Convento de San Francisco

Antonio Gordón Bernabé. RG año 1987

Fray Andrés de Guadalupe nos habla del establecimiento de los franciscanos en Guadalcanal. Igualmente, Fray Juan Benítez, quien señala que el primer Guardián o Superior fue Fray Diego de Arvajas, natural de Hinojosa del Duque (Córdoba)

La fundación fue promovida  por Enrique Enríquez, Comendador Mayor de la Provincia de León de la Orden de Santiago, (tío materno de Don Fernando el Católico y nieto de Don  Fadrique Enríquez y una judía de Guadalcanal apodada “La Paloma”) y su esposa doña María de Luna, en un viaje que realizaron a Guadalcanal en 1489.

El Papa Inocencio VIII concedió Bula en 1491. Se dilató su construcción, por lo que hubo de pedir nueva Bula, que fue expedida por el Pontífice español Alejandro VI el día uno de mayo de 1493.

Se empezó a construir en una ermita antigua de gran devoción, llamada de Ntra. Sra. de la Piedad. Se inauguró el día de San Felipe y Santiago, con solemnísima procesión desde la parroquia de Santa María, el día uno de mayo de 1495.

Fueron frailes de este Convento nacidos en Guadalcanal: Fray Diego de los Ángeles, su vida transcurrió en el siglo XV, llegando a ser Comisario General de la Orden en los Santos Lugares de Jerusalén, muriendo en olor de santidad.

Fray Cristóbal Ramírez, nacido en 1596, también con fama de santo. Ostentó el cargo de Comisario General de la Orden en Nueva España, falleciendo en 1670.

Fray Juan del Hierro, la mayor parte de su vida transcurrió en el siglo XVI, siendo nombrado General de la Orden en el Capítulo General celebrado en Roma en 1612. Murió en Sevilla en 1613. Las crónicas dicen que, durante tan breve periodo de tiempo, gobernó la Orden más bien con el ejemplo y con la integridad de la vida y costumbres, que con sus mandatos.

El hermano lego Fray Diego de Guadalcanal que tomó el hábito en el convento de México, siendo uno de los primeros que profesaron en dicha provincia, en la que murió a los ochenta años en el Convento de Tepeaca, de una cruel enfermedad, que soportó con singular paciencia.

Fueron Superiores de este Convento: Fray Antonio Delgado en 1591 y Fray Pedro Guerra en 1784. En 1808 constan dos frailes naturales de Guadalcanal, Pedro Fontán y Sebastián Villate. No se puede dejar de citar a Fray Manuel González, que a mediados del siglo XVII escribió “Guadalcanal y su antigüedad”.

Un sobrino de Fray Juan, Alonso de Sotomayor, cuarto   conde de Belalcázar, después de enviudar, se hizo fraile con el nombre de Alonso de la Cruz y profesó en este Convento.

En los libros de visita de la Orden de Santiago se menciona este monasterio en 1496 y 1515. Tenía 24 frailes en 1591, en 1646 se compone de 32, siendo Guardián Fray Miguel Moreno, natural de Añora (Córdoba) y 50 en 1747.

El Guardián es copatrono de una obra pía fundada por el Capitán Bastida, consistente en el repartimiento de trigo a los pobres, para lo cual se le da al Guardián seis fanegas de trigo. Otra de las obligaciones    del Guardián es asistir a una misa cantada el día de la Concepción en la parroquia de San Sebastián, para lo cual “le dan de limosna treinta reales para vestuario y una vela de media libra”

Junto a esta función asistencial el convento desarrollaba cierta vida cultural, pues en él se habían impartido clases de Teología. En el momento de redactarse el informe “ha tenido juntos dos cursos de Artes (Letras) a quienes leía un lector cuatro lecciones todos los días”, asistiendo normalmente diez y ocho estudiantes.

La vida espiritual era también intensa, hallándose establecida en el convento la Cofradía de la Soledad, de la que Fray Juan Benítez nos aporta interesantes datos:

“En sobredicho convento está fundada la Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora. Y el Viernes Santo a la procesión del Sepulcro de Cristo Redentor Nuestro concurren en ella el Cabildo seglar y los clérigos de tres Parroquias. Tiene dicha Cofradía una Bula de Urbano VIII, en la cual concede tres indulgencias plenarias en diversos días del año y otras indulgencias. Y tienen dichas indulgencias resguardo de su valor del Comisario General de la Cruzada Don Fray Antonio de Sotomayor”.

Religiosos ilustres: Fray Alonso López, que fue canónigo de la Catedral de Puebla de los Ángeles (México), quien “causó en este pueblo y su comarca grande admiración”, al renunciar a las riquezas de su obispado, optando por seguir la proverbial pobreza franciscana.

Fray Francisco de Lora, varón de loable vida, cuyo cuerpo se conservaba en el convento, en el que también se veneraba como reliquia la cabeza de un mártir franciscano de Japón, llamado Gregorio, enviada desde la Nueva España por Fray Cristóbal Ramírez, natural de Guadalcanal y que desempeñaba allí el cargo de Comisario General de la Orden.

Finalmente, el informe nos menciona algunos de los documentos conservados entonces en el archivo conventual: tres Breves de Inocencio VIII y dos de Alejandro VI concediendo la fundación del  convento; otro Breve de Alejandro VI a favor del convento, mediante el cual sus frailes confesores podían absolver todos los casos reservados en el Priorato de León, dos Provisiones Reales dada por los Reyes Católicos para el mismo objeto; una Provisión Real del Emperador Carlos V, concediéndole permiso para cortar leña en todo el término de Guadalcanal; otra de Felipe II, ordenando que los escribanos y jueces no cobrasen sus honorarios al convento; una Ejecutoria de los Once contra los curas de las parroquias de la villa, ante el Licenciado Juan Dionisio Puerto Carrero, Vicario General del Obispado de Córdoba; otra sentencia y provisión contra los curas de las parroquias de la localidad, para que el convento “no pague la cuarta funeral”, fechada el 16 de junio de 1594; otra ejecutoria para que los síndicos (representantes del convento) “no paguen derechos reales ni concejiles”; y otra ejecutoria, dada por Felipe IV “contra los que quebrantaren e hicieran quebrantar los privilegios de los síndicos y hermanos que nos hospedan en sus casas”.

A él perteneció la capilla del Santo Spiritus, que a modo de monasterio existía en lo que hoy es el Convento del Espíritu Santo.

Con la exclaustración de 1835 se cerró al culto y fue vendido por la Nación entre 1836 y 1840. En 1814, para la guerra de los franceses, fueron incautados un cáliz con patena, dos diademas y un manojo de azucenas de San Antonio.

El 31 de diciembre de 1835 con la exclaustración, se suprimió el culto en el Convento, trasladándose las imágenes a Santa María. Es posible que las imágenes de San Antonio y sobre todo la de San Francisco de Asís, atribuidas a Martínez Montañés, que existían en Santa María, procedieran de este Convento.

El cuatro de octubre de 1854 se declaró una epidemia de cólera y el Ayuntamiento acordó construir en este lugar el cementerio que tiene el mismo nombre. Se realizó la subasta el 10 de diciembre de 1854. El tres de julio de 1855 se bendecía quedando dividido en tres patios, el de la derecha de San Francisco, el de la izquierda de San José y atrás, de pared a pared, el de San Pedro

El primer enterramiento fue de Josefa Cruz Aguión, de 61 años, que vivía en el Berrocal Chico.

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