había 1.129 y tan sólo diez años más tarde, en 1817, la población se había reducido a 951 vecinos. La principal causa que explica esta pérdida es la Guerra de la Independencia (1808-1813) y sus catastróficas consecuencias en el medio rural, que hubo de enfrentarse a una grave crisis económica y demográfica por el arrasamiento de campos y centros fabriles, comunicaciones dificultadas, desorden y destrucción. Años después del conflicto la población se repone, de manera que en 1820 se cuentan 1.073 vecinos, hasta llegar a los 1.102 de 1829. Todavía entonces, por tanto, no se había recuperado el potencial demográfico anterior a la guerra.

Se ha defendido repetidamente en numerosos estudios que los consistorios municipales anteriores a la época constitucional estaban regidos por la nobleza. Sin embargo, los nombres de los regidores y demás oficiales municipales de Guadalcanal que firman las respuestas al interrogatorio no coinciden con los de los nobles asentados en el padrón. Cuatro son los regidores que firman con una cruz por no saber escribir (sus nombres son anotados por el escribano) y cinco los que plasman su firma con nombre y apellidos. Los regidores que firman con la señal de la cruz se corresponden con labradores y jornaleros que habitan en las calles más retiradas del centro del pueblo. Así, encontramos a Antonio Ugía, labrador de la calle Jurado, o a Antonio García. Éste último nombre aparece tres veces en el vecindario, dos como jornalero y una como labrador. No es que Antonio García tuviese una triple personalidad, simplemente no hay forma de averiguar cuál de los tres se corresponde con el regidor, dado que únicamente se escritura el primer apellido. De los regidores que firman con su nombre encontramos a Cristóbal Guerrero, labrador de la calle Sevilla Fuera, y a Miguel Moyano, jornalero de la calle Jurado, o bien labrador de la calle Granillos.

Así pues, jornaleros (asalariados) y labradores (propietarios) ocupaban los cargos municipales, por lo que se puede decir que era un consistorio representativo de la estructura social de Guadalcanal. Francisco Castillo es otro regidor que firma pero no se ha encontrado su nombre; sí el de don José Castillo, capitán retirado de la calle S. Bartolomé (este último no consta como regidor). Quizás guardaban alguna relación, posiblemente el primero fuese el padre del segundo, puesto que este apellido no era muy común entre los vecinos. Otra relación de parentesco se establece entre Antonio José Calleja, el escribano del vecindario, y Manuel José Calleja, vecino de la calle San Bartolomé. El nombre del primero no aparece, por lo que se deduce que Manuel podría ser padre de Antonio, puesto que en el vecindario únicamente consta el nombre del cabeza de familia.

Aunque había 27 hidalgos, sólo cinco constan en el vecindario con alguna función concreta, en este caso como propietarios, además de tenientes y capitanes, en activo o retirados, de los “voluntarios realistas”, cuerpo local militarizado con tareas de policía rural: D. Antonio María Moreno, residente en la Plaza o Mesones (no se especifica); el ya mencionado D. José Castillo, en San Bartolomé, calle ésta en la que también habitan D. José de Tena y don Juan Becerra; por último, en la calle Santa Clara mora don Agustín Vázquez. Las tres calles citadas poseen una ubicación céntrica, lo cual da muestra de que los nobles disponían de una posición privilegiada frente al resto de clases y oficios.

Atendiendo a las respuestas al Interrogatorio de 1791, posiblemente los viales continuaran en 1829 en similar estado: todas empedradas, excepto dos de pizarra menuda muy bien colocada, que hacían el piso suave, agradable y vistoso; bastante anchas, largas, llanas y limpias… “a excepción de una que por no haberse tenido la precaución al tiempo de empedrarlas de cortar las aguas de una fuente que nace en lo alto de la misma, se derraman por la calle produciendo notable desaseo y descompostura”. Se indica igualmente que resultaba necesaria la composición de los caminos, dada la situación tan precisa que se encuentra Guadalcanal para el tránsito de los arrieros y pasajeros que viajan de Extremadura a Andalucía.

No todas las calles tenían las mismas actividades ni ofrecían idénticos servicios; es obvio que las calles más céntricas son, por un lado, mucho más activas desde el punto de vista comercial y, por otro, concentran a las clases más favorecidas, siendo mínimo el número de jornaleros y labradores que contienen. Así, nos encontramos en la calle Camachos cuatro molineros, siete zapateros, seis hidalgos, cuatro eclesiásticos, un tesorero de las minas, dos herreros, un chocolatero, un barbero, dos alarifes (albañiles) y un posadero. Podemos localizar en esta calle una de las tres posadas que existían en el pueblo, estando las otras dos en la plaza, lugar que también daba habitáculo a dos regatoneros (comerciantes), tres labradores (uno de los cuales era teniente de voluntarios), un carpintero, un hortelano, el sacristán, un eclesiástico, dos barberos, un sastre y un escribano, entre otros.

Otra calle muy activa es la de Granillos, con un arriero, un zapatero, un hortelano, un eclesiástico, un estanquero (de los dos que había en la villa, el otro se encontraba en la Plaza). También en la calle de San Bartolomé encontramos una gran variedad de oficios y grupos sociales: molineros, arrieros, zapateros, diez hidalgos, seis carpinteros, tres hortelanos, un boticario, cinco eclesiásticos, varios alarifes, el escultor Juan del Valle y Rivero, un cirujano (el Interrogatorio de 1791 admitía la ausencia de cirujano, cuya labor era desempeñada por el médico), dos chocolateros, un tendero y el abogado don Juan Antonio Álvarez, aunque hubiera sido conveniente, según se dice, algún abogado más por la incomodidad que resultaba a los vecinos salir a otros pueblos para la consulta de sus negocios. La calle San Sebastián también acogía oficios no muy comunes en la población, como un administrador de rentas o dos mercaderes, pero sin duda el vecino más necesario era el médico titular, Francisco Vázquez, compañero del otro médico de la villa, don Antonio Pablos de Rivero, residente éste en la calle San Francisco, ambos ofrecían sus servicios a las 1.102 familias de Guadalcanal y su aldea de Malcocinado.

En el resto de calles abundaban los labradores y sobre todo los jornaleros, si bien existían también artesanos, como un oficial de cuchilla, un albaldonero (fabricante de las albaldas de los asnos), y un fabricante de jabón (en 1791 la fábrica estaba situada en la calle Camachos, y ahora en la calle Valencia), así como un tambor de voluntarios, un director de minas y dos organistas, que posiblemente trabajasen juntos, pues no se ha registrado la dotación de un follador (el que accionaba el fuelle del órgano).

La aldea de Malcocinado, sujeta al corregidor y al Ayuntamiento de Guadalcanal, contaba con 82 vecinos, 26 de los cuales eran labradores y 46 jornaleros. También había cinco viudas, un hortelano, el eclesiástico don José Cisneros, un barbero, un alarife y un herrero. Se trata de una aldea eminentemente agrícola y ganadera donde el 88% de los vecinos se dedicaba al sector primario. Por su parte, en Guadalcanal hay un total de 575 jornaleros, que representan el 52’17% del vecindario, y 167 labradores (15’15%). Se informa que el pueblo vive de la labor (trigo, cebada, centeno, garbanzos, habas, lino, vino), de la ganadería (cabras, vacas, cerdos, caballos, carneros, colmenas) y de los plantíos de olivar. Por desgracia, el interrogatorio de 1829 no ofrece más detalles de las actividades económicas. Sí destaca la existencia de trece molineros, un número nada despreciable en esta época en comparación con otras poblaciones. No se aclara si se trata de molinos de aceite, pan o zumaque pero, teniendo en cuenta la extensa zona de olivar, podemos deducir que la mayoría podían ser de los de primer tipo.

En relación a las personas de noble alcurnia, encontramos un total de 33 hidalgos, entre ellos cuatro viudas y una soltera, que representan el 3% de los vecinos. En general, el porcentaje de viudas era elevado: por cada cien vecinos se anotan siete (en total, 77). Por su parte, las solteras que eran cabeza de familia representan el 0’9% de los vecinos (10 en total), y curiosamente se localizan en las calles más céntricas. ¿Solteras ricas que, por tanto, no precisaban del matrimonio?

FUENTES

Archivo Histórico Provincial de Cáceres, secc. Real Audiencia, lg. 573: vecindario de Guadalcanal de 1829.

Archivo Histórico Municipal de Guadalcanal, lg. 335: padrones de habitantes de 1800 a 1867.

BIBLIOGRAFÍA

MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “El término de Guadalcanal desde su origen hasta finales del Antiguo Régimen”, Revista de Feria y Fiestas, Guadalcanal, 2002, pp. 111-131

RODRÍGUEZ CANCHO, M. y BARRIENTOS ALFAGEME, G. (Eds.): Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Llerena, Mérida 1994, pp. 127-166.

Para concluir mostramos un listado con todas las profesiones y situaciones sociales:

    PROFESIONES Y CLASES SOCIALES  TOTAL GUADALCANAL  Calle
Cama chos
  Plaza y  Mesones    Calle S. Bartolomé  Calle S. Sebastián  Porcentaje respecto al total de vecinos  
Molinero1341111.18%
Regatonero3 2  0.27%
Arriero362 123.27%
Labrador1671333415.15%
Jornalero57527371052.18%
Zapatero2673162.36%
Carpintero11 1611%
Hortelano1911331.72%
Médico2   10.18%
Boticario2  1 0.18%
Organista2    0.18%
Director de Minas1    0.0009%
Sacristán1 1  0.0009%
Tambor de voluntarios1    0.0009%
Tejedor4   10.36%
Fabricante de jabón1    0.0009%
Eclesiástico2141551.90%
Posadero312  0.27%
Altarife1821313%
Barbero712 10.45%
Escultor1  1 0.0009%
Cirujano1  1 0.0009%
Chocolatero31 2 0.27%
Herrero1211 11.09%
Herrador0    0%
Tesorero de las Minas11   0.0009%
Estanquero2 1  0.18%
Tendero1  1 0.0009%
Sastre4 1 10.36%
Escribano2 11 0.18%
Abogado1  1 0.0009%
Albaldonero1 1  0.0009%
Oficial de cuchilla1    0.0009%
Mercader2   20.18%
Administrador de renta1   10.0009%
Viuda7764 46.99%
Soltera1023 10.009%
Hidalgo2761 22.45%
Viuda Hidalga4    0.36%
Soltera Hidalga11   0.0009%

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