Apuntes sobre la historia de Guadalcanal

Por Antonio Carrasco García. RG 1988 –  Antonio Burgos. RG 1960 – Leopoldo Tena. RG 1972 –    José M.ª Osuna. RG 1969

Por un manuscrito mutilado del siglo XVII, posiblemente de un franciscano del Convento de la Piedad (hoy cementerio de San Francisco), tenemos noticias que la fundación de Guadalcanal la realizó el rey Gerión que llamaron Avo, hijo del rey Hyarbas de Mauritania, por el año 1690 a. C., llamándola TEJERA. Otros dicen que la fundaron los celtas en el año 580 a. C., con el nombre de TESERES. Permaneció con este nombre por espacio de 1010 años, que dominada por los vándalos y alanos, la ensancharon y la llamaron CANANI o como dice Claudio Ptolomeo,  CANACA. Fue ciudad en estos tiempos según este autor por estas palabras: “Quorum civitates sun: Canaca, Fornacis.

Esta grandeza fue por los años 430

En el mes de julio del 713 llegan los musulmanes a Guadalcanal, eran árabes y beréberes que dejarían un pequeño destacamento en el lugar, al que llamarán WAD AL QANAL (Río de creación). Allí encuentran un cerro fortificado, habitado por visigodos e hispanorromanos, que llaman Monforte, rodeado de murallas, también encuentran habitantes en diversos sitios del término. Está patente que lo que hay al llegar los árabes es Monforte y su territorio. En el cerro de Monforte, a cinco kilómetros al suroeste del pueblo actual, hay construcciones romanas de derretido con dos murallas concéntricas. A la construcción de época romana, debe su nombre el lugar, compuesto de un original MONS FORTIS. Monforte sería un ejemplo más de nombre de fortificación alusiva a restos más antiguos y de valor arqueológico. Nos inclinamos al  mozarabismo del nombre, pues es seguro que hubo habitantes cristianos en estas tierras durante el período de dominación musulmana. El cerro Mezquita y el arroyo Mezquitas son alusiones que confirman la antigüedad de Monforte, ya que por las investigaciones realizadas ya existía en tiempos del emperador Antonino Pío, que gobernó del año 138 al 161, y también refiriéndose a Guadalcanal dice que “el primero sitio de su fundación primera fue distante una legua de donde hoy está, en un cerro que se dice Monforte”, “fue fundada en lo selecto de la provincia antiguamente llamada Turduluna o Baiusturia, según el cómputo de las historias, fue casi mil seiscientos años antes del nacimiento de Cristo”. Esto viene a confirmar que esta fortaleza romana era un oppidum construido sobre restos de otros pobladores que en el caso nuestro serían turdetanos o tartésicos, pues todas las fortalezas primitivas estaban en alto.

El campesinado hispano-romano-visigodo se sometió a las tropas de Muza, conviviendo luego con la nutrida población beréber asentada aquí y entre ellos, miembros de la tribu  de los zenatas.

Ya debía existir Wad al Qanal como población en el año 758, en tiempos del Califa Abderramán I, pues se cita que pasó cerca un tal Yusuf al Fihri, wali árabe que desde Mérida marchó a Fuente de Cantos y, reclutando gentes del sur extremeño, formó un ejército de veinte mil hombres beréberes contra el Califa, y fue a Almodóvar donde fue derrotado, luego se dirigió a Firris (Cerro del Hierro), entre Wad al Qanal y Qûstantina, y de allí a los Pedroches, siendo asesinado en Toledo.

En el 756 Guadalcanal pertenecía territorialmente al castillo de Reina, y éste era de la Cora de Al Balat.

En el 1088 dicen los Anales Toledanos, que el rey cristiano Alfonso VI alcanzó el puerto de Guadalcanal, pero no le ofreció batalla.

Otra vez vinieron los almorávides en el 1091, y tres años después son dueños de estas tierras.

En 1147 llegan los almohades y con ellos comienza un periodo importante de construcciones. En Guadalcanal construyen murallas y alcázar entre 1169 y 1175.

Las murallas de nuestro pueblo eran de derretido, según señala el Catálogo Arqueológico, o sea, de mampostería de piedras, pero ello se contradice con su época.

El 18 de julio de 1189, tras conquistar Reina se presentó en Guadalcanal el rey Alfonso VIII, pero no consta que la tomara por combate.

En  abril de 1241, el jeque de Wad-al-qanal, que la defendía en nombre de Abul-Hasan Axatat, rey de Sevilla, la entrega sin combate, reinando Fernando III el Santo, al 15 Maestre de la Orden de Santiago, Don Rodrigo de Iñiguez de Montalbán, al que acompañaba el Comendador D. Rodrigo de Valverde, D. Juan Muñiz de Gogoy, comendador de Extremera,  D. Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden; el comendador D. Hernán  Meléndez, D. Rodrigo Yañez, comendador de Almoguer;  y  Albar Martínez de Aibar o Ibarra, comendador de Mora, siendo restaurada la mezquita que existía, fue bendecida por el obispo de Coria Jaime Sanguineto, que venía acompañando al Gran Maestre.

Nos encontramos entonces a un Guadalcanal con un alcázar de cuya muralla sale la que rodea a la población con una capacidad para dos mil casas de las que los árabes usaban, muralla seguramente de tapial, aunque tuviesen ladrillos en las esquinas de las torres y en los arcos y aún piedra. Las puertas solían tener unos cinco metros de alto y todas las desembocaduras de calles solían tener portillos y puertas. Había una serie de torres cuadradas en el recinto cada cierto tramo de lienzo y plataformas para el camino de ronda. Las torres tenían habitación y techo de bóveda de cañón de ladrillo y puertas con arco de medio punto.

La muralla estaba rodeada por todas partes por un foso que llamaban cava, por lo cual corría en la parte N. y O. un arroyo llamado de Pedro Gómez. La cerca iba desde la iglesia de Santa Ana hasta la puerta de Llerena y continuaba hasta la esquina de la calle López de Ayala, girando por la Cava y bajando por el muro del pilar hasta la puerta del Jurado, desde donde se dirigía a la esquina que desemboca a la puerta de los Molinos, y rebasada ésta subía más allá buscando la torre de Santa María y el Ayuntamiento, rodeando el Palacio y seguía por donde está la Almona.

Por el otro extremo bajaba desde Santa Ana, por la calle Juan Pérez, dirigiéndose a  las casas que ocupaban el Hospicio de San Basilio, girando hacia la puerta de Sevilla, subía por Pozo Berrueco en dirección a calle Águila y desde ésta enlazaba con el muro que venía por las traseras de los corrales de la calle y calleja San Sebastián.   

En 1248 pasó a pertenecer al señorío de la Orden de Santiago.

En 1253 fue hecha cabeza de Encomienda, -que rentaba 36151 reales de vellón- por Pelay Pérez Correa (el Cid extremeño), pasando a depender su iglesia del Monasterio de Santa María de Tentudía.

Don Lorenzo Suárez de Figueroa concedió a la villa vicario propio el 6 de junio de 1305, como lugarteniente de Tentudía, y la dotación parroquial a cargo de la Mesa Maestral. Confirmado por los Reyes Católicos el 6 de junio de 1494. La última confirmación es de Fernando VI el 28 de septiembre de 1753.

En 1428 el Maestre-Infante D. Enrique de Aragón, amplió el término con parte del de Azuaga y Reina.

Hay también noticias de un contingente judío que, después de la reconquista, poblaba el barrio de Santa Ana y la Morería. Y en la visita canónica de 1494 consta que tenía sinagoga, situada por cierto en el Ejido, luego Paseo del Coso. 

En 1521, por ser Guadalcanal comunero, fue mandado por Carlos I tirar los muros y, desde luego se tiraron trozos del mismo aunque no entero.

Se rompió la cerca por la entrada a calle Jurado al lado del pilar actual y en la calle las Huertas. Se tiró el muro que subía hacia la torre y el que unía la iglesia con el edificio del actual Ayuntamiento, construyéndose un arco; se tiró el trozo de la calle Águila, delante del arroyo que iba por el foso; también el trozo de la entrada norte de la calle Juan Pérez y se respetó uno que va bordeando la iglesia de Santa Ana. Había un portillo entre el Palacio y la Almona que ya consta en 1494 que comunicaba con las carnicerías, sí no fuera así habrían quedando encerradas muchas calles como Santa Clara, Guaditoca, Concepción, Carretas, Altozano Bazán y la plaza de Santa Ana, que existen dudas de sí estaban comunicadas al exterior por un portillo, pues desde la puerta de Llerena hasta la de Sevilla hay grandísima distancia.

En mil seiscientos y pico un testigo dice “Hasta hoy se ven algunos pequeños pedazos de muros y cerca antigua de Guadalcanal y tres puertas con edificaciones de las casas, quedando la villa cercada artificialmente. La de Llerena está caída.

En la puerta de Llerena había un puente para pasar de calle Santa Ana a Berrocal Grande (Espíritu Santo) y Berrocal Chico a la población enfrente de la calle Granillos, ya que pasaba el arroyo de la Cava a primeros de este siglo XX. A mediados del siglo XVI se tiraron el resto de la muralla.

Además de Guadalcanal, que fue un auténtico castillo, existieron otros que ya sólo quedan en la memoria, ejemplos:

CASTILLEJO: Situado en el cruce del camino de Valverde con la Cañada de Esteban Yáñez.

VALJONDO: En las tierras de este nombre, al oeste del camino viejo de Azuaga.

VENTOSILLA: En el cerro del Castillo, en la hacienda de la Plata.

PORTICHUELA.

ATALAYA.

SANTA CRUZ.

Cerca de las minas de Pozo Rico está la fuente de la Cueva.

En la linde de las “Viñuelas” y “Magrao”, existe una piedra horizontal sostenida por otras dos, se conoce por la “Piedra Corcovada”.

Existió una ermita de San Antonio de Padua en el Cerro que llaman de las minas.

Cueva de San Francisco en la Sierra del Agua

En el siglo XIV residió en el Palacio existente junto a la  Almona, el Gran Maestre de la Orden de Santiago D. Fadrique de Trastamara.

En los Anales de Don Diego Ortiz de Zúñiga, caballero de la Orden de Santiago aparece descrito un terremoto ocurrido el cinco de abril de 1504: “Como a la hora tercia, siendo Sumo Pontífice Julio II y Arzobispo de Sevilla D. Juan de Zúñiga, y reinando en Aragón, Castilla, Sicilia y Cerdeña los cristianos Reyes don Fernando y doña Isabel, un repentino terremoto estremeció con horrible y cruel estruendo todas las iglesias y casas, de modo que amenazaban con caerse.

Los que estaban en los campos aseguraban haber visto oscurecerse el sol y caer grandes granizos y que se abrían grandes pozos arrojando abundante agua por sus bocas y los montes abiertos exhalando vientos con cenizas.

Hay quien afirma haber visto fuentes, cuyas aguas eran del color de la sangre, en los pueblos de Almadén, Cazalla y Guadalcanal.

En 1592 tenía Guadalcanal 1462 vecinos. En 1596, registra 1055, lo cual supone más de cinco mil habitantes, que un número mayor al de ahora, y eso que la población total de España era aproximadamente, un quinto de la actual.

10 de junio 1628. El licenciado D. Diego García de la Rubia, visitó las ermitas de San Pedro, San Benito, San Juan, Ntra. Sra. De los Remedios, Capilla de San Antonio (en las minas de Pozo Rico) y Santa Marina.

1 de Noviembre de 1755, Guadalcanal sufrió un terremoto. En acción de gracias, por no haber recibido daño, ni en sus personas ni inmuebles, ni en ganados, la Comunidad de la Parroquia de Santa María, presidida por el párroco don Juan de Ortega, acordó celebrar perpetuamente una misa, seguida de procesión con el Santísimo por la Plaza Mayor, en la que habrá dos altares, repletos de flores, para sendas Estaciones de su Divina Majestad. Los gastos de cera y flores, por un importe de 16 reales de vellón, serán sufragados por el Consejo de la Villa.

En 1833 por la reforma del ministro Javier de Burgos, pasó a ser andaluz, no apareciendo ya como jurisdicción eclesiástica extremeña en 1851.

1854. En este año había 5506 almas, de los cuales 1558 eran cabezas de familia. Regían la villa Miguel Ramos Lobo, Alcalde; Leonardo Castelló y Donoso, como Alcalde 2º; Juan Rivero Silvestre, como Regidor 1º; Antonio María de Castilla, como Regidor 2º; José Rivero, Regidor 3º; Antonio Llamazares, Regidor 4º; José Barragán Palacios, Regidor 5º, Francisco Vázquez, Regidor 6º, Nicolás de Gálvez, Regidor 7º, Félix Nogales, Regidor 8º; Lucas de Torres, Síndico 1º, Antonio Fontán, Síndico 2º y Enrique Vicente Moreno, como Secretario del Ayuntamiento.

Fue colocada en el reloj de la plaza una campana que se quitó del convento del Espíritu Santo.

Se trasladó la cruz que existía al final de la calle Santa Clara al lugar que ocupa actualmente.

El Ayuntamiento cedió terrenos para sembrarlos de olivos en la Sierra del Agua y en la Palomilla.

La construcción de la fuente del Berrocal Chico se debe al presbítero Juan Barragán, que solicitó de las aguas vertientes de la fuente La Chica.

Este año se suspendió la feria por motivo de la enfermedad del cólera morbo en los pueblos limítrofes.

1855. Sale a subasta las obras para poner nombres a las calles y número a las casas.

Se da comienzo al empedrado de las calles.

Se inaugura el cementerio de San Francisco.

Según el censo, en este año existían: 5 abogados, 5 sacerdote –tres de ellos párrocos-, 2 organistas, 2 sacristanes, 2 cirujanos, 1 médico, 2 escribanos, 2 farmacéuticos, 4 militares, 3 maestros o profesores de letras, 32 zapateros, 21 molineros, 28 albañiles, 9 herreros, 2 panaderos, 4 lanceros o pañeros, 4 carpinteros, 16 arrieros, 1 sillero, 2 tintoreros, 5 tejedores, 13 comerciantes, 11 taberneros, 4 jaboneros, 4 sastres, 3 posaderos, 5 mineros, 3 estanqueros, 1 medidor, 8 barberos, 1 jalmero, 1 herrador, 1 de correos,1 romanero, 1 calderero, y botinero, 1 hojalatero, 34 pastores, 6 chalanes o esquiladores y 4 alguaciles.

1882. Se inauguró el ferrocarril.

De la fuente de la plaza salen tres cañerías que surtían al Convento de Santa Clara, otra a varias tenerías y la tercera al antiguo matadero que existía en lo que hoy es la Biblioteca Municipal.

1902. Se instala la luz eléctrica.

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