El mapa perdido, un episodio guadalcanalense

Jesús Rubio Villaverde

Revista Guadalcanal año 2015

Valencia, 10 de enero de 1812.

El coronel subió las escalinatas del Ayuntamiento de Valencia con paso apresurado. Su rostro denotaba preocupación. Temor, incluso. Al gobernador de Valencia, el barón Louis-Beonît Robert, mano derecha de Suchet, flamante mariscal de Francia gracias a su triunfal campaña en Tarragona, no le iba a gustar nada las noticias que traía. El coronel era hombre experimentado. Sólo en España había combatido, siempre a las órdenes de Suchet y Robert, en Barbastro, en Balaguer y en la defensa del campo de Perelló. No se tenía por cobarde pero temía a Robert, un hombre que no concebía la palabra derrota en su vocabulario y que gastaba un genio considerable. Sus arranques de ira eran legendarios. No encontrar un mapa podía parecer una mera anécdota a ojos de cualquiera, pero aquel dichoso plano parecía de vital importancia. Y no dar con él era enfrentarse directamente a la furia del barón.

Robert se iba a enfadar.

Se iba a enfadar mucho.

Maldita sea.

El coronel tomó aire. Lo exhaló con fuerza. Repitió la operación una par de veces más. Llamó a la puerta del despacho del gobernador Robert.

Valencia, mediados de 1694.

Francisco Antonio Cassaus podía dar por concluido su trabajo. El mapa de la Particular Contribución de Valencia, en el que aparecían detalladas todas las huertas cercanas a la ciudad y todos los arrabales que habían surgido en los últimos decenios ya estaba terminado. No era el primer plano que elaboraba este laborioso y concienzudo sacerdote jesuita. En 1693 había delineado el mapa del Reino de Valencia. una actualización del que realizara Pedro de Texeira en 1651. Se lo había encargado el marqués de Castelo-Rodrigo, virrey de Valencia, a cuyo servicio estaba Cassaus como capellán. El marqués necesitaba esa carta para poder reorganizar las guarniciones militares de la provincia tras los disturbios de la Segunda Germanía en Valencia, ocurridos en julio de 1693. Después le había pedido que realizara un nuevo plano. La ciudad había crecido extramuros y había que consignar las nuevas edificaciones, caminos y delimitación de tierras. Cassaus había cumplido ya con este segundo encargo del marqués. No sin esfuerzo, pues el trabajo de campo requería mucha dedicación y tiempo.

Valencia, 11 de enero de 1812.

El barón no se había encolerizado tanto como el coronel había temido. Nunca se termina de conocer a las personas, se dijo para sí el militar. Louis-Benoît Robert optó, en vez de por el enfado, por ser didáctico:

-Verá, coronel. Ese mapa es la única herramienta de la que disponemos para conocer todas las huertas, fincas y casas que hay en los arrabales de Valencia. Lo necesitamos para poder cobrar los impuestos. Es por tanto de vital importancia que demos con una de sus copias. No se encuentra ninguna aquí, en el Ayuntamiento. Es evidente que se las han llevado. Ponga a cuantos hombres precise para encontrar alguno de esos mapas. Si tiene que poner Valencia patas arriba, hágalo.

La mirada con la que el gobernador miró al coronel cuando pronunciaba la última frase era mucho peor que cualquier bronca.

-A la orden, mi general.

Valencia, 1695.

El padre Cassaus tenía 39 años. Había nacido el 3 de marzo de 1656 en Guadalcanal. Ingresó en el noviciado el 5 de mayo de 1674. Antes de llegar a Valencia había sido profesor de retórica y filosofía y rector de la Casa de la Compañía de Jesús en Alcalá de Henares. En 1690 llegó a Valencia con el virrey. Su pasión por la cartografía había nacido por el contacto con los cartógrafos portugueses de la corte del marqués. En aquel tiempo eran los más reputados del mundo. Cassaus era hombre laborioso y poco amigo de tertulias, pese a que en Valencia había gente interesante como Baltasar de Íñigo, sacerdote y doctor en teología,  o como el padre Tomás Vicente Tosca, o como el deán Manuel Martí… Todos hombres de fe y de espíritu curioso. También estaban el jesuita José Zaragoza y sus discípulos Félix Falcó, José Vicente del Olmo. Y también estaba José Bautista Corachán, teólogo, catedrático de la Universidad de Valencia y secretario del Tribunal de la Santa Inquisición. Toda gente formidable. Pero Cassaus era hombre callado. Poco amigo de cenáculos. No se dejaba ver con facilidad. Prefería el estudio, la oración y sus mapas.

Valencia, 18 de enero de 1812.

Nada.

El dichoso mapa no aparecía por ningún lado. Se lo había tragado la tierra. Se habían revuelto todos los despachos de todas las instancias de todos los edificios públicos de la ciudad. El mapa de Cassaus no aparecía. También se revolvieron todos los archivos de la Catedral. Pero nada,. Todo fue inútil.  Ya no era sólo la ira del barón, o la necesidad de conseguir más dinero para las tropas lo que angustiaba al coronel. No. Ya era también una cuestión personal. Y sobre todo porque notaba a su espalda la mirada burlona de los valencianos, que a nada se negaban pero en nada colaboraban.

Valencia, 1697.

El plano de la Particular Contribución de Valencia de terminó en 1694 pero no se imprimió hasta 1697. 55 libras y 9 sueldos valencianos cobró Cassaus como honorarios por su trabajo. El resultado de un año de esfuerzo se tradujo en un plano de 487 x 681 mm. Su escala era aproximadamente 1:25.000. Cassaus no empleó muchos signos, ni tampoco consignó muchos edificios importantes, más allá del propio Palacio Real, la Torre de Paterna, el puente de piedra del Grau o la ermita de la Virgen de los Desamparados del Carraixet en Tavernes Blanques. El plano era de lectura accesible. No era preciso ser un experto para poder seguirlo. Y era bastante riguroso. De ahí el interés de los franceses. Era el mapa efecto para un recaudador de impuestos. Se imprimieron 140 ejemplares.

Valencia, julio de 1813

El coronel volvió la vista. Miró la ciudad. Valencia empezaba a ser una línea parda en el horizonte. El mariscal Suchet había dado la orden de evacuación ante el empuje irremisible del ejército anglo-español, que había desembarcado en Alicante. Había que marchar rumbo a Barcelona y, de allí, a Francia. A casa, por fin. Había pasado en aquella ciudad casi año y medio. No fue una estancia placentera. Las escaramuzas contra los guerrilleros y los vaivenes del frente con ofensivas y contraofensivas constantes habían dejado pocos momentos de tranquilidad. Pero él era un soldado. La milicia era su vida. Él seguiría peleando. El barón Robert había marcho a Tortosa en julio de 1812, por lo que la búsqueda de los mapas de Cassaus pasó primero a un segundo plano y después al olvido. Nadie encontró nada.

El coronel espoleó a su montura. Galopó hacia la cabeza de la columna. Ya nunca miró atrás.

EPÍLOGO

El barón Robert recibió la Legión de Honor en marzo de 1812. Después marchó a Tortosa, donde fue gobernador, como ya se ha dicho. Tras su salida de España fue nombrado comandante del departamento de los Pirineos Orientales. Se retiró en 1825 y murió en 1831. En sus memorias hay once referencias al mapa. En ellas insistía en que su búsqueda fue un encargo personal de Suchet a él porque confíaba mucho en sus capacidades.

El mariscal Louis Gabriel Suchet fue el jefe de las últimas tropas francesas que abandonaron España. Se puso a las órdenes de Luis XVIII, que le recompensó con el título de comandante de la Orden de San Luis. Tras el regreso de Napoleón durante los Cien Días se puso sus órdenes, siendo nombrado comandante del ejército de los Alpes. Durante la Restauración fue destituido como Par de Francia, aunque recuperó su título en 1819. Se retiró de la vida pública y murió en 1826.

Francisco Antonio Cassaus murió en 1699, en Valencia, dos años después de la impresión de su plano de la Particular Contribución de Valencia que con tanto denuedo buscaron los franceses. Es prácticamente un desconocido en su pueblo natal.

¿Y el mapa? El mapa finalmente apareció… en 2014. Ese año fue reeditado, en una edición artesanal y con una reducida tirada de 150 ejemplares, por la Societat Bibliogràfica Valenciana. José Huguet, uno de sus miembros y coleccionistas de mapas y planos, lo compró, aunque no recuerda cuando. Enseguida vio que se trataba de un plano singular, pues en él se detallaban todas las barracas y alquerías dependientes de Valencia. Aunque había un error en la impresión, ya que databa el plano en 1595 y no en 1695, que era la fecha correcta. De los 140 ejemplares impresos en 1697, sólo quedaba uno: el que llegó a manos de Huguet. Los otros habían sido destruidos por los valencianos para evitar que cayeran en manos de los franceses.

JESÚS RUBIO

Toledo, 5 de julio de 2015

BIBLIOGRAFÍA

ABC. Así es el mapa de la Valencia de 1695 que Napoleón mandó buscar para invadir la ciudad. Edición digital de la Comunidad Valenciana. Valencia, 26 de marzo de 2014.

AIMEUR, Carlos. El plano perdido de Valencia que quería Napoleón. www.valenciaplaza.com Valencia, 27 de marzo de 2014.

FAUS PRIETO, Alfredo. El Plano de la Particular Contribución de Valencia de Francisco Antonio Cassaus (1695) y sus corolarios del Siglo XVIII. Cuadernos de Geografía. Número 86. Páginas 219-240. Valencia, 2009.

PALOP MARÍN, M. Breve reseña del sitio y toma de Valencia por el general Suchet (1812). Saitabi, revista de la Facultat de Geografia i Història. Universitat de València.  Número 9. Fasciculos 39-42. Páginas 51-66. Valencia, 1953-

PARDO CAMACHO, Ricardo. La Guerra de la Independencia en la provincia de Castellón, 1812. Aula Militar “Bermúdez de Castro”. Castellón, 2009.

VALERO, P. El mapa que se ocultó a Napoleón. Diario Levante. Edición digital. Valencia, 27 de marzo de 2014.

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