Andrés Mirón Calderón | Publicaciones

Siempre vuelvo a los clásicos

22.NOV.1987.- ANDRÉS MIRÓN: “SIEMPRE VUELVO A LOS CLÁSICOS PORQUE NO DEBEN SER OLVIDADOS”.

El poeta de Guadalcanal Andrés Mirón, residente en Sevilla desde hace pocos años, acudió a las sesiones literarias del Colegio Mayor Almonte para disertar sobre su obra y para leer su producción poética. El poeta fue presentado por Javier Sánchez Menéndez, y congregó a numeroso público. Con estas sesiones que se vienen desarrollando en el Colegio Mayor Almonte se pretende acercar a los sevillanos a sus escritores más consagrados y con una producción, tanto poética, novelística o ensayística, interesante.

Andrés Mirón leyó unas cuartillas de su producción poética en las que indicó que “siempre vuelvo a los clásicos, ellos nunca deben ser olvidados”. También apuntó “soy un poeta de premios y gracias a ellos he publicado la mayor parte de mi obra, porque ya se sabe lo difícil que tenemos los poetas de Sevilla el hecho de

ANDRÉS MIRÓN

Rosa Diez en la entrega del título de Hijo Predilecto de Andrés Mirón

ABC | 15 de octubre de 2004 | Por ROSA DÍAZ

El poeta es un anotador de la memoria, que lee en el tiempo y en él escribe un bagaje de instantes indultados. Un mendigo con buenas apariencias que remueve los estercoleros de los días y lo mismo embalsama lo que alumbra, como lo troquelado por la oscuridad. De ahí que vaya con su augur, su gusano y su runrún de abejas a oler en el misterio. El misterio de Andrés se hizo detrás de la existencia, detrás del vino amable y las conversaciones de los bares. Detrás de la reflexión y la soledad que requiere la poesía. Nos lo dijo secuestrando el estertor

Carta de Agustín Embuena

Andrés Mirón.

            Murió en la carretera. Se lo llevó el destino y la mala suerte y con él, se va la fuerza de su verso, lo ajustado de su prosodia y el imbricado laberinto de la continua búsqueda.

            A la vez que se bebía la vida con moderación y parsimonia, enseñó en las aulas y deja alumnos que con él y gracias a él supieron entender a otros poetas y vistieron de luces las sombras de la infancia.

            Jubilado por propia voluntad, comenzaba a disfrutar de tiempo libre, regalaba a quien lo quería escuchar el eco de su grave voz y el sabio consejo del que viene de vuelta.

            Amó la poesía e hizo de la palabra un pincel de sueños, de aspiraciones y a veces de la amarga experiencia de cotidianas frustraciones. Aún lo veo, con su chaqueta de modas pasadas, su periódico bajo el