De Toponimia Hispalense – Rivera de Benalija

Rivera de Benalija

María Dolores Gordón Peral

Catedrática Universidad de Sevilla

En un trabajo anterior, publicado en esta misma revista[i], y con el fin de que sirviese de breve introducción al estudio científico de los nombres de lugar de nuestra provincia —dado el vacío existente en torno a la investigación onomástica en general del Occidente andaluz, y en particular de Sevilla—, me centré en la crítica del único trabajo aparecido sobre la materia hasta la fecha de redacción del mío, el elaborado en 1959 por V. García de Diego López. Tomándolo, pues, como punto de partida, procedí señalando los defectos más notables que precisaban de una revisión sistemática, tales como la inexactitud en la localización de las formas toponímicas actuales y la falta de exhaustividad general en la recopilación del corpus[ii], amén de otros defectos más directamente derivados de la inadecuación de método, como la falta de apoyatura documental y la elección de fuentes de información en modo alguno fidedignas[iii]. Asimismo, dediqué gran parte del trabajo a la enmienda de algunos de los errores más susceptibles de corrección a corto plazo, cuales eran los de interpretación etimológica, además de aportar nuevos materiales y proponer la aplicación de un método que aunase diacronía y sincronía.

Desde entonces, como anuncié, he continuado recopilando datos no sólo de carácter sincrónico, sino sobre todo, y muy especialmente, de carácter documental, obteniendo muchos imprescindibles para el correcto enjuiciamiento histórico y lingüístico de las formas actuales [iv]. En lo que sigue presento algunos resultados de mi quehacer más reciente, aprovechando la oportunidad para, en base a los muchos materiales compilados, puntualizar lo dicho con anterioridad a propósito de uno de los topónimos estudiados, Benalija[v], y proponer una etimología coherente para otro de los tratados erróneamente por V. García de Diego López, el nombre de lugar Baltrotas.

Benalija

Benalija es nombre de una rivera o arroyo que, naciendo en el término de Alanís y sirviendo de linde entre éste y el de Guadalcanal, baja hasta las tierras de Cazalla de la Sierra, caminando de Noroeste a Sur hasta unirse con el Río Viar, que va a parar también al Guadalquivir[vi]

En realidad, la grafía Benalija alterna con la de Benalíjar en la documentación oficial más moderna y en determinadas fuentes editadas, como son las revistas de difusión local, publicadas anualmente con ocasión de los festejos, donde se simultanean las denominaciones corográficas Rivera de Benalija y Arroyo de Benalíjar[vii]. Con todo, son más las veces en que se escribe Benalija en los textos actuales, sean literarios o no; así sucede con las hojas catastrales de los tres municipios referidos, con los mapas del Servicio Geográfico del Ejército[viii] y con el Catálogo Arqueológico[ix]. Dado que la pérdida de -r es un rasgo propio de estas hablas meridionales[x], resulta prácticamente imposible averiguar si la forma Benalíjar es una ultracorrección moderna, una hipercorrección analógica a la de otras formas hidronímicas con -r, como Bembézar o Viar[xi], o si, por el contrario, Benalija es reflejo de la pérdida de la consonante alveolar originaria.

Para la resolución de este problema se precisa de un estudio diacrónico, de la documentación que puedan aportar los testimonios antiguos, dado lo insuficientes que resultan los datos meramente sincrónicos. Veamos, pues, qué nos dicen los textos del pasado.

La primera mención de la forma con -r final la hallamos en el Diccionario de Madoz (s.v. Alanís), referida a «el (arroyo) de Benalíjar, abundante en truchas y bogas, que da las primeras aguas al río Huerna»[xii] . De ahí la tomarían Asín Palacios[xiii] y García de Diego López, quienes, no conociendo otra variante, establecen sus hipótesis a partir de un étimo diverso, como se verá. Ignoro la fuente de la que bebería Madoz al considerar esta última grafía; seguramente, dado que al tratar del hidrónimo en otros lugares lo hace con la forma Benalija[xiv], obtuvo el dato de informes enviados desde el mismo municipio de Alanís. Sin embargo, no deja de extrañar este hecho, sobre todo si se tiene en cuenta que las autoridades municipales recurrían a la documentación antigua para dar fe de las propiedades del término, de sus límites, y de los nombres que llevaban en otro tiempo[xv]. Y es un hecho que, desde los primeros testimonios conservados en los archivos de estas poblaciones, aparece el nombre Benalija sin excepción. Claro es, que cabría aún pensar que la forma documentada fuera reflejo del rasgo dialectal de la pérdida de -r final, no exclusivo, pero sí de gran incidencia en el andaluz desde temprana época[xvi]. De ser así, tendríamos en el Benalija del documento de la Donación de Reina, fechado en 1246, el caso más temprano de atestiguación de este fenómeno, no documentado, que sepamos, antes del siglo XIV[xvii]. Pero no parece posible que ocurra tal cosa, pues, además de que en la mencionada fuente documental se nombra dos veces el nombre del río vecino con la forma Bembezar (sin pérdida de -r), junto a Benalija y a Guezna[xviii], además de ello, la grafía vuelve a aparecer en el Libro de la Montería de Alfonso XI, así como en otros documentos de los siglos posteriores (vid. aparato documental), siempre exenta de -r.

Me he detenido en la consideración de las variantes gráficas del topónimo por su trascendencia para el establecimiento de la etimología, a pesar de que no todos los estudiosos de la toponimia árabe consideren relevantes estas diferencias formales; E. Terés, por ejemplo, se refiere a un Guadalija «llamado vulgarmente Gualijar[xix]y también Gualija y Alija» (Materiales, p. 370), sin dar otra explicación sobre las grafías. Y en otro lugar de la misma obra, tratando de la voz Guadalijar[xx], asegura que «aparece aludido más frecuentemente como Río de Gualijar» (p. 371).

Tomando como base el hidrónimo Benalijar, Asín Palacios (Contribución, p. 84) aventura un *Ibn-Alhiyâr, «el de las piedras», apodo, o un *Bina-Alhi^yar, «casa de las piedras»[xxi]. Igual que él, García de Diego López se refiere al hidrónimo sevillano con la forma Benalija[xxii], ofreciendo, como es usual a lo largo de su Estudio, posibilidades etimológicas para todos los gustos sin dar explicación de ningún tipo. Así, dice: «Del ár. ben «árbol» y alijar o «erial» de al-dixar sería «el árbol del erial». Bien del lat. penna illisa «peña intacta» o del ár. ben-al-hixen, antropónimo» (p. 63); más adelante, s.v. ribera (p.96), repite la voz, añadiendo: «Ben-alijar se halla en Cádiz y Toledo y puede ser de Hixen»[xxiii] . Se referiría, con toda seguridad, no a esa forma, sino al Alijar de Cádiz y al Alejar de Toledo, que Asín Palacios recoge en su Contribución (pp. 57, 64) con el significado de «las piedras» y que Simonet (Glosario, p. 1 1) considera emparentados con el cast. alijar y ejido, del lat. EXIRE, de donde también los topónimos Aleixár de Tarragona y Los Alixáres de Granada.

Como es evidente, las interpretaciones erróneas sobre el étimo del hidrónimo que estudiamos no provienen sino de una falsa lectura y de la utilización de una sola fuente de información. De haber acudido a la encuesta directa hubieran oído una pronunciación [benelíhê] que les habría ahorrado vanas explicaciones.

Por lo que se refiere a la forma que consideramos más etimológica, Benalija, cabría relacionarla, por su segundo componente, con los nombres del lugar Alija, Gualija o Guadalija y Caudalija, los tres primeros hidrónimos de Cáceres y nombre de caserío el último, perteneciente al municipio de Castuera (Badajoz), que recoge E. Terés (Materiales, 370-371), así como con los que consigna Madoz (Diccionario, s. vv.): Alija de la Ribera (lugar del término de Valdesogo de Abajo, León) y Alija de los Melones (villa de La Bañeza, León, y ayuntamiento de la provincia de León). A pesar de que Terés suponga distinta etimología para Benalija, que él escribe Benalixa posiblemente por extraerlo del Libro de la Montería, no veo clara la razón de negar su parentesco con las formas mencionadas. Si la presencia de topónimos Alija en tierras leonesas se ha querido relacionar con el desplazamiento de algunas tribus árabes desde tierras cordobesas y toledanas[xxiv], donde se encontraba el primitivo Alija de los textos árabes[xxv], hacia tierras del norte, ¿por qué no conectar el Benalija de estas tierras extremeñas con esos otros nombres de lugar? Téngase en cuenta, además, que Terés sí relaciona con ellos el Caudalija[xxvi]de Castuera, localidad muy próxima a las tierras regadas por la Rivera de Benalija.

De la etimología de Alija no se ocupan ni Oliver Asín —que se limita a indicar cómo el radical Alija aparece atestiguado en obras literarias árabes, como ‘la Yamhara de Ibn Hazm, bajo la forma Alisa: Orígenes de Castilla, p. 32— ni E. Terés, aunque el último aclara algo más al respecto: «Lo que sí cabe suponer es que aquel Alisa diera nombre al río que corre a sus pies, que sería en árabe Wãdi Alisa, hispanoárabe *W á d A I i s  a «río de Alija», nombre, éste, preexistente, y, por tanto, no árabe». Y continúa: «Corominas sugiere un hipotético precedente nominal Aliscia, referido concretamente a los «Alija» leoneses» (Materiales, p. 371). Efectivamente, tratando la posible raíz *ALISANTIA (variante sufijal de ALISONTIA>Eslonza) de los hidrónimos Arlanza y fr. Auzance, añade el etimólogo catalán: «En cambio es bastante más dudoso que vayan con esta raíz y con el nombre del aliso los siguientes: […] Aleje, partido de Riaño pues la vacilación entre x leonesa y ç castellana sugeriría algo como *ALES-CI o *ALÍS-CI; Alija de los Melones, partido de la Bañeza (Alixa en 1253, Vignau; ALISCIA?) »[xxvii]

Respecto al primer componente del hidrónimo que tratamos, parece ser decisivo para establecer la naturaleza antroponímica o toponímica originaria de este compuesto hispanoárabe. El problema reside en ese mismo carácter de forma compuesta, pues la mixtura formal entorpece la concreta identificación originaria: si se piensa en el prefijo frecuente en la onomástica árabe ben-, de ibn ‘hijo de’, Benalija sería *Ibn-Alisa ‘el (hijo) de Alija’, apodo o sobrenombre de persona (entendido como ‘el oriundo de la localidad de Alija’). Pero cabe la posibilidad de que se trate de un original topónimo, formado a base del ár. bina ‘casa’, con lo que significaría ‘casa de Alija’ (compárense los topónimos Benacazón, Benagalbón, Benahalí, etc., que Asín Palacios recoge como compuestos de tal apelativo (bina/bena) y otro término arábigo, en algún que otro caso un nombre propio de persona[xxviii]. En último lugar, no podríamos dejar de postular un primitivo ár. banu, romance bena, formante —dice Asín Palacios: Contribución, pp. 34, 84-85— de nombres propios de familias o de tribus berberiscas que han dado nombres a los lugares por ellos ocupados: Benahadús (Almería), Benamegí (Córdoba), entre otros; de ser así, quizá quedaría aun más justificada la relación entre la nuestra y las restantes formas con Alija de las tierras extremeñas y leonesas[xxix].

Documentación. 1246: «e ende a las Nabas de Castriel, como va consigo en la Fuente de la Figuera, e como vierte las aguas a Beznalgorfa, contra Benalija, e otra [sic] Guezna» (Tumbo L., cart. 104). H. 1344: «Et son las armadas entre la casa de Sancho Garcia et el Rio de Benalixa»; «et es la bozeria por el çerro que es entre el Rio de Benalixa et la Senda de las Roças, fasta en derecho de la Cabeça del Catalan» (L. Montería, f. 268 r-v). 1633: «es a saver siete arançadas de biña poco más o menos que yo oi tengo por mia propia a el sitio de Venalixa término de la villa de Alanis, que esta en un pedaço» (A.P.G., f. 436 v). 1728: «en el expolon de Monforte, en vera del camino de la puente de Benalixa contra el Arroio Molinos»; «siguiose dicho arroio del Tamujal avaxo asta entrar en el Río de Benalixa, siguiose Benalixa arriva hasta encontrar con el expresado Arroio Molinos»; «para que hechas en los mojones y en camino a dicha dehesa y estando a la linde de ella por la parte de la Rivera de Venalija» (A.Nf.G., ft. 6r, Ir, 31r). 1783: «una tierra […] a el sitio de Gaspar del Valle terrnino de Cazalla, linde con rivera de Venalixa y realenga» (A.M.G., f. 115 r).

[i] Del que el presente es continuación, intitulado «De toponimia hispalense», PHILOLOGIA HISPALENSIS, no 2 (1988), pp. 141-151.

[ii] Aunque el autor indica la fuente utilizada, el Nomenclátor (Estudio, p. 55, nota), inexplicablemente no se atiene a ella, pues en lugar de recoger todos los datos que tal obra ofrece, a veces, paradójicamente, prefiere otros mucho menos interesantes. De otra parte, yerra en numerosas ocasiones al localizar los nombres de lugar; por dar ejemplos, recordaré los casos de Gerena, localizado por García de Diego López «en Utrera», Alanís, «en Guadalcanal», San Nicolás del Puerto, «en Alanís», cuando son poblaciones independientes desde siempre. Y en algún caso, como el de Brenes, la sistemática imprecisión del autor deja confusa la naturaleza del topónimo, por lo que no se sabe si hace referencia al nombre de lugar mayor Brenes o a un topónimo menor carmonense (vid. Estudio, p. 64).

[iii] Vid. n. 2. De la metodología más apropiada y científicamente válida para la elaboración de un corpus toponomástico fidedigno, basada fundamentalmente en la encuesta oral, el despojo de materiales del Catastro y de la cartografía, además de la revisión de todo tipo de fuentes documentales antiguas de la zona tratada específicamente (dejadas al margen de modo sistemático por el autor del Estudio), me ocupo por extenso en mi artículo «La Ciencia Onomástica en el Mediodía hispánico. Trabajo realizado y trabajo por realizar» (en prensa).

[iv] Fruto de esta investigación son mis trabajos sobre «La antroponimia en Guadalcanal según documentos inéditos de los siglos XVI, XVII y XVIII», en Actas del Primer Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española (Cáceres, 30 de marzo-4 de abril de 1987), en prensa, por lo referente a la onomástica personal, y sobre Toponimia de la Sierra Norte de Sevilla. Estudio lexicológico, Universidad de Sevilla, 1988, en lo que concierne a onomástica de lugares. Mucho más amplia es el área que he sometido a análisis en mi Tesis Doctoral, con título «Toponimia de la Serranía de Sevilla. Estudio lingüstíco e histórico», Universidad de Sevilla, 1989, en la que he retomado el material aportado por García de Diego López —claro es, el correspondiente a la zona que me ocupaba, los veintisiete municipios del norte de la provincia de Sevilla— sometiéndolo a una nueva dimensión crítica a base de nuevos datos de indudable valor históricolingüístico.

[v] Vid. mi artículo citado en la n. 1, p. 144. El motivo de la opción por la grafía Benallja, en lugar de Benalíjar, queda expuesto a lo largo de las páginas siguientes

[vi] P. Madoz, Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1846-1850, 16 vols. (citado Diccionario). Las abreviaturas bibliográficas utilizadas en lo que sigue son:

ALEAM. Alvar (con la colaboración de A. Llorente y G. Salvador), Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía, Granada, 1961-73.
ContribuciónM. Asín Palacios, Contribución a la toponimia árabe de España, C. S. I. C. Madrid, 1940
TópicaJ. Corominas, Tópica hespérica (2 vols.), Gredos, Madrid, 1972.
DECH J. Corominas-J.A. Pascual, Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (4 vols.), Gredos, Madrid, 1980-83.
Eguaflaz
Glosario
L. Eguílaz, Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental, Atlas, Madrid, 1974.
Dialectología
Mozárabe
A. Galmés, Dialectología Mozárabe, Gredos, Madrid, 1983.
EstudioV. García de Diego López, «Estudio histórico-crítico de la toponimia mayor y menor del Antiguo Reino de Sevilla», separata de Archivo Hispalense, nº97 (1959).
Libro del RepartimientoJ. González, Repartimiento de Sevilla (2 vols.), C.S.I.C., Madrid, 1951.
Catálogo arqueológicoJ. Hemández-A. Sancho Corbacho-F. Collantes, Catálogo Arqueológico y Artístico de la provincia de Sevilla (4 vols.), Excma. Diputación Provincial, Sevilla, 1965.
I. G. C.Instituto Geográfico y Catastral.
NomenclátorPresidencia del Gobierno, Instituto Nacional de Estadística, Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población. Provincia de Sevilla. Separata del
t. Iv-41, Madrid, 1973.
Orígenes de CastillaJ. Oliver Asín, En torno a los orígenes de Castilla. Su toponimia en relación con los árabes y los beréberes, Real Academia de la Historia, Madrid 1974.
S. G. E. Servicio Geográfico del Ejército
Simonet. GlosarioF. J. Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, Real Academia de la Historia, Madrid, 1981 (ed. facsímil de la de 1888, 2 vols.).
MaterialesE. Terés, Materiales para el estudio de la toponimia hispanoárabe. Nómina fluvial, t. I, C. S. 1. C., Madrid, 1986.
Dialectología EspañolaA.    Zamora, Dialectología Española, Gredos, Madrid, 1970 (2ªed.)
Las abreviaturas documentales mencionadas son las siguientes:
a) de fuentes editadas:
L. Mont. o Libro de la Montería Alfonso XI, Libro de la Montería (según el ms. Y. II. 19 del Escorial), ed. de Dennis P.
Seniff, Madison, 1983.
Tumbo L.     Tumbo de León (vid. J. V. Corraliza, «La geografía extremeña», Revista del Centro de Estudios Extremeños, año V, Sept. – Dic. 1931, t. V. pp. 295-302).
b) de fuentes inéditas:
A.E.G. Archivo Eclesiástico de Guadalcanal, Parroquia de Santa Ana, Libro de matrimonios de 1578
A.P.G.  Archivo de Protocolos Notariales de Guadalcanal, año 1633, sig. 2.
A.M.G. Archivo Municipal de Guadalcanal. Amojonamientos y deslindes. Patrimonio. Años 1728 y 1783, sig. 574.
A.M.S.P. Archivo Municipal de San Nicolás del Puerto, carpeta sección 2ºde Hacienda, Libros 63 (1882) y 65 (1888). Carpeta sin signatura, pues el Archivo Histórico permanece sin catalogar.

[vii] Para la cuestión del posible dialectalismo del apelativo rivera, remito a mi Tesis, citada en la nº. 4

[viii]        Hojas 899 y 920 de los mapas de escala 1: 50.000. Lo mismo acontece con el mapa de la Provincia de Sevilla (escala 1:200.000) del I.G.C.

[ix] Donde se menciona el hidrónimo con las denominaciones Ribera de Benalija (s.v. Guadalcanal), Ribera del Arroyo de Benalija (s.v. Alanís) y Río de Benalija (s. v. Cazalla de la Sierra).

[x]        El ALEA IV (mapa 1721) señala en el área norteña de Sevilla la neutralización de la oposición /1/: /r/ (en posición implosiva final de palabra), realizada por medio de la pérdida de la consonante final. Yo misma he oído de boca de mis encuestados abundantes ejemplos de este fenómeno, del tipo [g w e e k á] por Guadalbacar, [bjá] por Viar, [g w a n p h í] por *Buenagil (de Bonagil), [K a m p 03 í] por Campovil, etimología popular a partir de un original Campovid, [K a m p e y á] por Campallar, que en la cartografía actual aparece grafiado Campoallá, por etimología popular también. De la antigüedad del fenómeno en estas hablas es muestra bien patente el Baltaza (por Baltasar) de un documento eclesiástico de Guadalcanal del año 1578 (A. E. G., 1578, fol. 6 -vid. n. Vid. también n. 16.

[xi]             Las cuales, a pesar de la eliminación de la consonante final en el habla, han mantenido su grafía intacta desde los primeros documentos. Lo mismo que para la grafía Benalíjar, cabe decir para la de Huéznar (vid. n. 18), por lo que sospecho que la -r de los otros dos nombres de corrientes fluviales haya influido en las modernas grafías de las formas originalmente desprovistas de -r.

[xii] Repárese en la falta de acento gráfico, que originará posteriores confusiones en la interpretación a los estudiosos que tomen como referencia única esta fuente. Obsérvese, asimismo, que es sólo aquí donde menciona el hidrónimo con -r final, refiriéndose, como las revistas locales, al arroyo, y no a la rivera (vid supra)

[xiii]  Contribución, p. 84. Ya al principio de su obra (p. 11), Asín señala que el método seguido por él es el de extraer del Diccionario de Madoz todos aquellos topónimos que de primera intención le han parecido, atendiendo a su forma, tener origen árabe.

[xiv] En efecto, en la entrada dedica a Guadalcanal cita “la ribera nombrada de Benalija”, y “el puente llamado de Benalija, que divide este término con el de Cazalla de la Sierra”; en el artículo de Cazalla vuelve a tratar el nombre: “por el N. y a distancia de una legua, corre otra rivera con el nombre de Benalija, que se seca con facilidad (subrayados míos).

[xv]  Así, en los documentos del archivo de San Nicolás del Puerto, por ejemplo, se insiste en varias ocasiones sobre la precisión de testimonios escritos para avalar los límites y los nombres de las propiedades del término: «Buscados en el archivo los antecedentes precisos bien antiguos o modernos, no se había encontrado cosa alguna que ilustrase el asunto» (A. M. S. P., libro 63, 1882): «también se acordó que no existiendo en el archivo de este Ayuntamiento documento alguno de los varios deslindes practicados para la conservación de dichas servidumbres»… (libro 65, 1888); «sobre defensa de los bienes comunales para que se practiquen las averiguaciones necesarias para llevar al esclarecimiento legal sus verdaderos límites conocidos por los ancianos de esta villa desde tiempo inmemorial, a falta de documentos que acrediten lo contrario» (libro 66, 1896).

[xvi] Vid. J.A. Frago Gracia, «La fonética del español meridional y sus fuentes históricas», en Miscel-lania Sanchis Guarner ll, Universidad de Valencia, 1984, pp. 131-137. Por lo que concierne a la documentación de materiales de esta misma área, pueden verse los que aporto en mi Tesis Doctoral (véase n. 4) y en este lugar (n. IO).

[xvii]  Ibídem, p. 136-137 y n. 61. Ahora bien, teniendo en cuenta que el registro del topónimo se hiciera conforme a la forma escuchada de boca de los hablantes de esa zona, pues parece ser que el documento se redactó en tierras leonesas.

[xviii] Como ya he dicho más arriba, el caso de Huéznar es paralelo al que estudio por no hallarse grafiado con -r hasta época reciente (vid. s.v. HUESNA en mi Tesis, cit. en n.4).

[xix] Falta, como en Madoz (vid. supra, n. 12), el acento gráfico en este caso, pues creemos que de Guadalija la variante «vulgar» será Gualíjar, como Gualija y Alija, sin que ocurra cambio de acentuación.

[xx] Aquí, sin embargo, está justificada la falta de acentuación gráfica, ya que los hidrónimos se relacionan con el cast. Alijar -según Terés- por lo que el acento recae en la primera sílaba (vid. Supra)

[xxi] Partiendo, claro está, de la presuposición de una acentuación aguda del hidrónimo, que tendría la etimología misma del cast. alijar ‘especie de ladrillo morisco, azulejo, según Eguilaz (Glosario, pp. 198199).

[xxii] También interpretando la forma como aguda, pero adjudicándole el étimo correspondiente al cast. alijar ‘terreno inculto’ (Eguilaz, Glosario, p. 199), ‘ejido’ (Simonet, Glosario, p. 11).

[xxiii] También se refiere al topónimo cuando, a propósito del Benajila de Alcalá de Guadaira, afirma: «Posible anterior [Benalíjar] con metátesis». Para la probable filiación de este nombre de lugar, véase s.v. BONAGIL en mi Tesis, cit. en n.4. De otra parte, he de advertir que en la redacción del trabajo de García de Diego López faltan tanto acentos como signos de puntuación, subrayados, etc., que hacen prácticamente ininteligible el texto; por ello he preferido añadirlos a la hora de transcribir sus partes.

[xxiv] Concretamente, de la tribu beréber de Awraba, de los Sabrun, que, después de gobernar ‘Alisa, cayeron en desgracia y huyeron hacia el norte, donde dejarían su huella en otros topónimos como Cebrones, precisamente gentilicio plural romance de Sabrun (vid. Oliver Asín, Orígenes de Castilla, pp. 32-33).

[xxv] E. Terés encuentra documentada la forma Alija, además, en «el texto histórico de Ibn Hayyãn cuando, al describir el curso del Tajo, afirma que este río, aguas abajo de Talavera, pasa por el Norte de la fortaleza de AIisa, a 80 millas de Toledo, exactamente al septentrión de Córdoba» (Materiales, p. 370).

[xxvi] Como manifiesta explícitamente, deja constancia del topónimo en su obra «por la hipotética relación que en algunos casos se observa entre los encabezamientos G u a d- y C u a d-» (ibídem, p. 371), presunta simbiosis arábigo-romance que no es sino un punto más a favor de la relación del nuestro con la serie de hidrónimos mencionada.

[xxvii] Tópica 1, p. 100, n. 31.

[xxviii] Contribución, s. vv.

[xxix] Por si sirviera de apoyatura histórica para nuestra hipótesis, recordaremos aquí que, como advierte E. Terés, el desplazamiento de los antiguos habitantes de Alija hacia el norte no fue en modo alguno definitivo, ni mucho menos supuso la ruptura de estas gentes respecto a Córdoba, como establecía Oliver Asín, pues «en el texto impreso de los Mafejir al-barbar, se registra un Saydun ibn Wakil al Awrabí (Saydun ha de leerse Sabrun, confusión fácil en grafía árabe), hijo, a lo que se ve, de aquel Waqil caído en desgracia, del cual se dice que desempeñó altos cargos bajo ‘Abd ar-Rah man an-Nasir» (Materiales, pp. 370-371).

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