26.AGO.1964.- ABC – GUADALCANAL RENDIRÁ HOMENAJE AL DESCUBRIDOR PEDRO ORTEGA

VALENCIA. Participarán en él tropas de Infantería de Marina españolas y norteamericanas.
Cuando el tractor todavía no había sustituido a las caballerías en las faenas del campo, la feria de Guadalcanal tenía un tradicional abolengo ganadero. Hasta esta linde serrana de la provincia de Sevilla venían los tratantes de la Baja Extremadura –camperos de Llerena, de Zafra y de Azuaga-, y también subían los de la campiña. Pero los tiempos son otros y la vida agraria de la sierra ha cambiado. Para Guadalcanal han pasado las épocas de grandeza aceitunera. El pueblo está en regresión. El censo desciende al tiempo que se van irreparablemente cerrando los portales de las casas humildes del barrio alto de Santa Ana. Es la emigración.


Sin embargo, nada de esto es nuevo. Los eruditos locales señalan otros éxodos, en el tiempo en que los labradores extremeños se iban a las recién descubiertas Indias. O a las que estaban por descubrir. Este fue el caso de Pedro Ortega Valencia –un guadalcanalense para la historia-, que se embarcó en El Callao y se topó más tarde con una isla desconocida del archipiélago de Salomón, a la que perpetuó con el nombre de su pueblo natal. O, mejor dicho, se la perpetuaron siglos más tarde –de rebote casi- los “marines” norteamericanos, al librar en ella, durante la segunda guerra mundial, uno de los hechos de armas más importantes de la batalla del Pacífico.


Guadalcanal va a rendir ahora homenaje a “su” Pedro Ortega Valencia, al descubridor de la isla homónima. Los actos se celebrarán el 6 de septiembre. Un homenaje que coincidirá con el mercado de ganados, al que dará nuevo impulso, en esta época en que las antiguas ferias se están convirtiendo indefectiblemente en ferias de muestras. En principio, esta conmemoración del descubridor es noticia por los cuatro costados. Solamente su ámbito internacional, al participar fuerzas estadounidenses, justificaría el que hayamos venido a este pueblo de la sierra para conocer en qué va a consistir el homenaje, para vivir el ambiente de unas vísperas de conmemoración grande.

Para lo cual, preguntamos al alcalde, don Francisco Oliva.

– ¿Un avance del programa?

– Lo más interesante es la participación de fuerzas de las infanterías de Marina española y norteamericana. Las españolas llegarán el día 5, por tierra. Las norteamericanas, el 6, probablemente en helicóptero. Con asistencia de las autoridades, se dará el nombre de “Pedro Ortega Valencia” a un grupo escolar. Después habrá una misa de campaña y se descubrirá una lápida conmemorativa. Desfilarán las fuerzas de Marina y se inaugurará una exposición de motivos históricos sobre el descubridor.
– Me dijo autoridades, ¿asistirán?

– El almirante Cervera –que está prestando su total colaboración a estos actos-, el almirante Pardo, el coronel Walker, de las fuerzas norteamericanas. Probablemente asistirán las primeras autoridades sevillanas, así como un gran número de investigadores que por estos días estarán reunidos en Sevilla en un congreso de estudios americanistas.

– ¿Qué se pretende con este homenaje?

– Sacar del anonimato a una figura histórica nacida en este pueblo y que tiene una indudable proyección universal.

– ¿Se conseguirá?

– Mover el interés hacia el estudio de la obra del descubridor. Por otra parte, la exposición que se inaugura quedará como museo permanente.

– ¿Colaboración del pueblo, señor alcalde?

– Por lo pronto, los oficiales de las fuerzas asistentes se alojarán en las casas ofrecidas por el vecindario.
– Como en “El alcalde de Zalamea”…-, subraya uno, y así terminamos este diálogo de vísperas en un bello pueblo de la sierra. Por todas las calles, actividad de mujeres que encalan las fachadas de las casas. Guadalcanal se prepara para el homenaje del próximo día 6. Vendrán marinos por tierra y por aire. El campo donde se celebraba la feria de ganados va a ser habilitado como helipuerto. Una conmemoración eminentemente marinera, en el corazón mismo de la sierra. Un homenaje que por unos días está alterando la vida sosegada de un pueblo de la sierra. Cuando me vengo de Guadalcanal, todos hablan de los actos. En el escaparate de una tienda, un muñeco –mal que bien- vestido de marino y, pintado con tiza sobre el cristal, el nombre del descubridor. En una taberna también hablan del homenaje unos hombres de campo. Se preguntan que cómo va a poder el pueblo recibir a tanto forastero. Y tienen razón. Va a ser demasiada la alteración de la secular tranquilidad del pueblo. Que el caballo sea relevado por el tractor puede pasar. Pero lo que difícilmente puede asimilar la monotonía de un pueblo de la sierra es que donde antes cerraban sus tratos los feriantes aterricen ahora helicópteros con “marines” norteamericanos. De ahí nace la expectación que reina en Guadalcanal, en toda esta apartada comarca de la serranía sevillana.- Antonio BURGOS.

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