Guadalcanal. (De nuestro corresponsal). Hay noticias curiosas que en un momento centran la atención de todos, para después producir en unos la risa, en otros la lástima y en los afectados, como es natural, el enfado. El protagonista de esta crónica es un hombre vagabundo que llegó a Guadalcanal con las mantas al hombro, sin documentación y con hambre, solicitando albergue y comida del Ayuntamiento. La Guardia Municipal de servicio (eran sobre las nueve de la noche), tras consultar con la Alcaldía, comunicó al hombre que nada podía hacer por él ante la carencia de instalaciones municipales para estos casos.
Al no conseguirlo, volvió al Ayuntamiento y, con decisión, la emprendió a garrotazo limpio con los cristales del edificio de la Casa Consistorial, sin que quedara uno vivo en la planta baja y, además, ante la mirada estupefacta de los ciudadanos que por allí se encontraban. Como nadie dijo nada, gritó fuertemente: “¿Es que no me detiene nadie?”. Luego intentó proseguir la faena con los cristales del Casino de Guadalcanal y con los coches aparcados en la acera. Fue entonces cuando lo impidió la Guardia Municipal, y el hombre, con un respiro de tranquilidad, exclamó: “¡Hay que ver el trabajo que me ha costado que me detengan!”.—Rafael DIÉGUEZ CARRANCO.